Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte

“Vergib uns, Vater, vergib uns bitte”
(Perdónanos, padre, por favor perdónanos)

¿El monstruo nace, o se crea?
Immanuel Kant señala, que “nadie puede querer el mal por sí mismo”, y su concepto filosófico de mal radical, atribuido a la naturaleza humana en general, se refiere a la propensión a realizar absolutamente una idea por “amor propio”, lo cual no puede tener lugar, si no es en nombre del “bien absoluto”
Se trata, pues, del mal que viene a la existencia, producto de haberse propuesto el hombre, ser el agente absoluto del bien.
La subjetividad del mal, se va constituyendo por una ideología del bien, y de la inocencia, que se sostiene sobre prácticas de condena moral, represión, castigos ejemplares, y ceremonias y rituales de purificación y obediencia.
Ocurre como si el sujeto de aquellas acciones de sangre, fuese el resultado de una fuerza negativa de creación.
El discurso sobre la génesis del nazismo, ha sido ampliamente abordado por los más destacados filósofos e intelectuales de la segunda mitad de siglo.
Pensadores de la talla de:
Hannah Arendt, Günther Anders, Giorgio Agamben, o el propio Theodor W. Adorno, han realizado un exhaustivo análisis crítico, sobre la condición humana y la necesidad urgente de restaurar el concepto de persona, a la vista de los acontecimientos que tuvieron lugar en los campos de exterminio.
Por otra parte, son numerosos los escritos que se han publicado al respecto.
Sin ir más lejos, la propia Hannah Arendt, publicaba en mayo de 1963, uno de sus ensayos más célebres, “Eichmann en Jerusalén”, donde formulaba por vez primera, su idea acerca de la banalidad del mal.
Este concepto, fue acuñado con el propósito de describir la actuación de aquellos individuos, capaces de cumplir órdenes relativas al ejercicio del mal, sin reflexionar sobre las consecuencias de sus actos.
Originariamente, esta expresión, hacía referencia a personas que participaban en prácticas genocidas guiadas por una obediencia absoluta hacia los estamentos superiores del sistema al que pertenecían.
Así las cosas, La Primera Guerra Mundial, también conocida como “La Gran Guerra”, fue una guerra desarrollada principalmente en Europa, que dio comienzo el 28 de julio de 1914, y finalizó el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania pidió el armisticio, y más tarde, el 28 de junio de 1919, los países en guerra, firmaron El Tratado de Versalles.
Hasta el comienzo de La Segunda Guerra Mundial, esta guerra era llamada “Gran Guerra” o simplemente, “Guerra Mundial”
En Estados Unidos, originalmente se la conoció como “Guerra Europea”
Donde más de 9 millones de combatientes perdieron la vida, una cifra extraordinariamente elevada, dada la sofisticación tecnológica e industrial de los beligerantes, con su consiguiente estancamiento táctico.
El enfrentamiento, está considerado el 5º conflicto más mortífero de la historia de La Humanidad.
Tal fue la convulsión que provocó la guerra, que allanó el camino a grandes cambios políticos, incluyendo numerosas revoluciones, con un carácter nunca antes visto en varias de las naciones involucradas.
El evento detonante del conflicto europeo, fue el asesinato del Archiduque, Franz Ferdinand Karl Giuermo Anikò Strezpek Belschwitz Mòric Pinche Bálint Szilveszter Gömpi Maurice Bzoch János Frajkor Ludwig van Haverbeke Josef von Habsburg-Lothringen, junto a su esposa, Žofie Marie Josefína Albína hraběnka Chotková z Chotkova a Vojnína, en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, a manos del joven estudiante nacionalista serbio, Gavrilo Princip, miembro del grupo serbio “Joven Bosnia”, ligado al grupo nacionalista “Mano Negra”, que apoyaba la unificación de Bosnia con Serbia.
Franz Ferdinand, era el heredero de la corona austro-húngara, después de la muerte de su primo, Rudolf Franz Karl Joseph de Austria y Hungría, en 1889, y de su padre, Karl Ludwig Joseph Maria de Austria, en 1896.
Su asesinato, precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia, que desencadenó La Primera Guerra Mundial.
Como consecuencia posterior, en las elecciones de 1933, El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, Partido Nazi, se convirtió en la primera fuerza política del país teutón, de manera absolutamente legal.
Luego vendrían El Incendio del Reichstag, La Noche de Los Cuchillos Largos, El Estado Totalitario, El Anschluss, el inicio de La Segunda Guerra Mundial, y El Holocausto.
Pero:
¿Qué fue lo que condujo a los ciudadanos alemanes, a dar su pleno apoyo a un genocida como Hitler?
¿De dónde provenía tanto odio y rencor?
¿Cuál era la raíz de semejante maldad?
Esos hombres que “compraron” el mensaje nazi:
¿Cómo eran de niños?
¿Cómo habían sido educados?
¿Qué idea tenían de la dignidad humana, del amor, y la vida?
“Denn ich, der Herr, dein Gott, bin ein eifersüchtiger Gott der die Missetat der Väter an den Kindern bis in das dritte und vierte Generation”
(Porque yo, El Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación)
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte es un drama de suspenso, del año 2009, escrito y dirigido por Michael Haneke.
