Whiplash

“I was there to push people beyond what's expected of them.
I believe that's an absolute necessity”

El crítico y estudioso alemán, Joachim-Ernst Berendt, en su obra clásica “El Jazz: De Nueva Orleans al Jazz Rock”, nos dice:
“El jazz es una forma de arte musical, que se originó en los Estados Unidos, mediante la confrontación de los negros con la música europea.
La instrumentación, melodía, y armonía del jazz, se derivan principalmente de la tradición musical de Occidente.
El ritmo, el fraseo, y la producción de sonido, y los elementos de armonía de blues, se derivan de la música africana, y del concepto musical de los afroamericanos”
La expresión “batería de jazz”, entonces se refiere, al movimiento artístico y conjunto de músicos, que han destacado en el instrumento llamado batería, a lo largo de la historia del jazz.
Y es que la batería, un instrumento de percusión relativamente moderno, se ha utilizado en el jazz, prácticamente desde los orígenes de esa música.
En los primeros tiempos del jazz, no existían solos de batería, como tampoco bateristas de marcada individualidad.
De hecho, conocemos trompetistas, clarinetistas, y saxofonistas de esa época, pero apenas tenemos noticias de sus bateristas notables:
El cometido de la batería en ese período, consistía simplemente en marcar el pulso, “beat”, trabajo meramente funcional, en lugar de artístico.
Pero poco a poco, empezó a considerarse que la individualidad de cada baterista, podría usarse como elemento de expresión, lo que marcaba la diferencia entre unas bandas y otras, y fue entonces, cuando el instrumento comenzó a pasar de su simple papel de metrónomo, a instrumento de pleno derecho.
Entre los bateristas de la escena de New York, que desarrollaron un estilo moderno del swing, destaca Buddy Rich, el ejemplo paradigmático de técnica virtuosística, siendo uno de los músicos más prestigiosos en el ámbito de la batería jazzística, reconocido por su técnica, rapidez, y habilidad en los solos; así como Hank Levy como compositor.
Roy Owen Haynes, uno de los más notables bateristas de jazz de todos los tiempos, dijo en su momento:
“La batería, es el fundamento sobre el que se erige el edificio del jazz.
Un buen baterista, debe tener 2 cosas:
Una buena dosis de swing, porque si la música no tiene pálpito se muere; y buen oído.
No basta con tocar para uno mismo, hay que saber escuchar a los demás músicos, y conversar con ellos.
No hay otro secreto”
“Either you're deliberately out of tune and sabotaging my band, or you don't know you're out of tune, and that's even worse”
Whiplash es un drama musical del año 2014, escrito y dirigido por Damien Chazelle.
Protagonizado por Miles Teller, J.K. Simmons, Melissa Benoist, Paul Reiser, Austin Stowell, Jayson Blair, Kavita Patil, Kofi Siriboe, Jesse Mitchell, Michael D. Cohen, Tian Wang, Jocelyn Ayanna, Tarik Lowe, Marcus Henderson, Keenan Henson, entre otros.
Whiplash explora el tema del sacrificio personal, por conseguir la ambición profesional.
Una propuesta energética y vibrante, a través del jazz, y su montaje, con obsesiones, perfeccionamiento enfermizo, alteraciones de conducta, aislamiento social, exigencia, sacrificio vital, manías personales, violencia verbal, física, y sobre todo psicológica, el virus del éxito a toda costa, y cueste lo que cueste, y a quien le cueste, los retos personales desmedidos, etc.
Originalmente concebido en forma de un guión de 85 páginas, Whiplash de Damien Chazelle, saltó a la fama después de ser presentado en “Black List 2012”, que incluye los mejores guiones cinematográficos aún no producidos.
Cuando los productores empezaron a mostrar interés, Chazelle tomó 15 páginas de su guión original, y adaptado en un cortometraje protagonizado por Johnny Simmons, en el papel de la batería; y J.K. Simmons en el papel del profesor.
El cortometraje de 18 minutos, pasó con gran éxito, después de haberse estrenado en El Festival de Cine de Sundance de 2013, que en última instancia, atrajo a los inversionistas a firmar y producir la versión completa del guión.
