Hell's Angels

“I wanna be free”

Las pulsiones de vida, muerte y aventura, que transmitían los combates de la aviación aliada en La Primera Guerra Mundial, fue casi un subgénero dentro del cine bélico, que por otro lado, contaba en aquellos años con el favor de la crítica y el público, debido a exponentes como “Wings” de William A. Wellman, vencedora del primer premio Oscar en la categoría de Mejor Película en 1927, y pionera en el “product placement”, o “The Dawn Patrol” (1930), firmada por otro apasionado del vuelo, como Howard Hawks.
Establecida en perfecto antagonismo con la miseria y el barro, casi subterráneo de las trincheras, los protagonistas por derecho del, por entonces más atroz conflicto de la historia; la guerra en el aire ofrecía un espectáculo limpio, estético y honorable, dotado de una mística especial, gracias a figuras rayanas con la leyenda, como el alemán Manfred Albrecht Freiherr von Richthofen, más conocido como “Der Rote Baron” o “El Barón Rojo”, célebre por haber derribado cerca de un centenar de aeronaves adversarias, pero al mismo tiempo, por su misericordia hacia los derrotados en el lance; fue un héroe entre los alemanes, y respetado por sus enemigos durante La Primera Guerra Mundial, pues permitía escapar a sus víctimas malheridas.
Su unidad, se cuenta, fue responsable del derribo de 151 aviones británicos, contra 66 de las propias, durante el mes de abril de 1917.
La construcción de la película Hell's Angels, fue en sí misma, una aventura…
La primera en la que su realizador, Howard Hughes, se embarcaba en cuerpo y alma, con el objetivo de materializar su ambición inconmovible:
Convertirse en el más aclamado productor de cine del mundo.
“Want to come up for a cigarette and a drink?
Come see my room.
I've only had a place of my own for a week...”
Hell's Angels es una película bélica, del año 1930, dirigida por Howard Hughes, Edmund Goulding, y James Whale.
Protagonizada por Ben Lyon, James Hall, Jean Harlow, John Darrow, Lucien Prival, Frank Clarke, Roy Wilson, Douglas Gilmore, Jane Winton, Evelyn Hall, William B. Davidson, Wyndham Standing, entre otros.
El guión es de Harry Behn y Howard Estabrook, basados en una historia de Joseph Moncure March y Marshall Neilan; la cual trata sobre la vida de los pilotos de guerra, en La Primera Guerra Mundial; siendo concebida en su origen como cine mudo, la dirección iba a recaer en Marshall Neilan, pero la presión a la que era sometido por Hughes, le hizo abandonar a las pocas semanas.
La Paramount, le cedió a Luther Reed, que también abandonó el proyecto, por lo que contrató Hughes, a un realizador que creía más dócil:
Edmund Goulding, para las escenas sin acción; mientras para los tramos de batallas aéreas, las dirigiría el mismo magnate/productor.
Howard Hughes, invirtió $4 millones de su propia fortuna para su realización.
Hasta ese momento, Hell's Angels era la mayor inversión en una producción cinematográfica, que había ascendido a $1 millón.
Muy a pesar de los malos augurios de los cineastas de Hollywood, por cuya realización tardó más de 3 años; siendo una de las características del director, su sabido perfeccionismo, que le llevaba a detener el rodaje, siempre que no hubiera las nubes adecuadas; o a repetir escenas incasablemente, llegando a rodar más de 500 horas de película… todo ello hizo que Hell's Angels resultara un éxito; y ahora es aclamada como “una de las primeras películas de acción de éxito de taquilla”
Y es que Hughes arriesgó mucho dinero, y también su propia integridad física, pero seguro que dio por bueno el esfuerzo, a tenor de lo recaudado:
Más de $8 millones, que hoy serían unos $90 millones.
Todo el esfuerzo comprendía la completa re-filmación como película sonora de un proyecto colosal, que había sido rodado silente 2 años atrás; la innovadora aplicación de color en parte del metraje, violáceo y luctuoso en el duelo a pistola; colorista en el acre baile de gala; azulado y gélido en las contiendas; la importación desde Europa de 87 modelos de aviones que habían tomado parte en el conflicto real, más un centenar de pilotos para dirigirlos; y la muerte de 3 de ellos en las arriesgadas maniobras de vuelo que planeaba Hughes para las escenas de acción… implacable en la consecución de su sueño.
