فروشنده (The Salesman)

“هرگز با یک غریبه، پسر عادلانه مبارزه کنند.
شما هرگز از جنگل که در راه”
(Nunca pelees con un extraño, muchacho.
Nunca saldrás de la selva de esa manera)

En 1949, se estrena por primera vez, “Death of a Salesman”, una obra teatral del dramaturgo y escritor estadounidense, Arthur Miller, siendo vista por muchos, como un ataque al “Sueño Americano” de progresar en la vida, sin considerar los principios éticos, en contraposición a la tragedia de Aristóteles; así como la responsabilidad individual y colectiva del hombre, en el advenimiento de los desastres que se han sucedido a lo largo de la historia.
Esta obra pertenece al género dramático, y su carácter es trágico, pues en ella concluye en el funesto suicidio del protagonista, tras reflexionar acerca de su vida y de los problemas por los que pasa su familia.
La obra otorga a Arthur Miller, un éxito internacional inmediato; y su crítica del utópico “Sueño Americano”, y la presentación del núcleo familiar como ente desestructurado, situaron a este trabajo, en El Olimpo de la atemporalidad.
Piensen ahora, en una película acerca de una persona que infringe un daño, y sobre la consiguiente reacción de los perjudicados...
Víctimas pasivas, redentoras, revanchistas…
Cualquier comportamiento que elijamos, tendrá su consiguiente reflejo en el cine.
El reto se vuelve más complicado, si nos piden que localicemos un film, en el cual los protagonistas reaccionen como una persona, y no como un personaje, es decir, como probablemente actuarían en realidad, y no como lo harían en una película…
Porque la psicología de un personaje, siempre es menos compleja que la de una persona.
En el cine, son aceptadas con mayor facilidad determinadas acciones que no serían admitidas, en ningún caso, fuera de él.
Por ejemplo, tenemos mayor tolerancia a la violencia…
Aplaudimos la muerte o el sufrimiento que padece ante nuestros ojos un personaje malvado, y sin embargo, no apoyamos la tortura o la pena de muerte en la vida real.
Son cotidianos los personajes de gatillo fácil.
Quizás, porque cuando la venganza no se consolida, tendemos a juzgar al protagonista como poco hábil o poco valiente.
Tal es el engaño del cine.
“من دوست دارم به یک لودر و خراب کردن همه از این شهرستان”
(Me gusta traer un cargador, y arruinar toda esta ciudad)
فروشنده (The Salesman) es un drama iraní, del año 2016, escrito y dirigido por Asghar Farhadi.
Protagonizado por Shahab Hosseini, Taraneh Alidoosti, Babak Karimi, Mina Sadati, Farid Sajjadi Hosseini, Ehteram Boroumand, Shirin Aghakashi, Maral Bani Adam, Sahra Asadollahe, Mojtaba Pirzadeh, Mehdi Koushki, Sam Valipour, Emad Emami, entre otros.
El director iraní, Asghar Farhadi, ha elegido en esta ocasión, explorar las consecuencias de tomarse la justicia por mano propia, en la zona gris en la que se confunden el deseo de vengarse, y la intención de enderezar las cosas, de construir algo nuevo.
Un cuento moral, sobre la humillación personal en la que puede desembocar la opresión social.
El título “فروشنده (The Salesman)” es una referencia a Death of a Salesman” o “La Muerte de un Vendedor”, una obra clásica de teatro, escrita por Arthur Miller.
Y es que el propio director afirma, que el mundo del teatro significó mucho para él cuando era joven; por ello el título persa original es “Forushande”, que significa “el vendedor”, debido a que hay otra película francesa, hecha en 2016, nombrada “Le Vendeur” lo que significa “el vendedor” otra vez, por tanto tuvieron que cambiar el nombre en francés para esta producción, como “Le Client”, que significa “El Cliente”
Ganadora de 2 premios en El Festival Internacional de Cine de Cannes de 2016, al Mejor Guión y Mejor Actor (Shahab Hosseini), فروشنده (The Salesman) es la propuesta iraní a los premios Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera, siendo su director, un ganador de esa estatuilla por su filme:
“جدایی نادر از سیمین‎‎” (A Separation – 2011), y 4ª película de Farhadi que se somete como entrada iraní, para competir en los premios Oscar.
