Grizzly Man

“In nature, there are boundaries”

Existen documentales que consiguen mucho más que, simplemente, “documentar” algo, y demuestran hasta qué punto el documental es una de las expresiones artísticas más importantes de nuestros días.
Y aún más, porque hay documentales que reniegan de plano de lo que se puede esperar de ellos, y se convierten en una pieza íntimamente subversiva, revitalizadora, que destruye cualquier filtro ético y narrativo preexistente, y hacen añicos la estructura secuencial, alcanzando algo mucho más resbaladizo y valioso, mucho más inasible, que se asemeja mucho a lo que debe ser una verdad.
El Parque y Reserva Nacional Katmai, es un parque natural y reserva de los Estados Unidos, ubicado en el sur de Alaska, conocido como El Valle de Las Diez Mil Fumarolas, habitado por osos grizzly.
La mayoría de este espacio, es un área dedicada a la naturaleza y vida salvaje, donde la caza está estrictamente prohibida.
El oso grizzly (Ursus arctos horribilis), es una de las subespecies del oso pardo (Ursus arctos), más grandes del planeta, que suele vivir en las tierras altas del territorio norteamericano.
Es un animal solitario, excepto durante la temporada del desove del salmón, cuando se junta un enorme número de osos en arroyos y zonas costeras para alimentarse.
Puede alcanzar pesos de hasta 550kg, aunque ciertos especímenes de la península de Alaska, han llegado a pesar los 680kg.
Miden 1 metro a los hombros al estar postrados sobre sus 4 patas, mientras que al posarse sobre sus patas traseras, alcanzan los 2,4 metros.
Katmai cuenta con la población de osos grizzly protegidos, más grandes del mundo, estimada en cerca de 2,200 osos.
Usualmente, los osos se congregan en las cascadas Brooks Falls, cuando los salmones están desovando, y muchos fotógrafos reconocidos, acuden a la plataforma de visitantes a tomar fotografías.
El oso grizzly es considerado por muchos, como el oso más agresivo, incluso entre el resto de los osos pardos.
Anecdóticamente, cuando el naturalista estadounidense, George Ord, nombró formalmente al animal en 1815, confundió la palabra “grizzly” con “grisly”, que en inglés se refiere a algo “repelente” o “terrible”, y lo nombró con el sufijo “horribilis”
Muchos ataques a humanos, resultan de un encuentro cercano accidental, en el cual, una persona sorprende a corta distancia a un oso que no había visto.
En estos casos, el animal puede o no lastimar a la persona.
Sin embargo, el 6 de octubre de 2003, se produjo una tragedia, cuando un oso mató y devoró al ecologista Timothy Treadwell y a su novia, Amie Huguenard.
Timothy Treadwell, nacido Timothy William Dexter, fue un activista ecologista y documentalista aficionado, carismático, insistente, meticuloso, y con capacidad para hacer llegar su mensaje ambientalista.
Desde niño, ostentaba condiciones para dedicarse a la actuación, pero al ingresar a la universidad, y luego de no lograr un papel para la serie televisiva “Cheers”, su promisorio hijo, según declaran sus padres, cayó en picado.
Así pasaría su tiempo sin rumbo, en  los bares de mala muerte de Long Island; perdido entre el olvido etílico, la euforia de las drogas y la adrenalina de inmiscuirse en riñas callejeras.
El giro copernicano lo inicia cuando conoció la historia de los osos Grizzlies oriundos de Katmai, Alaska.
Fue entonces que cambió los vicios, por el contacto profundo con el medioambiente, intentó desprenderse de la civilidad, y acercarse a la manada a través de retrotraerse a un estado de convivencia más primitivo.  
Treadwell, fue a Alaska en el verano de 1989, y fue entonces cuando por primera vez vio desde su tienda de campaña a los osos grizzly en el santuario de McNeil River State Game.
Esta experiencia fue tan importante para Treadwell, que en ese preciso momento decidió dedicar su vida a la protección de estos osos y de su hábitat.
En 1992, ya estaba instalado con su tienda de campaña en el Parque y Reserva Nacional de Katmai, viviendo entre los osos en la época en que estos se acercaban al río en busca de salmones.
Treadwell se trasladó para estudiar, documentar y protegerlos de los cazadores furtivos; anduvo por los inmensos valles, y se adentró en zonas peligrosas desconocidas por el hombre.
