Moby Dick

“He did not feel the wind, or smell the salt air.
He only stood, staring at the horizon, with the marks of some inner crucifixion and woe deep in his face”

Un monstruo marino, es el término usado para referirse a una hipotética criatura acuática, desconocida para la ciencia; generalmente de grandes proporciones, de las cuales se dice que han existido supuestamente, una infinidad de posibles avistamientos y testimonios en todo el mundo.
A partir de su popularidad, se han formado cantidad de leyendas sobre varias de estas criaturas, desde las épocas más antiguas.
La ballena Moby Dick no es un monstruo marino mitológico, pero le sirvió a Herman Melville, desarrollar una novela.
El autor, en 1849, realizó un viaje a Europa, en parte para gestionar la publicación de su obra de Inglaterra, y en parte por avidez de cultura…
A su regreso, emprendió la redacción de la que sería su obra maestra, y uno de los libros fundamentales de la historia de la literatura universal:
“Moby-Dick” (1851)
Su redacción, le llevó casi 2 años, durante los cuales, se trasladó de New York, a una granja situada en Pittsfield, Massachusetts, EEUU; que adquirió gracias a un préstamo de su suegro, el juez Shaw.
Cerca de dicha granja, vivía el escritor Nathaniel Hawthorne, con quien durante estos años, mantendrá una estrecha amistad…
El esfuerzo de la creación de una obra como Moby-Dick, unido a su fracaso comercial, lamentablemente, le pasará factura, psicológicamente.
Además de haber estado basada en las experiencias personales de Melville como marinero, Moby-Dick está inspirada en 2 casos reales:
La epopeya que padeció el ballenero Essex, de Nantucket, Massachusetts, cuando fue atacado por un cachalote en 1820.
Tras ser hundidos por éste, vagaron por El Océano Pacífico, hasta la isla Henderson; y 91 días después, fueron rescatados, y desembarcados en Valparaíso, Chile.
Allí, 2 de los 8 supervivientes, relataron el suceso.
El otro caso de un cachalote albino, que merodeaba la isla Mocha, en Chile, en 1839, al que a nivel global llamaban “Mocha Dick” en el siglo XIX.
Así pues, la obra literaria tuvo también, como referencia histórica, ese relato publicado en 1839, por la revista neoyorquina Knickerbocker.
Escrito por un oficial de La Armada de Estados Unidos, narra el enfrentamiento real de balleneros, con un cachalote albino, conocido como “Mocha Dick” cerca de la isla Mocha, en Tirúa, Chile.
“Moby-Dick” o “The Whale” es una novela del escritor estadounidense, Herman Melville, publicada en 1851; que narra la travesía del barco ballenero Pequod, comandado por El Capitán Ahab, en la obsesiva y autodestructiva persecución de una gran ballena blanca, o cachalote.
La novela de Melville, posee una enorme riqueza por las circunstancias históricas en la cual se inscribe, éstas son, las tradiciones políticas y religiosas que los estadounidenses habían heredado de la época colonial.
Otra es por la necesidad de una consolidación cultural, que les otorgue identidad nacional a los pensadores y escritores pertenecientes a la literatura de EEUU.
O del nutrido lenguaje poético, los elementos sobrenaturales, y el simbolismo que prevalecen en la narración; así como las características peculiares de la narración épica, esto es, la narración épica en la novela “Moby-Dick”, que no posee una estructura cerrada, sino que se trata de una forma abierta, desaparece la trama minuciosamente urdida, la acción se torna episódica, y las figuras humanas introducidas en el relato, sólo desempeñan un papel más bien localizado, y circunstancial.
Al margen de la persecución y evolución de sus personajes, el tema de la novela, es eminentemente enciclopédico, al incluir detalladas y extensas descripciones de la caza de las ballenas en el siglo XIX, y multitud de otros detalles, sobre la vida marinera de la época.
Quizás por ello, la novela no tuvo ningún éxito comercial en su primera publicación, aunque con posterioridad, haya servido para cimentar la reputación del autor, y situarlo entre los mejores escritores estadounidenses.
El narrador Ishmael, es un joven con experiencia en la marina mercante, que decide que su siguiente viaje, será en un ballenero.
De igual forma se convence, de que su travesía debe comenzar en Nantucket, Massachusetts, isla prestigiosa por su industria ballenera.
Antes de alcanzar su destino, o el origen de su aventura, entabla una estrecha amistad con el experimentado arponero polinesio, Queequeg, con quien acuerda compartir la empresa.
Queequeg, es oriundo de la isla ficticia de Rokovoko, en Los Mares del Sur, habitado por una tribu caníbal, y es el hijo del jefe de su tribu.