Si todo eso fuera poco, Hughes descubrió que el estreno de su adorada y costosa película, iba a coincidir con el de otra, de temática muy similar:
“The Dawn Patrol” de Howard Hawks.
Sin dudarlo ni un momento, Hughes llevó a cabo, todo tipo de artimañas legales para denunciar a Hawks y a Warner Brothers por plagio.
Pese a las continuas amenazas e intentos desesperados por llevarles a los tribunales, no consiguió nada.
Lo más extraordinario de todo, es que Hughes y Hawks, acabarían haciéndose amigos, y al cabo de unos meses, se embarcarían juntos en el rodaje de la mítica “Scarface” (1932)
Además, Hell's Angels tuvo el inconveniente, de coincidir en el mismo año también, con uno de los hitos de género bélico:
“All Quiet On The Western Front” de Lewis Milestone, cinta humanista que ahondaba en el sinsentido de las guerras, un mensaje de una tremenda carga de profundidad, con un guión glorioso, que hace palidecer esta película, dejándola casi en una juvenil propuesta.
Así pues, Hell's Angels se estrenó con gran boato en el Grauman's Chinese Theater de Los Angeles, el 24 de mayo de 1930.
Entre otros, asistieron como invitados, Charles Chaplin y Buster Keaton.
Por otra parte, la oscarizada película de Martin Scorsese, “The Aviator” (2004), narra entre otras cosas, la génesis de Hell's Angels; como consecuencia del interés por el cine y la aviación, a la edad de 22 años, Howard Hughes comienza a dirigir esta película muda; y se obsesiona con el rodaje de la película, de forma realista, y cuando se estrena “The Jazz Singer”, primera película parcialmente sonora, convierte a Hell's Angels en una película sonora.
Así las cosas, cuando el equipo de sonido se hizo disponible, Hughes decidió volver a rodar toda la película como un “talkie”; siendo nominada al Oscar como mejor fotografía.
Estamos en la dura época de La Primera Guerra Mundial, cuando 2 hermanos deciden viajar a Oxford, con la firme intención de alistarse en la Royal Flying Corps (RFC) para convertirse en grandes pilotos aéreos.
Ellos son Roy (James Hall) y Monte Rutledge (Ben Lyon)
Ambos tienen personalidades totalmente diferentes, y les cuesta complementarse.
Monte se caracteriza por ser un hombre mujeriego, que llega incluso a mantener una secreta relación con Helen (Jean Harlow), la novia de su hermano; y no termina de entender el significado del patriotismo
Roy, sin embargo, muestra siempre una mayor seriedad y sensatez, tratando en todo momento de mantener en línea cada plan que idea.
Una misión, les será encomendada, y el riesgo aparecerá en sus vidas, haciéndoles experimentar conflictivas aventuras.
Los 3, irán a Francia a defender al ejército aliado de las incursiones alemanas:
Monte y Roy como pilotos de combate, y Helen “ofreciendo apoyo psicológico” a los soldados que se emborrachan en la cantina.
Claramente, esta trama es sólo una excusa para que Howard Hughes pueda montar toda la parafernalia aérea, que es lo que a él le importaba.
De hecho, el triángulo amoroso no funciona en ningún momento, por la extrema ingenuidad de Roy acerca de los ligeros comportamientos de su novia.
Eso sí, Hughes no desaprovecha la oportunidad de filmar a Jean Harlow con un vestido súper escotado, que habría hecho palidecer al mismísimo Código Hays, implantado años posteriores.
Pero Hell’s Angels es una extraordinaria película, injustamente olvidada, debido quizás, a no estar dirigida por un director famoso, y por contar con un reparto masculino, prácticamente desconocido.
Lo más notable, es que destaca en todas las facetas que toca; pero hay 2 escenas de acción, absolutamente increíbles por su belleza visual, y que cuesta creer que pudieran filmarse en 1930.
Una de ellas es la del zeppelín que ataca Londres, entre fantasmagóricas nubes nocturnas, y un silencio sobrecogedor durante la mayor parte de la secuencia.
La otra, es la del bombardeo y su posterior batalla aérea, impactante por su realismo.
Dignas de destacar también, las palabras antibelicistas de Monte, el hermano pequeño, breves pero brillantes, y que sin necesidad de articularse en un gran discurso, exponen con contundencia, la sinrazón de la guerra.
