1000 to 1: The Cory Weissman Story
“No odds are too great”
Las enfermedades cerebrovasculares, constituyen, en la actualidad, uno de los más importantes problemas de salud pública.
Son la 3ª causa de muerte en el mundo occidental, la 1ª causa de invalidez permanente entre las personas adultas, y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano.
No obstante, se ha demostrado que los ataques cerebrovasculares (ACV) en niños de 0 a 14 años, son los que tienen más facilidad de recuperación, debido a que tienen un cerebro flexible, y joven.
El daño cerebral, supone una rotura en la trayectoria vital del paciente y, por su elevado coste sociosanitario, condiciona las situaciones familiares, sociales, e institucionales.
Los términos “ataque cerebrovascular” (ACV), o “accidente cerebrovascular”, es una enfermedad cerebrovascular (ECV), llamada también:
“Infarto cerebral”, “derrame cerebral” o, menos frecuentemente, “apoplejía” son utilizados como sinónimos del término “ictus”; el cual tiene 2 formas bien diferenciadas:
“ictus isquémico” o “infarto cerebral”, es una isquemia, o disminución importante del flujo sanguíneo en el cerebro, de manera anormalmente brusca.
Y el “ictus hemorrágico”, “derrame cerebral” o “hemorragia cerebral” es la hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral.
Los síntomas de un ataque cerebrovascular, son muy variados en función del área cerebral afectada.
Desde síntomas puramente sensoriales, a los puramente motores, pasando por los síntomas sensitivomotores; los más frecuentemente diagnosticados, son los siguientes:
Pérdida de fuerza en un brazo o una pierna, o parálisis en la cara (hemiparesia/hemiplejía)
Dificultad para expresarse, entender lo que se le dice, o lenguaje ininteligible (Disartria)
Dificultad al caminar, pérdida de equilibrio, o de coordinación.
Mareos, dolor de cabeza brusco, intenso, e inusual, casi siempre acompañado de otros síntomas.
Pérdida de la visión en uno, o ambos ojos.
Además de las manifestaciones físicas, hasta un 50% de las personas que sobreviven a su ataque cerebral, sufren depresión durante los primeros años.
A pesar de esto, en la mayoría de los casos se omite el diagnóstico, lo que repercute negativamente en el paciente.
No obstante, numerosos cuadros de ataque cerebrovascular (ACV), de baja intensidad y duración, pasan inadvertidos por lo anodino de la sintomatología:
Parestesias, debilidad de un grupo muscular poco específico, su actividad es suplida por otros grupos musculares.
Episodios amnésicos breves, pequeña desorientación, etc.
Son estos síntomas menores, los más frecuentes, teniendo una gran importancia, porque ponen sobre aviso de la patología subyacente, de una forma precoz.
Así pues, un escenario como el Gettysburg College, una escuela privada de la localidad de Gettysburg, que se hizo famosa por la batalla decisiva durante La Guerra Civil de EEUU, y por el discurso de Gettysburg de Abraham Lincoln, va a tener en la historia, otro episodio trascendental.
Resulta que un joven común y corriente de dicha universidad, mientras hacía levantamiento de pesas con un amigo, Cory Weissman intentó levantar una pesa, pero no lo pudo lograr…
Entró en un pasillo, y no podía sentarse con la espalda recta; mientras él y su amigo se dirigieron a la sala de entrenamiento deportivo en busca de ayuda, su pierna izquierda se volvió inútil, dejándolo arrastrar la pierna, siendo cargado por su amigo.
El lado izquierdo de la cara de Cory, estaba entumecido, también.
Un entrenador de atletismo, de inmediato reconoció que el joven de 19 años de edad, probablemente estaba teniendo un derrame cerebral...
Y así fue, una maraña de arterias y venas en el cerebro, una malformación arteriovenosa (MAV), había reventado.
Cory Weissman había nacido con ese problema, pero como con la mayoría de los pacientes con MAV, se descubrió de manera brutal.
2 días más tarde, Cory se sometió a un procedimiento para detener el sangrado; y en menos de 2 semanas, se trasladó a un centro de rehabilitación.
Él todavía no podía usar su lado izquierdo; ni siquiera podía caminar...