Desde que salió de la isla, se ha convertido en extremadamente hábil con el arpón.
Se hace amigo de Ishmael, al principio de la novela, cuando se reúnen antes de viajar a Nantucket.
Se le describe como existente, en un estado entre civilizado y salvaje…
Queequeg, es el arponero en el barco de Starbuck, donde Ishmael es también un remero; siendo Queequeg, el mejor amigo de Ishmael en la historia.
Es importante al principio de la novela, pero más tarde se desvanece en importancia, al igual que Ishmael.
Ambos se enrolan en el ballenero Pequod, con una tripulación conformada por las más diversas nacionalidades, y razas; precisamente sus arponeros son:
El caníbal Queequeg, el piel roja Tashtego, y el negro salvaje Daggoo.
El Pequod, es dirigido por el misterioso y autoritario Capitán Ahab, un viejo lobo de mar, con una pierna construida con la mandíbula de un cachalote.
Ahab revelará a su tripulación, que el objetivo primordial del viaje, más allá de la caza de ballenas en general, es la persecución tenaz a Moby Dick, un enorme Leviatán, que lo privó de su pierna, y que había ganado fama de causar estragos a todos, y cada uno de los balleneros que, osada o imprudentemente, habían intentado darle caza.
Moby-Dick, es pues una obra de profundo simbolismo.
Se suele considerar que comparte características de la alegoría, y de la épica. Incluye referencias a temas tan diversos como:
Biología, idealismo, jerarquía, obsesión, política, pragmatismo, racismo, religión, y venganza.
Melville presenta Moby Dick y su blancura, como símbolo de una de las muchas cosas, entre ellas:
Dios, la naturaleza, el destino, el mal, el océano, y el universo mismo.
Sin embargo, el simbolismo de La Ballena Blanca, es deliberadamente enigmático, y su hermetismo es un desafío deliberado para el lector.
Ishmael, el miembro de la tripulación, único superviviente del Pequod, es el narrador del libro; y como personaje que es, es muy joven para serlo.
Su importancia radica en su papel de narrador; como personaje, él es sólo un participante menor en la acción.
El nombre de Ishmael, ha llegado a simbolizar a los huérfanos, a los desterrados, y a los parias sociales.
Aunque la novela comienza con las palabras:
“Call me Ishmael”, sólo una vez en todo el libro, el narrador es llamado Ishmael nuevamente, y es cuando se registra para el viaje en el Pequod, cuando El Capitán Peleg refiere a él como Ishmael.
Los tripulantes del Pequod, tienen orígenes tan variados como:
Chile, China, Dinamarca, España, Francia, Holanda, India, Inglaterra, Irlanda, Islandia, Italia, Malta, Portugal y Tahití, lo que sugiere que el Pequod, es una representación de la humanidad.
Las alusiones bíblicas de los nombres de los personajes, o el significado de La Ballena Blanca, han intrigado a lectores y críticos durante más de un siglo.
Solamente saber las inspiraciones de Ahab en El Libro de Reyes 16:28–22:40; e Ishmael en Génesis 16:1-16; 17:18-25; 21:6-21; 25:9-17; o el sermón del Padre Mapple, sobre Jonás y La Ballena, en el  Libro de Jonás…
El libro de Jonás, es una historia narrativa, que tiene como propósito dar testimonio de la gracia de Dios, y que el mensaje de salvación, es para todos los seres humanos.
Posteriormente, Jesús mencionará la historia de Jonás, como una ilustración de su muerte y resurrección.
El biógrafo del autor, Andrew Delbanco llama a Ahab:
“Una brillante personificación de la esencia misma del fanatismo”
Curiosamente, Ahab, se ha establecido firmemente en la cultura popular de los dibujos animados, cómics, películas, y obras de teatro.
El más famoso, lo proporcionó el autor J.M. Barrie, como modelo para su personaje “Captain Hook”, que no está obsesionado con una ballena, pero sí con un cocodrilo, para su novela “Peter Pan” (1904/1911)
Al final de la novela, Moby Dick destruye el Pequod.
Ahab y la tripulación se ahogan, con la excepción de Ishmael...
Como dato, la novela no dice si Moby Dick sobrevive...
El autor, Herman Melville, falleció en 1891, a la edad de 72 años, completamente olvidado, pero su obra prevaleció entre unos pocos aficionados, y a partir de la segunda década del siglo XX, su figura fue revalorizándose, hasta convertirse en uno de los más apreciados escritores, no sólo de la literatura estadounidenses, sino de la mundial.
En el cine, en 1926, se realizó una película muda llamada, “The Sea Beast” protagonizada por John Barrymore; y en 1930, se filmó otra versión con el mismo título, y con Barrymore nuevamente.