El largometraje, fue financiado por $3.3 millones por Bold Films; siendo una exquisitez, de visión obligada para quienes gozan del cine de temática musical, y de las narraciones de ritmo cautivante, y abrazador.
Whiplash, que fue rodada en 19 días, se desarrolló a través de Los Angeles, incluyendo el hotel Barclay, Palace Theater, y el Teatro Orpheum.
Obtuvo 3 Premios Oscar:
Mejor Actor de Reparto (J.K. Simmons), Mejor Edición y Mejor Mezcla de Sonido; y 2 nominaciones:
Mejor película y guión adaptado.
Whiplash sigue el objetivo de Andrew Neiman (Miles Teller), un joven y ambicioso baterista de jazz, que es llegar a ser un grande, como lo fueron:
Buddy Rich, Joe Johns, o Charlie Parker, auténticas bestias de la música, que se dieron a conocer por su trabajo, y sus continuas repeticiones; así como triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este en el que estudia Andrew.
Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza.
Terence Fletcher (J.K. Simmons), es un profesor conocido tanto por su talento, como por sus rigurosos métodos de enseñanza, y es quien dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio.
Cuando Fletcher elige a Andrew para formar parte del conjunto musical que dirige, cambia para siempre la vida del joven.
El encuentro entre ambos, los llevará a un despliegue de explosiones, que confrontarán sus personalidades en un mismo punto, la música, especialmente en las partituras de “Whiplash 7/4 y 14/8” de Hank Levy, o “Caravan”, conocida mayormente por el gran Duke Ellington, pero escrita por Juan Tizol.
La pasión de Andrew, por alcanzar la perfección, se convierte en obsesión, al tiempo que su despiadado profesor lo lleva al límite de su capacidad y de su salud mental, y no se detendrá ante nada, para darse cuenta del talento potencial del estudiante.
“We have a squeaker today, class.
His name is Andrew Nieman, he's 19 years old.
Isn't he cute?”
Primera película del director Damien Chazelle, Whiplash es absolutamente impresionante, pues nació de un corto realizado el año anterior, con los mismos protagonistas, en donde la instrucción musical, y el combate, rara vez se vinculan, y especialmente no de la manera singular y fascinante, en la que se unen en Whiplash, una película intensa, literalmente, un “latigazo” lleno de fuerza y electricidad.
La batuta, en realidad, el puño del maestro, frente al par de baquetas del alumno, sustituyen a los revólveres en el nuevo Oeste más salvaje, en él que la única victoria posible, es alcanzar “El Sueño Americano” y ser el mejor, la manera, los mecanismos, y los medios, son indiferentes al objetivo final.
El relato, es sumamente cautivador por su ritmo, haciendo honor a la utilidad del tempo en la música.
Por lo que Whiplash es un drama musical, que no da respiro ante la vorágine de sonidos y de emociones, que van aumentando de nivel, a medida que la relación alumno-maestro se va profundizando.
Damien Chazelle, construye un “thriller” dotado de realismo y vertiginosidad, sobre el mundo de la música académica y profesional.
La armonía visual y musical, se ejecutan con tal precisión, y finura, con un tempo y un ritmo, que dan la sensación de haber sido construidas por el realizador, a la manera de las partituras musicales.
Hay tal equilibrio de lo que vemos, que deviene a la vez un homenaje al jazz en el cine.
Más que eventos o situaciones que se suceden una tras otra, Whiplash es una película de estados, de momentos en una relación, que van reflejando niveles de fuerza e intensidad, manifestada a través de las emociones y sentimientos aparejados a la música, y los anhelos por alcanzar los objetivos propuestos, en base al sacrificio, esfuerzo, y pasión derrochados por los protagonistas.
Destacar que en sus inicios, Chazelle era percusionista y músico de Jazz, y por tanto, tiene experiencia y sabe lo que es sufrir el mundo de la música, al igual que Andrew:
Los sueños de llegar al conservatorio de Schaffer, dispuesto a convertirse en un famoso baterista de Jazz.
Whiplash posee un excelente guión, que no necesita de muchos diálogos, pero los que hay, son muy intensos, y en algún momento, ponen la piel de gallina.
“Si no tienes talento, acabarás tocando en una banda de rock”, decía uno de los escritos que estaba en la pared de Andrew.