Además, el atormentado personaje de Monte, de una modernidad sorprendente, es de lo más interesante:
Sus ganas de disfrutar de la vida en un mundo que se autodestruye, sus comprensibles miedos, su resistencia a aceptar el sacrificio, y el lenguaje heroico.
Por otra parte, el carácter de Roy, el otro hermano, está más sujeto a lo previsible y convencional.
Lo más interesante del personaje, es la relación de amor y desengaño que siente por Helen, otro personaje también dispuesto a disfrutar sin trabas de la vida mientras dure.
La situación del hombre idealista y romántico que ama a una mujer que resulta ser un tanto casquivana, ha llegado a convertirse posteriormente en un tópico, pero sería injusto criticar por ello, a una película de 1930, en una era llamada “Pre-Código de Producción”
También, digno de mención es el final, que lejos de ser ridículo, es ingenioso, brillante y emocionante.
Sobrio y hermoso, el modo de narrar el final de Roy.
Sin musiquillas, sin subrayados innecesarios, sin imágenes.
Unos caen, y la vida sigue...
Contrariamente a lo que parecería indicar la volcánica personalidad de Howard Hughes, y el sustrato argumental de Hell’s Angels, que combina así el cine bélico con el melodrama familiar y sentimental; no es el desafuero o la histeria lo que gobierna las escenas clave, sino una rotunda sencillez, que las confiere una honesta y desgarradora crudeza.
Los clímax dramáticos y bélicos, se arrojan contra el espectador en profundo silencio, y con un desarmante estilo directo, envueltos en una realización audaz y vibrante.
De este modo, la potencia de las imágenes, se fusiona con la potencia trágica de las escenas, obteniendo de esta colisión, una gran violencia visual y conceptual que todavía hoy estremece.
En los fotogramas, se palpa rabia, testosterona, desesperación, miedo; el sabor metálico de la sangre, la pólvora, y la muerte inminente.
“Would you be shocked if I put on something more comfortable?”
Hell’s Angels es una de las escasas producciones cinematográficas, que puede considerarse un hito dentro de la historia del cine, pese a no ser una gran película en cuanto a calidad artística.
Y ello se debe principalmente, a que fue la primera gran superproducción de la historia, con un coste cercano a los $4 millones de la época, un presupuesto estratosférico, que ninguna producción de los grandes estudios hollywoodienses había manejado con anterioridad, y que obviamente, era casi imposible recuperar en taquilla.
Sin embargo, el rodaje de Hell’s Angels salió adelante, gracias al empeño personal de su productor:
El excéntrico multimillonario y fanático de la aviación, Howard Hughes, decidido a ofrecerle al gran público, una película espectacular, que realmente transmitiera las emociones que experimentaba en vuelo, un piloto de combate.
Pero también, Hell’s Angels es una de esas películas, que debe casi tanto a todo lo que rodeó su creación, como a la película en sí; y eso implica por supuesto, hablar de Howard Hughes.
Un multimillonario que había decidido probar suerte como productor en el mundo del cine a finales de los años 20, y el éxito de sus primeras obras, le animó a emprender el proyecto más ambicioso de su carrera hasta ese momento:
Hell’s Angels.
El film, no solo trataba de un mundo que apasionaba a Hughes, la aviación, sino que además, se beneficiaba que, en aquella época, ese tipo de películas estaban muy de moda.
Sin embargo, Hell’s Angels no fue una empresa nada fácil…
Hughes, además, alcanzó una gran notoriedad pública, gracias a su férrea oposición al pseudo-monopolio de la icónica aerolínea estadounidense Pan Am, que disponía de la “Designación Legal” para realizar exclusivamente vuelos transatlánticos en Estados Unidos, viéndose envuelto en una batalla política y legal, que finalmente acabó con dicha legislación, permitiendo el inicio de operaciones en el área de su propia línea aérea, Trans World Airlines, mediante sus aviones Lockheed Constellation.
Hughes fue un personaje también polémico por sus excentricidades, manías, y su comportamiento lunático en general, que estuvieron motivadas en gran medida, por padecer un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC); no obstante, su genialidad es indiscutible, y su legado notorio, en todos los ámbitos en los que se desenvolvió.
