Blackfish

“Never capture what you can't control”

¿No se volvería usted un poco psicótico, si le mantuvieran confinado 10 horas al día, durante el resto de su vida?
SeaWorld, es una compañía estadounidense, dedicada a la explotación de animales marinos; que pertenece a Busch Entertainment Corporation, una división de Anheuser-Busch; donde destacan los espectáculos relacionados con las orcas, los leones marinos y los delfines.
El icono del parque, es Shamu, una orca; y cuenta con 3 parques situados en San Antonio, San Diego y Orlando; pero también existen otros parques de menor tamaño en EEUU.
El sitio web de SeaWorld, se jacta de que posee a Tilikum, “el mamífero marino más grande que vive en un parque zoológico”; es un animal carismático y dócil ante público, pero cuyo historial de asesinatos, le convierte en una especie de Jeffrey Dahmer de las ballenas; cuya rebelión contra sus captores corporativos, acabaría en cualquier momento, en una especie de película de terror del mundo del espectáculo; pero como dijo Jack “The Ripper”:
“Vayamos por partes”
La orca, Orcinus orca, es una especie de cetáceo odontoceto, perteneciente a la familia Delphinidae, delfines oceánicos, que habita en todos los océanos del planeta; siendo la especie más grande de delfínido, y la única existente actual reconocida dentro del género Orcinus.
El término de “asesina ballenas”, fue acuñado por balleneros españoles en el siglo XVIII, al observarlas atacar y matar cetáceos grandes.
De ahí pasó al inglés, en el que el término fue erróneamente traducido como “killer whales”, en lugar de “whale killers”, término que fue posteriormente adoptado en castellano como “ballena asesina”
La especie, como característica distintiva, posee una aleta dorsal muy larga, que llega a medir hasta 1,8m en los machos, y presenta una coloración blanca y negra que se distribuye de manera particular, la cual es propia de cada individuo, y permite distinguirlo de los demás.
La orca tiene un dimorfismo sexual marcado; las hembras son más pequeñas que los machos, y tienen la aleta dorsal más corta.
Un macho adulto, puede alcanzar 5,5 toneladas de peso, y hasta 9m de longitud; mientras que una hembra suele rondar los 7,7m de largo, y pesa menos de 4 toneladas.
La edad máxima alcanzada por ambos géneros, oscila entre 80 y 90 años en las hembras; y 50 a 60 años en los machos.
Los individuos de la especie, forman estructuras sociales complejas, y se organizan en grupos matrilineales, descendencia definida por la línea materna; para facilitar la socialización, utilizan un método de comunicación sofisticado.
Se han identificado varios tipos de orca en los hemisferios norte y sur, los cuales tienen diferencias genéticas, morfológicas, comportamentales y alimentarias, tan notables, que incluso se han propuesto como especies diferentes.
La comunicación vocal de las orcas, está muy desarrollada, siendo un elemento esencial para permitir las complejas relaciones sociales que poseen.
Como todos los odontocetos, las orcas dependen de los sonidos emitidos para orientarse, alimentarse, y comunicarse entre sí.
El repertorio vocal de los diferentes grupos de orcas estudiadas, está compuesto de un número específico y repetitivo de llamados discretos, a los cuales se les denomina dialectos.
Los dialectos son complejos y estables durante el tiempo, y son únicos para cada grupo en particular.
Cada individuo, probablemente lo aprenda por medio del contacto con su madre y otros miembros del grupo.
Posiblemente, los dialectos constituyan una forma de mantener la cohesión e identidad dentro del grupo, y se cree que las similitudes entre ellos, reflejan el grado de afinidad entre las manadas.
Los investigadores han sido incapaces de determinar, si estos llamados tienen un significado específico, o si se encuentran asociados a ciertas actividades en particular.
Por otro lado, la orca posee una combinación de fuerza, velocidad e inteligencia, que la convierte en un depredador muy versátil; de hecho, por encontrarse en la cima de la cadena alimenticia, y no poseer enemigos naturales, se convierte en un súper depredador de los océanos.
Desde la antigüedad, en la cultura occidental, se lo consideró un animal feroz y peligroso; esa imagen empezó a cambiar desde la década de 1960, al observarse que los primeros animales en cautiverio, se comportaban dócilmente, y no intentaban agredir a los humanos; aunque se han registrado muy pocos ataques a humanos por parte de individuos en libertad, sin ninguna muerte; sin embargo, los ejemplares en cautiverio, probablemente debido al estrés que les causa la situación, se han cobrado algunas víctimas.
Así, desde la década de 1960, las orcas se convirtieron en una de las atracciones principales de los parques acuáticos del mundo, debido a su tamaño, aspecto llamativo, y su fácil entrenamiento.
Para el año 2010, existían 42 orcas en exhibición en América, Europa y Japón.
