Billy Lynn's Long Halftime Walk

“It's sort of weird, being honored for the worst day of your life”

Estamos en un mundo jodido, donde percibimos varios siglos a la vez.
Estamos en el siglo XXI, y esta gente está en siglo XIV.
Y con armas y cámaras que pueden magnificar lo que hacen, para incitar y adiestrar a los demás.
Una guerra, es el antónimo ideal para el amor y los valores que nos dan la calidad de “humanos”; y con el tiempo, la guerra se ha disfrazado de diversas formas muy sutiles y variadas, como despreciables.
En los inicios, un conflicto bélico era por la necesidad de expansión y por obtener recursos para un grupo de personas; siglos después por religión, incluso en la actualidad, poco después por revoluciones e independencias; y con el paso de los años, para derribar dictaduras e ideologías, y actualmente por “libertad”, sin embargo, todo se resume a una simple palabra:
Poder.
Francamente, los feudos, estados, naciones y todos aquellos grupos con influencia, siempre han requerido de poder para lograr generar sus arquetipos de gobiernos, así como los intereses de la elite.
Sin embargo, nos estamos volviendo menos sensibles, y un claro ejemplo es el de Julio Llamazares, escritor de “La Tribuna” describiendo lo siguiente:
“Sentado cómodamente en el salón de mi casa, con una cerveza al lado, y la mesa bien provista de comida y tabaco, estoy siguiendo estos días, como millones de espectadores en todo el mundo, la retransmisión televisiva de La Guerra del Golfo Pérsico, como si fuera un partido de fútbol, o una película más”
El espectáculo de la guerra, así considerado, tiene en sí mismo todos los ingredientes para captar la atención del espectador:
Emoción, violencia, suspense e incertidumbre sobre su final; incluso el sexo, tan necesario, y que en el caso de esta guerra, se encargaron de poner en su momento, si bien que en pequeñas dosis, las distintas féminas enviadas a los barcos para alegrarles las fiestas, y la vista a los soldados en navidad.
Con las cámaras emplazadas en los distintos ángulos del teatro, como efectivamente llaman los militares al escenario de los combates, y los corresponsales narrando en directo cada detalle del enfrentamiento, bombardeos, arengas, emboscadas en la noche, barridos antiaéreos, y hasta explosiones de misiles al lado de su hotel; uno puede seguir tranquilamente desde su casa, la cerveza en una mano, y el cigarro en la otra, y en la mesa, por si nos entra el hambre, alguna cosa para picar; el desarrollo de la contienda como si fuera un partido de fútbol o una película de aventuras, sin que ni siquiera falten las inevitables pausas periódicas para la publicidad, para ir al baño.
La Guerra de Irak, fue la primera guerra del siglo XXI, y por la tecnología, el público tenía acceso a muchas cosas que llevaron la guerra a la casa, y supusieron un nivel de escrutinio por parte del público, como no se había visto nunca antes.
Así, los soldados también se estaban viendo asimismo en CNN y, cuando empezó a llegar Internet a las bases, se tuvo mayor acceso al mundo exterior, y también los soldados se pudieron ver a sí mismos, y eso resulta un tanto extraño.
De la glorificación de los conflictos, surgen los héroes, los buenos, los malos y por supuesto, los que solo cumplían órdenes.
Naturalmente, ellos son los buenos ¿no?
Actualmente, las guerras no solo se pelean en los campos de batalla, fortines, cuarteles y ciudades; existe otro frente de batalla:
Los medios masivos de comunicación, por la simple razón que tienen la capacidad de convencimiento, e incluso hacer legitimo un conflicto armado, como es el caso de las guerrillas y los paramilitares.
Los medios pueden inclinar la balanza de un lado del frente de batalla o del otro, sencillamente porque tienen la capacidad de llegar a gran parte de la población, en particular, mediante la televisión.
La ideología que fue implantada en los ciudadanos de EEUU, fue un estereotipo de soldados libertadores, que luchaban por los pueblos oprimidos por dictadores tiranos y demoniacos; y olvidamos la realidad en las noticias, en los periódicos y todos los medios de información serios:
Solo cambiamos el canal si es desagradable, y nos olvidamos de que se están matando unos a otros, y en muchas ocasiones, solo vemos la superficie, rozamos las partes menos crudas, y todo continúa con normalidad.
La pregunta es:
¿Los medios nos hacen insensibles o adornan con ideología y estereotipos una guerra?
“I made a commitment”
Billy Lynn's Long Halftime Walk es un drama bélico, del año 2016, dirigido por Ang Lee.
Protagonizado por Joe Alwyn, Steve Martin, Kristen Stewart, Garrett Hedlund, Vin Diesel, Chris Tucker, Beau Knapp, Ben Platt, Mason Lee, Deirdre Lovejoy, Bo Mitchell, Bruce McKinnon, Randy Gonzalez, Christopher Matthew Cook, Ricky Muse, Ric Reitz, entre otros.
El guión es de Simon Beaufoy y Jean-Christophe Castelli, basados en la novela del mismo nombre publicada por Ben Fountain, que recientemente, en una encuesta realizada por la BBC entre los críticos de EEUU, fue escogida como la 8ª mejor ficción de los últimos 15 años, escrita en inglés.
En la novela, se cuentan unos breves destellos de La Guerra de Irak, ya que se desarrolla durante un largo día de Acción de Gracias, en el año 2004, el último día de la gira de propaganda de los soldados, mientras se encuentran en el estadio de los Dallas Cowboys.
