The Man with The Golden Arm

“Guy teaches me drumming down there, says I'm a natural, arms made of pure gold”

El carácter, es esa fortaleza interior que nos da voluntad para tomar decisiones, para hacer y defender lo que creemos correcto, y para caminar por el mundo con el más firme auto-respeto y la mayor disposición hacia nuestros semejantes.
Si no tenemos carácter, somos endebles, manipulables, cobardes… y pasamos por la vida diciendo sí cuando queremos decir no, y obedeciendo a cosas que solo nos hacen daño, y también lesionan a nuestros seres más cercanos, y a veces, a los demás.
Si no tenemos carácter, somos huidizos y le escurrimos el bulto a la responsabilidad, a los grandes sueños, y al deber ser.
Y también, sin carácter, pasamos en vano por la vida… y quizás el destino nos alcance con esa terrible decepción, y el inevitable lamento por no haber, jamás, logrado nada.
Desesperación, malas amistades, mala vida, mala suerte…
Estos y probablemente otros muchos factores más, pueden llevar a alguien a probar la droga, al peligro de que le guste, a sentir esa sensación de alejarse del mundo durante un rato, que puede resultar maravilloso, pero que quizás también le haga caer en el abismo más absoluto, llegando a terrenos desconocidos para la mente y el cuerpo humano que se creían controlados.
El tema de la drogadicción, fue durante muchos años un tema tabú, que no podía ser tratado explícitamente en cine.
En fenómenos como las adicciones, el cine es fiel reflejo de la sociedad que ha producido y consumido películas y es, a su vez, factor influyente en la construcción social de opinión.
“I'm the kind of guy, boy when I move watch my smoke.
But I'm gonna need some good clothes though”
The Man with The Golden Arm es un drama del año 1955, dirigido por Otto Preminger.
Protagonizado por Frank Sinatra, Eleanor Parker, Kim Novak, Arnold Stang, Darren McGavin, Robert Strauss, John Conte, Doro Merande, George E. Stone, George Mathews, Leonid Kinskey, Emile Meyer, entre otros.
El guión es de Walter Newman y Lewis Meltzer, basados en la novela “The Man with the Golden Arm” (1949) de Nelson Algren; cuyas novelas capturan la atmósfera del lado oscuro y pobre de las ciudades, y están liberadas del habitual naturalismo por su visión del engreimiento, la gracia e inagotables anhelos de sus personajes.
“The Man with the Golden Arm” (1949) es ampliamente considerado el trabajo más grande y duradero de Algren; que comenzó a escribir la novela, después, al igual que su protagonista, de volver de La Segunda Guerra Mundial; siendo pensada originalmente, como una novela sobre la guerra.
La parte de Chicago en la que vivió el autor, sirvió de telón de fondo para la historia.
Originalmente, pretendía que el título fuera “Night Without Mercy”, pero el editor prefería un título menos ominoso.
Algren afirmó que “The Golden Arm” se originó como un término usado frecuentemente por un “pequeño corredor de apuestas italiano... que conoció en el ejército”
El primer borrador de la historia, no incluyó el tema de la adicción a las drogas; más tarde, Algren recordó:
“Le envié el libro al agente, y el agente dijo que le gustaba y todo eso, pero necesitaba una clavija, no parecía estar colgado de nada”
Mientras consideraba qué hacer, salió a tomar un trago con un amigo, que más tarde reveló, que usaba drogas intravenosas.
Esto inspiró a Algren, a incorporar el uso de drogas en la novela.
Inicialmente, el autor vendió los derechos, a la compañía de John Garfield.
Aunque se desarrolló un guión, la repentina muerte temprana del actor, permitió a Otto Preminger, adquirir los derechos.
Preminger, de talante abierto y liberal, con frecuencia trataba temas polémicos y conflictivos en sus obras; originalmente, la Motion Picture Association of America se negó a publicar un sello para esta película, porque mostraba la adicción a las drogas.
Al año siguiente, se cambió El Código de Producción, para permitir que las películas tratasen temas con drogas, secuestros, aborto, y prostitución.
The Man with The Golden Arm, que podría entrar en la categoría de lo que se dio en llamar “film noir”, da una importancia decisiva al contexto, al entorno hostil, social, económico y familiar; el chantaje mafioso y amoroso; y las propias pasiones amorosas, que son en esencia, el tema de fondo de la película, alejándose a su vez, de cualquier postura moralista sobre el uso, abuso, o pesadilla de la adicción a la heroína, postura que desafortunadamente sí hemos visto en otras películas mucho más recientes y “llamativas”
The Man with The Golden Arm estuvo nominada a 3 categorías del Premio Oscar:
Mejor actor (Frank Sinatra), dirección artística en B/N, y banda sonora original para Elmer Bernstein.
