Jackie
“I want them to see what they have done to Jack”
A principios del año 1963, Jacqueline Kennedy estaba entre las figuras más famosas, admiradas y envidiadas del mundo, como la elegante mujer y seductora esposa del Presidente más joven de los Estados Unidos, siendo también la primera Primera Dama de La Era De La Televisión:
Era fotogénica, cautivadora, y aún poco conocida bajo su imagen casi mítica de gracia, juventud e idealismo.
Pero también como icono del estilo, la elegancia y el buen gusto.
Pocas mujeres han marcado tanto la historia, como lo hizo en su día Jackie Kennedy, convertida ya en la imagen precursora de posteriores figuras como Lady Di, Rania de Jordania, e incluso La Reina Letizia, y Catherine, Duquesa de Cambridge.
Jacqueline Lee Bouvier, fue la esposa del Presidente John F. Kennedy, de 1953 a 1963, y era conocida como Jackie; y Primera Dama de Los Estados Unidos, de 1961 y hasta el asesinato de su esposo en 1963.
A partir de 1968, y hasta la muerte de él; en 1975, Jacqueline estuvo casada con el magnate griego, Aristóteles Sócrates Onassis, y fue conocida como Jackie O.
Jacqueline, nació en una familia de la alta sociedad neoyorquina.
Era la hija mayor de John Vernou Bouvier III, un seductor corredor de bolsa de ascendencia francesa, y de su esposa, Janet Norton Lee, hija de un presidente de banco.
Por la línea paterna, las hermanas Bouvier eran descendientes de Los Van Saless, una familia de ascendencia holandesa-africana, que se estableció en Nueva Ámsterdam, en el siglo XVII.
Desde niña, Jackie Bouvier fue una buena amazona y amante de los caballos; tanto que ganó diversos trofeos y medallas en competiciones ecuestres.
Le gustaba leer y escribir poesías y, aparentemente, adoraba a su padre.
De su madre se decía que era muy estricta, y que inculcó a sus hijas la etiqueta, las buenas maneras, vestimenta y costumbres de la clase alta.
Tras ser nombrada “Debutante del Año”, asistió a la escuela de “Miss Porter” (1944-1947), al Instituto Vassar (1947-1948) y a la Universidad George Washington, en la que se graduó en arte, en 1951.
En 1949, pasó algún tiempo estudiando en La Sorbona de París.
Jacqueline hablaba francés y español con fluidez; y tras graduarse, empezó a trabajar como fotógrafa para el “Washington Times Herald”
Gracias a este empleo, conoció a numerosos políticos, entre ellos al que sería su primer esposo.
Jackie conoció a John, cuando trabajaba como reportera en un prestigioso semanario en New York.
La atracción fue mutua, y pronto establecieron un romance.
El matrimonio fue un acontecimiento muy glamuroso de la alta sociedad de EEUU, y tuvieron 4 hijos:
Arabella, que falleció antes de nacer en 1956.
Caroline Bouvier Kennedy (1957), es la última sobreviviente del matrimonio de Jacqueline y John F. Kennedy.
John Fitzgerald Kennedy Jr. (1960-1999), quien contrajo matrimonio con Carolyn Bessette; y falleció en un accidente aéreo en 1999.
Y Patrick Bouvier Kennedy, quien nació y murió en agosto de 1963.
El matrimonio de Jackie pasó por dificultades, ya que se acusaba a su esposo de ser un mujeriego, y de tener una mala salud; pero ella mantuvo una estrecha relación con su suegro, que vio en ella, a la perfecta Primera Dama, y mantuvo también buenas relaciones con su cuñado, Robert.
Sin embargo, no tenía el carácter competitivo, deportivo y, a veces, abrasivo del Clan Kennedy; pues ella era mucho más tranquila y reservada.
Una vez fallecido su esposo, Jackie se desvinculó rápidamente del clan.
Cuando John F. Kennedy, venció a Richard Nixon en las elecciones de 1960, y se convirtió en El 35° Presidente de los Estados Unidos de América en 1961; con 31 años, Jacqueline se convirtió en la más joven de Las Primeras Damas de la historia de ese país.
A ella, nunca le gustó el título de “Primera Dama”, ya que decía que “parecía el nombre de un caballo”
Con la llegada de su marido a La Casa Blanca, la vida privada de Jackie, se convirtió en centro de atención del público.
