Magical Girl

“Uno debe tener cuidado con lo que desea”

Estemos donde estemos, hay algo que siempre permanece inmutable y seguro, y es que:
2+2 = 4
Sin embargo, como veremos, estas certezas sirven de poco, cuando se trata de relaciones humanas.
Descubriremos que el mundo no responde, casi nunca, a un esquema preestablecido, y que lo inesperado, lo imprevisible, se encuentra ahí al lado, muy cerca, a la vuelta de la esquina.
Los humanos aceptamos la idea de que, si seguimos cierta lógica, si cumplimos ciertas normas, podremos controlarlo todo a nuestro alrededor.
Pero las consecuencias de nuestras decisiones, devienen enseguida, imprevistas, inesperadas, básicamente porque, como veremos, nunca controlamos toda la información necesaria.
Cuando los peores, y los mejores impulsos, pugnan por el dominio del alma humana, los valores morales, y lo que es considerado como “la verdad”, muta de manera constante; pues la crisis, agudiza el ingenio
“Aquí compramos libros al peso, y al peso es al peso”
Magical Girl es una película de suspense, escrita y dirigida en 2014, por Carlos Vermut.
Protagonizada por Luis Bermejo, Bárbara Lennie, José Sacristán, Israel Elejalde, Lucía Pollán, Alberto Chaves, Teresa Soria Ruano, Miquel Insúa, Elisabet Gelabert, Javier Botet, entre otros.
El guion, escrito por el director, es algo intrincado en sus varias historias que se entrelaza, las unas con las otras, hasta formar un notable todo, que penetra en el público buscador de historias distintas, logrando crear una atmosfera turbia y enrarecida, como parte de un experimento novedoso, que mantiene expectante al espectador, desde el principio hasta el final.
Magical Girl es una película de misterio que, a través de una red de oscuros chantajes, pretende poner de manifiesto, la relación del ser humano con su lado más oscuro:
El juego del poder y de la dominación, el uso de una supremacía física o psíquica, sobrevuela toda la obra.
El título “Magical Girl”, hace referencia al género mahō shōjo, en el que Carlos Vermut se ha inspirado para crear la serie ficticia de comics, y a su personaje principal, Yukiko, quien, para hacernos una idea, es un estilo “Sailor Moon”
Por otro lado, una “Magical Girl” es, tal y como su nombre indica, una chica mágica, con poderes, y que lucha por conseguir lo que quiere.
Esa es la clave que nos propone Carlos Vermut, una clave que retuerce hasta límites insospechados, para convertirse en un juego continuo de personajes que manipulan, y se dejan manipular, para hacer que sus vidas sean mejores o peores.
Personajes que se baten entre lo racional y lo emocional, a través de una trama llena de misterio, crímenes, y lucha contra lo moralmente correcto.
Alicia (Lucía Pollán), una niña enferma de cáncer terminal, de 12 años, sueña con el vestido de la serie japonesa “Magical Girl - Yukiko”
Luis (Luis Bermejo), su padre, hará todo lo que esté en su mano para conseguirlo...
Su destino se cruza con el de Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven con desórdenes mentales, y con el de Damián (José Sacristán), un profesor retirado de todo, menos de su tormentoso pasado.
Luis, Bárbara y Damián, quedarán atrapados en una red de oscuros chantajes, en la que instinto y razón, se debatirán en una trágica lucha.
Todo ello, para intentar responder a una única pregunta:
¿Hasta dónde serías capaz de llegar, para cumplir el sueño de tu hija?
Magical Girl, gana en profundidad, ambigüedad, negrura, según va avanzando.
La trama pasa de cierto costumbrismo sobre la crisis y el mazazo de una enfermedad incurable, a un episodio de chantaje, y posterior venganza premeditada.
Estamos ante una historia realmente hipnótica y perturbadora, que consigue mantener el nivel de intriga, durante todo su relato.
Creo muy acertada la forma en la que este director describe a sus personajes, y su situación personal, al mostrarnos lo suficiente, no más como para reflexionar e interpretar que es lo que han vivido anteriormente, para comportarse de la manera que lo hacen; y tiene un gusto muy especial, para mostrar aquello que no quiere decirnos con palabras.
