Locke

“No turning back”

Las personas cometemos errores por naturaleza, algunos pueden ser insignificantes, mientras que otros más importantes e irremediables, conllevan a tener que tomar decisiones transcendentales, e intentar conducirlos de la mejor manera posible.
Ni grandes medios, ni imponentes presupuestos.
Se ha dicho siempre, y con razón, que para hacer una gran película basta una buena historia, y las adecuadas dosis de talento.
Millones de coches circulan a diario, y en ellos, se encuentran personas con miles de problemas distintos.
La vida son decisiones, y hay que saber bien la dirección correcta de la vida.
¿Seremos capaces de mantener la calma, y hacer lo que se debe cuando todo parece irse a pique?
Es una pregunta que nos hacemos muchas veces en la vida…
“I want to know that I'm not driving in one direction”
Locke es un drama británico del año 2013, escrito y dirigido por Steven Knight.
Protagonizado por Tom Hardy, Olivia Colman, Ruth Wilson, Andrew Scott, Ben Daniels, Tom Holland, Bill Milner, entre otros.
Locke es lo que tradicionalmente se conoce como un “one-man show”
Un único actor en pantalla, y su comunicación con el resto de los personajes, ocurre por teléfono.
Como dato, Locke fue filmada en tiempo real, por la carretera M1 de Inglaterra, y las tomas principalmente se enfocan en el rostro del actor, aunque también se ven algunas de los caminos que recorre.
Ivan Locke (Tom Hardy), es un hombre que ha tenido que trabajar muy duro para alcanzar su sueño:
Llevar una buena vida, ser buen marido, buen padre, buen trabajador…
Locke es conocido por su sensatez, y saber hacer, pero una llamada telefónica, pondrá patas arriba todo este edificio, que tanto le ha costado construir.
En la víspera de su mayor reto laboral, Ivan recibe esa llamada telefónica que desencadena una serie de acontecimientos que le darán la vuelta a su familia, a su trabajo, y hasta a su alma:
Primero, abandona su trabajo en una construcción de un edificio como supervisor de la obra en concreto, por lo que debe coordinar con Dolan (Andrew Scott), la descarga de la mayor cantidad de material en una obra civil, en Europa.
Esta inversión de muchísimos millones de dólares, enfurece a Gareth (Ben Daniels), su jefe, pues Ivan fue siempre el mejor supervisor, y no esperaba una irresponsabilidad de esta magnitud de su parte.
Luego, llama a Katrina (Ruth Wilson), su pareja con la que tiene 2 hijos:
Sean (Bill Milner) y Eddie (Tom Holland), para contarle el por qué no llegará a casa, a ver un importante partido de fútbol:
En Londres, a una hora y media de distancia, está naciendo un hijo suyo, fruto de una relación extramarital...
A medida que avanza el metraje, los problemas aumentan:
Los permisos de la obra son revocados, su pareja no puede creer que Ivan le fuese infiel, y Bethan (Olivia Colman) tiene problemas durante el parto.
El viaje, progresivamente va cambiando físicamente el rostro de Locke:
Está cada vez más cansado, y más oprimido por las llamadas que recibe.
El tono de voz de Hardy, caracteriza al personaje, como un hombre calmado, en busca de resolver problemas, con una sinceridad y jerarquía, que nos obliga a estar de su parte.
En paralelo, Locke verdaderamente combate contra el fantasma de quién no quiere ser, y es la motivación para que tome la ruta directamente a la boca del lobo.
Familia, trabajo, y un error del pasado, que ahora pasa factura, son los 3 focos principales.
Un hombre, un coche, una carretera, una noche, un teléfono, y un montón de problemas…
Así de sencillo, así de simple; así de complicado, así de curioso, así es la vida.
Steven Knight dirige este frenético descenso a los infiernos, encabezado por un Tom Hardy, que con su voz y su comedida interpretación, sostiene todo el relato.
Quien se suba al BMW X5, de este constructor desquiciado por los fantasmas del pasado, incapaz de negar una moralidad compleja, como la de todo ser humano, que le impide no hacer lo que considera correcto, no querrá bajar hasta que finalice este extraordinario análisis cinematográfico de la tristeza, de la desolación, de la considerablemente agria felicidad de la vida que llega, y de lo que nos hace luchar contra las circunstancias aún conscientes de las consecuencias.
Un BMW de alta gama, que sirve como escenario, cobijo, purgatorio, que circula siempre en línea recta.
Sus diferentes campos de acción, son representados mediante llamadas telefónicas muy bien sonorizadas, que recrean sin problemas, una atmósfera aún sin verla, pero faltas de sutilidad y desarrollo.