Farhadi es uno de los grandes maestros actuales, en el arte de introducir el suspense y la duda, que provocan situaciones pequeñas y casuales, y que hacen temblar los más sólidos cimientos de las relaciones humanas.
Y con فروشنده (The Salesman), Farhadi explora con habilidad maestra, asuntos como códigos de honor, tensiones familiares, y conceptos como la justicia.
El cine de este director iraní, es reconocido en los círculos cinéfilos, por crear dramas desencadenados por elementos pequeños, que se salen de control en un efecto bola de nieve, y eventualmente, llegó ese catalizador tras tantas escenas del día a día de nuestros personajes:
Una pareja joven de actores, Emad (Shahab Hosseini) y Rana (Taraneh Alidoosti), que mientras están montando la obra “Death of a Salesman” (1949) del dramaturgo, Arthur Miller, deben dejar su piso en el centro de Teherán, a causa de los trabajos que se están efectuando, y que amenazan el edificio.
Por lo que se instalan en otro lugar, uno que pertenece a una mujer que, se deja entrever, se prostituye.
Esto terminará conduciendo a una confusión, en la cual, un hombre entra a la casa a buscar a esta mujer, y se encuentra con otra… la nueva habitante…
Ese incidente, relacionado con el anterior inquilino, cambiará dramáticamente la vida de la joven pareja.
Emad, por un lado, tratando de entender qué pasó, y de desenmascarar al culpable.
Ella, Rana, prefiriendo el silencio, con miedo tras la situación que suponemos traumática; y si bien ella parece querer olvidar el asunto, él está decidido en encontrar a la persona que la golpeó o, acaso, la violó.
Eso lo llevará a más de una sorpresa, no solo en relación a quién resulta ser el acusado en cuestión, sino a qué actitud tomar una vez que se sabe quién es el culpable.
Y eso los dividirá acaso de una manera más profunda que el hecho en sí.
Farhadi describe todo esto de forma sutil, consciente de la complejidad del ser humano; y ahonda en cuestiones específicas de la sociedad iraní al respecto de situaciones de este calibre, que seguramente serían tratadas de otra manera en una sociedad con menos influencia religiosa.
Realidad y ficción se mezclan, creando una tensión muy similar a la obra que representan en el teatro, como a la vida personal de la pareja, además de las tradiciones persas que colaboran con la propuesta, casi costumbrista del país del Medio Oriente.
La alusión insistente a “Death of a Salesman” de Miller, es algo más que un homenaje al dramaturgo estadounidense, es la constatación de que los personajes de la obra de teatro, son universales, y que el fracaso y la destrucción de la paz y los sueños, son consecuencia del abandono de los principios éticos.
Una obra que ilustra el poder del destino ante la voluntad de seguir luchando, y que aborda, entre otros motivos, la cuestión de la mentira y el hecho de que cada uno es parcialmente responsable de lo que le pasa.
Una puesta ante el espejo del pequeño teatro que es la vida, y de la influencia de las circunstancias exteriores sobre la percepción interior que Asghar Farhadi opera con una exquisita finura bajo, el aspecto aparentemente simple, de un evento perturbador, y de una serie de malentendidos en la que cada personaje cree hacer lo correcto, y acaba viendo cómo la situación se vuelve en su contra.
El dilema moral y la variedad de perspectivas en el clímax, así como la tensión casi insoportable, y los temas que salen a flote, hacen que la experiencia valga la pena.
“چگونه مردم را به گاو تبدیل؟”
(¿Cómo se dirigen las personas a las vacas?)
