Blood Ties

“Crime runs in the family”

El enorme poder de la voluntad de destruir, que vemos en la historia humana, el “Eros & Tanatos” de Freud, está enraizado en la naturaleza del hombre, lo mismo que la tendencia a crear.
Creo que estamos en presencia de una patología social, que he denominado “Síndrome de Caín”, por su estructura sadomasoquista compleja, funcionalmente, independiente de cualquier otro abordaje epistemológico.
La figura bíblica de Caín, caracteriza la peculiar psicología del primogénito, celoso del hijo segundo, a quien considera como un “intruso”, un rival, un enemigo a quien hay que combatir.
El psicólogo francés, Charles Baudouin, fue el primero en usar el término “Complejo de Caín”, y escribe:
“Es el niño, al que le cabe en suerte un hermanito, reacciona primero, muy generalmente, con unos celos desmedidos, y de carácter completamente animal, que subsisten luego, latentes, y más o menos, bien reprimidos”
Para el psicoanálisis, “El Complejo de Caín”, no es más que una proyección del “Complejo de Edipo”, producido por el desplazamiento hacia el hermano, del odio hacia el padre.
En esta familia, nadie ha muerto asesinado, pero los desprecios flotan en el ambiente, de una forma sorpresiva, y constante.
“Listen, your mother... your mother was a bitch”
Blood Ties es una película de acción, del año 2013, dirigido por Guillaume Canet.
Protagonizado por Clive Owen, Billy Crudup, Marion Cotillard, Zoe Saldana, Mila Kunis, James Caan, Matthias Schoenaerts, Noah Emmerich, Lili Taylor, Charlie Tahan, Griffin Dunne, John Ventimiglia, Domenick Lombardozzi, Eve Hewson, Jamie Hector, Yul Vazquez, entre otros.
El guión es de Guillaume Canet y James Gray, que es a su vez, un remake del largometraje francés:
“Les Liens du Sang” (2008) de Jacques Maillot; que a su vez, está basado en la novela:
“Deux Frères: Flic & Truand”, de Michel y Bruno Papet.
Curiosamente, Blood Ties, también está dirigida por un francés, en éste caso, Guillaume Canet; que ha contado para ello, con un extenso elenco de rostros conocidos, y actores de renombre comercial.
Estamos en New York, en el año de 1974:
Chris Pierzynski (Clive Owen), ha cumplido una condena de varios años en prisión, por haber participado en un ajuste de cuentas.
Su hermano pequeño, Frank (Billy Crudup), es un agente de policía, con un prometedor futuro por delante, y que lo espera con reticencia, a la salida de la cárcel.
Chris y Frank, siempre han tenido “sus más y sus menos”
Su padre, Leon (James Caan), es la única persona que los crio, pero que siempre ha estado más del lado de Chris, a pesar de los problemas, que de Frank.
Sin embargo, sus lazos de sangre los unen y, por ello, Frank le da una oportunidad a su hermano:
Lo aloja, le encuentra un trabajo, le ayuda a retomar el contacto con sus hijos, y su ex mujer, Monica D'Amato (Marion Cotillard)
Pero Chris conoce a Natalie (Mila Kunis), que encarna la esperanza de emprender una nueva vida, pero pronto, su pasado lo llamará otra vez a su puerta, y Chris volverá a tomar la senda del crimen...
Así pues, entre las buenas intenciones, y la dura realidad, hay un trecho demasiado corto, pues “la cabra, siempre tira al monte”
Será entonces, cuando Frank se tenga que enfrentar al dilema de:
Ser leal a “los lazos de sangre”, o a su compromiso de hacer que se cumpla la ley.
Esta conflictiva relación entre ambos hermanos, de caracteres radicalmente opuestos, pero unidos, al fin y al cabo, por irrompibles sentimientos de admiración y cariño, es la columna vertebral sobre la que se sostiene Blood Ties.
No obstante, la historia no ofrece nada que no hayamos visto, mucho mejor a veces, con anterioridad, en multitud de películas.
“You're dying to, I know you are”
Pese a tratarse de una producción francesa, Blood Ties parece, tanto en el fondo como en las formas, una película hollywoodiense, principalmente por el lujoso elenco de estrellas que configura su reparto, y por la inconfundible mano de James Gray en el guión, escrito a 4 manos, junto al propio Canet.
Hay que reconocer, que esta historia criminal, ambientada en los EEUU de los 70, dentro del seno de una familia, bastante desestructurada, posee el mismo aroma del cine, que ha cultivado James Gray como director, con similares conflictos fraternales en su narración, que no suenan muy lejanos, por lo que el trabajo de dirección de Canet, pretende asemejarse estéticamente, al del maestro, sin llegar a encontrarle el pulso como debería.
Blood Ties, presta una mayor importancia a las relaciones humanas, y a los caprichosos azares del destino, que a los elementos policíacos; por lo que Canet traslada la acción de novela, al Brooklyn de los años 70.
Gran parte de la atmósfera de esa época, que se respira en Blood Ties, no se debe a los coches de la época, la decoración de las calles, o el vestuario, sino a la música, que desempeña un papel crucial.
Por otra parte, los actores manifestaron:
“Lo que me gustó del guión, es la complejidad de las relaciones personales, donde nada es lo que parece”, dijo el británico Clive Owen, sin mostrar entusiasmo.
“Es la 2ª vez que trabajo con él, y he visto la misma energía y fascinación a la hora de dirigir.
Dirige bien a los actores, y siente respeto por su trabajo.
Me encantaría volver a trabajar con él”, dijo Marion Cotillard, que además, es la pareja de Canet en la vida real...
¿Qué raro, no?
Para Zoe Saldana, como Canet es actor, resulta “más animado en sus descripciones, y sus indicaciones”