“Call me Ishmael”
Moby Dick es una aventura del año 1956, dirigida por John Huston.
Protagonizada por Gregory Peck, Orson Welles, Richard Basehart, Leo Genn, James Robertson Justice, Harry Andrews, Friedrich Ledebur, Bernard Miles, Edric Connor, entre otros.
El guion es de Ray Bradbury y John Huston, basados en la novela “Moby-Dick” (1851), de Herman Melville.
De las 3 versiones de la película Moby Dick, realizadas entre 1926 y 1956, la de Huston es la única que es fiel a la novela, y utiliza su final original.
Y curiosamente, Ishmael no aparece en la adaptación de película de 1930, basada libremente en la novela de Melville, en el que John Barrymore interpreta a Ahab.
Para elaborar el guion final de esta versión de 1956, Ray Bradbury se leyó 9 veces la novela:
“Terminé aplastado por una profunda depresión.
Sentí el peso, podría decirse que la carga, de Melville sobre mis espaldas” dijo.
La preproducción, se inició en 1950, pero nadie en Hollywood quiso saber nada de ese guión deprimente, sin chicas, y sin romance.
Finalmente, tras 3 años infructuosos, los hermanos Mirisch, que habían logrado al fin, hacerse un nombre en Hollywood, gracias a una película de Huston, lograron un contrato de distribución con Warner Bros.
Los exteriores, fueron rodados en aguas de Gran Canaria, y de la portuguesa Isla De Madeira, donde se filmaron escenas reales de la caza de ballenas, lideradas por los balleneros madeirenses.
La presencia en la isla de 2 leyendas del Séptimo Arte, John Huston y Gregory Peck, la convierte en el rodaje de mayor entidad de los realizados nunca en las Islas.
En unos astilleros del Puerto de La Luz en Las Palmas de Gran Canaria, se construyó la maqueta de la gran ballena blanca, para la decisiva secuencia final del filme, rodada en la isla, para lo cual se desplazaron a la Isla, especialistas de la cinematografía estadounidense.
La estancia de Gregory Peck, John Huston, y el equipo de rodaje de la compañía inglesa, Moulin Productions, en Las Palmas de Gran Canaria, atrajo consigo, buenas dosis de literatura y nostalgia.
Pero es menos conocido fuera de Canarias de lo que debiera…
Para la ciudad, constituyó un inesperado, insuperable regalo de Navidad de 1954, del que los canarios solo echaron en falta un detalle:
Que también se hubiera incluido el nombre del archipiélago, en los agradecimientos del principio del filme, donde solo hay referencias a Gales, y Madeira…
Otras escenas, fueron grabadas en la costa oeste de Irlanda.
El director decidió que en este lugar, y sólo filmando en días de niebla, Moby Dick tendría una atmósfera lúgubre:
Una posada del pueblo portuario irlandés de Youghal, llamada “Linehan’s” se usó como base de operaciones durante el rodaje en la zona.
Allí estaban alojados, Huston y Bradbury, discutiendo sobre el guión todo el rato, y preparando la rutina diaria con los actores.
Los propietarios, la familia Linehan, aprovecharon para tomar montones de interesantes fotos de Huston, Peck, Bradbury, y compañía, las cuales aún hoy día decoran la posada, que actualmente se llama “Moby Dick”, y que sigue perteneciendo a la misma familia, y constituye todo un museo sobre la película.
2 años se dedicó John Huston, a la creación de Moby Dick, convirtiéndose en el más ambicioso de su trayectoria.
La trama se desarrolla en 1814, y comienza en New Badford, corazón de la industria ballenera de Nueva Inglaterra.
El Capitán Ahab (Gregory Peck), está al mando de un barco ballenero, Pequod, un bergantín cuyos pescantes son de hueso de ballena.
El bergantín, es una embarcación de 2 palos, el mayor y el trinquete, con bauprés y velas cuadradas.
Por vela mayor, tiene una gran cangreja y, a veces, otra mayor redonda.
La vida del Capitán, transcurre en el entrepuente, y solo sale por las noches.
Para la mayoría de la tripulación, es solo un fantasma con una pierna de palo, para otros de marfil, cuyos pasos retumban en la cubierta...
El navío, sale a la caza de ballenas, pero al cabo de unos días, los nuevos tripulantes se enteran, de que Ahab tiene una maníaca obsesión, que es matar una ballena blanca, que hace años le arrancó una pierna.
La ballena blanca, es una del tipo cachalote asesino...
Por eso, Ahab tiene una pierna de palo, con la que golpea fuertemente la cubierta del barco al andar.