Sin embargo, al ser deportista, el baloncesto le ayudó de grandes y pequeñas maneras.
Una pelota autografiada por sus amigos, se convirtió en un compañero constante; y regatearla le ayudó a revivir la sensación en su mano izquierda, que se había paralizado.
Por encima de todo, el deporte le dio una esperanza.
“Antes de mi carrera, mi fuente de motivación, era convertirse en un mejor jugador”, dijo Cory.
“Una vez tuve el accidente cerebrovascular, en mi cabeza, yo todavía era un jugador de baloncesto, así que mi motivación era conseguir volver a la cancha.
Nunca dudé de que iba a lograrlo”
Y así fue, Cory regresó a la escuela, a sólo unos meses más tarde, y pasó de una silla de ruedas, a un bastón para caminar muy lentamente, pero lo más importante, lo hacía por su cuenta.
La cirugía para extirpar el AVM, dejó una cicatriz en forma de C en su cabeza, y le dañó un nervio que provocó que nunca iría a controlar totalmente el tobillo, y el pie izquierdos.
También, sufrió una docena de ataques...
A pesar de que nunca se rindió, en su último año de universidad, Cory estaba usando su camiseta con el #3, después de haber anotado 1,000 puntos en baloncesto, la jornada finalizó con un único punto de Cory…
Y esta es su historia:
Un chico que le dio 1,000 puntos a su equipo en el colegio, en la universidad, tras su accidente cerebrovascular, anotó 1…
Su historia se extendió rápidamente, impulsado por un video mostrado en ESPN.
Y Hollywood lo encontró irresistible, también.
Mientras muchos momentos deportivos parecen hechos para la pantalla grande, éste en realidad, hizo el salto.
“Just me being a basketball player again”
1000 to 1: The Cory Weissman Story es un drama de 2014, dirigido por Michael Levine.
Protagonizado por David Henrie, Beau Bridges, Jean Louisa Kelly, Hannah Marks, Luke Kleintank, Cory Weissman, entre otros.
El guión es de Bob Burris, inspirado en el accidente médico acontecido a Cory Weissman.
El germen de 1000 to 1: The Cory Weissman Story inició cuando Bruce Gordon, ex vicepresidente Senior, y Director Financiero de Disney Interactive Media Group, se acercó a Janet Morgan Riggs, Presidente de Gettysburg College, con una propuesta para hacer la película sobre Cory Weissman, por lo que accedió inmediatamente.
La mayor parte del rodaje de 1000 to 1: The Cory Weissman Story, se realizó en el campus de la Universidad de Gettysburg, con el mismo Cory Weissman, furtivamente realizando un cameo.
Y es que 1000 to 1: The Cory Weissman Story, ofreció un sinnúmero de oportunidades para los estudiantes, ya que completaron una amplia gama de tareas, y ofreció una oportunidad única, para obtener experiencia práctica... en un ambiente de trabajo cinematográfico, para muchos que quieren hacer carrera en el medio.
El DVD, y la descarga digital, tienen una inserción del American Stroke Association, para explicar las señales de advertencia de un derrame cerebral, y un anuncio de servicio público, sobre cómo detectar un derrame cerebral rápido.
Así las cosas, 1000 to 1: The Cory Weissman Story, sigue a Cory Weissman (David Henrie), una estrella del baloncesto de la escuela secundaria, que anotó 1,000 puntos; y se espera de él, que sea un atleta destacado en Gettysburg College.
Cory es un estudiante de primer año, y trabajador optimista, preparándose para asumirse como un buen deportista, pero al comienzo de su 2º año, sufre un derrame cerebral catastrófico:
El lado izquierdo de su cuerpo, quedó paralizado.
Sólo una acción rápida, realizada por su mejor amigo, Brendan “Pops” Trelease (Luke Kleintank), y una carrera para salvar su vida, en la sala de entrenamiento atlético, le impidió morir.
A pesar de los muchos desafíos que enfrentó, como la difícil terapia física, la ruptura emocional con la chica que amaba, y momentos oscuros que amenazan con consumirlo; Cory prevalece, con el amor y el apoyo de su mejor amigo, su familia, su escuela, y sobre todo, por su espíritu indomable; y a base de esfuerzo, consiguió salir como titular a la cancha, una vez más, aunque sólo fuera unos segundos.
