The Paradine Case

“She had patience.
She could wait.
This was, indeed, no ordinary woman”

Cuenta la leyenda sobre “Casablanca” (1942), que su rodaje fue totalmente improvisado, con cambios continuos en el guión, día tras día, y con un Michael Curtiz, que se volvía loco cada vez que los actores acudían a él, para aclararse sobre el tema.
Pero la obra maestra de Curtiz, que no se resintió ni un ápice de los problemas de filmación, y no fue la única que sufrió de retrasos, cambios, y falta de seguridad.
“The Paradine Case” que Alfred Hitchcock rodara en 1947, fue otra de ellas.
A Hitchcock le encantaba tener todo bajo control, así que todo lo que se saliera de su planificación, le ponía sumamente nervioso.
Este control en sus películas, también le ocasionó problemas con su productor y mecenas, David O. Selznick.
Al parecer, al famoso productor, le encantaba “meter mano” a las películas que producía, en la sala de montaje, cogiendo las tomas que más le gustaran, y mezclándolas a su antojo.
Con Hitchcock no podía hacer esto, ya que el director realizaba una cuidadosa planificación previa, y tenía perfectamente pensado el resultado final que quería en la película, sólo filmando las tomas justas.
Esto hacía que la película, sólo admitiera un único montaje al final, lo cual desesperaba terriblemente a Selznick.
“She's bad, bad to the bone!
If ever there was an evil woman, she is one”
The Paradine Case es un drama del año 1947, dirigido por Alfred Hitchcock.
Protagonizado por Gregory Peck, Ann Todd, Charles Laughton, Char
les Coburn, Ethel Barrymore, Louis Jourdan, Alida Valli, Leo G. Carroll, Joan Tetzel, Isobel Elsom, entre otros.
El guión es de David O. Selznick, y Alma Reville, sobre la novela homónima de Robert Smythe Hichens, publicada en 1933.
El productor David O. Selznick, se sentía intrigado por “The Paradine Case”; y ya en 1935, cuando trabajaba para MGM, había intentado interesar a Greta Garbo para que interpretara el papel de la misteriosa Sra. Paradine, cuyos encantos provocan la caída de un respetable abogado inglés, contratado para defenderla de la acusación de asesinar a su marido.
Todavía con la esperanza de lograr que Garbo saliera de su retiro, para hacer el personaje, Selznick compró los derechos de la novela a la MGM, y se la ofreció a la diva.
“Desafortunadamente”, contó Selznick entonces, “la señora Garbo siempre sintió una fuerte aversión por esta historia, y todavía no quiere protagonizarla”
A Hitchcock, tampoco le interesaba el proyecto, pero estaba bajo contrato con Selznick, por $5 mil semanales, y se sentía en la obligación de aceptarlo.
Trató de entusiasmarse con el argumento, y finalmente logró encontrar algunos elementos que lo intrigaron.
Hitchcock y su esposa, Alma Reville, prepararon una adaptación de la novela, que sintieron aceptable, pero Selznick, cuando finalmente encontró el tiempo para leerla, no estuvo satisfecho.
Luego, el productor aceptó la sugerencia de Hitchcock, de llamar al prestigioso dramaturgo escocés, James Bridie, para trabajar en el libreto.
Pero a Bridie no le gustó EEUU, y regresó rápidamente a Inglaterra, hizo su trabajo desde allí, y lo envió al estudio por correo.
Esa situación, resultó ser inaceptable para Selznick, quien decidió hacerse cargo de la escritura del guión, personalmente, a pesar del poco tiempo libre que le dejaban sus otros asuntos.
Con la esperanza de hacer que el trabajo fuera más rápido, llamó de emergencia al escritor Ben Hecht, pero incluso, esa opción no tuvo el resultado de otras oportunidades.
La agenda de Hecht, no le permitió trabajar en el proyecto durante mucho tiempo, y Selznick tampoco fue capaz de dedicar el tiempo que quería, para trabajar con él.
