Manchester By The Sea

“I can't beat it.
I can't beat it.
I'm sorry”

Aflicción, luto, congoja o duelo, es una reacción a una pérdida grande, y con mayor frecuencia, es una emoción dolorosa e infeliz.
Los márgenes del abismo suelen ser lugares cómodos en los que se establecen los solitarios, los tranquilos, y los anónimos; pero tan bien los seres abatidos.
Nadie puede saber de tu vida, si no quieres.
Nadie tiene que recordar tu cara, si no le das motivos.
Cuando alguien elige establecerse al margen de la vida, primero es por necesidad, aunque más tarde el olvido siempre sea un gustoso antídoto contra las decepciones y los pesares.
Sin embargo, también es difícil mantenerse en esos márgenes.
La familia, los amigos, la pareja, los hijos siempre pasan, por así decirlo.
Dejan una huella que va más allá de una soledad autoimpuesta.
Y esa huella, no tiene por qué ser buena o mala... simplemente es, existe, nos recuerda quién somos.
La persistencia del dolor y la esperanza de la redención, son temas tan eternos como la propia dramaturgia, pero rara vez se convoca el extraordinario torbellino de amor, ira, ternura y humor frágil, que es Manchester By The Sea.
“For a minute there, I didn't know what happened”
Manchester By The Sea es un drama del año 2016, escrito y dirigido por Kenneth Lonergan.
Protagonizado por Casey Affleck, Michelle Williams, Kyle Chandler, Lucas Hedges, Tate Donovan, Gretchen Mol, Erica McDermott, Susan Pourfar, Christian J. Mallen, Frankie Imbergamo, Shawn Fitzgibbon, Richard Donelly, Mark Burzenski, Mary Mallen, entre otros.
El dramaturgo y guionista, Kenneth Lonergan, dio el salto a la dirección con “You Can Count On Me” (2000), teniendo a Martin Scorsese como padrino.
Ese film cosechó excelentes críticas, y logró las candidaturas al Oscar al mejor guión original, y a la mejor actriz para Laura Linney.
Lonergan, volvería a ser nominado por el guión de “Gangs Of New York” (2002); y su 2ª película como director, “Margaret” (2011), solamente puede ser definida como un “Vía Crucis”, ya que debido a las disputas entre el director y Fox Searchlight, con respecto a su montaje, el film tardó 5 años en ver la luz, para ello fue fundamental la intervención de Martin Scorsese.
La película, a pesar de contar con el respaldo de la crítica, fue un fracaso en la taquilla.
En esta ocasión, la idea de Manchester By The Sea, surgió de Matt Damon y John Krasinski, que querían hacer una película sobre un personaje con una gran tara emocional.
La intención era que Damon dirigiese, Krasinski protagonizase, y Lonergan escribiese.
Finalmente, Damon y Krasinski fueron haciendo otras cosas, pero Lonergan acabó con un borrador de unas 4.000 páginas, que finalmente se redujeron a 135, y con el deseo de dirigir la película con Matt Damon como protagonista.
Pero el actor no pudo, porque le coincidía con otros proyectos, pero sí que ha ejercido de productor.
En su lugar, fue elegido Casey Affleck, a quien acompañan Michelle Williams, Lucas Hedges, y Kyle Chandler; con un presupuesto de $6 millones, comenzó a rodarse en marzo del pasado año, en Manchester-by-the-Sea, un pueblo ubicado en el condado de Essex, en el estado estadounidense de Massachusetts.
Como dato, la ciudad fue llamada “Manchester” hasta 1989, cuando el residente Edward Corley, condujo una campaña muy polémica, para cambiar formalmente su nombre a “Manchester-by-the-Sea”; esa acción, fue aprobada por la legislatura estatal ese año.
Manchester By The Sea es una de las primeras películas distribuidas por los estudios de Amazon, en potenciarse en la temporada de premios concedidos en 2017; recibiendo elogios de la crítica, tanto que ha recaudado $39 millones de dólares en todo el mundo, de un presupuesto total de $8,5 millones.