Recorrió sin armas ni protección, el llamado “Laberinto de Los Osos”, un lugar con vegetación impenetrable, lleno de cuevas y de túneles hechas por los plantígrados.
Allí, pudo experimentar en carne propia, el ser profundo del universo natural, durante 13 veranos, entre 1990 y 2003.  
Su labor ecológica, le otorgó la notoriedad que no pudo conseguir en la artificialidad del mundo del espectáculo:
Daba charlas en colegios, aparecía como invitado en shows televisivos, escribió en coautoría con Jewel Palovak, un libro llamado “Among Grizzlies”, y fundó la organización Grizzly People.
Toda una celebridad a nivel nacional, pero con más pasión por divulgar la maravilla salvaje, que sentido común que lo resguardara del peligro.
Y es que Timothy se acerca a ellos a distancia imprudente, proscripta por las disposiciones federales:
No menos de 90 metros es lo permitido, pero él llega incluso a tocarlos, los primeros planos que el grabó, hablan de una distancia menor al metro y medio.
Iba generalmente solo, a veces lo acompaña una novia, una mujer, género con el que confiesa tener dificultades…
Acampa cada tanto en la espesura de un pequeño bosque, contraviniendo otra disposición, que indica que las guaridas humanas, deben estar a la vista.
La sociedad humana, con sus mujeres exigentes, sus infinitas disposiciones absurdas, sus depredadores insensibles, se van convirtiendo cada vez más en el enemigo.
Porque Treadwell mira a los osos, y se cree mirado y reconocido por ellos...
El ojo de su cámara, captura sus costumbres, para que la civilización de la que se siente cada vez más lejos, pueda ver lo mismo que él ve:
Osos que cazan salmones en el río, que compiten entre sí, que vagan mansamente por la llanura, que pueden “posar” a cierta distancia, mientras Treadwell habla, dándoles la espalda, a la cámara.
La osadía de Treadwell, rayaba lo suicida, y por eso sus filmaciones impactaban, no tan solo por los imponentes paisajes, sino por la cercanía de los grizzlis con él.
Muchos naturalistas, no podían creer que nunca haya sufrido un solo rasguño, o ataque de parte de estas formidables bestias en todo ese tiempo.
Numerosos expertos, entre los que se encuentran miembros del propio Servicio de Parques Nacionales, criticaron duramente a Treadwell, por no respetar las normas básicas de seguridad en un entorno de estas características.
En concreto, y de acuerdo con el archivo que se guardaba con respecto a él, Timothy Treadwell, violó entre 1994 y 2003, al menos 6 normas del parque.
Entre estos incumplimientos están:
El de guiar a turistas sin poseer la licencia apropiada, almacenar de modo incorrecto la comida, o acampar en el mismo lugar durante más de 7 días, esta última, a menudo conocida como “la regla Treadwell”, una norma creada ad hoc, específicamente para él.
Asimismo, los guardabosques también insistían en que llevase un spray de pimienta, como arma de defensa personal, crítica en la que coincidía el naturalista Charlie Russell, otro experto en la convivencia con los osos.
En los 10 primeros años, Treadwell plasmó todas sus experiencias en diarios y fotografías, pero en el año 1999, Minolta prestó video cámaras a Grizzly People, la organización que Treadwell había fundado con su amiga Jewel Palovak, permitiendo que Treadwell capturara el día a día de Katmai, como nunca antes se había visto.
En octubre de 2003, los restos de Treadwell, de 46 años, junto con los de su novia Amie Huguenard, de 38, fueron encontrados cerca de la zona donde acampaban en El Parque Nacional de Katmai, en Alaska.
Un oso pardo de 30 años, con el número 141 marcado por el servicio de parques estatales de Estados Unidos, los había atacado y devorado.
Cuando el ataque tuvo lugar, la cámara de video de Treadwell estaba encendida, aunque con la tapa de la lente puesta, así que sólo se grabó el sonido.
Sus cadáveres los descubrió al día siguiente, Willy Fulton, el piloto que tenía el trabajo de ir a buscarlos.
