Vera Drake

“Wife.
Mother.
Criminal”

La interrupción voluntaria del embarazo, y las circunstancias que la rodean, es un problema con fuerte contenido ideológico, respecto al cual, en el cine, el espectador suele mantener posiciones bastante inamovibles.
El aborto inseguro, o aborto clandestino, es la denominación utilizada para la terminación de un embarazo no deseado, realizado por personas que carecen de las habilidades necesarias, o en un ambiente carente de estándares médicos mínimos.
También, puede referirse a la práctica del aborto auto inducido, en malas condiciones higiénicas y sanitarias; y al aborto inducido, realizado por personal sanitario, que no proporciona la adecuada atención post-aborto, o realiza el aborto en condiciones deficientes.
Los métodos usados para la práctica del aborto inseguro, son muy peligrosos, y pueden causar la muerte de la mujer.
Entre esos métodos, se incluye la introducción de mezclas tóxicas, tales como productos químicos, como desinfectantes y limpiadores, en el cuerpo de la mujer…
Los métodos más peligrosos para interrumpir el embarazo, y provocar el aborto, son las inyecciones vaginales de distintas soluciones jabonosas...
La mitad de los productos inyectados en la vagina, producen la muerte, de manera casi fulminante.
El aire bombeado en el útero, puede provocar una embolia mortal…
En los casos en que se utiliza material no esterilizado, para dilatar el útero, el riesgo más frecuente, es el de fuertes infecciones que pueden suponer la extirpación de la matriz.
De ahí que el aborto ilegal, es aquel que se realiza en países o territorios, donde la práctica del aborto inducido, está penalizada, o aquel que se realiza al margen de los protocolos legales y sanitarios establecidos.
La práctica del aborto inducido, no se reduce en aquellos países con restricciones legales, por lo que su práctica se realiza en malas condiciones sanitarias.
El aborto en el Reino Unido, referido a la interrupción voluntaria del embarazo, es legal hasta las 24 semanas de gestación, en los territorios de Inglaterra, Gales y Escocia.
El aborto inducido, es legal desde la aprobación de La Ley del Aborto de 1967, que lo autorizó hasta las 28 semanas; la cual  fue presentada y defendida por David Steel, y su aprobación despenalizó la práctica del aborto inducido, en una serie de circunstancias, y con prestación médica del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña.
Una enmienda de 1990, redujo el cómputo hasta el considero comienzo de viabilidad a las 24 semanas actuales.
La ley autoriza su práctica al personal sanitario, a realizar un aborto en cualquiera de los siguientes motivos, o supuestos, cuyo certificado debe ser aprobado por 2 médicos para salvar la vida de la mujer; para evitar lesiones graves permanentes a la integridad física, o salud mental de la mujer; hasta las 24 semanas de gestación, para evitar daños a la salud física, o mental de la mujer; y si el embrión o feto puede probablemente ser afectado por discapacidad física, o mental importante.
La metodología aplicada, depende básicamente de la edad gestacional:
Aborto con medicamentos, hasta la 9ª semana, 63 días.
Aborto quirúrgico, desde la 7ª hasta la 15ª semana, aborto por succión-aspiración, o aspiración al vacío, es el método más frecuente, como sustitución de técnicas más agresivas, como la dilatación y curetaje.
De la 15ª a la 18ª semana, la dilatación y evacuación quirúrgica, es el método más común.
Destacar que en Irlanda del Norte, no se aplica la ley de 1967, y siguen vigentes la ley de 1861, aplicándose la legislación penal de 1945.
En el momento de su aprobación, la legislación sobre el aborto, fue una de los más liberales de Europa.
El debate sobre el aborto inducido, o interrupción voluntaria del embarazo, se refiere a la discusión, controversia, y polémica sobre su práctica, contexto social, y económico en el que se produce, referido especialmente a la mujer, así como la situación legal y penal aplicable en los distintos países, y la diferente implantación de los derechos reproductivos, y el acceso a la planificación familiar.
