Pedro Páramo
“…y no se te olvide lo de Don”
El realismo mágico, es un movimiento literario de mediados del siglo XX, y se define como “una preocupación estilística, y el interés de mostrar lo irreal o extraño, como algo cotidiano y común”
No es una expresión literaria mágica, pues su finalidad no es suscitar emociones, sino más bien, expresarlas, y es sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad.
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido como Juan Rulfo, fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52.
Su reputación se asienta en su novela “Pedro Páramo”, publicada en 1955; que fue posteriormente traducida a varios idiomas, como alemán, sueco, inglés, francés, italiano, polaco, noruego, y finlandés; siendo uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX; pues en sus obras, se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios mexicanos.
Sus personajes, representan y reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales, entretejidas con el mundo fantástico.
La obra de Rulfo, y sobre todo “Pedro Páramo”, es el parteaguas de la literatura mexicana, que marca el fin de La Novela Revolucionaria, lo que permitió las experimentaciones narrativas, como es el caso de la generación del medio siglo en México, o los escritores pertenecientes al “boom latinoamericano”
Durante mucho tiempo, Rulfo tuvo una única novela publicada, “Pedro Páramo”, la cual tuvo una larga gestación.
Rulfo sostuvo, que concibió la primera idea de la novela, antes de cumplir los 30 años, y fue gracias a una beca del Centro Mexicano de Escritores, que puedo concluirla entre 1953 y 1954.
La técnica empleada en la novela, es revolucionaria, no tanto por su novedad de experimento, sino porque es la más adecuada para explicar esa historia.
Rulfo, tras componer las piezas de su novela, decidió desarmarla, eliminar los episodios de engarce, e imponer a los fragmentos, un orden aleatorio, que rompe con el tiempo y el espacio, para hablar de un mundo en el que ya no existen, ni el uno ni el otro.
El lector, por tanto, investiga junto a los protagonistas para resolver la oscura trama, y descubrir que tras la historia de los muertos se oculta una terrible historia de amor.
Así, “Pedro Páramo” ha tenido una gran influencia en el desarrollo del realismo mágico, y está contada intercalando la primera y la tercera persona.
Ocurre que Rulfo parece haber escrito, digamos, 2 cuentos centrales:
La narración de Juan Preciado, y la narración de Pedro Páramo; que desarrollaban determinados pasajes de esos 2 cuentos centrales:
La relación de Juan Preciado con su madre, la relación de Pedro Páramo con Susana San Juan, la relación de Pedro Páramo con sus hombres en armas, la relación de Pedro Páramo con Juan Preciado, etc.
Así, una misma corta novela, se convierte en una obra de arte universal, con miles de significados distintos para los distintos lectores, y brillante para todos; por lo que hay en la novela, una mezcla y entrelazado apasionantes de las voces y los recuerdos de los distintos personajes, presentes y pasados.
Es decir, ofrece una ruptura de planos temporales, pues mezcla de tiempo presente con tiempo pasado/regresiones; y tiempo futuro/adelantos.
Las voces de los habitantes que oye Juan Preciado, son las que junto con el narrador omnisciente, irán reconstruyendo de manera fragmentaria la historia de ese pueblo, y a través de esos narradores, Juan Preciado podrá cumplir parte de su propósito:
Conocer a su padre, Pedro Páramo.
Los personajes, en orden de importancia, son:
Pedro Páramo es el protagonista de la novela, es un hombre despiadado, que con las ruinas heredadas de su padre, construye un Imperio, comienza por adueñarse de la vida y las propiedades de Dolores Preciado, para finalmente adueñarse de todo el pueblo, hasta llevarlo junto con él, a la miseria, la desgracia y la condenación.
Juan Preciado, es el único hijo legítimo de Pedro Páramo; sin embargo, no fue registrado por su padre.
Tras la muerte de su madre, va a Comala a cobrarle a su padre su abandono, con este acto, inaugura la narración, y abre la puerta y los oídos a los fragmentos y murmullos que construyen las historias de su padre, Pedro Páramo, y del idílico Comala, reducido a páramo e infierno.
Abundio Martínez, es uno de los hijos ilegítimos de Pedro Páramo, junto con Juan Preciado, inaugura la obra, pues Abundio lo guía hasta Comala, a través de sus comentarios, sus recomendaciones y silencios, advierte sutilmente, tanto a Juan como al lector, del desierto humano, y del infernal concierto de almas en pena que comporta ese valle.
También, tiene el papel de cerrar la obra, al dar muerte a Pedro Páramo, este hecho da al texto, una estructura circular.
Dolores Preciado es la legítima esposa de Pedro Páramo, y madre de Juan, su inocencia personal, y su riqueza material, sirvieron de escalón para que Pedro Páramo se convirtiera en un terrateniente.
Eduviges Dyada es la amiga de Dolores Preciado, introduce el ambiente fantasmal en el texto, y hospeda a Juan Preciado en su casa, porque según ella afirma, “la madre de éste, le anticipó su llegada”
Susana San Juan, es el eterno amor de Pedro Páramo, novia infantil que se marcha de Comala con su familia.
Es una mujer apasionada, que vuelve con su padre a su pueblo natal, pero enloquecida de amor por la muerte de su marido, Florentino.
Al morir, ella se convierte en la causa de la ira final de Pedro Páramo.
Miguel Páramo, es el digno hijo de Pedro Páramo, macho y caprichoso como su padre, cree que las leyes las hacen ellos, y con esta certeza, mata, viola y abusa.
Pero la justicia poética empieza con él…
Padre Rentería, es el sacerdote del pueblo, encarna la corrupción de la institución.
Su apellido es simbólico, en la medida en que alude a las rentas, a las utilidades que espera recibir de aquellos quienes puedan, o quieran salvar su alma, aún a costa de la suya.
Dorotea, es la mujer con quien Juan Preciado comparte la tumba; y fue alcahueta de Miguel Páramo.
Damiana Cisneros, ella funciona como informante, en la medida en que pone en claro para Juan Preciado, que en Comala, todos están muertos.
Damasio “Tilcuate”, es un matón a sueldo de Pedro Páramo, a quien éste convierte en falso revolucionario, para mantener protegidas sus tierras.
Fulgor Sedano, es el administrador de la hacienda “La Media Luna”, primera propiedad de Pedro Páramo, y ayuda a Pedro Páramo, a ejecutar sus decisiones, lo mismo pedir una mano, que llamar a un matón, o callar una muerte.
Justina Díaz es la nana de Susana San Juan, cuida de ella, incluso en su locura.
Gerardo Trujillo, es el abogado de Pedro Páramo, ejemplo del abandono que sufren a la par Comala y El Terrateniente.
La novela, se inicia con el relato en primera persona de Juan Preciado, quien le prometió a su madre en su lecho de muerte, que regresaría a Comala para reclamarle a su padre, lo que les pertenece.
Preciado, cuyo nombre no conocemos hasta avanzada la novela, sugiere que no tenía intenciones de cumplir esta promesa, hasta que comienza a tener visiones subjetivas de Comala, y de Pedro Páramo, que finalmente lo inducen a viajar.
Su narración está fragmentada, y se ve mezclada con diálogos de su recientemente difunta madre, Dolores Preciado.
También, se ve interrumpida y reemplazada por una línea narrativa en primera persona, que aparentemente es de Pedro Páramo.
Preciado, se encuentra con varias personas en Comala, a quienes, en determinado momento, comienza a percibir como “muertas”
Al acabar el primer tercio de la novela, la narración de Preciado se detiene, y empieza el monólogo interior de Pedro Páramo, como narrador omnisciente.
La mayoría de los personajes en la narración de Juan Preciado:
Dolores Preciado, Eduviges Dyada, Abundio Martínez, Susana San Juan, y Damiana Cisneros, están presentes en esa narración omnisciente, pero con perfil mucho menos subjetivo.
Las 2 narrativas mayores que compiten, dan versiones descriptivas diferentes de Comala; sin embargo, es la narración omnisciente, la que describe a Pedro Páramo, y da detalles de su vida, desde su idealización juvenil de Susana San Juan, su encumbramiento, sus abusos tiránicos, su condición de mujeriego, hasta su muerte.
Aunque la condición destacable de su personalidad, es la crueldad, Pedro Páramo es también mostrado como siendo un padre que adoraba a su hijo, nacido fuera de su matrimonio, Miguel Páramo, pero igual criado por él, en su hogar.
También, como un astuto jefe que sabe cómo manejar a sus mercenarios, que de otro modo hubiesen arrasado a Comala.
Así va el relato, mientras que la brocha descriptiva de Juan Preciado, se presenta en forma más o menos lineal; la de Pedro Páramo aparece en desorden, e insertada por fragmentos en la de aquel.
La magia espectral que encierra Comala, pueblo fantasmal y purgatorio de sus habitantes, es trabajada magistralmente por Rulfo, hasta hacer que lo imposible en ese universo cerrado de su novela, se vuelva verosímil.
En la novela, protagonista y pueblo, conforman un ente simbiótico, una estructura indisoluble, al punto que en voz de los narradores, sabemos que la tierra de Comala va adquiriendo poco a poco características propias de Pedro Páramo, como su amargura, o generadas por él:
“Aquí todo se da, pero todo es agrio”, dice El Padre Rentería.
Pues Comala muere con él, para convertirse en un territorio de almas en pena, en un lugar caliente, calcinante y árido, como el apellido del protagonista.
La obra de Rulfo, fue muy estimada por autores como Jorge Luis Borges, quien dijo:
“Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de toda la literatura”
Mientras Gabriel García Márquez escribió, al recordar su primera lectura de la novela:
“... Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los 7 pisos de mi casa, con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa:
¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda!
Era “Pedro Páramo”
Aquella noche, no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura.
Nunca, desde la noche tremenda en que leí la “Metamorfosis” de Kafka en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, casi 10 años atrás, había sufrido una conmoción semejante”
En apenas 23 ediciones y reimpresiones, la novela “Pedro Páramo”, había vendido más de 1 millón de reproducciones sólo en Estados Unidos, hasta noviembre de 1997, mientras otras ediciones en su tierra natal, México, así como de otros países de habla hispana, han vendido incontables reproducciones adicionales.
