'71

“It becomes very dangerous”

Supongamos que estamos en el año 1971, que los ojos del mundo entero, están puestos en una Alemania, cuya traumática partición, es el más claro y doloroso síntoma de una esquizofrenia generalizada, que por poco no nos lleva a todos, a los que ya estaban, y a los que todavía teníamos que legar, hasta el mismísimo Apocalipsis.
Aquella maldita guerra, no se enfriaba por mucho que su denominación indicara lo contrario.
Mientras, palabrotas como “libertad” o “seguridad” iban devaluándose, en picado, y a velocidad exponencialmente terminal; con razón, los más belicosos hacían todo lo que estaba en su mano, con tal de que algún genio les destinara ahí, donde se estaba celebrando la auténtica fiesta:
Demócratas justicieros, contra sucios comunistas.
Esto sí era una buena causa por la que luchar...
Bueno, dejémoslo en que “era la moda del momento”, porque por increíble que pareciera, en 1971, seguían arrastrándose rencillas que ahora, es decir, en aquel momento, parecían haber perdido todo el sentido.
Saberse perseguido, ha de ser duro, asumible que te persigan los otros, pero:
¿Qué te persigan los tuyos?
¿Cómo distinguir a los otros si, en el fondo, son iguales, se visten como nosotros?
La caza al hombre, ha dado lugar a espléndidas películas a lo largo de la historia, incluso alguna con múltiples bandos.
Lo duro es cuando te das cuenta de que te buscan todos para eliminarte, hasta los que tenían que protegerte.
Estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, La Irlanda del Norte del siglo XX, es uno de los ejemplos más claros de odios ancestrales, fustigados, y alimentados por una base religiosa, y décadas de primacía oficial, de una idea sobre otra.
La sensación de aplastamiento personal y colectiva, puede dar lugar a estallidos sociales, donde la violencia asuma el papel de la negociación, y cuando estalla la violencia, por más que el discurso oficial tienda a negar la  propia, la suele haber por ambas partes, y para mí, siempre será peor la que se ejerce desde la legalidad, y utilizando las cloacas del sistema.
El Conflicto de Irlanda del Norte, también conocido en irlandés, como “The Troubles”, fue un conflicto armado, interétnico, en Irlanda del Norte, que provocó gran pérdida de vidas humanas, durante la segunda mitad del siglo XX.
Enfrentó, por un lado, a los unionistas de Irlanda del Norte, de religión protestante, mayoritaria en la región; partidarios de preservar los lazos con El Reino Unido, y por otro lado, a los republicanos irlandeses, generalmente de religión católica, y demográficamente minoritarios, partidarios de la independencia, o bien la integración de la provincia en La República de Irlanda, país de religión católica.
Ambos bandos, recurrieron a las armas, y la provincia se hundió en una espiral de violencia, que duró desde el 8 de octubre de 1968, hasta la firma del Acuerdo de Viernes Santo, el 10 de abril de 1998, que sentó las bases de un nuevo gobierno, en el cual, católicos y protestantes, comparten el poder.
No obstante, la violencia continuó después de esta fecha, y todavía continúa de forma ocasional, y a pequeña escala.
“The Troubles”, han sido varias veces descritos como terrorismo, conflicto étnico, una guerra de guerrillas, un conflicto de baja intensidad, e incluso, una guerra civil.
La violencia del conflicto, sobrepasó en muchas ocasiones las fronteras de Irlanda del Norte, extendiéndose hacia La República de Irlanda, y El Reino Unido.
Si bien nunca, fue una guerra declarada, la gran cantidad de bajas sufridas por las fuerzas militares británicas, unos 725 muertos, y miles de heridos; los recursos empleados por el gobierno británico, durante más de 25 años, la destrucción causada en muchas ciudades y pueblos de Irlanda del Norte y El Reino Unido, y el complejo arsenal usado por los grupos paramilitares, apuntan hacia una guerra de facto.
A principios del decenio de 1970, se vivió en Irlanda del Norte, una expansión de la violencia política, llegando a su cénit en 1972, año en que murieron 479 personas.
Existen varias razones que explican esta escalada de la violencia, siendo la principal, la formación del IRA Provisional, una escisión del IRA.
El resto de la organización, pasó a conocerse como “IRA Oficial”
El IRA Provisional, estaba decidido a comenzar una lucha armada contra el control británico de Irlanda del Norte, dispuestos a desempeñar el papel de “defensores de la comunidad católica”, más que buscar la unión entre los proletarios de las comunidades católicas y protestantes, que se había convertido en el objetivo de los “Oficiales”
El evento más recordado por los nacionalistas, es “El Domingo Sangriento”, cuando el ejército británico, disparó contra una manifestación nacionalista pacífica, matando a 14 personas.