Y es que el jazz más profundo, es una música que no está al alcance de todos, y eso lo encontramos en las milimétricas medidas de tiempo y los cambios bruscos de las partituras que interpretan los protagonistas.
Sin ir más lejos, Miles Teller, tuvo que aprender de forma muy dura para su papel.
Aunque tocaba la batería desde la adolescencia, las técnicas jazzísticas son muy diferentes a lo que conocía, por lo que se empleó a fondo durante meses, para que lo que viésemos en pantalla, fuese lo más creíble posible.
Tanto es así, que lo que vemos y escuchamos, no es ninguna grabación, sino música en directo, por lo que el contenido de la obra se nos hace aún más cercano, entre otras cosas, porque la música es uno de los protagonistas de Whiplash.
Andrew comienza a practicar con mayor intensidad, luego de que su profesor lo insulta frente a toda la clase, y tocar la batería se convierte en una obsesión.
Cuestiones como el compás, o la velocidad a la que tocar, pasan a dominar completamente su mente, lo que le obliga incluso, a terminar con su novia, para dedicar todo su tiempo a la música.
Por otra parte, la figura de este violento maestro, es representada casi de manera sobrenatural...
Sabe lo que piensan el resto de los personajes, es capaz de manipular sus emociones a voluntad, y hace que sus pupilos, saquen a relucir lo peor de sus personalidades:
Conflictos de egos, celos, frustración, insultos, son algunas de las cosas que se pueden ver en los ensayos de su banda.
Se trata de una representación de los extremos, a los que puede llegar el deseo por ser “el mejor”, cuando el objetivo a alcanzar, nubla la vista del camino que uno debe seguir.
Para Andrew, morir joven o no tener amigos, es un precio a pagar por llegar a ser recordado como uno de los grandes maestros de la música.
Whiplash es brillante, y hay poco que reprocharle, ya que ni siquiera se explayan en la relación amorosa del protagonista, cosa que aplaudimos.
Todo tiene que ver por las formas de Simmons, siendo capaz de enseñar a guantazo limpio, con tal de obtener el tiempo exacto que desea en cada tema, creando rivalidad entre alumnos, haciendo sudar, y estallar sangre de las manos, literalmente.
Un J.K. Simmons, que se ha entrenado a fondo, ya que luce imponente físicamente, a sus casi 60 años de edad.
Pero es el tipo de interpretación, que creará división de opiniones, ya que puede ser considerada como exagerada y sobreactuada.
Personalmente, no encuentro coherentes sus reacciones, teniendo en cuenta la actitud del personaje; pues no conocemos sus motivaciones, ni porque es a como es…
Hay un par de escenas, donde vemos cómo Fletcher demuestra su lado más sensible, pero pueden ser tanto demostraciones de humanidad, como mecanismos para manipular al resto.
Fletcher basa su estrategia en intimidar a sus alumnos, y obligarlos a alcanzar sus límites.
Pese a lo violento que es, la mayor parte de sus alumnos, continúa bajo sus órdenes, y ven su lugar en la banda, como un importante paso para sus carreras.
Aunque Whiplash gira en torno a un género musical como el jazz, que se caracteriza por su capacidad para improvisar y experimentar, la disciplina es algo fundamental para Fletcher.
Como curiosidad, Chazelle comentó, que el actor es un oso de peluche en la vida real, pero se transformaba al afeitarse la cabeza, y probarse el vestuario de su personaje.
La creación de Terence Fletcher, le debe tanto al guión, como al trabajo de Simmons, quien le otorga una presencia amenazante, que ayuda a formar la atmósfera tensa de algunas escenas.
Junto con la labor de Miles Teller, van creando una energía que se replica a lo largo de todo el relato, en una constante lucha entre ambos personajes, y con mucha química a pesar de ser polos opuestos.
Uno de los aspectos más interesantes en Whiplash, tiene relación con la actitud que uno adopta frente a Fletcher:
¿Cómo debemos verlo?
Como un genio, que es capaz de sacar lo mejor de sus alumnos, a través de mecanismos poco convencionales; o como un monstruo sádico, que disfruta con el sufrimiento de los demás…
Whiplash es ambigua en este punto, dejando que la decisión sea tomada por cada uno de los espectadores.