Su odio contra la ballena es tan grande, que está dispuesto a sacrificar su vida, la de sus hombres, y el barco entero, para matar a Moby Dick.
Sin embargo, el carisma y la fuerza de sus sentimientos, son tan poderosos, que impregna a la tripulación con sus convicciones.
Cuando se entera de que la ballena podría estar a su alcance, hace los cambios necesarios para perseguirle, y darle muerte.
Moby Dick, es la historia de unos hombres contra su destino, el trágico desenlace de perseguir lo inevitable, de marinos contra algo que les supera en tamaño, y rabia, guiados por el deseo de venganza de su implacable líder.
Un film de aventuras en el mar, impresionante, tan maravillosa como fascinante, un film que refleja la irracional lucha de un hombre, con sus infames ansias de venganza, una experiencia inolvidable, en un film tan impresionante como imprescindible.
“In all the world, in all the seas, in all adventure, there is no might like the might of Moby Dick”
John Huston presenta la adaptación del gran clásico de Herman Melville, sobre la ballena blanca/cachalote asesino, y lo hace de gran manera, con una gran puesta en escena, respetando en muchos aspectos el libro, que le sirve de columna vertebral en el relato, asimismo cuenta con un excepcional reparto.
Dirigida con un ritmo acelerado en la acción, y tranquilo en el resto, y con un estilo fiel a la novela, es una obra aventurera, que apasiona a todos los amantes del género, por llevar a cabo con mucho oficio, una cinta difícil en su momento por sus efectos, y dificultad de rodaje en el mar, acaparando la atención del espectador, con una trama que se va calentando poco a poco, hasta llegar a un final emocionante, que no dejará a nadie indiferente, contando con la época en que se rodó.
Realizada de manera portentosa, tiene un resultado arrollador que merece la pena ser descubierto.
La fotografía, en una hábil mezcla de tecnicolor y monocromo, para dar sensación de ser más antigua, evocando con ello al lugar, gracias a una atractiva labor que impacta y desconcierta en las escenas de lucha contra la ballena.
La dirección artística, emplea para estos, unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos a marineros, y gente de la época, al igual que los decorados que te transportan eficazmente “in situ”, en una labor no desprovista de mérito.
Las actuaciones son deslumbrantes y magníficas:
Como protagonistas, Gregory Peck trabaja con carácter y autenticidad, en un papel lejos de su cine habitual, eso sí, muy teatral.
Llama la atención, el pequeño papel de Orson Welles, que es un verdadero lujo como El Padre Mapple.
Richard Basehart, le da a Ishmael su hermosa voz de barítono, que es lo más importante a la hora de narrar la historia, y su capacidad para mostrar asombro e inocencia, ante los hechos de los cuales, es mero observador.
Leo Glenn, es también excelente, personificando la voz de la razón ante la locura; y Friedrich Ledebur, es un Queequeg más que aceptable, como intrigante.
En un principio, estaba previsto que Ahab fuera interpretado por Walter Huston, padre de John, pero falleció en 1950, cuando Moby Dick estaba aún en proyecto.
Huston pensó en Orson Welles, pero los Mirisch le comunicaron, que una cláusula del contrato con Warner, estipulaba que Ahab debía ser interpretado por una gran estrella...
Y los productores impusieron a Gregory Peck.
Por su parte, Gregory Peck consideraba que con 38 años, era demasiado joven para el papel de Ahab, que era descrito por Melville como un hombre de 58 años.
De hecho, era más joven que el actor que hacía de Ishmael…
Por tanto, Peck siempre renegó de Moby Dick, y consideraba que el mejor actor para interpretar a Ahab, era el mismo John Huston.
De hecho, se ofendió mucho cuando se enteró de que lo habían impuesto los Mirisch, y rompió relaciones con Huston…
Orson Welles, fan de la novela, aceptó encantado su pequeño papel de capellán, e incluso adaptó él mismo el sermón de la novela…
Con el sueldo ganado, produjo en Broadway, su propia versión de “Moby-Dick”, que protagonizaría Rod Steiger.
La obra “Moby-Dick” sobrepasa en mucho la aventura, y se convierte en una alegoría sobre el mal incomprensible, representado por la ballena, un monstruo de las profundidades, que ataca y destruye lo que se pone en su camino, y también por El Capitán Ahab, que representa la maldad absurda y obstinada, que sostiene una venganza personal, y arrastra a la muerte inútil, a muchos inocentes, pero acá, solo uno se salvaría para contar la historia.
Resulta muy interesante observar Moby Dick, desde la óptica de que hay un gran simbolismo anticristiano, constantemente resaltado durante el desarrollo del mismo.