Desde 1976, Islandia se involucró en la captura de individuos vivos para exportar; y entre los años 1976 y 1988, fueron puestos en cautiverio, 59 animales, de los cuales, 8 se liberaron, 3 murieron, y 48 fueron vendidos a diferentes acuarios del mundo.
En la misma época, también se capturaron 19 orcas en aguas japonesas, y 3 en Argentina.
Las capturas disminuyeron sustancialmente en la década de 1990, y para 1999, cerca del 40% de los animales en exhibición, habían nacido en cautiverio.
Debido a que cada uno de los individuos juega un papel en la dinámica de los grupos sociales, las capturas posiblemente implican una ruptura de los lazos matrilineales en los grupos de orcas afectadas.
Así llegamos a Tilikum, una orca macho, Orcinus orca, que vivió en cautiverio en SeaWorld, Orlando, Florida, Estados Unidos.
En la jerga “chinook” del noreste de América del Norte, su nombre significa “amigos, parientes, tribu, nación, pueblo”
La orca, es famosa porque estuvo involucrada en la muerte de 3 personas; y a raíz del último incidente, a principios de 2010, fue retirado del espectáculo durante 1 año aproximadamente, hasta el 30 de marzo de 2011, cuando volvió de nuevo a actuar.
Inicialmente, Tilikum fue separado de su grupo familiar, y capturado cerca de Islandia, en noviembre de 1983, cuando contaba con cerca de 2 años de edad.
Se le privó de libertad junto a otros 2 animales; un macho llamado Nandú, y una hembra llamada Samoa, los cuales fallecieron en cautividad.
Tilikum, fue enviado inicialmente a Sealand del Pacífico, en Victoria, Canadá.
Allí convivió con 2 hembras llamadas Haida II y Nootka IV.
Durante su estancia, engendró a su primera cría, cuando contaba aproximadamente 8 o 9 años de edad, en diciembre de 1991.
Hasta que el 20 de febrero de 1991, mató a Keltie Byrne, su primera víctima...
Ésta resbaló y cayó al estanque con las orcas.
Tilikum, Haida II, entonces preñada, y Nootka IV, la sujetaron con su boca arrojándola una a otra, y manteniéndola bajo el agua.
Como consecuencia de ello, la entrenadora se ahogó.
Esa fue la causa de que Sealand cerrara.
En 1992, fue trasladado a su ubicación actual en SeaWorld, Orlando, Florida, donde en 1999, se vio involucrado en la misteriosa muerte de Daniel Dukes, un joven de 29 años.
El 6 de julio de 1999,  Dukes fue encontrado desnudo sobre la espalda de Tilikum.
Daniel había visitado SeaWorld el día anterior, volvió a entrar después que el parque cerró sus puertas, y evadió la seguridad para acceder al tanque de la orca.
Un empleado descubrió el cuerpo, siendo acarreado sobre la espalda del cetáceo al día siguiente.
Las primeras versiones dadas por SeaWorld, aseguraban que el hombre no tenía marcas de mordidas en su cuerpo, ni había signo alguno de sangre en el estanque, aunque encontrar restos de sangre, hubiera sido imposible, porque el tanque contenía millones de litros de agua, y un cuerpo humano solo 7 litros de sangre.
Luego se sabría, que la ausencia de marcas de mordisco en el cuerpo, no era cierta, ya que entre otras cosas, “el hombre había sido castrado por Tilikum”
A pesar de ello, inicialmente la policía declaró que la muerte ocurrió por ahogamiento e hipotermia.
Siguiendo esta línea de razonamiento, que favorecía a la empresa, algunos expertos aseguraron, que una vez muerto, la orca consideró el cuerpo como un juguete, y comenzó a jugar con él.
Se cuestiona entonces, por qué el cadáver presentaba numerosas contusiones y hemorragias subcutáneas; y se cuestiona que, dado que el parque, y en concreto, los tanques de las orcas disponían de video vigilancia, los vídeos nunca aparecieron.
No ha sido esclarecido, hasta ahora, como Daniel Dukes entró en el parque, ni en la piscina de las orcas.
El 24 de febrero de 2010, Tilikum resultó envuelto en un tercer incidente, cuando mató a Dawn Brancheau, una entrenadora de 40 años, con 16 años de experiencia en SeaWorld.
La entrenadora, fue atacada después del espectáculo frente al menos 2 docenas de turistas observando sobre el estanque, y el área de observación submarina.
Los empleados, usaron redes, y le lanzaron alimento, intentando distraerlo.
Movilizándose entre los estanques dentro del complejo, eventualmente detuvieron a Tilikum, liberando el cuerpo de la entrenadora, antes de darse cuenta de que el animal todavía la sostenía por un brazo, que Tilikum engulló.
El supervisor de ese número, aseguró que “Tilikum lanzó a la entrenadora al agua, sujetándola del pelo en cola de caballo, porque confundió el pelo con un pez, o un juguete”, según los argumentos de los dueños del parque.
Sin embargo, durante el juicio, este mismo supervisor declaró, que no estaba seguro de ello.