En este momento Manchester By The Sea, lucha con “Moonlight”, por ser El Título Independiente; aunque el término más apropiado para ambas es el de “Indiewood”, pues no dejan de ser producciones independientes, porque no están al amparo de una “major”, pero entran en el grupo de dramas adultos que hace Hollywood, para ganar premios que cuentan con actores de renombre, con el respaldo de Plan B, la compañía propiedad de Brad Pitt, que se ha caracterizado por tener un gran ojo a la hora de desarrollar proyectos en los últimos años, y que han terminado en los Oscar, e incluso ganando, como “12 Years A Slave” (2013) de Steve McQueen, que es lo que sucede con “Moonlight”
Queda saber, por cuál de las 2 se puede decantar los premios de la crítica…
Manchester By The Sea, narra una historia adulta, de Lee Chandler (Casey Affleck), un conserje en Boston, donde trabaja jodiéndose la espalda paleando nieve, botando la basura, y destapando inodoros por un sueldo mínimo.
Lo único que sabemos de él, es que le hiede la vida, no habla mucho, y realmente no le importa nada, por lo que de buenas a primeras, puede estar golpeándole la cara a alguien por ninguna razón especial.
Nos presentan meticulosamente los pormenores de su vida, sin decirnos por qué está viviendo al borde del abismo.
Lee es un hombre destruido, obligado a hacer frente a su pasado.
Un pasado que le ha convertido en un muerto viviente, y cuya huida no ha ayudado a mejorar las cosas.
Es una historia de familias descompuestas, en la que los adultos caen en la aflicción, siendo los más jóvenes y desprotegidos, quienes están más preparados para seguir adelante, al menos en apariencia.
Después de la repentina muerte de Joe (Kyle Chandler), su hermano menor, Lee se hace tutor legal de su hijo, Patrick (Lucas Hedges)
Por tanto, Lee regresa a su ciudad natal, y tiene que lidiar tanto con su esposa separada, Randi (Michelle Williams), como con la comunidad de North Shore.
Sin embargo, Lee intenta hacer lo correcto, para que Patrick pueda seguir con su vida, porque después de todo, sigue siendo su tío.
Esto incluye darle dinero para la merienda, llevarlo de un lado a otro, y mantenerlo alejado de su madre, y ex esposa de Joe, Elise (Gretchen Mol), quien en su momento demostró no estar mentalmente estable.
Lee, no es una buena elección para convertirse en el guardián legal de Patrick, esto todo el mundo lo sabe, y quizás hasta el difunto Joe lo sabía, pero él tenía la esperanza de sacar del vacío existencial a su hermano menor.
Manchester By The Sea, es el drama de un hombre marcado por la pérdida y la tragedia, intentando sobrellevar la vida entre recuerdos de culpa y trámites funerarios, pareciera el viejo tema de “sobreponerse ante la adversidad”, sin embargo, nos muestra que unir algo roto, es difícil, o a veces imposible.
La historia se narra maravillosamente, alternando escenas del presente con recuerdos del pasado, que el protagonista evoca al enterarse de la ya esperada muerte de un familiar, sacando del baúl su triste pasado, dándonos a conocer paulatinamente detalles sobre su vida y los que lo rodean, incluyendo a su sobrino que con su ímpetu y rebeldía adolescente, lo confronta, y lo orilla a la reflexión sobre sí mismo.
Es una sorprendente historia, que muestra lo mucho que puede hacerse con pocos elementos, grandes actores, y un guión espectacular.
Aquí tenemos lo que le sucede a la gente común, historias que bien nos suceden o nos pueden suceder a todos.
Pese a esto, la naturalidad con que todo transcurre, hace que, si bien no se percibe como una película hiperrealista o surrealista inclusive, sea totalmente eficaz al momento de lograr lo que busca:
Retratar las difíciles relaciones familiares; conmover con el dolor reprimido; divertir con las situaciones cotidianas; o el choque generacional.
Sumándole la congruencia de los personajes, todo es un trabajo de consistencia argumental y temática.
El drama es evidente pero contundente, y con eso, Manchester By The Sea funciona a la perfección, valiendo la pena su visionado.
“My heart was broken, and I know yours is broken, too”
Manchester By The Sea es la 3ª película escrita y dirigida por Kenneth Lonergan, sin embargo, tuvo que pasar por las mismas vicisitudes que cualquier película independiente:
No había mucho dinero, ni mucho tiempo para filmarla.
