愛のコリーダ (L’Empire des Sens)

“佐田吉永遠に私たちの2”
(Sada Kichizō los dos para siempre)

Aunque existe una gran cantidad de cintas, que abordan temas referentes a la sexualidad, con la sexualidad explícitamente retratada, pocas de estas cintas, logran a través del poder gráfico del sexo, llevarnos a un ejercicio interno y personal.
La obsesión sexual hacia el otro, se convierte en un tema común, y en nuestra memoria aparecen, sin duda, imágenes que nos remiten a nuestra propia interacción con algún otro.
Sada Abe (阿部 定), de 31 años, era una cortesana japonesa, que fue muy conocida por asfixiar eróticamente a su amante, Kichizō Ishida (石田 吉蔵) de 42 años, el 18 de mayo de 1936, y cortarle sus genitales.
Por ese crimen, fue encarcelada, pero salió después de La Segunda Guerra Mundial.
Su historia fue muy popular en Japón, alcanzando notoriedad mundial.
Sada era la 7ª de 8 hijos de una familia de clase media alta japonesa de fabricantes de tatamis de Kanda, y de la que solo 4, de sus 8 hijos, llegaron a adultos, siendo Sada la más joven.
Ella fue una niña consentida e irritable.
Violada a los 14 años, cultivó un temperamento, y una identidad sexual casi indescifrable que llevó a sus padres a “venderla” a una escuela de geishas, esperando dar un rumbo a su vida, a la par que ingresaban por ello, unos réditos, tradición muy común en la época.
Sada, comenzó a trabajar como prostituta en Osaka, y luego en Tokio, en los años 1930, pero en realidad, creció en un burdel en el distrito rojo de Tobita, en Osaka, como prostituta de lujo, o geisha de bajo rango.
Allí se ganó una gran reputación como generadora de problemas…
Robando a los clientes, e intentando abandonar el prostíbulo en varias ocasiones.
Luchó contra la sífilis, y sus explotadores proxenetas, hasta que consiguió escapar y cambiar su identidad para evitar pagar las deudas contraídas con ellos.
A pesar de su dilatada experiencia sexual, todavía no conocía la parte espiritual de la entrega amorosa.
Acabó de camarera en el hotel Yoshidaya, un pequeño hostal de la Capital del este, regentado por Kichizō Ishida, el que se iba a convertir en su mejor, y más veraz amante.
Paradójicamente, fue él quien descubre en sus primeros escarceos, la vertiente más hedonista de la sexualidad a Sada.
Aunque pronto se sobrepasarían todos los límites de las relaciones sexuales convencionales, para caer en el más alto sibaritismo porno-erótico, y sadomasoquista.
Poco a poco, la exacerbación de la libido de Sada, fue degenerando en una enfermiza veneración fálica.
Los escasos paseos fuera de la “Tea House” o “Machiai”, pequeño Hotel del Amor en Ogu, en Tokio, los hacía ella con su mano, bajo el kimono, sobre los genitales de su amante.
La posesión no agobiaba, en absoluto, a él, sexualmente omnívoro, quién alimentaba su pasión con las veleidades de su meretriz.
Kichizō era un hombre objeto, siempre sometido siempre debajo, exhausto, y obsesionado con darle ese “gran orgasmo” que nunca llega a Sada.
El impulso destructivo, o “Thanatos”, se produce cuando ambos empiezan a introducir el dolor, como fuente de placer.
Kichizō se entrega una y otra vez, complacido, al peligroso juego de asfixiofilia, propuesto por su amante.
En la última noche, el 18 de Mayo de 1936, Sada utilizó su obi, para cortar la respiración de Kichizō durante su éxtasis, mientras éste suplicaba…
Pero estaba feliz de ser utilizado como un objeto, siempre entregándose a los deseos de Sada Abe.
Según figura en los datos históricos, él consensuó junto con ella, su propia muerte; y le pidió que no se detuviera al momento de estrangularlo.
Alrededor de las 2 de la madrugada, mientras dormitaba, Sada estranguló a Kichizō con su connivencia, hasta causarle la muerte, alcanzando el delirio tántrico buscado.
Una sensación que, según ella, la colmaría el resto de sus días.
Inmediatamente después, ella le cortó pene, y testículos a su amante, envolviéndolos en una revista, y llevándolos a todas partes en su bolso de mano, cual relicario.