Las 2 corrientes ideológicas involucradas en el debate sobre el aborto son:
Los Movimientos a favor de la legalización del aborto, conocidos como “pro-elección” o “movimientos abortistas”, que reclaman su despenalización, generalmente reivindican leyes de plazos, frente a leyes de supuestos; y la cobertura médica pública para las mujeres, que libremente quieran interrumpir su embarazo.
Y los Movimientos en contra de la legalización del aborto, conocidos como “pro-vida” o “movimientos antiabortistas”, contrarios a la despenalización del aborto, y defensores de la vida del embrión, y el feto como ser humano pleno, con plenos derechos.
Cada movimiento en particular, trata de influir en la opinión pública, y los poderes políticos e institucionales, para promover sus propuestas y cambios en la legislación, en un sentido u otro.
¿Es más fácil recurrir a un aborto clandestino, que a uno legal?
“It ain't fair.
Me mum brought up six of us in two rooms.
If you can't feed 'em, you can't love 'em, now can you?”
Vera Drake es un drama británico de 2004, escrito y dirigido por Mike Leigh.
Protagonizado por Imelda Staunton, Phil Davis, Adrian Scarborough, Daniel Mays, Alex Kelly, Peter Wight, Eddie Marsan, Sally Hawkins, Simon Chandler, entre otros.
“No soy el más indicado para explicar Vera Drake” nos dice Mike Leigh.
“Los dilemas morales que Vera Drake expone, no son fáciles de resolver, y nos corresponde a cada uno de nosotros, enfrentarnos a estos temas con una mente abierta, pero sin perder nuestro firme contacto con la realidad”
Cabe destacar que el cine de Mike Leigh, recurre constantemente a la figura materna, ya sea mediante las difíciles relaciones entre una madre y sus hijos, en muchos casos hijas que acaban por cometer los mismos errores en los que ya cayeron sus madres, y que las odian por haberlas abocado a ellos; en otros, mediante la alusión al tema de la maternidad en sí misma.
Este tema, es uno de los motores argumentales del cine de Leigh, vivido en algunas ocasiones, como afinidad que genera un deseo frustrado en algunas de las mujeres que intentan sin éxito ser madres, y es recurrente en las películas del director inglés, la alusión al tema del embarazo no deseado, etc.
El mismo Mike Leigh, manifiesta que su intención no era decantarse abiertamente hacia uno u otro bando, sino proponer un tema de debate y reflexión, en el que se puede dar cabida a las medias tintas.
El director ha declarado:
“Lo que cuento no es una cuestión política, sino moral, que tiene mucho que ver con los principios.
Y la cuestión fundamental es si, al final, esta mujer, la protagonista, es culpable de algo, o simplemente es alguien que trata de ayudar a los que le rodean.
Desde el principio de mi carrera, he estado más interesado en el factor humano.
Intento hacer películas sobre la vida, sobre la gente, y cómo nos odiamos, nos amamos; son viejos sentimientos, pero funcionan”, concluye.
Vera Drake obtuvo 3 nominaciones al Oscar:
Mejor director, actriz (Imelda Staunton), y guión original.
La acción toma el Londres de 1950; donde vemos a Vera Drake (Imelda Staunton), una mujer dedicada a su familia, que cuida de su marido, Stanley (Philip Davis), y de sus 2 hijos ya mayores, de su anciana madre, y de un vecino enfermo.
Su tímida hija, Ethel (Alex Nelly), que manifiesta claramente su cercanía al retraso mental, trabaja en una fábrica de bombillas; y su hijo, Sid (Daniel Mays), es un sastre.
Su marido, Stanley, es un mecánico de automóviles.
A pesar de que Vera y su familia son de condición económica pobre, sus fuertes lazos familiares los mantienen unidos, viéndose pequeños actos de bondad de Vera, a las muchas personas que encuentra a lo largo de su día.
Vera trabaja limpiando casas…
Sin embargo, y a espaldas de su familia, también sirve como abortista clandestina.
