Lion

“The search begins”

En la India, más de 80.000 niños desaparecen cada año, y hay más de 11 millones de niños que viven en las calles…
Imagina tener 5 años, no haber ido nunca al colegio, y no haberte aventurado apenas fuera de los confines de tu barrio, en una ciudad de la India de la que no conoces ni el nombre…
Imagina perder de vista a tu hermano mayor en la estación, entrar por error en un tren, viajar en él por un tiempo que se antoja eterno, y al final del camino, verte catapultado a la ciudad más pobre y caótica del mundo:
Calcuta.
Parece imposible, pero eso fue lo que le ocurrió a Sheru “Saroo” Munshi Khan; aún más extraordinario fue lo que sucedió después…
Saroo nació en Khandwa, Madhya Pradesh, India, en 1981, en el seno de una familia muy pobre.
Madhya Pradesh significa “Provincia Central” y, como su nombre indica, el estado está localizado en el corazón geográfico del país, siendo un estado en el centro geográfico de la India.
Su capital es la ciudad de Bhopal; y fue el estado de mayor tamaño de la India hasta que el 1 de noviembre de 2000, que se formó el de Chhattisgarh con zonas pertenecientes a Madhya Pradesh.
El padre de Saroo abandonó el hogar por otra mujer, y su madre, Kamla, intentó sacar adelante a sus 4 hijos trabajando de sol a sol, 6 días a la semana, como obrera de la construcción.
Pero su sueldo no daba para comer a diario, así que sus hijos intentaban sumar rupias al presupuesto familiar.
Guddu, el mayor, con 10 años, solía trabajar barriendo los vagones de tren.
Uno de esos días, cuando Saroo tenía 5 años, partieron a la estación de Burhanpur.
Mientras Guddu barría vagones, Saroo le esperaba en un banco del andén.
Según recuerda:
“Me dormí, y al despertarme decidí buscar a Guddu.
En el andén había un tren estacionado, entré, me senté, y de nuevo me dormí…
Todavía siento ese escalofrío de pánico de verme atrapado.
No paraba de correr ni de gritar el nombre de mi hermano, suplicándole que volviera a buscarme”
Esa siesta sería definitiva para Saroo, su vida cambiaría desde entonces; y 14 horas después llegó a Calcuta, a 1.500 kilómetros de casa.
Saroo no sabía leer, ni siquiera conocía el nombre de su ciudad.
Sobrevivió buscando comida en las calles, y durmiendo en la intemperie en los alrededores de la estación.
El pequeño niño, aprendió a pedir dinero por sí solo; se volvió un limosnero, uno más de los cientos de niños que piden monedas en las calles de la ciudad, y recuerda:
“Sobreviví comiendo sobras que encontraba en el suelo, como cacahuetes o mazorcas en las que quedaba algún bocado, y por suerte había muchos grifos para beber.
No era una vida muy distinta a la que ya conocía, y pese al miedo y la tristeza, me las apañaba para salir adelante; supongo que mi organismo estaba acostumbrado”
Pero tenía miedo:
“Al abrirme paso por la orilla del río Hugli, me topé, horrorizado, con 2 cadáveres tirados entre montones de basura; uno estaba degollado, y al otro le habían rebanado las orejas.
Tenía que ser muy cuidadoso.
No podía confiar en nadie.
Una vez se me aproximó un hombre que me prometió comida, y la posibilidad de volver a mi casa…
Era muy sospechoso.
Al final me di cuenta que él no tenía buenas intenciones, así que salí corriendo”
Por su parte, Kamla buscó a sus hijos sin éxito, y tras unas semanas, la policía le dijo que habían encontrado el cuerpo de Guddu partido en 2 en las vías del tren, en la estación de Burhanpur.
Tras muchas peripecias, el niño perdido, acabó en un orfanato, y fue adoptado por una familia australiana, Sue y John Brierley, de Tasmania, que adoptaron también a otro chico hindú, Mantosh.