Algunas fuentes señalan, que no fue en su bolso, sino en el interior de su propio cuerpo, donde guardó su trofeo sexual.
Antes de abandonar el escenario, Sada talló su nombre con un cuchillo de cocina, sobre el brazo inerte de su novio, y escribió con su sangre:
“Sada, Kichizō Futari-kiri”, o “Sada, Kichizō juntos” sobre las mismas sábanas mortuorias.
“Después de haber matado a Kichizō, me sentí totalmente a gusto, como si una carga pesada se levantara de mis hombros, y experimenté una sensación de claridad absoluta.
Cogí sus genitales, porque no podía llevarme la cabeza, o el cuerpo conmigo.
Escogí la parte de él que me traía los mejores recuerdos” son las declaraciones de Sada Abe, a la policía.
Cuando la policía descubrió el cadáver, y hasta que capturó a la prófuga, se desató el llamado “Abe Sada Panic”; o miedo a acabar bajo los brazos de la amante asesina.
Un falso avistamiento en la ciudad de Ginza, provocó incluso un gigantesco atasco por estampida, que sólo cesó al declararse falsa la alarma.
Pocos días más tarde, Sada Abe fue detenida en la ciudad de Osaka, mientras intentaba comerse su reliquia, para prolongar su éxtasis ahora necrofílico…
Después de tan solo 6 años de condena por asesinato en segundo grado, y mutilación cadavérica, Sada se trasladó a la prefectura de Saitama.
Se convirtió en una celebridad, y paradójicamente, una autoridad en materia sexual, y de libertades.
Idolatrada por la cultura tradicional japonesa, escribió una autobiografía de mucho éxito:
“Memorias de Abe Sada: La Mitad de una Vida de Amor”, y participó en varios “Best-Seller” como “Confesiones Eróticas de Sada Abe”, basado en sus declaraciones a la policía.
Sada Abe, desapareció en la década de 1970, y actualmente se la da por muerta.
El pene y los testículos de Kichizō, permanecieron en exhibición pública, en el departamento de patología de La Universidad de Tokio, hasta poco después de La Segunda Guerra Mundial.
La historia de ambos, trascendió con míticos matices, y se convirtió en inspiración de infinidad de artistas.
Sada Abe, se convirtió en una figura femenina, mítica de la cultura japonesa, a raíz de este acontecimiento.
El acto conmocionó al país entero, y mientras las instituciones condenaban a Sada a 6 años de cárcel, surgía en los ámbitos populares, una simpatía y veneración por esa mujer, que iba adquiriendo una aureola de sacerdotisa del erotismo y de la muerte.
“素敵な、暖かいすべての佐田、内部”
(Dentro de Sada, todo agradable y cálido)
愛のコリーダ (L’Empire des Sens) es una película erótica, franco-japonesa, del año 1976, escrita y dirigida por Nagisa Ôshima.
Protagonizada por Eiko Matsuda, Tatsuya Fuji, Aoi Nakajima, Taiji Tonoyama, Kanae Kobayashi, Melka Seri, entre otros.
愛のコリーダ (L’Empire des Sens) está basada en una historia real, ocurrida en Japón, en los años 30 del siglo pasado.
La historia, podría considerarse como un arquetipo de congruencia, porque llevó sus convicciones políticas y obsesiones sociales, a cualquier extremo imaginable.
Los guiones del director, denotan un semblante donde la opresión, el desconsuelo, el hartazgo, la pornografía violenta, y una polémica siempre injustificada, son el parpadeo constante de su filmografía.
Y 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) significó su 22º trabajo como cineasta, y aunque no podría considerarse su obra maestra, porque no representa con elocuencia, la complejidad de su talento, es sin duda, la más trascendente, la que lo rescatará por siempre del olvido.
El guión retrata una historia de obsesión maniática, de adulterio y prostitución, cargada de erotismo compulsivo.
Son 2 escapistas del horror militar, que desafían las insalvables tradiciones sociales, usando para ello, un sorprendente arsenal patológico, cortesía de “Monsieur eros”
Ella: Ex-prostituta, ninfómana, desequilibrada, e hipersensible.
Él: Sumiso nihilista, mamado de satiriasis, y subyugado a los encantos de la mujer.
