Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders

“This is a factual record of the Second Marine Raider Battalion, from its inception seven weeks after Pearl Harbor, through its first brilliant victory”

El Ataque Japonés a Pearl Harbor, y las siguientes conquistas japonesas de grandes territorios del sudeste asiático e islas del Pacifico Central, ocasionaron dentro del sistema militar estadounidense, una gran inquietud.
Durante los primeros 8 meses de 1942, los estados mayores estuvieron planificando la estrategia a seguir a medio y largo plazo, hasta que la gran capacidad industrial y humana de los EEUU pudiese arrancar, y ponerse en movimiento.
Durante La Segunda Guerra Mundial, Makin y Butaritari, fueron ocupados por los japoneses, quienes construyeron un par de aeródromos, e instalaron una trituradora de coral para obtener material apelmazante para la construcción y mantenimiento de las pistas de aterrizaje.
El atolón, fue un objetivo militar estadounidense, y fue conquistado el 23 de noviembre de 1943, en una operación anfibia denominada “Operación Galvánica”
A sólo 3 kilómetros al noreste de Butaritari, existe un arrecife lineal con 3 islotes habitables:
Makin, Kiebu y Onne.
Butaritari, fue llamado atolón Makin por El Ejército de los Estados Unidos, y Makin pasó a ser Makin Meang, o “Pequeña Makin” para diferenciarla.
El denominado “Raid de Makin”, fue llevado a cabo por El 2º Batallón de Los Marines Raiders.
Esta unidad, creada en febrero de 1942, y por supuesto dentro del US Marine Corps como Infantería de Marina Ligera, estaba destinada a operaciones asiladas detrás de la líneas enemigas, o bien, a operaciones de apoyo a unidades de marines en desembarcos de magnitud considerable en los días iniciales de desembarco.
Durante 1942, los 2 primeros batallones de Marine Raiders, lograron relevancia militar:
El 1º al mando del Teniente Coronel Edson en Guadalcanal; y El 2º bajo el también Teniente Coronel Evans Fordyce Carlson, Jefe del 2° Batallón de Los Raiders del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, en el Raid de Makin.
Al lado del Coronel Carlson, se encontraba El Mayor James Roosevelt, hijo del Presidente Roosevelt.
El Comandante en Jefe de La Flota del Pacífico, Almirante Chester Nimitz, ordenó al grupo, realizar la incursión en La Isla Makin, para entorpecer a las fuerzas japonesas que estaban desplegando sus tropas en Guadalcanal, lugar a donde se dirigiría el esfuerzo del ataque estadounidense.
Para los estadounidenses, era imperioso que la misión se realizara velozmente, golpeando duramente al enemigo, y tratando de obtener el máximo de información de inteligencia.
Uno de los principales objetivos, era la estación de comunicaciones; así como destruir las instalaciones, capturar prisioneros, conseguir información del área en Las Islas Gilbert, y sobre todo, desviar la atención de los japoneses de La Campaña de Guadalcanal, que se había iniciado 10 días antes, retrasando cualquier envío de refuerzos.
Los submarinos, fueron acondicionados para el transporte de tropas retirando los torpedos, excepto los que serían llevados en los tubos, listos para disparar.
Fueron instaladas literas adicionales a todo lo largo y ancho del casco.
Las condiciones de habitabilidad, eran restringidas al máximo, y las comodidades, totalmente inexistentes.
El aspecto más crítico, era el de los baños y el suministro de aire, puesto que aún con una tripulación reducida al mínimo posible, el número de hombres a bordo de cada nave, sobrepasaba las facilidades de supervivencia.
Ninguno de los hombres había estado antes en un submarino, y por tanto, los efectos fueron negativos para muchos de ellos.
Desde el primer momento, la principal preocupación de los oficiales, era mantener a los hombres en buen estado físico, y para ello, sólo pudieron poner en práctica un plan de ejercicios en cubierta, en pequeños grupos, que podrían permanecer al aire libre, haciendo gimnasia por un lapso de apenas 10 minutos por grupo.
Las Compañías A y B del 2º Batallón de Marine Raiders, fueron las elegidas para intervenir en la operación.