“Dos más dos, no siempre fueron cuatro”
Magical Girl, es una película sobre la dominación, un filme que esconde más de lo que muestra, que trabaja con la sutileza, algo muy poco común con el cine español, y en la que Vermut, con más presupuesto, y actores en su mejor momento, como José Sacristán o Bárbara Lennie, deja que se desborde su pasión japonesa:
Desde el mismo título, que homenajea un tipo de manga, el género mahō shōjo, a sus ambientes, y personajes.
Magical Girl es una película de personajes presos en diferentes desequilibrios, que en el fondo, son buenos de corazón, pero las circunstancias les hacen adentrarse en una maldad desconocida para ellos.
El desarrollo me resultó lento, excesivamente lento para lo que tenía, y contaba, o que contar después.
Una decisión atinada, no solo para mantener la curiosidad del público, que Vermut va trabajando con cada secuencia, sino como base para ir elaborando su discurso, la idea de fondo que quiere transmitir.
Dividida la narración en 3 capítulos:
Mundo, Demonio, y Carne, que bien podrían ser más, en razón de los distintos fundidos a negro, con los que va pautando el ritmo de la historia; Vermut va dejando que los hechos se sucedan poco a poco, logrando así, que las relaciones entre los personajes, clave en este trabajo, se vayan presentando a medida que el espectador va recibiendo las dosis de información, sobre los escabrosos detalles que asolan sus retorcidas vidas.
1. Mundo:
Luis es un profesor en paro que, por su situación, no puede afrontar los gastos corrientes de su casa, y la manutención de su hija enferma.
Para mayor complicación, Alicia, su única hija, padece una leucemia que, con seguridad, acabará con su salud.
A pesar de su desastrosa situación financiera, Luis no quiere renunciar a obsequiar a su hija enferma, un extraño capricho:
El vestido de uno de los personajes manga, que a ella tanto le gustan.
El problema es que el vestido es muy caro, y Luis no se lo puede permitir.
Es en ese momento, cuando Bárbara se cruzará casualmente en su vida.
Así pues, Luis impele a Bárbara, para que le consiga el dinero que necesita…
La operación parece sencilla, pero Luis ignora completamente los monstruos que va a desatar.
La relación entre padre e hija, respira dolor y ternura, una simbiosis que dará pie al detonante de la trama.
Luis Bermejo, interpreta con la naturalidad que requiere su papel:
Un hombre corriente, que se ve envuelto en serios problemas, muy acorde con los tiempos en los que vivimos, en los que desgraciadamente, algunas personas, por necesidad o por desesperación, llegan a hacer cosas que nunca jamás se hubieran planteado, por no haberse visto antes, en una tesitura tan difícil.
2. Demonio:
Bárbara, es muy hermosa, pero miente a su marido, y no se toma la medicación.
Su marido es psiquiatra, ella es esquizofrénica.
Bárbara sufre mucho, y se autolesiona con frecuencia; y no se da cuenta, de que sus comentarios están a veces fuera de lugar, pero lo que sí que sabe con certeza, es que resulta tan extremadamente fácil herir a los demás, como herirse a uno mismo.
Bárbara Lennie, da vida a un impredecible personaje, de extraña sonrisa, y fría mirada, frágil y peligroso, al que se manipula, y que es manipulador al mismo tiempo.
3. Carne:
Damián, fue profesor de Bárbara, hace ya unos cuantos años…
La influencia de la niña fue tal, que marcó la vida de Damián para siempre.
Como consecuencia, 10 años de cárcel, un miedo atroz a la libertad, y un desenlace inesperado.
Damián, al igual que Luis, es un buen hombre; y al igual que Luis, es capaz de hacer cosas muy malas, si las circunstancias lo requieren.
José Sacristán, en la piel de Damián, un profesor que cumple condena en la cárcel, por algo que nunca llegaremos a saber...
Una interpretación sublime, que ayuda a que la trama explote en todo su esplendor.