El rodaje de Hell’s Angels, se alargó más de la cuenta, y los accidentes e imprevistos, se sucedían sin parar, incluyendo la muerte de 3 pilotos de los 70 que fueron contratados, por no hablar de que sus costes de más de $3 millones de dólares, la convirtieron en la película más cara hecha hasta entonces, haciendo casi imposible que pudiera recuperar sus gastos en taquilla.
Nada de eso pareció importar al caprichoso millonario, quien estaba obsesionado con hacer “la mejor película de aviadores a cualquier precio”
Tal es así, que cuando a mitad del rodaje se conoció la llegada del cine sonoro, Hughes decidió volver a filmar desde cero, para que toda la película fuera sonora, lo cual tampoco era estrictamente necesario, ya que no eran poco frecuentes los films parcialmente sonoros.
Eso implicó, sustituir a su protagonista femenina, interpretada por la actriz noruega, Greta Nissen, quien no quedaría creíble como dama británica con su marcadísimo acento; y fue sustituida por Jean Harlow, una “starlet” descubierta por el propio Hughes; que él mismo elegiría.
La despampanante rubia platino de 18 años, Jean Harlow, sin experiencia en la actuación, pero una bomba de sensualidad, fue contratada como su debut protagónico en una película.
Además, Howard incorporaría al rodaje, al director de teatro, James Whale, que luego tendría una fructífera carrera en Hollywood; para las escenas habladas, debutando este en cine, aunque durante la larga post-producción, le dio tiempo a estrenar otro film, “Jouerney’s Day”, siendo esta, Hell’s Angels, su 2ª estreno.
Hughes, no estaba satisfecho con el guión, y trajo para reescribirlo a Joseph Moncure March, a este, Hughes le regaló la pistola Luger, protagonista en la escena final; e ideó las coreografías bélicas junto al piloto Harry Parry.
La fotografía en las escenas aéreas, fue de Elmer Dyer; mientras los pilotos aéreos, eran todos veteranos de La Gran Guerra, y Paul Mantz, los lideraba.
Hughes, experto piloto de avión, dirigió las escenas aéreas mediante radio control.
Mantz consideró la escena final, en que un avión hace una retirada abrupta demasiado riesgosa, y aconsejó a los pilotos no hacerla, por lo que Hughes la realizó, estrellándose, y resultando grave herido, con fractura de cráneo, teniendo que ser sometido a cirugía facial.
Y es que el rodaje estuvo salpicado de accidentes, e incluso muertes, de 3 pilotos y un mecánico, murieron durante la filmación.
Y Hughes, cerca del fin del rodaje, se enteró que Darryl F. Zanuck, había producido “The Dawn Patrol” de Howard Hawks, con temática parecida a la suya…
Viendo en peligro su cuantiosa inversión, intentó sabotear a Zanuck, alquilando todos los aviones para dejar sin ellos al productor; también Hughes lo demandó ante los tribunales por plagio del guión, esto hizo que Zanuck apresurará la post-producción de su cinta, para estrenarla antes que la de Hughes, a finales de 1930.
Pero Zanuck ganó la demanda, y Hell’s Angels se estrenó el 15 de noviembre de 1930, en EEUU, recaudando en taquilla, casi $8 millones, el doble de la producción y publicidad.
Y es que la producción fue titánica, pues se construyeron decorados a escala real, que iban a ser destruidos durante la filmación, e incluso se fabricó una réplica de un Zeppelin alemán, que también iba a ser destruido durante el rodaje.
Hughes, añadió escenas masivas de combate aéreo, filmadas desde un plano cenital, realistas escenas de bombardeo, y algunas secuencias impactantes, especialmente la destrucción del zeppelín alemán, rodada sin hacer uso de ningún tipo de efecto especial, pues realmente asistimos al derribo de la aeronave.
El argumento, por supuesto, no es más que una mera excusa para hacer disfrutar al espectador de las escenas aéreas, y por ello, los guionistas jugaron sobre seguro, con una historia poblada de tópicos recurrentes y seguros.
Los protagonistas, son 2 hermanos, Monte y Roy Rutledge, cuyas personalidades son bien diferentes.
Roy es responsable, sensato e idealiza a su prometida Helen; en cambio Roy, es un mujeriego inmaduro e irresponsable.