Las tropas fueron embarcadas hacia su objetivo, el 8 de agosto en 2 submarinos-minadores:
El Argonaut y el Nautilus.
La travesía hacia Makin, fue realmente difícil, con mar gruesa y fuertes lluvias; y debido a estas circunstancias, Carlson alteró su plan inicial.
Hubo mucha confusión y disparos accidentales al llegar, por lo que la esperanza de atacar con sorpresa, desapareció al instante.
La Compañía A del Teniente Mervyn C. Plumley, cruzó rápidamente el estrecho banco de arena, y giró al suroeste hacia las posiciones enemigas, seguida por La Compañía B del Capitán Ralph H. Coyt.
Ambos fueron recibidos por intenso fuego de armas automáticas del enemigo.
El Sargento Clyde Thomason, murió en este intercambio, pero no sin antes dar muestras de gran valor y coraje al proteger a su pelotón; y por este comportamiento, fue condecorado póstumamente con La Medalla al Honor, convirtiéndose  de esta forma, en el primer Marine de La Segunda Guerra Mundial en recibir tal condecoración.
Los Raiders, apenas habían avanzado cuando los japoneses lanzaron 2 ataques banzais, que fueron relativamente fáciles de rechazar, ocasionando grandes pérdidas a los atacantes.
Sin saberlo, los estadounidenses, casi habían acabado con la fuerza enemiga, gracias a la acción valerosa, pero contraproducente de los japoneses.
Los demás aviones, bombardearon y ametrallaron la isla durante 1 hora, y luego repitieron el ataque.
Los nativos de la isla, asistieron a los comandos, transportando municiones y suministraron informes de inteligencia.
Al caer la tarde, Carlson convocó a sus oficiales, y Roosevelt recomendó la retirada, siendo la sugerencia aceptada por Carlson, quien ordenó evacuar para regresar a los submarinos.
Las dificultades comenzaron, cuando trataron de arrancar los motores.
Pese a todos los esfuerzos, no hubo forma que echaran a andar.
Con la marejada y el fuerte oleaje, los botes se volcaron, y perdieron todo el equipo.
Luego de muchos intentos, algunos botes finalmente arrancaron, y se dirigieron a los submarinos, pero Carlson y un numeroso grupo, terminaron siendo arrastrados a la orilla.
Sólo los hombres que hacían la cobertura tenían armas, y unos cuantos de los otros.
En medio de la noche, una patrulla japonesa se aproximó, y mató a uno de los centinelas, quien tuvo tiempo de disparar también, pero 3 de ellos también murieron.
Carlson, trató de agrupar a los hombres, mojados, sin armas, y hambrientos, llamando a nueva reunión de oficiales.
Sin mucho preámbulo, anunció que había decidido rendirse, diciendo que era “por el bien de los heridos que se estaban agravando por el esfuerzo, y por la seguridad del hijo del Presidente”
Al amanecer, la situación parecía estar mejor.
Los hombres que fueron a entregar la rendición, le dijeron a Carlson que aparentemente ya no había japoneses en la isla, o al menos, formando parte de una fuerza organizada.
Por su parte, Carlson contaba con 70 hombres que fueron armándose con las armas que encontraron regadas por toda la isla; y organizó patrullas para buscar alimentos y japoneses; matando a 2 japoneses más, y confirmando que en la isla no había resistencia organizada, sino algunos japoneses que merodeaban.
La patrulla de Carlson, demolió algunas barracas e instalaciones.
Él mismo dice que contó 83 japoneses muertos, y de sus propios hombres, en total, hubo 18 muertos, y 12 desaparecidos, además de todos los heridos, incluyendo algunos de gravedad.
A nivel táctico, El 2º Batallón de Raiders, probó su capacidad de combate con el enemigo.
Las grandes dificultades se hallaron en las condiciones del mar, y su equipo más bien escaso, circunstancias que no podían ser superadas por el coraje y el valor demostrado por los marines.
Como muestra palpable, y a pesar del éxito pregonado de La Operación, La Marina no intentó nunca más utilizar submarinos para dirigir incursiones detrás de las líneas enemigas.