Nada que envidiar tiene la debutante Lucía Pollán, la niña que sueña con ser una “Magical Girl”, y a la que la joven actriz dota de una naturalidad, y una mirada desafiante, escalofriante y ambigua, por no decir hasta andrógina, que bien podría ser un niño.
Son 4 personajes enigmáticos, que evolucionan de forma casi endiablada, dejándose llevar por sus más profundos deseos e intereses, para proteger lo mejor de sus vidas, embrujando unos, y manipulando otros, sin concesiones, y llegando a explotar.
Carlos Vermut, nos ofrece en este segundo trabajo, una galería de personajes, a cada cual más enfermo.
Para algunos, como Alicia, la hija de Luis, la enfermedad se manifiesta de manera puramente física.
Pero existen otros tipos de trastornos, psicológicos, mentales, y quizá el peor de todos:
El de sobrevivir a este mundo caótico, cruel, y sin asideros estables.
Porque:
¿Acaso existe algo más perturbador, que quedarse sin empleo, y no encontrar una salida posible, que remedie esta situación?
¿O el amor?
Las situaciones más corrientes, pueden llevarnos a la desesperación y, ésta, a cometer las más absurdas imprudencias, y locuras.
Vermut nos enfrenta a lo anómalo, para decirnos precisamente, que eso, lo anómalo, lo extraño, lo extravagante, lo que se sale de la regla es, curiosamente, “lo normal”
Magical Girl, nos ofrece la información, justa y necesaria, para transmitir lo que el director nos quiere contar; no peca, ni de falta ni de exceso.
Teniendo en cuenta esta premisa, la curiosidad, e incluso morbosidad, de las personas del público, puede quedar al descubierto si, por ejemplo, entienden como necesario, que se muestre aquello que sucede tras “la puerta del lagarto negro”, o como innecesario, el desnudo de Bárbara…
La producción habla por sí misma:
Todo lo que ves, tanto en contenido y forma, es lo que quiere ser contado.
Lo que no se muestra, se imagina, ahí se encuentra lo realmente inquietante.
¿Qué se puede esconder tras una puerta adornada con un lagarto negro?
Pero a medida que avanza la trama, comprobaremos como lo inquietante, lo raro, se vuelve cada vez más turbulento, perturbador.
Vermut nos hace un favor, al ahorrarnos los detalles más escabrosos de algunas situaciones a las que enfrenta a sus criaturas, rechazando hacer explícita la violencia que encierra ciertos momentos.
Y no le hace falta.
Le basta a Vermut, a través de la información que va dosificando, con anticipar las situaciones, para luego mostrar las consecuencias de ciertas iniciativas, y actos.
Vermut, como Hitchcock, juega con elegancia, a alimentar la imaginación del público, que será quien complete la línea, entre el punto de partida, y la meta final.
Nada es lo que parece, ni nadie puede escapar de su destino, el ser que parece más curtido y desequilibrado, es capaz de desencadenar una némesis de proporciones inimaginadas:
Es la mujer marcada, con una cicatriz durante media película, que nos enseña su alma partida, su doble identidad, su doblez entre lo frágil y lo cruel, sólo apaciguada por la presencia del marido, con quien convive en duda permanente, tanto sobre la enfermedad, el pasado, y el presente, “ni una mentira más”, dirá él en la enésima reconciliación, como si a un tigre se le pudieran borrar sus rayas.
Como la tarjeta en blanco, que significa la posibilidad para Bárbara, de saldar el chantaje con Luis, el padre de la niña manga, sabemos que, una vez que Bárbara llame a Damián, cualquier cosa es posible.
Sacristán, soberbio, llenando la pantalla, usando la voz como uno de los grandes, quebradizo, y entregado, pero duro y frío como el pedernal, recogerá metafóricamente esa tarjeta en blanco, que le fue entregada a Bárbara, y una vez que reciba el encargo, ya no habrá descanso.
Las almas entregadas a otra, es lo que tienen, los tiempos del amor cortés y galante, fueron sustituidos por el lenguaje de la venganza.