“Teníamos 1 hora para hacer una escena.
Y a veces nos faltaba el tiempo, así que no había tiempo para filmar desde varios encuadres.
Por eso hay escenas en las que sólo se ve una perspectiva de un personaje.
Hubo un momento en el que pensé:
“Esta cinta no va a funcionar, no se puede hacer una película de esta forma”
Y claro que puedes, no es la parte más importante.
Es la historia la que cuenta.
Hubo muchas discusiones sobre cuánto tiempo se debía gastar o cuánto dinero:
“Sobre si íbamos a hacer la mejor película que podíamos hacer, o si íbamos a seguir el tiempo, e irnos a nuestras casas en el horario prometido y ya”, dijo el realizador.
Sin embargo, Casey Affleck destacó que Manchester By The Sea, es lo que es porque se concentró en lo que debe ser:
“El trabajo actoral y la magia, no de los efectos visuales, sino de la relación de un intérprete con el otro”
Unas de las características del cine de Lonergan son:
El remordimiento, el castigo, la pena, el duelo, la pérdida en sus personajes, y aquí lo vuelve hacer; en un complejo y honesto estudio del dolor causado por la pérdida, los devastadores efectos de la depresión, y la madurez.
Pero estos son sólo algunos de los temas que Manchester By The Sea explora con el respeto y la delicadeza de un experto artesano.
Técnicamente, sin efectos especiales visuales, en la puesta en escena se ve la mano del cineasta, su forma, y sus métodos.
La manera de narrar, y el uso del tiempo.
El ritmo, es algo donde el cineasta ha estado muy meticuloso, siendo muy exacto.
La estructura tiene como base los “flashbacks”, alternando el presente con el pasado, de manera que no podamos levantarnos del asiento, siendo una película de ritmo lento, y llena de silencios.
Así Lonergan saca el mejor partido de las locaciones del film, un pueblo en la costa de Nueva Inglaterra, en invierno, lo que hace más duro y seco el drama.
Un lugar pintoresco, que parece tan bucólico y placentero, con un mar imponente y que, sin embargo, constituye una trampa para el protagonista.
El guión es valiente y arriesgado:
Empieza como una película indie de Sundance de manual, dura más de lo que debería, según los estándares del Nuevo Cine Independiente de EEUU, casi ya tan de formulario como el modelo de negocio de los grandes estudios; y se atreve a construir su universo alrededor de un personaje antipático y gris, que no está a la altura de las circunstancias que se le presentan.
Y de repente, todo empieza a encajar, gracias a una serie de “flashbacks” que aportan el contexto necesario a la historia de Los Chandler, una familia perseguida por la tragedia, con la que Lonergan nos recuerda que, a veces, el ser humano no hace frente a los fantasmas del pasado, simplemente porque no pude.
Lee Chandler rehúye todo tipo de vida social, tanto positiva como negativa:
No hace caso a intentos de ligoteo, no le afecta ser gritado por un cliente…
Pasa por la vida como un fantasma, con el único objetivo de cumplir en lo suyo, no hacer demasiado ruido, y quizás lo más inquietante de su comportamiento sea esa sensación de que “no le importa”, de que podría almacenar toda la basura de Boston, hasta ahogarse en ella.
Desde ese cómodo margen, le llega una llamada...
Y empezamos a conocer esa huella suya llamada Manchester.
Su hermano ha muerto, dejando atrás a un hijo, y los lamentos de amigos o doctores que no sabían que lo suyo era algo anunciado.
Lee no llora, solo asiente y pregunta, aceptando sin haberlo esperado, la responsabilidad de ejercer de padre temporal para el adolescente, con una naturalidad para dejarse fuera de la ecuación que asusta.
En su cabeza, se alternan recuerdos de épocas más felices, fragmentos de una vida pasada, que apenas parece existir, confundiendo la presente, sacando a la luz sus dolorosas cicatrices.
Lo que el espectador no sabe, hasta determinado momento, es que Lee hace tiempo que aceptó su papel de sustituto.
Su vida como persona fuera de los márgenes, acabó una noche muy concreta, bañada por la culpa, en la que vemos como intentó quedarse en segundo plano de un accidente que ojalá le estuviera sucediendo a otro.