“Para él la tierra no tiene límites”
Pedro Páramo es una película mexicana de drama y fantasía, del año 1967, dirigida por Carlos Velo.
Protagonizada por John Gavin, Ignacio López Tarso, Pilar Pellicer, Julissa, Graciela Doring, Carlos Fernández, Jorge Rivero, Augusto Benedico, Beatriz Sheridan, Claudia Millán, Rosa Furman, Narciso Busquets, entre otros.
El guión es de Carlos Fuentes, Carlos Velo, y Manuel Barbachano Ponce; basados en el libro homónimo, “Pedro Páramo” de Juan Rulfo.
Carlos Velo Cobelas, fue un cineasta español, exiliado a raíz de La Guerra Civil Española en México, donde se convirtió en figura llave del cine mexicano; y su Pedro Páramo es una épica oscura y profunda, que explora una gama de motivaciones y emociones humanas.
Carlos Fuentes colaboró en el guión, ayudándole a recrear la atmósfera del universo “rulfiano”; mientras el mismo Rulfo colaboró en la localización de paisajes en los estados de México e Hidalgo.
Y sigue el argumento de la novela de Rulfo, “de hito en hito”
Sin embargo, por haberlo hecho literal, por haberlo deletreado así, “se le saca el misterio, y lo que queda es pura materia de telenovela”, según los críticos mexicanos.
No quiere decir que no sea entretenida.
Sí, lo es, pero de ninguna manera logra la sutileza y grandeza de la novela, por motivos obvios.
Y es que se estrenó en 1966, sin que Velo se considerase satisfecho del resultado, a pesar de que la crítica alaba la cuidada técnica y la fotografía en blanco y negro.
La polémica que rodeó la presentación del film, llevó al director, a la realización de un cine más comercial.
Porque las expectativas sobre Pedro Páramo, eran muy altas:
Recibió ayuda del gobierno, y muchas personas creían, que la llegada al cine de tal obra literaria, era un acierto.
Pero los críticos, directores, actores de la misma película, e incluso el director, dijeron sentirse decepcionados con el resultado final; y fueron muchos los percances que conllevaron a ese resultado, pero fue principalmente, por la adaptación del guión.
En palabras de Carlos Velo:
“La maldita circunstancia de ser mi primera película profesional, me hizo cometer el error de aceptar todo esto.
Así que la culpa es mía, por hacer aceptado estas ideas, y estas amables sugerencias que hicieron un híbrido y frío el filme, cuando contaba con un guión magnífico, y actores estupendos, llenos de entusiasmo; sin embargo, todo fue sometido a un rasero de producción, a un nivel de mediocridad industrial odioso”
No obstante, Pedro Páramo se presentó en la edición de 1967 del Festival Internacional de Cine de Cannes.
En la película, se desarrollan 2 historias paralelas, en 2 épocas diferentes:
La historia de Juan Preciado (Carlos Fernández), que va a Comala en búsqueda de su padre, Pedro Páramo (John Gavin); y la historia de Pedro Páramo, que después de la muerte de su padre, se casó con Dolores Preciado (Claudia Millán), la madre de Juan Preciado, por su dinero; y su vida hasta su muerte.
Así las cosas, Juan Preciado está en el lecho de muerte de su madre, y ella le dice que tiene que ir a Comala, en busca de su padre, para que le diera lo que nunca les dio, y siempre les correspondió.
Después de la muerte de su madre, se dirige hacia Comala.
Su madre, siempre le describió Comala, como “un pueblo hermoso”, pero cuando se iba acercando, sólo veía un lugar desierto y sin vida.
En el camino, se encuentra a un campesino llamado Abundio Martínez (Joaquín Martínez), que lo lleva al mesón de Eduviges Dyada (Beatriz Sheridan), quién ya lo esperaba…
Hablando con Eduviges, ella le dice que el Abundio que él conoció, no debía ser el mismo Abundio que ella había conocido, porque Abundio hacía mucho tiempo que estaba muerto...
Así se desarrolla toda la obra, entre realidad y fantasía, entre “flashback” y “flashforward”, teniendo en cuenta que Pedro Páramo está basado en una de las mayores obras de literatura hispanoamericana de todos los tiempos, no sólo me ha dejado una buena impresión, sino que pienso que en él, está muy bien reflejado el espíritu del libro.
Vista a día de hoy, una revaloración, no solo es necesaria, sino obligatoria.
“Nadie puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague”
Inspirada en la obra de Juan Rulfo, “Pedro Páramo” fue saludada por la crítica como una obra maestra, un libro influyente, y reconocido no tan solo por críticos vernáculos, sino por las grandes plumas del siglo XX.
Y es lógico que la idea de una versión fílmica genere amplias expectativas que, sin embargo, no sean completamente cumplidas, debido a dificultades no necesariamente cinematográficas, sino conceptuales.
Similares problemas audiovisuales, experimentan, por citar un ejemplo, las obras de H.P. Lovecraft, en cuanto la imaginación juega un rol esencial en la concreción de la trama, y ahí donde se surgen los problemas...
Pero aquí no sólo se respeta toda la historia de Juan Rulfo, y guarda una semejanza extrema con la novela real, sino que también es una hermosa pieza de arte, llena de misterio, tristeza y soledad.
Carlos Velo, representa con extrema fidelidad, un México que fue víctima de una Revolución, la ciudad, los trajes, el pueblo, las casas…
Cada detalle, es leal a esos tiempos, y las interpretaciones son impresionantes; y una ventaja obvia de la adaptación de Pedro Páramo, es el espectáculo visual del cine.
El lenguaje de Rulfo en la novela, es escaso, y por eso hay una falta de las descripciones físicas de los personajes y del escenario.
Sin embargo, debido al aspecto visual del medio, la película no tiene alternativa más que retratar el físico; y una manera con que Velo representa la realidad y el espacio físico, es la iluminación.
En esta obra, el tema principal son las ilusiones frustradas que viven Juan Preciado cuando llega a Comala, y se da cuenta que su padre está muerto, ve en este hecho, la frustración de no poder cumplirle la promesa a su madre, que le hizo antes de que ella muriera.
La frustración de Pedro Páramo, cuando trato de tener todo en su poder y no pudo hacerlo, cuando no pudo tener en su poder el amor de Susana, y muchas otras cosas…
De la madre de Juan, que no pudo hacer realidad la ilusión de volver a Comala, y ver otra vez a Pedro Páramo, y poder hacer feliz a su hijo.
Otras posibles soluciones al dilema, una militar y otra religiosa, tampoco tienen éxito; en esos 2 casos, La Revolución Mexicana y La Iglesia Católica, ésta representada por el malogrado Padre Rentería, es imprescindible reconocer el supremo poder terrenal del cacique.
Lo peor de todo, es que la muerte no sirve para aliviar el sufrimiento:
Comala es un pueblo infernal, donde todo el mundo está muerto para el gozo, pero vivo para la pena.
La acción de Pedro Páramo se sitúa entre los años de 1910 y 1928, esto se lo puede deducir, porque habla en algún momento de La Revolución Mexicana, los caciques de los pueblos por esos tiempos, se extendieron por toda Latinoamérica, incluso el escenario es un retrato de cómo era la época del México rural.
Comala, es un pueblo fantasma, allá en “El México Profundo”, poblado por almas errantes en busca de su identidad, mitad vivos mitad muertos, y en donde la sombra de Pedro Páramo es tan alargada, que atañe a todo el mundo en la localidad, y a nadie deja indiferente.
Le consideran “el cacique del pueblo”, y un personaje con un oscuro pasado, y su fantasma planea en todo el desarrollo.
Así, Juan Preciado llega al desolado pueblo de Comala, en busca ni más ni menos que de su propio padre, Pedro Páramo, a quien, según ha prometido a su moribunda madre, pretende reclamarle lo suyo.
Ha pasado mucho tiempo, y las cosas han cambiado para peor, convirtiendo a Comala, en un auténtico pueblo fantasma, “habitado lógicamente por fantasmas”
En ese ámbito, Juan Preciado busca a alguien que le oriente en el camino a la hacienda de su padre.
Y la película nos enfoca entonces, a través de un “flashback”, en la juventud de Pedro Páramo, que llega a Comala para recuperar las tierras de su padre recientemente fallecido, y trayendo ya un hijo consigo, Miguel (Jorge Rivero)
Su personalidad avasalladora, atrae la atención de la hija de un hacendado, Doloritas Preciado, a quien rápidamente desposa y embaraza, y de cuya fortuna y bienes se apodera, para luego expulsarla lejos de Comala.
Pero volvamos a la noche de bodas de Pedro Páramo con Doloritas:
Es cuando conoce a la joven Susana San Juan (Pilar Pellicer), que será su auténtico y único amor de toda la vida, y con la que vivirá una serie de tumbos y jaques propios de culebrón.
Será en pos de ella, que Pedro Páramo hará sus más pérfidas maldades, o sus mayores sacrificios.
El Comala de la época de Pedro Páramo, es un mundo de relaciones enfermizas.
¿Hay ni siquiera una sola familia sana y completa?
Evidentemente, no; todo se ve por una bruma fantasmal; y la materia se presenta literalmente, y resulta llamativa, casi lasciva, dentro de los límites del cine mexicano de los 60, desde luego.
Así las cosas, Pedro Páramo mantiene el lenguaje fuente de Rulfo:
Juan Preciado topa con un hombre en el camino rumbo a Comala, quien le dice que Pedro Páramo es “un rencor vivo”
Varias veces, las mujeres del pueblo lamentan de los hombres, que “todos son hijos de Pedro Páramo”, y una añade:
“y solo reconoce a él, que no tiene madre”, pues Miguel, él que vive fuera de toda raya y se muere joven.
Dorotea “La Cuarraca” (Rosa Furman) es un personaje muy feo, y sientes que necesitas ver a algún otro lugar, cuando ella está en escena; Susana lucha contra su locura y la realidad al mismo tiempo, y solo para mirar su rostro uno es capaz de sentir su desesperación y su melancolía.