The Man with The Golden Arm es una película que habla de la adicción, del amor, de la amistad, de la fuerza de voluntad, de la ayuda, y de lo peor y lo mejor del hombre.
Se rodó en exteriores en Chicago, aunque el mal gusto y desacierto de los responsables en las localizaciones, hizo que en ningún momento pudiese localizarse, ni la ciudad ni los bajos fondos que quedaron totalmente anónimos y difusos, dignos de un villorrio.
La acción dramática tiene lugar en un barrio marginal de Chicago, Illinois, EEUU; a lo largo de unas 2 semanas de la primavera de 1955.
Frankie “Dealer” Machine (Frank Sinatra), apodado “el hombre del brazo de oro”, de 30 y pocos años, está casado con Sofía “Zosh” (Eleanor Parker) de 25 años, llega a su casa después de 6 meses de privación de libertad, que ha pasado en un centro de rehabilitación para toxicómanos.
Él ha superado la adicción a la heroína, ha aprendido a tocar la batería, y es portador de una carta de recomendación del médico, para que un amigo le presente al director de una orquesta de jazz.
Lleva consigo un regalo de sus compañeros del centro:
El tambor de una batería, símbolo de su felicidad futura, de su ilusión presente, y del proyecto de ganarse la vida como músico.
Y es que Frankie era el mejor jugador de cartas del barrio, y trabajaba como jugador a comisión en las partidas clandestinas de póquer de Zero Schwiefka (Robert Strauss)
Mientras Zosh, lleva 3 años en silla de ruedas, es una persona amargada, frustrada, caprichosa, dominante y desequilibrada.
Pero no todo es como parece, en realidad, la esposa finge estar inválida, para poder de esta forma controlar a Frankie.
La vecina, Molly Novotny (Kim Novak), es una chica de alterne de una sala de fiestas de “strippers”, es comprensiva, afectuosa, sensual, y atractiva.
The Man with The Golden Arm, analiza de modo minucioso y realista, la angustia del toxicómano, la dependencia de la droga, el sufrimiento y las crisis asociadas al Síndrome de Abstinencia.
Crea imágenes poderosas, que explican la administración de la heroína, y el calvario del drogadicto.
Con acierto expone el peso del entorno en los toxicómanos:
Falta de trabajo estable, desestructuración familiar, frustraciones personales, presión de los traficantes, etc.
Añade la consideración de factores ambientales, como los de un barrio en el que abunda el alcoholismo, el paro, la prostitución, la marginación, la criminalidad, el chantaje, la miseria, y el juego.
Sin palabras, se pone de manifiesto la necesidad de incorporar la familia a los procesos de rehabilitación, el tutelaje profesional de los ex toxicómanos durante su reinserción, la ayuda en la búsqueda de trabajo, y en la preparación para su desempeño, las necesidades de comprensión y cariño, y su tratamiento como personas enfermas, evitando siempre su criminalización.
El título “The Man with The Golden Arm”, es referenciado de 3 maneras:
La primera es cuando Frankie menciona que, en su sueño de convertirse en músico tocando la batería, le han dicho en el hospital, que “tiene un brazo de oro para ese instrumento”
La segunda, es aquella que utiliza el mafioso de poca monta, Schwiefka, indicando que el protagonista “tiene un brazo de oro a la hora de repartir las cartas en las partidas”
Y por último, por supuesto, “el brazo de oro” no es otro que aquel en el que se inyecta la heroína, como alcancía y depósito de miles de dólares gastados para nada.
The Man with The Golden Arm tiene momentos estremecedores, y que plasma perfectamente, qué puede suponer ser adicto a algo como la heroína, y donde se ve, qué puede suceder cuando uno se rodea de gente que sólo piensa en utilizar a los demás para sacar provecho con estos temas tan turbios y peligrosos.
Aquí no hay discursos, pero hay hueco para la esperanza.
Siempre lo hay.
“Take it.
Why should you hurt like other people hurt?
Yeah, so you had a dog's life with never a break.
Why try to face it like most people do?