Y entre 1969 y 2001, 3,526 personas han muerto de manera violenta, debido al conflicto; de las cuales, 1,540 ocurrieron solo en Belfast.
Así pues, nadie acudiría al Ulster en los años 80, como si fuera de vacaciones, y menos vestido de uniforme, pero ninguno de los soldados, podría imaginar la realidad que se van a encontrar, hostilidad desde el primer momento, imposibilidad de moverse libremente, un estado de permanente alerta, un odio racial desconocido para los hijos de la “modélica” democracia británica, un auténtico campo de batalla en cada calle.
Enfrentarse con la muerte cara a cara, sin posibilidad de defenderte, provoca la única reacción posible, el instinto de supervivencia, la huida, y la ocultación permanente, en la que irán apareciendo los miembros del IRA auténtico, y los del IRA tradicional, las milicias católicas, los puestos fronterizos entre religiones y comunidades, los líderes que controlan ambas comunidades, sin que ninguna pueda moverse libremente, unos estados policiales y paramilitares, dentro de un estado incapaz de solventar, si no es por la violencia, la respuesta que se le va de las manos...
La violencia, como la corrupción, provoca extraños compañeros de cama, los servicios secretos movidos por militares, son capaces de vender su propia alma, en función de unos intereses supuestamente orientados a beneficiar a la mayoría.
Con perspectiva esa histórica, sabemos que la guerra sucia, no sirve para acabar con el terrorismo, suele tener el efecto perverso, de crear mártires, y ejemplos a seguir.
“Hey, listen, I don't want you worried about me, okay?
I'll be fine, promise you”
'71 es una película de acción bélico, del año 2014, dirigido por Yann Demange.
Protagonizado por Jack O'Connell, Paul Anderson, Valene Kane, Sean Harris, Sam Reid, Charlie Murphy, Richard Dormer, Barry Keoghan, Ben Peel, Sam Hazeldine, Killian Scott, David Wilmot, Martin McCann, entre otros.
El guión es de Gregory Burke.
'71 fue rodada en la isla de Gran Bretaña; en las inglesas Liverpool, Sheffield, y Blackburn, que se hallan separadas de la capital norirlandesa, sólo por el mar de Irlanda.
Y en las que se ha enfatizado una distribución urbanística laberíntica sorprendentemente, cercana a una “kashbah”
En '71, vemos un Belfast devastado por la guerra civil, donde salir a la calle, es arriesgarse a ser confundido con un católico, en un barrio protestante, o viceversa, o incluso, con un miembro de una facción equivocada, en un callejón oscuro, y sin defensa.
Es 1971:
Gary Hook (Jack O´Connell), se alista en el ejército británico, para ir a Alemania pero, de la noche a la mañana, se ve movilizado a Belfast, en mitad del momento más cruento de enfrentamientos entre la población protestante, con sus grupos paramilitares afines; la católica, entre la que se encuentran 2 facciones enfrentadas del IRA; la policía, y El Ejército Británico.
En una redada, Hook quedará aislado de su unidad, y luchará por su vida, en medio de un fuego cruzado, en el que parece ser un muñeco de feria, contra el que todo el mundo dispara.
Uno de los personajes, le espeta la frase que mejor sintetiza la idea que se encuentra detrás de '71:
“Les das igual, para el ejército; solo eres un trozo de carne”
En las calles de los barrios residenciales de la ciudad, Hook deberá enfrentarse solo a los grupos paramilitares y terroristas, así como a la desconfianza de casi todos.
Puro canibalismo, y la maldita ley de la jungla, que vuelve a llamar a la puerta.
'71 no responde a un hecho real, pero podría haber sucedido, hemos visto tantas películas británicas e irlandesas, donde se refleja la misma situación, que ésta ha de ser cierta, como la existencia de barrios enteros, controlados por facciones paramilitares, donde policía y ejército entraban de puntillas, y lo justo, como hay barrios de todo el mundo, donde el control es paraoficial, de ahí que el Ulster, no sea tan diferente, o no lo haya sido, ahora que vive un periodo de relativa estabilidad y convivencia, o al menos, las armas se han abandonado, no sabemos hasta cuándo…
“I’ll be back soon, ok?”
El Conflicto de Irlanda del Norte, ha sido abordado durante los últimos 25 años por el cine británico e irlandés, desde distintos prismas.
En '71, simplemente aparece como telón de fondo, sobre el que se desarrolla la acción, narrada en clave de “thriller”, sin profundizar en aspectos sociopolíticos.
El punto de vista, es el de un soldado novato, al que la ideología de unos y otros, le resulta ajena.