La pasión del sexo entre ambos, se transforma en el único sentido de la relación.
El sexo destrona la seducción, y la relación misma genera otros sentidos.
Filmada en 1976, 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) intenta no solamente ser una despedida al tradicionalismo, y a las reglas propias del Japón surgido de la post-guerra, cuyo progreso tras un modelo económico de consumo, es objeto de crítica y repudio por su realizador, el provocateur Nagisa Ôshima.
Su filmografía denota insurrección y desapego al conformismo, independencia, y desafío a lo establecido, y 愛のコリーダ (L’Empire des Sens), lleva esta naturaleza, a un estado de fuga, donde en todo momento, toma con orgullo, ser la primera producción japonesa de temática pornográfica “hardcore” de su historia fílmica.
Única en su género, la cual destroza las convenciones del género “pinku eiga/roman porno” de su época.
愛のコリーダ (L’Empire des Sens), evoca una tradición de refinamiento erótico y amatorio, que había florecido en la sociedad japonesa del siglo X y, tras desaparecer en La Era de Los Samurais, resurgió en los ámbitos aristocráticos de los siglos XVII y XIX.
La monogamia impuesta a principios del siglo XX en el Japón moderno fue, de hecho, una moda importada de Occidente, que pretendía contribuir a la modernización del país.
Así que sería un error pensar, que el comportamiento de los amantes protagonistas de esta historia, se alimenta de la literatura de autores como Sade, porque pese a conocer estas fuentes, el director se sitúa de pleno, en la tradición erótica oriental.
Aunque el título en japonés de 愛のコリーダ es “Ai no korîda”, que en español significa algo así como “corrida de toros del amor”, es menos poético que el usado para Francia “L’Empire des Sens” o Hispanoamérica “El Imperio de Los Sentidos”, ciertamente describe mejor el tono capital de esta cinta.
El título en japonés “Ai no korîda”, que juega con la connotación exótica de la españolidad, nos remite a las fuentes intelectuales que influyeron sobre Nagisa Ôshima en esa época, en particular los escritores franceses:
Michel Leiris y Georges Bataille.
El título en francés “L'Empire des Sens” es una ironía derivada del libro “L'Empire des Signes” o “El Imperio de Los Signos” de Roland Barthes de 1970, acerca del Japón.
La preposición “In” del título en inglés, se generó a partir de un error en la traducción.
La persona encargada de diseñar los materiales en inglés para la película, asumió que la palabra “in” o “dans”, que aparecía en el material de la producción en francés, que no se refería a los actores que aparecían en la película, sino que formaba parte del propio título.
El nombre conservó esa equivocación, y los títulos que se han utilizado para este filme en otros idiomas, han hecho del error, una tradición.
愛のコリーダ (L’Empire des Sens) se rodó en Japón, en la ciudad de Kioto.
Los rollos de película utilizados durante la filmación, se enviaron directamente a París, para ser positivados, que era un lugar donde uno puede rodar a una mujer adulta tocando a un niño de unos 7 años, allí donde a uno le suben varios tonos la voz, sin ningún problema legal.
No obstante, 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) es hija de su tiempo, los 70, la época en la que el sexo eclosionó en el cine francés, y fue allí donde se montó la versión definitiva, que se presentó, de hecho, en El Festival Internacional de Cine de Cannes; y generó una gran controversia en su estreno.
Aunque la intención del director fue darle una distribución comercial muy amplia, las escenas de sexo explícito entre los actores principales, generaron una censura que, al menos en Japón, sigue vigente en la actualidad, pues sí se exhibe, pero con escenas cortadas, imagino que tiene una duración de 30 minutos a lo sumo, pues 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) es puro sexo puro...
Y es que 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) no fue creada para estimular sexualmente, pese a haber sido acusada en Japón, en un largo proceso por delito de “obscenidad”, según el artículo 175 del Código Penal nipón, sino para reflexionar sobre la dimensión sagrada del sexo, elevada la consecución del goce absoluto, a religión del cuerpo.
De ahí que sea un film que rebasa su naturaleza subversiva, para retratar la relación hombre-mujer, bajo matices de gran profundidad sentimental, y erotismo a flor de piel.