Según el novelista, Ben Fountain, tuvo la idea para escribir la novela un día de Acción de Gracias, “cuando veía por televisión un partido de fútbol americano.
Fue 3 semanas después de las elecciones generales en las que George W. Bush venció a Kerry.
Sentí que no entendía a mi país.
Entonces, recibimos a unas cuantas personas en nuestra casa por Acción de Gracias.
Teníamos el partido puesto...
Llega el descanso, y estoy sentado en el sofá, y todos los demás se levantan, porque nadie ve la actuación del descanso.
Pero me quedé, y empecé a verla, pero a verla de verdad.
Y es muy similar de como lo recojo en el libro:
Una mezcla surrealista y bastante psicótica de excepcionalismo y patriotismo estadounidense, música popular, porno blando y militarismo:
Muchos soldados sobre el terreno de juego, con banderas estadounidenses y fuegos artificiales.
Pensé:
Esta es la mayor locura que he visto en mi vida.
Pero a todos los demás les pareció bien, los presentadores de televisión y todos los allí presentes, un día normal y corriente más, en los Estados Unidos.
Como había muchos soldados en el campo en ese momento, me pregunté cómo se sentiría uno, al ser un soldado que ha estado en combate, y lo llevan de vuelta a los Estados Unidos, para meterlo en una situación tan artificial.
¿Qué le haría eso a tu mente?
Quería que el lector se sintiera como si estuviera en la piel de Billy.
Y creo que eso es también lo que intenta hacer Ang Lee”
El productor Rhodri Thomas, de Ink Factory, leyó 8 meses antes de su publicación en Estados Unidos, que se acabaría convirtiendo en finalista del Premio Nacional del Libro de 2012:
“Un amigo mío, un editor, me dio el manuscrito y me dijo:
Tienes que leer este libro, te cambiará la vida.
Lo que resultaron ser palabras bastante proféticas.
Lo leí mientras estaba de vacaciones y me encantó, tenía una magia especial que mostraba muy bien los tiempos que corren; estaba en contra de la guerra, pero muy a favor de los soldados, que es algo que me conmovió profundamente, y quería contar esta historia.
Después de realizar unas cuantas averiguaciones, mi coproductor Stephen Cornwell y yo, nos encontramos hablando con Ben Fountain, autor de la novela”
Para Cornwell:
“Me pareció que reflejaba una época en la que todo el país estaba sumido en el trauma colectivo de La Guerra de Irak, una época que realmente no se había tratado, ni reconocido, ni sobre la que se había realizado ninguna reflexión.
Y me pareció que, en el personaje de Billy Lynn, Ben había encontrado alguien por quien nos pudiéramos interesar, y con quien pudiéramos simpatizar, para aproximarnos a lo que supuso vivir esa guerra.
Pero adaptar la novela, supuso un gran reto.
Y como toda adaptación, fue evolucionando.
Una de las grandes cuestiones era, cómo colocar a Billy en el centro de la historia.
Cómo encontrar una forma de crear este personaje que, en la novela, atrapa al lector con su monólogo interior.
¿Cómo haces funcionar eso en la gran pantalla?
¿Cómo sitúas a ese personaje, sus experiencias, sus observaciones, y su punto de vista en el centro de la historia, sin recurrir a una narración, algo que no queríamos hacer?
Así que, a lo largo del proceso de adaptación, intentamos encontrar la mejor forma de expresar el punto de vista de Billy:
¿Cómo plasmas esa experiencia en primera persona en un contexto cinematográfico?
¿Cómo haces evolucionar el lenguaje cinematográfico, y la forma de experimentar el cine, de manera que nos permita meternos en la mente de Billy, y realizar este viaje con él?”
Al principio, fue la historia de Billy Lynn lo que cautivó a Lee, su viaje literal y emocional, y la complicada yuxtaposición de la glorificación de los héroes de guerra, que regresan a casa con la horrorosa naturaleza de la guerra que han librado.
Era la clase de historia que le pareció que se prestaba a un nuevo enfoque cinematográfico, al que había estado dándole vueltas, uno que podía hacer que el espectador conectara realmente con Billy Lynn, de una forma orgánica, que le hiciera sentirse inmerso; el equivalente cinematográfico al monólogo interior en primera persona del libro.
Fue entonces, cuando Lee decidió que quería contar esta historia, y sacar adelante el proyecto.
“Es una historia de amor, valentía y devoción.
Es la historia de un joven, descubriendo su lugar en el mundo, y de la especial hermandad entre los soldados, la profundidad de sus vínculos, y los sacrificios que realizan”, explica Lee.
“Billy Lynn's Long Halftime Walk explora cuál es la realidad de su experiencia para un soldado; y la tecnología nos permite plasmar cómo la escucha, cómo la ve”, aporta el productor, Marc Platt.
Rodada en distintas localizaciones de Georgia, como Locust Grove, Atlanta o Canton, además de en Santa Clarita, California; y Marruecos; la historia es contada desde el punto de vista del joven de 19 años:
Billy Lynn (Joe Alwyn), un joven soldado que ha participado en El Escuadrón Bravo durante La Guerra en Irak.
Allí, él y sus compañeros, han sobrevivido a una tensa batalla, que ha tenido una amplia cobertura en los medios de comunicación; tanto que enseguida son llevados de vuelta a casa, considerados como héroes por El Departamento de Defensa de los Estados Unidos; y para celebrar el heroísmo de los miembros del Escuadrón Bravo, realizan una gira promocional por todo el país, que termina en un espectacular show, El Día de Acción de Gracias, antes de volver a la guerra...