No, just roll up all your pains into one big hurt and then flatten it with a fix”
El director, Otto Preminger, se peleó contra la censura constantemente, y distribuyó algunos de sus films independientemente, para no tener que cortar referencias sexuales o políticas.
En “The Moon Is Blue” (1953), por ejemplo, luchó por usar la palabra “virgen” en una escena, lo que generó un escándalo en Hollywood; siendo el primer director en anunciar públicamente, que iba a trabajar con un guionista prohibido por ser  comunista, y aparecer en “La Lista Negra”, y lo hizo con Dalton Trumbo cuando lo contrató por “Exodus” (1960)
Pero con The Man with The Golden Arm, un potente drama que, aunque está basado en una novela de Nelson Algren, tiene un cierto tono teatral, pocos escenarios, y las psicologías y diálogos de los personajes como columna vertebral; nada rutinario; por otra parte:
El arte/tiranía de Otto Preminger para sacar lo mejor de sus actores, y su capacidad visual para la composición de los encuadres, véase la primera aparición de Kim Novak, con un hombre detrás, y un Sinatra recién llegado a la localidad en primer plano, las relaciones de los 3, quedan explicadas antes de que empiecen a hablar; logran la fuerza que sigue teniendo la película.
Aunque el cine ya no tenga limitaciones a la hora de tratar esos temas, Hollywood, de todos modos, continúa siendo recatado sin códigos externos que le impongan las normas, The Man with The Golden Arm, sigue conservando toda su fiereza y desesperación en la lucha de un hombre por mantener el equilibrio en un entorno hostil.
Otto Preminger convirtió a The Man with The Golden Arm, en la primera película que trataba de forma explícita, la adicción a la heroína, planteando uno de los temas tabú de la conservadora sociedad de EEUU de la época; y nos conduce de la mano por los vericuetos propios del cine negro, reflejados del modo más realista en su ambientación y sus personajes, para finalmente toparnos con una sublime fotografía que nos envuelve, y un eximio guión, donde la adicción afectiva es tan o más relevante que la adicción a la heroína, o a los juegos de azar.
The Man with The Golden Arm tiene varios puntos fuertes, que la convierten en un referente tanto dentro de la filmografía de Preminger, como de las películas del género:
En primer lugar, la dirección de Preminger en todo momento nos hace participes del sufrimiento de Frankie, con una elección de planos y encuadres excelente.
Colocando la cámara cerca del protagonista, nos acerca a él para que sintamos su angustia.
Preminger, también nos presenta de manera muy acertada, los barrios marginales de Chicago, alejados de los típicos escenarios.
Influido por la estética del cine negro, la elección del blanco y negro, permite a Preminger, conseguir una estética sórdida e incómoda, no exenta de ciertos toques inspirados por el expresionismo.
Los decorados, también ayudan a situar al espectador en esos ambientes sucios y oscuros de Chicago.
Éstos están construidos completamente en estudio, ya que por aquellos años, aún no se estilaba rodar en exteriores, cosa que Preminger deseaba, pero los presupuestos eran los que eran, y no quedaba otra.
Ahora bien, en muchos momentos, eso mismo ayuda a sentir esa suciedad, pero sobre todo, el agobio que siente el protagonista.
La pega es que en unos cuantos momentos, al tener tantos interiores, y esa artificialidad artística puede resultar un tanto teatral, y a pesar de todo, Preminger sale airoso gracias a los primeros planos, a los movimientos de cámara que siguen a los personajes, llevándote con ellos allá por donde van, siendo casi siempre, por supuesto, hacia el mal camino.
Allí pues, en los barrios marginales de Chicago, un experto jugador de póker, conocido como “El Hombre del Brazo de Oro”, regresa a su hogar tras un breve periplo entre rejas.
Cargado de ilusiones, y decidido a emprender una nueva vida lejos de partidas clandestinas, y de la heroína, su sueño es convertirse en batería de Jazz.
Pero pese a su gran talento musical, y sus deseos de alcanzar el éxito, se ve sumido de nuevo en ese entorno que le corrompió, siendo sometido constantemente a chantajes y manipulaciones de todo tipo, hasta el punto de verse involucrado en un asesinato, del que termina siendo acusado.
Y es que The Man with The Golden Arm, está llena de adicciones, pues también muestra aquella por el juego, donde si bien Frankie Machine no es adicto a ello, se puede ver que otra gente sí.
La parte relacionada con esto, donde Frankie es un gran crupier, es la más cercana al cine negro que tiene la película, género que también se toca, pues quien le presiona para que participe en las timbas, es un mafioso de poca monta, que junto al camello, personaje despreciable donde los haya, hará que todo eso tenga terribles consecuencias para el protagonista.