“Yo acepté estar perdido, y no sabía dónde estaba mi hogar, ni cómo regresar, entonces pensé que sería bueno que me vaya a Australia”
Creció feliz, pero nunca olvidó a su familia biológica, quería encontrarla, su única pista eran los recuerdos de su niñez.
“Mi madre adoptiva decoró mi cuarto con un mapa de India, lo colgó al lado de mi cama.
Me levantaba cada mañana viendo ese mapa, y era la manera de mantener ese recuerdo vivo”
Gracias a ese recuerdo, Saroo Brierley consiguió encontrar el camino a casa.
Desconocían el nombre de su ciudad, y su único instrumento era Google Earth:
“Cuando en el año 2007 llegué a la residencia de estudiantes de Canberra, descubrí que había muchos estudiantes internacionales, y la mayoría eran indios”
Google Earth, es un programa informático que muestra un globo virtual que permite visualizar múltiple cartografía, con base en la fotografía satelital.
El programa fue creado bajo el nombre de EarthViewer 3D, por la compañía Keyhole Inc., financiada por La Agencia Central de Inteligencia (CIA)
La compañía fue comprada por Google en 2004, absorbiendo la aplicación.
El mapa de Google Earth, está compuesto por una superposición de imágenes obtenidas por imágenes satelitales, fotografías aéreas, información geográfica proveniente de modelos de datos SIG de todo el mundo, y modelos creados por computadora.
El programa está disponible en varias licencias, pero la versión gratuita es la más popular, disponible para dispositivos móviles, tabletas y computadoras personales.
“Hay quién dirá, que era como encontrar una aguja en un pajar, pero tenía flashes de lugares a los que solía ir, flashes de caras de mi familia”, cuenta Brierley.
“Un día mirando en Google Maps, me di cuenta de lo bueno que era Google Earth.
Empecé a pensar en las posibilidades que me ofrecía...
Me sentía como Superman:
Podía volar por encima de los paisajes, y me preguntaba:
¿Este lugar se me hace familiar?, y me respondía…
No, entonces seguía buscando y buscando…”
Siguiendo con una pista, Saroo se puso en contacto con un grupo de Facebook con sede en Khandwa; ese grupo reforzó su creencia de que Khandwa podría ser su ciudad natal.
Eventualmente, Saroo dio con una estrategia más efectiva:
“Se me ocurrió multiplicar el tiempo que me dormí en el tren, como 14 horas, con la velocidad de los trenes hindúes, y di con una distancia promedio, como de 1.200 Kilómetros”
Por lo que él dibujó un círculo en un mapa con Calcuta como su centro, usando el radio obtenido en su cálculo anterior de lo que pudo viajar.
Increíblemente descubrió que la circunferencia pasaba por una estación de trenes en Khandwa:
“Cuando lo encontré, hice un zoom y listo, ese era el lugar.
Navegué por sus cercanías, y reconocía la cascada donde yo solía jugar.
Busqué hasta que llegué a una estación de tren que se parecía a la que tenía en mi memoria.
Todo encajaba”, añadía.
Con la ayuda de aquellos nuevos amigos que conocían bien la India, la de su novia Lisa, y sus padres adoptivos, consiguió localizar la estación en la que se perdió con la única pista de que empezaba por B.
Calculando la velocidad de los trenes y las 14 horas que había viajado, fue cerrando el círculo hasta reconocer el paisaje de su infancia:
“Tras 5 años navegando con Google Earth, encontré Ganesh Talai, la zona donde yo vivía de niño”
Así que se montó en un avión en dirección a su ciudad natal.
Una vez allí, se plantó en la puerta de la casa en la que había nacido.
Saroo viajó con una foto de cuando era niño, y recién llegaba a Tasmania; y aún se acordaba de los nombres de toda su familia.
Un vecino le dijo, que su familia se había mudado...
Otra persona llegó, y luego apareció un tercero, y fue ahí que tuvo su golpe de suerte:
“Él me dijo que sólo espere por un segundo, porque volvería.
Cuando volvió, me dijo que ahora me llevaría a ver a mi madre.
Me quedé atónito y pensé:
¿Estoy escuchando lo que creo haber escuchado?