El tema del maltratador psicológico, y los métodos de enseñanza, son los 2 aspectos sobre los que se podrá debatir al terminar de verla.
El asunto maltratador-víctima, está muy bien tratado, y es difícil de entender, cómo un profesor puede emplear esos métodos educativos, pero en la vida real sucede.
Se puede entender, que quiere obtener lo máximo de sus alumnos, y que no se duerman ni relajen…
Pero esos métodos son dictatoriales, y lo único que consiguen, es que el alumno pierda la ilusión por estudiar.
Los extremos no son buenos.
Y la humillación pública y el maltrato psicológico, son los métodos a los que somete Fletcher a sus alumnos.
En el caso de Whiplash, por ejemplo, los insultos del personaje, cumplen su cometido en el sentido de que hieren a su receptor profundamente, y quien sea los escuche:
“No llores como nena”, “eres un maldito gay”, “toca ese instrumento con la misma pasión que tocas a tu novio”, entre otras citas, que perpetúan ciertos estereotipos.
La primera escena, ya nos avisa de lo que va a ser el resto del metraje, en donde está el protagonista ensayando en solitario, y se le acerca el profesor.
Este último le dice que pare, luego que siga, y así hasta que termina por desconcertar al alumno.
Poco a poco, y día a día, va mermando la moral de casi todos los estudiantes, de manera que hace repetir todo, muchas veces, e incluso echa a alguien de clase, sabiendo que no es el que tocaba mal.
Una continua humillación pública, a la que nadie se revela, ni siquiera cuando están viendo ese trato que están recibiendo sus compañeros.
Nadie se atreve a decirle nada, temiendo que le suceda lo mismo.
Es “la ley del más fuerte” o “la ley de la selva”
Como dato, en Slate, Forrest Wickman acusó a Whiplash, de distorsionar y malinterpretar la anécdota de Charlie Parker, que tanto Neiman y Fletcher repiten, y con frecuencia aluden, con el fin de ajustarse a temas de la trama.
Ambos afirman, que el baterista Jo Jones, lanzó un platillo a la cabeza del adolescente Parker, como castigo, por supuestamente, perder el ritmo de la composición que estaban realizando en la banda de Count Basie, durante una actuación en 1930.
“Jones”, escribió Wickman, “no tiró el plato a la cabeza de Parker.
Lo tiró en el suelo alrededor de sus pies.
En otras palabras, no fue un episodio de abuso físico.
Y Jones no estaba reaccionando, porque Parker estaba perdiendo el ritmo, sino que había cambiado la nota, afectando al resto de la banda” acotó.
Ambos personajes recuerdan el incidente, inspirado por Parker, de practicar obsesivamente, como lo hace Neiman, con la esperanza de hacer realidad su potencial.
“Sin embargo, esta versión de la historia, no refleja donde el genio realmente florece”, escribe Wickman.
“No hay evidencia que demuestre, que tras una enorme cantidad de práctica, ya sea 10,000 horas o 20,000 horas, garantiza al verdadero genio”
Según dice, Whiplash hace un flaco favor a los espectadores, mediante la promoción de la creencia de que “la práctica hace al maestro”
Incluso, si el razonamiento de Fletcher es correcto, y la presión constituye un elemento fundamental para la auto superación, el extremo al que lleva su credo, termina siendo absurdo.
Para él, arruinarle la vida a decenas de alumnos, justifica la posibilidad de que uno de ellos logre ver más allá del sufrimiento, y alcance la gloria.
Lo que sí queda claro, es que en la música, así como en otras actividades, el camino para convertirse en el mejor, no siempre será sencillo.
Las horas de práctica y la perseverancia, son absolutamente necesarias.
La frase “sangre, sudor y lágrimas” no puede ser mejor utilizada para describir a Whiplash.
Las escenas de batería, cortan la respiración, y su presencia acongoja a todos los que tiene a su alrededor.
Como cuando va de camino al escenario, y sufre un accidente de coche, del que sale ileso aunque herido, esa escena es muy buena, sorprendente e impactante, con un gran sonido.
Chazelle, utiliza su conocimiento musical al máximo, tanto en el tipo de canciones que emplea, como en la manera de representarlas:
El diseño de sonido, es algo de suma importancia en una película como esta, y lo que se logra en Whiplash, alcanza niveles excepcionales dentro de esa área.