Parte de sus restos, fueron encontrados en el lugar de la matanza, y otra parte en el interior de uno de los osos que los devoró, un macho de gran tamaño y de más de 3m de altura, que el propio Timothy consideraba, de acuerdo con sus grabaciones, como un animal peligroso, y no precisamente amistoso.
Este oso y otro más joven, fueron muertos a tiros por los guardabosques durante la operación de recuperación de los restos humanos.
También se encontró una cámara de vídeo con la tapa de la lente todavía puesta, que supuestamente había grabado 6 minutos de audio, correspondiente al ataque.
En los 85 años de existencia del Parque Nacional Katmai, este ha sido el primer caso de ser humano muerto a garras de un oso.
Este “Grizzly Man” ya había aparecido en un especial para la televisión titulado “The Grizzly Diaries”, en el que aparecía Treadwell en 1999.
Poco después de su muerte, el Canal Discovery empezó a incluir la historia de Treadwell, en el programa “Anatomy of a Grizzly Attack”
Rápidamente, Werner Herzog se dio cuenta, que la historia de Treadwell daba la oportunidad a una película que pudiera examinar, no solo la relación de un hombre con la naturaleza, sino también explorar a un individuo complejo y fascinante.
“I believe the common denominator of the universe is not harmony, but chaos, hostility, and murder”
Grizzly Man es un documental del año 2005, escrito y dirigido por Werner Herzog.
Protagonizado por Timothy Treadwell, Amie Huguenard, Warren Queeney, Willy Fulton, Carol Dexter,  Franc G. Fallico, Sam Egli, Val Dexter, entre otros.
Trata sobre las filmaciones y puntos de vista de Timothy Treadwell, un ecologista entusiasta de los osos grizzly.
El director, Werner Herzog, llegó a la historia de Treadwell de casualidad:
“A principios del verano de 2004, estaba visitando las ajetreadas oficinas de la productora Creative Differences, que pertenecen a Erik Nelson, un cineasta que produce una media anual de 75 horas de documentales, para aproximadamente 10 canales de televisión”
Tal y como Herzog lo describe, perdió sus gafas, y estaba echando un vistazo a la mesa de Nelson para ver si había rastro de ellas:
“Erik Nelson creyó que estaba mirando algo en concreto, dio un empujón a un artículo de Timothy Treadwell, y me dijo:
“Lee esto; es una fantástica historia en la que estamos trabajando ahora”
Herzog recuerda:
“Lo leí, y de inmediato supe que era una película para mí.
No importaba nada, sólo que tenía que hacerla.
Tenía la sensación de que había algo mucho más grande en la historia de Treadwell; y probablemente no solo fuera una mirada a la naturaleza salvaje, sino una mirada a la naturaleza humana:
El lado oscuro, los demonios, y también los regocijos y éxtasis”
Así, Nelson le pasó a Herzog las riendas de Grizzly Man.
La aprobación definitiva vino de la mano de Jewel Palovak, que era la persona que controlaba los derechos de los archivos de Treadwell, como cofundador de Grizzly People.
Palovak, había conocido a Treadwell desde el año 1985, y durante algún tiempo fueron pareja; y sentía una gran responsabilidad por el legado que su amigo había dejado.
Muy a menudo, Treadwell discutía sus videos con su amiga Jewel:
“Timothy era siempre muy dramático.
Daba igual que fuera su mejor día o que fuera el fin del mundo.
Utilizando una hipérbole familiar, siempre me había dicho:
“Si muero, si algo me pasa, haz esa película.
Hazla y enséñala”
Pensé que Werner Herzog definitivamente podía hacerlo”, afirmaba Palovak.
“Descubrí una similaridad entre Werner y Tim:
Ninguno de los 2 podía abandonar algo en lo que creían.
Yo sabía que no harían una película borrosa sobre la naturaleza, o una pequeña pieza de museo.
Sabía que Werner le daría una sinceridad muy atrevida”, dijo el productor.
La principal fuente del documental, evidentemente son las grabaciones de vídeo que muestran a Treadwell en compañía de los grizzly, durante sus estancias en El Parque y Reserva Nacional Katmai.
Intercaladas entre dichas grabaciones, se presentan entrevistas a antiguos conocidos suyos, que hablan de sus recuerdos y opiniones, tanto sobre los puntos de vista de Treadwell, como sobre su persona.
La película final, fue coproducida por Discovery Docs, la unidad fílmica de documentales de Discovery Channel y Lions Gate Films.
