Левиафан (Leviathan)

“Ад правда видел слишком поздно”
(El infierno es la verdad vista demasiado tarde)
Thomas Hobbes.

Según La Biblia, Leviatán es una bestia marina, nacida de la voluntad divina, una bestia marina del Antiguo Testamento, a menudo asociada con Satanás, creada por Dios, según Génesis 1:21.
El término “Leviatán”, ha sido reutilizado en numerosas ocasiones, como sinónimo hoy en día, de “gran monstruo” o “criatura”
“Leviathan, or The Matter, Forme and Power of a Common Wealth Ecclesiasticall and Civil”, comúnmente llamado “Leviathan”, es el libro más conocido del filósofo, y político inglés, Thomas Hobbes, publicado en 1651.
Su título hace referencia al monstruo bíblico Leviatán, de poder descomunal:
“Nadie hay tan osado que lo despierte...
De su grandeza tienen temor los fuertes...
No hay sobre La Tierra quien se le parezca, animal hecho exento de temor.
Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios”
La obra de Hobbes, marcadamente materialista, puede entenderse como una justificación del Estado Absoluto, a la vez que como la proposición teórica del Contrato Social, y establece una doctrina de derecho moderno, como base de las sociedades, y de los gobiernos legítimos.
Rusia, es una nación cuya situación sociopolítica se encuentra, hoy más que nunca, pasando por una turbia encrucijada…
Su historia reciente, se ve ensamblada por insólitas e indignantes muestras de lo que es capaz de acontecer, en una nación donde la autoridad y sus aplastantes esbirros, se encuentran a favor de los poderosos.
La despersonalización de las clases media y baja, pareciera ser el principal motor de este apabullante fenómeno, mismo que presiente a su pueblo, como un grupo de entes desechables, a los que se debe de pisotear en nombre de los intereses de aquellos que son capaces de ganar el favor de las instituciones.
Hay un gran monstruo que atenaza nuestras vidas, que se expande por tierra y mar…
Un monstruo bíblico:
Dragón, serpiente, y cocodrilo a la vez, la espantosa bestia, anuncia un cataclismo aterrador.
Es la burocracia entera, la que está aliada en su corrupción…
Los deleznables y estomagantes efectos de la corrupción política rusa, la connivencia entre todos los poderes fácticos, la imposibilidad de vencer a la maquinaria del Estado, cuando no hay Estado digno de tal nombre, o las mafias y corruptelas, están por encima de las instituciones y de las leyes.
Querer ir contra el hampa corrupta, contra los descastados adoradores del becerro de oro, de las pieles ensangrentadas, de los sanedrines universitarios, de las Iglesias vanidosas y palabreras… nada está al servicio del ciudadano, sino que se oficia un pandemónium fatalista, contra el que es imposible vencer.
La venganza cruenta y desoladora, como única realidad lacerante.
“Вся власть исходит от Бога.
До тех пор, как он его устраивает, не бойтесь”
(Todo el poder viene de Dios.
Mientras le convenga, no temas)
Левиафан (Leviathan) es un drama ruso, del año 2014, dirigido por Andrey Zvyagintsev.
Protagonizado por Vladimir Vdovichenkov, Elena Lyadova, Aleksey Serebryakov, Anna Ukolova, Roman Madyanov, Lesya Kudryashova, entre otros.
El guión es de Andrey Zvyagintsev y Oleg Negin.
La historia de Левиафан (Leviathan), es vagamente, inspirada en la figura mitológica, en el libro de Hobbes, en la temática basada en la historia bíblica de la viña de Nabot, y vagamente basado en la historia bíblica de Job.
Job en hebreo significa “perseguido”, es una figura bíblica, sometida a una opresiva prueba por Satanás, con autorización de Dios, y a cuya dignidad y temple para salvar la adversidad, recurren tanto el judaísmo, como el cristianismo, considerándolos ejemplo de santidad, integridad de espíritu, y fortaleza ante las dificultades.
Andrey Zvyagintsev, hilvana esta metáfora apocalíptica, con el fin de evocar la angustia de un hombre desesperado, y sumido en la incertidumbre, perseguido por sus miedos, y aterrorizado, de cara al futuro.