La historia transcurre en 1936, en Tokio, y cuenta la historia de Sada Abe (Eiko Matsuda), una exprostituta, que ahora trabaja como parte de la servidumbre de un hotel.
Conoce allí al propietario del hotel, Kichizō Ishida (Tatsuya Fuji), casado con la ama, y muy activo sexualmente, y ambos se hacen amantes de una manera tan intensa, que buscan experimentar tanto en lo sexual, como en el consumo de bebidas alcohólicas, y en muchas otras autocomplacencias.
Su relación se irá nublando cada vez más, y en sus vidas no habrá lugar más que para el sexo, olvidando por completo todo lo demás, el sueño, la comida, la vida…
El crescendo sexual entre ambos protagonistas, culminará con Ishida, muriendo por asfixia erótica, tras lo cual, Sada Abe lo castra, y escribe con sangre en el pecho de su amante:
“Sada y Kichizō juntos para siempre”
愛のコリーダ (L’Empire des Sens), es una ventana a la psicología más profunda de la vida en pareja, donde el cuerpo se convierte en el vehículo para intentar encontrar el verdadero significado de un amor que trasciende normas e instituciones, que se vuelven inoperantes y arcaicas, ante símbolos poderosos como la individualidad, y el espíritu en total libertad.
Ôshima ofrece visualmente, un cierto pero ambiguo contexto que explica el deseo incansable de Sada por el placer carnal, dejando claro que ambos amantes, estaban destinados a consumar su atracción hasta las últimas consecuencias.
愛のコリーダ (L’Empire des Sens) en sí, forma parte de un ciclo prolífico en el cine mundial, donde las barreras de lo clásico, son derrumbadas por cineastas independientes, y de ideas frescas, que alcanzarían un período de total libertad, y recibiendo incluso, “carta blanca” por parte de los grandes emporios cinematográficos.
“あなたは、ハァッの愛のすべての時間を作りたい?”
(¿Quieres hacer el amor todo el tiempo, eh?)
1976, fue el año del estreno de 愛のコリーダ (L’Empire des Sens), y debió ser un año muy difícil para la censura en Japón.
Las estrictas leyes de censura en ese país, no habrían permitido la finalización de la producción, considerando la postura estética del director.
Para superar estas dificultades, la producción se registró oficialmente como francesa, y el material filmado, terminaría por ser procesado y editado en Francia.
En su estreno en Japón, y en todas las ediciones generadas a partir de entonces, las escenas sexuales se han censurado.
Inicialmente, se prohibió en su estreno en El Festival de Cine de Nueva York de 1976, pero tiempo después, comenzó a exhibirse en los Estados Unidos sin cortes, algo muy similar a lo que ocurriría en Alemania.
Como dato anecdótico, cuando fue estrenada en Estados Unidos, la venta de huevos, se incrementó inesperadamente…
Y no apareció en video casero, hasta el año 1990.
Por razones relacionadas con las normas de exhibición locales, se han eliminado distintas partes, en cada país.
Por ejemplo:
El Comité Británico de Clasificación de Películas, le asignó un certificado “18”, apropiada sólo para adultos, y dejó intactas todas las escenas sexuales, pero ordenó que se modificara, para que no se viera, una escena en la que se ve que se castiga a un pre púber, golpeándole el pene.
Sin embargo, se distribuyó sin modificación alguna en Francia, en los Estados Unidos, incluido el actual DVD, por Fox Lorber Films, en Los Países Bajos, y en muchos otros lugares.
愛のコリーダ (L’Empire des Sens) fracturó la ventana por donde el mundo occidental podía asomarse a la exploración franca y directa de la sexualidad de Oriente.
Y es que la historia de Nagisa Ôshima, es contada sin miramientos.
El director recurre de manera explícita, a:
La felación, la penetración, la eyaculación, y la mutilación, en una relación sexual llevada a sus límites, que sólo culminará con la entrega máxima, definitiva.
Actores célebres, de vidas ejemplares, se brindaron a realizar el papel más importante de su vida:
A interpretarse haciendo lo que nunca se muestra, lo que, prohibido, se relega a la esfera de la penumbra rojiza, asfixiante, de la habitación donde se hermanan el sexo y la muerte.
En愛のコリーダ (L’Empire des Sens), como en toda su filmografía, abunda el uso de la cámara como herramienta de exploración moral.