El día de la ira, ha llegado, unos maquinan, y otros ejecutan sin preguntar, incluso a sabiendas de ser utilizados, la magia es lo que produce, la imposibilidad de entregar lo que se tenía, porque ya no lo tienes.
Es curioso, que las decisiones de profesores y psicólogos, personas que en teoría, deben educar a la sociedad, sean tan demoledoras en Magical Girl, es aún más curioso, que el papel de la mujer, frágil a los ojos del hombre, sean el detonante de la toma de decisiones por parte de los débiles personajes masculinos.
Habrá quien reconozca, en la caligrafía limpia, rigurosa, y sin concesiones de Magical Girl, retazos de la cruel honestidad del cine de Michael Haneke.
No faltarán los que acierten a descubrir en la composición híbrida de géneros, las huellas de otros lenguajes, el comic, por ejemplo.
Con un poco de intención, no cuesta encontrar en el desasosiego desesperado de la protagonista, quizá el alma misma de los tiempos desesperados que nos han tocado.
Y, por supuesto, muchos serán los que se rindan al ruido que siempre produce lo nuevo.
Sin embargo, Magical Girl crea cuestionamientos, y dudas, y cómo no, hasta dobles lecturas, de las más variadas hasta bizarras.
¿Dónde está la madre de la niña?
Mejor anularla, justificando que el padre cumpla deseo de la niña, pues un tercero en ese hogar, creo que frenaría el propósito.
Además, creo que la niña es demasiado mayor para la situación, pues a esa edad, ya se daría cuenta de la salvajada económica que el padre está cometiendo.
Por otro lado, el encuentro “casual” entre Luis y Bárbara, es demasiado casual.
¿De verdad Luis creía, que lograría su propósito con esa piedra, al lanzarla al ventanal de joyas?
Los personajes están estereotipos:
Una niña, leucemia manipuladora; una mujer con problemas mentales con marido dominador; el iluso perdedor, de letras; el frío y calculador, de ciencias…
Y es que las lecturas son variadas:
Lucía Pollán, la niña que sueña sin conocer la magnitud de sus deseos; y Bárbara Lennie, la niña ya “mujer de fuego” que satisface los deseos de los demás.
Ambas mujeres, Alicia y Bárbara, viven en las afueras, en el territorio de lo otro.
De lo otro absoluto:
La muerte; pero también de lo extraño, lo diferente:
El territorio de la santidad, pero también de lo atroz, de lo oscuro, de todo aquello que desafía nuestra cordura.
Son 2 niñas:
Una niña santa, los santos siempre se están muriendo; y una endemoniada.
¿Son acaso la misma?
Es el reverso evolutivo de la mariposa a gusano…
¿Las niñas mágicas, se vuelven malignas al crecer?
Es posible que sea así, porque:
¿Cómo vivir con un poder como el suyo?
Thomas Hardy, tienen un poema que se titula “El Vestido Rosa”, el cual trata de una muchacha campesina, que se lamenta de su suerte, ya que su marido está a punto de morir, y comprende que nunca podrá estrenar el vestido que acaba de comprarse, y se verá obligada a pasar el resto de su vida, encerrada en su casa.
El vestido, representa esa vida que ya nunca podrá tener…
En el folklore, ciertos vestidos, como pasa en “Cenicienta”, son un símbolo del alma.
Emily Dickinson, habla en uno de sus poemas, de la vida como un vestido prestado y precioso, que tendremos que devolver...
Si Bárbara actúa como lo hace, es porque en algún rincón de su memoria, aún late la memoria de ese vestido sin estrenar, la memoria de su propia alma.
La locura, que es la forma más extrema de la mala educación, es no querer renunciar a llevarlo.
La niña que hace desaparecer los objetos, se transforma al crecer, en una mujer que siembra la desdicha por donde quiera que vaya, como si ese fuera el precio que hay que pagar, por no renunciar a ese vestido.