Hay un punto donde no se puede saber, si lo que estás viendo es la realidad en sí, si es que hay una, u otro de los cadáveres hablando…
No se puede decir en el mismo momento en que muere Juan Preciado, pero por otra parte, es totalmente comprensible, casi al final, cuando va a la tumba donde está su madre, y cuando entiende que murió en alguna parte del viaje…
La trama entonces se cuenta tal como en la novela, a través de múltiples voces narrativas, pero sobre todo, en el elegante manejo del tiempo que hace de Comala, no sólo un punto geográfico de encuentro, sino un lugar cerrado, donde parecen confluir, como en un vaivén y no una sola línea, el presente, el pasado y el futuro.
No puedo enfatizar lo bien hecho que está el misticismo; esta no es una “película de fantasmas”, pero no tiene miedo de usarlos; y hacer más “visuales” algunos pasajes que en la novela quedan abiertos, y se prestan para ello.
A este respecto, cabría citar el sugestivo final; en el que reaparece Abundio, uno de los primeros personajes que introduce la novela.
Aquí, éste atribuye, como de alguna manera lo hace en un primer momento, la paternidad del pueblo entero al protagonista, Juan Preciado, aquel que llega a Comala en busca de su padre, es cubierto por la tierra finalmente, mientras escucha desde un lugar indeterminado, la voz de su madre, como si ella se hubiera transfigurado en este elemento, para que su presencia, al igual que la de su padre, se dejara sentir mejor por todas partes.
Al igual que en la novela, Pedro Páramo parece haber trascendido la condición humana, ya que conocemos de él sólo “de oídas”, a través de lo que cuentan quienes salen al encuentro de Juan Preciado.
Nunca está presente, a la vez que, aparentemente, nadie tiene ya contacto directo con él, al momento en que el fuereño averigua su paradero, por lo que da la impresión de que, a diferencia de los demás personajes, éste vive en el pretérito.
Durante el visionado, se siente un acorde común en la obsesión de Pedro con Susana; y Charles Foster Kane y la nostalgia con “Rosebud” en “Citizen Kane” (1941); donde ambos hombres se vuelven tan consumidos por la ambición, que ya no pueden poseer su ideal.
Ambos hombres anhelan algo tan fundamental y simple, que lo sofoca en su búsqueda.
Tal vez sea porque este ideal “no puede ser poseído”
Los temas de posesión con Susana, son claros:
Piensa que pertenece a Florencio, su padre piensa que la posee como hija y amante; y por supuesto, que Pedro Páramo se considera “su dueño”
¿Pero puede una persona poseer otra; puede un hombre poseer las alegrías descuidadas de su infancia?
En el anhelo de Pedro Páramo por lo inalcanzable, puebla y destruye toda una región, y así resuena una de las últimas líneas de la película…
En algún sentido, la película es una historia de amor, del amor de Pedro por Susana San Juan, la que amaba de lejos desde su juventud.
Todos sus hazañas, son para maniobrar conseguirla, o como compensación por no tenerla; y justo cuando está al punto de poseerla, se le enloquece la muchacha y se le muere…
Ya se le había perdido el hijo, Miguel; y al perder a la amada declara:
“Me cruzaré de brazos y Comala morirá de hambre”
Por eso se pone en marcha la caída de Comala, hasta llegar a ser el pueblo muerto encontrado por Juan Preciado.
Aparte de los elementos cinematográficos, hay otros aspectos de la adaptación de Pedro Páramo, que enfatizan la crueldad de Don Pedro, y por extensión, del caciquismo por lo general.
Un cambio hecho por la película, para recalcar la maldad de Don Pedro, es de la estructura narrativa.
Mientras la película mantiene la estructura fragmentaria de la novela, elimina el uso de la primera persona, no sólo en la narración de Juan Preciado en el presente, sino también en los “flashbacks” de la vida de Don Pedro.
El propósito del uso exclusivo de la tercera persona en la película, es suprimir cualquiera compasión que el espectador puede sentir lástima por Don Pedro.
En la novela, Don Pedro puede ser interpretado como un personaje solidario, porque la pérdida dolorosa de su amor verdadero, Susana, lo consume.
Aunque Don Pedro está enamorado de Susana, en la película, su deseo es mucho menos omnipotente; y la película no tiene ninguna escena que retrata la infancia de Don Pedro y Susana, como se menciona en la novela.
Por eso, la película intenta establecer a Don Pedro, como un personaje sin una cualidad que lo salve; y es un hombre completamente insensible, y nada más que un cacique cruel.
Por extensión, la película sugiere que los caciques mexicanos actuales, también sean sin el afecto humano, y entonces no deben ser apoyados por la nación mexicana, en una clara denuncia sociopolítica de la época de la realización.
Por lo que se presenta un notable Pedro Páramo, del que se dijo que John Gavin era mal actor, pero aquí al menos no lo evidenció; y un memorable Fulgor Sedano, en el gran Ignacio López Tarso.
El resto del elenco, es sencillamente impresionante; donde hay secuencias logradas, por ejemplo la citada fantasmagoría inicial, y el remate de Pedro Páramo sentado en una silla frente a la hacienda.
La realización del documentalista español, Carlos Velo, es por tanto prolija, y apuesta a evitar el relato cronológico, en pos de ese constante vaivén temporal con que logra algo parecido a “realismo mágico”
Así tenemos a los personajes con nuevos brillos:
Juan Preciado, es uno de los ejes de la historia, en él se encuentra valores como los de la perseverancia al tratar de encontrar a su padre, el de la lealtad al cumplirle a su madre la promesa de ir en busca de su progenitor, y representa la criatura abandonada en busca del padre, de lo que es suyo; pero lo que se encuentra es el fracaso de toda su ilusión.
A Pedro Páramo lo vemos en un mundo de muerte, en secuencias poco cuerdas de su vida, tras la muerte de su padre, él se encuentra en frente al rancho, y hace lo que sea por conseguir lo que quiere, es malo, y lo único bello que hay en su interior, es el cariño verdadero que siente por Susana San Juan.
Ella es el único personaje sobre el cual, Pedro Páramo no tiene poder, ella encarna todo lo bello y puro que hay en una persona; es muy noble, y enloqueció de amor cuando su esposo Florencio murió, ahí en su locura, fue el único momento que Pedro Páramo tuvo poder, y no puede vivir una vida normal, porque su padre la violo física y moralmente cuando ella era pequeña.
El Padre Rentería, encarna toda la corrupción que vivía la iglesia en ese momento, vive torturado por sus pecados, solo le interesa el dinero, les perdona los pecados a los ricos, y condena todos los pecados a los pobres, cree que integrándose en La Revolución, subsanara todos sus pecados; pero al contrario, no se regenera, sino que empeora.
Abundio Martínez es un personaje clave, que no es reconocido por el tirano de Pedro Páramo, y eso que este es su hijo; es de buenos sentimientos cuando su amada muere, va donde Páramo, y le pide limosnas para el entierro de su amada, y este le da una puñalada y muere.
Dolores Preciado, la madre de Juan, sentía un amor extremo por Pedro Páramo, pero cuando se da cuenta que este es frio y calculador, le dice al hijo que vaya y le cobre a Páramo, todo el abandono financiero y moral en que los ha tenido.
El resto de los pintorescos personajes, carecen de recorrido para desarrollarse, y quedan como impuestos en la pantalla, pero que no desmeritan el trascurrir del drama.
Del reparto, John Gavin era mejor conocido por aparecer en las películas de Ross Hunter; y como dato, tenía una madre mexicana; y dijo que hizo esta película:
“Para poder hacer algo de lo que me sentía orgulloso”
Primero, le pidieron que hiciera la película de Fuentes, en 1962; a lo que Gavin dijo:
“En México, “Pedro Paramo” es tan importante como “Don Quijote” en España.
Esto puede sonar grandioso, pero se puede comparar con “La Divina Comedia” de Dante, o el “Fausto” de Goethe.
Es el viaje de un joven en busca de su padre pero, como alegoría, es el hombre en busca de sí mismo...
Es la película mexicana más grande jamás hecha”
John Gavin, quien no era precisamente conocido por sus dotes histriónicas, aunque sí por su notable belleza, y sobre todo por su dominio del idioma, que luego le granjearía el nombramiento de Embajador en México bajo el signo de su buen cuate, Ronald Reagan, otro actor de no mucho prestigio en su momento e, igualmente, eximio integrante del Partido Republicano de EEUU.
Esta estrategia, impuesta sobre Velo por los productores, bien mexicanos y nacionalistas, eso sí; debe haber sido motivo de inmediata condenación desde el momento que se anunció; y en virtud del “estrellato” que se le confirió en esta ocasión, la actitud prepotente que Gavin no se esfuerza por ocultar, le sale muy natural, y le suma puntos a favor.
Esta pose, más que interpretación, resulta ideal para el personaje, un implacable y despiadado cacique, quien poco a poco consolida su poder, observando al pie de la letra los métodos que tradicionalmente han utilizado los imperios a quienes acusamos los latinoamericanos de nuestra desgracia.
Carlos Velo resuelve y saca provecho de la situación por su parte, vistiéndolo, por ejemplo, con un ostentoso traje de corte inglés a su llegada a Comala, antes de que porte el traje de charro, como supondríamos que hace en la novela, imaginándose que era uno de “cowboy”, por lo visto.
La credibilidad de la historia, no sólo resulta incólume, sino reafirmada con esta serie de sutilezas; y es bueno tomar en cuenta también, que a Fulgor Sedano, el capataz de Páramo, lo interpreta Don Ignacio López Tarso, uno de los mejores actores del Cine Dorado Mexicano.
Pero éste, después de ver el resultado, dio su punto de vista sobre la producción:
“Esta es una película que tuvo todo para ser buena, pero que no salió.
Lástima, porque costó mucho, y porque Barbachano y Velo le dedicaron mucho tiempo y esfuerzo.
Cuando leí la adaptación, me pareció que sí lograba ese misterio de Rulfo, ese ambiente fantasmal; luego, Velo me invitó muchas veces a platicar con él a su oficina, que era asombrosa, parecía un museo dedicado enteramente a Pedro Páramo:
Tenía una documentación enorme, fotografías de la época, del vestuario, del tipo de sombreros que se usaban, sobre la vida en el campo, las haciendas, los muebles…
Él quería dar una idea muy precisa, para que supieras dónde iba a andar, y cómo debía ser cada personaje.