Cada maldito segundo, pasó por encima de él, pero él ya no estaba:
Se convirtió en otra persona, en alguien que huyó de los demás, para no verse reflejado en ellos.
Así se lo hace saber al abogado, que le designa tutor de su sobrino Patrick:
“Esto no debería estar pasando... yo solo era un sustituto”
Claro que la vida hace sus planes, como siempre…
Manchester By The Sea, es la difícil curación de una herida que nunca parece cerrarse.
Las noches solitarias frente al televisor, y la comida recalentada al microondas, son los particulares símbolos de un silencio contra el que Lee y Patrick no saben cómo comportarse, estallando por tonterías, buscando el consuelo en otros lugares que no sean el hogar, muchas base de golpes, que de repente, se han visto obligados a compartir.
Ambos entierran el dolor de la mejor manera que pueden, pero muchas veces es imposible quitarle esa importancia, ese halo con el que parece flotar encima de cada cosa, haciendo que nada vuelva a ser lo de antes:
Ahora hay que encajar la vida que se fue, en la que se queda, por muy difícil que pueda ser.
Y es que Lee y Patrick apenas hablan entre ellos, se observan, no se soportan, se echan responsabilidades a la cara... y al final, es imposible no ver que ambos pagan su desconcierto con el otro, quizá por lo mucho que se ven reflejados, y lo poco que les gusta eso.
Quizás Lee, en otro tiempo, en otra vida, hubiera podido ser como su sobrino, sin preocuparse por tener que madurar, cuando apenas estaba preparado para ello.
Quizás Patrick, en otro tiempo, en otra vida, no tendría que sufrir el recordatorio constante de que las cosas ya no serán iguales para ninguno de los 2.
Cada cual lidia con la culpa como puede, y pocas veces es hablando:
Es más fácil callar, más cómodo dejarse llevar, caer en el margen que tan fríamente suele acoger.
Patrick, no va a ser el primero que tienda el puente.
Pero Lee ya se ha pasado demasiado tiempo en el margen, como para saber que no quiere lo mismo para su sobrino.
Probablemente será la única vez que Lee se atreva a no ser un sustituto, sino un padre de verdad.
Y vale la pena acompañarle en su tragedia, aunque solo sea por ver cómo es capaz de juntar todo lo bueno que tiene, para que nadie tenga que sufrir lo malo.
Manchester By The Sea, explora los sentimientos de culpa y luto desde un punto de vista muy masculino, los cuales se ven reflejados en personajes que son incapaces de comunicar lo que sienten, debido al entorno en el que han crecido, y el cual les ha enseñado a reprimir sus sentimientos, por temor a ser catalogados como débiles o cobardes.
La historia es un drama familiar bien confeccionado y mesurado, que pese a tratar temas sensibles, jamás logra caer en el melodrama barato, o en el chantaje emocional.
Aquí se lucen los actores, a como debe ser una obra cinematográfica:
Casey Affleck, en escenas sin diálogo, se traga la pantalla en momentos en que el personaje debe gritar, porque de eso se trata, vivir al filo de un abismo, en que solo hace falta un pequeño empujón para saltar.
Porque descifrar la historia de trasfondo de Lee, es como armar un gran rompecabezas, donde las piezas principales son eventos trágicos que lo han ido formando, o por carencia de una mejor palabra, desconfigurando.
Cada movimiento que ejecuta Lee, genera un “flashback” por el cual vamos conociendo aspectos de su historia.
Lee es un tipo perdido, pero cuando la tragedia, esta vez esperada, vuelve a tocar a su puerta, se ve obligado a enfrentar viejos fantasmas.
Todos hemos estado ahí, y por eso es tan fácil verse reflejado en el personaje de Lee Chandler.
En algún momento de desesperación, toda persona busca resguardo dentro de un caparazón que se va endureciendo con el tiempo.
Cuando llega la hora de salir del caparazón al mundo real y los problemas que se han evitado, reaparecen esos viejos fantasmas.