La información es estrés laboral, calidez familiar, oscuro pasado, presente ambiguo, sumando así, kilómetros sin variar velocidad.
La elección que decide tomar Ivan, puede conllevarle perder el trabajo, y a su familia, su vida forjada por un pilar sólido, se resquebraja por culpa de un fallo, como si se tratara de un edificio que se construye con el hormigón erróneo, al que a medio, o largo plazo, le comenzarán a salir unas grietas, que poco a poco se irán haciendo más grandes, hasta conseguir que la estructura finalmente se derrumbe.
Locke es un “road movie” que es en realidad, un viaje iniciático en el que un hombre anhela recomponer las piezas de una buena vida manchada por una infidelidad, un error que Ivan desea subsanar con dignidad y nobleza.
Las tramas se cruzan, se alimentan una de otra, la del hormigón para el rascacielos, es una metáfora sobre la otra, esta nos cuenta que para forjar una vida estable, hay que hacer unos cimientos sólidos, si un elemento no es bueno el edificio/estabilidad, se resquebraja, y puede derruirse.
Es una historia que nos habla de los errores fatales, del amor, del sentido del deber, del orgullo de un trabajo bien hecho, de la frustración, de la infidelidad, el sentido de culpa, de las relaciones paterno-filiales, el fuerte sentido de la responsabilidad, de la angustia vital, ello relatado con calado emocional, enmarcado en una puesta en escena ágil, y con gran sentido estético, a pesar de su propuesta minimalista, esto sin parafernalia visual, todo centrado en transmitirnos la odisea psicológica de Locke.
Obvio decir que es una arriesgada apuesta formal y artística de Steven Knight, que se lo juega todo a un solo hombre, en un solo escenario, aunque sea móvil.
Un extraordinario retrato de las imposiciones que nos vienen dadas, y nos obligan a luchar contra/por el futuro.
Un pequeño prodigio de perspicacia visual, urdido a base de una planificación en la que no sobra ni falta nada, que a menudo se transfigura en un mal sueño, en una aterradora alegoría del mundo actual, capaz de sumergir al espectador, en la inquietud de una noche que no tiene mañana posible.
Un ejercicio de estilo cinematográfico, magníficamente ejecutado, Locke es una muestra más, de que no hacen falta grandes presupuestos y parafernalias, para contar una historia sólida, y hacer buen cine.
“You make one mistake, Donal, one little fucking mistake, and the whole world comes crashing down around you”
Locke es de esas historias que conectan con la esencia humana:
Personajes que cometen errores, historias simples, conversaciones creíbles, con tomas que hacen sentir al espectador en el asiento del copiloto.
Es una hora, en la que la vida de un personaje cambia, sin grandes pirotecnias, sólo armada con un gran actor, y un guión excelente, suficientemente dinámico, complejo, e interesante.
En lo técnico, los planos y movimientos de cámara, consuman un estupendo trabajo, a través del uso de los subjetivos, primeros, primerísimos planos, y cámara en mano, que plasman los constantes movimientos del BMW X5, durante el viaje que realiza el protagonista, y que dura todo el metraje.
La fotografía de Haris Zumbarloukos, resulta fascinante, jugando magistralmente con los reflejos, las luces nocturnas de farolas y coches, cimentando un microcosmos nocturno sensorial, cuasi-apocalíptico, rodada con 3 cámaras Red Epic, en formato digital, que otorga a las imágenes, profundidad, con hipnóticas exposiciones sobre los cristales, alrededor un paisaje cuasi-avernal, donde el mundo está poblado de máquinas impersonales, autos de los que no vemos los conductores, a los que se añaden trémulos primeros planos, en momentos álgidos de tensión, espléndida.
Es una excepcional historia, de un solo hombre, un estudio ejecutado de manera ingeniosa, sobre la cinematografía minimalista que tiene profundidad, belleza, y equilibrio.
Ivan Locke, se erige así como un héroe que viaja desde Birmingham a Londres, para asistir a la madre de su hijo bastardo, digámoslo todo.
Y así lucha por limpiar su nombre, realizar el vertido de cemento con éxito, explicar a su mujer lo ocurrido, sin perder a su familia, y llegar a Londres a tiempo del parto de la frágil Bethan.
De forma metódica, Locke intentará resolver cada uno de estos problemas, dispuesto a arriesgarlo todo, con tal de hacer lo que debe.
Ivan se enfrentará a las consecuencias de sus actos, mientras intenta contener las distintas variables que interconectan su casa, su familia, y su trabajo.