Mientras que para James Caan, que dijo estar muy decepcionado con el cine de franquicia que se hace ahora en Hollywood, Blood Ties ha sido una oportunidad para volver a rodar una de esas historias, que a él lo convirtieron en un intérprete de renombre, en los años 70.
Así pues, Blood Ties es una película de género correcta, y no más, una muestra de cine negro, de alcance muy comercial, aunque de sello nada personal.
Guillaume Canet, se vale de su espectacular “casting”, de una excelente fotografía retro, de textura acertadamente granulada, una omnipresente y evocadora banda sonora, plagada de hits de los 70', y un detallado trabajo de dirección artística, para concebir un “thriller” de hechuras clásicas, que sin embargo, carece de fluidez en el montaje, pues tampoco se envuelve de atmósfera alguna, y acaba por transitar lugares, decepcionantemente comunes.
Este drama, es ineficaz y demasiado largo, y aunque cuenta con un impresionante elenco, resulta demasiado inerte, como para conquistar.
Si bien el eje central de Blood Ties, es la historia fraternal, un ex presidiario y un policía:
La poca química entre los actores principales, podría ser el principal fallo.
En Blood Ties, tanto Clive Owen como Billy Crudup, están desacertados, no hay conexión entre ellos, y por tanto, pierde su fuelle principal.
Alrededor de ellos, pulula una serie de personajes secundarios, que robustecen la trama, dándole una mayor dimensión dramática, especialmente los femeninos, algo estereotipados, pero eficazmente retratados por un grupo de excelentes actrices, que hacen lo imposible por destacar en medio del duelo interpretativo que se marca Clive Owen, al que este tipo de personajes al margen de la ley, le sientan como anillo al dedo, y el habitualmente desaprovechado Billy Crudup, en una de sus interpretaciones más redondas.
La escena de la cena de Acción de Gracias, es lo más conseguido de toda la obra.
Las mujeres, sufridoras, víctimas pasivas de las acciones de sus hombres, ofrecen a:
Marion Cotillard, esplendorosa en su marginalidad como prostituta.
Mila Kunis, en un papel florero y Zoe Saldana, por fin rescatada de sus habituales superproducciones, para meterse en un papel dramático, que demuestra bastantes momentos de lucimiento.
Curioso resulta el papel de los niños, que no vienen a decir nada, así como la muy desaprovechadísima Lili Taylor, todo un desperdicio.
Y es que de todos ellos, ni la tibia interpretación del veterano James Caan, mejora lo visto, ni el compendio femenino, donde la única que parece destacar algo, es Marion Cotillard, salva a Blood Ties de ver “lo mismo de siempre”
Por lo que en el fondo, Blood Ties se presenta vacía, casi hueca, lineal, y adornada con una música que juega el papel más importante de todo el reparto, ya que es la única que consigue levantarla, y hacer que no se desplome todo.
Hay escenas, que probablemente nos gusten más, pero hay algunas ridiculeces, que juegan a ser montadas como secuencias “épicas” y quedan en mediocridad.
Un ejemplo lo tenemos, cuando Chris junto a su amigo de la infancia, queman el kiosco que tenían como forma de comenzar de cero, y la cámara se posiciona ante ellos, como si de un acto vengativo se tratase, dándole más impacto a una escena, que no lo merece.
Y es que si hay que destacar algo, probablemente sea ese momento en el que el personaje de Clive Owen, trata de resarcirse de todo lo malo que ha sido, y procura buscarse un buen futuro, empezando de cero...
Por una cosa, o por otra, acaba encontrando que, lo más fácil es volver a la delincuencia, como si estuviera destinado a ello...
Es por eso, que Blood Ties se vuelve previsible en todo momento, aunque al menos sea su última escena, la única que merezca la pena.
Y esa escena, va acompañada de un tema musical, compuesto para el momento, por el grupo Yodelice, siendo el único momento de música original, en todo el film, y muy bueno, por cierto.
El corte se llama “Grand Central”
El resto de música que suena en Blood Ties, va muy ligado a la época setentera, y a los pantalones campana.
Probablemente sea lo más acertado, y por ello tenemos nombres como:
The Isley Brothers, Velvet Underground, o el magnífico cierre, con Gerry Rafferty y “The Long Way Round”
“It'll be your wedding present”
Es cierto que Blood Ties trata de una obra rodada con total corrección, muy bien ambientada en los 70, con una espectacular banda sonora, formada por canciones de la época, y pocas, pero bien rodadas escenas de acción, como la del asalto al furgón blindado…
Todos, y cada uno de los integrantes del reparto, están completamente entregados a la causa, por lo que el nivel interpretativo, brilla a gran altura.
Tiene Blood Ties, ademanes de buen cine y, verdaderamente, carece de grandes errores criticables, pero a pesar de ello, termina dejando en el espectador, un extraño regusto a obra fallida, que no ha sabido exprimir al máximo todo su potencial, ya sea por un ritmo bastante irregular, que se estanca en algunas escenas innecesarias, que bien podrían haberse quedado en la mesa de montaje, o por su demasiado sobria, e impersonal puesta en escena.
Algo más de riesgo, y mucho menos de lugares comunes, le habría sentado de fábula, a este entretenido, y disfrutable drama criminal que, pudiendo haber llegado a ser una gran película, se queda simplemente, en un trabajo aparente, y resultón.

“You do understand that this is my car, not yours, right?”



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