Durante La Segunda Guerra Mundial, para muchos civiles, e incluso buena parte de los militares que todavía no habían acudido a los frentes de combate, el cine bélico constituía una de las principales fuentes de información sobre la contienda.
De hecho, para muchas personas nacidas después de 1945, las películas rodadas durante aquellos años, han sido su única referencia sobre este conflicto.
En realidad, la información que se proporcionó al público durante los años de la guerra, adoleció de graves manipulaciones con el fin de mantener el apoyo de la opinión pública al esfuerzo bélico, lo cual implicó la idealización de las acciones bélicas y las fuerzas armadas, la identificación del enemigo con una serie de estereotipos negativos, y la censura.
“Blasting Their Way To Tokyo!”
Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders es una película bélica, del año 1943, dirigida por Ray Enright.
Protagonizada por Randolph Scott, Robert Mitchum, Alan Curtis, Noah Beery Jr., J. Carrol Naish, Sam Levene, Walter Sande, David Bruce, Richard Lane, Louis Jean Heydt, Rod Cameron, Grace McDonald, Harry Strang, entre otros.
El guión es de Lucien Hubbard, basado en unos hechos reales relatados por El Teniente W.S. Le François, USMC; que cuenta la historia de cómo se formó el pelotón de Carlson, su duro adiestramiento, y el ataque a la isla de Makin que llevó a cabo durante La Segunda Guerra Mundial.
El director, Ray Enright, luchó en el US Army Signal Corps, durante La Primera Guerra Mundial; mientras el propio Carlson, y El Teniente W.S. Le François, participaron como asesores; y el guión se desarrolló a partir del relato de este último, aunque, vistas las diferencias con lo ocurrido en la incursión de Makin, su principal objetivo no era hacer una película más realista, sino proporcionar una imagen idealizada de los Raiders, y de una de sus primeras acciones de guerra.
De este modo, el público de EEUU, no contempló una operación imperfecta, confusa, y de consecuencias discutibles, sino lo que aparentaba ser una brillante victoria dotada de un gran valor simbólico.
Chet Huntley, presentador de noticias, junto a David Brinkley, son los narradores sin acreditar.
La acción tiene lugar en el grupo de Islas de Makin.
El atolón de Butaritari o la isla de Butaritari, es el más grande del grupo de Las Islas de Makin, en El Océano Pacífico.
También se ha conocido como Isla Makin, Isla Pitt, Isla Taritari e Isla Tocante.
Las Islas Makin, son una cadena de islas anidadas dentro del grupo más grande de Las Islas Gilbert de 16 atolones, e islas de coral.
Todos ellos, forman parte de La Isla Nación de La República de Kiribati.
Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders, ha sido utilizada como una película de entrenamiento por El Cuerpo de Marines de los Estados Unidos; siendo clasificada con una “C” según la Parental Recommendation, ante la presencia de algunas escenas censurables, posiblemente refiriéndose a las de lucha contra los japoneses, y especialmente en las que éstos cometían alguna atrocidad.
Así, 7 semanas después del Ataque Nipón a Pearl Harbor, El Alto Mando del Ejército de EEUU, encomienda a voluntarios del 2º Batallón de La Marina, atacar Las Islas Japonesas.
Los soldados elegidos, son muy diferentes entre sí, pero todos tienen en común su rudeza y su odio visceral a los japoneses.
A las órdenes del Coronel Thorwald (Randolph Scott), entrenan todas las formas de combate imaginables.
Al grito de “Gung Ho!”, que significa “trabajar juntos”, emprenden finalmente su misión:
Aniquilar la comandancia japonesa más grande de La Isla de Makin.
El 2° Batallón de La Marina, conducido por Teniente Coronel Evans F. Carlson, también fue conocido como “Raiders de Carlson”, de ahí su inclusión en el título, aunque su nombre fue cambiado por Thorwald.
“Gung Ho!”, es una expresión china que significa “Trabajar en armonía”
“Gung” se traduce como “trabajar”; y “Ho” como “armonía”; y es el nombre de una filosofía de trabajo en equipo, que rescata las enseñanzas de la naturaleza, observando la manera cómo se comportan las ardillas, los castores, y los gansos, pero sobre todo, la manera como haciéndolo de esta manera, logran sus objetivos.
Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders, nos acerca a la confección del aleccionamiento moral de la época, que no nos engañemos, no es muy diferente al actual.
En otras palabras, estaríamos ante algunas de las mejores películas que dramatizaron, honesta y constructivamente, la labor del combatiente, contribuyendo mucho a comprender tanto a las fuerzas de combate, como el significado de la guerra.
“Why do you want to kill Japs?”
Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders se erige como una de las grandes obras del cine bélico de Hollywood, realizado en plena Segunda Guerra Mundial; y pese a su limitado alcance como elemento propagandístico de cara a elevar la moral, tras El Ataque a Pearl Harbor, es evidente que no se le pueden negar una serie de apreciables cualidades:
Se trata de una producción de Walter Wanger para la Universal.
Y rara es la producción de Wanger que careciera de atractivo; además tenía el aliciente previo de contemplar una película firmada por uno de los veteranos artesanos de Hollywood, Ray Enright, quizás nunca merecedor de un especial relieve, pero indudablemente, un profesional competente.
Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders, de 88 minutos en blanco y negro, fue estrenada en 1943, para resaltar la heroicidad del soldado estadounidense, preparando a la población de EEUU, para los duros combates que estaban por sucederse; pues todavía le quedaba bastante cuerda a La Guerra en El Pacífico, pero los japoneses ya habían perdido la iniciativa.
Lejanos estaban los días en que sus tropas se extendían cual mancha de aceite por buena parte de Asia y las islas adyacentes; y las fuerzas de EEUU habían pasado al contraataque desde sus primeras victorias en Midway y Guadalcanal.
La acción arranca en los primeros días de 1942, pocas semanas después de lo de Pearl Harbor, en El Cuartel General del Cuerpo de Marines (USMC) en San Diego, California, donde se está formando una unidad de élite para iniciar la reconquista.
En agosto de 1942, los periódicos de Estados Unidos titulaban con grandes caracteres:
“Makin Tomada”
Se trataba de la recaptura de una isla del Pacífico, primordial para el avance de las fuerzas estadounidenses en su camino hacia Japón; atribuidas a un aguerrido grupo de marines, al mando del Coronel Evans Carlson, quien asaltó la isla en una heroica misión anfibia.
Ese es un inicio clásico de tantas y tantas películas bélicas:
La presentación de una serie de personajes, y su adiestramiento para una misión, si no imposible, cuanto menos muy dura, delicada y peligrosa.
El jefe de esa unidad de elegidos, es El Coronel Thorwald, y por los despachos de sus oficiales, vemos desfilar a un selecto puñado de sanos muchachos que son interrogados acerca de sus razones para ofrecerse como voluntarios, y afrontar un durísimo entrenamiento, y un destino más allá del cumplimiento del deber.
Algunos lo hacen para vengar los crímenes japoneses, el clásico:
“Yo tenía un hermano en Pearl Harbor”, o una hermana en Filipinas…
Otros para probarse a sí mismos que sirven para algo, o regresar llenos de orgullo, y con una medalla en el pecho, a su pueblo.
Hay incluso un sacerdote que desea ser útil a su país de una forma distinta que rezando, y hasta un luchador antifascista, que perteneció a Las Brigadas Internacionales, y combatió en La Guerra Civil Española...
Después de un extenso y agotador entrenamiento, los comandos se trasladaron hacia su objetivo.
Luego, ocurrieron fieros combates contra un enemigo que se defendió con fanatismo.
Llegado el momento de la acción, Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders transmite una sensación de agobio, cuando el submarino que tripulan los soldados, se sumerge por vez primera, otra vez más, el montaje y la inserción de primeros planos ayuda a ello.
Poco después, el despiste de Rube Tedrow, (Rod Cameron) en la cubierta, cuando el submarino ha de sumergirse de nuevo, provoca la tensión de un bombardeo desde el interior del submarino, en donde está a punto de surgir el pánico.
Sin embargo, es a partir del desembarco de los soldados, cuando la película ofrece sus más elevadas cotas de interés.
Tras llegar a la playa, sin encontrar resistencia alguna, son atacados por japoneses apostados en los árboles, en unas secuencias realmente impecables, el momento en el que un japonés es eliminado y queda colgando desde la cima de una palmera, es fuerte para la época.