Como se puede apreciar en la grabación del incidente, la hipótesis más plausible, es que la arrastrara del brazo.
La autopsia de Brancheau reveló, que la muerte ocurrió por ahogamiento y traumas contundentes.
También se halló que su médula espinal estaba seccionada, y que tenía fracturas en su mandíbula, costillas, y una vértebra cervical.
Un representante de SeaWorld afirmó, que la empresa tenía intención de regresar a Tilikum al espectáculo, pero que la decisión final no se haría hasta que se completase la revisión de los procedimientos.
El 23 de agosto de 2010, el parque fue multado con $75.000 por la Occupational Safety and Health Administration (OSHA), por violación a 3 reglas de seguridad, 2 relacionadas con la muerte de Brancheau.
Por lo que SeaWorld emitió un comunicado, en que tildo los resultados de la OSHA como “carentes de fundamento”
Existen opiniones encontradas, sobre si estos ataques fueron deliberados, o se trató de accidentes.
Lo que se supo es que Tilikum retornó al espectáculo de SeaWorld, el 30 de marzo de 2011.
Los entrenadores, no se acercan demasiado para trabajar con él, y no se permite su entrada con la orca en el agua.
Se usan mangueras de alta presión para dirigir al animal, y se han instalado barandillas y redes de seguridad en la piscina.
Aparte de los ataques mortales protagonizados por Tilikum, la orca presentaba otros síntomas de inestabilidad psíquica como apatía, permaneciendo cada día varias horas sin moverse en su tanque.
Según varios biólogos marinos y licenciados en ciencias ambientales, esto es debido a los numerosos traumas que su captura y posterior experiencia en cautividad le han provocado, ya que ha convivido con hembras que le acosaban y atacaban, el permanecer hasta 14 horas diarias en tanques pequeños y sin luz, y realizar diariamente espectáculos a cambio de comida.
En 2010, Tilikum medía 6,9m de longitud y pesaba 5.600kg.
Sus aletas pectorales, tenían aproximadamente 2m de longitud, su aleta caudal estaba curvada hacia abajo, y la gran aleta dorsal de 1,8m estaba completamente colapsada hacia el lado izquierdo.
Pero también, Tilikum ha sido la orca más grande en cautiverio, y la más fértil en ese estado, con 14 hijos engendrados, de los cuales 10 aún sobreviven.
Su primer hijo lo obtuvo de una hembra llamada Katina; se llamó Taku, y nació en septiembre de 1993.
Los siguientes hijos de Tilikum son:
Nyar (1993-1996), Keto (1995), Unna (1996), Sumar (1998-2010), Tuar (1999), Tekoa (2000), Nakai (2001), Kohana (2002), Ikaika (2002), Skyla (2004), Malia (2007), Sakari (2010) y Makaio (2010)
El 7 de diciembre de 2010, se informó que Tommy Lee, miembro de la organización PETA, y la banda Motley Crue, envió una carta a Terry Prather, presidente de SeaWorld, haciendo referencia al anuncio de SeaWorld, de limitar el contacto de los humanos con Tilikum.
En la carta, Lee se refiere a Tilikum, como “el banco de esperma de SeaWorld”, y describe el proceso que el parque usaba para obtener esperma de la orcas cautivas, mediante su “masturbación con una vagina de vaca llena de agua caliente”, además de denunciar su reclusión en un tanque de reducidas dimensiones como castigo, tras la muerte de su entrenadora.
La carta solicita a SeaWorld, la liberación de Tilikum de su estanque.
El 8 de diciembre de 2010, SeaWorld respondió a la carta de Lee, señalando que los señalamientos de PETA son inadecuados, y que los entrenadores de SeaWorld, “no entran ni han entrado al agua para este propósito”
Actualmente, hay 58 orcas cautivas conocidas en todo el mundo; 163 han muerto en cautiverio, de los cuales, 30 fueron terneros; 14 intentos de captura conocidos que resultaron en muertes, y 43 que fueron capturados, pero no se tienen en cuenta.
De esas 58 orcas cautivas en el mundo, 23 son propiedad de SeaWorld, repartidas en sus 3 parques estadounidenses.
“There is no record of an orca doing any harm to a human in the wild”
Blackfish es un documental del año 2013, dirigido por Gabriela Cowperthwaite.
Protagonizado por Dawn Brancheau, Samantha Berg, John Jett, John Hargrove, Mark Simmons, John Crowe, Christopher Porter, Dave Duffus, Nadine Kallen, Carol Ray, Jeffrey Venture, Alexis Martínez, James Earl Jones, Whoopi Goldberg, Meredith Vieira, entre otros.
El guión es de Gabriela Cowperthwaite y Eli Despres, el cual muestra, cómo la naturaleza reacciona cuando el ser humano sobrepasa los límites establecidos.
Honesta, cautivadora y un éxito total como documental, se centra en un solo tema, y se basa en imágenes de video sorprendentes, con testimonios de ex entrenadores de orcas; así como la construcción de un debate de autoridad en nombre de esta majestuosa especie.