Como resultado, mientras se acercaba el comienzo del rodaje, previsto para el 23 de diciembre de 1946, Selznick escribió:
“Estoy al borde del colapso, no pienso con claridad, y en estas condiciones, tengo que tratar de rescribir, y arreglar “The Paradine Case”
Estoy seguro de que tiene tremendas fallas, pero tendrá que estar perfecto a la hora de comenzar a rodarse.
Debo confiar, en que de algún modo seremos capaces de reunir el elenco, considerando que habrá después costosas retomas.
Todo esto suponiendo que, incluso cuando la película esté terminada, yo tendré algún tiempo para hacer mi trabajo como productor”
The Paradine Case, costó exactamente lo mismo que “Gone With The Wind” (1939)
Dicho coste, fue debido a los continuos retrasos de rodaje, y las miles y miles de tomas que se hacían.
Como dato, The Lux Radio Theatre, transmitió una adaptación radiofónica de la película, el 9 de mayo de 1949, protagonizada por Joseph Cotten, con Alida Valli y Louis Jourdan, retomando sus papeles.
The Paradine Case obtuvo una nominación al Oscar como mejor actriz secundaria, para Ethel Barrymore.
La acción de The Paradine Case, tiene lugar en Londres, en el condado de Cumberland, Inglaterra, entre 1946 y 1947.
Maddalena Anna Paradine (Alida Valli), es detenida bajo la acusación de haber envenenado a su marido, El Coronel Paradine.
Sir Simon Flaquer (Charles Coburn), abogado de la familia, recomienda su defensa a Anthony Keane (Gregory Peck), un brillante abogado criminalista, que acepta el encargo.
Aunque está casado con una bella mujer, Gay (Ann Todd), Keane se enamora profundamente de su cliente, que le convence fácilmente de su inocencia.
Poco antes de que el proceso se inicie, Keane se da cuenta, de que la señora Paradine, era la amante del mozo de cuadra, André Latour (Louis Jourdan)
Entonces comienza el juicio, que se presenta muy difícil para Keane, porque el juez Lord Thomas Horfield (Charles Laughton), lo odia, porque la propia señora Keane, ha rechazado sentimentalmente al propio juez, algunas veces…
El tema que trata The Paradine Case, es lo que puede llegar a hacer una persona por amor, ni más ni menos, así que no busquen otra cosa, porque sería en vano.
The Paradine Case puede dividirse en 2 partes:
En la primera, conocemos a los personajes, vemos como se interrelacionan entre ellos, y somos testigos de la investigación del abogado, y su esfuerzo por lograr que declaren a la acusada inocente, algo que él cree vehemente.
En la segunda parte, presenciamos un dramático juicio, con una buenísima interpretación de todos los personajes, y quedamos impactados con el giro de tuerca final, que engrandecen este guión.
Así pues, el amor como “leitmotiv” de una película en la que la posición del personaje de sufrida esposa del abogado, es ante todo, digna de encomio.
Ella no desea que la acusada sea ajusticiada, porque entonces, su marido la tendrá idolatrada toda su vida, desea que siga en el caso, a pesar de las habladurías, y que lo gane, para así poder competir en igualdad de condiciones.
Algo típico, tratándose de un personaje femenino de Hitchcock, mucho más interesantes de lo que puedan parecer a simple vista.
¿Puede haber algo más elegante, que salvar a un enemigo del abismo, para luego retarlo a un duelo?
“Mrs. Paradine is my client.
I know her as her lawyer, that's sufficient for me”
The Paradine Case es sobre todo, una genuina historia de amor, irracional, y enfermiza, gótica, y maligna, cierto, pero está formulada desde la perspectiva de un forense, cuya voluntad se va viendo afectada paulatinamente.
The Paradine Case combina drama, intriga, y romance.
La intriga, sin alcanzar los niveles de tensión de otros films, es correcta y absorbente.