Mientras, en contraste con las percepciones de los estadounidenses sobre el conflicto armado, Billy Lynn evocará los trágicos recuerdos de la guerra, y la pérdida de Virgil “Shroom” Breem (Vin Diesel), su sargento en un tiroteo, en la que son grabados por las cámaras.
La historia es bastante desoladora, al comprobar el punto de vista que se tiene de la guerra, en aquellos que nunca han ido, ni saben de primera mano lo es la batalla.
Centrándose en Billy Lynn, su vida en un pueblo rural de “La América Profunda”, su experiencia lo hizo perder su juventud, donde ahora solo tiene al batallón como familia, y a la guerra como modo de vida.
Sus observaciones, sobre lo absurdo del recibimiento por todo lo alto, que se encuentran esos soldados al volver a casa, la yuxtaposición de esa extravagante celebración de su heroísmo, intercalada con su servicio en el campo de batalla en Irak, la ironía de esas 2 experiencias, una junto a otra, es como una especie de examen existencial de lo que es real y lo que no, ese contraste posee una especie de cualidad zen que fascina, porque uno se siente inmerso en lo mostrado, y todo ello gracias al poder de la tecnología.
“Make it about something bigger than yourself”
La primera impresión que el director taiwanés deja en cualquier persona que le conozca, es la de una poderosa humildad.
Casi parece que vaya a pedir disculpas por compartir el mismo espacio que su público; y sin embargo, a lo largo de su presentación, deja vislumbrar un orgullo bien entendido por su oficio.
Una voluntad flexible pero inquebrantable a la hora de procurar llevar a buen puerto cada uno de sus proyectos; el director ganador de 3 premios Oscar, Ang Lee, con Billy Lynn's Long Halftime Walk, redefine lo que es posible a la hora de hacer cine, y de narrar historias, con el objetivo de sumir aún más a los espectadores en una experiencia cinematográfica avanzada.
Con la ayuda de John Toll, director de fotografía ganador del Oscar en 2 ocasiones, Lee emplea cámaras de tecnología de punta, para filmar en 3D nativo, alta resolución, y un número de imágenes por segundo, que parecía imposible hasta ahora, y con el que hace historia.
Eso le permite crear una forma de que los espectadores sientan el drama, al presentar las agudizadas sensaciones que los jóvenes soldados sienten en el campo de batalla, y cuando vuelven a casa.
No cabe duda de que estemos ante una persona que reflexiona profundamente sobre el arte de contar historias, y llega a conclusiones chispeantes e irónicas al respecto.
Lee, sabe encajar los sinsabores que acompañan a su tarea, con la sabiduría suficiente como para lograr levantar la siguiente escena, la siguiente jornada o la siguiente película.
Al final, no nos sorprende que, tanto actores como productoras, estén deseando arriesgarse a trabajar con él.
Y es que no atesora ni un ápice de falsa modestia, pero esa humildad a la que hacíamos referencia, es tan auténtica como su cine.
Hay que recordar que el cine ha sido una combinación de arte, negocio y tecnología desde que nació...
Lee incide entonces, en alguno de los aspectos técnicos insoslayables de rodar en 3 dimensiones:
“Cuando empezamos con las pruebas de rodaje para “Life Of Pi” (2012), pude ver que en 3D, y con gran resolución, la imagen parpadeaba de forma muy molesta.
No podía distinguir las reacciones en el rostro de los actores.
Nos dimos cuenta de que el parpadeo desaparecía, a partir de una cadencia de 100 fotogramas por segundo.
Con menos de eso, no tenía sentido tener tanta resolución.
Una vez que alcanzas el equilibrio entre resolución, velocidad y latitud, la manera en que la imagen te engancha, lo cambia todo.
Llegamos a una solución de compromiso con esa película, pero ya entonces me empeñé en que mi siguiente proyecto iba a procurar alcanzar ese equilibrio”
El realizador reconoce que, Billy Lynn’s Long Halftime Walk, fue un encargo del estudio:
“Llevo años queriendo dirigir una historia sobre boxeo.
Pero el proyecto no termina de despegar, y en Sony me propusieron esta película, basada en un libro de Ben Fountain, y me pareció perfecta para experimentar lo que quería hacer”
En este nuevo paso de Ang Lee, otra vez valiente, en un género inédito para él, como la sátira, hay una gran diferencia entre lo público y lo privado, entre lo político y lo íntimo, que le obliga a salir de su zona de confort como cineasta.
La técnica de Billy Lynn's Long Halftime Walk, es famosa por estar rodada en 120 cuadros por segundo, que es la velocidad de fotogramas más alta para una película hasta la fecha, lo cual es 5 veces la velocidad estándar; todo ello con el objetivo de mejorar la experiencia emocional.
La cámara veía tanto como nuestros ojos, e incluso más.
Es el paso lógico, con el aumento de resolución, donde la mente es capaz de ver más cosas, y entonces demanda más cosas.
Es más rápida y más inteligente.
A 120 imágenes por segundo, cualquier cosa que se intente ocultar, queda como si usaras cinta negra.
Así que los sets tenían que ser capaces de soportar el escrutinio en tiempo real.
Ang Lee, está utilizando 3D en un drama, para explorar la espectacular acción que tiene lugar en el interior de la mente humana.
Eso es lo que lo hace tan emocionante.