Por supuesto, a todo ello contribuye el ambiente barriobajero donde habitan todos estos personajes, tan habitual de ese tipo de cine.
Sin embargo, como contrapunto a esos personajes que albergan tanto odio en su interior, que no sólo le empujan al abismo, sino que además son capaces de hacer que cargue con el muerto, también cuenta con el apoyo incondicional de una buena amiga, que le recuerda que siempre estará ahí, dispuesta a brindarle su afecto, a alentarle en su nueva vida, e infundirle el valor necesario para enfrentarse a su adicción, todo ello desinteresadamente, pues el auténtico amor no pone condiciones ni normas, tan sólo desea que el otro sea feliz en cada momento de su vida.
Lo bueno es que nos narra la vida de un hombre, cuya vida siempre ha estado condicionada por todos aquellos que estaban a su alrededor, que usaban su talento para su propio beneficio, sin importarle las consecuencias, como si de vampiros se trataran.
Por otro lado, tenemos la benevolencia del personaje, que también le jugaría malas pasadas, al ser víctima de gente con un egoísmo incontenible.
El drama que nos cuenta Preminger, es el de un hombre inocente, que debido a una serie de circunstancias, se vio atrapado en un callejón sin salida.
Y ahora que ha tenido la oportunidad de redimirse, e iniciar una nueva vida alejada de todo aquel caos y desgracia, se encuentra que los fantasmas de su pasado, vuelven a acudir a él para volver a exprimirle hasta dejarle vacío.
En el apartado interpretativo, tenemos a un trío de lujo, formado por Frank Sinatra, Eleanor Parker, y Kim Novak; destacables tanto por sus luces como por sus sombras.
No es ningún misterio, que Sinatra nunca destacó por su labor como actor, pero en The Man with The Golden Arm, Preminger consigue que luzca excelente en el papel de Frankie.
El antihéroe, quien decidido en un principio a reconducir su vida, se halla de nuevo sumido en una vorágine de dependencia exacerbada, ocasionada por la culpabilidad que le acecha desde su pasado, su descenso al mismísimo averno, y su resurgimiento cual ave fénix.
Mientras la resignada y desvalida esposa, que sufre estoicamente las consecuencias ocasionadas por su consorte, que es en realidad una auténtica vampira emocional, posesiva y manipuladora, con un concepto enfermizo y egoísta del amor, y que aferrándose a su aparente vulnerabilidad, emplea las más viles argucias para retener a su esposo a su lado, sin importarle siquiera que resulte perjudicado, o que sus caprichosos anhelos impidan la recuperación y evolución de éste.
Por último, descubrimos a la clásica “femme fatale”, añádase a esto, la sempiterna chica de dudosa moralidad, que a su manera es una boba pero con un corazón, y este sí, de auténtico oro; la cual se revela como un ser angelical y redentor, una guardiana incondicional, convertida en acogedor refugio y luz en el oscuro camino que representa la vida, y que acaba dándonos una valiosa lección, acerca de que el significado del amor verdadero, se encuentra en la diferencia existente entre querer y amar.
O bien en la simple empatía.
El dúo femenino, permite al director jugar con 2 personalidades opuestas:
Por un lado, la mujer comprensiva, servicial; y por otro lado, la mujer de carácter definido, fría y despiadada.
A destacar el miedo que da Darren McGavin, como “Nifty Louie” Fomorowski, persiguiendo a su víctima con una de las sonrisas más maliciosas de la historia del cine.
McGavin pareciera ser bastante ambiguo, sexualmente, hay más de una escena, en la que pareciera que mientras Frankie está colocado, abusa de él, de ahí la insistencia en llevarlo a su guarida, como araña, más allá de sacarle dinero por las drogas.
Eso se nota claramente.
Resulta curioso, que si bien se intenta trasgredir El Código de Producción en cuanto al tema de las drogas, no lo es en cuanto a las sanciones:
Las muertes de Louie y de Zosh, son un ejemplo, ante la redención de Frankie, y el buen corazón de una prostituta.
Y el humor, se hace presente a través de Sparrow (Arnold Stang), de luces muy escasas, y mentalidad infantil.