Le gustaba vestirse con trajes de diseñadores franceses, lo que algunos diseñadores estadounidenses consideraron un símbolo de deslealtad.
Obviamente, no fueron sólo los 300 trajes que le diseñó el ex novio de Grace Kelly, el enorme Oleg Cassini, y los otros tantos que compró en Givenchy, Dior, Chanel, Norman Norell, Federico Forquet y Joan Morse entre otros, también su físico y su carisma ayudaron.
Como, probablemente el estar casada con quien estaba; todavía hoy se la considera y recuerda como una de las mujeres mejor vestidas, y con más estilo que ha habido.
El impacto que supuso Jacqueline Kennedy, era que esas modas se veían por primera vez en una Primera Dama, joven y atractiva, a la que la moda le encantaba, y que sabía muy bien, qué le sentaba bien, y qué no.
Aunque Jacqueline Kennedy sí consiguió convertir los guantes blancos, no sólo para uso en galas, sino también de uso durante el día, y los sombreritos “pill box” fueron su seña de identidad.
Durante su periodo como Primera Dama, Jacqueline se convirtió en un icono de la moda, tanto a escala local, como internacional; pero fueron 2 los viajes que marcaron el “estilo Jackie”:
El que hizo a la India con su hermana Lee, donde fue recibida con todos los honores; y el viaje que ella y JFK hicieron a París, en este último John ve la admiración que su mujer despertaba, tanto que termino por presentarse como “el marido de Jacqueline Kennedy”
El primer gran proyecto de Jacqueline, fue redecorar La Casa Blanca, ella consideraba que “la decoración anterior estaba vacía de contenido histórico”
Como amante de la historia, pensaba que La Mansión tenía que representar plenamente a su país.
Trabajó duro para encontrar muebles antiguos auténticos, y obras de arte que encajaran con el diseño de La Casa Blanca.
Encontró retratos originales de personajes como Thomas Jefferson y Benjamín Franklin, e hizo de La Casa Blanca, una suerte de Palacio Real estadounidense, y reorganizó las visitas turísticas, con el fin de conseguir que los estadounidenses pudieran saber más sobre su Historia.
Además, editó un libro, en el que se explicaba la historia del edificio, que se convirtió en todo un “best seller” en su momento, y grabó un programa de televisión, que se emitió el 14 de febrero de 1962, y que le valió un premio Emmy Honorífico.
Jacqueline Kennedy, sabía que sus hijos estaban bajo la mirada del público, pero decidió que los protegería de la prensa, y que intentaría darles una infancia normal.
Junto a su marido, planificó numerosos actos sociales, que los llevaron a ser protagonistas de la vida cultural.
Y es que Los Kennedy no fueron como las anteriores parejas presidenciales; ellos apreciaban el arte, la música y la cultura; invitaron a artistas y músicos a cenas y fiestas; celebraron actos especiales en honor de los ganadores del Premio Nobel; y transformaron por completo Las Cenas de Estado que se celebraban en La Casa Blanca.
Sin embargo, la tragedia no tardó en aparecer, cuando Jackie Kennedy estaba sentada al lado del Presidente, al recibir el disparo que lo mató el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas.
La señora Kennedy, testificó ante La Comisión Warren, haber visto como saltaban trozos de la cabeza de su esposo, a pesar de que, según el film que registró el magnicidio, la posición de La Primera Dama, no le permitía ver la cabeza de su esposo, al menos hasta un segundo después de que recibiera el disparo.
En cuestión de segundos, Jacqueline se subió a la parte trasera del vehículo presidencial, con miedo y pánico.
Pero ni siquiera la tragedia de la muerte de su esposo, impidió que el glamur de La Primera Dama se dejara ver.
Con ese clásico vestido negro, creado por la firma Givenchy, y un velo que dejaba entrever su dolor, Jacqueline despidió a su marido ante los ojos del mundo entero, con un “look” y actitud que se convirtieron en el símbolo del luto elegante.
Presidió el funeral llevando a sus 2 hijos de la mano, caminando tras el ataúd desde La Casa Blanca hasta la catedral de Saint Matthew, en la que se celebró un funeral masivo.