Con el estallido de La Primera Guerra Mundial, ambos deberán dejar sus estudios en Oxford, y se enrolarán en las fuerzas aéreas, donde deberán enfrentarse no solo al peligroso enemigo, sino a sus problemas personales:
El inmaduro Monte, acabará acobardándose al ser incapaz de afrontar la tarea de pilotar cada día, sabiendo que en cualquier momento puede ser abatido; mientras que Roy, no sospecha que su idealizada Helen le engaña con otros hombres, incluyendo su propio hermano…
Otro de los personajes implicados en la trama, es Karl Arnstedt (John Darrow), un amigo alemán de Monte y Roy, que se ve obligado a unirse al ejército germánico, para enfrentarse a un país que ama, y en el que viven sus amigos.
Tal y como era de prever, el principal fallo de Hell’s Angels, está en su pobre base argumental:
Los conflictos son demasiado tópicos, y la película fracasa a la hora de estudiar la psicología de los personajes, o hacer más creíbles sus motivaciones.
Por ejemplo, el personaje de Helen, es absolutamente plano e inverosímil, una vampiresa/femme fatale, que por algún motivo inexplicable, está comprometida con Roy, cuando son polos opuestos, e incluso ha filtreado con su hermano.
Tampoco nos es mostrada con claridad, la evolución del personaje de Roy, quien de una escena a otra, pasa de ser un cobarde, a un valiente; o viceversa.
Sin embargo, Hell’s Angels muestra los intercambios de declaraciones de amor hacia la patria ajena entre los amigos inglés y alemán, un aspecto que empero quedará pronto relegado tras el que probablemente sea el más valeroso acto de heroísmo del filme.
Una camaradería a ambos lados del alambre de espino, destacada por el hecho de que la compenetración entre los 2 amigos sea mayor que entre el inglés y su propio hermano, antagonistas en su noción de la responsabilidad y de la honra.
Igual de cierto es que, en el ángulo opuesto, el guión traza rasgos maniqueos en el retrato del “boche”, sintetizados en un alto mando que tiene en el mutilado capitán del zepelín su mejor exponente o, mejor aún, en la aristocracia prusiana.
Todos esos aspectos, pueden resultar decepcionantes, teniendo en cuenta el largo y prometedor prólogo de Hell’s Angels, que se sitúa en Alemania, en el cual se esbozan los lazos que unen a Monte, Roy y Karl.
El momento climático, tiene lugar cuando Monte es retado a un duelo por un marido engañado, y decide escapar del país.
Cuando Roy lo descubre, acude al duelo, haciéndose pasar por su hermano para que no quede como un cobarde, pero no le dice nada a él, para no preocuparlo…
Este hecho, ya muestra cómo funciona su relación:
Roy es quien intenta cubrir continuamente a su hermano irresponsable, mientras que éste vive feliz e inconscientemente.
Sin embargo, pese a quedar perfectamente expuesto, y además mostrado con una escena bellísima visualmente, el duelo al amanecer, la exploración de los personajes queda ahí, y no llega mucho más lejos.
Lo mismo sucede con Karl, quien literalmente desaparece de las mentes de los 2 hermanos, cuando éste se enrola al ejército alemán, de forma que su relación con ellos, prácticamente no aporta nada.
En cuanto al personaje de Helen, lo más destacable es comprobar lo atrevidas que podían ser las películas antes de la implantación del Código Hays.
Una secuencia multicolor de 2 minutos de duración, de los 8 minutos totales a color, siguen siendo la única grabación en color de su estrella, Jean Harlow, con la que encandiló al público, aunque no a la crítica, que incluso llegó a juzgar su actuación como “terrible”
Como dato, todas esas impresiones en color, se creyeron perdidas, hasta que en 1989, 10 años después de la muerte del actor John Wayne, su hijo Michael, encontró un rollo en la bóveda personal de su padre.
Eso explica, por qué el nombre del joven Michael Wayne, aparece en los créditos de la versión restaurada; y es posible que John Wayne recibiera la impresión del productor/director de la película, Howard Hughes.
Otro dato, es que, para la reedición de 1939, de Astor Pictures, Hell’s Angels se cortó a 90 minutos, en su mayor parte, para eliminar secuencias Pre-Código que eran marginalmente aceptables en 1930, pero ya no se permitieron después de 1934; siendo sustituido por un prólogo de 6 minutos, sobre la historia de la aviación, para presentar la película.