Pero no lo hará con aspavientos:
Su controlado comportamiento, no será sino un reflejo de su kantiana forma de vida.
Sobrevolando la escena, se encuentra el recuerdo de su padre, un fantasma que viaja en el asiento trasero con el que Locke, como un hijo bastardo, se permite discutir, y explotar periódicamente.
A través del manos libres de su teléfono móvil, Locke irá explicando al espectador, y a sus seres queridos, los motivos de su viaje, mientras intenta recoger los pedazos de una vida, que inesperadamente se está desmoronando.
Con un ambiente claustrofóbico, es casi imposible no sentirse atraído hacia la inmediatez, y la intimidad de la situación de Ivan.
Él está mal emocionalmente, lo vemos tratar de hacer las cosas bien, y hacer lo mejor, fuera de situaciones imposibles, pudiendo empatizar inmediatamente con las oleadas de emociones que sacuden al protagonista.
El apellido del personaje, que da nombre a la película, “Locke”, funciona perfectamente como tejido interno de la misma, pues su vínculo con el verbo “lock”, de “cerrado con llave/pestillo”, o “bloqueado”, puede aplicarse fácilmente a todos sus aspectos, ya que éste se encuentra encerrado, aunque sea de forma metafórica, en su decisión, en su pasado, y en su coche, pudiéndose aplicar con ello, el paralelismo tanto a la parte narrativa, como a la formal.
Y empatizamos con Ivan Locke de modo natural, porque podría ser cualquiera, con el “plus” añadido de que está dispuesto a llegar donde el común de los mortales no lo haría.
Está dispuesto a romper un silencio, que se lo llevará todo por delante, a quebrantar un recuerdo lleno de odio, que le ha convertido en lo que es, o al menos, así parecemos todos considerarlo:
Alguien mejor que quien le dio su propia vida.
Y, pese al dolor, espera estar a la altura suficiente, como para poder decir con orgullo, que quien le suceda, lo hará mejor.
En lo actoral, siendo Tom Hardy un actor excepcionalmente físico, resulta un absoluto privilegio comprobar, que su termómetro emocional, está a la altura.
Locke se fija únicamente en el rostro de su actor, y éste es capaz de sostener la cámara, la historia, y el guión, gracias a gestos auténticos, a emociones desnudas, y a una conmovedora interpretación, que funciona casi como una expiación de los pecados del hombre común.
Con primeros planos de la actuación de Hardy, casi podemos sentir sus lágrimas, respondiendo, una y otra vez, mientras la tensión aumenta.
La voz ronca del actor, tiene una cualidad tranquilizante, y las actuaciones de sus compañeros de los actores, los que llaman, proporcionan la única pista real para los eventos que se producen fuera del coche que conduce Ivan.
El “performance” se siente muy parecido a una obra de teatro, con una sola persona, en su etapa de proporcionar una mezcla de monólogo, y la discusión fuera del escenario.
En la medida que nos volvemos más y más conectados con la historia, de manera virtual, nos hace capaces de construir mundos enteros en nuestra imaginación, en el otro extremo de una llamada telefónica, en respuesta a la más sutil de las señales, o inflexiones verbales.
Todo ello hace de Locke, una obra con una gran fuerza cinematográfica, impulsada por la controlada interpretación de Hardy, que reúne una gran carga emocional, que se ve intensificada por su moderación.
El trabajo de Hardy es impecable, sobre todo si tenemos en cuenta, que Locke se rodó en solo 5 días y que, como él mismo explica, estaba leyendo los diálogos:
“Estoy leyendo un “teleprompter”, había 6 colocados en distintos puntos del coche.
No me sabía los diálogos, me dieron el guión 3 días antes de empezar a rodar.
Estoy siguiendo el guión, entonces recibo las llamadas de teléfono… suena el teléfono del coche, y hablo con los actores, que están en una habitación de hotel, llamándome en directo, y tengo que reaccionar en tiempo real, mientras me arrastra una grúa por la autopista”
A lo largo de 85 minutos, este apasionante “thriller”, acompaña al protagonista en un viaje físico y espiritual, donde el resto de los personajes, son voces que nos llegan a través del teléfono.
Unos personajes que aunque no veamos, tienen entidad propia, demostrando sus preocupaciones y sentimientos, gracias a unos diálogos magistralmente escritos y ejecutados.
Se puede decir que Locke, es básicamente una película en la que Tom Hardy se dedica a llamar por teléfono, y hablar de cemento mientras conduce su coche.
Sin embargo, esta sencilla premisa, consigue convertirse en un profundo, complejo y emocionante “thriller” que sugestiona al público, y lo traslada a través de la línea de teléfono, a los lugares donde el protagonista realiza las llamadas, haciendo volar la imaginación del espectador, como si de un libro se tratara.