Está utilizando la tecnología, para acercarnos más, para meternos en el cuarto con los personajes, y lo está llevando aún más lejos, porque buena parte de la película, se cuenta desde el punto de vista de su personaje principal, así que está dándole la vuelta a la cámara, y ofreciendo auténticos planos subjetivos en 3D, inclusive rompiendo la 4ª pared.
Así que eres Billy Lynn, el personaje central, y, como espectador, te sientes inmerso al verlo todo desde su punto de vista.
Te vas a sentir como si estuvieras en el cuarto con él y los personajes que se meten en tu espacio.
Creo que es potencialmente revolucionario, y podría cambiar nuestra forma de ver el drama, cuando acudimos a una sala de cine.
Cuenta el director:
“Le mostré las imágenes a los ejecutivos de Sony, y les convencí para seguir adelante dando ese paso extra.
Puede parecer un sinsentido, pero para mí fue como reinventar la rueda.
Claro que yo no he inventado nada…
Entiendan que nunca he sido un tipo técnico, sólo respondo intuitivamente a lo que la tecnología me ofrece”
Así pues, en Billy Lynn's Long Halftime Walk se rodó en el formato estéreo 3D, 4K, 120fps de película no convencional, generando un total de 540TB de material de video, y un archivo de entrega final de 84TB.
Para los equipos de cámara y de postproducción, la adaptación tampoco fue sencilla:
“El foquista tenía que reaccionar, sin contar con las herramientas suficientes para hacerlo, debido a la extrema luminosidad de las escenas; y tenía que verlo todo a través de un monitor 2K a 60fps.
El proceso ha implicado mucho ensayo y error, incluso durante el montaje.
Y no podemos olvidar que operar con 2 cámaras en 3D, es como ir cargando con una nevera.
Las cosas que se han estado haciendo durante más de un siglo en el cine, no se pueden hacer en este tipo de rodaje.
Me gustaría, por ejemplo, poder hacer planos más largos.
Los encuadres, los movimientos de los actores…
Todo es distinto, tanto que llegamos a cambiar el set, 68 veces por día”, dijo el director.
Y aún con todos estos detalles técnicos asombrosos, Billy Lynn's Long Halftime Walk, no logró ninguna nominación a los premios Oscar, y sinceramente, no le hacen falta para mostrar lo bien hecha que está.
Muy pronto, todas las partes involucradas en la producción, se dieron cuenta de que la inversión tecnológica iba a tener consecuencias muy profundas en la parte artística:
“La claridad es tan extraordinaria…
No podíamos usar maquillaje en los actores.
No hubo forma de que no se notara.
Cuando ruedas planos en el interior de un Humvee, las vibraciones que causan los baches, no te dejan ver el rostro de los actores.
Pero al combinar todas estas tecnologías, se aprecia todo.
¡Me dediqué personalmente a poner rocas en el trayecto del vehículo, para que se notaran más los baches!
Las imágenes tiemblan, pero puedes ver sus caras, sus ojos…”, dijo el director.
El realismo tomó mucha mayor importancia en el proceso creativo:
“Cuando ves a Rambo disparar esas armas gigantescas, nunca se muestra el retroceso.
Es algo que me saca de las películas de acción.
Toda esa gente disparando durante minutos y minutos sin recargar nunca, y sin sentir el retroceso.
Las salvas de fogueo, no producen retroceso, y me obsesioné bastante con ese problema, porque a 120fps, todo parecía falso.
¡Quise usar balas de verdad, pero no me dejaron!
El maestro armero que teníamos, consiguió elaborar un truco para que pudiéramos ver el retroceso y los cartuchos saliendo de la recámara a toda velocidad.
Y mis soldados no son súper héroes.
Necesitan recargar la munición cada poco tiempo”, dijo Lee.
La iluminación, también se vio afectada por el formato de captura, ya que para evitar el parpadeo, se rodó con un ángulo de obturación de 360º, completamente abierto.
“Esto supone sacrificar 3 stops y medio.
La iluminación tiene que ser más intensa, pero también más realista.
Con esa cantidad de información, el ojo vaga más libremente por la pantalla.
No puedes hacer planos demasiado cortos.
Toda tu estética, toda tu puesta en escena cambia.
El lenguaje cambia”, aseveró.
La relación con los propios actores, sufre una transformación, según Lee:
“Te ves obligado a filmar de manera mucho más íntima y personal.
Aquí viene el mayor reto.
Lo más peligroso es que el espectador es capaz de asimilar toda esa información, de ver como si estuviera realmente viendo a los personajes a la cara.
Se vuelve más inteligente; y se da cuenta de cuándo un actor está actuando.
Mucho más que a 24fps.
Llevo la mayor parte de mi vida dirigiendo a actores, y tuve que olvidar todo lo que había aprendido.
Lo normal es que al actor le des un objetivo concreto, al que su personaje debe aspirar.
Pero aquí me enfrentaba a algo mucho más cercano a la vida real.
Lleno de múltiples capas.
Es preciso ser más sutil.
A mis actores, tenía que darles 5 direcciones diferentes en cada escena.
Pensamientos contradictorios, como los que tendrían en el mundo real.
Porque el espectador, con esta tecnología, es capaz de ver más allá, de interpretar el interior del actor”
Considero injustas las críticas que recibió Peter Jackson por rodar a 48fps en la saga de “The Hobbit”, pero fue un pequeño paso, un paso al fin y al cabo, que Ang Lee ha traído con Billy Lynn's Long Halftime Walk.