Se inspira principalmente, en la célebre novela “Leviathan, or The Matter, Forme and Power of a Common Wealth Ecclesiasticall and Civil” (1651) de Thomas Hobbes, una reflexión política, en torno a la relación entre el hombre y El Estado, estudiada en numerosas aulas de clase, que dice algo así como:
“El punto de vista de Thomas Hobbes, en lo que respecta al Estado, es el de un filósofo de cara al pacto entre el hombre y el diablo:
Lo concibe como un monstruo engendrado por el hombre, para evitar la guerra de “todos contra todos”, y como resultado del deseo comprensible de garantizar la seguridad, en detrimento de la libertad, su única posesión real”
Zvyagintsev, habló sobre el origen de Левиафан (Leviathan):
“Un amigo me contó la historia de un hombre que vivía en Colorado, y que se rebeló en contra de una poderosa empresa.
El hombre destruyó algunos edificios, antes de quitarse la vida.
Esta historia, pudo haber ocurrido en cualquier lado; decidimos trasladar la historia a Rusia, y sí hay un precedente que es la historia antigua, la historia del pobre Job, en La Biblia”
Por su parte, el productor Alexander Rodnyansky, ha dicho:
“Se trata de algunos de los problemas sociales, más importantes de la Rusia contemporánea, mientras que nunca se conviertan en el sermón de un artista, o de una declaración pública, es una historia de amor y tragedia, vivida por la gente común”
Левиафан (Leviathan) contiene varios registros, que alternan en la denuncia social, la sátira, el drama familiar, y la tragedia; aborda un escandaloso tema político y familiar, llevando al espectador, a atestiguar un drama sólido e impío, que deja en evidencia, la fragilidad del hombre, ante las fuerzas titánicas del sistema neoliberal.
En ella encontramos esa disección de la traumática relación padre-hijo, también el retorcido triángulo amoroso, o el inevitable control social del poder.
Левиафан (Leviathan) obtuvo una nominación al Premio Oscar como Mejor película de habla no inglesa.
La fotografía principal de Левиафан (Leviathan), se llevó a cabo en la ciudad de Kirov, cerca de Murmansk, en la península de Kola.
Левиафан (Leviathan) sigue a Kolya (Aleksey Serebryakov), quien vive en un pueblito a orillas del mar de Barents, al norte de Rusia.
Tiene un taller de mecánica, al lado de su casa, donde vive con Lilya (Elena Lyadova) su joven esposa, y Roma (Sergey Pokhodaev), su hijo, fruto de una relación anterior.
El Alcalde del pueblo, Vadim Cheleviat (Roman Madyanov) está decidido a apropiarse de la casa, y del taller de Kolya, a toda costa.
Primero, intenta comprar el terreno, pero Kolya no está dispuesto a vender...
Frente a la negativa de Kolya, y de un familiar abogado llamado Dmitri Seleznyov (Vladimir Vdovichenkov), para impedir ese proyecto, El Alcalde decide utilizar los métodos más drásticos de corrupción, violencia, y coacción que conoce.
Sin embargo, cuando la casa parece ser el gran problema, Kolya descubre que hay otros conflictos más a su alrededor, conflictos que podrían acabar con el universo familiar que lo rodea.
Una de esos estratos, lo ocupa Dmitri, un viejo amigo, y colega de armas en el ejército, ahora abogado de oficio, que llega desde Moscú, para intentar ayudar a Kolya, en su enfrentamiento con El Alcalde, y que provocará una serie de situaciones que desembocarán en el drama... y son muchos…
El tema de la crisis de la pareja, del adulterio, y de la culpabilidad, de la amistad viril, de la relación padre – hijo, el papel del Estado, y de la religión, están presentes en el alma rusa, con personajes de gran humanidad.
El adulterio que viene a quebrar la amistad entre hombres, y el conflicto con el hijo, son elementos dramáticos, bien conducidos en esta irónica, y desesperada denuncia de los abusos de poder en la Rusia actual.
Un Estado de “negación del derecho” contra el que intentan enfrentarse el protagonista, y su amigo abogado, venido de Moscú.
Левиафан (Leviathan), tiene muchos más grandes monstruos en las profundidades, debajo de la poderosa trama.
Simultáneamente, es un ensayo moderno sobre el sufrimiento, un “thriller” de composición abierta, y una comedia negra sobre la sociedad, y lo más importante de todo:
Es una parábola política, apenas velada, empapada de amarga ironía, que apunta contra el corrupto y corrosivo régimen de Vladimir Putin.
“…Будучи в состоянии уничтожить их, если они отказываются...”
(...ser capaz de destruirlos si se niegan...)
Interesante e intensa película rusa, aborda un tema de notoria actualidad, Левиафан (Leviathan) llega en un momento crucial a nivel político, con Rusia convertida en nación homófoba, y odiada en Europa.
Es una precisa y certera, aunque demasiado subrayada crítica a la entrada definitiva de Rusia, en el más salvaje capitalismo.