Por otra parte, para las audiencias del Código de Pre-Producción, el lenguaje durante la escena del duelo, con “Baldy” Maloney (Roy Wilson), gritando “Son of a Bosch!” fueron recortadas; y en los pilotos alemanes maldiciendo “Son of a bee! (b)”
Y claro está, la censurada Jean Harlow, en un rol Pre-Censura hollywoodiense, donde expone con furibunda alegría, la liberación sexual de la mujer, con poses y ropas, escotes de vértigo, bastante subidas de tono para su tiempo.
Aunque La Harlow consiguió hacerse famosa en Hell’s Angels, por sus interminables escotes, y por la mítica frase:
“¿Le molesta si me pongo algo más cómodo?”, apareciendo con una bata que apenas le tapa los pechos… ella fue la primera que pronunció estas palabras tantas veces escuchada en multitud de películas; por lo que no hubo problemas hasta que la censura llegara a Hollywood en 1934, con El Código Hays.
Es por ello la voracidad sexual que muestra sin pudor Helen.
Y no es que me escandalice, pero pienso en la época, y de cómo escapó a la censura, pues el vestidito de la fiesta, en las escenas de color, era totalmente transparente, por lo menos de la parte trasera... muy breve del frente con unos hilitos de brillantes como tirantes, y otro por toda la espalda, pues el vestido era totalmente escotado de atrás, dejando en evidencia la falta de sostén.
Eso, y su sensualidad y las escenas sexys, las palabras altisonantes, etc., me hacen imaginar gran parte del éxito de Hell’s Angels, y de ella misma como símbolo sexual.
No obstante, quedaría indefectiblemente ligada a un rol de hedonista devoradora de hombres, fama que la actriz se encargaría de propagar fuera de la pantalla:
“Los hombres me aman, porque no llevo ropa interior; y las mujeres también me quieren, porque saben que nunca les robaría un hombre.
En todo caso por mucho tiempo”, afirmaría en cierta ocasión.
Aunque atrevida, carnal y muy hábil en la plasmación de insinuaciones mediante elipsis, la vertiente romántica del relato, que se intuye fatal desde la primera aparición de Harlow, palidece en comparación con los capítulo guerreros de la función.
No cabría imputar como fallo, no obstante, su brusca resolución.
¿Dónde reside entonces el valor de Hell’s Angels?
Pues ni más ni menos que en aquello a lo que Hughes prestó más atención:
Las escenas de acción.
Y es que aunque sean escenas con más de 80 años, siguen siendo visualmente impresionantes.
Destacan claramente 2 grandes clímax:
La escena del Zeppelin, y el ataque aéreo del final.
La primera muestra paralelamente los intentos de los aviones británicos por detener el ataque del Zeppelin, mientras en el interior de éste, Karl se debate sobre si ser fiel a su país natal, o seguir sus sentimientos.
El apoteósico ataque del Zeppelin a Londres, brillantemente filmado, con la primera aparición del aparato, es cuasi-fantasmal a través de las nubes, lenta e inquietantemente, se acerca a la urbe, vemos el interior de la nave en todo su grandioso esplendor, su magno fuselaje, cambia la imagen al puesto de control inglés, añadiendo tensión con el envío de aviones a la caza del “Monstruo Volador”, una cápsula con un soldado desciende del Zeppelin colgando de un cable, abriéndose paso entre las nubes, hasta emerger sobre Londres, es una visión cuasi-fantasiosa, lanzan las bombas del Zeppelin, entonces se acercan los aviones ingleses, al Zeppelin le sobra peso, comenzando una cadena de sacrificios digna de la mejor secta lava-cerebros al grito de “Por el Káiser y la Patria”; se produce una cruenta batalla entre las ametralladoras del dirigible y los aviones de combate británicos, y cuando parece que el Zeppelin ha vencido a la jauría de avispas… ocurre lo impensable.
También sobresale el monumental tramo final, cuando los 2 hermanos realizan la misión de bombardear desde un avión, un polvorín germano.
Las explosiones son impresionantes, a lo que le sigue una batalla aérea contra el circo del “Barón Rojo”, con el mismo Von Richthofen a la vanguardia, como El Barón von Bruen (Frank Clarke), con imágenes de una belleza plástica, por lo peligroso sublimes, desafiando a la gravedad, con la fascinante imagen de uno de los hermanos empuñando la ametralladora en medio de la inmensidad del cielo, con unas coreografías volátiles fascinantes, de decenas de naves en vuelo.