“Cada película es un compromiso.
Siento que cada película que he hecho, está, al menos, un escalón por debajo de cómo imaginé que sería.
Y con cada una veo que me falta más por aprender.
Me he dado cuenta de que necesito una serie de cosas de cara al futuro.
Necesito tener más profundidad de campo en 3D.
Necesito cámaras más pequeñas.
Necesito mejores sensores, con mayor latitud.
Soy perfectamente consciente, de que todo esto que pido es contradictorio desde el punto de vista técnico, pero confío en que los fabricantes encuentren la manera de resolverlo.
La pelota está en su tejado”, dijo entre serio y jocoso, tanto que esta última afirmación, provocó más de una carcajada en la sala donde dio la conferencia de prensa, incluida la del propio director.
Scot Barbour, jefe de tecnologías de producción de Sony Pictures Entertainment por su parte, insistió en el reto que supuso este proyecto para el estudio, de principio a fin.
Recalcó, al igual que lo hiciera Ang Lee, que lo que les entusiasmó del proyecto, desde el punto de vista tecnológico, era invertir en una película cuyo interés radicaba en la narración, y no en una bobina de efectos visuales alargada a 2 horas.
Según el director Ang Lee:
“La experiencia no trata únicamente de ofrecer espectáculo, ni acción, sino también drama.
Nuestra forma de ver las cosas, la forma en que queremos que los espectadores se involucren en la película, creo que es más personal.
Es algo mucho más grandioso.
Creo que el futuro es verdaderamente emocionante”
Y es que se puede sentir que uno está dentro de la película, el nivel de detalle, los colores, la profundidad de campo, el cambio de los encuadres, las perspectivas, todo tiene un realismo muy cuidado, y muy hermoso de apreciar, se observa todo y el espectador tiene el control del enfoque del ojo.
Así pues, a lo largo de los primeros minutos, la sensación del espectador, es de extrañeza.
Los personajes en 3D parecen pegados en un collage.
Pero pasado ese tiempo, la inmersión es absoluta, salvando pequeños detalles como alguna peluca o alguna interpretación de reparto no tan afinada.
Las secuencias de batalla están rodadas en primera persona, sin alardes, con una sencillez y naturalidad que contrasta mucho con la artificialidad de las que transcurren en el estadio, que son las que producen, con toda intención, la sensación de extrañeza a la que hemos aludido antes.
Mientras la efectividad del audio, es devastadora; es por eso que reafirmo que Ang Lee nunca defrauda.
Con la idea de conseguir respaldo para La Guerra en Irak, el gobierno de George W. Bush, usa a 8 soldados de una unidad llamada El Escuadrón Bravo, para hacer una gira promocional de 2 semanas por los Estados Unidos.
La idea detrás de la patraña, es que la gente vea a estos héroes, y aprecie el sacrificio que están haciendo los jóvenes, que fueron a evitar el uso de armas de destrucción masiva por Saddam Hussein, y salvar a la nación y al mundo...
Cómo sabemos, tales armas no existían, y lo que consiguió la invasión fue desestabilizar El Medio Oriente, y causar las consecuencias que hoy sufren los ciudadanos de la península arábica, así como la perdida de innumerables vidas humanas.
El Escuadrón Bravo fue seleccionado, porque participó en una breve escaramuza a la que se le ha dado el nombre pretencioso de “La Batalla del Canal Al-Ansakar”
Lo que sucedió, fue filmado por una cámara implantada en el área por Fox News, obviamente un chiste, y fue subida a YouTube…
En la grabación, se ve a Billy Lynn tratando de salvar a su sargento, Virgil “Shroom” Breem, pero fuera de cámara, Billy tiene un horrendo encuentro cuerpo a cuerpo con un enemigo, a quien apuñala para salvarse.
Por su arrojo, el especialista Lynn, es condecorado con La Cruz de Plata.
Él es la “estrella” del grupo de 8 soldados que ha hecho “La Gira de La Paz”, que terminará con su participación en el espectáculo de mitad de juego, el día de Acción de Gracias, en el estadio de los Dallas Cowboys.
Al grupo, los acompaña Albert Brown (Chris Tucker), un promotor que opera también como su agente “hollywoodiense”; y les ha prometido que Norm Oglesby (Steve Martin), el dueño millonario de los Cowboys, le dará $100,000 a cada uno por los derechos para convertir su historia en una película.
La acción de Billy Lynn's Long Halftime Walk, transcurre en un día, y vamos viendo la vida de la familia de Billy, en retrospecciones que nos llevan a su humilde casa en un pueblo de Texas, y que nos adentran en la acción de “la gran batalla” en que participó en Irak, y llegan a su cenit una vez que los 8 soldados están en el estadio.
Básicamente, fuera de uno que otro empleado de Mr. Oglesby, y este de forma condescendiente, nadie parece hacerles caso a los héroes.
Frente al jefe, el encargado del campo los amenaza, y les dice que salgan del terreno…
Los organizadores del espectáculo, los ordenan y los manipulan como si fueran chiquillos y, los adultos que montan el espectáculo, los tratan como si fueran monos amaestrados.
Ellos se han convertido en marionetas del mundo del entretenimiento, en un país en que todo parece haberse trivializado y reducido a un mero pasatiempo.
Los personajes de la farándula, son ahora los que mandan y deciden, qué se hace, y cómo se hace.