Caminé unos 15 metros, y al bordear la esquina, me encontré con 3 mujeres.
La de en medio dio un paso al frente, y pensé:
¡Esta es mi madre!”, relata.
Al instante, la mujer se acercó a él para abrazarle y conducirle hasta dentro de la casa, donde estaban sus hermanos.
“Apareció en el interior como un fantasma para conmoverlos a ellos, y a nosotros: Al fin, la familia estaba unida de nuevo”
A los 30 años, Saroo viajó a su ciudad natal, había olvidado su lengua, pero con la ayuda de los habitantes, unas viejas fotos que conservaba, y mucha suerte, logró localizar a su familia:
“La última vez que vi a mi mamá ella, era una hermosa mujer de 34 años, había olvidado considerar que esos 25 años podían quitarle lo mejor de ella.
Pero su estructura facial era la misma, y terminé reconociéndola, y le dije:
Sí, tú eres mi madre !!!
Ella me abrazó, me tomó la mano, y me llevó a su casa.
No podía hablarme, creo que se quedó tan atónita como yo.
Tenía problemas de creer que su hijo, luego de 25 años, reaparecía como un fantasma.
Aunque hace muchos años temía que yo ya estaba muerto, una adivina le dijo que un día me vería nuevamente.
Creo que esa adivina le dio las energías para seguir viviendo, esperando que llegue ese día.
Mi madre nunca dejó de rezar por mi regreso, visitó a muchos sacerdotes y guías espirituales de la comunidad, en busca de ayuda y orientación.
Todos ellos le aseguraban, que yo estaba sano y salvo, que era feliz, y lo más asombroso es que cuando les preguntaba dónde estaba, señalaban con el dedo hacia el sur.
Empecé a comprender que la fe de mi madre en mi supervivencia, había marcado tanto su vida como mi determinación de encontrarla a ella, había marcado la mía.
Mi madre nunca supo si a mi hermano alguien lo había empujado a las líneas del tren, o si simplemente se cayó accidentalmente.
Era muy unido a mi hermano, y cuando me fui de la India, lo que me desgarró fue saber que mi querido hermano mayor había muerto”
Saroo también se reunió con su hermana Shekila, y su hermano sobreviviente Kallu, que ahora son una maestra de escuela, y director de fábrica, respectivamente.
Con Saroo y Guddu desaparecidos, su madre pudo permitirse enviarlos a la escuela.
La reunión de Saroo con su familia fue ampliamente cubierta por los medios indios e internacionales.
Y aunque muchas no la tengan, esta historia sí tuvo final feliz:
“Mi depresión y todas mis preocupaciones se esfumaron cuando vi a mis 2 madres que me habían dado, no solo una vida, sino 2, abrazarse con lágrimas en los ojos”
Tras su experiencia, Saroo publicó un libro llamado “A Long Way Home” (2014) que explica, desde los ojos de un niño, la dramática realidad de aquellos que, como Saroo, han caminado alguna vez por la calle entre la indiferencia de todos; describiendo su calvario como un perdido de 5 años de edad, su adopción por una familia australiana, y su búsqueda de su familia india.
Pero sobre todo, es un himno a la esperanza, al poder de los sueños, y al valor de no rendirse nunca.
Por su parte, Google acaba de estrenar el cortometraje “Saroo Brierley: Homeward Bound” para homenajearlo.
¿Quién no se ha sentido perdido en algún momento?
¿Quién no se ha preguntado, por qué está aquí?
La historia de Saroo, demuestra que saber qué queremos con valor y determinación, es el primer paso para conseguirlo.
“I always thought that I could keep this family together.
I need you, Saroo”
Lion es un drama del año 2016, dirigido por Garth Davis.
Protagonizado por Dev Patel, Sunny Pawar, Nicole Kidman, Rooney Mara, David Wenham, Nawazuddin Siddiqui, Tannishtha Chatterjee, Deepti Naval, Priyanka Bose, Divian Ladwa, entre otros.
El guión es de Luke Davies, basado en el libro no ficcional “A Long Way Home” (2014) de Saroo Brierley.