Recreado de manera contundente, y profundamente conmovedora, el peso de la humillación, es lo que vamos a presenciar en فروشنده (The Salesman), la reciente creación del director iraní, Asghar Farhadi, quien definitivamente, se viene consolidando como uno de los directores más profundos y calificados del cine contemporáneo.
Con “فروشنده” (The Salesman) el director, como siempre, no entrega una película 100% de actores, literalmente, que técnicamente no posee alardes cinematográficos notables, sino que carga todo el peso trama en los personajes, en su fuero interno, como bomba de relojería a punto de explotar.
Con una narración clásica, Farhadi, también autor del guión, va diseccionando una trama ambientada en la sociedad iraní, por lo cual, va a ser importante en su contenido, lo que suceda con el honor de las personas, tanto para quienes sufren, como para el culpable de producir ese sufrimiento, cuando es encontrado.
فروشنده (The Salesman) establece de forma clara los giros argumentales, logra tener un desarrollo aceptable, nada sobresaliente, siendo lo más interesante la intriga alrededor de lo que acontece:
Una joven pareja, se ve obligada a evacuar su edificio a causa de un inminente derrumbe.
Obligados a desalojar a toda prisa, cuando unas obras dañan los cimientos del edificio en el que viven, abriendo grietas en las paredes, y poniendo todo el edificio en peligro de derrumbe, una situación provocada por la acción humana, y no por la naturaleza, como imaginan al principio los residentes, atemorizados ante la idea de un terremoto…
Emad y Rana, una pareja de treintañeros, sin hijos, están en la calle.
Abandonando pronto la idea de recurrir a medios legales para recuperar el depósito, aceptan la propuesta de uno de sus compañeros del grupo de teatro, que quiere ayudarles, y tiene un apartamento vacío, siendo un golpe de suerte en una ciudad tan superpoblada como Teherán.
Pero la anterior inquilina, ha dejado inoportunamente varios efectos personales, así como una reputación que hará a Rana, víctima de un incidente.
Todo ello, tras escuchar las excusas y el desentendimiento de su casero, que no quiere oír hablar de ninguna responsabilidad en el incidente.
Emad es profesor, mientras que Rana se queda en casa, pero ambos comparten una pasión:
Ser miembros de un talentoso grupo de teatro.
El protagonista opina, que “una sonrisa puede abrir muchas puertas” y, en este caso, su amabilidad con la gente, ha dado los resultados deseados, obteniendo el “enchufe” para entrar en su nuevo piso.
Pero aquí entra en juego lo irónico de la situación descrita por Miller, y adaptada por Farhadi, cuando creemos estar saliendo beneficiados por una transacción amistosa, lo más probable es que la otra persona piense lo mismo...
Detrás de una sonrisa, se ocultan mil miserias.
Y llega el trágico suceso desencadenante de toda la trama:
Rana escucha sonar el teléfono, antes de darse una ducha y, presumiendo que es su marido quien llama, como posiblemente hayamos hecho todos alguna vez, aprieta el botón de abrir, sin preguntar, e instintivamente deja la puerta de acceso a la casa entornada, para poder seguir con su aseo personal.
Instantes después, llegaría Emad, encontrándose un reguero de sangre en el suelo, y la casa vacía.
Su mujer, ha sido atacada por un desconocido, que se dio a la fuga, dejando tras de sí, las llaves de su coche, dinero, y un móvil; siendo trasladada al hospital con una contusión en la cabeza.
Emad, se decide a encontrar al culpable, gracias a que este olvidó su camioneta frente al edificio la noche del ataque a su esposa, y cuando finalmente lo encuentra, no se entera de muchos más detalles que nosotros...
Su esposa, también se niega a hablar; un póster de “Skammen” (La Vergüenza) de Ingmar Bergman, postrado en una pared del apartamento, no parece algo fortuito después de todo.
Desde ese momento, el protagonista dedicará todo su tiempo a buscar una venganza con la que salvar el honor de su familia o, al menos, eso piensa él.