La trama, superpone varias líneas de acción, cuya combinación aporta al film, una buena textura.
Aborda el tema polémico del castigo y el perdón.
Se pregunta si el enamoramiento, puede activar pasiones cegadoras, que empujan a la persona hacia el abandono, y la degradación.
Hitchcock se aparta aquí de su habitual temática de suspense, para proponernos una historia de degradación por amor, rodada con el sello inconfundible del cineasta británico, a pesar de sus propias críticas, que observa con agudeza, a cada uno de los personajes, y sus reacciones.
Por primera vez en su larga asociación, Selznick y Hitchcock, se encontraron profundamente en desacuerdo, acerca del elenco de un filme.
Selznick, había persistido en sus esfuerzos por encontrar talentos nuevos y, en la esperanza de hallar un reemplazo para Ingrid Bergman, importó a una actriz italiana, llamada Alida Valli.
Habiendo visto una prueba filmada, el productor le asignó el papel de la enigmática, Sra. Paradine, luego de pedirle las alteraciones necesarias para ajustarla a su idea de lo que debía ser una estrella:
Dentadura nueva, una dieta estricta, la eliminación de su acento y, por razones publicitarias, de su nombre de pila.
Selznick, también insistió en que Hitchcock utilizara a Gregory Peck para el papel del muy inglés abogado, que cae bajo el hechizo de su cliente.
“No creo que Gregory Peck pueda representar adecuadamente a un abogado inglés”, dijo Hitchcock, que quería a Laurence Olivier, o a Ronald Colman.
No obstante, contó con un grandioso Charles Laughton, en el papel de un juez con doble moral, interpretado como ningún otro podría haberlo hecho, y una como siempre sobresaliente Ethel Barrymore.
Junto a ellos, Gregory Peck mostrando un gran pulso con su personaje, y llevando las riendas del mismo, con el apoyo de Ann Todd y, en el centro de la intriga, la bellísima Alida Valli, tan fascinante para su abogado, como inquietante para los espectadores.
Según le contó Hitchcock a François Truffaut, muchos años después:
“Lo que me atrajo de The Paradine Case, fue tomar a una persona como La Sra. Paradine, ponerla en manos de la policía, obligarla a someterse a todas sus formalidades, y hacerla decirle a su mucama:
“Creo que no volveré a cenar”
Y luego mostrarla pasando la noche en una celda, de la cual, de hecho, ya no saldrá”
Selznick, no dejaba de interferir en el trabajo de Hitchcock, mandándole notas continuamente, y ordenándole grabar y repetir el rodaje de escenas a su antojo.
Cabe señalar que el salario de Hitchcock era de $1,000 por día...
Hitchcock, filmó todo lo que estaba escrito, y luego, como contó después:
“Selznick escribía una escena cada día, y la enviaba al set, lo que constituye un método de trabajo muy pobre”
Esto resultó extremadamente perturbador para el cineasta, que tenía cada vez más problemas para mantener su interés en el proyecto.
Selznick, quien normalmente era muy sensible a los problemas que alteraban el ritmo de un rodaje, de algún modo sintió en este caso, que la dificultad era el propio Hitchcock.
Como comentó en un memo a Dan O’Shea, presidente de su empresa de distribución:
“Me preocupa mucho el avance de The Paradine Case.
Hitchcock se ha retrasado tremendamente.
En los primeros 6 días de rodaje, tuvo un retraso de 3 días.
Creo que ha percibido nuestra aparente indiferencia por los costos, y la falta de la mano firme, que en ocasiones anteriores mantuve sobre él.
Conocemos su extraordinaria eficiencia cuando quiere ser eficiente.
Te puedo asegurar algo:
Veremos resultados enteramente diferentes cuando comience una película suya, y también puedes estar seguro, de que él atribuirá esa eficiencia, a su propia manera de hacer las cosas, en oposición a la gran ineficacia que nos atribuye.