La producción, tenía que empezar rápido para poder aprovechar los escenarios que nos ofrecían el verano, la temperatura y la actividad de los osos en Alaska.
Herzog, viajó a Alaska en Agosto, acompañado por Palovak, que hacía de productor ejecutivo.
La producción, empezó en Alaska, continuó en Florida, en casa de los padres de Treadwell, y terminó en California.
A lo largo de su carrera, Werner Herzog se ha interesado siempre por individuos que se mantienen, de alguna manera, alejados de la sociedad, y que se arriesgan por conseguir sus aspiraciones personales; por lo que Grizzly Man es una pequeña obra maestra del género documental, que nos transporta al corazón de una compleja oscuridad.
Entre 1990 y 2003, Timothy Treadwell, camarero, actor ocasional, y ex-alcohólico, pasó 13 veranos conviviendo con los osos grizzly, en el parque nacional y reserva Katmai, en Alaska.
Con el tiempo, comenzó a pensar que los osos le tenían confianza, permitiéndole acercarse, y a veces incluso tocarlos.
En varias ocasiones, las autoridades del parque, le advirtieron de que su comportamiento era peligroso, para él y para los osos.
N obstante, Treadwell filmó sus logros, y utilizó las imágenes para llamar la atención sobre su situación en los Estados Unidos.
En 2003, hacia el final de su 13° visita, fue atacado, muerto, y en parte comido por un oso.
Su novia, Amie Huguenard, corrió la misma suerte.
Al testimonio de Jewel Palovak, se le dedican varios minutos en el documental, al ser la dueña del material, y una de las que tiene derechos en la obra de Treadwell.
Por tanto, se incluyen momentos fuertes, como en la morgue, cuando se le entrega a ella el reloj de pulsera de Treadwell; cuando recibe a Werner Herzog en su casa, y cuando el director escucha frente a ella, y con auriculares el ataque, pues la cámara registró los sonidos, aunque no las imágenes.
Es ahí cuando Herzog le sugiere a Palovak, que destruya la cinta.
Werner Herzog describe la última cinta de Timothy Treadwell, mientras le dice que nunca la escuche, pues sigue siendo “un Elefante Blanco en la habitación”
El “Elefante Blanco”, es una figura diferente del discurso del “Elefante en la habitación”:
“Elefante Blanco” significa un proyecto extravagante, pero inútil; mientras “Elefante en la habitación”, significa algo tácito, que es sin embargo obvio.
Grizzly Man nos muestra pues a un hombre que puede ser encantador, y a la vez aterrorizador, lo mismo que ese mundo que tanto ama; y hace de este documental, un encuentro poco frecuente, entre el descabellado idealismo de Treadwell, y la sombría visión del mundo de Herzog.
A su manera, era una especie de animal salvaje:
Podía ser encantador, cálido y tranquilo, pero a la misma vez era una persona oscura y turbulenta.
Werner, que no tiene miedo a opinar y mantener esas opiniones firmemente, hace que veas tanto la belleza, como la parte oscura de Treadwell, y encima en el mismo lugar en el que estuvo viviendo durante 13 años
Es una historia trágica, a la que Herzog se refiere en su película como ejemplo de la “disneyficación” de la naturaleza por parte de la sociedad estadounidense.
Por lo que Herzog conduce su propia expedición hacia el conocimiento de lo incognoscible; la verdadera tarea de cualquier director; y Herzog hace de ello, un arte.
Grizzly Man “aclara” el misterio que fue Timothy Treadwell, partiendo de su muerte, para revelar el pasado que él mismo había escondido durante tantos años.
“I'm in love with my animal friends.
I'm in love with my animal friends!
In love with my animal friends.
I'm very, very troubled.
It's very emotional.
It's probably not cool even looking like this.
I'm so in love with them, and they're so fucked over, which so sucks”
Algunos de los grandes documentales de Werner Herzog, y Grizzly Man uno de ellos, tienen la apariencia de ser transparentes, de prescindir casi del estilo y de la mirada.
Pero bajo ese aspecto inocente, se esconde una trampa implacable.
Contienen una mirada escrutadora, obsesiva, extática, que espera pacientemente a que de lo normal y regular, emerja lo alucinatorio, lo transgresivo, lo aún nunca visto.