De hecho, Jackie fue la encargada de encender la llama “eterna” en la tumba de su esposo en El Cementerio de Arlington.
Su templanza en los momentos posteriores al asesinato, hizo que se ganara la admiración del mundo entero.
Como Primera Dama y esposa del Presidente demócrata estadounidense, John F. Kennedy; Jacqueline Kennedy inspiró a millones de mujeres en todo el mundo con su chic sin esfuerzo.
Su estilo de la firma, era a la vez con clase, todo moderno, fuerte y femenino, lleno de los vestidos simples de “A-line”, de sombreros coloridos como el famoso “pill box”, y de trajes de Chanel.
Sin embargo, su atractiva imagen, también funcionaba como una especie de escudo, dividiendo su persona pública, construida de la persona que pocos, fuera de su familia, veían.
Con un país tan políticamente polarizado como es ahora Estados Unidos, conviene echar la vista atrás, para recordar aquellas historias de La Casa Blanca que tanto misterio y respeto despiertan.
Esos sucesos que han trascendido más allá de sus fronteras, no sólo por lo trágico que puedan resultar, sino por lo trascendentales que fueron para el crecimiento de esa potencia, que ahora va a pasar a estar presidida por el que probablemente sea el más polémico representante de EEUU hasta la fecha.
Sin embargo, a todos a veces se nos olvida que, aunque normalmente estos relatos giran en torno a la figura del Presidente, no está de más recordar que:
Detrás de un gran hombre, casi siempre hay una gran mujer.
“Nothing's ever mine, not to keep”
Jackie es un drama del año 2016, dirigido por Pablo Larraín.
Protagonizado por Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Greta Gerwig, Billy Crudup, John Hurt, Richard E. Grant, Max Casella, Beth Grant, Caspar Phillipson, John Carroll Lynch, Julie Judd, Sara Verhagen, Sunnie Pelant, Hélène Kuhn, Deborah Findlay, Corey Johnson, entre otros.
El guión es de Noah Oppenheim.
Oppenheim, es conocido en el mundo de las noticias y la política, sirviendo como Vicepresidente Senior de NBC News, donde a menudo habló sobre el impacto de John F. Kennedy con su compañero periodista y biógrafo, Chris Matthews.
Oppenheim, es también el coautor del libro “The Intellectual Devotional: American History”, un compendio de sabiduría de figuras históricas de EEUU.
Naturalmente, el guionista se zambulló con entusiasmo en la investigación para realizar Jackie, examinando los archivos interminables, amasados sobre La Familia Kennedy, y la administración de corta duración pero interminablemente influyente.
Pero la investigación, sólo podía llevarlo tan lejos en sus esfuerzos por recrear la voz, la personalidad, y las emociones frecuentemente oscurecidas de Jacqueline Kennedy.
El director, Pablo Larraín, dijo:
“Todos conocemos la historia del asesinato de John F. Kennedy, pero:
¿Qué pasa si nos centramos sólo en Jackie?
¿Cómo fue durante esos 3 días, que transcurren entre el asesinato de Kennedy, y El Funeral de Estado, es decir, qué pasó entre el 22 y el 25 de noviembre de 1963, ahogándose en el dolor?
La vida de sus hijos, cambió para siempre, con los ojos de todo el mundo sobre ella...
Jackie era una reina sin corona, que perdió tanto su trono, como su marido”
El guionista, Noah Oppenheim ha dicho:
“Como tantas mujeres en la historia, Jacqueline Kennedy ha conseguido su merecido, debido a su estilo y elegancia, pero merece más crédito por su excepcional comprensión de la imagen, las relaciones públicas.
Y realmente había creado la idea de “Camelot” después de la muerte de JFK.
Cuando leí sobre esa sola semana en 1963, cuando tuvo que consolar a 2 niños afligidos, tratar de salir de lo que era realmente su único hogar, contemplar una vida completamente diferente…
Avanzar, y al mismo tiempo tener un último golpe para solidificar el legado de su marido, fue extraordinario, no podía imaginar un momento más revelador, para explorar a una de las mujeres más interesantes del siglo pasado”
Por ello, uno de los elementos de la historia en los que se centra la película, es la entrevista de la vida real, con la ahora/entonces viuda Jacqueline Kennedy, hecha por Theodore H. White para la revista LIFE, en Hyannis Port, Massachusetts, Estados Unidos.