Como dato de producción, Ava Gardner, entonces esposa de Sinatra, intervino de manera decisiva, para que la productora ofreciese a éste, el papel por el cual cobró tan sólo $81, pero que relanzó definitivamente su carrera como actor, y además, le sirvió para volver por la puerta grande a la música; tras atravesar una profunda depresión debido a sus problemas con la voz, y a la ruptura de sus contratos con diferentes productoras musicales.
Frank Sinatra, consiguió aquí su 2ª, y última nominación al Oscar, gracias a su magnífico papel de heroinómano y ludópata, en busca de redención.
Y no solo por ser una película de vanguardia en cuanto a tema, sino por su constitución, la actuación de Sinatra, la ligereza de cómo es llevada, la genialidad de su continuabilidad…
Preminger se luce con esta obra, que se sale del género arquetípico en potencia que es el “cine noir” y de gánsteres en ese tiempo, y con originalidad, cuenta una historia de batalla, que sin duda se vuelve una de las más indispensables del director, del músico, y de la década, no por nada ahora la podemos ver, y se siente tan viva y tan actual, que es increíble pensar que es de los lejanos 50s.
The Man with The Golden Arm, fue uno de los primeros papeles protagonistas de Kim Novak, cuyo verdadero nombre, Marilyn Pauline.
Universal, la obligó a cambiar por el de Kim, por presentarla como oponente sexual a Marilyn Monroe.
La participación de Novak en distintos spots publicitarios de frigoríficos, propició su debut en el cine el año anterior, aunque también evidenciaba su escasa experiencia, hizo que fuesen necesarias más de 35 tomas de alguna de las escenas en las que actuaba, irritando al equipo, y elevando los costes de producción, aunque Frank Sinatra siempre la defendió ante todos, mostrando compresión y apoyo.
Pero The Man with The Golden Arm posee diferencias sustanciales con la obra en que se basa:
En la novela de Algren, Frankie es un hombre rubio, de unos 20 años de edad, y como un pobre veterano, a menudo lleva una chaqueta del ejército desgarrada.
Mientras Sinatra, que tenía casi 40 años en ese entonces, tiene pelo oscuro y normalmente usa pantalones y una camisa de vestir.
En la novela, él sólo tiene una plataforma de práctica, y su sueño de ser un baterista, es sólo una aspiración fugaz.
La novela implica, que la parálisis de Zosh, es un síntoma psicosomático de su enfermedad mental; pero en la película, está engañando deliberadamente a Frankie, y es completamente capaz de caminar.
En la novela original, Frankie mató a Louie, y se cuelga en una habitación de hotel barata, mientras huía de la policía.
Esto fue cambiado para la película y, de hecho, la trama en sí de la película, es muy diferente de la de la novela original.
Además, en la novela, la adicción es a la morfina, y no a la heroína.
Un error tremendamente notable, es cuando Frankie regresa a su apartamento después de su liberación…
En el borde superior del set, se ven las luces del estudio, claramente cuando la cámara se abre a través de la habitación.
Por último, la secuencia del pinchazo, fue censurada en la mayoría de estados de EEUU.
La escena del Síndrome de Abstinencia, en la que Novak ayuda a Sinatra a pasar el “mono” es fortísima, y más si pensamos que estamos hablando del año 1955, y cuando Sinatra va a la prueba de batería en la orquesta, es también antológica.
Ambas impactan por su crudeza y realismo.
Como dato, al comienzo, se nota en una ventana del bar, la palabra “beer” iluminada, bien podría parecer un nexo de unión con “The Lost Weekend” (1945), de Billy Wilder, que una década antes, se atrevió a hablar de manera igualmente directa de la adicción al alcohol, y que terminaba con el letrero de un bar encendiéndose y apagándose, representación visual de la permanente incertidumbre y tentación del adicto.
Al final, queda la sensación, de que el objetivo de The Man with The Golden Arm, era dar una lección sobre lo malas que son las drogas, y se deja un poco de lado una buena historia que podría haber dado más.
Para promocionarla, en 1956, el afiche y la secuencia de títulos y créditos diseñados para The Man with The Golden Arm, revolucionó los gráficos usados hasta entonces para promocionar y presentar a las películas.
A partir de ese año, Saul Bass se convirtió en el diseñador gráfico más solicitado en Hollywood, y creó una serie de afiches, que ahora se han convertido en piezas de colección.
Así, los hasta entonces desconocidos, Elmer Bernstein y Saul Bass, comenzaron sus estelares carreras en el mundo del cine, de la mano de The Man with The Golden Arm.