Ella no recibe ningún dinero, o compensación por esto, creyendo que su ayuda, pasa a ser un simple gesto de bondad.
Después de que una de sus pacientes queda a punto de morir tras una intervención, Vera es detenida por la policía, y es puesta bajo custodia, para ser interrogada.
Iniciado en el arte dramático, y devenido al celuloide, Leigh escribe el guión de Vera Drake, utilizando el tempo teatral, dividiéndola en 3 actos, que corresponden, como no podía ser de otra manera, a la presentación, al nudo, y al desenlace.
Presentación, en la que en una serie de pinceladas, nos descubre a los principales personajes de la trama, centrándose sobre todo, en Staunton.
Nudo, en donde asistimos a las prácticas de interrupción del embarazo de Staunton, y que finalizaría en un clímax dramático:
La interrumpida celebración del anuncio de boda de la hija de Vera, Ethel, junto con la noticia del embarazo de su cuñada Joyce (Heather Craney), terrible paradoja.
Por último, el desenlace que se traduce en una visita guiada por los rígidos y formalistas caminos de la justicia británica.
Aunque Vera Drake haya sido anunciada como una película “sobre el aborto”, esta cuestión sirve en realidad como excusa para dirimir los más profundos intereses que siempre han mediado en la filmografía de este veterano autor, y que no son otros que ofrecer un vívido testimonio de las miserias y alegrías que sacuden a las familias proletarias urbanas.
“I help girls out”
Los problemas de la sociedad británica, aparecen reflejados en las huellas que sobre la psicología de sus individuos, va dejando la difícil tarea de vivir, un retrato indirecto de los problemas de una clase media, cada vez más desarraigada y desorientada dentro de su mediocridad.
Filmada completamente en espacios mínimos, claustrofóbicos, habitaciones pequeñas, muy oscuras, donde apenas parece caber un personaje, aunque vemos de pronto celebraciones dentro del mismo espacio, con 7 personas dentro; y donde incluso, el exterior en este caso, Londres, parece agobiante, apretado, angosto, la atmósfera de Vera Drake, es coherente con el argumento.
Esta opción de la puesta en escena, nos dice mucho de la historia, y de los temas que unen a Vera Drake con las anteriores de Leigh:
La maternidad, el embarazo no deseado y, en este caso, el aborto.
El cine de Leigh, su capacidad para dejar entrever las miserias sociales, a través de las tragedias individuales que intentan superar los seres humanos que pueblan su cine; se introduce en la vida de sus personajes, invadiendo insultantemente su intimidad, sacando a la palestra sus problemas, y sus miserias más vergonzosas.
En el ojo del huracán, la familia se erige como el principal eje vertebrador de la estabilidad de las vidas de los individuos, o en todo caso, como el origen de sus carencias afectivas.
Más particularmente, el cine de Leigh, dedica un extenso y profundo homenaje a la importancia de la figura maternal, en la estabilidad de la estructura familiar, homenaje que ha llegado a su punto culminante en Vera Drake; que relata la temática de la realización de abortos clandestinos, por medio de una bondadosa mujer, de profesión humilde, que vive con su marido y sus hijos ya mayores.
Vera Drake también contiene una subtrama, sobre una joven mujer de clase alta, Susan Wells (Sally Hawkins), la hija de uno de los empresarios de Vera.
Tras acabar siendo violada por uno de sus pretendientes, Susan termina quedando embarazada, y le solicita a un amigo, que la ponga en contacto con un médico, a través del cual, planea practicarse un aborto...
El personaje de Vera Drake, centro indiscutible de la obra, es una mujer que actúa pensando en que hace el bien, consciente sin embargo, de que sus prácticas son del todo ilegales, y reprobables a ojos de la sociedad.
Esto explica la actitud fría y apresurada que muestra Vera ante sus clientas, tras haberles ayudado a abortar.
Vera quiere huir del lugar de los hechos, tras haber asistido a estas mujeres, puesto que sabe certeramente, que lo que hace es un delito.