Protagonizado por Ulrich Tukur, Susanne Lothar, Josef Bierbichler, Burghart Klaußner, Marisa Growaldt, Janina Fautz, Michael Kranz, Jadea Mercedes Diaz, Michael Schenk, Steffi Kühnert, Sebastian Hülk, Anne-Kathrin Gummich, Ursina Lardi, Leonard Proxauf, Leonie Benesch, Christian Friedel, Theo Trebs, Maria-Victoria Dragus, Lilli Trebs, Enno Trebs, Kai-Peter Malina, Vincent Krüger, Paraschiva Dragus, Aaron Denkel, Sara Schivazappa, Levin Henning, Ole Joensson, Leonard Boes, Marvin Ray Spey, Hanus Polak Jr., entre otros.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte describe la vida en un pequeño pueblo del norte de Alemania, justo antes del estallido de La Primera Guerra Mundial.
De entrada decir que el cine de Haneke, no plantea ninguna respuesta, sólo preguntas, su obsesión por el mal y los orígenes, por el ser humano, y sus intrincados sentimientos de culpabilidad y remordimiento, siguen siendo sus temas predilectos.
En su actitud reflexiva en torno a la violencia, el realizador busca el estímulo revulsivo, que agite la conciencia del receptor.
Según Haneke, Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, trata sobre “el origen de todo tipo de terrorismo, sea de naturaleza política, o religiosa”
Para él, “es un microcosmos que representa el macrocosmos de la sociedad de manera muy eficaz.
Quería contar una historia en la que unos niños, elevaran a categoría de regla absoluta, los ideales que les inculcaron sus padres.
Ahora bien, si convertimos un ideal, en regla absoluta, se vuelve inhumano, es en cierta manera, la raíz de toda forma de terrorismo” sentencia el director.
Culpa, venganza, humillación, e infidelidad, para recrear todas las miserias y perversiones humanas, hasta llegar al abuso de menores, y al mismo incesto.
Nada escapa a este especialista en impactar, y despertar conciencias acomodadas, y en hacerlo sin espectáculo, evitando mostrar lo que puede dejarse oculto fuera de campo.
Michael Haneke comenta, que ha necesitado 10 años para levantar este proyecto.
Una realización en la que por primera vez, para combatir la represión de la memoria, vuelve su vista al pasado, al inicio del siglo XX, para indagar en las raíces culturales y sociales, que empujaron al pueblo alemán, a abocarse al fascismo.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte fue estrenado con éxito en La 62ª Edición del Festival Internacional de Cine de Cannes, donde ganó La Palme D’Or, y El Premio FIPRESI de 2009.
También, obtuvo 2 nominaciones a Los Premios Oscar:
Mejor película de habla no inglesa, y fotografía.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, es una película brillante y necesaria, que analiza una vez más, los tremendos errores cometidos, recordando a la sociedad actual, que no está exenta de volver a caer en ellos, en mayor o menor medida.
Ciertamente, Haneke jamás deja indiferente.
Aunque sus películas puedan llegar a herir sensibilidades, es sin duda, el intelectual comprometido que Cannes, y muchos seguidores admiran.
La obra sigue a un sastre (Christian Friedel), que ha sido maestro en una aldea alemana, y narra los extraños sucesos acaecidos entre julio de 1913, y agosto de 1914.
En el pueblo de “Eichwald”, un aparentemente feliz y pacífico lugar ficticio, regido por la estricta moral protestante, comienzan a sucederse inexplicables hechos de violencia inusitada, siendo imposible hallar a los culpables…
Los campesinos, se hallan dominados por:
El Barón (Ulrich Tukur), dueño de las tierras, y empleador de la mitad del pueblo.
El Doctor (Rainer Bock), un viudo que humilla, pero que cohabita con la partera del pueblo.
Y el pastor puritano (Burghart Klaußner), que mantiene a raya al pueblo y a sus hijos, bajo normas morales de severidad extrema.
Es él quien ata una “cinta blanca”, en alusión al título, como prueba de pureza e inocencia traicionada a sus hijos, quienes deben llevarla avergonzados ante los demás habitantes del poblado.
El malestar popular, se oculta con la fiesta de la cosecha, pero la escalada de violencia aumenta, y el maestro de escuela confronta al párroco, ante la sospecha que han sido sus hijos, los posibles implicados.
El pastor lo amenaza, y conmina a que no repita las acusaciones…
Es inconcebible, que los niños tengan algo que ver en tan desafortunados acontecimientos...
A través de una voz narradora, que busca más el distanciamiento con los hechos, que la visión subjetiva, asistimos a la serie de acontecimientos desgraciados, que alteran el “status quo”, al tiempo que la narración alterna su foco con la educación que los niños y adolescentes de la aldea reciben.
En ese contexto, figuras única y significativamente bautizadas por su desempeño social, como El Barón, el pastor, o el doctor, sirven a distintos fines:
El Barón explicita el carácter feudal, e introduce la fricción interclasista, como puntos de partida, también necesarios para entender el germen del odio.