Inteligentemente, el documental se titula “Blackfish”, como un nombre dado por nativos estadounidenses, antes que el nombre popular con el que se designan las orcas, “Killer Whales” o “Ballenas Asesinas”
Como buena abogada, Gabriela Cowperthwaite sabe, que el éxito de su operación, radica en el modo de presentar sus pruebas y testimonios.
Su objetivo, no es solo el de demostrar, sino también el de convencer, y aquí entran en juego tanto los razonamientos como las emociones.
Cowperthwaite comenzó a trabajar en su documental, después de que Tilikum matara a su entrenadora Dawn Brancheau, en febrero de 2010.
Según varios ex entrenadores de SeaWorld, la hipótesis defendida por la empresa, de que “la orca atacó a su entrenadora, porque llevaba su cabello amarrado como cola de caballo”, era una simple conjetura que intentaba culpar a la propia Brancheau del incidente.
La investigación posterior sugirió que, probablemente, la mujer había sido agarrada por su brazo izquierdo.
El documental, se centra así en Tilikum, una orca que se vio involucrada en la muerte de al menos 3 personas, a lo largo de 2 décadas, y en el sufrimiento al que se ven expuestos animales tan grandes e inteligentes, al ser separados de sus grupos familiares, y mantenidos en cautiverio.
La historia de Tilikum, comienza con su captura en la costa de Islandia, en 1983, a la edad de 2 años; el acoso que sufrió de sus compañeros de cautiverio, y los años que pasó encerrado hasta 14 horas diarias en tanques pequeños y sin luz, lo que, según los biólogos marinos consultados en el filme, es el probable origen de su psicopatía y agresividad.
El documental, recuerda que jamás se han registrado ataques de orcas en libertad, al contrario de lo que ha ocurrido en numerosas ocasiones en cautividad, donde se les obliga a realizar espectáculos diarios, a cambio de alimento, y a convivir en espacios reducidos con otros ejemplares que no pertenecen a su grupo familiar.
La película relata, entre otras cosas, la muerte del cuidador español Alexis Martínez, quien pereció durante un entrenamiento con una orca en Tenerife, cuando él tenía 29 años, sufriendo numerosas heridas.
Su muerte, tuvo lugar en diciembre de 2009, en el Loro Park, donde se mantienen cautivas a 6 orcas, entre ellas Keto, el animal con el que trabajaba Martínez cuando fue atacado; y hace conexión SeaWorld, pero las autoridades de la empresa estadounidense lo niegan; así como se revela la escasa práctica de sus adiestradores, y una infraestructura poco adecuada para albergarlas.
Cowperthwaite, también cuestiona a SeaWorld, el parque temático que retiene a Tilikum, y donde ocurrieron sus ataques mortales, porque dicha empresa asegura que estos animales marinos viven más tiempo en cautiverio, de 25 a 30 años, aun cuando la biología marina estableció en los años 1980, que la esperanza de vida es de 50 años para los machos, y hasta más de 100 años para las hembras que se desarrollan en libertad.
En definitiva, Blackfish es un impactante trabajo, que ejerce la labor que a veces debe articular el cine documental:
Poner sobre la mesa hechos dados como naturales en la vida diaria, desarrollarlos como conflicto, y motivar la reflexión.
Por lo que Blackfish es un agresivo y apasionado documental, que cambiará la forma en que ves los espectáculos de “ballenas asesinas”; y reabre un debate casi eterno, sobre la utilización de seres vivos, y la explotación de estos para poder generar multimillonarios ingresos como los de SeaWorld.
Un documental que produce la tristeza más profunda, y la lucha por intentar devolver a las orcas a su hábitat natural; al tiempo que nos invita a reflexionar sobre la relación que tenemos con la naturaleza, y nos enseña lo poco que los humanos hemos aprendido de estas criaturas, tan extremadamente inteligentes y sensibles.
Blackfish merece ser visto, para asustarse de 2 cosas:
La impotencia e inocencia del ser humano ante lo que cree que domina; y la estupidez del mismo, al creer que la fauna es un negocio.
“They're not your whales.
They own them!”
Tiene mérito aquí la directora, porque conseguir poner en tela de juicio a una empresa como SeaWorld, haciendo el símil, podemos decir que es el “Disneyworld marino”, no debe resultar fácil.
Con 2 años investigando hechos aterradores, autopsias, entrevistados doloridos unos y arrepentidos otros; y animales completamente infelices, aunque se nos venda lo contrario; dan como resultado este documental, en el que se nos explica que aquel “accidente”, tal y como lo calificaron los mandatarios del parque, tenía su origen, sus precedentes, y su casuística encubierta.
Centrándose en la notoriamente agresiva orca Tilikum, esta apasionante película presenta un caso convincente, en contra de mantener esta especie, y por extensión, cualquier animal salvaje en cautiverio para el entretenimiento humano.