“Before the stroke, my source of motivation was to become a better player”
La inspiradora historia real de Cory Weissman, una estrella del baloncesto de la escuela secundaria, que anotó 1,000 puntos, es una película sobre el regreso contra todo pronóstico, de un golpe que amenazó la vida de Cory Weissman, pero con la ayuda de su madre Tina (Jean Louisa Kelly), un terapeuta físico, así como el fomento de ambos, su dedicado entrenador de baloncesto (Beau Bridges), y su novia Jess Evans (Hannah Marks), que ama a Cory tal y como es, lo harán salir adelante.
1000 to 1: The Cory Weissman Story, destaca por el crecimiento personal de Cory, que fue el resultado de esa experiencia que cambia la vida, y un sorprendente acto de deportividad, en el partido de baloncesto final, donde Cory hace su primer, y único punto de su carrera universitaria.
Son muchos los retos que debe enfrentar, de acuerdo a 1000 to 1: The Cory Weissman Story, en su largo proceso de recuperación:
Depresiones, pérdida del control de su cuerpo, terminación de una relación amorosa, perdida de la capacidad de concentración, y de la memoria, sentimientos de ira, desesperación, y frustración, perdida de la fe en Dios; y tal vez, la principal que aborda 1000 to 1: The Cory Weissman Story, su sueño de jugar baloncesto con la liga de su universidad.
Pero, gracias a su tenacidad, perseverancia, amor por la vida, y un deseo de conseguir sus sueños, logra cambiar su panorama, y su vida misma.
Si bien es cierto, 1000 to 1: The Cory Weissman Story es bastante lacrimógena, no es de lágrima fácil…
Terrible de ver los ataques sufridos, el desengaño amoroso, y la recuperación de la adversidad son lo de mejor de la obra, y como no podía ser de otra manera, el actor principal, no raya el patetismo, y sale bien parado de una interpretación que resultó natural, y creíble.
La obra es una obra maestra, en el sentido de reconocer, valorar, enfrentar y padecer un accidente cerebrovascular, con la importancia de la familia, la amistad y el amor, para poder salir adelante.
“Once I had the stroke, in my head, I was still a basketball player, so my motivation was to get back on the court.
I never doubted I was going to do that”
En realidad, los primeros auxilios que corresponden a un ataque cerebrovascular (ACV), una hemorragia cerebral, o ictus, deben ser llevados a cabo, lo más pronto posible, por personal médico, manteniendo mientras tanto al afectado, en la mayor calma e inmovilidad, sin esfuerzos ni violencias posible, hasta la llegada del personal médico, sin administrarle al afectado, ningún fármaco no prescrito por autoridad médica.
Las 4 primeras horas, son cruciales para la atención de quien sufre un ACV, y por ese tiempo, es necesaria la participación de médicos.
Para considerar la existencia de un ACV, por leve que este sea, recordar que un ataque cerebrovascular leve, puede transformarse en grave, se debe tener en cuenta el siguiente cuadro sintomático, llamado en inglés “F.A.S.T.” o “‘rápido” en español, ya que ante estos síntomas, la atención médica debe ser urgente, que es la sigla de “Face”, “Arm”, “Speech Test”:
Test de rostro “Face”, brazos “Arms”, y habla “Speech”
“Face” o rostro:
Verificar la asimetría muscular involuntaria de las facciones.
“Arms” o brazos:
Cuando no puede mover voluntariamente uno, o ambos brazos, o cuando se siente una especial parestesia en uno, o en ambos brazos, o un “hormigueo”
“Speech” o habla:
Le cuesta hablar, y la voz del afectado, se escucha como la de alguien embriagado, o alcoholizado, aunque la persona afectada no haya tomado una bebida alcohólica.
Para los que lo padecen, requieren de un programa de rehabilitación interdisciplinaria, que provea una asistencia integrada para las personas que han sobrevivido a un ataque cerebral.
Que atienda tanto los aspectos motores, como los relacionados con el habla, los trastornos visuales, las actividades de la vida diaria, y las secuelas incapacitantes, como la espasticidad, para que el sobreviviente del ACV pueda alcanzar un grado de independencia suficiente, como para retomar, al menos parcialmente, sus actividades habituales.