“La historia de Jackie Kennedy nos habla hoy por varias razones.
Por un lado, recuerda una época en la que la política tenía cierta dignidad, cuando todos admiramos a la gente que ocupaba La Casa Blanca.
También creo que Jackie fue una especie de la primera reina de EEUU, alguien que nos mostró lo que es tener la más noble gracia bajo el fuego, y creo que este es un momento en que la gente está tratando desesperadamente de cortar a través de la niebla que rodea lo que es verdad, y lo que no está en nuestro mundo, es un tiempo maduro para explorar, cómo las figuras públicas, elaboran sus imágenes.
Y crear mitologías alrededor de sí mismos”, dijo el guionista.
Mientras investigaba y escribía, Noah Oppenheim sentía muy fuertemente, que estaba escribiendo una historia, no del pasado, sino de una mujer que de muchas maneras, fue la primera en la historia presidencial en forjar la idea de dejar atrás un legado visual que vive para siempre.
“La bendición de escribir sobre alguien como Jackie, es que hay una cantidad abrumadora de información acerca de quién era, cómo se comportaba, la línea de tiempo de su vida”, admitió Oppenheim.
“Esta preponderancia de información sobre su vida, me permitió enraizarla en la realidad, pero también me proporcionó la oportunidad de hacer preguntas, y usar mi imaginación para darle vida.
Liberada creativamente, fui capaz de cavar más profundo, y explorarla más allá de los límites de los hechos en los que pude basarla”, dijo.
Por tanto, el director Pablo Larraín, se vio obligado a la idea de mezclar y combinar acontecimientos históricos que están bien documentados, como:
La caravana de Dallas, retratar al vicepresidente demócrata Lyndon B. Johnson, siendo juramentado para ser el próximo presidente estadounidense en el avión de La Fuerza Aérea; al mismo John F. Kennedy, su funeral del gran estado, y el entierro final en El Cementerio Nacional de Arlington, junto a la llama eterna; con los momentos que nadie puede determinar, que no se documentaron, y que sólo puede ser imaginado atrevidamente.
El proyecto de llevar a Jackie a la pantalla, fue anunciado con Darren Aronofsky como director, y protagonizado por Rachel Weisz, como Jacqueline Kennedy.
Weisz se retiró, y Aronofsky permaneció como productor, el cual ha dicho como reacción a esta película:
“Fue un proyecto tan interesante de emprender.
Pienso que puede ser muy importante, reconocer que incluso los iconos que más lo parecen, son realmente humanos, no los debilita.
Para explorar no sólo su valor y fuerza, sino también sus temores y dudas de sí mismo, creo que, en última instancia, eso hace que alguien como Jackie Kennedy, sea aún más real y más poderoso”
Pero Larraín tenía sólo una condición:
Sólo lo haría, si Natalie Portman aceptaba interpretar a Jacqueline Kennedy.
El productor Darren Aronofsky, estuvo de acuerdo en que ella era la única opción.
“Te preguntas si alguien podría interpretar a Jackie, ella es una figura tan icónica”, dijo Aronofsky.
“Pero de alguna manera, Natalie te hace olvidar que estás mirando a Natalie, de alguna manera, a través de su magia y vudú, ella puede desaparecer en cualquier papel”, dijo el director, que debuta con su primer film en los Estados Unidos de América.
La filmación, se movió rápidamente durante 23 días en etapas en París, con 10 días en Washington D.C., y Baltimore.
Jackie es un drama, no biográfico, centrado en los días inmediatamente posteriores al asesinato de JFK (Caspar Phillipson) en Dallas, el 22 de noviembre del año 1963, narrados desde el punto de vista de Jacqueline Kennedy (Natalie Portman)
La acción empieza con Theodore H. White (Billy Crudup), un periodista que visita la casa de Los Kennedy en Massachusetts, para entrevistar a Jacqueline Kennedy, una semana después del hecho que sacudió a los EEUU.
Así, la película se divide entre la dramatización de los hechos, y la sesión de preguntas y respuestas con el periodista.
A lo largo de la historia, podemos entender por lo que está pasando Jackie, ya sea intentar hacer algo majestuoso, preocuparse por dejar un legado, o tomar ciertas decisiones con relación al funeral de su difunto esposo.