Cierto es que en ocasiones intenta compensar esta voluntaria falta de medios, con presencias difíciles de explicar, como el fantasma de su padre, o las excesivamente guionizadas reacciones de sus hijos, pero el resultado sigue siendo una potente, novedosa, y más que disfrutable narración.
Me resulta curioso destacar, que sin ser la trama principal, consiguen introducir muy bien la importancia del trabajo en la vida personal de la gente, algo que se suele obviar en las películas.
Otra virtud que tiene Locke, es que tiene un mensaje muy directo, y conforme avanza el metraje, lo vamos viendo con más claridad:
“Todos decidimos, qué tipo de personas queremos ser, nada está escrito”
Locke ahonda en la introspección de un personaje, quien aún con la posibilidad de seguir siendo un “ángel”, decide asumir la acción que lo convierte en “demonio”, la determinación de seguir adelante con la decisión tomada, a pesar de que con ello, deja mucho atrás, responsabilizándose de una grieta que nunca debió existir, y que ahora amenaza con derribar la edificación de toda una vida.
¿Debería dar marcha atrás?
Fundamental para entender el comportamiento, y la decisión de Ivan, es la figura de su padre fallecido, el imperceptible acompañante en su viaje, un hombre al que detesta profundamente, y al que intenta demostrar con su actitud y decisión de afrontar su error, que es mucho mejor que él, en todos los sentidos.
Locke es un film ambiguo y llama a la discusión por las decisiones tomadas:
Unos no entienden el proceder de Locke, porque no tiene sentido dejarlo todo de lado por alguien a quien apenas conoce.
Nos lo venden, dicen, como un hombre honrado y trabajador, que comete un error que no sabe afrontar, y por el que termina pagando un alto precio, pero:
¿Por qué de esa huida hacia delante, que no supone otra cosa que echarle más gasolina al fuego?
¿De verdad, el intachable Locke, no encontró el valor para contárselo antes a su mujer?
¿Tiene más responsabilidad con esa mujer, que con su familia, o trabajo, todo para saldar cuentas con el pasado?
¿No calculó cuales serían las consecuencias?
¿Es esta, la mejor solución?
¿Qué multinacional, ante una operación de tal calibre, lo deja todo en manos de un único subordinado?
La trama plantea un cúmulo de situaciones difíciles de aceptar, y provocadas por un error que bien podría haber sido subsanado de una manera más coherente, lo que puede impedir empatizar con el protagonista...
Lo que pasa es que Locke, toma todas estas decisiones drásticas, porque él ya lo vivió en carne propia, por parte de su padre, y eso se deja ver cuándo piensa en voz alta, y mira por el retrovisor, hacia la parte trasera de su vehículo...
Locke le reprocha a su padre, que fue un cobarde, que huyo de sus responsabilidades, y que nunca reparo sus errores…
Incluso dice que él tuvo que limpiar con mucho esfuerzo, el apellido de la familia que estaba por los suelos, gracias a las malas decisiones de su padre...
Es decir, él está tomando todas estas decisiones que sabe que le van a arruinar la vida, porque no quiere repetir lo que su padre hizo...
Aunque con la ingenua esperanza de que la gente le perdone porque está haciendo lo correcto.
Por un lado, con su proceder, lo único que demuestra es que es igual a su padre, destruyendo su matrimonio de manera impersonal, por teléfono, y poniendo en peligro el mayor proyecto de su empresa, por no saber afrontar un problema a su debido tiempo, no es cuestión de que lo perdonen, sino de ser coherente, y no optar por complicarlo todo todavía más, tomando una decisión equivocada, una tras otra.
Por muy en deuda que se sienta con el hijo que va a tener, la misma responsabilidad como mínimo, debe sentir por su familia, que se merece algo más que enterarse por teléfono de que su padre no es el hombre intachable que ellos piensan, al fin y al cabo, ni siquiera llega a tiempo para el parto, y lo único que ha conseguido, es poner su vida patas arriba, por no saber afrontar el problema.
El hecho de que él haya pasado por lo mismo, es el peso para que actúe de esta manera.
Es cierto que con ello, el retrato del protagonista puede parecer santificado en exceso, pues incluso, la mala acción que ha desencadenado toda la trama, intenta justificarse como un acto de piedad:
“Sentí pena por ella…
¿Cómo puede ser esa la diferencia entre el bien y el mal?”