El mío sería el Fulgor Sedano, la mano armada de Páramo, que era bonito, complejo, tenía de dónde asirte, y sacarle buen partido.
Todo era lujoso y en abundancia; para mi personaje, que según yo no tenía por qué andar estrenando a cada rato, hicieron una cantidad de trajes de charro elegantísimos, con botonaduras preciosas, sombreros galoneados y botines al por mayor.
Bueno, pues a la hora de la hora, todo el acopio de material, la documentación de Velo, y ese derroche de recursos, sirvieron de poco.
El primer error grave fue, el reparto secundario que estaba muy bien, pero para el Pedro Páramo, contratan a John Gavin, un actor gringo de segunda, que se vería muy bonito disfrazado de charro, pero que jamás pudo con el personaje...
Él, estaba entonces en una serie de televisión en Estados Unidos, en la que salía de marinerito, y de seguro pensaron que eso le abriría a la película, el mercado internacional, pero no fue así.
Por otro lado, Velo, quizás abrumado por el paquetazo que tenía encima, como director, se volvió muy indeciso, dudaba muchas veces, y cuando te pedía algo, lo hacía sin convicción.
Sin embargo, la película, que tenía eso sí, una apariencia preciosa, fue al Festival de Cannes; lo pasamos de maravilla, pero la proyección fue horrible.
El público salía en grandes oleadas, y si no hubiera sido porque estábamos muy a la vista, creo que todos los de la delegación nos hubiéramos ido al hotel a llorar”, sentenció el actor.
Pero hay más actores buenos:
Como Ana Rentería, la nada incapaz Julissa, y a Miguel Páramo, el “junior” de la película, nada menos que el fortachón y pagado de sí mismo, el riquísimo Jorge Rivero, entre otras buenas elecciones.
Con todo, parece poco más que injusto el veredicto que condenara al vilipendio y al olvido a Pedro Páramo, basado en las decisiones respecto a la repartición de papeles.
¿Entonces cuáles son las dificultades a las que se enfrentaron el director, los actores y el guionista, a la hora de llevar a cabo esta compleja obra literaria?
La novela es una obra fragmentaria, porque es a través del testimonio de los habitantes de dicho pueblo, que construye la imagen de Pedro, quizá diríamos que tanto la novela como la película, asemejan en esto a “Citizen Kane” (1941), de Orson Welles, por tanto, es una obra sobre la memoria colectiva; y Velo realiza esto con “flashbacks”, en apariencia, poco afortunados.
Pero lo que hace distinta la novela de Rulfo de cualquier otra contemporánea o anterior a la suya, es que Comala es un pueblo fantasma, habitado por espíritus que hablan y se proyectan desde sus tumbas, y es aquí donde película y novela se distancian, pues Rulfo maneja esta idea con cierto suspenso, mientras que en la película, resulta evidente casi desde el principio.
Aunque hay aspectos que la convierten en una película interesante, aun dentro de la industria cinematográfica mexicana, que ya se encontraba en decadencia desde los 50, y que en la década de los 60, se transformaba gracias a la influencia del cine independiente; y en Pedro Páramo podemos notar aspectos como los paisajes desolados, y los diálogos de alcances poéticos, o cierta dilución espacio-temporal y una narrativa no lineal.
Y es que históricamente, la adaptación cinematográfica es una interpretación de un texto literario que refleja las circunstancias políticas, económicas y sociales de la época en la que es rueda.
La novela, además de la película, rompe con las normas creativas, con el fin de hacer comentarios sobre los males de la modernidad mexicana imperante.
Aunque los 2 comparten la misma ideología socioeconómica, y las características del realismo mágico, a la vez difieren en unas maneras significativas con respecto a la estructura narrativa, los personajes y el punto de vista; por ejemplo, mientras la novela aborda la naturaleza tiránica del catolicismo folklórico; la película se enfoca más en la del feudalismo y el caciquismo.
Desde el catolicismo se introdujo a América Latina, La Iglesia ha sido la institución más poderosa en el continente, porque podía dictar las creencias y los principios morales del pueblo latinoamericano.
Mientras EL Padre Rentería es una figura poderosa en la novela, entre la población de Comala, ambos, viva y muerta; la película enfatiza su rol como una marioneta de Don Pedro, y elimina mucho del lenguaje y los referentes religiosos que definen la novela.
Por eso, en el contexto de México contemporáneo, la película insinúa que sin la autoridad moral de la iglesia, sólo haya la autoridad de los caciques como Don Pedro, y por eso, no hay morales.
Como resultado, estos jefes van a controlar a la sociedad mexicana con unos valores interesados que van a quitar el ánimo del pueblo.
Por eso, afirmo que los elementos cinematográficos como la iluminación y el vestuario, además de los cambios que fueron hechos por la película, tal como el uso exclusivo de la tercera persona para desensibilizar el espectador del anhelo interno por Susana San Juan de Don Pedro y la muerte violenta del mismo al final; tienen la intención de comparar la propensión cruel, y el abuso corrupto de poder por Don Pedro, con la industrialización rápida y las reformas agrarias que resultan en la autoridad sin rival de los industrialistas y la desigualdad socioeconómica extendida en México en los 60.
Solamente ver el vestuario en la película, explica la situación socioeconómica en el México contemporáneo, porque compara la autoridad dominante y egoísta de Don Pedro, con la de los capitanes de la industria mexicanos, quien son respaldos por los gobiernos y empresas occidentales, y ejercen su estado socioeconómico reciente descubierto en la era de la posguerra, debido a la industrialización rápida sobre el resto de la populación mexicana, y como resultado, el rico se hace más rico, y el pobre se vuelve aún más pobre.
Estos empresarios, tienen todos los medios de producción de la misma manera en que Don Pedro tiene toda la tierra en Comala, y los 2 se preocupan por el beneficio financiero, no por el bienestar del pueblo mexicano.
Por eso, nuevamente, los aspectos visuales de la película, como la iluminación y el vestuario funcionan como unos marcadores de la superioridad económica de don Pedro.
Otra escena que retrata la inhumanidad de Don Pedro, es al final, en la cual, él es asesinado por su hijo ilegitimo Abundio.
Esta escena muestra que un domino y estilo de vida despiadado, resultan en una perdición violenta.
Las diferencias entre la descripción de la muerte de Don Pedro en la novela, y su representación en la película, son significativas.
La novela concluye diciendo:
“Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros, e hizo intento de caminar.
Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola palabra.
Dio un golpe seco contra la tierra, y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”
Este desenlace propone un deceso pacífico, y debido a la debilidad y en consecuencia, su ruina es interna.
Por otro lado, en la película, Abundio mata a cuchilladas a Don Pedro para vengar la muerte sin la penitencia de su esposa.
Esta escena está llena de la energía violenta.
Las trompetas sobrecogedoras y cacofónicas tocan, las cual aumentan la intensidad de la escena.
Además, el director Carlos Velo alterna rápidamente entre unos acercamientos a Damiana Cisneros, y el rostro colérico de Abundio; donde este repite:
“¡Soy hijo de Pedro Páramo!”, mientras le apuñala con ensañamiento hasta matarle.
Esta expresión, aplica no sólo a Abundio, sino también a toda la población de Comala, pues cada habitante ha sido una víctima de la crueldad de Don Pedro.
Por lo que la representación violenta de la muerte de Don Pedro en la película, sugiere que el caciquismo, como un sistema socioeconómico, está muerto, y que la consiguiente pérdida del poder de los caciques, fue muy dolorosa psicológicamente y financieramente, si no físicamente, vía un levantamiento o algo diferente, porque los ciudadanos comunes como Abundio, ya no toleran su opresión.
La adaptación cinematográfica de Pedro Páramo, funciona entonces como un medio a través de Velo, y los otros creadores de la película, pueden expresar sus frustraciones con la situación socioeconómico mexicano actual.
La muerte de Don Pedro supone la posibilidad de una modernidad alternativa y un futuro sin las crueldades del caciquismo, donde el pueblo mexicano puede ser independiente, y quizás prosperar.
Por último, los títulos atribuyen la partitura, predominantemente trágica, y como queriendo reproducir los quejidos y lamentos fantasmagóricos a través del sonido de los violines, a Joaquín Gutiérrez Heras.
Muy acertado.
“Más allá de Comala no hay nada”
¿Pero acaso no somos hijos de Pedro Páramo?
¿No somos todos descendientes de la ambición engañada, genética, nacional, cultural, ética o religiosa?
Hay un Pedro Páramo amenazando en algún lugar de nuestros orígenes, en algún país latinoamericano, justamente, en este mismo momento.
Juan Rulfo publicó alguna vez, un exquisito libro de fotografía aptamente titulado “El Inframundo”, en el que ilustra la vegetación, la arquitectura y la vestimenta de la región donde supuestamente toman lugar sus relatos.
Y no sólo están presentes aquí, las tierras cuarteadas bajo cielos con apenas algunas lánguidas nubes, ni las casas de adobe, ni los magueyes, ni las fibras vegetales en las vestimentas, sino la resequedad, la extrema austeridad, el penar de ánimas, y la soledad que flota tanto en su obra literaria, como en ese álbum fotográfico.
El arrecholamiento de tiliches inservibles en las casas abandonadas, que dejan caer sus vigas resecas, el estuco de sus techos sobre ellos, y el terregal fino y nebuloso que se levanta del suelo estéril, y nos dificulta distinguir quién se aproxima desde lejos, recrudecen estas sensaciones.
Dudo que alguien vaya a lograr esto con efectos digitales, que es como parece marcar la regla que se haga en las producciones que sobrepasan cierto presupuesto.
No se podía esperar menos de Don Gabriel Figueroa, el mejor cinefotógrafo mexicano de todos los tiempos, aun con las “limitaciones” del blanco y negro, que ya para entonces estaba pasando de moda.
Pedro Páramo es una obra maestra del cine mexicano, se mire por donde se mire.
“¡Todos somos hijos de Pedro Páramo!”