Esto se inicia rápidamente, con la descripción de un marino sobre el gigantesco ser:
“Si Dios quisiera ser un animal, sería una ballena…”
“La ballena es más grande que una isla”, y así durante el relato, veremos numerosas y evidentes alegorías blasfemas, y de anticristianismo, un interesante aspecto en que se cuidó respetar el libro.
La mayor alegoría, sin duda es la terrible ballena, representando a Dios, y el experimentado Ahab, es la persona que está dispuesta a batallar con Dios mismo:
“Lucharía contra el sol, si pudiera insultarme”, afirma El Capitán.
En esa lucha desencadenada aparecen elementos sobrenaturales, que son muy significativos en la narración épica.
Sin lugar a dudas, ese viaje marítimo que encabeza El Capitán Ahab, recupera el sentido mágico que poseían las expediciones fantásticas de La Edad Media, otorgándole, de esta manera, un fuerte sentido simbólico.
La ballena blanca, que se vincula de algún modo, al orden sobrenatural, posee un carácter indeterminado, y por tanto, constituye un símbolo de lo incierto; la ballena es aquello que supera la intelección del ser humano...
Ésta no es más que la lucha blasfema del hombre contra sus limitaciones, en definitiva, contra la divinidad, lo cual es manifestado de forma muy sutil, y perceptible en el análisis de determinados diálogos.
Por su parte, John Huston estaba convencido, que “Moby-Dick”, en la mente del monomaníaco Capitán del Pequod, no era otra cosa que el infame disfraz adoptado por Dios.
Al principio de la narración, cuando Ishmael entra en una sombría taberna de Nantucket, contempla con horror, una espeluznante pintura en la que se aprecia una escena fatídica:
Un navío medio sumergido en oscuras aguas, y una ballena exasperada, a punto de saltar sobre la destartalada embarcación.
La idea inicial de Herman Melville, era hacer que El Capitán Ahab, y su tripulación, cazaran a la gran ballena blanca.
Pero una vez cumplida la obsesión, que se había convertido en su única razón de vivir, el marino ponía fin a su existencia, subiendo a un bote durante la noche, y perdiéndose en la inmensidad del mar…
Quien haya leído la novela, sabe que finalmente, el cetáceo sobrevive tras hundir el barco, y cargarse a casi toda la tripulación, pues solo sobrevive un personaje:
Ishmael.
Respecto a la producción, el rodaje de Moby Dick fue duro como pocos, y dejó un montón de curiosidades.
Fue casi novelesco, tanto es así que Ray Bradbury escribió una novela:
“Green Shadows, White Whale” (1992), sobre su trabajo en el rodaje, y su tempestuosa  relación con John Huston.
Por su parte, en sus memorias, John Huston recuerda el rodaje en Canarias, y cuenta cómo el que quizás puede considerarse el plano más importante de Moby Dick, aquel en el que el brazo inerte del Capitán Ahab, a lomos de la gran ballena blanca, se mueve al vaivén de las olas, como indicando a sus marineros que prosigan la caza… surgió de forma imprevista, gracias a una mezcla de fortuna y pericia, por parte de los técnicos locales que se encargaban de transportar sobre las aguas, la gran maqueta del animal.
En 2 meses, con participación decisiva de carpinteros locales, se construyó tanto la réplica de la ballena, de más de 65 metros de largo, como los alargados botes balleneros de 2 puntas, de mitad del siglo XIX, en que se sitúa la obra maestra de Melville.
De acuerdo al autor Philip Hoare, como Huston quería rodar escenas reales de un barco navegando, se usó un auténtico barco de la época, para las escenas de navegación, en realidad relativamente pocas, y era precisamente, el “Moby Dick”, antes llamado “Ryelands”, construido en 1887, que ya había sido usado para la grabación de “Hispanola”, en la adaptación de Walt Disney:
“Treasure Island” (1950)
Los días de rodaje a bordo, hubo tormenta, y todo el reparto se acabó poniendo enfermo, y la producción se retrasó varias semanas…
Para las escenas de ataque a barcas y barcos, se usaron miniaturas.
Resulta espectacular, el pasaje del Capítulo IX  de Moby-Dick, sobre el sermón del padre Mapple, encaramado en lo alto del mascarón de proa, que sirve de altar en la humilde parroquia, cuyos muros están decorados con las lápidas de los muertos, y desaparecidos en el mar, de un humilde puerto ballenero de la costa este de Estados Unidos.
Significativamente, la prédica relata el episodio de Jonás y La Ballena.
Orson Welles, que aspiró durante mucho tiempo a interpretar a Ahab en esta adaptación de Ray Bradbury y John Huston, a partir del original de Herman Melville, compuso aquí una de sus apariciones más inolvidables, a pesar de su brevedad, demostrando que su capacidad como actor, rayaba a la misma altura de su talento como creador.