En relación a Bernstein, fue el hermano de Preminger, quien sugirió contratar al joven autor.
Cuando el compositor se dirigió al director con cierto temor por proponerle una pieza totalmente compuesta por música Jazz, le dijo:
“Tengo una idea sobre la música para la película, pero pensé que sería mejor explicártela, antes de que la oigas y me despidas”
A lo que Preminger respondió:
“Para eso precisamente te he contratado.
Si eso es lo que crees que debes hacer, no se hable más”
De este modo, Elmer Bernstein obtendría su primera nominación al Oscar, y su melodía, creada originalmente para la película, se convertiría en un clásico del género.
En cuanto a Saul Bass, habitual tanto en filmes de Preminger como de Hitchcock, revolucionaría con sus títulos de crédito, la forma de presentar un film.
Los trazos de sus letras y dibujos, sintonizan a la perfección con la partitura de Bernstein, logrando un clímax final, en el que se funde la música con la impactante representación gráfica del “brazo de oro”, al cual hace referencia la película.
“Sure, I'll be around”
La importancia dentro de la historia del cine de The Man with The Golden Arm, radica en que fue la primera película estrenada, sin la aprobación de la Motion Picture Association of America, asociación interna, controlada por las propias productoras para garantizan que las películas fueran “políticamente correctas”; supuso el comienzo del declive del Código Hays.
Otto Preminger, produce de manera independiente, The Man with The Golden Arm, y contrata él mismo a los actores, para poder esquivar la censura, y realizar la adaptación de genial libro de Nelson Algren.
Evidentemente, el tema de la droga, era un tema tratado con mucha delicadeza y un tema muy censurado para la época, pero la llegada de los nuevos cines europeos, alejados del efectismo y pulcritud de las producciones de Hollywood, hizo que directores como Preminger, se dieran cuenta del error que cometían, al no adoptar cierta dosis de realismo en los dramas.
La presión fue muy grande, tanto que en 1967, El Código Hays, fue totalmente desechado, para dejar paso a la calificación por edades.
Aún, asombra que en 1955, el director Otto Preminger, fuera capaz de mostrar abiertamente, en el Hollywood restrictivo de la época, la adición a la heroína y sus consecuencias, y además, con un actor tan querido como Frank Sinatra, que ya llevaba años como estrella de la canción, e ídolo de muchos.
Imperaba todavía El Código Hays de producción, que delimitaba hasta el absurdo, no solo los temas, sino las palabras que no podían ser empleados en las películas.
Si el sexo, o cualquier insinuación relativa, se mantenían aún en el filo de lo prohibido, las drogas simplemente no existían.
En la década siguiente, en los 60, las drogas se asociaron a la cultura del rock y los movimientos juveniles del momento, y ocuparon primer plano en los medios, con todo tipo de debates, o muertes de ídolos perpetuos.
Pero en los años 50, en el mundo del jazz, aún una música más o menos “underground”, las adicciones a la heroína eran frecuentes.
Aunque la drogadicción no es una enfermedad que afecte exclusivamente a músicos de jazz, sí se propagó en una época en la que esta música estaba de moda, proliferando los artistas, y exponiéndose a la tentación.
El mal, no es el riesgo de sobredosis, sino como ocurre en The Man with The Golden Arm, el riesgo de perder el control de uno mismo, del instrumento, y de la capacidad creativa.
Esto ha afectado a muchos artistas que podrían haber producido mucho más, de no haber caído en la adicción y, aunque el protagonista de The Man with The Golden Arm, no muera de sobredosis, son muchos los “jazzmen” que han muerto demasiado pronto por culpa de los excesos:
Charlie Parker, deteriorado por las drogas; Chet Baker, probablemente en un ajuste de cuentas; Hank Williams y Dinah Washington, ambos por sobredosis de alcohol más anfetaminas; Art Pepper, un día ya su cuerpo no soportó ni siquiera una dosis “normal”; Sarah Vaughn, cáncer de pulmón porque ¿el tabaco no es una droga?; Hot Lips Page, alcohol; Fats Navarro, tuberculosis agravada por las drogas; Elis Regina, sobredosis, la lista sigue...
La paradoja en todas estas muertes prematuras, es Lee Morgan, que acababa de dejar las drogas, cuando su novia lo acribilló a tiros a causa de los celos.
¡Nunca es tarde, hasta que es tarde!

“The monkey is never dead, Dealer.
The monkey never dies.
When you kick him off, he just hides in a corner, waiting his turn”



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