La historia de Saroo, podría ser una historia más de las muchas que les suceden a los niños pobres; anónimas, des¬garradoras, y casuales.
Pero The Weinstein Company, decidió llevarla al cine con el título de Lion, siendo desarrollada por los productores australianos:
Andrew Fraser y Shahen Mekertichian, los cuales se negaron obstinadamente a cambiar el escenario australiano por EEUU, y por este medio recibieron varios rechazos de las compañías de producción cinematográficas estadounidenses.
En el momento de su estreno, los 2 productores había pasado 4 años en la producción de  la película.
Cierto que cuando se adapta una historia real al cine, muchos detalles se pierden... otros se inventa por motivos dramáticos, sin embargo, Luke Davies decidió poner sus focos en la situación contemporánea de nuestro mundo.
Cuando Saroo llega a Australia, y lucha con la cultura que encuentra en esta nueva casa, el equipo se centró en cómo el protagonista empieza a dejar de lado sus raíces, para poder integrarse.
Pero él sabía que no podría aceptar del todo a su cariñosa familia australiana hasta que conociera lo que ocurrió en la India.
Lion es un acercamiento honesto a la adopción, al sentimiento del adoptado y del que adopta, a los sentimientos, al inevitable vacío de no saber de dónde venimos, y quiénes somos; al propio tiempo es una reflexión sobria, si bien profundamente emotiva, sobre la familia, las raíces y la identidad; siendo efectivo en su exposición sobre privilegio versus pobreza y marginalidad.
Originalmente titulado “A Long Way Home”, Lion está nominado a 6 Premios Oscar:
Mejor película, guión adaptado, actor secundario (Dev Patel), actriz secundaria (Nicole Kidman), banda sonora, y fotografía
Parcialmente filmado en Hobart, Tasmania, un raro lugar para escenarios de cine, con un equipo de más de 300 personas y fondos internacionales, Lion marca la mayor producción cinematográfica que tuvo lugar en la isla australiana.
El rodaje empezó en 2015 en la India, y se trasladó a Australia, donde se acabó de rodar.
Lion relata la aventura de Sheru “Saroo” Munshi Khan (Sunny Pawar), un niño de “La India Profunda”, su pérdida, y su reencuentro.
Saroo, es un niño que con tan sólo 5 años, se perdió en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de casa.
Tras un largo viaje y diversas aventuras, acabó siendo adoptado por una pareja australiana:
Sue (Nicole Kidman) y John Brierley (David Wenham)
Posteriormente, 25 años después, con la única ayuda de Google Earth, Saroo (Dev Patel) intentará encontrar a su familia biológica, embarcándose así, en un difícil viaje hacia su pasado.
Puede que haya una sensación de inevitabilidad sobre el último destino de Saroo, pero lo que aquí importa, es el viaje de redescubrimiento y su cambio interior y espiritual.
Los valores de la familia, de seguir luchando y no rendirse, se encuentran en una desgarradora historia real, sobre la búsqueda de una familia aparentemente imposible de encontrar, debido a la falta de información desde la niñez.
Una historia maravillosa, algo manipuladora de los sentimientos, pero no la culpo, pues es natural en este tipo de relatos.
La extraña combinación de tragedia y comedia, unida al simbolismo, el ritmo dinámico, y un toque de trascendencia surrealista, convierten la visión de Lion, en una experiencia agradable y, a la vez, original.
Y aunque el protagonista adulto aparece bien avanzada la proyección, su labor interpretativa no sólo es elogiable, sino que marca por completo el éxito de esta conmovedora historia, cuyo innegable toque lacrimógeno no le resta credibilidad ni honestidad al conjunto, ofreciendo por el contrario, una perspectiva cabal e íntegra sobre la identidad familiar, y las raíces culturales; una historia de vínculos familiares, amor más allá de la distancia, el tiempo y los azares del destino, que bien te hunde en la miseria, o bien te saca de tu vida, y te insertan en otra mejor.
Lion es un emblema de la fuerza del vínculo genético, y la marca que los primeros años de vida dejan en un individuo.