De una “chica mágica” a una bruja…
Seduce a su profesor, quiere tirar bebés por la ventana, escucha canciones que no existen, miente a su marido, frecuenta casas de prostitución, deja a su paso un rastro de sinsentido, y muerte…
Pero los otros, los señores de la realidad, no son mejores:
El padre de Alicia, se transforma en un chantajista, un monstruo; el profesor, en un criminal, otro monstruo; el marido de Bárbara, en un psiquiatra que desoye las enseñanzas de los sueños, y es un controlador, un monstruo; la amiga y antigua amante, en una vulgar regente de una casa de citas, un monstruo.
¿Y qué decir de la mansión misteriosa, a la que Bárbara se dirige para conseguir el dinero que necesita?
Hay allí varias puertas, y cada una de ellas, conduce a un cuarto más extraño y temible que el anterior, donde habitan… monstruos.
En Magical Girl, se contraponen 2 figuras:
La de la niña transfigurada por el vestido mágico, y la de la mujer sin rostro.
Son las 2 imágenes esenciales del cine:
La del cuerpo transfigurado por el amor o el encanto, y la del cuerpo sin rostro, que representa la imposibilidad de amar.
La pérdida del rostro, supone la caída en la animalidad, o en el vacío de significación.
Su opuesto, es el rostro transfigurado por el amor; y aquí los ejemplos son innumerables, pues esa raíz contemplativa, es la esencia misma del cine, ya que el cine “es el reino de las chicas mágicas”
Sus imágenes, hablan de los dueños de la realidad, de su apego al poder, y al dinero, de su oculta e insaciable perversidad.
¿No es extraño, que Luis elija para recibir el dinero del chantaje, un libro de La Constitución Española?
Aún más, esa casa a la que Bárbara se dirige para conseguir lo que necesita…
¿No es también la casa donde perderá su rostro?
¿Quién es su anfitrión?
Desfigura a sus huéspedes, les arrebata sus sueños, representa a todos los poderosos de este mundo, y sus prácticas oscuras.
Y Magical Girl termina como empieza, y si en la primera escena hemos visto a una Bárbara niña, haciendo evaporarse el papel de la infamia, ante los ojos de Damián, su profesor; en la última vemos como éste hace desaparecer entre sus manos, el teléfono móvil, donde están las pruebas que la pueden acusar.
Es un final abierto, que cabe interpretar de muchas maneras…
A mí me gusta pensar, que es la chica mágica, Yukiko, quien le ha dado ese poder…
Es verdad que Damián dispara sobre ella, pero la pervivencia de la magia, nos habla de su misteriosa presencia, más allá de la muerte.
La literatura, el cine, el arte en su conjunto, son el refugio de la magia en el mundo; prometen la resurrección, el regreso de todo lo perdido, en el mundo exterior.
Porque un mundo sin resurrección, es un mundo de fantasmas, como este que tenemos.
Otra lectura, algo bizarra es la que resulta que, hay una niña enferma terminal con un padre que, en vez de pasar rato con su hija, que se va a morir, se pasa las mañanas no se sabe muy bien donde, o tomando licor.
La niña, que es una friki del anime, parece que lleva bien lo de su enfermedad, con madurez, tanto que escribe una carta a la radio, dedicada a su papi ausente, para decir que le gusta el hospital, porque al despertar en el hospital, sabe que su padre siempre está ahí, ¡mentira!, pues está en el bar..
Eso sí, Luis tiene que irse a tomar, y no tiene tiempo de escuchar la preciosa carta que leen en la radio para él.
Pero para lo que sí tiene tiempo, es para echarle un ojo al diario de su hija, donde se entera de que su hija, quiere un maravilloso vestido de Yukiko.
El padre, que solo tiene tiempo de mirar hasta la segunda página del diario, decide que es buena idea gastar 7,000€ que no tiene, porque está en paro, cosa que a nadie extraña pues se gasta lo poco en licor, y decide comprarle el florido vestido.
Porque claro, lo de comprar una réplica, o ir a una costurera a que le fabrique uno igual, está fuera de todo pensamiento racional...
Pues bien, Luis vuelve a dejar a su hija tirada, para ir primero a vender unos libros al peso, que se le ha olvidado, de un día para otro, que al precio que cotizan, puede que saque 12€ por toda su biblioteca; luego para ir un bar a pedir 7,000€ para un vestido…
Y luego, a intentar robar unas joyas; sin taparse la cara, pues se debe a que en las joyerías, no hay cámaras de seguridad, eso lo sabemos todos.