Todo esto a pesar de encontrarse con críticas y opiniones contrarias porque, como dijo al principio, “creen que soy tonta”
Sin embargo, Bobby Kennedy (Peter Sarsgaard) es quien más tiempo está de su lado, porque entiende mejor que nadie por lo que está pasando; y por el contacto cercano que tuvo con su hermano muerto.
Jackie no se trata de un “biopic”, y si lo fuera, no es convencional, ni tampoco un documenta, o un acercamiento redentor a su figura, sino que más bien ofrece una observación corrosiva y dura de aquellos días, en los que La Primera Dama debió proteger su imagen, apariencias, y el legado en construcción de su esposo, mientras lidiaba con el duelo y las imágenes de horror que presenció de cerca.
Sin ningún respaldo histórico preciso, la obra es ficción, tomando elementos reales de lo que pudo ser la vivencia de La Primera Dama de EEUU, al momento del magnicidio, todo desde su perspectiva, tomando como eje central, una entrevista en la cual ella narra los hechos a modo de “flashbacks”, evidenciando lo sola que estuvo en ese terrible momento, la necesidad imperiosa del gobierno en seguir adelante a pesar del dolor, la política interna, y el peligro que supuso el funeral, etc.
Durante la turbulenta semana después del asesinato del Presidente demócrata estadounidense, John F. Kennedy, Jacqueline construyó involuntariamente una reputación de alguien muy valiente y querido como su esposo, planeando su funeral, para convertirse en una catarsis nacional sorprendentemente grande.
“No era su intención convertirse en un icono”, observó el director, Pablo Larraín.
“Pero al tratar de proteger el legado de su esposo, ella se convirtió en uno.
Hubo una brecha entre su objetivo y el resultado real, que es una de muchas cosas que me pareció interesante explorar en esta historia”, dijo.
El resultado, es un retrato íntimo, pero uno de los temas épicos, que proporciona un retrato de Jacqueline Kennedy como no la hemos visto:
Una mujer profundamente humana y vulnerable, enfrentada de inmediato con el poder de la pérdida, el amor, la autopreservación, conciencia pública e historia.
Extraordinaria en su penetrante intimidad, y lacerante en su tristeza, Jackie es un retrato noblemente crudo, sobre una icónica Primera Dama, tambaleándose en la tragedia, al mismo tiempo que evoca la valentía necesaria para hacer que la muerte de su esposo sea significativa, y asegurar su propia supervivencia como algo más que una nota al pie, elegantemente vestida.
Como dato, el título de la película, “Jackie”, evidentemente se refiere al sobrenombre del personaje del título de la película, Jacqueline Kennedy, que más tarde se convirtió en Jackie Onassis, pues su nombre de soltera es Jacqueline Bouvier.
Por tanto, su último nombre completo, oficial, fue:
Jacqueline Lee Kennedy Onassis.
En definitiva, Jackie lleva al público a un viaje personal, a uno de los eventos más extraordinarios de la historia de Estados Unidos, y también a un drama profundamente emocionante, que ilumina de manera fascinante a la mujer, los tiempos, y las maneras de lidiar y contar las historias más intensamente públicas de las tragedias.
“When something’s written down, does that make it true?”
Jackie es el primer largometraje teatral importante que se ha hecho, relacionado con el asesinato del Presidente demócrata estadounidense, John F. Kennedy, desde el estreno de “Parkland” (2013), éste fue estrenado en torno al 50° aniversario de la muerte de JFK.
Sobre el tema, “la primera semana después del asesinato del presidente John F. Kennedy, fue un período de tiempo”, según el guionista Noah Oppenheim, “que definió no sólo el icono en que Jacqueline Kennedy se convertiría, sino el comienzo de nuestra cultura, saturada de imagen en formas que realmente no habían sido exploradas”
“Al principio, todo lo que sabía de Jackie, era muy superficial”, señaló el director, Pablo Larraín.
“Yo la conocía como la mujer que siempre se veía en las fotos junto a JFK, la mujer conocida por su estilo y gusto.
Creo que así es como la mayoría de la gente la conoce en EEUU, y alrededor del mundo.
Para cambiar ese punto de vista, y cavar más lejos...