El instante embriagador en que un límite humano está siendo rebasado, y una nueva frontera de conocimiento, está siendo ganada.
Grizzly Man, es la última entrega del cineasta alemán, Werner Herzog, un documental prestado, que tira de las imágenes rodadas por el propio Timothy Treadwell, para narrar su vida entre osos… y su muerte.
Treadwell, un hombre al parecer sin oficio ni beneficio claro, tras una serie de experiencias negativas en su existencia, tales como una sobredosis, y que no le contrataran para el papel de camarero en “Cheers”, prefiriendo en su lugar a Woody Harrelson, descubrió 13 años antes de su muerte, que su misión en la vida, era defender a los osos pardos de Alaska.
En el primer plano del filme, sobre la imagen de nuestro personaje, leemos:
“Timothy Treadwell (1957-2003)”
Es importante para Herzog, que el espectador tome conciencia, desde el primer instante, que aquello que va a contemplar a continuación, por muy estúpido y descabellado que parezca, tiene la trascendencia de un último aliento, el poder de unas imágenes que preludian las últimas, y que abren un interrogante aparentemente imposible:
Analizando las imágenes del documental encontrado:
¿Es posible hallar algún signo de muerte que pronostique la inminente fatalidad?
¿Es la cámara, lo suficientemente sensible, como para dar un resultado profético, capaz no sólo de revelar el tiempo presente de la imagen, sino contener parte de futuro?
Y más allá del cine y sus imágenes, estudiando la historia de esta aventura, leyendo las últimas entradas del diario de Timothy:
¿Hasta qué punto podíamos predecir el preciso instante de su muerte?
El documental empieza, y los signos suceden:
Su último verano con los osos, fue el nº 13; el último oso que filmó, quizá su asesino, parece jugar en el agua, pero quizás sólo está desesperado buscando comida; Amie, la novia de Timothy, ausente en el resto de filmaciones, aparece como despedida en el último vídeo, justo antes de morir; el último plano rodado, el más revelador, muestra Timothy desenfocado, improvisando y estirando su discurso en un paisaje que se mece por un viento paulatinamente agresivo.
Entonces, Herzog afirma:
“Parece que duda sobre si debe salir del último cuadro de su película”
Finalmente, sale...
Ya no está, desaparece.
En su diario había escrito indignado:
“Cómo odio el mundo de los humanos”
Y Herzog, otro loco aventurero, pero también un sabio, no le respalda:
“La aventura de Treadwell, sus vídeos, demuestran que no se trata de mirar la vida salvaje, sino de mirarnos a nosotros mismos, nuestra naturaleza”
Poco a poco, sin prisas, tomando al espectador como un ser paciente e inteligente, Herzog va escarbando en el pasado remoto, en las razones ignotas, y en los rasgos de personalidad de un hombre en apariencia cabal, y sin falla alguna, y comienza a edificar certezas, y a desmoronar lugares comunes, y a dibujar la atormentada vida de un solitario incurable, de un hombre antisistema enfrentado a la sociedad, al hombre y a la vida.
Es decir, que por muy fascinante, que lo es, que sea su relación con la naturaleza, mucho más lo es aún su relación consigo mismo, con su propia naturaleza.
La primera pregunta que se nos viene a la cabeza es:
¿Treadwell quería defender a los osos de qué, o de quién?
Las entrevistas a los biólogos y expertos en el tema que Herzog incluye en el filme, dejan bien claro que la población plantígrada de Alaska es muy estable y abundante, con la práctica inexistencia de la caza furtiva, o de otros factores que pudieran amenazarla.
Por otro lado, otro de los estudiosos afirma, que con su estancia en las praderas cada verano, Treadwell perjudicó más, que benefició a los osos, al transmitir la imagen de que los humanos eran inofensivos.
La visión de Timothy, está constituida por un modelo perceptivo de la naturaleza, que parte de la conciencia burguesa de los hombres que proyectan valores “humanistas” hacia a los animales.
Timothy tiene una visión antropomorfizada de la naturaleza.
Cree que cada uno de los animales del bosque, inclusive un zorro que ronda por ahí, tiene cualidades humanas.
El relato, le atribuye esta relación idealizada de la naturaleza a determinados fracasos en su relación con los seres humanos.