Un amor tan poderoso, que supera todas las barreras geográficas, logísticas y lógicas que pueda haber.
Ahora de por qué la película se llama “Lion”, eso es algo que uno se puede hacer una idea, pero que la confirmación está en las palabras, antes de los créditos finales, revelados de una manera asombrosa y maravillosa.
“So, start with where you're from”
El director, Garth Davis, construye un magnífico drama social sobre los derechos de los niños en la India, y un intenso drama sobre el tormento de los fantasmas del pasado, las heridas sin curar, y el saber sobre los orígenes.
Davis, quien hasta la fecha había desarrollado su labor profesional en la dirección de documentales, la realización de cortometrajes, y el medio televisivo; sin embargo, el pasado año dio el salto a la pantalla grande con Lion, una película cuya principal característica se halla en la emotividad.
Ello supone correr grandes riesgos, habida cuenta que todo proyecto artístico construido sobre una base de ternura y sensibilidad, se presta a caer en la sensiblería, y a recurrir a mecanismos de manipulación emocional con el fin de enganchar a los espectadores.
En este sentido, Davis transita por esta senda peligrosa, sorteando algunos de sus peligros, y cayendo en otros, pero siempre con una brillantez narrativa digna de elogio.
Lion plantea diferentes cuestiones de peso a lo largo de los 120 minutos que dura, como la pobreza, la adopción, la explotación, y la más poderosa, la identidad.
Y reúne todos los ingredientes para ser un auténtico éxito de taquilla, posee un toque edulcorado para suavizar el duro trasfondo del tema, tratada con mucha delicadeza y tacto para atraer al mayor número de espectadores posibles, y lleva el sello inconfundible que tanto gusta a las grandes producciones de Hollywood:
“Basado en Hechos Reales”, para dar mayor autenticidad, fuerza y emotividad a la narración.
El pequeño Saroo, de 5 años, pasa la mayor parte del día con su hermano mayor Guddu, consiguiendo dinero extra, en acciones que chocan con la legalidad, para colaborar con su madre, y cuidar de su hermana pequeña Shekila.
Un día, en una expedición nocturna en ferrocarril a otra ciudad, Saroo acompaña a su hermano, a pesar de las reticencias y protestas iniciales de éste.
El pequeño está tan cansado, que se duerme en un banco de la estación, mientras Guddu se va a un negocio no especificado, y le pide a su hermano, no moverse de allí hasta su regreso.
Cuando Saroo despierta, está tan colérico y asustado, que busca a su hermano, entra en un tren vacío, y se queda dormido de nuevo...
Al día siguiente despierta en Calcuta, a miles de kilómetros, lejos de su casa y su familia.
Allí, Saroo aprende a vivir solo en una ciudad que habla bengalí, y no entiende el hindi; y tras una serie de peripecias, entra en un orfanato más parecido a una cárcel, y será aquí, donde la buena fortuna entra en su vida, a través de la adopción de una pareja australiana:
Sue y John Brierley.
Luego la historia da un gran salto temporal, y nos traslada 25 años después, mostrándonos a un adulto Saroo, en Australia, con sus estudios recién terminados en una Escuela de Administración Hotelera.
Parece llevar una vida idílica, en una casa junto al mar, visitando ocasionalmente a sus padres, preocupado de su hermano adoptado, Mantosh (Divian Ladwa), y con una relación estable, al lado de su novia Lucy (Rooney Mara), sin embargo, cuando descubre las posibilidades de Google Earth para localizar a su madre biológica y hermanos, se apodera de su vida, y decide buscarlos contando tan sólo con sus recuerdos, y una determinación inquebrantable.
Sobre la historia, la primera parte es extraordinaria, casi un “survival” de terror, con un niño de 5 años que corre, literalmente, por su vida.
El cineasta australiano, muestra una Calcuta de pesadilla, casi sin luz, en un gran trabajo del director de fotografía, Greig Fraser, donde todo es amenaza:
La mafia, el abuso de menores, la policía corrupta, la gente insensible al sufrimiento de los más pequeños, o el denso y peligroso tráfico de vehículos de la ciudad...