Sin embargo, el sufrimiento patente en la familia, a través del teléfono, el silencio admitido por el protagonista desde que supo la noticia, un acto de cobardía que demuestra su imperfección, y sobre todo, las dolorosas reacciones de las que hace gala un portentoso Tom Hardy por intentar mantener en pie dicha decisión, contribuyen constantemente a su humanización, siendo únicamente, un tipo que “ha hecho las cosas bien”, como demuestra también la buena disposición de todo el mundo, cuando oye su nombre.
Ivan intenta ser convincente en lo que dice, aclarar que está haciendo lo correcto, está seguro y firme de lo que está haciendo, e intenta que las personas a las que llama, sientan la misma confianza, cosa que obviamente no consigue, puesto que su visión resulta simplista, al intentar con llamadas bien intencionadas, está cerrado en su pensamiento, por ese rezago de su padre, que queda en su mente, pero que dentro de la historia, y viendo la perspectiva de dichas personas, simplemente lo dejan como un tarado, y un patán.
La ética del protagonista, no me afecta a la hora de valorar Locke, de hecho, me suelen gustar los personajes políticamente incorrectos, el fallo que le encuentro, es que está enfocada para que pensemos que Ivan es una persona ejemplar, y la conclusión que yo saco, es que no es tal, creo que la idea de Knight, es que nos pongamos en su situación, y terminemos apiadándonos de su personaje.
Todo dependerá de lo que nosotros consideremos, como lo más importante y, por ende, por lo que merece la pena luchar.
Nótese la escena de la gran decisión, cuando está a punto de cruzar hacia la derecha, o hacia la izquierda, el padre/camión de atrás, le grita con la bocina, que se decida…
Increíble el recurso de la historia de Locke con su padre; si no fuera por el padre, y por la rabia que suelta cuando “habla” con él, el personaje estaría perdido entre tanto problema, y mínimo, se hubiera estrellado con todo el estrés.
Para terminar, Locke está rodeado, realmente a tiempo real, ya que la hora y media que dura, es el tiempo que tarda el protagonista en ir de Birmingham a Londres.
Es una producción de muy bajo presupuesto, ensayada y rodada en menos de 2 semanas, aprovechando un hueco en la apretada agenda de Tom Hardy, filmada en orden cronológico, que solo se tomaban tiempos muertos, para cambiar las tarjetas de memoria de las cámaras.
El BMW X5, estaba montado sobre un camión, la mayor parte del tiempo, mientras se circulaba por la autopista.
Y los actores que interactúan por teléfono con Hardy, estaban en un hotel, escuchando la vos de este, y éste interactuando.
Como un error de continuidad, al principio vemos que el protagonista lleva puesto un chaleco amarillo y, sin quitárselo, se monta en el coche, podemos ver que lo lleva puesto en las primeras llamadas, pero de pronto aparece sin él, y luego con un jersey de lana, y una camisa que no para de remangarse.
Como dato curioso/chistoso, Locke tiene registrado a su jefe Gareth como “Bastard” en la agenda del teléfono.
Y una conclusión brillante, los actos producen consecuencias, y no siempre las deseadas, ni las queridas.
Es la inmolación de un individuo, prólogo a un renacimiento en el sentido de una nueva experiencia vital, algo distinto a que vaya a ser mejor, o más placentera.
La partitura de Dickon Hinchliffe, acompaña al protagonista por la autopista británica, hasta llegar a su destino, y así poder enfrentarse a su “error”
“Well hear this, Gareth.
When I left the site just over two hours ago, I had a job, a wife, a home.
And now I have none of those things.
I have none of those things left.
I just have myself and the car that I'm in.
And I'm just driving and that's it”
Como conclusión, los seres humanos de hoy, vivimos desde nuestros autos, casas, aulas de clase, trabajos, computadoras, iPads y teléfonos:
Esas son las dimensiones de nuestras nuevas relaciones con el mundo.
Además de ello, está la recuperación del hombre:
Ivan Locke quiere ser un hombre, en un mundo que carece de la fundamentación para que los hombres puedan asumir su rol.
Los hombres de hoy, no enfrentan la verdad, son muy sensibles, temen hacer daño, asumir las consecuencias, temen ser ante las mujeres, porque ellas han disparado sus roles, y se han convertido en replanteamientos de lo que los hombres han dejado de ser.
En tiempos de irresponsabilidad, de madres solas, de padres solos, Locke pone el dedo en la llaga, para repensarnos.
Locke es una historia sobre nosotros mismos, sobre el fracaso, el deber, nuestro poder de decidir qué hacer con nuestra vida, y sobre abrir nuevas esperanzas.

“No matter what the situation is, you can make it good”



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