Por una parte, las escenas de Timothy están grabadas en su mayoría al aire libre, en las montañas de Alaska.
Treadwell era muy cuidadoso con sus escenas.
Es más, Herzog dice en más de una ocasión, que las tomas que realiza, son excelentes, ya que busca siempre el mejor paisaje, con el mejor ángulo de cámara, y él se sitúa en el mejor sitio donde se puede situar, para que la toma salga perfecta.
En ocasiones, podía llegar a grabar 15 tomas de una sola escena, para que ésta saliera perfecta.
Era muy exigente consigo mismo.
Cabe destacar también, en el apartado de la obsesión con su imagen, que trató en todo momento de ocultar que su último verano, lo había pasado con la compañía de su novia Amie, de la que no se encontraron imágenes, para dar la imagen al mundo de que estaba solo, sin la ayuda de nadie…
O bien, por Jewel, pues ambas eran amigas…
Grizzly Man es maravillosa para mostrar esa distorsión.
Cuanto más grandioso se ve a sí mismo, más mediocre y vació le percibimos nosotros.
Su excepcionalidad, no tiene calidad sino cantidad.
Es excesivo en todo, histriónico de manual, pero falso, una identidad falsificada, un ego enorme, pura imagen.
Esta vacuidad es tan portentosa, la mediocridad del personaje tan apabullante, que es incapaz de observar a los animales con un mínimo de reflexión “científica”
Aunque se crea un experto en osos, en realidad no sabe nada de ellos porque no puede salir de sí mismo, ni un solo momento.
Sobre los aportes de Timothy al conocimiento del oso gris, es realmente poco lo que se puede rescatar.
Su ficción, de apariencia ecologista, guardaba en lo más hondo de sí, una sustancia profundamente antiecologista.
El sólo quiere demostrarnos lo “valiente” y lo “cool” que es, atreviéndose a hacer algo que “nadie más puede hacer”
Incluso, he llegado a percibir algún complejo de tipo sexual en la actitud de este hombre, algo que no alcanzo a comprender muy bien:
¿Habrá traspasado la barrera de lo sexual con los osos también?
Intuición animal, supongo.
La misma intuición que posiblemente hizo que un oso acabara harto de él, y lo matara.
¿Por qué no se maneja la versión de un asesinato?
Inexplicable, sus restos se encontraron en la panza del animal, y caso cerrado, así de simple, aunque Timothy pareciera documentar que recibió amenazas varias…
La visión de Werner Herzog sobre la naturaleza, es una visión completamente opuesta a la de su personaje, Timothy.
Para Herzog, la naturaleza es cruel, y es puro instinto, y no responde a cualidades morales humanas.
Para el autor del documental, la prueba más grande de esto, es el destino trágico de su personaje, que termina siendo devorado por los osos, a los cuales Timothy tanto estimaba e idealizaba.
Es que para Herzog, la relación del hombre con la naturaleza, es una relación que siempre recorre los límites de la crueldad y la locura.
Es el caso de Grizzly Man, Timothy termina siendo asesinado por aquello que amaba.
Lo impresionante en Herzog, es la capacidad por captar en sus planos, esa cualidad inhumana, cruel y amoral de la naturaleza.
La virtualidad que trabaja en la densidad temporal de sus planos de la naturaleza, van devorando la naturaleza burguesa de sus personajes; y logran romper con el principio de individuación del cual hablaba Nietzsche, que no es otra cosa sino la última frontera de la locura.
Y es que es más que evidente, que Treadwell humanizó de manera exagerada a los osos, algo que se puede comprobar con facilidad entre las secuencias que escoge Werner Herzog:
Les habla, les aconseja, y en definitiva, les trata como si fueran unos compañeros de fatiga más.
Lo cierto es que el protagonista de este documental, tenía un no sé qué de mesiánico, y por qué no decirlo, claros problemas de estabilidad mental, evidentes en la cantidad de veces que le dice a todo bicho viviente, y nunca mejor dicho:
“Te amo…”
Aunado a un egocentrismo desmedido, que hizo que se filmara a sí mismo durante horas, como si de un presentador de un “show” se tratara.