Esos 60 minutos iniciales, son tan potentes que justifican por sí solos el interés de una película que juega en la misma división emotiva y sentimental de títulos como el mismo “Slumdog Millionaire” (2008)
Aquí vemos la realidad de la infancia en la India, una situación que apenas ha cambiado en 30 años, mostrando la desolación en el rostro de unos niños con una vida robada, que son víctimas de redes de trata de personas, y de otro tipo de barbaridades...
Davis, en esta parte, carga las tintas lo suficiente, evadiendo banales sentimentalismos, y apostando por la dura mirada del actor protagonista, el jovencísimo Sunny Pawar, que lleva todo el peso de la primera parte bajo sus hombros.
Los problemas de Lion, aparecen en el segundo tramo, cuando el pulso narrativo y la brillante formulación visual, se esfuman para abrazar el drama más trillado:
Davis se despista, y afloran los lugares comunes, y algunos excesos sentimentales; y pierde demasiado tiempo en explicar, cómo un Saroo plenamente instalado en Australia, entra en una crisis personal que le lleva, finalmente, a recordar sus orígenes, y hacer así las paces con su pasado.
Ese proceso, se podría haber contado de una manera más elegante y precisa, natural, sin personajes tan poco dibujados como los de la familia adoptiva, y la novia.
En esta parte, David rehúye de nuevo de sentimentalismo innecesarios y tramas secundarias que no aportan nada, centrándose especialmente en los fantasmas internos del protagonista, en el que aprovecha para destacar el valor de saber la propia procedencia, y la fuerza de los lazos familiares.
Con todo, Lion nos muestra el lado más duro de la pobreza, con un inicio muy bien llevado, cargado de momentos emotivos y llenos de fuerza, que nos hace empatizar con el protagonista, y sufrir con él, las penurias de su mundo.
Tras lo cual, su vida de adulto cobra un sentido mucho más amplio que si se limitasen a contarnos su vida familiar desde el primer momento.
Todo un acierto en su desarrollo para, pese caer en algunos clichés, lograr ofrecer una historia más novedosa de lo que su sinopsis prometía.
Técnicamente, la dirección y el responsable de fotografía, Greig Fraser, nos deleitan con amplios y hermosos paisajes, presentados a través de largas tomas aéreas panorámicas, que recuerdan al mismo Google Earth y a la memoria de Saroo, sobre todo, de las impresionantes llanuras secas de la India Central.
Esta primera parte posee un buen ritmo, aunque a la mitad cae demasiado, tras una gran presentación del niño Sunny Pawar, que lleva a la India entera en su mirada, pues difícilmente uno podrá borrar sus expresiones; mientras la segunda mitad, mejor dicho, los últimos 20 minutos, son de un quiebre emocional tremendo, con los créditos finales, totalmente esperados, no por ello conmovedores.
La acción se desarrolla entre la India y Australia, atraviesa los continentes, y nos permite conocer las diferentes formas de vida que hay en cada uno de ellos.
Después de la aridez y el tumulto de la India, pasamos a los paisajes abiertos de Australia, dominados por grandes extensiones de agua.
Todo es tan diferente como el televisor y el frigorífico del nuevo hogar de Saroo.
Y es que nunca una película me hizo sentir tanta alegría, con la manera en que cierra, y muestra su título:
“LION”, realmente NO hay palabras.
Repito, muy a pesar que algunas tramas queden rezagadas, como la historia de su hermano adoptado… y el final con la novia… pero recordar que toda la historia se centra en Saroo y su punto de vista adulto, y como niño, de ahí algunas escenas surrealistas, y algo extrañas… siendo una buena decisión traerlo de regreso en varias tomas posteriores.
Y si bien Lion tiene sus lazos con la oscarizada “Slumdog Millionaire” (2008), ésta tiene matiz diferente.