De hecho, este es un filme cerrado, confinado a la habitación de la mujer, a la que el hombre acude en busca de placer; donde son escasos los momentos en que la cámara sale de la habitación.
Su absoluta madurez técnica y formal, hizo que se convirtiera en una obra hermosa y dramática que muestra, sin falsedades o hipocresías, intensos climas eróticos.
Se dice que los ahorcados, experimentan una erección en el momento de la muerte, y es justamente esta experiencia, la que vive la pareja.
No obstante, 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) no analiza en profundidad, la condición de Abe como personaje del folklore japonés, y se centra, más bien, en las relaciones de poder, entre los personajes femenino y masculino.
Muchos críticos, la han escrito como una exploración de los rasgos mórbidos del erotismo en la cultura japonesa, y de su obsesión por la muerte.
Y Ôshima ha sido criticado, por usar escenas de sexo explícito, para atrapar la atención del público, pero el director afirma que esa característica, el sexo explícito, es precisamente, uno de los elementos centrales del diseño.
No hay brutalidad ni morbo en las escenas, no hay animalidad ni instinto; sólo la belleza de quien se entrega a otro sin conciencia de los bordes, o fronteras.
Pero hay otra cosa tiene en común con el porno, y es que sus actores no fingen…
En el contexto histórico de un Japón Imperial, en proceso de industrializarse, y de librar guerras con sus vecinos, en 1931, Japón recién invadía Manchuria, y se ganaba el repudio de La Liga de Las Naciones, el sexo se convierte para ellos, en el lenguaje común de la pérdida y del hallazgo.
Entroncado con una sociedad japonesa machista, donde las mujeres son posesión del hombre; ambos personajes se despojan de cualquier negativa, se permiten golpearse, morderse, compartirse con otros y otras, se exhiben, multiplican cada una de las sensaciones que experimentan juntos, o por separado, y todo esto para decirnos que, conforme dejan crecer la pasión que sienten por el otro, más necesario se vuelve seguir alimentándola.
Sada, es una mujer de extrema sensibilidad, y libre de prejuicios al satisfacer por piedad a un viejo vagabundo, mostrándole su sexo, y tocando sus genitales.
Pero también, es una mujer agresiva, al atacar a otra sirvienta que la insulta, llamándola prostituta.
Es entonces cuando el amo, Kichizō, repara en ella, diciéndole con cierta sorna:
“¿Por qué usar estas manos para matar, pudiendo usarlas para el placer?”
Sada se encargará de demostrarle que, una y otra cosa, pueden resultar equivalentes.
La joven, que en un principio se siente ultrajada y humillada ante la omnipotencia de la erección dominante del macho, acaba consiguiendo un plano de igualdad, cuando el amo abandona a su esposa, para casarse con ella.
La progresiva adopción por parte de Aba, de la postura activa en el coito, situada encima de Kichizō, indica su creciente poder erótico, que convierten a su amante, en un hombre objeto, cuya único deseo es satisfacer a su hembra, proporcionarle, cada vez más exhausto, ese orgasmo que nunca llega, mientras Sada, como “Mantis Religiosa”, rejuvenece tras cada fornicación:
“Por favor, no puedo seguir esperando”, acota extasiada…
Ese orgasmo que, si ya es calificado comúnmente como “pequeña muerte”, aspira a más, a la gran muerte, a la total, la definitiva:
“Lo que te da placer a ti, me hace feliz a mí”...
“¿Por qué te has parado?
Casi había llegado al éxtasis.
¿Te ato las manos?
Voy a matarte.
Es monstruoso.
Es maravilloso”, se dicen en los diálogos.
Para Sada, la idea de quitarle la vida a Kichizō, por motivos de abandono, de posesión, de carencia, o de diferencia de edad, se vuelve un tema recurrente.
Quizá es ella, la que desde su infinita sucesión de orgasmos, nos advierte que el amor no sobrevive si no hay pasión, o que no hay amor que sea real, si la pasión no lo gobierna todo, incluso más allá del deseo de ver al otro vivo, y a nuestro lado.
Con una candidez sorprendente, Ôshima pone en el mapa de esta exploración del erotismo, un número importante de escalas, tremendamente vitales, como la dependencia al contacto físico, o la permuta de la invasión del cuerpo por el cuerpo del otro.