Pero no sólo eso, en el documental podemos verle implorando a Dios que llueva a gritos, podemos verle diciéndole a un abejorro que lo ama, o podemos verle tocando las recién depositadas heces de una osa, en virtud de que “hace poco estaban dentro de ella, y esto es la vida”
También, se podría poner de relieve el papel que él mismo personaje se creó a sí mismo:
Se cambió el nombre, se elaboró un acento parecido al australiano, y se aventuró en un mundo inhóspito.
A pesar del pasado turbio, nuestro protagonista pareció crearse una nueva vida más próspera, porque de las 100 horas de grabaciones de Treadwell, lo más apasionante para Herzog, fue su carácter confesional, su indagación en ese terreno que muchos hombres creen recorrer, y que pocos tienen el coraje siquiera de pisar de puntillas:
Conocerse a sí mismos.
Pero hay más, mucho más...
Porque por muy grande que sea la insensatez de Treadwell, viviendo en una zona tan peligrosa, rodeado de lobos y osos, es una figura romántica, un hombre fundido con la inmensidad indiferente y bestial de la naturaleza, y hermanado así con el autodestructivo Alexander Supertramp, o con el anarquista místico, Henry David Thoreau.
Para él, encontró los primeros amigos de su vida allí, en las planicies heladas de Alaska.
No dudo del amor de Treadwell por la naturaleza, pero no creo que entendiese, ni respetase verdaderamente su poder.
Los personajes invitados para este filme, amigos, expertos, familiares, parecen todos tan tocados como el protagonista.
Cuesta tanto creer que sean ellos, y que lo que están diciendo sea verdad...
Como muestra un botón:
Uno de los pilotos que participó en la misión de recogida de los restos, llega a decir:
“Yo creo que los osos no le atacaron durante tantos años, porque lo consideraban retrasado mental”
Entiendan que es difícil reprimir la risotada, cuando se está asistiendo a un espectáculo surrealista, donde cuesta mucho aceptar que todo lo que se ve, es cierto.
Sin embargo, a través de las hermosas imágenes tomadas por Treadwell, a través de sus experiencias, de sus disquisiciones internas, a veces absurdas, pero otras veces llenas de significado profundo, el espectador acaba empatizando con un ser absolutamente estrambótico, infantil y extraordinario, que en su afán por defender a los osos pardos, consiguió que de manera cruel y despiadada, se lo comieran a él y a su novia.
Por tanto, Herzog decide no poner en pantalla la muerte de Timothy.
Solo queda ella, como una virtualidad que se vuelve un fantasma.
Es ahí donde logra el milagro, hacer visible, lo invisible.
La decisión de Herzog de no poner en pantalla la muerte de Timothy, es una decisión ética y estética que habla de él como artista y gran espíritu.
Es la prueba de que la pornografía no está nunca ligada al contenido.
Que se puede filmar el acto más cruel, sin ser pornográfico.
Como también se puede filmar lo más inocente, siendo pornográfico.
Y por pornográfico me refiero a explícito.
Acaso la genialidad de Herzog, sea la de construir personajes que están siempre en tensión entre un mundo burgués y la locura, como experiencia absoluta del conocimiento; pero sobretodo, que esa locura no pueda ser nunca mostrada explícitamente, sino tiene que nacer a través de un proceso alquímico, que la hace aparecer.
Ese es el acto puramente cinematográfico, del cual Herzog conoce tanto.
Personalmente, hubiera preferido poder escuchar la cinta de audio en la que se oye el ataque final del oso, pues en una sociedad cada vez más acostumbrada a la exhibición de la violencia, tanto en la ficción como en los telediarios, hubiera sido un detalle que hubiese reforzado el carácter dramático de película, el cual de por sí tiene momentos sobrecogedores y salvajes, pero los más crudos son los de Treadwell reflexionando y revelando las razones de su profunda conexión con los animales salvajes, como ellos, él tiene miedo a la gente.
O cuando el forense da detalles sobre cómo saco los trozos de Timothy del estómago del oso, tras una mesa clínica con un cadáver en una bolsa de plástico...
Como dato, durante una entrevista de La BBC sobre la película, Werner Herzog fue baleado con un rifle de aire comprimido.
La entrevista se reanudó en el interior, y al final se animó a Herzog a revisar su herida.