El pastor  hace palmaria, la asfixiante obligación de la inocencia en el infante, permanentemente anulado por la aplastante culpa que le ha sido impuesta.
Y el doctor, escenifica los horrores subterráneos de la doble moral, generadores de traumas, que también participan de ese fatal caldo de cultivo generacional.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte concluye con la declaración de guerra entre Serbia y El Imperio Austrohúngaro, que desatará La Primera Guerra Mundial.
En escena, se celebra una misa, la guerra se avecina, y nadie se ocupa en confirmar, o descubrir a los culpables de hechos, poco relevantes ahora, frente a la contienda que se avecina…
Una Alemania de amores escasos, trastornos varios, y sufrimientos cuantiosos.
Una nación marcada por la infame educación, no solo escolar, sino rural y familiar; por una sociedad donde la represión, es la máxima para la mayoría.
Pero Haneke no habla del país germano en particular, habla del mundo en general.
De un mundo donde, y cada cual tendrá su opinión al respecto, el ser humano nace marcado por las circunstancias y, consecuentemente, un futuro también influenciado por éstas.
Que no determinado…
Sin solución al misterio, en este lugar, los secretos pueden ser guardados para siempre, sólo de vez en cuando emergen los síntomas patológicos de una sociedad enferma.
El narrador, que es el mismo sastre/maestro, pero en la voz ya de anciano del actor Ernst Jacobi, deja el pueblo, para no regresar jamás, no sin antes preguntarse, si esos eventos no fueron el germen de la tragedia que vendrá, si no son las consecuencias naturales de las enseñanzas recibidas...
¿Puede hallarse aquí, la respuesta del horror venidero?
Y Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte finaliza exactamente igual, con un fundido desde la imagen del pueblo, a un negro profundo, lentamente, sin prisa, se baja el telón, para hacer que salgan luego los créditos finales, también letras blancas sobre negro fondo, sin música, sin sonidos, dejando al espectador solo, ante su propia conciencia.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, deja entonces, abierto al público, la interpretación total de lo acontecido.
Haneke comenta, que en Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, quiere hablarnos de, cómo una sociedad regida por valores absolutos, en su transmisión a las nuevas generaciones, provoca la deshumanización.
Cómo se gesta un totalitarismo en una sociedad férreamente parcelada por una vertical jerarquía de poder, representada en El Barón, el administrador, y el pastor, como bastiones que ostentan la autoridad económica, social, y moral, que sólo genera hostilidad en las clases oprimidas, como el campesinado, o cómo la palabra de Dios, el principio religioso como un ente extraño y aterrador, se convierte en un semillero de perversidad.
Una historia de extrema severidad interior, el pastor que es el más crudamente censurado, especialmente en las relaciones con su hijo Martin (Leonard Proxauf), más aún que el despreciable médico, que presenta a la religión en la génesis de toda violencia, y a la que quiere cargar el muerto del nazismo, curiosamente pagano…
Una oscura e ideológica propuesta, tan perfecta en lo formal, como irrisoria y provocativa en lo conceptual, que pone en el banquillo de la sospecha, y de la acusación, a una fe vivida de manera atormentada y represiva, con frialdad y dureza, y a unos infantes que llevan el lazo blanco, hasta que estén en condiciones de cambiarlo por la esvástica.
“Mein Gott, warum gehst du nicht einfach sterben?”
(Dios mío, ¿por qué no te mueres?)
Haneke ha conseguido mostrar con increíble belleza, el horror.
Con el sugestivo subtítulo, “Una Historia Alemana para Niños”, plantea un turbador y ascético análisis, sobre la represiva ambigüedad moral alemana de principios del siglo XX, que gestará Las 2 Grandes Guerras Mundiales, y el advenimiento radical del nazismo.
Se trata realmente de un cuento infantil, pero conviene recordar, que los cuentos infantiles, suelen ser terroríficos.
El nazismo, no es una ideología política, sino una patología colectiva, que hunde sus raíces en una educación intolerante, y represiva.
El Holocausto, fue irracional, innecesario, costoso…
Sólo un cuento infantil, puede desentrañar lo absurdo, y lo terrible.
De lo que trata Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, es pues, de aquello que está agazapado, lo oculto, lo amenazante.
Da cuenta de aquello, que puede desplegar un poder violento sobre cualquiera que sea convertido en blanco de un grupo social, medianamente homogéneo.
Haneke nos relata la historia de una comunidad, que aún no se ha liberado de las servidumbres del Antiguo Régimen.
El cacique local, es un Barón que explota sus propiedades con cierto paternalismo, pero sin cuestionar sus privilegios, que considera otorgados por la voluntad divina.
Desde fuera, todo parece inmaculado, perfecto, estático:
Una estampa que se ha descolgado de la historia, libre de cualquier mancha o infamia.
Esta imagen falsa, fraudulenta, moralmente obscena, se desintegra cuando el médico local sufre un accidente y, más tarde, una campesina pierde la vida en un accidente de trabajo.
Son las primeras calamidades, que revelarán el malestar de los niños y los campesinos, sometidos a un régimen inhumano, que sin embargo, no se cansa de hablar de pureza y rectitud.
“La cinta blanca” que el pastor de la comunidad impone a sus hijos, simboliza pues la virtud, pero la virtud no puede florecer en medio de la podredumbre moral.