De pronto, aparece Bárbara desde el balcón, que justo a esa hora, vomita porque su marido, eminente psiquiatra, decide que es buena idea, abandonar a su suerte a su mujer bipolar.
El psiquiatra, abandona a la paciente…
Bárbara acaba acostándose con Luis, y en un alarde inopinado de brillantez, decide grabar con el móvil, su encuentro para después chantajearla, para obtener la pasta para el puto vestido.
Como Bárbara, era una especie de puta, vuelve a putear, y consigue fácilmente los 7,000€, para el chantaje y el vestido, demasiadas coincidencias… lo de puta, obvio.
Pero aquí la cosa se pone mejor todavía:
Alicia, que a todas luces parecía ser la única persona, medio normal en este universo, resulta que no.
Cuando cualquier persona racional, hubiera sido considerada al recibir un vestido de 7,000€.
O bien preguntado:
¿Cuánto te ha costado este vestido?
No ves papá, que lo que yo quiero es que estés conmigo…
Te gastas el dinero en esta mierda, y yo me paso la puta vida, comiendo la puta crema de verdura, mientras te vas al bar…
¿Qué haces comprando un vestido?
Como decía, Alicia no se plantea ninguna de estas cuestiones, ella decide que, la mierda no les llega suficientemente hasta el cuello, y que quiere la varita a juego con el vestido...
Y la puta varita cuesta 20,000€.
Y no, tampoco hay réplicas de la puta varita... ni con el yeso queda bien.
O puede que la varita cueste 1,000€, nosotros no vemos el precio…
El caso es que Luis decide que sus problemas económicos se van a acabar, y le va a pedir a Bárbara, 20,000€, para la varita… y para licor.
El dinero lo quiere en 2 días.
Y Bárbara decide que, para no tener que dar explicaciones a su marido, es mejor dejarse violar, y casi matar, y conseguir los 20,000…
Así que la violan, y casi la matan, y resulta que en el “after party” no tenía otro sitio al que ir, como por ejemplo a un hospital, no, tenía que ir a caer en casa del último tarado de la función.
Damián, su problemático “ángel de la guarda”, que se ha pasado 10 años en la cárcel, posiblemente por su culpa.
Y Damián decide comenzar un ajuste de cuentas, una masacre, para que el marido de Bárbara, no se entere…
Demasiado fácil en algunos puntos, demasiado arriesgado en otros, pero la falta de comunicación, es ENORME, la entrega de los personajes a las causas perdidas es igual, y no han llegado a un estado en el que no hay vuelta atrás.
Por último, la banda sonora brilla por su ausencia, ya que el director quiere trasmitir más con los silencios, aunque en ocasiones, se puede escuchar alguna canción folklórica, y otras japonesas, en alusión a la serie de dibujos animados en cuestión; y la maravillosa interpretación de Manolo Caracol, de “La Niña de Fuego”
“Si pudieras elegir un poder mágico… ¿cuál elegirías?”
La crueldad que origina, el no querer saber, el desentenderse de las consecuencias de nuestros malos actos, la irresponsabilidad llevada al extremo, el pensar que nuestra manera de hacer las cosas es la mejor… trae problemas catastróficos.
Magical Girl, funciona como una especie de parábola, que nos abre los ojos a las estúpidas teorías del karma.
Los malos no siempre pierden, ni existe un Dios justiciero que reparta experiencias positivas y negativas, al 50% en la vida de los humanos, ni es más feliz quien tiene más dinero.
Quizás, este último punto sea el más discutible, pero eso sería otra película...
Exigimos más de lo que damos, y nos preguntamos el porqué de las cosas:
¿Por qué somos racionales, e irracionales a partes iguales?
¿Dónde está el equilibrio exacto?
¿Qué lado pesa más en esta balanza?
Carlos Vermut nos lo apunta espléndidamente, pero al final se sincera:

“No te lo puedo dar, porque no lo tengo”



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