La intensidad que se transmite, hace que sea imposible mantener el pie quieto durante el metraje, ya que uno tiende inmediatamente, a seguir el ritmo de la melodía que suena en cada escena.
Cinematográficamente, Whiplash está correctamente ejecutada, con la dificultad que conlleva grabar ensayos de jazz, donde intervienen diferentes instrumentos a diferentes tiempos y ritmos.
Esta calidad técnica, también se repite en el aspecto visual, donde el director es capaz de mostrar los solos de baterías de manera dinámica, pese a sus trabas físicas.
Si consideramos que la batería es un instrumento que obliga al músico a permanecer sentado, siempre en el mismo lugar, hay que recurrir a elementos como el montaje, y los tipos de plano, para hacerlo más interesante a la vista.
Así, Chazelle va variando entre primeros planos, planos medios, y planos generales, cada uno de los cuales, tiene una duración cuidadosamente escogida, para obtener un ritmo potente, como si las imágenes por sí solas, estuviesen replicando el sonido de la música.
La banda sonora obviamente es excelente, llena de música de jazz, con unos ritmos y sonidos integrados en la historia.
Las canciones, y sobre todo el sonido de los diferentes instrumentos, deberían ser de obligada proyección en las escuelas de música, para que conozcan historias diferentes a las ya conocidas de academias musicales.
Por lo que Whiplash es acertada en demostrar los obstáculos psicológicos por los que pasan los estudiantes que buscan sobresalir en el campo de la música, específicamente el jazz.
También, llama la atención el que todos los sonidos de Whiplash:
Música de ambiente, “soundtrack”, son composiciones de jazz, desde Hank Levy, Duke Ellington, y el puertorriqueño Juan Tizol, así como las creaciones de Justin Hurwitz. No hay ninguna escena al azar, excepto una en la parte final, y en todo momento, lo que sucede es creíble, por muy duro que parezca, y seguro que conocemos a alguna persona en otro ámbito profesional, sobre todo el artístico, que ha sufrido, o está sufriendo algo similar a lo del protagonista.
“Were you rushing or were you dragging?”
El Jazz como pasión, y como fuente inspiradora, tiene referentes inalcanzables:
Charlie Parker, Louis Armstrong...
Como obsesión y enfermedad, como trampolín a la fama, como apisonadora de cualquier otro sentimiento humano.
La música como excusa homicida de la superación, y volcán que consume a quienes no nacieron para ser los mejores, o tienen algún prejuicio que frene los imprescindibles instintos del competidor depredador, o se han dejado infectar por buenos sentimientos, como el amor, y la suprema debilidad que causa la amistad.
Lamentablemente, Whiplash, desde este punto de vista ideológico, me parece muy representativo de cierta concepción yanqui-capitalista del trabajo, y de la vida:
Aquélla que defiende que, para conseguir un resultado pretendidamente superior, extraordinario, magnífico, ha de sacrificarse toda humanidad, ha de convertirse al ser humano, en poco más que un instrumento…
Por lo que parece ser que se acabaron las metodologías de enseñanza al estilo “carpe diem” que se estancó en el siglo pasado, y el nuevo, impone la crueldad mental, la maquiavélica aseveración de que, “el fin justifica los medios” y la firmeza, sin excusas, ni excepciones.
Sin embargo, Whiplash es una cinta de interpretaciones, que bien podría ser un hecho real, por la dureza que se muestra, muy fiel a la vivida en algunos conservatorios de prestigio hoy día.
Una obra maestra instantánea, que me ha maravillado, probablemente por lo cercana que tengo esa relación musical con mi vida, y puede que ese sea el punto por el que otros, no la vean tan magnífica, por ese mundillo de conservatorio, tan cerrado, tan difícil, y tan duro.
No hay más que comprobar, como la propia familia de Andrew, es un reflejo de la poca importancia que tiene para muchos, el hecho de tocar en una banda, o formar parte de una orquesta, encontrándolo casi, como una pérdida de tiempo.
A mí eso me suena, a realidad, y mucho.

“I think being the greatest musician of the 20th century is anybody's idea of success”



Comentarios

Entradas populares