El realismo mágico, es un movimiento literario de mediados del siglo XX, y se define como “una preocupación estilística, y el interés de mostrar lo irreal o extraño, como algo cotidiano y común”
No es una expresión literaria mágica, pues su finalidad no es suscitar emociones, sino más bien, expresarlas, y es sobre todas las cosas, una actitud frente a la realidad.
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido como Juan Rulfo, fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52.
Su reputación se asienta en su novela “Pedro Páramo”, publicada en 1955; que fue posteriormente traducida a varios idiomas, como alemán, sueco, inglés, francés, italiano, polaco, noruego, y finlandés; siendo uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX; pues en sus obras, se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios mexicanos.
Sus personajes, representan y reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales, entretejidas con el mundo fantástico.
La obra de Rulfo, y sobre todo “Pedro Páramo”, es el parteaguas de la literatura mexicana, que marca el fin de La Novela Revolucionaria, lo que permitió las experimentaciones narrativas, como es el caso de la generación del medio siglo en México, o los escritores pertenecientes al “boom latinoamericano”
Durante mucho tiempo, Rulfo tuvo una única novela publicada, “Pedro Páramo”, la cual tuvo una larga gestación.
Rulfo sostuvo, que concibió la primera idea de la novela, antes de cumplir los 30 años, y fue gracias a una beca del Centro Mexicano de Escritores, que puedo concluirla entre 1953 y 1954.
La técnica empleada en la novela, es revolucionaria, no tanto por su novedad de experimento, sino porque es la más adecuada para explicar esa historia.
Rulfo, tras componer las piezas de su novela, decidió desarmarla, eliminar los episodios de engarce, e imponer a los fragmentos, un orden aleatorio, que rompe con el tiempo y el espacio, para hablar de un mundo en el que ya no existen, ni el uno ni el otro.
El lector, por tanto, investiga junto a los protagonistas para resolver la oscura trama, y descubrir que tras la historia de los muertos se oculta una terrible historia de amor.
Así, “Pedro Páramo” ha tenido una gran influencia en el desarrollo del realismo mágico, y está contada intercalando la primera y la tercera persona.
Ocurre que Rulfo parece haber escrito, digamos, 2 cuentos centrales:
La narración de Juan Preciado, y la narración de Pedro Páramo; que desarrollaban determinados pasajes de esos 2 cuentos centrales:
La relación de Juan Preciado con su madre, la relación de Pedro Páramo con Susana San Juan, la relación de Pedro Páramo con sus hombres en armas, la relación de Pedro Páramo con Juan Preciado, etc.
Así, una misma corta novela, se convierte en una obra de arte universal, con miles de significados distintos para los distintos lectores, y brillante para todos; por lo que hay en la novela, una mezcla y entrelazado apasionantes de las voces y los recuerdos de los distintos personajes, presentes y pasados.
Es decir, ofrece una ruptura de planos temporales, pues mezcla de tiempo presente con tiempo pasado/regresiones; y tiempo futuro/adelantos.
Las voces de los habitantes que oye Juan Preciado, son las que junto con el narrador omnisciente, irán reconstruyendo de manera fragmentaria la historia de ese pueblo, y a través de esos narradores, Juan Preciado podrá cumplir parte de su propósito:
Conocer a su padre, Pedro Páramo.
Los personajes, en orden de importancia, son:
Pedro Páramo es el protagonista de la novela, es un hombre despiadado, que con las ruinas heredadas de su padre, construye un Imperio, comienza por adueñarse de la vida y las propiedades de Dolores Preciado, para finalmente adueñarse de todo el pueblo, hasta llevarlo junto con él, a la miseria, la desgracia y la condenación.
Juan Preciado, es el único hijo legítimo de Pedro Páramo; sin embargo, no fue registrado por su padre.
Tras la muerte de su madre, va a Comala a cobrarle a su padre su abandono, con este acto, inaugura la narración, y abre la puerta y los oídos a los fragmentos y murmullos que construyen las historias de su padre, Pedro Páramo, y del idílico Comala, reducido a páramo e infierno.
Abundio Martínez, es uno de los hijos ilegítimos de Pedro Páramo, junto con Juan Preciado, inaugura la obra, pues Abundio lo guía hasta Comala, a través de sus comentarios, sus recomendaciones y silencios, advierte sutilmente, tanto a Juan como al lector, del desierto humano, y del infernal concierto de almas en pena que comporta ese valle.
También, tiene el papel de cerrar la obra, al dar muerte a Pedro Páramo, este hecho da al texto, una estructura circular.
Dolores Preciado es la legítima esposa de Pedro Páramo, y madre de Juan, su inocencia personal, y su riqueza material, sirvieron de escalón para que Pedro Páramo se convirtiera en un terrateniente.
Eduviges Dyada es la amiga de Dolores Preciado, introduce el ambiente fantasmal en el texto, y hospeda a Juan Preciado en su casa, porque según ella afirma, “la madre de éste, le anticipó su llegada”
Susana San Juan, es el eterno amor de Pedro Páramo, novia infantil que se marcha de Comala con su familia.
Es una mujer apasionada, que vuelve con su padre a su pueblo natal, pero enloquecida de amor por la muerte de su marido, Florentino.
Al morir, ella se convierte en la causa de la ira final de Pedro Páramo.
Miguel Páramo, es el digno hijo de Pedro Páramo, macho y caprichoso como su padre, cree que las leyes las hacen ellos, y con esta certeza, mata, viola y abusa.
Pero la justicia poética empieza con él…
Padre Rentería, es el sacerdote del pueblo, encarna la corrupción de la institución.
Su apellido es simbólico, en la medida en que alude a las rentas, a las utilidades que espera recibir de aquellos quienes puedan, o quieran salvar su alma, aún a costa de la suya.
Dorotea, es la mujer con quien Juan Preciado comparte la tumba; y fue alcahueta de Miguel Páramo.
Damiana Cisneros, ella funciona como informante, en la medida en que pone en claro para Juan Preciado, que en Comala, todos están muertos.
Damasio “Tilcuate”, es un matón a sueldo de Pedro Páramo, a quien éste convierte en falso revolucionario, para mantener protegidas sus tierras.
Fulgor Sedano, es el administrador de la hacienda “La Media Luna”, primera propiedad de Pedro Páramo, y ayuda a Pedro Páramo, a ejecutar sus decisiones, lo mismo pedir una mano, que llamar a un matón, o callar una muerte.
Justina Díaz es la nana de Susana San Juan, cuida de ella, incluso en su locura.
Gerardo Trujillo, es el abogado de Pedro Páramo, ejemplo del abandono que sufren a la par Comala y El Terrateniente.
La novela, se inicia con el relato en primera persona de Juan Preciado, quien le prometió a su madre en su lecho de muerte, que regresaría a Comala para reclamarle a su padre, lo que les pertenece.
Preciado, cuyo nombre no conocemos hasta avanzada la novela, sugiere que no tenía intenciones de cumplir esta promesa, hasta que comienza a tener visiones subjetivas de Comala, y de Pedro Páramo, que finalmente lo inducen a viajar.
Su narración está fragmentada, y se ve mezclada con diálogos de su recientemente difunta madre, Dolores Preciado.
También, se ve interrumpida y reemplazada por una línea narrativa en primera persona, que aparentemente es de Pedro Páramo.
Preciado, se encuentra con varias personas en Comala, a quienes, en determinado momento, comienza a percibir como “muertas”
Al acabar el primer tercio de la novela, la narración de Preciado se detiene, y empieza el monólogo interior de Pedro Páramo, como narrador omnisciente.
La mayoría de los personajes en la narración de Juan Preciado:
Dolores Preciado, Eduviges Dyada, Abundio Martínez, Susana San Juan, y Damiana Cisneros, están presentes en esa narración omnisciente, pero con perfil mucho menos subjetivo.
Las 2 narrativas mayores que compiten, dan versiones descriptivas diferentes de Comala; sin embargo, es la narración omnisciente, la que describe a Pedro Páramo, y da detalles de su vida, desde su idealización juvenil de Susana San Juan, su encumbramiento, sus abusos tiránicos, su condición de mujeriego, hasta su muerte.
Aunque la condición destacable de su personalidad, es la crueldad, Pedro Páramo es también mostrado como siendo un padre que adoraba a su hijo, nacido fuera de su matrimonio, Miguel Páramo, pero igual criado por él, en su hogar.
También, como un astuto jefe que sabe cómo manejar a sus mercenarios, que de otro modo hubiesen arrasado a Comala.
Así va el relato, mientras que la brocha descriptiva de Juan Preciado, se presenta en forma más o menos lineal; la de Pedro Páramo aparece en desorden, e insertada por fragmentos en la de aquel.
La magia espectral que encierra Comala, pueblo fantasmal y purgatorio de sus habitantes, es trabajada magistralmente por Rulfo, hasta hacer que lo imposible en ese universo cerrado de su novela, se vuelva verosímil.
En la novela, protagonista y pueblo, conforman un ente simbiótico, una estructura indisoluble, al punto que en voz de los narradores, sabemos que la tierra de Comala va adquiriendo poco a poco características propias de Pedro Páramo, como su amargura, o generadas por él:
“Aquí todo se da, pero todo es agrio”, dice El Padre Rentería.
Pues Comala muere con él, para convertirse en un territorio de almas en pena, en un lugar caliente, calcinante y árido, como el apellido del protagonista.
La obra de Rulfo, fue muy estimada por autores como Jorge Luis Borges, quien dijo:
“Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de toda la literatura”
Mientras Gabriel García Márquez escribió, al recordar su primera lectura de la novela:
“... Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los 7 pisos de mi casa, con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de risa:
¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda!
Era “Pedro Páramo”
Aquella noche, no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura.
Nunca, desde la noche tremenda en que leí la “Metamorfosis” de Kafka en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, casi 10 años atrás, había sufrido una conmoción semejante”
En apenas 23 ediciones y reimpresiones, la novela “Pedro Páramo”, había vendido más de 1 millón de reproducciones sólo en Estados Unidos, hasta noviembre de 1997, mientras otras ediciones en su tierra natal, México, así como de otros países de habla hispana, han vendido incontables reproducciones adicionales.