Uno de los grandes momentos, sin lugar a dudas, de la historia del cine.
Así pues, todo lo que rodea a la caza de la ballena blanca, es pura leyenda, tanto de las extrañas criaturas del mar, como de los marineros que mueren por cazarlas a cualquier precio, por lo que se desatan guerras entre el hombre y la naturaleza, propias de la mitología griega, una serie de hazañas que se consiguen transmitir con cierta calidad, y unas escenas de acción, más que dignas o logradas para reflejar que las cicatrices que les cubren, son símbolo de odio y venganza, y los adornos de marfil, son los trofeos personales que rodean a una profesión que Moby Dick, más bien se molesta poco en denunciar, y que estuvo a punto de terminar con las ballenas...
Interesante también la escena cuando, cercano ya el enfrentamiento con Moby Dick, un extraño fulgor verde recorre las amarras del barco, y el bastón de Ahab, el fuego de “San Selmo” se le llama, y fue la licencia más notable, tomada por el director.
Otro detalle, es la ausencia del segundo personaje más importante de la novela, el sombrío y misterioso Fedallah, el arponero especialmente traído por Ahab, que no sé porque en la película doblada lo llaman Acab… que ocupa buena parte del libro, surgiendo de la oscuridad, sin que nadie supiera de su existencia, hasta la primera aparición de Moby Dick, y que en la película directamente ni existe.
Los únicas pegas que le encuentro, son en los recortes de la novela, hechos para simplificar la trama, el “casting”, y el poco tratamiento que se hace de los temas filosóficos del trasfondo de la novela:
Desde la lealtad a un capitán enloquecido, la lucha eterna del hombre por dominar los elementos, el ansía destructiva de este, la búsqueda de una vida mejor, no olvidemos que los balleneros no son pescadores normales; la visión que hoy en día tendríamos de un oficio como este, mientras que Moby Dick se centra en la lucha contra la naturaleza, que el desquiciado Ahab mantiene contra su enemigo, que responde con la misma ferocidad y odio, como el que descargan sobre ella.
Resulta cuanto menos curioso, que una novela relativamente larga, de 800 páginas, se solvente en una película de 2 horas, realmente una versión minuciosa de Moby-Dick, se iría a las 3 horas fácilmente, pero a buen juicio, Moby Dick es una gran película.
Por último, todos saben que las lecturas sociopolíticas, no agotan la densidad metafísica y religiosa del texto de Melville, pero han conseguido predominar en ciertas coyunturas, y aun los intérpretes más serios, han cedido a ellas, de tentadoras que son.
Así, Ahab pasa a representar la ambición obsesiva del imperio estadounidense, de ir tras una meta que siempre renace, bajo una y mil formas, porque es el perseguidor el que crea y agiganta a su perseguido, por una causa simple y poderosa:
En la persecución está el fundamento de su existencia, y la consolidación de su poder territorial.
Queda así, claro que el loco Ahab, es la locura imperialista, el expansionismo fanático, indetenible, desde que cada territorio por el que su delirio de persecución lo lleva a atravesar, se lo queda, es suyo; el objeto de su paranoia termina por ser el entero mundo, y sólo su dominación aplacará o, al menos, mermará su sed, y le será entonces posible vivir menos angustiosamente, dejar a un lado su desesperación.
Pero algo así nunca sucede.
Para su desdicha, y para la de los otros, Ahab no puede detenerse.
Su furia vengativa, es el sentido de su vida.
No le importa Dios, y está enamorado del mal…
El mal es Moby Dick, la ballena que se atrevió a injuriarlo, a hundirlo en el deshonor de la invalidez.
¿Cómo no habrá de seguir persiguiéndola, luego del 9/11?
¿Qué es ahora Ahab?
Si antes era un mutilado, un tullido que debía caminar con una pierna de marfil, llámese World Trade Center, ahora es un inválido, alguien que despertará en los demás, una repugnante piedad que no desea, que odia, ya que tendrá que apelar a la indignidad de 2 muletas para desplazarse, siempre torpemente, por la cubierta de su barco.
Así es como anda por Irak, y así planea arrojarse sobre Irán…
¿Es Moby-Dick, el relato de tono bíblico, por su grandeza, de la lucha entre el bien y el mal?
La lectura sociopolítica tiene claro que, para júbilo y gloria de los EEUU, Melville les ha entregado los motivos del imperialismo, de la expansión ilimitada:
La persecución del mal.
Dan por hecho, de este modo, que Moby Dick es el mal…
Al menos para la política imperial de EEUU.
Algo que no es tan sencillo para la lectura teológica.