Quiere Haneke acercarse a la estética del documental, quizá para darle al espacio temporal en el que se desarrolla la mayor fuerza si cabe.
Los escenarios rebosan una calma escalofriante y engañosa, que intensifican la tensión del relato, produciendo una atmósfera inquietante, y malsana.
La estructura funciona, a partir de varias historias paralelas, pequeñas células, muy diferentes, unas de otras, y que van a tener todas, su rol en la trama.
La narración, nos va llevando por la vida de más de 20 personajes habitantes del pequeño poblado, azotado por la incertidumbre de crímenes sin resolver, se hunde en una ola de mentiras, secretos, e hipocresías, en un vaivén en donde se sumerge al espectador en la cotidianidad, para ser atrapado más adelante por la oscura fábula de Haneke.
El director, construye en este metraje, una tesis acerca de las raíces de la perversión y la maldad, aquella que vive dentro de cada ser humano, en donde las apariencias son relativas.
La idea de la inocencia en la niñez, es puesta no solo en duda, sino que es el hilo negro que lleva a la historia, a límites de una violencia casi silente, pero perturbadora.
El análisis temporal, es trascendente, nos encontramos ante un cuento que rosa con los inicios del nazismo, es importante apreciar este tratado que hace el autor.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte nos sitúa en un periodo histórico específico, retratando a las personas que más adelante se convertirán en los peores asesinos de la historia.
Algo perverso está ocurriendo en el lugar:
Los niños, de rostro angelical, han perdido la inocencia.
La rigidez y religiosidad extremas que rigen la vida del pueblo, han engendrado un modelo educativo, orgánicamente podrido.
La verdad absoluta aplicada, e interiorizada por los pequeños, los ha convertido en monstruos incapaces de mostrar ternura alguna, compasión, y perdón.
La imposición de una pureza moral, siembra el terror, y el castigo de la mano de Dios, acaban aplicándose rigurosamente y sin piedad.
Filmada originalmente en colores, y luego “lavada” a blanco y negro para obtener mayor severidad y dramatismo, Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte es una opresiva parábola sobre el origen de toda violencia.
“La cinta blanca”, símbolo de pureza espiritual, y amuleto contra el pecado, es una reflexión sobre el fin de la inocencia, la perversidad innata, la cómoda negación de los hechos, a fin de no enfrentarlos, y otras sórdidas facetas del alma humana, plasmadas en un marco sutil de gran belleza escénica, con soberbia fotografía de Christian Berger, acreedor a la mayoría de los premios personales, obtenidos por Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte.
Y es cuando entendemos que “las cintas blancas” que llevan los niños, símbolos de pureza para la confirmación de la fe cristiana, serán los pañuelos de las futuras esvásticas, en los brazos de los jóvenes alemanes…
Después de Auschwitz, ya no se puede hablar de inocencia.
“La cinta blanca” ya no simboliza la pureza, sino el fanatismo...
Haneke, se pone en el papel de los niños, quienes sufren en primera persona, la falta de valores morales de aquellos responsables en su educación, sufren de la falta de una deseada moral, basada en la bondad y la honestidad, inexistente a menudo en esta nuestra sociedad; niños que se marcan con una “cinta blanca” que da título a la obra, simbolizando la inocencia, como corderos obligados a ser tigres.
Haneke nos muestra la micro sociedad, de un pequeño pueblo en la Alemania de principios de siglo, dominada por un ambiente de represión, secreto, y oscuridad.
Un universo marcado por la religión y por un puritanismo enfermizo.
Un universo que, aunque aparentemente masculino, está muy marcado por la discreta influencia de las mujeres que, mediante la asunción del dominio y la crueldad masculina, acaban convirtiéndose en cómplices de comportamientos execrables.
Pero lo más curioso, e inteligente, que nos muestra Haneke, es que la mujer que menos se presta a ese juego, es la esposa del Señor del pueblo, un terrateniente de perfil feudal, que no logra imponer a su mujer, su visión de las cosas.
Ella, con mucho más dinero y, por tanto, educación que las demás mujeres del pueblo, mayoritariamente pobres, tiene esa posibilidad:
Pensar por sí misma.
Mientras los castigados por el grupo de los jóvenes puros, que actuaban en pandilla, como así actuaron Las Juventudes Hitlerianas, son el prototipo de perseguidos en La Alemania Nazi:
Por un lado, el doctor, recordar que muchos de los grandes doctores de la época eran judíos; y aquí, éste maltrata durante años a su mujer, fornica con la comadrona, pese a despreciarla, y que acaba abusando de su hija.
Por otro lado, el niño rubio, que toca la flauta, en alusión clara a la homosexualidad, la flauta y su forma fálica, y al talento artístico.
Y el niño con retraso mental, también perseguidos en Alemania; todos perseguidos para encontrar la eugenesia de la raza alemana.
Son 3 prototipos de ciudadanos, rechazados por el grupo de niños, y por los propios nazis.
También hay otras alusiones como el granero ardiendo, a modo de crematorio, donde las espigas de trigo, fueron muy usadas en las narraciones del Antiguo Testamento, etc.