“Para él la tierra no tiene límites”
Pedro Páramo es una película mexicana de drama y fantasía, del año 1967, dirigida por Carlos Velo.
Protagonizada por John Gavin, Ignacio López Tarso, Pilar Pellicer, Julissa, Graciela Doring, Carlos Fernández, Jorge Rivero, Augusto Benedico, Beatriz Sheridan, Claudia Millán, Rosa Furman, Narciso Busquets, entre otros.
El guión es de Carlos Fuentes, Carlos Velo, y Manuel Barbachano Ponce; basados en el libro homónimo, “Pedro Páramo” de Juan Rulfo.
Carlos Velo Cobelas, fue un cineasta español, exiliado a raíz de La Guerra Civil Española en México, donde se convirtió en figura llave del cine mexicano; y su Pedro Páramo es una épica oscura y profunda, que explora una gama de motivaciones y emociones humanas.
Carlos Fuentes colaboró en el guión, ayudándole a recrear la atmósfera del universo “rulfiano”; mientras el mismo Rulfo colaboró en la localización de paisajes en los estados de México e Hidalgo.
Y sigue el argumento de la novela de Rulfo, “de hito en hito”
Sin embargo, por haberlo hecho literal, por haberlo deletreado así, “se le saca el misterio, y lo que queda es pura materia de telenovela”, según los críticos mexicanos.
No quiere decir que no sea entretenida.
Sí, lo es, pero de ninguna manera logra la sutileza y grandeza de la novela, por motivos obvios.
Y es que se estrenó en 1966, sin que Velo se considerase satisfecho del resultado, a pesar de que la crítica alaba la cuidada técnica y la fotografía en blanco y negro.
La polémica que rodeó la presentación del film, llevó al director, a la realización de un cine más comercial.
Porque las expectativas sobre Pedro Páramo, eran muy altas:
Recibió ayuda del gobierno, y muchas personas creían, que la llegada al cine de tal obra literaria, era un acierto.
Pero los críticos, directores, actores de la misma película, e incluso el director, dijeron sentirse decepcionados con el resultado final; y fueron muchos los percances que conllevaron a ese resultado, pero fue principalmente, por la adaptación del guión.
En palabras de Carlos Velo:
“La maldita circunstancia de ser mi primera película profesional, me hizo cometer el error de aceptar todo esto.
Así que la culpa es mía, por hacer aceptado estas ideas, y estas amables sugerencias que hicieron un híbrido y frío el filme, cuando contaba con un guión magnífico, y actores estupendos, llenos de entusiasmo; sin embargo, todo fue sometido a un rasero de producción, a un nivel de mediocridad industrial odioso”
No obstante, Pedro Páramo se presentó en la edición de 1967 del Festival Internacional de Cine de Cannes.
En la película, se desarrollan 2 historias paralelas, en 2 épocas diferentes:
La historia de Juan Preciado (Carlos Fernández), que va a Comala en búsqueda de su padre, Pedro Páramo (John Gavin); y la historia de Pedro Páramo, que después de la muerte de su padre, se casó con Dolores Preciado (Claudia Millán), la madre de Juan Preciado, por su dinero; y su vida hasta su muerte.
Así las cosas, Juan Preciado está en el lecho de muerte de su madre, y ella le dice que tiene que ir a Comala, en busca de su padre, para que le diera lo que nunca les dio, y siempre les correspondió.
Después de la muerte de su madre, se dirige hacia Comala.
Su madre, siempre le describió Comala, como “un pueblo hermoso”, pero cuando se iba acercando, sólo veía un lugar desierto y sin vida.
En el camino, se encuentra a un campesino llamado Abundio Martínez (Joaquín Martínez), que lo lleva al mesón de Eduviges Dyada (Beatriz Sheridan), quién ya lo esperaba…
Hablando con Eduviges, ella le dice que el Abundio que él conoció, no debía ser el mismo Abundio que ella había conocido, porque Abundio hacía mucho tiempo que estaba muerto...
Así se desarrolla toda la obra, entre realidad y fantasía, entre “flashback” y “flashforward”, teniendo en cuenta que Pedro Páramo está basado en una de las mayores obras de literatura hispanoamericana de todos los tiempos, no sólo me ha dejado una buena impresión, sino que pienso que en él, está muy bien reflejado el espíritu del libro.
Vista a día de hoy, una revaloración, no solo es necesaria, sino obligatoria.
“Nadie puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague”
Inspirada en la obra de Juan Rulfo, “Pedro Páramo” fue saludada por la crítica como una obra maestra, un libro influyente, y reconocido no tan solo por críticos vernáculos, sino por las grandes plumas del siglo XX.
Y es lógico que la idea de una versión fílmica genere amplias expectativas que, sin embargo, no sean completamente cumplidas, debido a dificultades no necesariamente cinematográficas, sino conceptuales.
Similares problemas audiovisuales, experimentan, por citar un ejemplo, las obras de H.P. Lovecraft, en cuanto la imaginación juega un rol esencial en la concreción de la trama, y ahí donde se surgen los problemas...
Pero aquí no sólo se respeta toda la historia de Juan Rulfo, y guarda una semejanza extrema con la novela real, sino que también es una hermosa pieza de arte, llena de misterio, tristeza y soledad.
Carlos Velo, representa con extrema fidelidad, un México que fue víctima de una Revolución, la ciudad, los trajes, el pueblo, las casas…
Cada detalle, es leal a esos tiempos, y las interpretaciones son impresionantes; y una ventaja obvia de la adaptación de Pedro Páramo, es el espectáculo visual del cine.
El lenguaje de Rulfo en la novela, es escaso, y por eso hay una falta de las descripciones físicas de los personajes y del escenario.
Sin embargo, debido al aspecto visual del medio, la película no tiene alternativa más que retratar el físico; y una manera con que Velo representa la realidad y el espacio físico, es la iluminación.
En esta obra, el tema principal son las ilusiones frustradas que viven Juan Preciado cuando llega a Comala, y se da cuenta que su padre está muerto, ve en este hecho, la frustración de no poder cumplirle la promesa a su madre, que le hizo antes de que ella muriera.
La frustración de Pedro Páramo, cuando trato de tener todo en su poder y no pudo hacerlo, cuando no pudo tener en su poder el amor de Susana, y muchas otras cosas…
De la madre de Juan, que no pudo hacer realidad la ilusión de volver a Comala, y ver otra vez a Pedro Páramo, y poder hacer feliz a su hijo.
Otras posibles soluciones al dilema, una militar y otra religiosa, tampoco tienen éxito; en esos 2 casos, La Revolución Mexicana y La Iglesia Católica, ésta representada por el malogrado Padre Rentería, es imprescindible reconocer el supremo poder terrenal del cacique.
Lo peor de todo, es que la muerte no sirve para aliviar el sufrimiento:
Comala es un pueblo infernal, donde todo el mundo está muerto para el gozo, pero vivo para la pena.
La acción de Pedro Páramo se sitúa entre los años de 1910 y 1928, esto se lo puede deducir, porque habla en algún momento de La Revolución Mexicana, los caciques de los pueblos por esos tiempos, se extendieron por toda Latinoamérica, incluso el escenario es un retrato de cómo era la época del México rural.
Comala, es un pueblo fantasma, allá en “El México Profundo”, poblado por almas errantes en busca de su identidad, mitad vivos mitad muertos, y en donde la sombra de Pedro Páramo es tan alargada, que atañe a todo el mundo en la localidad, y a nadie deja indiferente.
Le consideran “el cacique del pueblo”, y un personaje con un oscuro pasado, y su fantasma planea en todo el desarrollo.
Así, Juan Preciado llega al desolado pueblo de Comala, en busca ni más ni menos que de su propio padre, Pedro Páramo, a quien, según ha prometido a su moribunda madre, pretende reclamarle lo suyo.
Ha pasado mucho tiempo, y las cosas han cambiado para peor, convirtiendo a Comala, en un auténtico pueblo fantasma, “habitado lógicamente por fantasmas”
En ese ámbito, Juan Preciado busca a alguien que le oriente en el camino a la hacienda de su padre.
Y la película nos enfoca entonces, a través de un “flashback”, en la juventud de Pedro Páramo, que llega a Comala para recuperar las tierras de su padre recientemente fallecido, y trayendo ya un hijo consigo, Miguel (Jorge Rivero)
Su personalidad avasalladora, atrae la atención de la hija de un hacendado, Doloritas Preciado, a quien rápidamente desposa y embaraza, y de cuya fortuna y bienes se apodera, para luego expulsarla lejos de Comala.
Pero volvamos a la noche de bodas de Pedro Páramo con Doloritas:
Es cuando conoce a la joven Susana San Juan (Pilar Pellicer), que será su auténtico y único amor de toda la vida, y con la que vivirá una serie de tumbos y jaques propios de culebrón.
Será en pos de ella, que Pedro Páramo hará sus más pérfidas maldades, o sus mayores sacrificios.
El Comala de la época de Pedro Páramo, es un mundo de relaciones enfermizas.
¿Hay ni siquiera una sola familia sana y completa?
Evidentemente, no; todo se ve por una bruma fantasmal; y la materia se presenta literalmente, y resulta llamativa, casi lasciva, dentro de los límites del cine mexicano de los 60, desde luego.
Así las cosas, Pedro Páramo mantiene el lenguaje fuente de Rulfo:
Juan Preciado topa con un hombre en el camino rumbo a Comala, quien le dice que Pedro Páramo es “un rencor vivo”
Varias veces, las mujeres del pueblo lamentan de los hombres, que “todos son hijos de Pedro Páramo”, y una añade:
“y solo reconoce a él, que no tiene madre”, pues Miguel, él que vive fuera de toda raya y se muere joven.
Dorotea “La Cuarraca” (Rosa Furman) es un personaje muy feo, y sientes que necesitas ver a algún otro lugar, cuando ella está en escena; Susana lucha contra su locura y la realidad al mismo tiempo, y solo para mirar su rostro uno es capaz de sentir su desesperación y su melancolía.