En esa lucha cósmica del bien contra el mal:
¿Quién es el bien, y quién el mal?
¿Puede alguien como Ahab, ser el bien?
Ahab es un vengador compulsivo, lleno de odio, y deseos de destrucción.
Moby Dick es sencillamente una ballena…
Tal vez la más poderosa, la que posee mayor poder destructivo, pero sin duda, la más bella.
¿Quién puede negar la belleza de Moby Dick?
¿Quién puede encontrar belleza en Ahab?
Moby Dick no sabe, ni puede odiar.
Puede destruir, pero sólo porque su naturaleza la empuja, la exige.
Moby Dick es ajena al mundo moral, por consiguiente, nadie puede juzgarla.
No hace el mal, se entrega a sus instintos, algo que le es inevitable.
Como a un león, como a un tigre, el mundo animal no tiene valores morales.
Y Melville busca transformar a Moby Dick, en un ser que hace el mal con la conciencia de hacerlo…
Así, al menos, la ve Ahab.
Pero no hay conciencia en Moby Dick.
La conciencia es algo propio de los hombres.
En Moby Dick, gobierna el instinto de la especie, de una especie magnífica, qué duda cabe, pero carente de un orden de valores, salvo los de la vida, que le son imperiosos e instintivos.
Moby Dick es más pura que Ahab.
Es Ahab el que la persigue, el que desea destruirla.
En la gran escena titánica del final, Moby Dick lucha para defenderse.
Ahab es el que ataca, el que provoca la lucha.
A nosotros, los que estamos en la periferia de esa lucha, pero podemos ser incluidos en ella, pues se trata de una lucha global, universal, nos da más miedo Ahab, que Moby Dick.
O aun peor, sabemos que para el imperio, todo lo que no es Ahab, es Moby Dick...
El imperio siente que el mundo está contra él.
Este es su síndrome, Ahab.
Tiene que perseguirlo y dominarlo, seguir expandiéndose hasta cubrirlo por completo.
Ahab persigue a Moby Dick por toda la agobiante superficie marítima de La Tierra.
Agredimos, dicen, para que no nos agredan…
Sólo así estaremos seguros.
Todo se ha agravado desde que Ahab se desplaza sin sus 2 piernas.
La pérdida de la segunda, ese feroz y demoníaco ataque de Moby Dick, autoriza a Ahab a odiar más que nunca, a seguir persiguiéndola hasta morir.
Y eso es lo que sucede en la novela de Melville.
Ahab, a punto de arrojarse sobre el cuerpo de la ballena, pronuncia palabras terribles, hermosas en su locura demoníaca, palabras que dan forma a uno de los textos más deslumbrantes de la literatura universal.
Y ese texto de acero, que el genio de Melville pergeñó es:
“Ballena, que todo lo destruyes sin vencer”
¿No es la imagen que el imperio tiene del terrorismo, la más actual, la más precisa y rigurosa?
“I do not fear Moby Dick.
I fear the wrath of God”
Moby Dick, realidad o ficción.
Cuentan que “Mocha Dick” fue un notable cachalote macho, que vivió en El Océano Pacífico, a principios del siglo XIX, encontrado usualmente en las aguas cercanas a La Isla Mocha, al sudeste de Chile.
A diferencia de la mayoría de los cachalotes, Mocha Dick fue albino, y pudo haber sido la inspiración para el título de la novela “Moby-Dick” de Herman Melville, publicada en 1851.
Se dice que al hundir al Ballenero Essex, formó parte de la mitología universal, y su nombre era coreado en todos los puertos del mundo.
Mocha Dick, fue encontrada, y atacada inicialmente, en algún momento antes del año 1810, frente a La Isla Mocha.
Su supervivencia a este primer encuentro, junto con su apariencia inicial, la hicieron famosa entre los balleneros de Nantucket.
Muchos capitanes, trataron de cazarla, después de rodear El Cabo de Hornos.
Pero ésta era a veces demasiado dócil, algunas veces nadaba al lado de los barcos, pero una vez atacada, respondía con ferocidad y astucia, y era muy temida por los arponeros.
Cuando se agitaba, emitía sonidos, y se revolvía agresivamente en ocasiones con el cuerpo entero fuera del agua.
Como Moby Dick, escapó incontables veces de sus cazadores, durante más de 40 años, por lo que llevaba varios arpones incrustados en su espalda.
Los balleneros contaban, que atacaba furiosamente, dando resoplidos que formaban una nube a su alrededor; embestía los barcos perforándolos, y volcándolos, matando a los marineros que se atrevían a enfrentarla.