Recordar que en 1950, estaba vigente en El Reino Unido, una ley que prohibía la práctica del aborto, desde mediados del siglo XIX, y que no fue abolida hasta 1967.
La inocencia de la protagonista, sustentada en la espectacular actuación de Imelda Staunton, hace difícil no ponerse de su lado, aunque al mismo tiempo, el límite entre la inocencia y la estupidez, es leve.
A pesar de que Vera siente que está haciendo el bien, es totalmente consciente de que sus acciones son ilegales y reprobables, sólo eso explica que su familia no sepa que ella realiza un par de abortos por semanas, desde hace años.
Vera realiza 7 abortos, que le son confiados por una amiga de la infancia, Lily Clark (Ruth Sheen), que es la que cobra por los abortos, sin que Vera Drake lo sepa, en mujeres de edades entre los 18 y 50 años aproximadamente, de clases sociales variadas, entre pobre, baja, media, alta, y burguesa; con estados varios:
Soltera, casada, reincidentes, por violación, y adulterio.
Todas sienten entre pánico, vergüenza, miedo, ansiedad, culpabilidad, desconfianza, nervios, desenfado, pedantería, desesperación, miedo, soledad, tristeza, y preocupación.
Con el primer aborto, se visualiza la técnica, y el instrumental utilizados en el aborto, con explicaciones previas sobre el procedimiento.
Distrae durante el aborto, y da explicaciones sobre lo que sucederá después del aborto, y utilizando siempre, una toalla extendida encima de la cama, y lo practica en diversos lugares, de una habitación privada, a una clínica privada…
Pero también nos introduce en el entrañable clima que preside a esta familia, pobre­pero­feliz, afectuosa y honrada, siempre congregados en torno a la mesa, como símbolo de su unión, en la que Vera ejerce como verdadero sostén, preparándonos para comprender el alcance de lo que llegará después…
Vera Drake, constituye un voluntarioso acercamiento a la problemática del aborto, que refleja los conflictos que sacuden a las mujeres que se ven empujadas a tomar esta difícil decisión, también de aquellas otras que lo encaran con aparente frivolidad, sin dejar pasar por alto, la oportunidad para criticar el afán de lucro, y la falta de escrúpulos de algunos personajes, que convierten este trance, en un negocio, representados por figuras como la de Lily, esa cínica intermediaria que pone en contacto a las jóvenes con Vera, exigiéndoles un dinero del que ésta no tiene la más mínima noticia, denunciando, asimismo, la doble moral de una sociedad con rescoldos victorianos, que censura y penaliza el aborto, siempre en prejuicio de los menos privilegiados.
Quizás, en este último punto, se encuentre la aportación más personal de Leigh a la temática, al plantearnos la cuestión abortista, desde una perspectiva de la lucha de clases, confrontando el caso de esas muchachas acomodadas, que podían abortar cómodamente, y sin riesgos para su salud, previo desembolso de dinero, y paso por la consulta de un psiquiatra que les seguía el cuento; con esas otras, menos afortunadas, obligadas a hacerlo desde la clandestinidad, y poniéndose en manos de mujeres como Vera Drake, que lo hacían como mejor sabían, pero con peligrosas limitaciones. En Vera Drake, se delata una realidad cruda en su planteamiento:
Las clases sociales más favorecidas, se deshacen del “problema” más fácilmente, sin necesidad de recurrir a procedimientos caseros, como los que Vera práctica.
Además, todo queda en el interior de clínicas privadas, que nunca desvelarán el secreto y, al contar con profesionales especializados, se reduce el riesgo para las mujeres.
Pero Vera no parece plenamente consciente de las graves consecuencias de su conducta, sin embargo, sabe que lo que hace es ilegal.
Vera actúa más por compasión y sensibilidad social, que por cualquier otra motivación y, en ambos casos, sin ningún afán de lucro.
Por eso, Vera no intenta defenderse cuando la detienen, aunque adivina la vergüenza que el rechazo social infringirá sobre su familia.