Estamos ante un thriller urbano memorable, con 100 minutos de cine, cargado de estilo, y que supone una carta de presentación impecable:
Poderoso, dinámico, atractivo, lleno de una necesaria crudeza, y con un grupo de interpretaciones de alto nivel, '71 se ha convertido en una de esas sorpresas, que desde la humildad, y el buen trabajo, pueden hacer sombra a cualquier producción de presupuesto generoso.
Aquí, el protagonista no es un “action man”, estamos en un “thriller” dramático, donde las diferentes situaciones vividas durante su regreso nocturno a la base, cruzando todo Belfast, serán quienes nos cuenten la historia, y será a través de esas historias, donde veremos las diferentes maneras de ver el conflicto más importante de la historia, entre protestantes y católicos, un conflicto que duró casi 30 años:
Agentes dobles, atentados, buenas secuencias de acción en su justa medida, sin decantarse por un bando u otro, siendo muy ambiguo en ese sentido, y mostrándonos su visión de lo ocurrido, de una forma directa, y sin florituras.
La ambientación es perfecta, las calles setenteras de la lluviosa Belfast, es de una gozada visual.
Demange, sabe relajar al espectador, para luego hacer abrir los ojos como platos, ante grandes escenas, como la relajación con el niño en el pub, y posterior consecuencia, el final a priori, puede parecer muy típico, pero demuestra que a veces, no hay que complicar las cosas, porque ya de por sí, son complicadas.
El agotamiento mental, y hastío de Hook, respecto a la guerra, es palpable desde el inicio, matarse unos a otros, por la sencilla razón de hacerlo, porque pueden, el sin sentido de las guerras, y sus víctimas, su final tan “sencillo”, deja poso.
En las guerras, no hay ni vencedores ni vencidos, solo hay víctimas.
Salvando un breve preámbulo, y un breve epílogo, '71 transcurre en apenas 24 horas, las que van desde el despliegue de un grupo de soldados británicos, recién llegados a Irlanda del Norte, en el que uno de los integrantes, es abandonado por el conjunto, desbordado por la reacción ciudadana, hasta que la acción de rescate concluye, tras una larga caza al hombre, periodo de tiempo suficiente, para que Hook pierda su inocencia, y su confianza en su propia gente, en su país, en su sistema, y se conforme con lo básico:
La vida, y la familia.
En medio de todo esto, hay un mártir, un soldado inglés, interpretado por un genial Jack O'Connell, que se enfrenta a un “tour de forcé”, en una de sus primeras apariciones en la gran pantalla.
Su actuación, dota de mucha naturalidad, y es un elemento más, para hacer creíble esta historia, además de dejarnos un par de momentos muy buenos.
Y lo más importante, consigue que empaticemos muchísimo con él.
El resto de actuaciones, también merecen ser destacadas.
Todos los secundarios llaman la atención, cada uno tiene su momento, y algunos sin soltar palabra, pero no se olvidan.
Y es que en '71, no hay buenos ni malos.
Toda decisión, está contextualizada, independientemente de donde provenga:
Ejército, policía, paramilitares, y civiles, tanto católicos como protestantes, son personas que sobreviven como mejor pueden, al conflicto inherente a la época, y el lugar.
Allí, Hook presenciará, en un día y una noche:
Ejecuciones a sangre fría, persecuciones a muerte, atentados provocados para producir la reacción contraria, manipulación de pruebas, confabulaciones entre jefes del IRA y militares, para mantener un “statu quo” conveniente a los poderes en juego, provocaciones británicas para que surja una lucha interna en el IRA, asesinatos a cargo de soldados, en aras de la libertad, intentos de eliminar a Hook, por ver algo que no tendría que haber visto…
La interpretación de Jack O’Connell, se basa en su mirada, en su rostro, y en la gestualidad de su cuerpo, debido al laconismo de su personaje; que transmite una mezcla entre fuerza y vulnerabilidad.
La huella más profunda que deja este contundente guión, queda plasmada a través de la relación de las trayectorias vitales del protagonista, y de Sean (Barry Keoghan), un adolescente recién incorporado al IRA.
Son 2 personajes cercanos en la lejanía, aparentemente antagonistas, pero unidos por la desubicación, y la desorientación ante todo lo que les rodea.
Además, ’71, no escatima en utilizar el ambiente de corrupción, y de conspiración de las películas de espionaje, cuando emplea como telón de fondo, las motivaciones ideológicas y religiosas de las facciones en disputa, todas ellas, bien representadas, ya que el director busca un tratamiento holístico, perfectamente sintético y clarificador del contexto que sirve de base para la ficción.
Yann Demange, cuando utiliza la figura del extraño perseguido por todos, no se posiciona a favor de ningún frente, canaliza su discurso de denuncia, y desmitificador, y ni tan siquiera se pone de parte del ejército británico, si bien el IRA sí aparece caracterizado como la sección más dogmática y ciega, la más gobernada por el rencor visceral, y la más despiadada.