Este equipo interdisciplinario, debe estar formado por fisioterapeutas, neuropsicólogos, fonoaudiólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales, y los relacionados con la medicina, como el médico fisiatra, el psiquiatra, y el neurólogo.
Otro grupo que se ve afectado, luego de un ACV, son los familiares y amigos de la persona, quienes requieren de orientación sobre la mejor manera de acompañar a la persona que se está recuperando de su ataque cerebral.
Esto fundamentalmente porque, ante la incertidumbre y angustia en la que se encuentran, pueden actuar obstaculizando el proceso de rehabilitación.
Así las cosas, la historia de Cory Weissman, lo hizo ser el 9º jugador en la historia de Gettysburg College en alcanzar el hito de los 1,000 puntos, y Cory lo hizo de manera sensacional.
Como recompensa, su nombre fue inscrito en una pared del gimnasio.
Y es que 3 años después de su incidente, en el último partido de su último año, improbable, incluso imposible, Cory volvió a la cancha de baloncesto.
Lo que sucedió después, rivaliza con los momentos más emotivos de la historia del deporte universitario; un momento cubierto por decenas de medios de comunicación nacional, incluyendo ESPN, Sports Illustrated, y The New York Times.
Posteriormente, Cory Weissman se graduó del Gettysburg, con una licenciatura en ciencias de la salud.
Vive en Los Angeles, y gracias a la promoción de 1000 to 1: The Cory Weissman Story, tiene la esperanza de iniciar una carrera como orador motivacional.
Él ya está siendo reconocido como un héroe por el American Stroke Association; y es apropiado, porque su historia, valida la importancia de conocer las señales de advertencia, y el tema que el accidente cerebrovascular, es tratable y vencible.
En sus discursos, el mensaje de Cory es simple y universal.
Se trata de superar los obstáculos, sean las que sean:
“I like to say it all starts with taking the first step.
My first step was waking up in the hospital and saying I was going to get back on the court.
If you don’t take that first step, you’ll never get anywhere”
Las enfermedades cerebrovasculares, constituyen, en la actualidad, uno de los más importantes problemas de salud pública.
Son la 3ª causa de muerte en el mundo occidental, la 1ª causa de invalidez permanente entre las personas adultas, y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano.
No obstante, se ha demostrado que los ataques cerebrovasculares (ACV) en niños de 0 a 14 años, son los que tienen más facilidad de recuperación, debido a que tienen un cerebro flexible, y joven.
El daño cerebral, supone una rotura en la trayectoria vital del paciente y, por su elevado coste sociosanitario, condiciona las situaciones familiares, sociales, e institucionales.
Los términos “ataque cerebrovascular” (ACV), o “accidente cerebrovascular”, es una enfermedad cerebrovascular (ECV), llamada también:
“Infarto cerebral”, “derrame cerebral” o, menos frecuentemente, “apoplejía” son utilizados como sinónimos del término “ictus”; el cual tiene 2 formas bien diferenciadas:
“ictus isquémico” o “infarto cerebral”, es una isquemia, o disminución importante del flujo sanguíneo en el cerebro, de manera anormalmente brusca.
Y el “ictus hemorrágico”, “derrame cerebral” o “hemorragia cerebral” es la hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral.
Los síntomas de un ataque cerebrovascular, son muy variados en función del área cerebral afectada.
Desde síntomas puramente sensoriales, a los puramente motores, pasando por los síntomas sensitivomotores; los más frecuentemente diagnosticados, son los siguientes:
Pérdida de fuerza en un brazo o una pierna, o parálisis en la cara (hemiparesia/hemiplejía)
Dificultad para expresarse, entender lo que se le dice, o lenguaje ininteligible (Disartria)
Dificultad al caminar, pérdida de equilibrio, o de coordinación.
Mareos, dolor de cabeza brusco, intenso, e inusual, casi siempre acompañado de otros síntomas.
Pérdida de la visión en uno, o ambos ojos.
Además de las manifestaciones físicas, hasta un 50% de las personas que sobreviven a su ataque cerebral, sufren depresión durante los primeros años.