Con una cámara lenta, y un ritmo pausado, el autor nos otorga secuencias espeluznantes, sin recurrir a la violencia gráfica, si no al manejo dramático de los personajes y situaciones, donde no hay cabida a sentimentalismos cursis o artificiales.
Un reparto maravilloso, en su mayoría niños y jóvenes, donde los niños de este pueblo, tienen las caras marchitas, no ríen, como siempre, impresionante el trabajo que hace el director, incluso con actores y actrices no profesionales.
Desde muy pronto, se les inculca que todo lo que se salga de la moral reinante, será castigado con palos.
Niños, que a su vez, pasarán de ser víctimas, a convertirse en verdugos.
Ellos son la piedra angular de Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, y otorgan interpretaciones perfectas, sólidas, sensibles, excelentes, y muestran una escuela dramática arriba de lo común.
Esos niños que deambulan por los caminos en grupos numerosos, muchas de esas niñas, con el aspecto de viudas prematuras, encerradas en sus vestidos negros; y ellos, teniendo que reprimir la más mínima tentación sensual de la adolescencia, por temor al castigo, puedan esconderse los autores de una brutalidad aparentemente sin sentido.
Los niños, pasan de tiernos e indefensos corderos, a verdaderos “killers” en apenas unos planos, desplegando alguno de ellos, todo un abanico de matices, muy difícil de ver en jóvenes de su edad.
En los adultos, igualmente portentosos, magníficos el doctor, la comadrona, o la joven doncella que cuida los hijos del Barón, en su demostración de que “todos somos ángeles y demonios”, cabe destaca por encima de todos, el personaje del párroco, y guía espiritual del pueblo, que con solo su presencia, llena la pantalla de tensión y miedo.
Reseñable, la impresionante escena en la que el doctor inflige una humillación a la comadrona, a través de una violencia verbal brutal, difícil de aguantar sin incomodarse.
Y el maestro, que es el único hombre que sale bien parado, el único con entrañas y sensatez frente a un terrateniente, un administrador, un médico, o un pastor que rivalizan en dureza e insensibilidad, en abuso de poder, y en inhumanidad.
Frente a ellos, las mujeres muestran la otra cara, la comprensiva y tierna, aunque de poco les sirve en una sociedad gobernada por hombres.
Y de nuevo, los niños, ellos son esos pequeños “cuervos que te sacarán los ojos”, cuya barbarie es la que aprendieron y sufrieron en sus propias carnes, la que les inculcaron en la familia, y en la iglesia.
Todos los niños salvo uno, que está a punto de dar un vuelco a la historia, y ablandar el corazón del pastor, cuando le regala su pájaro, porque ve muy triste a su padre…
Ese niño frágil, y con corazón, es el germen e imagen del maestro adulto, y la demostración de que siempre hay algunos hombres buenos, entre los desalmados, de que la conciencia y la libertad, nunca se pierden hasta el extremo de anular la propia responsabilidad.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte expone la educación represiva y enferma de unos padres, que maltratan salvajemente a sus hijos, mientras rezan en la iglesia, y saludan amablemente a sus vecinos, muy actual.
Esa es la doble faz del burgués medio, tanto del profesor, un hombre acobardado, como del reverendo.
Cada uno tiene sus armas para excusarse y auto engañarse:
El profesor, tiene su observación, su criterio racional, sus argumentaciones, amparadas en la razón, pero sigue siendo un hipócrita, al mismo nivel que el reverendo…
A Haneke le interesa poner en evidencia al profesor, y por eso, toma su punto de vista, un punto de vista que, al comenzar la obra, relaciona los hechos del pueblo, con la propagación del nazismo, tendencia científica de partir de lo particular, para saltar a lo universal, pero que se olvida de auto inculparse en las consecuencias de lo ocurrido.
Hay también una permanente dialéctica paterno–filial, niño–adulto, joven–viejo, marido–esposa, hombre jefe–mujer subalterna, con un juego de roles, basado en primarias posesiones, como el poder económico, la fuerza física, la experiencia de vida.
Así enfoca Haneke, la discusión del viudo resignado, y el hijo rebelde de la campesina muerta, la pateadura que un padre da a su hijo por tocar la flauta, la presión del profesor, y luego de la policía, a la alumna que parece conocer la identidad de quienes atacaron a Karli (Eddy Grahl), el inquietante ida y vuelta sobre la muerte entre el infante, y su hermana adolescente, la pelea conyugal del barón, el duelo entre el maestro y el pastor, y un largo etcétera.
Por cierto, posiblemente lo mejor de Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, sea la escena de la flauta, qué bien se lleva ahí la tensión, como se ve el odio que se acumula, y se acumula hacia el niño rico, y de pronto estalla en violencia; y cuando el profesor habla con el pastor, ahí se muestra como esa sociedad, realmente conoce lo que pasa, pero se lo calla, y es capaz de ignorar hasta lo más podrido que se esconde bajo su fachada.
Aunque no lo aclaran, parece que los hijos del pastor, son los atacantes misteriosos, o a eso apunta, porque Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte te los señala, y el profesor y protagonista, parece estar convencido de ello.