Me ha dicho que consideraba “bochornoso”, el modo en que comenzamos a rodar The Paradine Case, con todos los preparativos necesarios realizados “con un atraso de 20 años”
Cuando Alfred Hitchcock entregó The Paradine Case terminada al estudio, después de un récord, para Hitchcock, de 92 días trabajando en un filme, duraba casi 3 horas…
Así pues, The Paradine Case fue la última colaboración Hitchcock con Selznick, o el último duelo de titanes, como se prefiera; y fue este melodrama judicial, cuyas posibilidades sobre el papel, fueron abortadas en parte por los continuos cambios, e intromisiones del productor, que llegaron a provocar el enfado, y finalmente la desgana más absoluta, en un Hitchcock que acababa, literalmente durmiéndose en los rodajes.
A pesar de lo cual, y de un reparto inadecuado, del que únicamente cabe destacar la presencia del gran Charles Laughton… si hacemos caso a la biografía de Alfred Hitchcock, de Donald Spoto, llamada:
“La Cara Oculta del Genio”, parece ser que el origen de la antipatía entre Hitchcock y Laughton, viene desde el rodaje de “Jamaica Inn” (1939), donde según Hitchcock, Laughton improvisaba cada día nuevos tics para su personaje, llegando a enervar continuamente al director, con sus manías y sugerencias y, sobre todo, por un cierto aire de “prima donna”, del por entonces ya célebre actor, bastante más conocido internacionalmente que el propio Hitchcock.
Sin embargo, volvió a contar con él en The Paradine Case, donde se come al resto del reparto con su personaje.
Y la bella actriz italiana, Alida Valli, que fue una mujer de las más bellas y expresivas de su época, pero como muchas otras estrellas, paso sin pena ni gloria por Hollywood.
Como dato, en el año 1954, se vio envuelta en un escándalo de asesinato, que conmocionó la sociedad italiana, por el uso de drogas y sexo, y esto prácticamente, arruinó su carrera.
Y es que Hitchcock aspiraba a un reparto imposible:
Laurence Olivier para el abogado, Robert Newton para el amante-mozo de cuadra, y la pretensión de un regreso a la pantalla, de la mítica Greta Garbo.
Eso sí, The Paradine Case, muy desigual, contiene momentos de indudable interés, como esa toma muy elevada que presenta a Gregory Peck, abandonando el tribunal, cuando ya no puede asegurar la defensa de su cliente.
Porque The Paradine Case, es ante todo, una película de dirección, de puesta en escena, obviando así los fallos de casting, e incluso guión, capricho del propio productor.
Y es que el asesinato en sí, no queda muy claro, hay cierta confusión en las declaraciones de los interrogados, a la hora de determinar un encuentro casual en un pasillo.
Tampoco, el proceso de enamoramiento del abogado defensor, está explicado con convicción:
¿Cuándo se enamora el abogado de su cliente?
Yo no me lo creo, o me da la impresión de que me falta una escena…
El problema no está en Gregory Peck, al que veo, sí, enamorado, y comedido, en el más típico estilo inglés, el problema es que no nos enseñan cuándo ocurre, cuándo él se da cuenta, de que ha pasado de ser un simple abogado, a ser un abogado enamorado de su cliente.
Nos hablan de ello, su mujer, y la hija del amigo; pero no se ve, y creo que éste es el gran error de The Paradine Case, porque hace que la tensión entre los 2 actores, no tenga la fuerza que debería, y resulta hueca.
Por otro lado:
¿Hubo romance de a 4, primeramente entre los Paradine, y luego estos con Latour, homosexualismo sutil, y luego La Señora Paradine con Keane?
No se sabe, todo se insinúa…
El resto… es un prodigio.