Luego está su tramo final en tierra, con la relación entre los 2 hermanos, sobresaliendo Lucien Prival como El Barón Von Kranz, aportando marcialidad, y una acusada personalidad contenida.
Pero la escena del Zeppelin se lleva las palmas, por lo dramático, y por la manera en fue rodada, llegando a crear tensión a 2 niveles:
Por un lado, deseamos que los aviadores británicos derriben el Zeppelin; por otro, no queremos que le suceda nada al personaje de Karl, o que sus superiores no descubran que les ha traicionado.
La escena llega a su punto culminante, con un momento que hoy en día se nos antoja un tanto excesivo, cuando los soldados alemanes se lanzan del Zeppelin, en suicidio colectivo, para que éste pierda peso, y pueda recuperar altura.
¡Brutal para los cánones de hoy!
En cuanto a la escena del combate final, se trata sin duda de la más espectacular de la película, no solo por las acrobacias de los aviones, sino por lo bien filmada que está, con multitud de espectaculares planos aéreos que justifican con creces la enorme inversión de Hughes.
Aunque el resto del film, tampoco es realmente malo, no cabe duda de que son estas escenas las que lo dotan de especial interés, y que compensan las flaquezas del guión, convirtiendo a Hell’s Angels, en una obra disfrutable, más allá de todo el anecdotario que le rodea.
Y es que hay muchos pasajes que habían sido filmados al estilo mudo, y a los que posteriormente se les incorporó efectos de sonido, imágenes sobre todo de tipo aéreo, en las que se insertaron breves escenas de diálogos.
El primer factor que debemos analizar, y que era una circunstancia de aquellos primeros años, es el uso del sonido como un mero acompañamiento de la imagen, el sonido como efecto dramático, como aporte conceptual, aún no se había descubierto, o explorado si se prefiere.
También, encontramos rótulos que se utilizan de 2 formas:
A modo de narración “en off”, mediante el texto escrito en sustitución de la voz, y esto es lo más sorprendente, como traducción de las frases más significativas pronunciadas por los alemanes, que curiosamente hablan en su idioma autóctono.
El rotulo como en el cine mudo resume la parte esencial del dialogo, solo que en esta ocasión, es el precedente del subtítulo al resumir los diálogos en un idioma no entendible por la mayoría del público potencial.
Dentro del sonido, está la banda sonora, que según para quién no existe en Hell’s Angels; es decir, hay música en la película, muy poquita es cierto, pero no existe una banda sonora originalmente compuesta para el film.
En los créditos de apertura, en el intermedio de 10 minutos, y en el cierre, hay música naturalmente, pero en lugar del “soundtrack” habitual, escuchamos la Sinfonía Nº 6, opus 74 de Peter Ilich Tchaikovsky, adaptada por Hugo Riesenfeld, compositor vienés nacido en 1879, no demasiado conocido en el mundo del cine.
Mientras el resto de la música incluida en el film, es lo que se conoce como “música incidental”, es decir, la que escuchan los personajes durante la acción, un ejemplo claro sería una canción que suena en un receptor de radio...
Por ejemplo, en la presentación de la historia en la taberna en la Alemania anterior a La Primera Guerra Mundial, donde incluso hay una orquesta amenizando a los clientes.
Otro de los momentos en que aparece una composición musical en la película, es en el baile de la secuencia en tecnicolor bicromático, donde una pequeña orquesta interpreta un vals que bailan los invitados.
Durante toda la secuencia de la fiesta, escuchamos la música de fondo.
Es como si se necesitase una disculpa para incluir música en la película...
Aún tardará 3 años en consolidarse el uso de la música como acompañamiento de la imagen en un todo, en considerar la banda sonora de la película, como un elemento más de la narración.
Siendo la primera vez que esto se logrará por completo, en 1933, con la partitura de Max Steiner para “KING KONG”
El único sonido adecuado, radicaba entonces en las hélices, los motores y los disparos de las ametralladoras.
Imagino que era una concepción mucho más realista, más cercana a la realidad, pero mucho más pobre desde el punto de vista del lenguaje cinematográfico, y todas sus ilimitadas posibilidades.
No olvidemos que el cine, no es una testificación de la realidad, es una recreación de la realidad con un discurso cinematográfico, narrado mediante el lenguaje de la imagen, apoyado en otras disciplinas.
Pero estamos hablando de 1930, cuando el cine estaba en proceso de cambios y ajustes tecnológicos.