El director proclama a los 4 vientos, que su intención era analizar la reacción humana, frente a una adversidad que la sobrepasa, pero para los espectadores atentos a los escasos efluvios democráticos del actual presidente ruso, le ha salido un espeluznante y radical retrato de su país.
El director presenta un trabajo estremecedor, que recorre de forma paralela, 2 sendas igualmente dolorosas:
Por un lado, nos encontramos con un conjunto de personajes, que deambulan incómodamente entre los albores de una institución familiar, lograda a medias, cuyos defectos consustanciales, se dejan presentir en cada instante.
Un asunto que, invariablemente, traerá consigo odios y rencores, que desgarrarán los velos filiales de la cotidianeidad.
A estos conflictos íntimos, se les suma la amenaza de lo invencible:
La mano dura del poder tiránico, entidad ciega que destruye a todo aquel que no cede a su seductora corrupción, y cuya principal inquietud es, la de lograr sus truculentos objetivos, sin importar quién salga herido mortalmente en el camino.
Una cruenta particularidad de la Rusia contemporánea, que se ha visto inflamada ineludiblemente, gracias al acenso de Vladimir Putin al poder, y que Zvyagintsev captura en toda su crudeza, a manera de denuncia.
Es en este punto, donde nos encontramos con la función más radicalizada del Séptimo Arte.
El documento fílmico, deja de ser un mero despliegue de profundidad estética, para volverse una herramienta comprometida con el desenmascaramiento de las fuerzas esclavizantes del mundo actual.
En este contexto se nos presenta a  Kolya, mecánico de automóviles, enfrentado al Alcalde, que maquina un proceso de desahucio ilegal, para utilizar el terreno con fines lucrativos.
Con calma, evitando subrayados, trabajando el fuera de campo, y la elipsis, se nos presenta a los otros personajes del conflicto:
A su actual esposa, obrera de la conservera local, harta de conflicto, y rechazada abiertamente por el hijo de Kolya.
Dimitri, amigo de Kolya, abogado moscovita, que viene confiado de su poder para derrotar al corrupto Alcalde mediante un chantaje.
Y por fin, al propio Alcalde, un alcohólico obeso, despótico e inseguro de sus métodos mafiosos ante los ojos de Dios, pero prepotente ante los conciudadanos, o trabajadores a los que trata de súbditos.
La implacable dirección nos presenta a todos, y cada uno de los personajes de modo certero, sin una palabra, o un plano de más, con la suficiente precisión para entender, progresivamente, los motivos que les mueven.
Si durante unos instantes creemos, en que el plan de Dimitri va a funcionar, no tardamos en entender, que están pidiendo un imposible.
Kolya reivindica sus derechos sobre una casa, y un terreno que son ancestralmente suyos; pero es, simplemente, un pobre diablo, tan dado al vodka como todos los demás, y que no atiende a razones.
Su pareja, es el nudo del conflicto dramático, atrapada entre la lealtad a su marido, y su deseo de huir de la pesadilla en que están sumidos.
Dimitri, tras su capa de eficiencia, demuestra vanidad, y un gran desconocimiento de la realidad rusa, más allá de las calles, y la modernidad moscovitas.
El Alcalde, ogro implacable, es presentado en sus conversaciones con El Pope, no sólo como un hipócrita, sino realmente como un personaje monstruoso, al que sin embargo, otros poderes superiores, pueden manipular.
Partiendo de la alegoría social, pero también del microcosmos familiar, Zvyagintsev crea una metáfora tan inteligente y lúcida, como imaginativa y cautivadora.
Y lo hace a través de ese monstruo marino, popularmente conocido como “Leviatán”, pero también, de esa bestia humana, universalmente señalada como Poder.
Haciendo un potentísimo uso de la elipsis, asombrando con una inesperada e hilarante comicidad en algunas de sus más destacadas secuencias, la trama de Левиафан (Leviathan) se desarrolla a través de una construcción modélica, la de una sentencia de desahucio, que puede desembocar en sentencia de muerte.
El guión de Oleg Negin y Andrey Zvyagintsev, destaca y critica de modo evidente, el papel que la Iglesia Ortodoxa rusa, y sus Popes juegan en el regreso de Rusia a sistemas políticos y económicos que potencian la corrupción, y de la que sacan no pocos beneficios, que desde luego, están mucho más allá de lo espiritual...
El uso de cuadros, con famosas autoridades rusas, en una escena de tiro al blanco, que van de Lenin a Brehznev, nadie se salva, e inclusive Putin aparecerá aquí y allá, deja en claro el intento del director, de transformar su “Leviatán”, en una dura crítica de la Rusia actual, y su desprecio por los trabajadores, aplastados por el poder combinado del Estado y la Iglesia.