Como dato, Google ayudó a la producción, y dio al equipo el acceso a sus imágenes de satélite para utilizarlas en la película, proporcionándoles versiones de Google Earth desde el período del tiempo correcto, y proporcionar un montón de soporte técnico para rodar escenas con Google en la cámara, lo que ahorró a la producción un presupuesto para efectos especiales visuales; además, la historia de Saroo Brierley, también ha sido objeto de un “60 Minutes Special”, y un anuncio de Google, promoviendo la característica de Google Earth.
La familia Brierley de la vida real, fue invitada en el set de rodaje, y visitó la producción que tuvo lugar en Tasmania.
Del reparto, Dev Patel se supera, y demuestra que es un buen actor dramático, logrando de forma brillante y convincente, transmitir con una gran sensibilidad y delicadeza, esa sensación de frustración, confusión, y dolorosa pérdida de alguien separado de su familia, sin previo aviso; además, realiza una interpretación tan magnífica, intensa y emotiva, que consigue introducirnos con suma facilidad en el interior de su personaje, y hacernos sentir en primera persona, la angustia asfixiante y el profundo sufrimiento de Saroo, por buscar y encontrar sus verdaderos orígenes e identidad.
Como dato, la audición inicial de Dev Patel, duró 6 horas:
Había preocupaciones entre los productores, pues él era una opción demasiado obvia para un papel principal con la herencia india.
Esto también había impedido previamente a Patel, tener otros papeles posibles, pues le rechazaron una audición para “Life Of Pi” (2012) y otras películas.
Por su parte, Patel tuvo que desarrollar un nuevo físico para retratar a Saroo, y asistió varias horas en el gimnasio.
También se dejó crecer la barba y el cabello, y desarrolló un acento australiano, con el dialecto de Tasmania.
Visitó el orfanato de Saroo Brierley en la India, y escribió un diario mientras tomaba el viaje en tren original, que Brierley tomó accidentalmente como un niño pequeño.
En total, pasó 8 meses preparándose para el papel.
Mientras que Nicole Kidman, está casi de cameo, haciendo el retrato de un personaje perfectamente matizado, de una madre cariñosa, comprensiva y con mucha paciencia.
Curiosamente, Kidman fue escogida por la misma Sue Brierley, para interpretarla.
Brierley sugirió a Kidman desde la primera vez que se le sugirió la adaptación cinematográfica, y en realidad, se reunió con ella en su apartamento en Sydney, para discutir el papel.
Ambas mujeres forjaron un estrecho vínculo en el curso de su conversación, después de descubrir que ambas eran madres, y amaron profundamente a sus hijos adoptivos y biológicos, en partes iguales.
Escenas reales del encuentro por primera vez, entre Sue y Kamla, la madre biológica de Saroo, se muestran antes de los créditos finales.
El director, Garth Davis, estaba realmente presente durante la reunión, y filmó las imágenes, porque estaba involucrado con el “60 Minutes Special” en la historia, y decidió adjuntarlas para el final de Lion.
Todo un acierto.
Mientras que Rooney Mara hace un papel muy secundario.
Su personaje, no se basa en uno solo de la vida real, sino que es una combinación de varias de las novias de la vida real de Saroo, que estaban con él a través de su búsqueda durante 5 años.
Pero quien se lleva las palmas es Sunny Pawar:
La presencia natural y la extraordinaria de Pawar, como el pequeño Saroo en la primera parte, es verdaderamente adorable y cautivadora, transmite una maravillosa y silenciosa mirada, mientras descubre y aprende todo, y, lo más importante, consigue emocionarnos profundamente en esta increíble historia.
Ojala llegue a tener una carrera en Hollywood, pues se lo merece.
Como dato, se ocuparon 4000 niños para el casting del joven Saroo Brierley, según el productor de línea, Pravesh Sahni.
Lion, es el debut cinematográfico de Sunny Pawar, que no hablaba inglés cuando comenzó la filmación, y se unió a Nicole Kidman, su madre en pantalla, jugando al cricket con ella, en unas escenas que finalmente llegaron al corte final de la película.
Lamentablemente, Sunny Pawar, de 8 años de edad, no pudo asistir al estreno en Estados Unidos, porque le negaron visado...