A partir de ahí, se pondrá a prueba la estrategia bélica de ir destruyendo las defensas japonesas.
En primer lugar, un puesto atrincherado que finalmente combatirá uno de los jóvenes que tenía destreza con el béisbol, y gracias a ello, logra derribar la barricada enemiga.
Pero el avance tendrá su mayor punto de ataque, en la destrucción de una emisora japonesa, cuando además, las fuerzas del ejército de EEUU están notablemente diezmadas.
En medio del persistente fuego japonés, la idea de tripular una apisonadora que se encuentra varada en los alrededores, logrará combatir la misma, no sin antes lograr el concurso de unos aviones de EEUU, que simularan ser japoneses al pasear en sus vuelos banderas de dicho país.
Con dicha rendición, se inició el camino del triunfo aliado contra El Ejército Japonés, pese a sufrir la matanza del soldado John Harbison (Alan Curtis), por parte de 3 prisioneros japoneses, en un momento que pese a lo arquetípico, adquiere una cierta emotividad.
Las últimas escenas son sangrientas y aguerridas, nada para un público escrupuloso.
Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders culmina con unas palabras en tono de arenga, valiosas en su día, ingenuas en la actualidad, por la libertad pronunciadas por Thorwald.
Así finalizará esta pequeña producción, en la que pese a discurrir de lleno por senderos trillados del género, el buen pulso de un realizador, consigue ofrecer un producto, cuanto menos discreto; con abundantes discursos patrióticos, que hacen que se le note el paso de los años; así como el estado de la cinta y las sombras.
No es de extrañar, según la fecha, 1943, el cometido final de Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders era:
Jóvenes dispuestos a dar la vida por su país.
Incluso, me atrevería a afirmar, que en algunos momentos, y muy entre líneas, las entrevistas a los soldados que se presentan como voluntarios para formar parte de esta lucha, se deja entrever una serie de personalidades atormentadas, e incluso conflictivas, que se han alistado como soldados, incluso casi como exorcismo personal o terapia psicológica.
Además, algunas tomas pueden ser referenciadas como “sutilezas homoeróticas” con las miradas que se hacen entre ellos, “típico” de los marines.
Como es habitual en otras películas de combate, la composición étnica del grupo, es muy variada:
Un capellán, un sargento de origen griego, Cristoforos; un soldado cuyo apellido procedente de Europa Oriental, Kozzarowski; uno originario de New York, otro proveniente del campo, etc.
Incluso, Sam Levene da vida a un personaje judío.
Este grupo de composición heterogénea, cuenta también con ex-convictos, asesinos e inadaptados sociales, lo cual sugiere un nuevo tipo de héroe que no se distingue precisamente por sus virtudes, pero que resulta especialmente adecuado para la dureza de la misión.
En otras palabras, se trata del origen de las películas del “grupo sucio”, entre las que destacó más tarde “The Dirty Dozen” (1967)
El “grupo sucio”, es descrito en las secuencias sobre el alistamiento de los voluntarios.
A la pregunta de “¿Por qué quiere matar japoneses?”, uno de los voluntarios responde, “para eso estamos aquí”, otro dice que “yo he venido a matar japoneses y cuanto antes empiece mejor”, y no falta quien afirme simplemente, “no me gustan los japoneses”, o los llame “monos”
No están ausentes tampoco, los ansiosos por entrar en combate, ni el combatiente antifascista con experiencia en La Guerra Civil Española y en Grecia, que quiere continuar la lucha en El Pacífico, el que intenta impresionar a una chica, el ex-pandillero que piensa que es para “gente dura”, o el que busca venganza por haber perdido a algún pariente en Filipinas, o en Pearl Harbor.
Precisamente, aquí aparecen imágenes reales, de los restos del Ataque Japonés a esta base naval, no sólo para servir de nexo con el espacio conocido por el espectador, sino también para insistir una vez más, en que se trata de una historia real.
El narrador, aprovecha también para destacar el “terrible poderío de Japón” en esas imágenes, las cuales servirán de justificación de la incursión en Makin como respuesta al Ataque Japonés.