Estamos ante una crítica a la sucia y despiadada industria del entretenimiento acuático con mamíferos, y en general con los animales en cautiverio.
Este mensaje de Blackfish, que no solo es claro, sino que está bien logrado,  tiene todos los elementos mágicos que lo transforman en una joya del género, y no precisamente por sus aspectos técnicos; sino porque es valiente en denunciar la cruel y rentable industria; y logra es poner de manifiesto, lo ridículo que es tener un animal salvaje en una piscina, el estrés al que se somete, y lo irresponsable de pensar que no tendrá ninguna consecuencia; o peor aún, que la consecuencia no importe por el dinero que puedes lograr ganar.
Ese es el tinte de Blackfish, no necesariamente animalista, sino que más bien va contra la industria, la falta de interés por las vidas humanas que puedan salir fatalmente lastimadas entretanto; e intenta restaurar un sentido realista del peligro, entrevistando a ex trabajadores del parque, que detallan su mala calidad, la formación no científica, y la crónica muy reprimida de la historia de la violencia entre la ballena y el ser humano.
Gabriela Cowperthwaite, desmonta así 2 mitos por el mismo precio:
Uno, que la orca es un animal agresivo por naturaleza, cuando todavía no se ha registrado ninguna víctima humana en el océano.
Parece claro que las orcas reaccionan violentamente, cuando no saben gestionar el estrés al que se ven sometidas, lo que también explicaría las peleas con otras de su misma especie.
Y dos, la teoría oficial de que los accidentes del SeaWorld se produjeron por fallos humanos.
Sus responsables, siempre han asegurado que las víctimas murieron porque cometieron errores imperdonables.
Pero los propios adiestradores, cierto es que muchos de ellos sin la formación adecuada para este trabajo; aportan pruebas, experiencias y argumentos que dejan en muy mal lugar a los directivos de los acuarios.
Así, por medio de varios testimonios, recuerda que la especie en su hábitat, logra vivir lo que un hombre.
Sin embargo, ese discurso, al que se le suma que “se encuentran mejor en este hábitat que en el propio”, intenta ocultar una realidad sufrida por Tilikum, y otras orcas capturadas:
Horas de entrenamiento, noches en un estanque con poco espacio, mordeduras entre ellas, madres separadas de sus hijos, y la orca utilizada como semental.
De esta captura, Tilikum, de 2 años, es llevado a un centro acuático muy patético y decadente llamado Sealand.
Quienes lo recuerdan, lo reseñan como una pequeña piscina con 3 orcas, entre ellas, Tilikum.
Hay imágenes de los años 70, cuando se inicia la caza de orcas para llevarlas a estos parques.
Las orcas, que son animales muy sensibles e inteligentes, tratan de esquivar a los barcos, haciendo que sigan a las más mayores, mientras las crías escapan por otro sitio, pero un helicóptero se da cuenta de la jugada, y da aviso a los barcos.
Cuando los barcos capturan a las crías, las orcas adultas no se van, sino que se quedan allí, al lado de los barcos, chillando…
Hay una escena totalmente dramática, cuando separan a una cría de su madre, para llevarla a otro parque.
La madre llora con un grito desgarrador durante mucho tiempo, y luego se pasa los días en un rincón de la piscina, inmóvil, llorando, y totalmente abatida…
¡Hijosdelagrandísimaputa!
Como cría, Tilikum era agredida desde el comienzo por sus compañeras de estanque, quienes le dejaban heridas bastante serias.
Y como Tilikum era salvaje, fue adiestrado a la antigua, esto es, castigo ante la desobediencia, y largos periodos de hambre para obtener comida una vez que hayan aprendido los trucos.
La gracia de todo esto, es que si Tilikum no obedecía, todas las ballenas, ya entrenadas, eran castigadas.
Además, durante la noche, eran encerradas en un “container” de metal oscuro, de hecho, no solo durante la noche, sino que también, cuando no había show o el parque cerraba.
Tilikum, se fue convirtiendo así, en la orca macho de mayor tamaño que estuviera en cautiverio; y ese tamaño le bastó para “asesinar” en pleno show, a una entrenadora.
Los relatos de 2 espectadoras, aportan credibilidad y crudeza a la historia.
A raíz de este incidente, el parque cerró sus puertas, y fue en ese momento, cuando Tilikum se convirtió en la ballena más cotizada del mercado, y SeaWorld puso sus ojos en ella, haciendo una oferta, y finalmente comprándola.
Cuando llega a SeaWorld, la historia del asesinato fue modificada a los entrenadores de la siguiente manera:
“Tilikum fue inocente, y las otras orcas asesinaron a la entrenadora”
Para los entrenadores de la época, era bastante creíble, ya que la creatura mostraba la mayor de las ternuras, y era obediente; entonces:
¿Cómo un ser tan maravilloso, podría lastimar?