Nos deja descubrir, a través de los personajes, la razón de los celos, los motivos de vivir, o de dejar vivir al otro; nos permite por un instante mágico, ver una ecuación abrumadoramente cierta:
Cuando la pasión es más grande que lo que existe en la vida para alimentarla, es la vida, la que deja de tener sentido para cualquiera.
Es interesante cómo愛のコリーダ (L’Empire des Sens) plantea en todo momento, el acto sexual como un proceso donde ambos sufren, y cuya única salida es el abandono del mundo mortal.
El placer que demuestran los protagonistas, no es el de satisfacción plena, sino de culpa, incluso una sutil pena, en la cual, el pudor se torna victorioso en ocasiones.
Este ambiente enrarecido, es producto de la sociedad japonesa de la época, y a la cual, Ôshima desmenuza en momentos atinados, y se despide de ella, al tiempo en el que Kichizō le da la espalda a un desfile militar, rechazando el pasado belicoso de su nación, para abrazar la paz y la satisfacción interior que le brindan los brazos de su amada.
Este mensaje insurgente, nunca fue aceptado por las instituciones de gobierno, quienes condenaron a愛のコリーダ (L’Empire des Sens), y a sus productores.
Las ideas principales, son la muerte y el sexo, ambas conviven de una forma totalmente unánime, formando una férrea simbiosis, no nos engañemos que no solo trata de sexo, lo que ocurre es que las imágenes son totalmente explicitas, en cuanto a este género, incluso si se me permite decirlo, la insistencia en el tema sexual, se hace exagerada en ocasiones, llegando a ser obsesiva y repetitiva, no solo por los protagonistas, sino también por el propio director, ya que en algunas escenas, se hace bastante reiterativo, sin aportar mucho más a la obra.
Si 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) es una película esencialmente transgresora, no es sólo por su estética, por lo que muestra, sino por la subversión que en el terreno ético y moral presupone la opción de sus protagonistas, una reivindicación del goce de la mujer hasta sus últimas consecuencias, el sacrificio voluntario del macho, que santifica a víctima y verdugo, ya que ambos ha sido arrebatados por la tiranía del placer.
En palabras del propio Ôshima:
“Mientras los otros japoneses eran movilizados para morir en los campos de batalla, existía este hombre, Ishida Kichizō, que murió con alegría, para satisfacer la sexualidad de una mujer”
El coito, rito mortal e inmortal, alcanza así en 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) dimensiones trascendentales, y extraordinarias.
Cabe señalar que después de visionarla, comerse un huevo duro, tiene una dimensión insospechada.
“私はあなたの過敏を崇拝するので”
(Porque adoro su hipersensibilidad)
La asfixia erótica, también llamada “hipoxifilia” o “hipofixiofilia” es más común de lo que parece, y es probable que se haya disparado gracias a la Internet, donde ya tiene terminología propia:
“Breath control play” o juego de control de respiración; “Terminal sex” o sexo terminal; “Scrafing” o estrangulación; “Bagging” o asfixia provocada con bolsas; “Gasper” o juegos de estrangulación con otras parejas, escoja usted...
Esta práctica, parece remontarse a varios siglos de antigüedad:
Está registrada como práctica entre los esquimales, y algunos pueblos asiáticos.
La práctica de la auto asfixia erótica, se ha documentado desde principios del 1600.
Al principio, se utilizaba como un tratamiento para la disfunción eréctil.
La idea de iniciar esta práctica, pudo ser consecuencia de la observación de que algunos reos ejecutados en la horca, desarrollaban una erección, que duraba a veces, incluso después de la muerte, la muerte en erección, y de vez en cuando, incluso se observó, que el condenado eyaculaba durante el ahorcamiento, o después.
Se dice que fue introducida en Europa, por soldados de La Legión Extranjera Francesa, a su regreso de La Guerra de Indochina.
Parece ser que estas prácticas, la empleaban en los prostíbulos de Extremo Oriente, para aumentar la sensación del orgasmo…
Según un informe del FBI, de 1999, entre 500 y 1.000 personas, mueren cada año por esta causa en EEUU, la mayoría hombres menores de 30 años.
La hipoxifilia, es considerada por algunos, como una parafilia o desviación, y en muy pocas sociedades, es castigada penalmente, como sí ocurre, por ejemplo, con la pedofilia.