Por eso, se pueden entresacar todos los tópicos relativos a la guerra:
En primer lugar, el alistamiento, con razones tan ideales como la lucha contra el fascismo, hasta los puramente racistas, para matar japoneses; con tópicos sobre compañerismo, fraternidad, coraje, honor, inocencia, ilusiones y aspiraciones, en el bando de EEUU, con las evocaciones ensoñadoras y anhelado de sus lugares de origen.
Por otro lado, los japoneses:
Mezquinos, traicioneros y bastantes malos por cierto.
El actor Harold Landon, que interpreta a Frankie Montana, cuenta que los actores que interpretaron a los soldados japoneses, eran en realidad, filipinos y chinos.
En total, Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders, contiene 20 referencias peyorativas contra los japoneses, lo cual la convierte en una de las que peor trató al enemigo, de todas las realizadas entre 1942 y 1945.
Y nos proporciona un evidente contraste entre las imágenes de los 2 bandos enfrentados.
En el caso de los EEUU, la visión que da sobre los Raiders, insiste en resaltar su heroísmo, capacidad de sacrificio, dureza y, sobre todo, preparación, tras un exhaustivo entrenamiento.
A este último, se dedica gran parte del metraje, mostrando el ejercicio físico al que eran sometidos los voluntarios, la superación de obstáculos, su permanente estado de alerta, la capacidad para la improvisación y, sobre todo, su adiestramiento en la lucha cuerpo a cuerpo.
Este último, es descrito en diversas modalidades, desde la utilización de técnicas de judo en el combate sin armas, hasta el empleo de la bayoneta calada, sin olvidar los “trucos rastreros” como escupir o tirar tierra a los ojos, o el manejo del cuchillo.
A este último, se le concede una importancia fundamental, probablemente mucho mayor de la que tuvo en realidad, y que luego se reproduce en las escenas de combate en la isla, en las que es frecuente ver combates cuerpo a cuerpo.
Quizás, esta importancia no se deba tanto a un impulso primario de descargar la agresividad sobre el enemigo, como al imperativo social de vencer la competencia y amenaza que representaban los japoneses.
Sin negar la especialización y eficacia de los Raiders, la incursión de Makin, demuestra que la realidad no era tan perfecta como daba a entender la propaganda bélica.
Todo en ella, está encaminado a glosar el supremo y generoso esfuerzo de estos valerosos muchachos, su camaradería sin fisuras, y esa mística del trabajo en equipo, en la que tanto hincapié hace su Comandante, que es lo único que les permitirá ganar batallas.
Por eso, Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders se ve y se va en un suspiro, puro funcionalismo cinematográfico al servicio de una idea:
La victoria de EEUU, portadora de la antorcha de las libertades, y la verdadera democracia.
Incluso para entonces, estamos en plena contienda, y aún faltan unos años para el comienzo de La Guerra Fría, y aquí se alaban las hazañas de los comunistas chinos y su Larga Marcha, puesto que combaten también contra el invasor japonés.
En un principio, y pese a la oposición ideológica anterior a la guerra, no había ningún inconveniente en reconocer y destacar el heroísmo de los aliados comunistas en la lucha contra El Eje; el problema consistió en Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders, en que el estilo de mando de Carlson, refleja precisamente esa influencia comunista:
Se mantiene la disciplina, pero la rigidez de la jerarquía es suavizada, al considerarse todos como “camaradas”, atenuar la distancia entre los oficiales y la tropa, discutir los planes, etc.
Podía interpretarse como algo peculiar, pero era impensable reconocer en la gran pantalla, que el orden militar había recibido alguna influencia de origen comunista.
El Coronel Thorwald, se refiere a los japoneses como “disciplinados, tradicionalistas y duros”, aunque con escasa capacidad para adaptarse a situaciones no previstas, lo cual piensa explotar para derrotarlos.
Las secuencias del combate en la isla, ofrecen una visión aún más negativa que no sólo simplifica su personalidad, sino que además, insiste en su carácter traicionero, cruel, sádico y estúpido, así como su inferioridad frente a los Raiders.
La lucha por la isla, es iniciada por el fuego de los francotiradores ocultos en lo alto de las palmeras.