Hay un punto donde no se puede saber, si lo que estás viendo es la realidad en sí, si es que hay una, u otro de los cadáveres hablando…
No se puede decir en el mismo momento en que muere Juan Preciado, pero por otra parte, es totalmente comprensible, casi al final, cuando va a la tumba donde está su madre, y cuando entiende que murió en alguna parte del viaje…
La trama entonces se cuenta tal como en la novela, a través de múltiples voces narrativas, pero sobre todo, en el elegante manejo del tiempo que hace de Comala, no sólo un punto geográfico de encuentro, sino un lugar cerrado, donde parecen confluir, como en un vaivén y no una sola línea, el presente, el pasado y el futuro.
No puedo enfatizar lo bien hecho que está el misticismo; esta no es una “película de fantasmas”, pero no tiene miedo de usarlos; y hacer más “visuales” algunos pasajes que en la novela quedan abiertos, y se prestan para ello.
A este respecto, cabría citar el sugestivo final; en el que reaparece Abundio, uno de los primeros personajes que introduce la novela.
Aquí, éste atribuye, como de alguna manera lo hace en un primer momento, la paternidad del pueblo entero al protagonista, Juan Preciado, aquel que llega a Comala en busca de su padre, es cubierto por la tierra finalmente, mientras escucha desde un lugar indeterminado, la voz de su madre, como si ella se hubiera transfigurado en este elemento, para que su presencia, al igual que la de su padre, se dejara sentir mejor por todas partes.
Al igual que en la novela, Pedro Páramo parece haber trascendido la condición humana, ya que conocemos de él sólo “de oídas”, a través de lo que cuentan quienes salen al encuentro de Juan Preciado.
Nunca está presente, a la vez que, aparentemente, nadie tiene ya contacto directo con él, al momento en que el fuereño averigua su paradero, por lo que da la impresión de que, a diferencia de los demás personajes, éste vive en el pretérito.
Durante el visionado, se siente un acorde común en la obsesión de Pedro con Susana; y Charles Foster Kane y la nostalgia con “Rosebud” en “Citizen Kane” (1941); donde ambos hombres se vuelven tan consumidos por la ambición, que ya no pueden poseer su ideal.
Ambos hombres anhelan algo tan fundamental y simple, que lo sofoca en su búsqueda.
Tal vez sea porque este ideal “no puede ser poseído”
Los temas de posesión con Susana, son claros:
Piensa que pertenece a Florencio, su padre piensa que la posee como hija y amante; y por supuesto, que Pedro Páramo se considera “su dueño”
¿Pero puede una persona poseer otra; puede un hombre poseer las alegrías descuidadas de su infancia?
En el anhelo de Pedro Páramo por lo inalcanzable, puebla y destruye toda una región, y así resuena una de las últimas líneas de la película…
En algún sentido, la película es una historia de amor, del amor de Pedro por Susana San Juan, la que amaba de lejos desde su juventud.
Todos sus hazañas, son para maniobrar conseguirla, o como compensación por no tenerla; y justo cuando está al punto de poseerla, se le enloquece la muchacha y se le muere…
Ya se le había perdido el hijo, Miguel; y al perder a la amada declara:
“Me cruzaré de brazos y Comala morirá de hambre”
Por eso se pone en marcha la caída de Comala, hasta llegar a ser el pueblo muerto encontrado por Juan Preciado.
Aparte de los elementos cinematográficos, hay otros aspectos de la adaptación de Pedro Páramo, que enfatizan la crueldad de Don Pedro, y por extensión, del caciquismo por lo general.
Un cambio hecho por la película, para recalcar la maldad de Don Pedro, es de la estructura narrativa.
Mientras la película mantiene la estructura fragmentaria de la novela, elimina el uso de la primera persona, no sólo en la narración de Juan Preciado en el presente, sino también en los “flashbacks” de la vida de Don Pedro.
El propósito del uso exclusivo de la tercera persona en la película, es suprimir cualquiera compasión que el espectador puede sentir lástima por Don Pedro.
En la novela, Don Pedro puede ser interpretado como un personaje solidario, porque la pérdida dolorosa de su amor verdadero, Susana, lo consume.
Aunque Don Pedro está enamorado de Susana, en la película, su deseo es mucho menos omnipotente; y la película no tiene ninguna escena que retrata la infancia de Don Pedro y Susana, como se menciona en la novela.
Por eso, la película intenta establecer a Don Pedro, como un personaje sin una cualidad que lo salve; y es un hombre completamente insensible, y nada más que un cacique cruel.
Por extensión, la película sugiere que los caciques mexicanos actuales, también sean sin el afecto humano, y entonces no deben ser apoyados por la nación mexicana, en una clara denuncia sociopolítica de la época de la realización.
Por lo que se presenta un notable Pedro Páramo, del que se dijo que John Gavin era mal actor, pero aquí al menos no lo evidenció; y un memorable Fulgor Sedano, en el gran Ignacio López Tarso.
El resto del elenco, es sencillamente impresionante; donde hay secuencias logradas, por ejemplo la citada fantasmagoría inicial, y el remate de Pedro Páramo sentado en una silla frente a la hacienda.
La realización del documentalista español, Carlos Velo, es por tanto prolija, y apuesta a evitar el relato cronológico, en pos de ese constante vaivén temporal con que logra algo parecido a “realismo mágico”
Así tenemos a los personajes con nuevos brillos:
Juan Preciado, es uno de los ejes de la historia, en él se encuentra valores como los de la perseverancia al tratar de encontrar a su padre, el de la lealtad al cumplirle a su madre la promesa de ir en busca de su progenitor, y representa la criatura abandonada en busca del padre, de lo que es suyo; pero lo que se encuentra es el fracaso de toda su ilusión.
A Pedro Páramo lo vemos en un mundo de muerte, en secuencias poco cuerdas de su vida, tras la muerte de su padre, él se encuentra en frente al rancho, y hace lo que sea por conseguir lo que quiere, es malo, y lo único bello que hay en su interior, es el cariño verdadero que siente por Susana San Juan.
Ella es el único personaje sobre el cual, Pedro Páramo no tiene poder, ella encarna todo lo bello y puro que hay en una persona; es muy noble, y enloqueció de amor cuando su esposo Florencio murió, ahí en su locura, fue el único momento que Pedro Páramo tuvo poder, y no puede vivir una vida normal, porque su padre la violo física y moralmente cuando ella era pequeña.
El Padre Rentería, encarna toda la corrupción que vivía la iglesia en ese momento, vive torturado por sus pecados, solo le interesa el dinero, les perdona los pecados a los ricos, y condena todos los pecados a los pobres, cree que integrándose en La Revolución, subsanara todos sus pecados; pero al contrario, no se regenera, sino que empeora.
Abundio Martínez es un personaje clave, que no es reconocido por el tirano de Pedro Páramo, y eso que este es su hijo; es de buenos sentimientos cuando su amada muere, va donde Páramo, y le pide limosnas para el entierro de su amada, y este le da una puñalada y muere.
Dolores Preciado, la madre de Juan, sentía un amor extremo por Pedro Páramo, pero cuando se da cuenta que este es frio y calculador, le dice al hijo que vaya y le cobre a Páramo, todo el abandono financiero y moral en que los ha tenido.
El resto de los pintorescos personajes, carecen de recorrido para desarrollarse, y quedan como impuestos en la pantalla, pero que no desmeritan el trascurrir del drama.
Del reparto, John Gavin era mejor conocido por aparecer en las películas de Ross Hunter; y como dato, tenía una madre mexicana; y dijo que hizo esta película:
“Para poder hacer algo de lo que me sentía orgulloso”
Primero, le pidieron que hiciera la película de Fuentes, en 1962; a lo que Gavin dijo:
“En México, “Pedro Paramo” es tan importante como “Don Quijote” en España.
Esto puede sonar grandioso, pero se puede comparar con “La Divina Comedia” de Dante, o el “Fausto” de Goethe.
Es el viaje de un joven en busca de su padre pero, como alegoría, es el hombre en busca de sí mismo...
Es la película mexicana más grande jamás hecha”
John Gavin, quien no era precisamente conocido por sus dotes histriónicas, aunque sí por su notable belleza, y sobre todo por su dominio del idioma, que luego le granjearía el nombramiento de Embajador en México bajo el signo de su buen cuate, Ronald Reagan, otro actor de no mucho prestigio en su momento e, igualmente, eximio integrante del Partido Republicano de EEUU.
Esta estrategia, impuesta sobre Velo por los productores, bien mexicanos y nacionalistas, eso sí; debe haber sido motivo de inmediata condenación desde el momento que se anunció; y en virtud del “estrellato” que se le confirió en esta ocasión, la actitud prepotente que Gavin no se esfuerza por ocultar, le sale muy natural, y le suma puntos a favor.
Esta pose, más que interpretación, resulta ideal para el personaje, un implacable y despiadado cacique, quien poco a poco consolida su poder, observando al pie de la letra los métodos que tradicionalmente han utilizado los imperios a quienes acusamos los latinoamericanos de nuestra desgracia.
Carlos Velo resuelve y saca provecho de la situación por su parte, vistiéndolo, por ejemplo, con un ostentoso traje de corte inglés a su llegada a Comala, antes de que porte el traje de charro, como supondríamos que hace en la novela, imaginándose que era uno de “cowboy”, por lo visto.
La credibilidad de la historia, no sólo resulta incólume, sino reafirmada con esta serie de sutilezas; y es bueno tomar en cuenta también, que a Fulgor Sedano, el capataz de Páramo, lo interpreta Don Ignacio López Tarso, uno de los mejores actores del Cine Dorado Mexicano.
Pero éste, después de ver el resultado, dio su punto de vista sobre la producción:
“Esta es una película que tuvo todo para ser buena, pero que no salió.
Lástima, porque costó mucho, y porque Barbachano y Velo le dedicaron mucho tiempo y esfuerzo.
Cuando leí la adaptación, me pareció que sí lograba ese misterio de Rulfo, ese ambiente fantasmal; luego, Velo me invitó muchas veces a platicar con él a su oficina, que era asombrosa, parecía un museo dedicado enteramente a Pedro Páramo:
Tenía una documentación enorme, fotografías de la época, del vestuario, del tipo de sombreros que se usaban, sobre la vida en el campo, las haciendas, los muebles…
Él quería dar una idea muy precisa, para que supieras dónde iba a andar, y cómo debía ser cada personaje.