A pesar de esto, en la mayoría de los casos se omite el diagnóstico, lo que repercute negativamente en el paciente.
No obstante, numerosos cuadros de ataque cerebrovascular (ACV), de baja intensidad y duración, pasan inadvertidos por lo anodino de la sintomatología:
Parestesias, debilidad de un grupo muscular poco específico, su actividad es suplida por otros grupos musculares.
Episodios amnésicos breves, pequeña desorientación, etc.
Son estos síntomas menores, los más frecuentes, teniendo una gran importancia, porque ponen sobre aviso de la patología subyacente, de una forma precoz.
Así pues, un escenario como el Gettysburg College, una escuela privada de la localidad de Gettysburg, que se hizo famosa por la batalla decisiva durante La Guerra Civil de EEUU, y por el discurso de Gettysburg de Abraham Lincoln, va a tener en la historia, otro episodio trascendental.
Resulta que un joven común y corriente de dicha universidad, mientras hacía levantamiento de pesas con un amigo, Cory Weissman intentó levantar una pesa, pero no lo pudo lograr…
Entró en un pasillo, y no podía sentarse con la espalda recta; mientras él y su amigo se dirigieron a la sala de entrenamiento deportivo en busca de ayuda, su pierna izquierda se volvió inútil, dejándolo arrastrar la pierna, siendo cargado por su amigo.
El lado izquierdo de la cara de Cory, estaba entumecido, también.
Un entrenador de atletismo, de inmediato reconoció que el joven de 19 años de edad, probablemente estaba teniendo un derrame cerebral...
Y así fue, una maraña de arterias y venas en el cerebro, una malformación arteriovenosa (MAV), había reventado.
Cory Weissman había nacido con ese problema, pero como con la mayoría de los pacientes con MAV, se descubrió de manera brutal.
2 días más tarde, Cory se sometió a un procedimiento para detener el sangrado; y en menos de 2 semanas, se trasladó a un centro de rehabilitación.
Él todavía no podía usar su lado izquierdo; ni siquiera podía caminar...
Sin embargo, al ser deportista, el baloncesto le ayudó de grandes y pequeñas maneras.
Una pelota autografiada por sus amigos, se convirtió en un compañero constante; y regatearla le ayudó a revivir la sensación en su mano izquierda, que se había paralizado.
Por encima de todo, el deporte le dio una esperanza.
“Antes de mi carrera, mi fuente de motivación, era convertirse en un mejor jugador”, dijo Cory.
“Una vez tuve el accidente cerebrovascular, en mi cabeza, yo todavía era un jugador de baloncesto, así que mi motivación era conseguir volver a la cancha.
Nunca dudé de que iba a lograrlo”
Y así fue, Cory regresó a la escuela, a sólo unos meses más tarde, y pasó de una silla de ruedas, a un bastón para caminar muy lentamente, pero lo más importante, lo hacía por su cuenta.
La cirugía para extirpar el AVM, dejó una cicatriz en forma de C en su cabeza, y le dañó un nervio que provocó que nunca iría a controlar totalmente el tobillo, y el pie izquierdos.
También, sufrió una docena de ataques...
A pesar de que nunca se rindió, en su último año de universidad, Cory estaba usando su camiseta con el #3, después de haber anotado 1,000 puntos en baloncesto, la jornada finalizó con un único punto de Cory…
Y esta es su historia:
Un chico que le dio 1,000 puntos a su equipo en el colegio, en la universidad, tras su accidente cerebrovascular, anotó 1…
Su historia se extendió rápidamente, impulsado por un video mostrado en ESPN.
Y Hollywood lo encontró irresistible, también.
Mientras muchos momentos deportivos parecen hechos para la pantalla grande, éste en realidad, hizo el salto.
“Just me being a basketball player again”
1000 to 1: The Cory Weissman Story es un drama de 2014, dirigido por Michael Levine.
Protagonizado por David Henrie, Beau Bridges, Jean Louisa Kelly, Hannah Marks, Luke Kleintank, Cory Weissman, entre otros.
El guión es de Bob Burris, inspirado en el accidente médico acontecido a Cory Weissman.