En más de una ocasión, fingen estar muertos para atacar a los estadounidenses, e incluso aparentan rendirse para abrir fuego contra los confiados soldados que intentan apresarlos.
Durante el contraataque, uno de los soldados japoneses, remata con la bayoneta a uno de los Raiders heridos y, finalmente, un piloto disfruta ametrallando a las tropas que están cerca del hospital, sin saber que son japonesas.
Pese a todo, y a la supuesta superioridad numérica japonesa, los marines logran imponerse, sobre todo en el combate cuerpo a cuerpo, reafirmando así la idea de superioridad sobre el enemigo.
Como dato, para la realización de Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders se utilizó material de combate de guerra real; siendo esta la primera aparición cinematográfica del M1 Garand, el rifle estándar del Ejército de los EEUU, usados por Los Marines durante La Segunda Guerra Mundial y La Guerra de Corea.
Los fusiles semiautomáticos Garand de los infantes de marina de los EEUU, no fueron dados hasta después de La Invasión de Guadalcanal, así que se podría pensar, que los Raiders habrían estado utilizando rifles M1903 Springfield en la incursión en Makin, en agosto de 1942.
Sin embargo, James Roosevelt, hijo del Presidente, que era un miembro del escuadrón en Makin, dijo que el armamento más actualizado usado allí, incluyeron los Garands.
Al comenzar la historia, hay un romance que no viene al caso, entre Grace McDonald y 2 medio hermanos, Noah Beery, Jr., y David Bruce, que se disputan los favores de la dama, pero que ahí termina sin tener mayor relevancia en el guión.
El resto de la historia, está interpretado por hombres en el campo de batalla, logrando el efecto deseado por el espíritu “Gung Ho!” que Le François le quiso imprimir a su libro.
La reconstrucción de la operación en la película, se inspira en el suceso real, aunque tanto la versión de los historiadores como los testimonios de varios de sus protagonistas, difieren en importantes detalles con respecto a ella.
En realidad, la operación no fue tan brillante.
El polémico asunto de la rendición a un enemigo que no existía, no fue recogido por la película, de igual modo que tampoco incluyó otros detalles.
Para comprender estas distorsiones, es necesario considerar que Hollywood no estaba realmente preparado para relatar La Guerra del Pacífico, con respecto a la cual, faltaba información, especialmente durante los meses en los que se sucedieron las derrotas iniciales.
Por esta razón, las películas realizadas en aquellos años sobre La Guerra en El Pacífico, perseguían 2 objetivos principales:
Proporcionar una narrativa coherente, que supliera la falta de noticias; y dar importancia a los lugares en los que luchaba Estados Unidos y que, hasta entonces, eran completamente desconocidos para la gran mayoría de la opinión pública.
Por ello, estas películas estaban inspiradas, o aludían a sucesos de esa guerra, como las dedicadas a los que acontecieron durante el primer año posterior a Pearl Harbor, las cuales crearon un relato mítico, que sustituyó a la historia real, todavía no disponible.
Los temas, tipos de caracteres y convenciones narrativas, eran similares en todas las producciones, presentando al bando de EEUU como una familia unida, en la que destaca su espíritu de sacrificio en la derrota, asimilada a otras de la historia de Estados Unidos, y suavizada por la fe en la victoria final.
En cambio, las películas sobre los triunfos de EEUU, insisten en los factores que harían posible la victoria final:
Fe en el liderazgo militar, y sobre todo, en la combinación de individualismo y trabajo en equipo del estadounidense ordinario.
No se puede negar, que Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders mezcla la verdad, con las fantasías de Hollywood, por ejemplo, en un momento cuando El Coronel Thorwald lanza un patriótico discurso para arengar a los hombres, al final.
Randolph Scott, sin duda dirigiéndose a los espectadores de la época, dirige su perorata sobre cómo se ganará la guerra, y las expectativas para el futuro; por tanto, mira fijamente a la cámara, que se le acerca, mientras la imagen se disuelve mostrando la bandera japonesa, y un barco que se hunde.