Y aunque Левиафан (Leviathan) es una crítica al gobierno ruso, éste apoyo la realización…
Así lo explica el director:
“Estoy orgulloso de que Левиафан (Leviathan) haya recibido el apoyo financiero del gobierno ruso, a través del Ministro de Cultura, y que fuimos capaces de llegar a un entendimiento entre nosotros.
Tengo toda la intención de permanecer en mi país, y seguir haciendo películas”
Zvyagintsev, ha declarado que los temas de la historia, el sufrimiento, y el despojo, son pertinentes en la actual sociedad rusa.
Pero “Leviatán”, ese monstruo marino de La Biblia, también posee otra acepción muy interesante:
Título del mítico ensayo político de Thomas Hobbes, en que el filósofo construye una Teoría del Estado, monstruo devorador de individuos, y definido como autoritario, corrupto, y absolutista...
Lucidez que ha traspasado los siglos, y poco ha cambiado.
Y la figura de Job, ha sido evocada en boca del propio cineasta.
Kolya, es construido a la manera de un antihéroe, víctima de sí mismo, y de una sociedad que dice proteger a sus ciudadanos, cuando en realidad los condena.
Zvyagintsev va “engordando” su obra, transformándola literalmente, en una adaptación del Libro de Job de La Biblia, de hecho lo mencionan directamente, con la aparición de curas corruptos, enganchados con las autoridades del lugar, de manera tal que, hasta parecen organizar todos los acontecimientos para arruinarle la vida a Kolya.
Sin embargo, lo que impide que Левиафан (Leviathan) termine por convencer, no es el mal manejo del suspenso, o el ritmo del relato, sino que, en un momento queda claro, que los personajes y las situaciones, no son más que piezas en un intento demasiado evidente, de hacer algún tipo de fuerte declaración política.
El problema de la última parte, es que todas las alegorías y metáforas acumuladas, con los barcos encallados, los esqueletos de las ballenas, los discursos de los curas, y las citadas fotos; van haciendo perder un poco de vista, lo que debería ser más central:
La historia de este hombre, su mujer, su hijo, y su abogado, un grupo que se va fracturando, a partir de errores propios, y presiones ajenas.
Otro aspecto donde Левиафан (Leviathan) cojea bastante, es en su sonido:
Se extraña una buena banda sonora, que eleve la escena al mismo cielo donde la sube la fotografía, pues sólo consigue resonar, y hacerse notar con convicción, al final, a ritmo de acordes casi funerarios...
No obstante, uno de los mayores aciertos de Левиафан (Leviathan), está en lo que no vemos:
La calidad de las elipsis es extraordinaria.
La mayor violencia, una pelea, una muerte, un acto de traición, apenas queda registrada.
El Alcalde, un patán canijo, estrábico y borracho, es un villano bufo aterrador.
Uno tiene la certeza de que, en Rusia, el sistema contiene multitud de piezas como él.
Un par de confrontaciones, algún encuentro, y se pone en marcha el mecanismo…
Sus espectaculares localizaciones, su maravillosa fotografía, y arrebatadores encuadres, nos son más que pequeños/grandes detalles, que dotan de valor cualitativo, aquello que verdaderamente importa:
Su inteligente, concienciado, y estimulante mensaje.
Zvyagintsev tiene buena mano para las imágenes-símbolo.
Construye iconos visuales de gran potencia cinematográfica:
La casa de Kolya, con esa cristalera luminosa, es puro desafío.
Alrededor, un mundo en que personas, barcos, coches, y edificios, están todos en ruinas.
Como contrapunto, despachos, tribunales, y jerga judicial, con esa asepsia y rigidez tan repulsivas.
Y la grúa…
Ese plano frontal, emocionalmente demoledor, y casi subjetivo, el punto de vista es, quizás, el alma herida de la casa; o, lo que viene a ser lo mismo, la ausencia de sus habitantes, ese plano digo, en que la bestia-máquina alarga el cuello hacia nosotros, es impresionante pues hemos vivido allí.
Es, evidentemente, la imagen-símbolo del nuevo “Leviatán”:
La grúa, también sustituye al monstruo de La Biblia.
Son Job, y Hobbes, 2 influencias claras, de pronunciación semejante, y con bestia marina de fondo, las que, parece ser, llevaron a este formidable cineasta, a enfrentarse al “Leviatán”
El estoicismo del santo, ante las pruebas opresivas de Satanás, con permiso de Dios, eso sí, y la filosofía política del pensador inglés, comparecen constantes durante el intenso argumento.