De todos los testimonios de los entrenadores, se desprende la misma conclusión:
Todos estaban cegados con las respuestas e información que les entregaba SeaWorld.
Todo era convincente, la ballena es inocente, inofensiva, solo estuvo encerrada años en una caja, a quién podría dañar...
Todos afirmaron, jamás haber averiguado nada sobre estos animales; incluso todos cuentan, que el único requisito para poder ser entrenador, era saber nadar...
Nada de experiencia sobre criaturas marinas de gran tamaño, ni nada…
Aquí entra entonces la opinión  de un especialista en estos animales; y sorpresa:
SeaWorld miente a sus entrenadores; los entrenadores mienten al público, y finalmente, el público se lo traga todo.
Los entrenadores, con una alta carga emocional, que contagian el arrepentimiento y la tristeza, las experiencias de todos ellos, enriquecen el documental de una manera extraordinaria, y al final resulta lo más interesante, por encima de las espeluznantes imágenes.
“Tratamos a seres inteligentes como esclavos, porque nos creemos con derecho a decidir sobre su tiempo, sobre su vida, y nos sorprendemos al ver que cierto día nos pagan con una moneda similar.
El hecho de pensar que su inteligencia es mucho mayor de lo que creíamos, que su capacidad emocional es quizás mayor que la nuestra, es absolutamente desolador.
Si no los respetamos a ellos, es difícil que ellos nos respeten a nosotros”, dijo uno de ellos.
La siguiente víctima de Tilikum, fue asesinada de noche…
La explicación de SeaWorld, es descarada, y sorprende como los gringos pueden tragarse cualquier cosa.
Resulta que una mañana aparece muerto un hombre, desnudo, encima de Tilikum.
La versión oficial, fue que se trataba de un hombre con problemas mentales, que se escabulló al acuario de Tilikum, y se sacó la ropa previamente; luego murió ahogado ahí mismo.
La razón de fondo, y que explica el por qué este animal siguió haciendo espectáculos, y en cautiverio, es su semen.
Por inseminación artificial, fueron fecundadas varias hembras, y con el nacimiento de las crías, como Shamu, la más tierna atracción, llega público adicional, y el parque vende más.
Además, el exceso de crías hace el negocio más rentable, ya que las pueden vender a otros parques acuáticos alrededor del mundo, pero que tienen estándares mucho menores que SeaWorld.
Este proceso de arrebatar a la cría de la madre, es detallado y brutal, y por supuesto, muy cruel.
Blackfish no tiene escrúpulos en mostrarlo todo, y eso la hace tan atractiva; los entrenadores no dejan de narrar y sorprenderse de lo estúpidos que fueron al trabajar con dichos animales, sin averiguar el peligro al que estaban expuestos; de cómo trabajaron sin cuestionarse en ningún momento, si lo que hacían estaba bien o mal.
Y sin embargo, Blackfish no habla del miedo del hombre hacia el animal salvaje, sino de todo lo contrario.
Concebida desde la óptica del animal confinado, el documental es una crítica al negocio de la explotación de animales en cautividad.
A través de los testimonios de ex entrenadores de SeaWorld, descubrimos las circunstancias de Tilikum, y entendemos su tragedia.
Como explica uno de los entrenadores:
“Cuando le miras a los ojos, te das cuenta que alguien habita allí dentro”
Un alguien, cuyas circunstancias le han hecho desarrollar esta psicosis asesina.
“¿Y a quién no le pasaría?”, se pregunta el espectador durante la cinta.
Por tanto, el objetivo está conseguido.
De acuerdo a su directora, Gabriela Cowperthwaite, su finalidad es concienciar sobre las condiciones adversas que soportan los animales en cautiverio.
En un comunicado, el parque SeaWorld, que se negó a participar, criticó el documental, pues lo considera un intento de explotación comercial de una tragedia que según su opinión, dejaba de lado la gestión de la seguridad, protección y cuidado de los animales por parte del parque.
Por su parte, los investigadores entrevistados en el documental, hacen hincapié en que la corta longevidad de las orcas cautivas, la deformidad de sus aletas, y el comportamiento anormal de Tilikum y otras orcas, se debe con toda probabilidad, al sufrimiento extremo que les supone su cautiverio, y el vivir en espacios muy reducidos, donde se ven obligadas a convivir con ejemplares de distinta procedencia, y realizar espectáculos circenses a cambio de comida, y si no, son castigadas por hambre.
El documental tuvo un fuerte impacto a nivel mundial en la opinión pública, y en el debate sobre la crueldad de mantener orcas en cautividad
Durante su tiempo en SeaWorld, Tilikum fue alojado en un tanque que contenía 0.0001%, un millonésimo de la cantidad de agua que recorrería en un solo día en el océano.
La expectativa de vida de las orcas en cautiverio, es baja, comparada con la de los individuos en libertad.
El encierro les produce a estos animales, continuos trastornos en su salud, de tipo patológico/enfermedades, y psicológico/depresiones, así como alteraciones en su anatomía.