La pobre mujer sufre muchísimo por ello, suplicando inútil, e inocentemente, que los suyos no se enteren de lo sucedido.
La estabilidad de la familia de Vera, ese tesoro tan preciado y buscado por muchos de los personajes de Leigh, se va desmoronando con el descubrimiento del secreto de la matriarca, y la humillación de su detención policial.
En todo momento, y aún bañada en lágrimas, se mostrará colaboradora con unos agentes, especialmente El Inspector Webster (Peter Wight), que llegarán incluso a mantenerse incómodos a la hora de detenerla, ante la incredulidad de una familia que aún no sabe a qué se debe esa intromisión policial.
Esta crisis, servirá para detonar las diferentes reacciones, que ante los hechos ilegales de su madre, tendrá cada miembro de la familia:
Los hombres son los que menos entienden el comportamiento de Vera, aunque el padre decidirá apoyar fielmente a su esposa, pese a considerar que ha obrado mal.
Sin embargo, el hijo se resiste a vencer su rabia, por lo que considera una acción más que vergonzosa para la familia, y para la sociedad en la que intenta ganarse un hueco como respetable y distinguido sastre.
Sólo un hombre, Reg (Eddie Marsan), el novio de su hija Ethel, se mostrará comprensivo con su futura suegra, sin duda, influido por una infancia triste y dura, despojada del cariño de su madre.
La actitud de las mujeres, es diferente:
No sólo la de la comprensiva Ethel, sino también de la ayudante de policía, que cuida con mimo de Vera durante su estancia en prisión.
La única mujer que rechaza abiertamente la actitud de Vera, es su cuñada Joyce, actitud que no sólo actúa como contrapunto, acentuado en este caso, por el estado de gestación en el que se halla Joyce, sino que sirve para ejemplificar el rechazo y desdén, con el que las clases más desahogadas económicamente, juzgarán de seguro la conducta de Vera:
Joyce y su marido George (Richard Graham), el hermano de Stan, viven sin grandes lujos, pero con un mayor desahogo económico que sus humildes parientes.
Pero aquí Mike Leigh no peca de ingenuo, y lejos de reducir la problemática del aborto, a una cuestión de clase social, lo que hace sin embargo es, delatar una realidad mucho más lógica, aunque terriblemente cruda en su planteamiento:
Que las clases más favorecidas, se deshacen fácilmente del problema, sin necesidad de recurrir a procedimientos caseros, como los que Vera practica, disimulando a base de talonario y clínicas privadas, una misma realidad que nunca será develada, y que tampoco supondrá el mismo riesgo vital para las mujeres que lo padecen.
Leigh plantea este tema, en forma de trama secundaria, la de la hija de la dueña de la casa en la que Vera trabaja como sirvienta, cuya historia desaparece del relato, tan pronto ha cumplido su función, muy habitual en los filmes de Leigh, introducir tramas secundarias que sólo aparecen durante un fragmento del metraje.
El cometido de esta subtrama, es el de plantear la otra cara de la moneda, la muy distinta suerte, si ésta puede ser considerada como tal, en una situación así, corrida por las mujeres con mayores posibilidades económicas.
Leigh se sirve de este contraste, para transmitir el mensaje que pretende darnos, la afirmación de que la prohibición del aborto, sólo puede propiciar que este se realice de manera ilegal, y con riesgo para la vida, a través de la ayuda de unas amateurs, poco preparadas al respecto
Son 2 momentos, en los que a partir de una sola secuencia, se extrae cantidad de información acerca de la personalidad, y psicología de los personajes.
Es decir, la aplicación de lo que se conoce como economía narrativa, tan profusamente empleada en el cine clásico, y hoy completamente infrautilizada:
El primer pasaje mencionado, es el diálogo que tienen en la cama, Vera y su marido, en la que rememoran su huérfana infancia.
Y el segundo, coincidiría con la conversación que Vera mantiene con sus compañeras de reclusión, al final, en donde Leigh refleja el altruismo e ingenuidad de la primera, y el ánimo de lucro y el dolo, por parte de las otras.