Es evidente que, para entonces, finales del 2012, ya muchos sabían que estos jóvenes, la mayoría de menos de 25 años, estaban dando sus vidas por la avaricia de los mercaderes de guerra en su país, y por el petróleo que codiciaban los grupos financieros como Halliburton y el Carlyle Group.
Los agradecidos por sus acciones, son contrarrestados por los que le sienten animosidad por la guerra, sentimiento que vuelcan en ellos, y sustituyéndolos por el gobierno de Bush.
Esto se manifiesta de muchas formas en Billy Lynn's Long Halftime Walk, que tiene unos momentos soberbios, en los que el desprecio de los civiles por los soldados, es devuelto con creces.
Entre otros personajes, Kathryn (Kristen Stewart), llena de humanidad, como mujer marcada por la violencia, es la única de la familia Lynn, que se preocupa por su hermano, y no entiende las razones por las que quiere volver al campo de batalla.
Mientras en el extremo, la porrista Faison Zorn (Makenzie Leigh) que siente atracción sexual por Billy Lynn, no entiende eso de ser un héroe, ni por qué razón él dejaría de ir a la guerra por ella, y solo desea que él regrese por es lo es.
Ahora que lo pienso, nadie entiende nada, sólo los soldados se entienden a sí mismos.
El Sargento Dime (Garrett Hedlund), es una mezcla perfecta de picardía y sarcasmo; y finalmente, Vin Diesel le inyectaba humanidad y camaradería a los soldados bajo su mando.
Básicamente, la guerra no solo fue usada para robar y generarle ganancias a compañías de EEUU, sino para explotar a algunos que pusieron sus vidas en la raya.
También está claro que, a pesar de su juventud, los soldados analizaban filosóficamente lo que hacían en tierra extraña, y entendían que eran despreciados por los que fueron a “ayudar”
El desconocimiento de la historia y las costumbres del país invadido, los colocó en posiciones difíciles en las que la justicia civil estaba ultrajada por la injusticia marcial, impuesta por un invasor.
Peor muchos quieren volver, porque verdaderamente están convencidos que protegen su nación de elementos terroristas, y de la violencia del fanático musulmán, que odia la forma de vida de EEUU, y porque la contraprestación de un servicio, entre la vida y la muerte, está condenada al mostrador de un restaurante de comida rápida.
En algunos momentos, como es el caso del breve romance que florece entre Faison, una de las “Dallas Cowgirls” y Billy, el instante se aprovecha para mostrar que a un soldado, el único futuro que se le puede augurar es el de una muerte temprana.
Billy ha de irse muy lejos de la chica que lo ha flechado, y a lo mejor no regresa...
Pero el romance imposible, también nos muestra la ingenuidad juvenil de alguien que aún es “virgen”, como no le dejan olvidar a Billy sus compañeros y su hermana, pero que se ha ido convirtiendo en un cínico.
Ser virgen después de la adolescencia, pasa a ser la gran preocupación estadounidense.
El actor, Joe Alwyn, en su debut como Billy Lynn, está enorme en todos los fotogramas, su mirada e inocencia perdida, se evidencia en sus diálogos, gestos y actitudes.
Miras a los ojos de un soldado de 19 años, y puedes ver que ha visto muchas más cosas que la mayoría de la gente de su edad que sigue en casa, para los que la guerra es algo muy, muy lejano, pese a que llega hasta sus hogares.
Estos jóvenes soldados, han visto mucho, han vivido mucho y maduran rápido.
Y creo que eso se nota.
En el filme, la hazaña bélica que protagonizan Billy Lynn y sus compañeros en Irak, consigue hacerse viral en YouTube, de ahí que el uso de la tecnología, esa que vemos y se repite en los noticieros, mientras nos rascamos el ombligo, representa el horror para otras personas, el peor momento de sus vidas, repetido, una y otra vez.
El autor Ben Fountain, dijo:
“La verdad es que me lo inventé por completo, aunque he de admitir que probablemente haya mucho de cómo era yo mismo a los 19 años en Billy Lynn.
Como a la mayoría de los chicos de 19 años, a Billy le pasan fundamentalmente 2 cosas:
Su cuerpo está haciendo cosas raras, y el sexo ocupa un lugar muy destacado en su mente.
Y creo también, como la mayoría de los chicos de 19 años, tanto si son conscientes como si no, está pasando por una serie muy intensa de crisis existenciales, preguntándose quién soy, qué hago aquí, cómo voy a vivir mi vida, y qué constituye una vida decente o una buena vida.
Creo que para Billy, es aún más intenso porque ha vivido esa realidad definitiva a vida o muerte del combate.
Se le ha caído la venda de los ojos, de modo que, cuando vuelve a Estados Unidos, ve el lugar por lo que es.
A lo largo de las 2 semanas de “La Gira de La Victoria”, a la vez que intenta echar un polvo, también trata de entender el mundo”
La frescura de Joe, es alguien a quien los espectadores no han visto antes, así que no trae consigo ninguna idea preconcebida, y la sutileza y el amplio registro exhibidos en su interpretación, te animan a querer conocer a Billy y, a mi parecer, a sentir en última instancia lástima por él.
Lee, que posee un don para reconocer y cultivar nuevos talentos, tenía una idea muy concreta del actor que necesitaba para el papel principal y, hasta que vio a Alwyn, ningún otro actor había cumplido esos requisitos.
“La película no se mete en el aspecto político de la guerra, ni en por qué están luchando allí esos chicos”, aporta Joe Alwyn.