Y es que siguiendo las teorías de Hitchcock, lo de cómo se produjo el asesinato, es lo de menos, porque es un puro “mcguffin”
Algunos de los aciertos más visibles en The Paradine Case, son el oscurecimiento de personajes, como La Sra. Paradine, y el criado, amantes secretos, cuya relevación final, tendrá dolorosas consecuencias.
La primera aparición de Louis Jourdan, es toda una clase magistral, de cómo presentar a un personaje sobre el que se ha estado hablando previamente, y no hay nada claro a cerca del mismo.
Las sombras bañan su rostro en determinadas ocasiones, hasta que en el juicio, la verdad sale a relucir.
La entrada y salida del personaje de Louis Jordan, es el ejemplo más claro, aquel en el que el director juega con los puntos de vista, a través de dificultosas técnicas de rodaje que, cómo no, echaban mano de las transparencias, que por vez primera, y sin que sirva de precedente, son las mejores jamás realizadas por el británico.
La representación de sus obsesiones, también están:
Como ver “lo carnal y apetitoso” de la correcta, bella, y aparentemente fría, Ann Todd, en esa reunión de amigos, donde su hombro desnudo recibe toda la atención del sarcástico juez con cara de Laughton.
Además, refleja a la perfección, los peligros que se ciernen sobre ciertos profesionales:
Abogados, psicólogos, médicos… cuando se involucran demasiado con ciertos clientes, o pacientes, que les resultan atractivos.
Después, porque logra una muy precisa puesta en escena, donde el único reproche quizás sea el exceso de diálogos, pero donde, por momentos, consigue unos planos de una brillantez absoluta.
El momento se escenifica con un “travelling” antológico, donde un lento movimiento de cámara semicircular, parte de la nuca de Gregory Peck, para acabar recogiendo la expresión de su rostro.
Es difícil sugerir mejor la idea de encuentro irremediable, con la miseria de uno mismo.
La esencia de este “travelling” no es la funcionalidad del movimiento físico que proporciona, sino el choque emocional, provocado por un movimiento espiritual.
Un “travelling” casi idéntico al final de “The Hustler” (1961) de Robert Rossen, dará cuenta de un impacto muy similar en el personaje de Eddie Felson, y es de justicia reconocer, que su efecto es aún más estremecedor.
Recordemos el famoso “travelling” completamente circular de “Vertigo” (1958); en él, el protagonista no consigue encontrarse, el sentimiento y la pasión, los recupera, pero pasan de largo, sin que llegue a comprender la razón.
Lógico, ama a una mujer inexistente.
En el “travelling” de “Vertigo” (1958), el movimiento se le escapa a Scottie, mientras que en el de The Paradine Case, Keane no puede escapar a él.
Por último, el cameo del director, puede ser visto saliendo de la estación de tren de Cumberland, que lleva un violonchelo, a unos 38 minutos del metraje.
En 1980, una inundación destruyó la versión original de The Paradine Case, sin cortes, por lo que se tuvo que hacer una restauración de las escenas cortadas.
“Well, nice people don't go murdering other nice people”
The Paradine Case, es uno de esos trabajos que se sale de la norma, algo que podemos encontrar en la filmografía de la mayoría de directores, más aún, si es tan amplia como la de Alfred Hitchcock.
Pero esto no quiere decir, que The Paradine Case sea peor que el resto, sino que es diferente, nada más.
Claro, que si el espectador no está informado de esto, y busca uno de esos trabajos de suspense, que hicieron celebre al director, el chasco puede ser de proporciones bíblicas.
Por tanto, The Paradine Case merece una nueva mirada, que muestre todas las virtudes de una película sobre el amor, como fuerza destructora.
El amor de una “Femme Fatale” a su pesar, que se lleva por delante al marido ciego que la comprende, al mejor amigo de su marido que la ama con sentimiento de culpa, y al abogado defensor, que no pone trabas en el ejercicio de su profesión, para declararla inocente.

“I have nothing more to say to you, Mr. Keane.
I loved André Latour... and you murdered him”



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