En el año 2007, Hollywood descubrió definitivamente a Casey Affleck con 2 películas:
“Gone Baby Gone”, dirigida por su hermano Ben Affleck, y “The Assassination Of Jesse James By The Coward Robert Ford”, por la que fue nominado al Oscar al mejor actor de reparto.
Pero aunque posea talento, y se le dé perfectamente interpretar a personajes con el alma torturada, está muy marcado por su físico; es demasiado normal para ser una estrella, y carece de una presencia arrolladora con la que podría ser explotado como actor de carácter...
Pero Manchester By The Sea, puede ser la oportunidad para que Casey Affleck juegue en la liga de los grandes actores, que es donde merece estar, por derecho propio.
Affleck brinda aquí, una actuación de mucha credibilidad, al interpretar un personaje melancólico y despojado de esperanza, que pareciera haber perdido las ganas, incluso de llorar.
Un papel muy atinadamente asignado a un actor que no brilla demasiado en su intensidad, sino en los pequeños matices, y en su capacidad de transmitir con el silencio y la contención de emociones.
Esta fácil digestión, es apoyada por los varios toques cómicos, no en un sentido hilarante, sino como frases mordaces que además de hacer llevadera la trama, acentúan un poco el aire triste.
Pero tal aspecto demerita ligeramente en autenticidad; varias situaciones y escenas, se notan armadas, diseñadas al servicio de un equilibrio, una emoción necesaria, o un chiste oportuno.
El protagonista, tiene el alma helada, así todo su alrededor está helado…
Michelle Williams, en un corto papel pero de gran potencia, es el catalizador de los eventos desde lo interno, es eso que se deja y vive en el pasado.
Lo que cuenta Manchester By The Sea, es tan traumático y tan universal, que hay que celebrar el sentido del humor y la sensación de esperanza que transmite Lucas Hedges, una revelación absoluta, que se apodera de cada escena gracias a un carisma y un “timing” que es difícil de encontrar en los personajes adolescentes, los grandes olvidados por el cine:
La reacción del adolescente, quien hace malabares con 2 novias, y está en ambos equipos, de hockey y el de baloncesto de su escuela, es la que se espera de un joven que ha tenido tiempo para prepararse, y al igual que su tío, ha construido una pared entre él y la realidad.
Su dolor se transforma en rebeldía por la vida que ahora debe dejar atrás, para irse a vivir con su tío.
Su única esperanza, es encontrar a su madre, una alcohólica que los abandonó a él y a su padre tras el diagnóstico.
A los 15 años, nadie debería tener que verse en la posición de tomar decisiones tan influyentes en el resto de tu vida, pero la vida, como bien propone Lonergan, está llena de eventos que sacuden todo a tu alrededor, y revuelcan todo de la noche a la mañana.
Lucas Hedges, es el espectador mismo, inconsciente de lo que pasa a su alrededor, que no toma conciencia, por inmadurez, su personaje es la vida misma, cuya experiencia son las que nos define como personas.
Como dato, tanto Kara Hayward que hace el papel de Silvie, una de las novias de Patrick; como Lucas Hedges, aparecieron en el filme “Moonrise Kingdom” (2012) de Wes Anderson.
Kyle Chandler, en un pequeño papel como el hermano, que aparece en “flashback” da en el  punto exacto para mostrarnos, guiarnos por el sendero interno en la vida de Lee.
Y por último, el mismo director tiene un cameo:
Kenneth Lonergan, es el peatón de Manchester, que se pone a pelear en plena calle con Lee Chandler, y lo recrimina por ser un mal padre.
Toda la historia es fuerte, porque habla de sentimientos muy profundos, que guardamos, de nuestros “demonios” que arrastramos, que los conocemos, y que de vez en cuando nos dominan, pero que igual viven dentro.
Manchester By The Sea, nos habla de que el pasado no volverá, pero que es parte de nuestra vida seguir adelante, aunque sea dando tumbos, golpeándonos unos a otros para sentirnos vivos.
A destacar los momentos cómicos, que son sonrisas amargas de una realidad tan fuerte como contundente, y que golpea duro, muy duro; como a la metáfora de la tecnología en los teléfonos, que nos distancian de los momentos importantes, siendo inoportunos; de los barcos que navegan y se mueven según la corriente en un mar que no tiene final; y por qué no, un golpe a la religión, mostrada en la escena del comedor:
Después de tanto dolor, no se puede salvar un alma perdida; se cambia el alcoholismo, por un mal mayor que no toma conciencia ni ayuda a mejor las situaciones, solo las encuadra y las complica.