El germen de 1000 to 1: The Cory Weissman Story inició cuando Bruce Gordon, ex vicepresidente Senior, y Director Financiero de Disney Interactive Media Group, se acercó a Janet Morgan Riggs, Presidente de Gettysburg College, con una propuesta para hacer la película sobre Cory Weissman, por lo que accedió inmediatamente.
La mayor parte del rodaje de 1000 to 1: The Cory Weissman Story, se realizó en el campus de la Universidad de Gettysburg, con el mismo Cory Weissman, furtivamente realizando un cameo.
Y es que 1000 to 1: The Cory Weissman Story, ofreció un sinnúmero de oportunidades para los estudiantes, ya que completaron una amplia gama de tareas, y ofreció una oportunidad única, para obtener experiencia práctica... en un ambiente de trabajo cinematográfico, para muchos que quieren hacer carrera en el medio.
El DVD, y la descarga digital, tienen una inserción del American Stroke Association, para explicar las señales de advertencia de un derrame cerebral, y un anuncio de servicio público, sobre cómo detectar un derrame cerebral rápido.
Así las cosas, 1000 to 1: The Cory Weissman Story, sigue a Cory Weissman (David Henrie), una estrella del baloncesto de la escuela secundaria, que anotó 1,000 puntos; y se espera de él, que sea un atleta destacado en Gettysburg College.
Cory es un estudiante de primer año, y trabajador optimista, preparándose para asumirse como un buen deportista, pero al comienzo de su 2º año, sufre un derrame cerebral catastrófico:
El lado izquierdo de su cuerpo, quedó paralizado.
Sólo una acción rápida, realizada por su mejor amigo, Brendan “Pops” Trelease (Luke Kleintank), y una carrera para salvar su vida, en la sala de entrenamiento atlético, le impidió morir.
A pesar de los muchos desafíos que enfrentó, como la difícil terapia física, la ruptura emocional con la chica que amaba, y momentos oscuros que amenazan con consumirlo; Cory prevalece, con el amor y el apoyo de su mejor amigo, su familia, su escuela, y sobre todo, por su espíritu indomable; y a base de esfuerzo, consiguió salir como titular a la cancha, una vez más, aunque sólo fuera unos segundos.
“Before the stroke, my source of motivation was to become a better player”
La inspiradora historia real de Cory Weissman, una estrella del baloncesto de la escuela secundaria, que anotó 1,000 puntos, es una película sobre el regreso contra todo pronóstico, de un golpe que amenazó la vida de Cory Weissman, pero con la ayuda de su madre Tina (Jean Louisa Kelly), un terapeuta físico, así como el fomento de ambos, su dedicado entrenador de baloncesto (Beau Bridges), y su novia Jess Evans (Hannah Marks), que ama a Cory tal y como es, lo harán salir adelante.
1000 to 1: The Cory Weissman Story, destaca por el crecimiento personal de Cory, que fue el resultado de esa experiencia que cambia la vida, y un sorprendente acto de deportividad, en el partido de baloncesto final, donde Cory hace su primer, y único punto de su carrera universitaria.
Son muchos los retos que debe enfrentar, de acuerdo a 1000 to 1: The Cory Weissman Story, en su largo proceso de recuperación:
Depresiones, pérdida del control de su cuerpo, terminación de una relación amorosa, perdida de la capacidad de concentración, y de la memoria, sentimientos de ira, desesperación, y frustración, perdida de la fe en Dios; y tal vez, la principal que aborda 1000 to 1: The Cory Weissman Story, su sueño de jugar baloncesto con la liga de su universidad.
Pero, gracias a su tenacidad, perseverancia, amor por la vida, y un deseo de conseguir sus sueños, logra cambiar su panorama, y su vida misma.
Si bien es cierto, 1000 to 1: The Cory Weissman Story es bastante lacrimógena, no es de lágrima fácil…
Terrible de ver los ataques sufridos, el desengaño amoroso, y la recuperación de la adversidad son lo de mejor de la obra, y como no podía ser de otra manera, el actor principal, no raya el patetismo, y sale bien parado de una interpretación que resultó natural, y creíble.
La obra es una obra maestra, en el sentido de reconocer, valorar, enfrentar y padecer un accidente cerebrovascular, con la importancia de la familia, la amistad y el amor, para poder salir adelante.