De todos modos, parece que todos los chicos, están dañados de una forma u otra, y no todo lo hacen ellos…
El cable que provoca el accidente del doctor, tremendo inicio... se podría justificar el ataque de los muchachos, por la condena hacia los actos sexuales de su padre, llegando a castigar al hijo, atándolo a la cama por masturbarse… si estos se hubieran enterado de sus prácticas.
Aunque lo que más los inculpa es esa siniestra forma de ir en manada, a preguntar sobre su estado, y presentándose hasta en su casa por las ventanas, de forma que asusta.
La repetición de esta siniestra preocupación, en otros casos, lo confirma.
La violencia física, se encuentra fuera de campo en Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, y es de agradecer.
Veremos sus efectos:
El canario crucificado, por ejemplo, presenciaremos una durísima, y agresiva violencia verbal, pero Haneke acostumbrará a elidir de la pantalla, jugando con el fuera de campo, la plasmación de la vehemencia física.
Que el espectador imagine lo que sucede, ante lo que no se ve, produce un efecto psicológico más penetrante, que si se muestra, en el que entraría en juego, la repulsa, ante las acciones que vemos.
Pero la repulsa, es una reacción emotiva…
Que la violencia ya anidaba en familias en las que el fanatismo religioso, el rigor extremo en las costumbres, la cerrazón de una comunidad en la que apenas penetra soplo alguno procedente del exterior, la pobreza, y la asfixia de unas generaciones que sólo tienen por horizonte esclavizarse a la tierra, como lo hicieron sus antepasados, eran ya caldo de cultivo para situaciones extremas en las que el abuso hacia los niños, el incesto, y los brutales castigos corporales, ya prefiguraban una sociedad en la que sólo los más fuertes tienen derecho a sobrevivir, aunque sea a costa de aniquilar a los otros.
¿Hay acaso un respiro?
Lo hay, como cuando la ternura del niño, le permite regalarle a su padre, el pajarito que tanto ama porque, cree él, que su padre está triste, ese sádico pastor luterano…
También, con el amor de un alegre maestro de música, con una joven empleada de La Baronesa, romance lleno de respeto, de ternura, y de expresiva esperanza por un vivir mejor:
Son bellos y significantes sus paseos en coche, dado su logro visual...
Así como otras escenas:
El inicio con el caballo; el niño caminando sobre la barandilla del puente, preguntando a Dios, etc.
Es la violencia y el racismo que están latentes, el desprecio hacia los discapacitados, y la rigidez que quita libertad para convertir al hombre en máquina sin conciencia, y también la hipocresía, y la doble moral de quien busca a Dios olvidándose de lo humano… un panorama desolador en el que Haneke escoge la versión más inhumana y adulterada de la religión, para elaborar una curiosa teoría de la culpa, en lo que es una nueva manifestación del actual laicismo que asola Europa…
Michael Haneke lleva más de 2 décadas, indagando, sin descanso, en el mismo tema:
Las raíces del fascismo.
Para algunos analistas, investiga sobre la violencia, pero en realidad, su búsqueda es más compleja, más nítida, y más apasionante que esa que, en cierto modo, buscan todos los artistas, pues investigar sobre la violencia, que en sí misma no es dañina, es investigar sobre la miserable condición humana.
Pero Haneke ya da por sentada esa condición, y lo que quiere es que nos preguntemos, como él mismo, de donde proviene tanta crueldad, tanta ignorancia, tanta barbarie.
Michael Haneke, trata de ahondar en los orígenes del fascismo, a través del estudio de la conducta moral y cívica de los habitantes de una pequeña comunidad protestante, situada al norte de Alemania.
Su tesis, sin embargo, resulta demasiado simplista; ya que todo queda reducido a una mera consecuencia, de lo que supuso la puesta en práctica de una educación severa, y religiosa, omitiéndose otros factores mucho más importantes de tipo social, cultural, e histórico.
En realidad, la semilla del fascismo, se sembró con El Tratado de Versalles de 1919.
En él, además de las duras sanciones económicas, políticas, y territoriales impuestas por Los Países Aliados, la nación germana tuvo que soportar, no sin una intensa quemazón, ser señalada como la única responsable del desencadenamiento de La Gran Guerra…
Claro, que existe una teoría de los nuevos historiadores, que realmente con Hitler o sin Hitler, el nacionalsocialismo se habría tomado el poder, como sucedió en los 30, por qué realmente, ¬aunque el nacionalismo, inicia en el siglo XIX, para combatir al naciente socialismo, anarquismo, o demás corriente en contra de las burguesías desde la decadencia de los imperios, se estaba gestando tal suceso...
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte no dice “fascismo”, sino “lo que ocurrió en Alemania años después”, vergonzante modo de adornar lo terrible; no tiene la valentía de asignar una relación causa-efecto, entre lo que cuenta, y el transcurso de los hechos históricos, pero lo deja caer sibilinamente; por no atreverse, ni siquiera se atreve a afirmar, si lo que ocurrió fue así, o es una mera “leyenda urbana”, o una invención completa…
El mal, puede ser obrado en relación a órdenes recibidas desde las altas esferas del poder, la influencia del entorno adulto, sobre la formación de los adolescentes, no estaría tan vinculada al concepto de banalidad del mal, como a la noción misma de educación, ya que no se trata de individuos en edad de asumir la responsabilidad de sus propios actos, con plena conciencia, y tampoco se les exige la obediencia a un imperativo directo, e incuestionable, del que se derive una práctica evidente del mal.