Pero lleva la guerra a casa, y explora lo que la gente proyecta en los soldados, en lugar de meterse en el aspecto moral y político del asunto.
Y cuando regresan a los Estados Unidos, para esa gira promocional, les meten en la cabeza esa imagen de los soldados perfectos y valientes luchando por su país, cuando no se corresponde necesariamente con la realidad.
Y eso no es algo específico de Estados Unidos.
Hay soldados de todo el mundo, luchando que conectarán con esto, porque es algo universal”
Alwyn cree que “lo que resulta atractivo de Billy, es que es la imagen del chico típicamente estadounidense, normal, que es por lo que la gente trata de convertirlo en aquello que quieren proyectar en él, moldearlo, hasta transformarlo en algo que puedan utilizar.
También veo a Billy como un rebelde, pero no demasiado rebelde, que está un poco apartado, al margen de todo eso, un personaje bastante solitario, al que le gusta hacer las cosas por su cuenta.
Creo que tiene cualidades de líder, pero le gusta su soledad”
Con Los Bravos, como grupo, estamos hablando de una experiencia humana distinta, de manera exponencial del deporte o los negocios, es literalmente a vida o muerte, y creo que lo que se genera entre hombres y mujeres en estas situaciones, es una forma muy intensa de amor.
Los jóvenes de Bravo, son una familia y, como muchas de las familias, discuten, se sacan de sus casillas entre ellos, se meten unos con otros, y son sumamente conscientes de los defectos, fallos y faltas de los demás.
Pero se quieren mucho.
No pueden evitar quererse.
Tal vez, nuestra cultura no se ha centrado lo suficiente en cómo surgiría esta profunda forma de amor en una situación así, pero así es cómo funcionan los seres humanos.
Los demás personajes, unos demuestran lo mucho que han perdido por la guerra, mientras otros demuestran su ignorancia, y la falta de respeto más absoluta.
En el papel del sargento Dime, con 27 años, es el de mayor edad y el líder del grupo, Garrett Hedlund señala que “estos chicos se encuentran en una situación que la mayor parte de la gente jamás podría imaginarse, luchando por algo que la mayor parte de la gente no aprecia.
Los Bravos más jóvenes, son soldados corrientes, de 18, 19, 20 años, que no han visto mundo, no han ido a la universidad, ni viajado muy lejos de donde quiera que sean, y ahora, de repente, se ven trasladados a ese país extranjero que está siendo atacado.
Hacer que Los Bravos sean tan jóvenes, algo ingenuos y tan bobos como son lo hace muy real”
Garrett Hedlund comenta cómo “entre Billy y Dime hay sin duda una relación de hermano pequeño/hermano mayor.
Dime es el mentor, el guía.
A lo largo del libro, comenta cómo Dime le echa una mirada retadora, que ve más allá de todas las chorradas, y que luego se convierte en compasión, comprensión.
Ve la lucha de Billy, y simpatiza con ella, se identifica con ella, siempre quiere que se mantenga por encima de todo eso, y muestre, por decirlo así, su verdadero espíritu heroico o de guerrero.
En Irak, Dime y Shroom no dejaban de espolear a Billy, porque percibían algo en él, el potencial para ser un líder que él mismo nunca pensó que podría ser.
Y ahora, en Dallas, Dime necesita que Billy ayude a mantener a raya a los chicos después de esta perturbadora gira por los Estados Unidos, donde han ido de ciudad en ciudad, y todo el mundo les ha dicho:
“Nos sentimos muy orgullosos de su campaña allí, y nos sentimos muy orgullosos de lo que han hecho, gracias por su valor”
Así que, a lo largo de su estancia en Irak, y sobre todo el día del estadio, su relación con Dime, cambia por completo, y Billy acaba convirtiéndose no exactamente en un sustituto de Shroom, pero sí, al menos, en alguien capaz de ocupar su puesto, de modo que, cuando vuelvan a Irak, pueda ayudar a Dime, como él dice, “a mantener con vida a esos payasos”
Intérpretes como Chris Tucker, Steve Martin y el mismo Garrett Hedlund, también brillan con luz propia en roles dramáticos, alejados de su especialidad y la comedia.
El primero, dando vida a un agente de cine que no para de negociar con los estudios para llevar a la gran pantalla la vida de la patrulla Bravo.
Martin, por su parte, se pone en la piel del multimillonario dueño de los Texas Cowboys, equipo que disputa la final de la liga de fútbol americano.
Martin reveló en una entrevista, que estaban varias semanas en el rodaje, antes de darse cuenta de que Joe Alwyn no era un estadounidense, sino que era en realidad inglés; así pues, el acento estadounidense de Alwyn era tan preciso, que Martin no tenía la menor idea de que era del Reino Unido.
Por su parte, Hedlund es El Sargento Dime, líder firme e implacable de la compañía; mientras Mason Lee, que interpreta al soldado Yang Foo, es el hijo del director, Ang Lee.
También vemos cameos de la estrellas de la NFL:
J.J. Watt y Richard Sherman, como jugadores de Dallas, que le hacen preguntas a Billy sobre la guerra, y éste les contesta con ironía y cinismo, en una escena impagable como desgarradora por lo incómoda que es.
Vamos, que Los Bravos solo quieren regresar a sus casas, no a ser parte de un show, ni que los atiborren con preguntas estúpidas.
No es raro que durante el desarrollo del filme, el espectador pueda ir adivinando una crítica feroz, escondida en un envoltorio amable hacia parte de la cultura estadounidense.