Más allá de si hay problemas psicológicos detrás del que acude a esta técnica, la verdad es que con este método se incrementa la sensación de placer.
“La técnica produce cambios momentáneos en el cerebro, que inducen estados de euforia semejantes a los producidos por el óxido nitroso, o gas de la risa”, asegura Luis Alberto Ramírez Ortegón, Director del Departamento de Investigación Científica del Instituto de Medicina Legal de Colombia, y autor de 2 artículos sobre el tema.
La persona experimenta sensación de mareo, disminución del control del yo, vértigo, júbilo, regocijo, e incremento de las sensaciones de la masturbación, la intensidad del orgasmo, el placer, y la excitación.
El propio Nagisa Ôshima, se encargó de atajar la polémica que originó su obra, entre quienes la consideraban “pornográfica” o “erótica”
“Hice una película pornográfica”, dijo; y al hacerlo, evidenció la inconveniencia de tratar de dar definiciones, y mucho menos de establecer diferenciaciones entre erotismo y pornografía, simplemente porque nadie sabe, a ciencia cierta, cuál es el límite, o la imprecisa frontera entre ambas experiencias.
Durante el proceso, Nagisa Ôshima no aceptó nunca, establecer la diferencia entre obra de arte, y obscenidad.
Su defensa se basó en el uso de la liberad, en su sentido más amplio, afirmó que “la obscenidad, sólo existe en la mente de los fiscales, y en quién la reprime, y que en el mundo no hay ninguna cosa que sea en sí misma obscena”
Raymond Lefèvre, en su trabajo:
“El Porno no ha alcanzado su Edad de Oro”, trata sin embargo de establecer una distinción exclusivamente fílmica con su teoría de la “estética del close up”
Dice que “lo que separa, en el cine, al erotismo de lo pornográfico, es la elección entre el plano medio, usual en las escenas eróticas, y el “close up”, muy empleado en el cine “porno”
Más que un problema estético, es una cuestión de mirada, porque el plano semi-general, simula; y el “close up” revela.
Por eso el “porno” aseguró el triunfo del “close up”, y logró que el sexo perdiera ese misterio preservado por el puritanismo.
Pero el “close up” es eficaz, en la medida en que la duración de la visión es limitada, porque el espectador no resiste la “hipertrofia de la duración”
Pornográfico o erótico, 愛のコリーダ (L’Empire des Sens) es un filme magistral; realidad o ficción…
“Busco un hombre que me torture sexualmente hasta matarme”, escribió en Internet, Sharon Lopatka, un ama de casa de 35 años de Hampstead, EEUU, días antes de ver su sueño cumplido.
El 13 de octubre de 1996, se citó con el analista de sistemas, Robert Glass, un padre separado de 45 años, y sostuvo con él relaciones violentas, hasta que su cuerpo no resistió más, y murió estrangulada con un hilo de nailon…
Y 10 años después, el caso es célebre, no sólo por haber sido uno de los primeros homicidios acordados por Internet, sino por tratarse de uno de los más contundentes ejemplos de “hipoxifilia” o “asfixiofilia” aquel placer sexual que aumenta por asfixia inducida.
Y es que gozar al borde de la muerte, es una desviación sexual, sobre la cual no hay estadísticas, pues por lo general, los casos sólo salen a la luz pública, cuando hay muertos.
Y no son pocos:
El 22 de noviembre de 1997, Michael Hutchence, líder de la banda INXS, fue encontrado muerto, desnudo, y ahorcado con su propio cinturón, en su suite del 5º piso del hotel Ritz Carlton, en las afueras de Sydney, Australia.
Aunque el juez concluyó que se trataba de un suicidio, la desnudez, y el lugar elegido para colgarse, dejaron la sospecha de que la causa había sido por asfixia, cuando estaba realizando prácticas autoeróticas.
El 4 de junio de 2009, el actor David Carradine, fue hallado muerto en su habitación de hotel en Bangkok, Tailandia, con signos de haber practicado la asfixiofilia
Así pues, la búsqueda de la posesión absoluta, del máximo grado de placer, sólo encuentra descanso en la destrucción.

“私は、あなたが美しいならそれは素晴らしいことだと思う”
(Creo que es maravilloso, eres hermosa)



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