El daño ya está hecho.
El hombre se muestra reacio a indagar en los detalles de la agresión, pues teme encontrar una respuesta que lo suma en un profundo estado de humillación.
Su mujer, muestra síntomas claros de haber sufrido abusos sexuales, sin embargo, el marido prefiere quitar importancia al asunto, y dejar que la pobre Rana pase por la traumática experiencia, sólo con su ayuda y el silencio, al miedo de qué dirán.
Cada vez más alienado por su personaje, la vida mental de Emad y su conducta, se rigen por la máxima de alimentar la representación de su familia con una normalidad inaguantable.
Recurre para ello a ilusiones y deseos de venganza que, de tanto repetirse, construyen la narrativa de su nueva vida.
El comportamiento de los hombres en la película, es hereditario de la brutalidad machista hegemónica de su país, seres rencorosos y egoístas, que piensan que con la destrucción y la humillación retributiva, serán felices; cuando el verdadero motivo de su infelicidad reside en su comportamiento como falla a su estilo de vida ejemplar, de docente de un colegio, y en su incapacidad para olvidar.
La mujer, por el contrario, aunque es quien más sufre mentalmente, es piadosa y humilde.
Conoce bien que su felicidad no pasa por arruinar la vida de nadie y, en su vergüenza y padecimiento, será la única que pueda poner límite a los accesos violentos masculinos.
فروشنده (The Salesman) resulta un trabajo demoledor, y muy bien dirigido, que expone un problema clásico y perenne en la sociedad contemporánea.
En cuanto el agresor, la pareja, y posteriormente la familia del agresor, se encuentran encerrados en la misma habitación, se precipita un dilema ético que se extiende durante la última hora, y crea bastante tensión, una tensión en gran parte lograda por toda la expectativa acumulada en el espectador durante la primera hora, y con la comprensión que esta nos brindó sobre los personajes y sus acciones, gracias a todas esas escenas aparentemente banales.
Durante la resolución, cuando Rana, a sabiendas de que poco se gana con una venganza, prefiere tomar un camino de redimir, que puede ser polémico, y una bajeza ética, pero hay que volver a lo mismo:
¿A dónde lleva una venganza?
La mujer, así se forja como un ser conciliador ante la brutalidad sin sentido del hombre.
Por tanto, no es esta una película sobre la venganza, o al menos no sólo es eso.
Es un trabajo reflexivo, sobre todo lo que rodea a una acción súbita y despiadada.
Las secuelas que produce en la víctima directa, y en quienes la rodean.
La vergüenza que sufren estos, y la vergüenza que padece el verdugo.
Pero ojo, فروشنده (The Salesman) no busca glorificar la perspectiva masculina al enfocarse en ella, sino exponer sus motivos, y la gran ironía de que todo el drama no se acrecentó por una cuestión de justicia, sino de orgullo, un orgullo que impide ver los matices de la suerte moral, que causa juicios rígidos en blanco y negro, y que se ciega ante una perspectiva femenina, de víctima incluso, que al final es más racional, humana, y que se trasmite al espectador con tan solo una mirada.
De los actores, todos muy naturales, logrando que empaticemos y compartamos la angustia y la zozobra de la situación en la que viven.
De nuevo, Shahab Hosseini y Taraneh Alidoosti, con el mismo brillo que ya habían demostrado en los filmes previos de Asghar Farhadi.
Nos acostumbramos a las pequeñas perlas de las miserias humanas de Asghar Farhadi:
La venganza y el dolor, intentan explicar la actuación del protagonista que, a pesar de su supuesta racionalidad, es llevado como una marioneta de un demiurgo al límite, para sacar de sí, esa sinrazón de odio y venganza, hasta la frontera del hundimiento personal.
Como metáfora inicial, vemos que la demolición se allega hasta sus vidas, pero más allá de la física, “Death of a Salesman” de Miller ronda el ambiente, anticipando la alegoría final.