El mío sería el Fulgor Sedano, la mano armada de Páramo, que era bonito, complejo, tenía de dónde asirte, y sacarle buen partido.
Todo era lujoso y en abundancia; para mi personaje, que según yo no tenía por qué andar estrenando a cada rato, hicieron una cantidad de trajes de charro elegantísimos, con botonaduras preciosas, sombreros galoneados y botines al por mayor.
Bueno, pues a la hora de la hora, todo el acopio de material, la documentación de Velo, y ese derroche de recursos, sirvieron de poco.
El primer error grave fue, el reparto secundario que estaba muy bien, pero para el Pedro Páramo, contratan a John Gavin, un actor gringo de segunda, que se vería muy bonito disfrazado de charro, pero que jamás pudo con el personaje...
Él, estaba entonces en una serie de televisión en Estados Unidos, en la que salía de marinerito, y de seguro pensaron que eso le abriría a la película, el mercado internacional, pero no fue así.
Por otro lado, Velo, quizás abrumado por el paquetazo que tenía encima, como director, se volvió muy indeciso, dudaba muchas veces, y cuando te pedía algo, lo hacía sin convicción.
Sin embargo, la película, que tenía eso sí, una apariencia preciosa, fue al Festival de Cannes; lo pasamos de maravilla, pero la proyección fue horrible.
El público salía en grandes oleadas, y si no hubiera sido porque estábamos muy a la vista, creo que todos los de la delegación nos hubiéramos ido al hotel a llorar”, sentenció el actor.
Pero hay más actores buenos:
Como Ana Rentería, la nada incapaz Julissa, y a Miguel Páramo, el “junior” de la película, nada menos que el fortachón y pagado de sí mismo, el riquísimo Jorge Rivero, entre otras buenas elecciones.
Con todo, parece poco más que injusto el veredicto que condenara al vilipendio y al olvido a Pedro Páramo, basado en las decisiones respecto a la repartición de papeles.
¿Entonces cuáles son las dificultades a las que se enfrentaron el director, los actores y el guionista, a la hora de llevar a cabo esta compleja obra literaria?
La novela es una obra fragmentaria, porque es a través del testimonio de los habitantes de dicho pueblo, que construye la imagen de Pedro, quizá diríamos que tanto la novela como la película, asemejan en esto a “Citizen Kane” (1941), de Orson Welles, por tanto, es una obra sobre la memoria colectiva; y Velo realiza esto con “flashbacks”, en apariencia, poco afortunados.
Pero lo que hace distinta la novela de Rulfo de cualquier otra contemporánea o anterior a la suya, es que Comala es un pueblo fantasma, habitado por espíritus que hablan y se proyectan desde sus tumbas, y es aquí donde película y novela se distancian, pues Rulfo maneja esta idea con cierto suspenso, mientras que en la película, resulta evidente casi desde el principio.
Aunque hay aspectos que la convierten en una película interesante, aun dentro de la industria cinematográfica mexicana, que ya se encontraba en decadencia desde los 50, y que en la década de los 60, se transformaba gracias a la influencia del cine independiente; y en Pedro Páramo podemos notar aspectos como los paisajes desolados, y los diálogos de alcances poéticos, o cierta dilución espacio-temporal y una narrativa no lineal.
Y es que históricamente, la adaptación cinematográfica es una interpretación de un texto literario que refleja las circunstancias políticas, económicas y sociales de la época en la que es rueda.
La novela, además de la película, rompe con las normas creativas, con el fin de hacer comentarios sobre los males de la modernidad mexicana imperante.
Aunque los 2 comparten la misma ideología socioeconómica, y las características del realismo mágico, a la vez difieren en unas maneras significativas con respecto a la estructura narrativa, los personajes y el punto de vista; por ejemplo, mientras la novela aborda la naturaleza tiránica del catolicismo folklórico; la película se enfoca más en la del feudalismo y el caciquismo.
Desde el catolicismo se introdujo a América Latina, La Iglesia ha sido la institución más poderosa en el continente, porque podía dictar las creencias y los principios morales del pueblo latinoamericano.
Mientras EL Padre Rentería es una figura poderosa en la novela, entre la población de Comala, ambos, viva y muerta; la película enfatiza su rol como una marioneta de Don Pedro, y elimina mucho del lenguaje y los referentes religiosos que definen la novela.
Por eso, en el contexto de México contemporáneo, la película insinúa que sin la autoridad moral de la iglesia, sólo haya la autoridad de los caciques como Don Pedro, y por eso, no hay morales.
Como resultado, estos jefes van a controlar a la sociedad mexicana con unos valores interesados que van a quitar el ánimo del pueblo.
Por eso, afirmo que los elementos cinematográficos como la iluminación y el vestuario, además de los cambios que fueron hechos por la película, tal como el uso exclusivo de la tercera persona para desensibilizar el espectador del anhelo interno por Susana San Juan de Don Pedro y la muerte violenta del mismo al final; tienen la intención de comparar la propensión cruel, y el abuso corrupto de poder por Don Pedro, con la industrialización rápida y las reformas agrarias que resultan en la autoridad sin rival de los industrialistas y la desigualdad socioeconómica extendida en México en los 60.
Solamente ver el vestuario en la película, explica la situación socioeconómica en el México contemporáneo, porque compara la autoridad dominante y egoísta de Don Pedro, con la de los capitanes de la industria mexicanos, quien son respaldos por los gobiernos y empresas occidentales, y ejercen su estado socioeconómico reciente descubierto en la era de la posguerra, debido a la industrialización rápida sobre el resto de la populación mexicana, y como resultado, el rico se hace más rico, y el pobre se vuelve aún más pobre.
Estos empresarios, tienen todos los medios de producción de la misma manera en que Don Pedro tiene toda la tierra en Comala, y los 2 se preocupan por el beneficio financiero, no por el bienestar del pueblo mexicano.
Por eso, nuevamente, los aspectos visuales de la película, como la iluminación y el vestuario funcionan como unos marcadores de la superioridad económica de don Pedro.
Otra escena que retrata la inhumanidad de Don Pedro, es al final, en la cual, él es asesinado por su hijo ilegitimo Abundio.
Esta escena muestra que un domino y estilo de vida despiadado, resultan en una perdición violenta.
Las diferencias entre la descripción de la muerte de Don Pedro en la novela, y su representación en la película, son significativas.
La novela concluye diciendo:
“Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros, e hizo intento de caminar.
Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola palabra.
Dio un golpe seco contra la tierra, y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”
Este desenlace propone un deceso pacífico, y debido a la debilidad y en consecuencia, su ruina es interna.
Por otro lado, en la película, Abundio mata a cuchilladas a Don Pedro para vengar la muerte sin la penitencia de su esposa.
Esta escena está llena de la energía violenta.
Las trompetas sobrecogedoras y cacofónicas tocan, las cual aumentan la intensidad de la escena.
Además, el director Carlos Velo alterna rápidamente entre unos acercamientos a Damiana Cisneros, y el rostro colérico de Abundio; donde este repite:
“¡Soy hijo de Pedro Páramo!”, mientras le apuñala con ensañamiento hasta matarle.
Esta expresión, aplica no sólo a Abundio, sino también a toda la población de Comala, pues cada habitante ha sido una víctima de la crueldad de Don Pedro.
Por lo que la representación violenta de la muerte de Don Pedro en la película, sugiere que el caciquismo, como un sistema socioeconómico, está muerto, y que la consiguiente pérdida del poder de los caciques, fue muy dolorosa psicológicamente y financieramente, si no físicamente, vía un levantamiento o algo diferente, porque los ciudadanos comunes como Abundio, ya no toleran su opresión.
La adaptación cinematográfica de Pedro Páramo, funciona entonces como un medio a través de Velo, y los otros creadores de la película, pueden expresar sus frustraciones con la situación socioeconómico mexicano actual.
La muerte de Don Pedro supone la posibilidad de una modernidad alternativa y un futuro sin las crueldades del caciquismo, donde el pueblo mexicano puede ser independiente, y quizás prosperar.
Por último, los títulos atribuyen la partitura, predominantemente trágica, y como queriendo reproducir los quejidos y lamentos fantasmagóricos a través del sonido de los violines, a Joaquín Gutiérrez Heras.
Muy acertado.
“Más allá de Comala no hay nada”
¿Pero acaso no somos hijos de Pedro Páramo?
¿No somos todos descendientes de la ambición engañada, genética, nacional, cultural, ética o religiosa?
Hay un Pedro Páramo amenazando en algún lugar de nuestros orígenes, en algún país latinoamericano, justamente, en este mismo momento.
Juan Rulfo publicó alguna vez, un exquisito libro de fotografía aptamente titulado “El Inframundo”, en el que ilustra la vegetación, la arquitectura y la vestimenta de la región donde supuestamente toman lugar sus relatos.
Y no sólo están presentes aquí, las tierras cuarteadas bajo cielos con apenas algunas lánguidas nubes, ni las casas de adobe, ni los magueyes, ni las fibras vegetales en las vestimentas, sino la resequedad, la extrema austeridad, el penar de ánimas, y la soledad que flota tanto en su obra literaria, como en ese álbum fotográfico.
El arrecholamiento de tiliches inservibles en las casas abandonadas, que dejan caer sus vigas resecas, el estuco de sus techos sobre ellos, y el terregal fino y nebuloso que se levanta del suelo estéril, y nos dificulta distinguir quién se aproxima desde lejos, recrudecen estas sensaciones.
Dudo que alguien vaya a lograr esto con efectos digitales, que es como parece marcar la regla que se haga en las producciones que sobrepasan cierto presupuesto.
No se podía esperar menos de Don Gabriel Figueroa, el mejor cinefotógrafo mexicano de todos los tiempos, aun con las “limitaciones” del blanco y negro, que ya para entonces estaba pasando de moda.
Pedro Páramo es una obra maestra del cine mexicano, se mire por donde se mire.
“¡Todos somos hijos de Pedro Páramo!”
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