Sobre el rostro de Vera, hay 2 momentos impagables:
Uno cuando asiste a una clienta, y afuera le espera su “novio”…
Y otro, al momento en que su esposo le anuncia que la policía la busca.
Y ese plano, que se sepa, tiene destino de clásico.
Destacar aquí la iluminación en la habitación donde es interrogada, llena de luz, como destape de todo su trabajo clandestino; y sin decir palabra, una brutal metamorfosis ataca ese rostro afable.
Aquí, Imelda Staunton, a cargo del personaje central, ofrece uno de los momentos más conmovedores, de los que puede brindar el cine actual y, tal vez, el de toda la historia.
Y al final, Vera Drake ha “abortado” la sonrisa.
Lo que sigue, es el proceso al que se somete a la protagonista, quien ha delinquido para el imperio de la Ley, siendo destinataria de una culpabilidad que ella asume sumisamente, consciente de que su ley moral, no es la misma que la del fundamento social que la persigue.
Todo el metraje, es una toma de posición al respecto, pero aun así, el mayor mérito de Leigh, es que no teoriza, no pregona su postura con fuerza panfletaria.
El director se limita a contar una historia, y que nosotros, luego, discutamos los juicios de valor.
Pero hay una pregunta en el aire, sobre dónde empieza la ley, y termina la moral; y qué pasa cuando los actos nacidos de la bondad, están penalizados por la ley, pero no existe respuesta.
Leigh se mantiene en una oportuna equidistancia, entre la causa pro­abortista y anti­abortista, sin ahondar en argumentos, ni abrir un debate explícito, limitando su denuncia contra unas leyes que agravan la injusticia social en perjuicio de los que cuentan con menos recursos, y arrojando, en última instancia, una mirada comprensiva sobre el universo femenino.
“¿Qué sabrán los hombres?”, se lamenta una de las vecinas a las que atiende Vera, mientras yace enferma en la cama, sin poder acudir al trabajo, anticipándose a los reproches que le tocará escuchar...
Más allá de los conflictos morales, sociales, y psicológicos derivados del aborto, de las penurias económicas, o de las diferencias entre clases, Vera Drake nos sume en el dolor de unos personajes desconcertados y hundidos, de una familia que tras recibir un duro golpe, el más duro, si cabe, que podían imaginar, queda rota, y lo pierde todo:
La guía, y la ilusión para vivir.
La última frase que escucha Vera:
“Vera, fíjate por donde caminas”, proferida por una guarda de la cárcel, es la frase que los eternos partidarios de la falsa moralina, pueden empuñar para condenar, a su vez, el tema que Vera Drake nos trae.
Si manipulador es el planteamiento y la construcción de personajes, más inverosímil resulta, que tan ejemplar esposa no le haya dicho nada a su marido durante 25 años, parece que sí debía intuir que algo malo o reprochable hacía, o que no existía la confianza conyugal que se pretende mostrar, que una mujer con una sagacidad capaz de ocultar su “secreto” no se plantee las posibles consecuencias físicas o psicológicas de sus acciones, que su entereza y sonrisa permanentes, se resquebrajen de pronto al ser descubierta, o que no sospeche ni remotamente sobre los turbios negocios de quien le facilita la clientela...
Sin embargo, es tristemente cierto, que en este mundo, no hay lugar para mujeres de la talla de Vera Drake.
Lo que flota cuando termina el visionado, es una sensación de indefensión, y de incapacidad, del poder de articular situaciones que afectan a la esfera sacrosanta de lo privado, legislando derechos y obligaciones que no son más que decisiones íntimas de cada uno.
“Whatever she done, she done it out of the goodness of her heart!”
Vera Drake, es un ejemplo más de la maestría del director inglés, indagando en un tema tan delicado y polémico como el aborto, sin caer en el partidismo fácil, una sola escena, revela la tendencia del director, centrándose más en las cuestiones implicadas, en las convecciones sociales, y en la hipocresía de la sociedad de la época, que se convierte en clara metáfora del clima social en EEUU, y la paradójica ofensiva pro-vida de Bush, paralela al estreno de Vera Drake.