Los productores de la película, hicieron un llamamiento a Homeland Security, después de lo cual, Pawar y su padre, fueron autorizados.
Para interiorizar el papel de la madre de Saroo, Priyanka Bose fue a Madhya Pradesh, para conocer a Kamla Munshi, la madre en la que se basaba su personaje.
“Mis preguntas eran básicas, y sólo al conocerla, podía decir lo difícil que ha sido su vida.
Me puse de rodillas, y la abracé y le agradeció por su coraje”
Cuando se reunió con Munshi, le dijeron que durante muchos años fue declarada loca por muchos aldeanos de la pequeña ciudad, ya que nunca dejó de tener esperanza de que su hijo regresara un día.
Priyanka Bose, fue elegida como Kamla, porque Garth Davis sentía que ella y Kidman, compartían una energía similar.
Bose, sin duda, estaba muy halagada por esta comparación.
Un dato de producción revela que no se utilizaron extras para la maravillosa escena final, donde Saroo regresa a casa.
Todos los que se ven en las tomas, son todos los habitantes de la vida real de la ciudad.
Por último, la envolvente y melodramática banda sonora, corre a cargo de Dustin O’Halloran y Hauschka, que contribuyen de manera palpable, quizás excesiva, a inducir al espectador a un estado de ternura y compungimiento.
“I had another family, a mother, a brother.
I can still see their faces”
La historia de Saroo es la historia de muchos y muchos niños en la India.
Además de hacernos ver lo que sufren millones de personas día a día, al estar separadas de su familia, a causa del contexto en el que viven; también nos hace más conscientes de que, con la globalización, debemos mantener el encanto de nuestras diferencias.
No importa nuestro lugar de nacimiento, el color de nuestra piel o el Dios al quien oramos.
Puede que Lion no cambie por sí sola las cosas, pero lo cierto es que nos trae, delante de las narices, una historia que no dejará indiferente a nadie, y que iniciará más de un efecto mariposa que ojalá si sea suficiente para empezar a modificar la situación que se vive en el continente asiático.
A través de su historia, Lion nos obliga a reflexionar sobre las diferencias que marca el dinero hoy en día.
Tener una vida llena de facilidades, o una de lucha constante, es algo que nos viene dictado por el mero hecho de nacer en un sitio u otro.
Algo completamente ajeno a nuestro control, e independiente de nuestra valía, pero muchas veces marcado simplemente por el azar.
Desde el reencuentro, Saroo viaja frecuentemente a la India a visitar a su familia.
Sobre el rol que tuvo la tecnología de Google para dar con sus orígenes, Saroo dice que fue una herramienta increíble:
“Sin eso no habría tenido ninguna posibilidad de encontrar mi casa.
Fue frustrante al principio, porque la velocidad de Internet era muy lenta, luego se hizo más fácil”
Pese a que encontró a su verdadera madre, dice que el apoyo de su familia adoptiva, fue fundamental:
“Mis padres adoptivos, Sue y John, han dado forma a lo que soy hoy.
Ellos han sido un apoyo increíble.
Me siento muy afortunado de tener ahora 2 familias que me quieren”
Saroo sigue viviendo en Hobart; pero él y su familia india, son ahora capaces de comunicarse regularmente, aprovechando una computadora en la casa de uno de los vecinos de Kallu.
Él espera comprar a su madre una casa, así que ella no tiene que trabajar tan difícilmente como una limpiadora para pagar renta en sus cuartos pobres.
Después de su encuentro, Sheru “Saroo” Munshi Khan, ha regresado a la India, y visitó a su familia por segunda vez.
También viajó en el Kolkata Mail, un servicio de tren desde Mumbai a Calcuta, para volver a rastrear su viaje de hace 25 años.
Hoy, los espectadores de todo el mundo podemos asomarnos al dolor que causa la pobreza, emocionarnos con la inocencia de un niño, y suspirar aliviados con un final feliz.
Así debería ser todo.

“Saroo learned that all those years ago, as a five-years-old, he had been mispronouncing his own name.
He was “Sheru”, meaning…
LION”



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