La celebración de un evento como el Super Bowl, ruidoso, espectacular y anodino para todo aquel que no conozca un deporte tan singular como el fútbol americano; así como el uso mercantil de una guerra que rara vez luchan aquellos que se benefician de la misma.
En el fondo, Billy Lynn's Long Halftime Walk es un filme antiguerra, que muestra que la explotación de las acciones bélicas, no se ciñen a los botines que se extraen de los países invadidos, sino que se explota también al soldado, ese participante inocente que puede generar ganancias sin entorpecer mucho la línea de estas, y que muere por los despojos y los hijos de los poderosos.
Muestra, además, que la banalidad y el espectáculo lo corrompen todo, incluyendo a los héroes.
También hay cierta reprobación hacía el trato que se dispensa a los soldados, y a su futuro una vez sean licenciados en el ejército.
Hay un momento, en el que uno de los miembros de la compañía, el soldado Marcelo “Mango” Montoya (Arturo Castro), no sabe que es mejor:
Si estar en Irak o en casa, ya que al menos en el frente se siente valorado, reconocido y, probablemente, cuando vuelva a su hogar solo pueda encontrar trabajo en una cadena de restaurantes de comida rápida.
Esta amalgama de espectáculo, guerra y crítica soterrada, consigue a su vez una mezcla en el espectador de asombro y confusión por lo que ha visto, pero también hace que salgas conmovido ante la historia de estos soldados.
Billy Lynn's Long Halftime Walk, exalta el valor de quienes deberían estar disfrutando de la vida, no perdiéndola.
Es una historia conmovedora, y la tecnología está únicamente al servicio del objetivo de mostrar historias humanas, sentimientos humanos, en primera persona.
Me pareció que lo más importante para ello, era mirar a nuestros personajes a los ojos, ver sus rostros con dimensión y sinceridad, de una forma inmediata e íntima.
Me parece que la forma tradicional de hacer cine, da la sensación de ser muy en tercera persona, lejano, como si estuvieras viendo la historia de otro, y no de uno mismo, por qué no.
Esa es la esencia.
Trata sobre la experiencia humana, y la esperanza con este nuevo cine, es que te permita sentirse inmerso.
“I did what I had to do...
For the first time in my life, I feel close to something bigger than myself”
La Guerra de Irak, se convirtió así en la intervención militar con participación de Estados Unidos, con una percepción más favorable en el país, desde que la encuestadora Gallup comenzó a realizar estos sondeos en 1950, a raíz de La Guerra de Corea.
Desde entonces, la opinión pública estadounidense ha ido cambiando su visión sobre Afganistán, y ahora ya hay un mayor porcentaje que considera la guerra en el país asiático, un error.
Conscientes de esa dimensión cinematográfica de la guerra, que el propio cine se ha encargado a lo largo de su historia en buscar y subrayar, los militares, que no son tontos, le han puesto a ésta, los efectos especiales necesarios, sabiendo que sería retransmitida en directo por la televisión, para que la identifiquemos definitivamente con un western, o con un filme de ciencia ficción.
Sobre el soporte en blanco y negro de un burdo maniqueísmo, como en las películas del Oeste, el bueno de Bush, claro, es blanco, apuesto, bien vestido y educado, tiene más puntería, dispara mucho más rápido, y el caballo, o los aviones, le corre más que al contrario; mientras que el malo, Sadam, es de otro color, viste mal, es siniestro y sanguinario, trata mal a las mujeres, escupe por el colmillo, y lleva siempre a mano la pistola; han urdido una película de indios en la que ni siquiera han descuidado los detalles del lenguaje del guión:
Los helicópteros anticarro se llaman Apache, los misiles, Toma Hawk; los cazabombarderos, Jaguar; los portaaviones, Missouri y Wisconsin; el general de los blancos, Bear, y hasta la operación misma en conjunto, Tormenta del Desierto, como si fuera una vieja película de Mann o de John Ford.
Y para los más pequeños, acostumbrados más a la épica de La Guerra de Las Galaxias, que a la de las praderas y desiertos polvorientos del Far West, los guionistas han tenido también su previsión:
Por si no fuera bastante con los aviones invisibles, los Tornado, los Hornet, los F-111, los B-52 o los Scud, de cuando en cuando aparece en la pantalla, un general para, puntero en mano, mostrarnos la trayectoria de un misil, guiado por rayo láser, y dibujado en la pantalla del avión, como si fuera una máquina de marcianos.
Así las cosas, a nadie le extrañará que, poco a poco, los telespectadores de todo el mundo, hayamos ido entrando en la película, hasta el punto de olvidar que allá, en El Golfo, los soldados se están matando unos a otros de verdad.
Cambiado la percepción de la guerra.
La extraña perfección de las imágenes, y la falta de sangre con la que nos las sirven, hace que muchos hayamos empezado ya, a pensar no sólo que no hay guerra, sino que todo lo que ocurre es de mentira, y que al final de la película, los actores volverán a levantarse, cuando en nuestras pantallas aparezca, como siempre, la palabra fin.
Desolador nunca ponerse en las botas de quienes se juegan el pellejo por otros que solo tiene interés en el dinero, porque la guerra, señores, solo la ven los muertos, y los televidentes.

“You know things most of the rest of us will never know.
That's gotta weigh heavy on a man's shoulders...
What you did that day no longer belongs to you.
It's America story now”



Comentarios

Entradas populares