¿Por qué abortan las mujeres en la clandestinidad?
Cuando miles de mujeres son obligadas a la clandestinidad, la sociedad es la que falla, y sin embargo, son esas mismas mujeres las que pagan la cuenta con sus vidas, con su integridad física, y con su libertad.
Las mujeres abortan, porque la sociedad les ha fallado en la prevención, en la protección, en la prevención de la violencia, en la atención, y en la comprensión del concepto de salud.
Vaya por delante, una sonora reprimenda a los responsables de promocionar Vera Drake, con un póster que, debajo del título pertinente, exhibe el engañoso lema “Madre. Esposa. Asesina”
Al margen de que como eslogan, es de un burdo y un facilón que espanta, ese “Asesina” final, no sólo no se ajusta al mensaje de Vera Drake, que no pretende criminalizar a su protagonista, sino que confundirá al espectador poco informado, que espere encontrarse con un manifiesto categóricamente antiabortista.
Entiendo que los publicistas pretendan provocar el interés del público, pero no que lo engañen vendiéndoles algo que se posiciona en las antípodas de su producto:
Decepcionará a los que esperaban ver cumplidas sus expectativas, y alejará a los contrarios, sin alcanzar nunca a su target potencial.
Que el aborto sea condenado por la sociedad, es una consecuencia de que la que domina en el mundo occidental y cristiano, sea una sociedad machista.
Los hombres condenan el aborto, pero no tienen ninguna noción de la responsabilidad que una mujer necesita, para llevar adelante un embarazo, cuando ya tiene otras criaturas que atender, o cuando el embarazo es consecuencia de una violación, como sucede en Vera Drake.
O simplemente, cuando no lo desea.
También muchas mujeres se dejan arrastrar por lo pecaminoso de la situación, o por un exacerbado “amor” a la vida.
Amor que no demuestran hacia tantos casos de niños abandonados, o en la indigencia, como los que hay en el mundo.
En países como Rusia, Canadá, Estados Unidos, China, India, y la mayoría de los países de Europa, el aborto es legal, a petición o demanda de la mujer, durante cierto período de gestación.
Por otro lado, en la mayoría de los países de África, Latinoamérica, Medio Oriente, Oceanía, y del Sudeste Asiático, el aborto es ilegal, y está penalizado en alguno de los supuestos.
El número de abortos inducidos en todo el mundo, anualmente, es de unos 46 millones:
26 millones se llevan a cabo en países donde el aborto es legal, y los restantes 20 millones, se practican en condiciones de ilegalidad.
En todo el mundo, el 38% de los embarazos, son no deseados; alrededor de 80 millones de embarazos no deseados cada año, de un total de 210 millones de embarazos en todo el mundo.
Casi la mitad de todos los abortos en el mundo, son inseguros; y casi todos los abortos inseguros, un 98%, ocurren en países en desarrollo.
De acuerdo con estadísticas de La OMS, la tasa de riesgo de aborto inseguro, es 1/270, según otras fuentes, el aborto inseguro, es responsable de 1 de cada 8 muertes maternas.
La mayoría de los abortos inseguros, se producen en los países donde la práctica del aborto inducido, es ilegal, o está penalizado, o en países en desarrollo, donde los médicos y sanitarios cualificados y asequibles, no están disponibles, o donde los métodos anticonceptivos no están disponibles.
La legalización, no siempre elimina el aborto inseguro.
El British Medical Journal, publicó en 2003, que 70.000 mujeres al año, mueren por aborto inseguro.
Mi parecer es que, si la mujer quiere abortar, es libre de hacerlo por las causas que sean, pero que lo haga de manera “sana” y segura.
Es su cuerpo, y me parece correcto; y nosotros tenemos poco que decir.
Cómo decían aquellas...
“Si el hombre pariera, el aborto sería sacramento”

“I know why you're here”



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