La más notable de estas modificaciones, es la pérdida de rigidez en su aleta dorsal.
Esto puede deberse a la atrofia muscular por la falta de ejercicio de los músculos dorsales que mantiene erguida esta aleta.
Esto obedece al hecho que los animales viven confinados en estanques pequeños, donde pasan la mayor parte del tiempo en la superficie, nadando en círculos, sin apenas sumergirse, dejando de someter la aleta a esfuerzos.
La aleta caudal, también sufre cambios, aunque menos evidentes, produciéndose un plegamiento del borde posterior hacia abajo.
Así las cosas, Tilikum estuvo exhibiendo la “estereotipia”, una conducta observada en animales en cautiverio, tales como osos o gatos grandes que acechan hacia adelante y hacia atrás en sus hábitats, o primates del laboratorio que se mueven hacia adelante y hacia atrás en las jaulas que confinan.
Hacer analogías de esto con el animal humano, es por supuesto polémico.
El estrés del cautiverio, llevó a Tilikum a mostrar comportamientos anormales y repetitivos, que incluyen roer rejas de metal, y las paredes de concreto de su tanque, tanto, que la mayoría de sus dientes estaban completamente desgastados.
Pero el problema no es tan temperamental como puede sospecharse.
Sí es cierto que cada uno de estos animales actúa de acuerdo a su actitud en el momento; pero se enfoca el problema de tenerlos en cautiverio, y de educarlos para que tengan que interactuar entre ellos, no siendo de las mismas familias.
Además, el hecho de “saludar con una aleta” no tiene el mismo significado en los animales, pues carecen de conciencia en lo que significa un saludo…
Lo que es más impactante, es la posición de los parques en este problema que tiene varias décadas en vigencia.
Para ellos, cada ataque está justificado con un error del entrenador, y siguen declamando esa fantasía, de que son animales inofensivos y felices.
Pero insisto, en que lo más impactante no es verlos atacando, es ver a quienes los controlan, decir que todo está bien en los parques, y que sigue siendo una buena práctica capturarlos y separarlos de sus familias.
¿Sentirán indignación cuando vean el momento en el que una familia de ballenas es destrozada por la conveniencia de estos defensores de los parques?
Mientras la posición de los entrenadores ante el problema, es nada menos que admirable.
Además de las declaraciones de los protagonistas, como la novia de un adiestrador que murió atacado por una orca en el Loro Parque de Tenerife, Blackfish nos deja sin respiración, con imágenes reales de situaciones en las que los trabajadores del SeaWorld se libraron por los pelos de morir ahogados o devorados.
O con los tremendos lamentos de las orcas que ven, cómo les quitan a sus crías para siempre; es interesante la aportación de una bióloga, que asegura que en el enorme cerebro de las orcas, hay conexiones emocionales mayores que en los propios humanos, incluyendo los vínculos familiares.
Lamentablemente, debemos llegar a este tipo de muestras audiovisuales, para poder entender que debemos actuar.
Y el documental logra lo propuesto en todo sentido.
Blackfish es, en general, un filme informativo que sirve su propósito de agitador de conciencias.
Prueba de ello es la reacción de los ejecutivos de SeaWorld, que rechazaron aparecer en el documental para defenderse, y que sin embargo, se han lanzado a una gigantesca campaña de descrédito en los principales medios de Estados Unidos, con un paquete de 50 argumentos, que intentan probar su inexactitud y manipulación.
Y es que el caso de la muerte de Dawn Brancheau, sigue aún en los tribunales, tras la apelación de los abogados del parque temático a la acusación de inseguridad laboral.
El aspecto judicial, tiene gran peso en Blackfish, y supone uno de los aciertos de la misma.
De forma muy original, la directora cuenta la historia en clave de “thriller” judicial en el que el asesino, en vez de un psicópata misógino, es una orca psicológicamente acosada.
SeaWorld, que se negó a participar en el proyecto, criticó Blackfish en su página web, y la tachó de intento de explotación comercial de una tragedia.
“We don't speak Whale”
Decía Thomas Hobbes, que “el hombre es un lobo para el hombre”, y no se equivocaba, pues Blackfish demuestra que algunos hombres, no entienden qué es eso del contrato social, y lo extiendo a animales, o la conciencia, o el corazón...
Porque solo entienden de dinero, de codicia y ambición.
Aunque ello suponga tratar de dominar y domesticar a animales salvajes que acaban por volverse en contra de aquellos que pretenden dominarlos, de forma violenta y agresiva, con fatales consecuencias.
La necesidad de adquirir animales en cautiverio, es una constante incontestable tan fuerte, como hablar de la contaminación ambiental, la corrida de toros, o el consumo de carne.
Estos conceptos, han estado arraigados en la cultura desde hace cientos o miles de años, que resulta imposible modificarla con una revolución desde arriba.
En Blackfish, el cautiverio de animales no es demasiado sencillo de resolver como puede pensarse.