Con o sin maquillaje, vemos que los pequeños toques e invitaciones visuales nos allegan en un ciclo sin salida, en una espiral de consecuencias nefastas, sin saber hasta qué punto los protagonistas se resquebrajan por ellos mismos o por los demás.
Es una bella parábola de las formas sociales, el orgullo ancestral y la venganza, hasta la ceguera permanente.
El punto fuerte, es la valentía de su director, quien en su línea, se convierte en funambulista, para recorrer la fina línea que separa la denuncia de la ilegalidad en su país; y como reflejo de Irán, el director no le vuelve a temblar la mano en mostrar el contraste con Occidente.
Una de las sorpresas, es la presencia de 2 historias paralelas:
La ya descrita, y una segunda en las tablas, siendo la pareja protagonista, miembros de una compañía de teatro que representa “Death of a Salesman” de Arthur Miller.
Vemos en esta parte, obligaciones absurdas, como vestir a personajes que aparecen desnudos en el texto original.
También, los cambios de última hora, impuestos por el comité censor...
La parte teatral de la obra, sirve para mostrarnos que la pareja protagonista, gente humanista, son cultivados, y está en ellos de decidir, qué hacer cuando descubren la identidad del agresor.
فروشنده (The Salesman), utiliza el libreto del dramaturgo, tanto de manera explícita, mediante la representación meta-cinematográfica de la obra; como implícita, proporcionando a su filme, un tratamiento descriptivo simbólico de la tragedia de un hombre corriente, en una sociedad machista sin principios.
Aquí, Farhadi establece una separación cultural-sexual muy acertada, para dejar a la mujer como el elemento razonable dentro de una sociedad brutalizada y arraigada en un patriarcado moderno, pero inquebrantable.
Dicha pieza teatral, es reflejada con una fotografía en clave baja, y transmite lo que la pareja oculta, o no comunica abiertamente sobre aquel aciago hecho.
Como ocurre en “Hamlet” de Shakespeare, una puesta en escena se va convirtiendo en un medio de revelación.
Lo metaficcional en فروشنده (The Salesman), se aproxima así a la tragedia shakesperiana, y las actuaciones, que van “in crescendo” hasta enfrentarse a una desgracia precedida de emociones encontradas y dilemas morales, alcanzan un poder cinematográfico sugerente, que nos deja pensando después de acabada la película, hasta dónde pueden llegar las pasiones más bajas.
A pesar de ello, la complejidad de los personajes compuestos por Farhadi, es tal, que el bien y el mal, la luz y la oscuridad, conviven en ellos como un solo ser.
Ese mundo del teatro, lo incluyó en sus 2 personajes, una pareja que se mueve en el ambiente cultural pues trabajan en él.
“Emad y Rana, son una pareja iraní de clase media.
No podemos decir, que representan la mayoría de las parejas de esta clase, tanto por su relación o como individuos…
Es una pareja ordinaria, con sus propias características.
Ambos están en la esfera cultural, y actúan en teatro, y ambas se encuentran en una situación que revela aspectos inesperados de sus personalidades”, revela el director.
En esta historia, como en sus anteriores películas, Asghar Farhadi hace una reflexión sobre su ciudad, y el crecimiento desmedido que termina afectando a las personas:
“Teherán es muy cercana a New York, en la forma como es descrita por Miller.
Es una ciudad, cuya cara está cambiando a un ritmo vertiginoso, destruyendo todo lo que es viejo, huertos y jardines, para ser reemplazados por Torres.
Es un paralelo entre la película y la obra teatral.
Teherán, está cambiando de una forma irracional, frenética y anárquica.
Cuando una película cuanta la historia de una familia, la casa, obviamente, tiene un papel importante.
De nuevo, como en mis películas pasadas, la casa y la ciudad, juegan un rol central”
El director, que no se acobarda, con la suficiente sutileza llega a tratar en esta nueva entrega, temas como la prostitución, la venganza y la violación; y en esta última reside una de las claves de فروشنده (The Salesman), que denuncia la falta de protección a las mujeres ante tal crimen.