Sus conductas desviadas son, más bien, el resultado de ese influjo malsano, de una disciplina viciada en sus cimientos, a causa de la mentalidad hipócrita de sus supuestos educadores…
Haneke, no sabe si eso que enseña en verdad, es el origen del fascismo alemán...
Es una posibilidad.
Un “pudo ser esto”... y lo cuenta como tal.
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte no es historia, no es un documental, es una película, y como tal, una ficción en la que el director crea su mundo, una fábula que cuenta lo que pudo ser, según su imaginación, la semilla de lo que vino después en Alemania.
No se trata de un análisis de las condiciones económicas, tan importantes, sino de una valoración del sentimiento déspota, rígido, e intolerante, que va a fuego lento desde percepciones religiosas.
A lo largo de un opresivo blanco y negro con las imágenes, Michael Haneke se adentra en el temperamento fanático, que lleva a la hipocresía desde una falsa vivencia del Evangelio cristiano, con un pastor luterano, más cercano a la rigidez calvinista, y con el aristócrata del lugar, grosero personaje feudal.
Ellos son quienes practican y conducen la vida cotidiana de los demás, hacia la doble moral, el fanatismo, el abuso de poder, la explotación sexual de la mujer, el desprecio a los minusválidos, el patriarcado insensato, y la violencia sistemática.
Y Haneke lo dice claramente:
La religión, es la incubadora de la maldad, y hay más.
Son cosas de las que preferimos no hablar, pero que están ahí:
Las torturas, lo tiránico, las guerras, y los niños que reciben el impacto de la pudrición de los adultos.
Los niños, recibirán por igual, el maltrato para ejecutarlo con más saña aún:
“Cría cuervos, y te sacarán los ojos”
Su intención, precisamente es dejar cabos sueltos, que no sea la típica historia que queda perfectamente cerrada, sino todo lo contrario…
No olvides, que la historia está contada por un personaje que es parte interesada en el asunto, es más, se supone que es el único que acaba sospechando de los niños del pueblo, pero que se acojona ante el poder del reverendo.
Sí, es cierto, Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte es lenta, porque la historia lo merece, es un suspense psicológico de fuego lento, que aumenta gradualmente, a medida que avanza.
Es un retrato fiel y preciso, sobre las motivaciones psicológicas humanas, de ahí que se tome su tiempo para presentar a cada personaje, y desarrollar la trama.
Y es cierto, que esta historia ha sido contada mil veces, pero no de la misma forma:
Con esa bella fotografía, sin música, o con esos personajes tan humanos y, a su vez, tan miserables.
Es fascinante el modo, completamente creíble, en que Haneke establece un “Efecto Mariposa” capaz de unir, como si fueran vasos comunicantes irremediables, los hechos del pequeño pueblo apartado del mundo, con el asesinato del Archiduque en Serbia, que propiciaría La Primera Guerra Mundial.
Para Haneke, que como todos los grandes artistas, sabe que todos estamos interconectados, más que casualidad, hay una dinámica causa-efecto, que algunos llaman “predestinación”, y que no son sino el inefable destino del ser humano, en el que si algo puede ir mal, irá peor.
Proponer una lectura restrictiva de esta mirada crítica a Austria, y al nazismo, es una vana forma de acallar las preguntas que cualquier espectador debería hacerle a su propia comunidad.
“Ich gab Gott eine Chance, mich zu töten.
Er tat es nicht, so ist er mit mir zufrieden”
(Le di una oportunidad a Dios para matarme.
Él no lo hizo, así que está contento conmigo)
Decía Mario Vargas Llosa:
“La maldad la llevamos en el alma.
No nos libraremos de ella tan fácilmente.
En los países europeos, y en Estados Unidos, está más disimulada, sólo se manifiesta a plena luz, cuando hay una guerra, una revolución, un motín.
Necesita pretextos para hacerse pública y colectiva”
Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, es una reflexión cinematográfica, acerca del mal y de la fragilidad de la condición humana, sometida a los procesos de la historia.
En cierto modo, podría decirse que allí, en donde la historia alcanza gran magnitud, la historia de los pueblos, la de un continente, la del siglo; es ella misma, la escala inconmensurable de las acciones y motivos humanos, cuando comprometen el devenir de la comunidad.
La maldad existe en el mundo, ya lo dijo Barack Obama en Oslo... pero Haneke nos recuerda otra vez, que lejos del pensamiento del “Buen Salvaje”, que impregna nuestro ineficaz sistema educativo, no somos animales nobles, a los que la sociedad ha corrompido, sino que en ocasiones, y sin motivo alguno, hacemos el mal por el mal, nos dejamos llevar por la brutalidad, sin razonar si está bien o mal, pero con un agudo raciocinio, de cómo hacerlo de forma organizada, cómo no ser descubiertos, cómo mejorarlo, el mensaje, cuando apalean al niño retrasado, huele a búsqueda de perfeccionamiento, de estilización del acto cruel...