También hay otras escenas como:
Patrick echando un rápido vistazo a su padre; el rencor del pueblo contra Lee, detestable, aquello de “pueblo chico, infierno grande”; el email que no terminamos de leer… pero que viene de un ser “lleno de Dios” totalmente deshumanizado; el pollo congelado que se cae al abrir la puerta... que como dato curioso, los productos son veganos, siendo muy probablemente, una cuota de Casey Affleck, al ser vegano también.
Manchester By The Sea es una película de la que se puede hablar por horas, no porque haya eventos que busquen explicación, sino precisamente por la falta de éstos, y la mezcla extraordinaria de eventos ordinarios, como lo es perder a un ser querido, y no poder encontrar el carro luego de salir de la funeraria...
Momentos muy fuertes desde lo sencillo.
La escena donde tratan de meter la camilla en la ambulancia, y fallan reiteradamente, no estaba en el guión…
Los actores continuaron luchando para conseguir meter la camilla, pero Kenneth Lonergan decidió no cortarla, esa escena cómica y patética, merece ser gritada, porque hace unas pocas horas, la casa había ardido hasta los cimientos, dejando muertes.
En esta escena, muy sin embargo, resulta extraña, pues Randi, que padece de los pulmones, fue auxiliada por esa ambulancia, horas después del siniestro…
¿Muy raro, no?
“Manchester By The Sea, no es lo que parece, es la película más real que he visto en años, y por tanto, me sentí plenamente identificado.
Una catarsis personal.
Y a modo global, sorprende saber que los filmes de gran publicidad para La Temporada de Premios, sean aquellos que muestran el lado sentimental masculino en sus variadas manifestaciones.
Y eso querido lector, es un gran logro.
Para achacarle algo…
Cuando Lee y Patrick salen de la funeraria, Lee lleva una gorra que tiene su logotipo en el lado derecho de su cabeza...
En las tomas siguientes, el logotipo aparece en la parte posterior de su cabeza.
Algo muy positivo, es el final, que es totalmente fiel al tono y el sentido del drama, al dejar buen sabor, y ser igualmente triste, pero sobre todo, al ser un final lógico, sin catarsis cliché, ni arcos forzados, siendo simplemente, un intento de comprensión.
La banda sonora es magnífica, potencia muy bien los momentos dramáticos, y lamento que esos momentos de gran poder, como los del incendio y la iglesia, sean de música clásica, y no de música original compuesta por Lesley Barber, pues su uso me recuerda, y en otros aspectos de conflicto familiar, a esa obra maestra llamada “Ordinary People” (1980), con el famoso “Adagio en Sol menor” de Albinoni, mostrado entero, 11 minutos de una composición de tal belleza, en la escena de la iglesia, que irremediablemente nos hace sentir tristeza.
Al director se le preguntó:
¿Por qué eligió temas musicales tan populares y usados tantas veces en el cine, como “El Mesías” de Handel, o el “Adagio” de Albinoni para musicalizar largas secuencias, algunas sin diálogo?
Y respondió:
“En los Estados Unidos, esos temas no son tan masivos, ni siquiera conocidos, y particularmente me conmueve e ilustra la historia, por eso los seleccioné”
“There's nothing there”
Decía Friedrich Wilhelm Nietzsche en “Jenseits von Gut und Böse. Vorspiel einer Philosophie der Zukunft” o “Más allá del bien y del mal. Preludio de una filosofía del futuro” (1886):
“Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”
Nietzsche es el punto final, no sólo a la ética, sino a la filosofía clásica.
Su visión del mundo, estriba no sólo en el definitivo rompimiento con el pasado, sino en la fuerte necesidad de transformar al hombre.
Para Nietzsche, el sistema se ha llevado al extremo, y en su lucha por sobrevivir, ha absorbido al hombre, peor aún, el hombre se ha entregado a éste.
Cada día que pasa, sólo se observa más resentimiento, más subordinación, más culpa, más supresión de pasión que deja escapar impulsos equivocados.