Según el marinero que contó la historia publicada en la revista, para lograr matar a Mocha Dick, se requirió la unión de distintos barcos balleneros, de distintas nacionalidades.
Mocha Dick, sobrevivió a muchas escaramuzas, según referencias al menos 100, con balleneros antes de ser muerta.
Era muy grande y fuerte, capaz de hacer naufragar pequeñas embarcaciones con su aleta caudal.
Se cree que fue la responsable del hundimiento del Ballenero Essex, en 1820, cuyos marineros vagaron por El Océano Pacífico hasta La Isla Henderson, en donde fueron rescatados, y desembarcados en Valparaíso, donde relataron sus aventuras.
El explorador, Jeremiah N. Reynolds, reunió las observaciones de primera mano de Mocha Dick, y publicó su relato:
“Mocha Dick: o La Ballena Blanca del Pacífico: Una hoja de un periódico manuscrito”, en la edición del The Knickerbocker, para mayo de 1839, describiendo la ballena como:
“Un viejo cachalote, de prodigioso tamaño y fuerza... blanco como la lana”
De acuerdo a Reynolds, la cabeza de la ballena, estaba cubierta con percebes, lo cual le daba un aspecto rugoso.
La ballena también tenía un método particular de respiración.
“En lugar de proyectar el chorro oblicuamente hacia adelante, y acompañarlo con un esfuerzo corto, y convulsivo, acompañado por un ruido resoplante, como es usual es su especie, el expulsa el agua de su nariz, en gran volumen, alto y perpendicular, en regulares, y a veces distantes intervalos; su expulsión produce un continuo rugido, como el tremor agobiante de la válvula de seguridad de una máquina de vapor potente”
En la narración de Reynolds, Mocha Dick fue muerto en 1838, después de venir en ayuda de una hembra angustiada, cuyas crías habían sido muertas por los balleneros.
Su cuerpo tenía aproximadamente 24 metros de longitud, y se obtuvieron 100 barriles de aceite, junto con algo de ámbar gris.
Tenía algunos arpones incrustados en su cuerpo…
Según cuentan en las bambalinas literarias, Herman Melville quedó tan impactado con el texto de Reynolds, que lo usó de modelo para escribir su obra maestra:
“Moby-Dick”
Pero no fue el único novelista es escribir sobre grandes ballenas:
Allan Poe, Lovecraft, y Verne, también le deben.
La transformación de “Mocha” a “Moby”, sin embargo, presenta un misterio mayor.
Melville mismo, nunca explicó el origen de esta última palabra...
No obstante, el investigador chileno, Antonio Saldías, Don Antonio de Petrel, en 1988, comenzó a investigar sobre Mocha Dick, dando con antecedentes que lo llevaron a escribir 2 artículos el año 1989, hasta confirmar que la ballena Mocha Dick, o Moby Dick, “era chilena”
Cabe destacar que en Chile, en la cultura indígena mapuche, existe el mito del Trempulcahue, que son 4 ballenas que llevan el alma de los mapuches que mueren hasta La Isla de Mocha, para embarcarse en su viaje final.
En 2005, en la costa de Chile, se filmó a varios de estos cachalotes albinos...
Mocha Dick no era, aparentemente, la única ballena blanca en el mar…
Un ballenero sueco, afirmo haber capturado una ballena macho, muy vieja, frente a las costas de Brasil, en 1859.
Y se reportó que en 1954, un hombre que vivía en Nantucket, aseguraba haber arponeado una ballena blanca en 1902.
En 1952, la revista Time, reporto el arponeo de una ballena blanca en las costas del Perú.
Así pues, desde 1991, se ha reportado la observación de una ballena jorobada, cerca de Australia, llamada “Migaloo”
El 23 de abril de 2012, un equipo de científicos rusos, ha avistado por primera vez, una orca adulta, completamente blanca, que podría considerarse un ejemplar albino.
Además, los científicos han podido grabar al animal en vídeo, y tomar varias fotografías para analizarlas posteriormente.
La nombraron “Iceberg”
“Consideramos a la ballena como inmortal, en cuanto especie, por más que sea perecedera en su individualidad.
Nadaba por los mares antes que los continentes salieran a la superficie; nadaba antaño sobre la sede actual de las Tullerías, del castillo de Windsor, y del Kremlin.
En el diluvio universal, despreciaba el arca de Noé, y si alguna vez el mundo ha de inundarse otra vez, como Los Países Bajos, para exterminar las ratas, entonces la eterna ballena seguirá sobreviviendo, y alzándose sobre la cresta más allá de la inundación en El Ecuador, lanzará a los cielos el chorro de su desafío espumeante”
Herman Melville, sobre “Moby-Dick”

“That ain't no whale; that a great white god”



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