“Si 2 hombres desean una cosa que no pueden ambos gozar, devienen enemigos en su camino, hacia su fin, que es principalmente, su propia conservación, y a veces sólo su delectación; y se esfuerzan mutuamente en destruirse, o subyugarse”, decía Thomas Hobbes, hace casi 5 siglos.
Pero si uno de los hombres ostenta el poder establecido, el nivel de enemistad, y sobre todo, el de destrucción y subyugo, se ve descompensado.
Hobbes vertebró su afamada obra en el hombre, el estado, y la iglesia, contribuyendo, y casi marcando los actos de Левиафан (Leviathan)
Un mensaje honestamente duro hacia La Iglesia, con un epílogo que hace emanar al espectador, multitud de reflexiones sobre el mismo.
“No sé si Dios existe, pero La Iglesia tiene dinero para crearlo”
Con la tragedia cerca de su final, El Alcalde, el personaje más siniestro, pero también el más complejo, comenta:
“Dios lo ve todo”
Y se aferra a la tradición, a la familia, y a la religión, pese a desarrollar sus oscuras y bárbaras maquinaciones.
Quizás, estaría más tranquilo si recibiera algún castigo…
Pero esta desazón, forma parte de él y del mundo en el que vive, dónde un diablo como él, ha podido medrar y campar a sus anchas.
Es cierto, Dios lo ve todo, pero no hace nada por evitarlo.
La religión ya no es el opio del pueblo.
El vodka es más accesible.
Cerrando un círculo, Левиафан (Leviathan) concluye en lúgubre tranquilidad.
Los restos de barcos, el esqueleto de la ballena, siguen en su lugar, varados, como toda esperanza de cambio…
“... Постоянном страхе, и опасность насильственной смерти; и жизнь человека, одинокого, плохой, неприятный, жестокой и короткой”
(...miedo continuo, y el peligro de muerte violenta; y la vida del hombre, solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta)
El mal es general, e impregna todos los países, todas las culturas, y todas las ideologías.
Es la verdadera calamidad contemporánea, que se viste de mil ropajes, y se defiende con 100 mil cantos de sirenas oportunistas y tunantes, que tratan de maquillar lo abominable del discurso, con la retórica más conveniente para cada ocasión, y circunstancia.
Cuando no hay instituciones sólidas, quedamos en manos del demagogo de turno, que manipula, tergiversa, compra, y vende favores, y adapta su discurso para acomodar el mensaje a cada circunstancia.
El mal es endémico, y cuando no hay refugio, sólo queda un reguero de cadáveres.
“Todos somos culpables de algo”, se dice en Левиафан (Leviathan).
Incompetencia profesional, corrupción, presidentes que se perpetúan saltando desde el comité central, a un partido supuestamente democrático, abuso de poder, censura, y violación repetida de Derechos Humanos, infiltración de mafias en cuerpos del estado, connivencia de gobierno con lobbies, estados fallidos…
La evolución es desesperanzadora y escalofriante, y parece ser una realidad en buena parte de los países de la órbita soviética, o en buena parte del territorio de muchos de ellos, de países “europeos” a Asia Central.
No somos el mejor modelo a seguir, gracias a políticas abanderadas desde el Gobierno y el Ministerio del Interior, con la ley mordaza, la falta de transparencia en los centros de extranjería, y las devoluciones en caliente; pero como mínimo, hasta ahora, podemos escribir estas líneas, twittear, o manifestarnos sin miedo a que alguien nos espere frente a nuestra casa, nos meta en un coche, y nos haga desaparecer…
Левиафан (Leviathan) va mucho más allá, porque describe perfectamente, cómo el sistema puede pervivir, puede crecer, con la combinación de ignorantes, personajes que parecen ajenos a la realidad, poderosos y débiles.
Левиафан (Leviathan) es el sistema y es, como cita un Pope:
“Una criatura a la que no se puede vencer o frenar”
Nadie sobrevive a la fuerza implacable del “Leviatán”

“Можете ли вы тянуть в Левиафан с рыболовным крючком, или связать его язык с веревкой?
Вы можете положить шнур через нос или проколоть его челюсть с крюком?
Будет ли он держать вас умоляю о пощаде?
Будет ли он поговорить с вами с нежными словами?”
(¿Se puede pescar al Leviatán con un anzuelo, o amarrar su lengua con una cuerda?
¿Se puede poner un cable a través de su nariz, o perforar su quijada con un gancho?
¿Se mantendrá pidiendo clemencia?
¿Va a hablar con nosotros, con palabras suaves?)



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