El remate es, ver que a ese comportamiento salvaje, incluido en nuestro repertorio cerebral por defecto, se añade el silencio, el encubrimiento cómplice, sucio, férreo del resto de la comunidad.
El mal, no está en el desenlace de las acciones, no se manifiesta como locura, o barbarie, sino por el contrario, como un fondo sin por qué de la subjetividad socializada, iniciada en los más altos valores de la cultura de la comunidad, como el reverso diabólico de su enorme capacidad de someterse a las normas, a las metas ideales, y a las sanciones.
Haneke no presenta la violencia, como algo opuesto a la civilización y la cultura, sino que reflexiona, la inimaginable dosis de violencia y negatividad que la sociedad moderna produce en la subjetividad “integrada”
La cuestión no es cómo puede el sujeto cometer un crimen y enloquecer, sino cómo puede pensar, y ejecutar la destrucción de otro, sin que ello altere su orgullosa pertenencia al orden de la civilización…
En su momento, Theodor W. Adorno declaró:
“La primera infancia, es la etapa de la vida en la que debe preservarse al máximo la bondad del individuo.
Partiendo de la premisa de que Auschwitz ejemplifica el modelo de barbarie por antonomasia del siglo XX, todos los esfuerzos en la educación, deben ir dirigidos contra tal modelo”
En palabras del propio filósofo alemán:
“Debemos descubrir los mecanismos que vuelven a los hombres, capaces de tales atrocidades, mostrárselos a ellos mismos, y tratar de impedir que vuelvan a ser así.
Es necesario disuadir a los hombres, de golpear al exterior sin reflexión sobre sí mismos”
En cualquier caso, la educación ha de conducir siempre, hacia una autorreflexión crítica.
De hecho, Adorno interpreta la reincidencia en la práctica del mal, como síntoma de que lo monstruoso, no ha penetrado suficientemente en los hombres, y de que la posibilidad de repetición, por tanto, continúa existiendo.
Al mismo tiempo, habla de la frialdad en la conducta humana, como factor que puede conducir a una falta de identificación con el otro, advirtiendo en ello, un serio peligro:
“La gente puede acabar volviéndose indiferente, hacia cuanto sucede a los demás, con excepción de aquellos pocos con los que comparten intereses palpables.
Si ésta fatal circunstancia, no se hubiese dado en la sociedad alemana de entreguerras, un episodio como Auschwitz, no habría sido posible”
De hecho, “la incapacidad de identificación, fue sin duda, la condición psicológica más importante para que pudiese suceder algo como Auschwitz, entre hombres, en cierta medida, bien educados e inofensivos”, como sostiene Theodor W. Adorno.
En la base de una educación inapropiada, se halla un problema de ciega identificación con lo colectivo, circunstancia que puede ser subsanada en el periodo de la infancia, a través de una predisposición cultural que impida reincidir en los motivos que condujeron al terror en generaciones anteriores.
Todo ello asociado a ese determinismo con que Sigmund Freud describió, “la importancia de la formación en la edad infantil”
Ciertamente, como afirma Theodor Adorno, retomando las propuestas de Freud, en “El Malestar en La Cultura” (1929):
“La educación que pretenda impedir la repetición de aquellos hechos monstruosos, ha de concentrarse en esa etapa de la vida”
El padre de Hitler, un arrogante funcionario de aduanas, educó a sus hijos a golpes de fusta.
Los niños, no podían mirarle a los ojos, y debían acudir al instante, cuando los llamaba con un silbido.
Su joven esposa, jamás objetó nada, pues en el hogar, el papel de la mujer se limitaba a respaldar la autoridad paterna.
Los deportados a los campos de trabajo y exterminio del régimen nazi, recibieron un trato parecido, pero con unos niveles más altos de encarnizamiento.
Hay una estremecedora continuidad, entre la educación prusiana, basada en la obediencia, el trabajo, y la disciplina, y las normas que regulaban la vida y la muerte en Auschwitz y Treblinka.
El novelista y ensayista húngaro, Imre Kérstez, Premio Nobel de Literatura de 2002, y superviviente del Holocausto, expresa un punto de vista parecido:
“Auschwitz, me pareció una exacerbación de las mismas virtudes para las cuales me educaron desde la infancia”
Al final del visionado de Das Weiße Band - Eine Deutsche Kindergeschichte, te quedas pensando, si son peores los actos de los niños, o el silencio de los adultos, si todos llevamos un monstruo dentro, que nos hace ser capaces de lo mejor y lo peor; si realmente han sido los niños todo el rato…
Se concluye que, el ultraje es incurable, y se arrastra con el tiempo.
Sólo un último apunte:
Si dicen que los niños son el futuro, en este caso, la afirmación es tan terrorífica como cierta.
Nuestra pasada historia universal, se encargaría de justificar dicha afirmación…
Han pasado unos cuantos años... y seguimos hablando de sociedades enfermas. ¡Qué preocupante!

“Haben Sie sich jemals gefragt, wer Karli gefoltert?”
(¿Te has preguntado, quién torturó a Karli?)



Comentarios

Entradas populares