El superhombre tiene en sí mismo, la fuente de todo valor, y de toda verdad.
Posee el sentido de la tierra, ajeno a toda moralidad de esclavos e impone sus propios juicios.
Al no poseer una moralidad determinada por los conceptos de bien y mal, se comporta como un ser amoral y tiene, en ese sentido, la inocencia del niño.
Se aparta totalmente de la multitud, y es capaz de crear su propia moral.
“Quien con monstruos lucha”, podría ser un héroe.
Definitivamente, no ha de ser un individuo común, pues éste huye de los monstruos, se refugia en el rebaño, en el calor de la masa, y con algo de honestidad, llama al héroe para que le proteja.
El individuo común, no lucha con monstruos, pero paradójicamente, los necesita para justificar su pertenencia al rebaño.
Es el miedo a los monstruos, en efecto, lo que justifica su actuar, al menos para él.
Es por esto que todo pueblo tiene su monstruo, o sus monstruos, y guardando las distancias, también los tiene cada individuo.
Por lo que se entiende, que Nietzsche se refiere a que cuando “miramos” dentro de la naturaleza de ciertas cosas o seres, y tratamos con estos, y peor, si son esas cosas o seres, para nosotros y nuestra psique, malignos y monstruosos; podemos terminar fácilmente siendo como ellos, esto refiriéndose a la primer parte que dice:
“Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo”, pero al decir:
“Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”
Supongo que es decir:
Largo tiempo el hombre habrá sido presto a cualquier “eco” que devuelva ese abismo, largo tiempo hasta que ¿se podrá creer?
Ese abismo empezó a juzgar, a juzgarnos en su silencio.
“Debemos venir de un mundo mejor”, decían los griegos.
Tal vez sea esto lo que nos quiso decir Nietzsche aquí.
El consejo seria, mantenerse en la superficie para no morir:
“Busqué grandes hombres, pero sólo encontré esclavos de un ideal”
Las interpretaciones de la cita inicial, van desde la idea de que si te abocas a tratar con cosas oscuras, con el tiempo tú te vuelves oscuro.
Otros dicen que trata sobre el cómo al contemplar lo que está mal en la humanidad, hay cosas que cambian en uno, y no se recuperan.
Hay quienes apuntan al abismo propio, la personal tiniebla del ser… nuestros oscuros pensamientos, odios, vicios, debilidades, rencores, y miedos.
El filósofo se refiere ciertamente a la confrontación interna psicológica que existe voluntariamente dentro de uno, esa misma confrontación, la hizo el mismo filósofo, y muchos otros antes que él.
Con “monstruos”, se refiere a lo que cada ser humano lleva dentro de sí, lo malo que carga cada hombre, eso que le tiene infeliz, y que también hace infeliz a los demás.
Hay cosas que quizá sean imperecederas en el abismo, y hasta el último de tus días mortales.
O cuando la mente ceda el camino al olvido patológico, sigan clavando sus espinas en el alma, pero son siempre las que deben enfrentarse y sanearse.
Entrar y liberar a los cautivos, perdonar sus sentencias, curar sus heridas, exterminar las alimañas deformes y hambrientas, es siempre un mantenimiento que debe realizarse, de lo contrario, el caos romperá las aldabas, y saldrá incendiando la tierra fértil de la vida cotidiana, y cubrirá de pastoso hollín el cielo de las esperanzas.
La sangre esparcida, y los ecos de dolor, permean las paredes, más resultan en testimonio simple de lo que ya se fue.
Así, es frecuente que sólo tocando ese fondo de la profunda negrura, lleguemos al centro… a nuestro centro, y tengamos el equilibrio para dar el siguiente paso.
Conocer los confines del abismo, es lo que nos lleva siempre al otro lado.
Depende de cada quién, si se avanza para bien de ese camino que nos lleva a crecer, o quedarse contemplando para siempre las tinieblas, para que estas abran la puerta, y nos contemplen…
Y con el tiempo, nos lleven consigo.
Hay veces que un corazón siempre estará roto, y es humano no poder aguantarlo.
Aunque compartirlo pueda ser un correcto camino para curarlo.

“I said a lot of terrible things to you…”



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