“Listen, Roy, never love a woman.
Just make love to her”
La viril determinación individual, como forma de entender la batalla contra el enemigo, la visceralidad en el duelo cara a cara contra La Parca, las agallas que implica asumir los sacrificios personales que dictamina el sentido del honor...
Pero asimismo, Hell’s Angels es un filme sin duda, a la altura de la personalidad arrolladora y excesiva de su creador, el excéntrico magnate, playboy, amante de la adrenalina y cineasta, Howard Hughes, quien se ponía por primera y penúltima vez detrás de las cámaras, si bien asistido por James Whale y Edmund Goulding, para plasmar las pulsiones de vida, muerte y aventura que le transmitían los combates de la aviación aliada en La Primera Guerra Mundial.
Y es que durante toda su vida, Howard Hughes fue un entusiasta de la aviación.
Se dice que voló por primera vez a los 14 años, aunque no está confirmado.
De lo que no hay duda, es que fue un intrépido piloto, y un gran industrial del sector.
Además, su indiscutible inteligencia, y su interés por la aviación y la mecánica le permitió convertirse en ingeniero aeronáutico de forma autodidacta, dominando profundos y amplios aspectos en la construcción y diseño de aeronaves.
Fundó la compañía Hughes Aircraft, y fijó récords mundiales pilotando sus propios aviones.
Su máquina tecnológicamente más relevante, fue el Hughes H-1 Racer.
El 13 de septiembre de 1935, volando el H-1, alcanzó los 566 km/h, batiendo el anterior récord de velocidad aérea de 515 km/h, cerca de Santa Ana, California.
Un año y medio más tarde, el 19 de enero de 1937, con un H-1 rediseñado, consiguió batir su propio récord transcontinental de velocidad aérea, al volar sin escalas desde Burbank, Los Angeles, hasta Newark, New Jersey, en 7 horas, 28 minutos, y 25 segundos.
Antes lo había hecho en 9 horas, 27 minutos y 10 segundos.
Su velocidad media, fue de 518 km/h.
El H-1, mostró un importante número de innovaciones en su diseño.
Contaba con un tren de aterrizaje retractable, y todos los remaches y empalmes fueron fijados a ras en el cuerpo del aeroplano, para reducir la fricción cinética y ganar velocidad.
El H-1, influenció el diseño de algunos aeroplanos de La Segunda Guerra Mundial, como el Mitsubishi A6M, el Focke-Wulf Fw 190, y el F6F Hellcat.
El H-1, fue donado a la Institución Smithsonian en 1975, y se exhibe en su Museo Nacional del Aire y el Espacio, en Washington, D.C.
El 10 de julio de 1938, Howard Hughes estableció una nueva marca al completar un vuelo alrededor del mundo, en 3 días, 9 horas y 17 minutos, batiendo la anterior, por más de 4 días.
Para este vuelo, no utilizó ninguno de sus aeroplanos, sino el Lockheed Model 14 Super Electra, dotado de radio y equipos de última tecnología, acompañado por una tripulación de 4 hombres.
Hughes pretendía que aquella hazaña fuese una gran victoria tecnológica, para demostrar así, que los viajes aéreos de larga distancia, podían ser completamente seguros.
Con todo ello, el joven magnate recibió muchos premios como piloto, como el Harmon Trophy en 1937, por establecer el nuevo récord Burbank-Newark; y de nuevo, en 1938, por el récord de vuelo alrededor del mundo; el Collier Trophy en 1938 también; y el Octave Chanute Award en 1940.
En 1939, fue galardonado con La Medalla de Oro del Congreso “en reconocimiento a sus logros, en hacer avanzar la ciencia de la aviación, y así conseguir un gran reconocimiento hacia este país en todo el mundo”
Sin embargo, según el New York Times, Hughes no se molestó en acudir a Washington a recoger La Medalla.
Finalmente, El Presidente Franklin D. Roosevelt, se la envió por correo…
La participación de Howard Hughes en Hell's Angels, generó un nicho en los entusiastas de los grupos de colecciones de entretenimiento, aviación y militaria.
Los entusiastas de la aviación, han hecho referencia a la calidad y la autenticidad de la aviación de La Primera Guerra Mundial en la película.

“I wanna be gay and have fun.
Life's short.
And I wanna live while I'm alive”



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