“Once I had the stroke, in my head, I was still a basketball player, so my motivation was to get back on the court.
I never doubted I was going to do that”
En realidad, los primeros auxilios que corresponden a un ataque cerebrovascular (ACV), una hemorragia cerebral, o ictus, deben ser llevados a cabo, lo más pronto posible, por personal médico, manteniendo mientras tanto al afectado, en la mayor calma e inmovilidad, sin esfuerzos ni violencias posible, hasta la llegada del personal médico, sin administrarle al afectado, ningún fármaco no prescrito por autoridad médica.
Las 4 primeras horas, son cruciales para la atención de quien sufre un ACV, y por ese tiempo, es necesaria la participación de médicos.
Para considerar la existencia de un ACV, por leve que este sea, recordar que un ataque cerebrovascular leve, puede transformarse en grave, se debe tener en cuenta el siguiente cuadro sintomático, llamado en inglés “F.A.S.T.” o “‘rápido” en español, ya que ante estos síntomas, la atención médica debe ser urgente, que es la sigla de “Face”, “Arm”, “Speech Test”:
Test de rostro “Face”, brazos “Arms”, y habla “Speech”
“Face” o rostro:
Verificar la asimetría muscular involuntaria de las facciones.
“Arms” o brazos:
Cuando no puede mover voluntariamente uno, o ambos brazos, o cuando se siente una especial parestesia en uno, o en ambos brazos, o un “hormigueo”
“Speech” o habla:
Le cuesta hablar, y la voz del afectado, se escucha como la de alguien embriagado, o alcoholizado, aunque la persona afectada no haya tomado una bebida alcohólica.
Para los que lo padecen, requieren de un programa de rehabilitación interdisciplinaria, que provea una asistencia integrada para las personas que han sobrevivido a un ataque cerebral.
Que atienda tanto los aspectos motores, como los relacionados con el habla, los trastornos visuales, las actividades de la vida diaria, y las secuelas incapacitantes, como la espasticidad, para que el sobreviviente del ACV pueda alcanzar un grado de independencia suficiente, como para retomar, al menos parcialmente, sus actividades habituales.
Este equipo interdisciplinario, debe estar formado por fisioterapeutas, neuropsicólogos, fonoaudiólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales, y los relacionados con la medicina, como el médico fisiatra, el psiquiatra, y el neurólogo.
Otro grupo que se ve afectado, luego de un ACV, son los familiares y amigos de la persona, quienes requieren de orientación sobre la mejor manera de acompañar a la persona que se está recuperando de su ataque cerebral.
Esto fundamentalmente porque, ante la incertidumbre y angustia en la que se encuentran, pueden actuar obstaculizando el proceso de rehabilitación.
Así las cosas, la historia de Cory Weissman, lo hizo ser el 9º jugador en la historia de Gettysburg College en alcanzar el hito de los 1,000 puntos, y Cory lo hizo de manera sensacional.
Como recompensa, su nombre fue inscrito en una pared del gimnasio.
Y es que 3 años después de su incidente, en el último partido de su último año, improbable, incluso imposible, Cory volvió a la cancha de baloncesto.
Lo que sucedió después, rivaliza con los momentos más emotivos de la historia del deporte universitario; un momento cubierto por decenas de medios de comunicación nacional, incluyendo ESPN, Sports Illustrated, y The New York Times.
Posteriormente, Cory Weissman se graduó del Gettysburg, con una licenciatura en ciencias de la salud.
Vive en Los Angeles, y gracias a la promoción de 1000 to 1: The Cory Weissman Story, tiene la esperanza de iniciar una carrera como orador motivacional.
Él ya está siendo reconocido como un héroe por el American Stroke Association; y es apropiado, porque su historia, valida la importancia de conocer las señales de advertencia, y el tema que el accidente cerebrovascular, es tratable y vencible.
En sus discursos, el mensaje de Cory es simple y universal.
Se trata de superar los obstáculos, sean las que sean:
“I like to say it all starts with taking the first step.
My first step was waking up in the hospital and saying I was going to get back on the court.
If you don’t take that first step, you’ll never get anywhere”
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