En este clima de putrefacción, la figura que resulta relevante, es el personaje de Sean, el joven adolescente, que es reclutado por la facción terrorista.
Él está ya aleccionado, pero todavía hay en él, una resistencia a utilizar el arma.
Su ubicación en los lugares cruciales de la trama, y siempre frente a Gary Hook, le constituyen como auténtico símbolo de '71.
Sean es todavía aquel que no toma partido, que está contaminado por la coyuntura del momento, pero que alberga el espíritu humano de no agresión al contrario.
Su tensión y su dilema, es la semilla que después germinará hacia la conciliación.
Faltarán muchos años, pero la semilla ya estaba plantada...
'71, es una película brutal, hipertensa, sin descanso, agotadora, eléctrica, nerviosa como la cámara al hombro, que sigue muchas veces a nuestro soldado, y al resto de la acción.
Escenas brutales, como por ejemplo la explosión en el bar, o la vertiginosa persecución, o sus minutos finales, son una muestra de la buena pinta que tiene este realizador.
La secuencia definitiva, es la explosión de la bomba con el niño en la barra, francamente bien expuesta, lograda, e inesperada.
La atmósfera lúgubre y angustiosa que consigue crear, con la gran ayuda de una gran fotografía, me ha recordado en ocasiones, a la ambientación vista en las mejores películas de zombies.
La desorientación, la confusión, y el impacto de los actos, son lo que mejor la definen.
No sabemos cuál será la siguiente salvajada que vamos a contemplar, no sabemos cuál será el siguiente atentado que vamos a observar en esta batalla local irlandesa.
Y esto, hace que el espectador no tenga tiempo para aburrirse en los 100 minutos que dura.
Por último, una banda sonora correcta, del músico irlandés David Holmes, que trae ambientación a la trama, con música de David Bowie.
“There is a confusing situation”
En Irlanda del Norte, se fogueó como Ministro del Interior, una de estas personas a las que la historia concede la medalla de “leyendas”, omitiendo todas aquellas actuaciones oscuras, o directamente criminales, e injustificables, como el bombardeo de la población civil, que no es un invento moderno, o no respetar a los escudos humanos…
Sir Winston Churchill, no dudó en bombardear casas, donde se supone que se refugiaban miembros del ejército libre de Irlanda, en la guerra de los años 20 del siglo pasado, ni en arrasar ciudades alemanas, sin ningún valor estratégico, más que el de devolver los años de sangre, sudor, y lágrimas.
Sin embargo, ahora sólo se le reconoce como “estadista ejemplar y luchador por la democracia”, porque los crímenes de guerra, nunca son para los vencedores, y las generaciones siguientes, siguieron aplicando la máxima de que “no hay mejor terrorista, que el terrorista muerto”, sea como sea la forma de hacerlo, mucho mejor si no hay que rendir cuentas de esas acciones…
Hablamos, por supuesto, de la tragedia más humana de todas, la de tropezar 2, y muchas más veces con la misma piedra.
Hablamos, por ejemplo, de las razones que nos llevan a enfrentarnos, los unos contra los otros; a coger una piedra, y a arrojarla a otra persona; a empuñar un arma, a apretar el gatillo, y a borrar así, otra vida de la faz de La Tierra; a detonar una bomba, para llevarse por el camino, a cuantas más almas mejor...
¿Por qué?
Por el color de la piel, por las creencias religiosas, por la sexualidad, por las afiliaciones políticas...
En definitiva, por la tontería esa de creer que “el otro es diferente” cuando, sencillamente, y basta ya de darle tantas vueltas al asunto, no es así.
Aunque nunca se habló de guerra para referirse a Belfast, en ’71 resultan patentes sus resonancias.
Fácil es pensar en Irak, si lo trasladamos a un entorno bélico contemporáneo.
La civilización, ha perdido prácticamente sus vestigios sociales, la violencia, y el odio iracundo, es omnipresente, las 3 dimensiones posibles, están muy bien reflejadas en '71:
La física, la simbólica, y la estructural; por lo que desaparece prácticamente todo principio de comunidad.
Pero el director Yann Demange, se niega a crear un clima desesperanzado, pesimista, y derrotista.
Ya que el protagonista en su ardua travesía, como si fuese la bajada de Dante al infierno en “La Divina Comedia”, recibirá apoyo y resguardo, tanto de los protestantes, simpatizantes, como de los católicos, hostiles.
En esa ciudad escindida, rota, y desintegrada, siempre habrá espacio para la solidaridad, y el vestigio de humanidad.

“Where is the soldier?”



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