Aunque había “un moretón del tamaño de una bola de billar, con un agujero en ella”, Herzog declaró:
“No fue una bala significativa, no tengo miedo”
Esto apoya mi especulación, que Timothy, bien pudo ser asesinado, pero el director ni lo contempla…
Jewel Palovak cree, que Grizzly Man presenta un retrato multidimensional de un hombre que conoció muy bien hace tiempo:
“No mucha gente consigue llevar a cabo sus sueños de la manera que ellos realmente quieren, pero Timothy Treadwell lo consiguió.
Espero que la gente, de alguna manera pueda verse reflejada en Timothy; la película trata los diferentes sentimientos, el hecho de no ser perfecto pero si ser feliz, y sentirse completo cuando estás en tu elemento.
Creo que a Tim realmente le hubiera gustado la película.
Quizás se hubiese sentido un poco incómodo en algunas ocasiones, por la forma en que se desnuda ante la cámara.
Pero le hubiera gustado Grizzly Man, porque era una persona sin miedos en muchos aspectos, y la película es una preciosa película sin miedos”
Herzog, también quiso mostrar al actor que Treadwell quería ser antes de descubrir a los osos:
“Tenía tantas ganas de ser una estrella, así que le di su propio espacio para ser una estrella.
Y le puse la mejor música para hacer que fuera una verdadera estrella”
La banda sonora, fue compuesta por el cantante de folk Richard Thompson.
Werner Herzog explica su visión para el material que pidió a los músicos para improvisar.
Por ejemplo, debajo de la lucha lenta de dos osos, el violoncelo y el bajo vertical se oyeran amenazadores.
También, cuando Treadwell nada cerca de un oso, Herzog explica que este no es el tipo de armonía que parece ser, sino que es una situación de presagio peligroso.
Todo ello a través del sonido.
“I will die for these animals, I will die for these animals, I will die for these animals”
En algún momento de nuestras vidas:
¿Quién no ha pensado que le gustaría ser un animal en particular?
La idea de dejar esta existencia humana, aunque sea momentánea, y convertirnos en un ser poderoso, como un león, un tigre, tal vez una enorme águila, un lobo o una majestuosa ballena, nos ha fascinado siempre.
Ser libres realmente como estas criaturas, y tener sus habilidades, ha sido el anhelo de todos.
Poder disfrutar de una existencia salvaje y sin fronteras que alguna vez el humano tuvo, pero que hoy perdió al optar por las comodidades de la civilización.
Pero en la rebeldía que caracteriza al hombre, hay personas que no se quedaron con esa fantasía, llevaron sus deseos al extremo de volver a los orígenes de la vida, y convivir salvajemente junto a las criaturas que aman.
Pero lo que ellos nunca llegaron a entender, es que nosotros ya no pertenecemos a ese mundo, un mundo donde ya no éramos bienvenidos, y en el cual, las palabras compasión y bondad, se reemplazan por matar o morir.
Los nativos de Alaska, durante años  procuraron no atravesar la línea invisible entre hombres y bestias, advirtiendo de la peligrosidad que significaría que los animales se acostumbren a los seres humanos.
La muerte de este “guerrero amable”, como el mismo Timothy se denominaba, le cerró la barrera a una pasión imposible.
Simbolizó también, que la práctica de la ética proteccionista es justa, noble y necesaria, pero que a los animales salvajes, impulsados por necesidades más urgentes, eso les resulta naturalmente indiferente.        
Grizzly Man, no es, desde luego, un documental didáctico sobre la biología de los úrsidos, ni la narración dramatizada de una historia natural; mucho menos un entusiasta llamado a la protección del ecosistema.
Más bien es una reflexión aguda y estremecedora sobre las difíciles relaciones del hombre moderno con la vida silvestre y viceversa, sobre la magnitud del instinto salvaje y, ante todo, una mirada a un lado oscuro de la naturaleza humana:
El del éxtasis de la enajenación.
“La realidad actual tiene tanto crédito como la fantasía; el mundo moderno es un espacio herido, rodeado de cámaras, y dañado por la civilización.
No quedan espacios vírgenes, ni imágenes verdaderas”, concluye Werner Herzog.

“What remains is his footage.
And while we watch the animals in their joys of being, in their grace and ferociousness, a thought becomes more and more clear.
That it is not so much a look at wild nature, as it is an insight into ourselves, our nature.
And that, for me, beyond his mission, gives meaning to his life and to his death”



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