En definitiva, فروشنده (The Salesman) es un retrato esencial y detallado de una reprimida Irán, que abraza la denuncia social, partiendo del conflicto íntimo que surge en una pareja, cuando ella es agredida en su propio piso, al que recién se han mudado, por un desconocido.
El miedo al “qué dirán”, al “qué pensarán”, al “cómo nos afectará”, es lo que les cohíbe y reprime de hacerlo público, y denunciarlo ante la policía.
Más que nada, por evitar el miedo a la humillación al que posiblemente se verían sometidos por una sociedad retrógrada y opresiva.
Y claro, la herida lejos de cicatrizar, no hace más que supurar, hasta llegar a las consecuencias más irreversibles e hirientes.
Gracias a las últimas imágenes del filme, con Emad siendo maquillado para la siguiente puesta en escena, se interpreta que Farhadi quería transmitir, que lo que acabábamos de ver, fue un conflicto que tenía sus raíces en un rol que el protagonista buscaba cumplir.
Eso, y tal vez que la puesta en escena de la película en sí, es de naturaleza muy teatral:
Sin problemas, uno puede imaginar que los actores están moviéndose en escenarios de cartón, a pocos metros de tu asiento, durante el clímax.
Queda la duda:
¿Cómo es posible, que alguien tan viejo, con problemas cardíacos, pueda huir, y nadie pudo haberlo visto?
De lo contrario, no tendríamos película, supongo.
“من نمی گویم او یک مرد بزرگ است”
(No digo que sea un gran hombre)
La humillación, es algo bastante común en Irán; y las mujeres suelen llevar en esto la peor parte.
Además de la manera cómo deben ocultarse a los hombres, “namus” como “virtud”, para no despertar en ellos miradas insinuantes o lascivas, también las mujeres son humilladas públicamente por cualquier transgresión al Corán; son prácticamente ignoradas, cuando caen víctimas de maltrato intrafamiliar… y ahora, hasta cuando deciden vivir en unión libre, son consideradas adúlteras, humilladas públicamente, y en ocasiones, condenadas a muerte.
En ciertos casos, las personas consideran la humillación más grave que la muerte, pues, ésta puede significar el aniquilamiento moral con el que se desintegra la dignidad y la respetabilidad que se conservaba, hasta ahora, ante la familia y los amigos.
La tesis de فروشنده (The Salesman), golpea en sus últimos minutos de metraje al espectador, pues su planteamiento no deja de ser bastante crítico:
La venganza no provoca más que caos, destrucción y más dolor.
Asghar Farhadi, sigue construyendo su filmografía mediante mensajes y denuncias potentes que cumplen su objetivo:
Ser conocidas por el gran público, ahí donde es necesario, en su país, ignorando la más que frecuente mirada condescendiente del público occidental.
En فروشنده (The Salesman), como en la obra “Death of a Salesman” de Arthur Miller, la protagonista tiene cierta semejanza con la madre del protagonista de “La Metamorfosis” de Kafka.
Las mujeres viven solo para sus maridos, no piensan por sí mismas, no cuestionan nada, están sometidas al dominio del hombre, como dueño del hogar.
No se ponen en el lugar de sus hijos, y siempre eligen estar al lado de sus esposos, aunque consideren en voz baja, que puedan estar equivocados en algunas cosas.
A través de todas ellas, nos damos cuenta de los vicios sociales existentes, no sólo en el contexto sociocultural en que se produce la obra, sino más bien aquellos existentes hasta hoy en nuestra sociedad.

“آنها این شهرستان از بین برد یک بار، آنها دوباره آن ساخته شده است و در حال حاضر این است که آن”
(Arruinaron esta ciudad una vez, la construyeron de nuevo, y ahora esto)



Comentarios

Entradas populares