Esto supone lógicamente, el cierre total de los zoológicos o acuarios, lo cual no afecta al ser humano en términos de vida, pero sí culturalmente, además de no ocupar una relevancia en los principales asuntos políticos-sociales que puede tener un país.
Sin embargo, la asistencia general en los parques de SeaWorld y Busch Gardens, se redujo en un 5% en los primeros 9 meses de 2013, aunque no estaba claro, si esto se debió exclusivamente a la influencia del documental.
A finales de 2013, después de que Blackfish fuera exhibido en los Estados Unidos por el canal CNN, varios músicos cancelaron su participación en el festival Bands, Blues & BBQ, que se realizó posteriormente en febrero y marzo de 2014 en SeaWorld, a modo de protesta por los supuestos maltratos a los animales de ese parque acuático.
Entre los artistas que se retiraron, están:
Trisha Yearwood, Martina McBride, 38 Special, REO Speedwagon, Heart, Barenaked Ladies, y Willie Nelson.
Tras el estreno de Blackfish, Southwest Airlines, se vio presionada por la opinión pública, a poner fin a su relación comercial de 26 años con SeaWorld.
Southwest respondió, que era consciente de las preocupaciones que las actividades de SeaWorld provocaban, pero que su compromiso con SeaWorld, estaba por encima de ello, y que la relación continuaría.
Finalmente, en julio de 2014, se anunció que el contrato entre ambas empresas, no sería renovado.
En agosto de 2014, SeaWorld reconoció, que la asistencia y los ingresos se habían reducido en torno al 1-2% para el II trimestre de 2014, en comparación con el II trimestre del año anterior.
Los precios de las acciones de SeaWorld, también habían caído para entonces, en un 33%.
En noviembre de 2014, SeaWorld anunció, que la asistencia a los parques había caído un 5,2% respecto al año anterior, y las ganancias habían caído un 28% durante ese trimestre.
A partir de noviembre de 2014, las acciones de la compañía, cayeron un 50% respecto, al año anterior.
A finales de 2015, SeaWorld anunció, que estaría terminando sus espectáculos de orca en 2016, y reemplazándolos con atracciones que promueven la conservación, al año siguiente.
Esto ha sido ampliamente explorado, y es visto como un truco de relaciones públicas por parte de grupos de derechos de los animales, ya que SeaWorld continuará criando y manteniendo a los animales en cautiverio.
Debido a que se niegan a poner fin a su programa de cría, SeaWorld propuso “Project Blue World”, y se le negó el permiso necesario para ampliar su parque en San Diego.
En febrero de 2016, SeaWorld admitió haber utilizado espías para infiltrarse en organizaciones de derechos de los animales.
En el cine, el director de “Jurassic World” (2015), Colin Trevorrow, dijo a Empire Magazine, que Blackfish fue una gran influencia en la película; pues el comportamiento del Indominus Rex cautivo, se basó en el comportamiento de Tilikum en cautividad.
El final de la película animada “Finding Dory” (2016) fue modificado después de que John Lasseter y Andrew Stanton, directores del estudio Pixar, vieran Blackfish, y hablaran con su directora, Gabriela Cowperthwaite.
La descripción del parque marino en la película, fue alterada.
En marzo de 2016, SeaWorld anunció, que Tilikum “había contraído una forma fatal e incurable de bacterias pulmonares a los 35 años de edad”; y anunció que pondría fin a la cría de orcas, y que su actual generación de estos mamíferos en cautiverio, sería la última.
La decisión fue aplaudida por organizaciones de defensa de los animales; a pesar de la fuerza del mensaje no está muy claro, que el debate sobre la cautividad de las ballenas sea de gran interés en estos momentos para el público en cualquier parte del mundo, y que éste no lo considere parte de una discusión más amplia en la que entran todos los animales confinados a zoológicos de todo el mundo; un argumento que en cualquier caso serviría para rebatir a aquellos que criticaron Blackfish, por pertenecer a la categoría “David contra Goliat”, o lo que es lo mismo “pequeñas películas contra grandes corporaciones”, en este caso, SeaWorld.
Blackfish entra de lleno entonces, en un género que puso de moda el cineasta Michael Moore, y que parece estar en alza.
Más para mal que para bien; pues Tilikum falleció ayer, el 6 de enero de 2017, a los 35 años, a consecuencia de la infección respiratoria que había minado su salud, según informó parque SeaWorld de Orlando, EEUU.
Con la pérdida de Tilikum, SeaWorld ahora tiene 22 orcas en sus 3 parques en Orlando, San Antonio, y San Diego.
Las orcas nacieron para vivir en libertad, no para estar confinadas en una piscina, y obedecer las órdenes de los humanos.

“When you know the animal and have a relationship with it.
You know, that he's not killing, because he's a savage.
He's not killing, because he's crazy or because he doesn't know what he's doing.
He's killing, because he's frustrated and has aggrevation.
And when he's...
He has no outlet for it”



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