El personaje de Randolph Scott, El Coronel Thorwald, está basado en El Teniente Coronel Evans F. Carlson, El Comandante del 2º Batallón de La Marina, también conocido como “Raiders de Carlson”
J. Carrol Naish, interpreta a un valeroso teniente, emulando al capitán W.S. Le François, que estuvo en Makin, y después escribió un libro en el cual se basó la película.
Sam Levene, interpretó a un viejo y sagaz Sargento; Walter Sande a otro valeroso soldado; y Peter Coe, Rod Cameron y Alan Curtis, como otros decididos y valientes soldados.
Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders fue el debut cinematográfico de Joe Haworth; y como curiosidad, hay un pequeño papel para Robert Mitchum, en una de sus primeras películas.
El asesoramiento se recibió por parte de 2 de sus protagonistas, y se tradujo en la omisión de la confusión, los errores y los resultados contraproducentes que tuvo la operación, transformándola en una brillante victoria, con el fin de levantar la moral de la opinión pública.
En síntesis, Gung Ho!: The Story of Carlson's Makin Island Raiders no escapó a la idealización de los soldados de EEUU, característica de la producción cinematográfica de aquellos años, ni tampoco a la deshumanización del enemigo japonés, con mayor énfasis que en otras producciones del mismo periodo.
Se trata, en suma, de una obra al servicio de la propaganda bélica de EEUU durante La Segunda Mundial y que, pese a que este tipo de películas son la única referencia que tienen muchas personas sobre aquel conflicto, no debería ser confundida con la guerra real.
“A guy could get killed in here!”
Luego de la guerra, recién se supo que 9 de los 12 desaparecidos fueron dejados en la isla en la confusión, o a lo largo de los combates.
Esos hombres se reunieron, y con la ayuda de los nativos, lograron sobrevivir, pero eventualmente se rindieron a los japoneses.
Varias semanas después, fueron ajusticiados en Kwajalein.
En Estados Unidos y Londres, el Raid de Makin fue publicitado como una gran victoria por El Departamento de Defensa de EEUU, pero la verdad de esa “gran victoria”, sólo se conoció mucho después.
Se hizo creer, que el Raid fue un completo éxito, distrayendo un gran número de fuerzas japonesas que hubieran sido desplegadas en Guadalcanal, y que se obtuvo muchos y valiosos informes de inteligencia, pero en realidad, desde el punto de vista estratégico, fue un fracaso, pues los japoneses no fueron engañados, porque inmediatamente se percataron del tamaño de la operación, y de las verdaderas intenciones, por tanto, no alteraron los planes que se llevaban a cabo en las Salomón.
Por el contrario, los japoneses sacaron buenas conclusiones, y reforzaron otras islas como el Atolón de Tarawa, donde los estadounidenses sufrieron enormes pérdidas en vidas.
El saldo positivo para EEUU, fue que constataron que no estaban bien equipados para realizar un ataque anfibio, que el equipo y las tácticas empleadas, no fueron adecuadas, y en consecuencia, nunca más intentaron un ataque similar tras las líneas enemigas, utilizando submarinos como transporte y fuerza de apoyo.
Carlson, fue condecorado con La Cruz Naval, y fue considerado un héroe entre el público popularizando al “Gung Ho!”, o “Trabajo en Grupo”, aprendido en China, pero quienes estuvieron en Makin bajo sus órdenes, no tenían la misma opinión...
No se cuestionó su valentía demostrada bajo el fuego enemigo, pero algunos oficiales, si fueron críticos en su liderazgo, especialmente con la posibilidad de rendirse a un inexistente enemigo.
El propio Carlson se justificó, diciendo que la noche del 17, sufrió una “baja espiritual”, que le impidió tomar medidas acertadas, pero que al día siguiente tuvo hasta la intención de quedarse en la isla para organizar la resistencia de los nativos, mientras otros organizaban la retirada de sus fuerzas.
Pero las tribulaciones de Carlson y sus 2 compañías, no terminaron ahí, pronto tendrían ocasión de realizar otra desacertada misión de 30 días en Guadalcanal.
Evans Fordyce Carlson, murió en Oregon, a los 51 años, víctima de un ataque al corazón, tras su retiro, el 27 de mayo de 1947.

“...casting out all prejudices racial and religious... every other kind”



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