Cuanto más miré, más me encontré con una mujer que era muy sofisticada, muy inteligente, y que tenía un sentido político increíble.
Más importante, ella era una mujer que entendía la comunicación de una manera que muy poca gente hacía en aquellos tiempos”, dijo el realizador.
El director, con Jackie, da una vuelta audazmente poco convencional al género “biopic”, que no lo es, mezclando secuencias históricas con recreaciones ficticias completas, y excavando apenas un momento crítico en la vida de Jacqueline Kennedy, pero en todas sus capas intrincadas inteligentemente tejidas.
Algo que me atrevo a decir, que no se ve desde “Ben-Hur” (1959)
El director Pablo Larraín, se sintió fascinado por la forma en que Jacqueline Kennedy se permitió convertirse en una especie de conducto para los sentimientos colectivos de angustia y de duda del público, tras el primer asesinato presidencial del siglo XX, desde que el presidente republicano William McKinley fue asesinado a las 4:07pm del viernes 6 de septiembre de 1901.
“Estados Unidos nunca ha tenido realeza y, sin embargo, en ese momento, Jackie se convirtió en una reina sin trono, una madre en una nación en duelo”, observó el director.
“Ella soportó toda su pena y dolor, incluso mientras ella estaba soportando tanto dolor por el impacto en primera persona.
Ella puso todo sobre su espalda, y se empujó hacia adelante.
Ella no podía haber planeado estos eventos, pero cuando llegó el momento, ella lo llevó con tal gracia y extraordinario amor”, dijo.
Así, Jackie narra los 3 traumáticos días de Jacqueline Kennedy, alrededor del 22 de noviembre de 1963, cuando fue asesinado John F. Kennedy.
Y describen cómo esta mujer se convierte en mito, nuestra esos días en los que tuvo de repente que dejar toda inocencia, y enfrentar a todo un gobierno.
La vida de Jaqueline es, por tanto reconstruida en secciones a través de diálogos.
Su mundo, junto con la fe de la nación, se sacudiría de sus cimientos cuando John F. Kennedy fue golpeado por las balas de “los asesinos”, mientras viajaba al lado de Jackie, en un desfile a través de Dallas.
En un momento lleno de confusión y choque, el mundo presenció la compasión de La Primera Dama, en imágenes que siguen siendo tan conmovedoras y fascinantes como siempre.
Pero lo que nadie veía, era lo que ocurría detrás de las puertas cerradas en el mundo privado y cerrado de Jackie.
De repente solo, salvo para su familia, confidentes y un sacerdote, La Primera Dama se enfrentó a una serie de desafíos como esposa, madre y parte reacia de la máquina política:
Consolando a sus hijos, planificando el funeral de su marido, preparándose para el traspaso inmediato al próximo Presidente Lyndon B. Johnson, para mudarse rápidamente de La Casa Blanca, y lo más notablemente posible, luchando por mantener el control sobre, cómo la historia definiría para siempre el legado de su esposo.
En un período de apenas una semana, Jacqueline Kennedy, era una mujer ferozmente privada, y tuvo que enfrentar pérdidas personales impensables, duras realidades políticas, una nación en medio de un trauma colectivo, y en medio de toda la incertidumbre, la maquinaria de Washington y el escrutinio público, la responsabilidad de mantener vivo todo lo que su esposo quería representar en EEUU.
Aunque hoy está entre los más amados de Los Presidentes de los Estados Unidos, el legado de John F. Kennedy, no fue asegurado a su muerte.
Había pasado sólo 2 años y 9 meses en el cargo, y el temor entre los más cercanos a él, era que todo lo que apuntaba, sería olvidado, porque el potencial se había quedado sin cumplir.
En medio de su propia angustia, Jackie se esforzó con una misión única:
Contar la historia de su marido, de una manera que siempre se recordaría, breve pero brillante, como un momento prometedor de EEUU, que fue silenciado.
Larraín, de hecho, siempre la pone en constante comparación con alguien:
Con Bobby Kennedy, con su asistente, con El Presidente Johnson, con La Casa Blanca, con un periodista, o con un padre católico; son los recursos que utilizan el director y guionista, para que Jackie se confronte con ellos, la opinión de la humanidad.
Cada uno de ellos, representa algo en la vida presente, y en el pasado de Jackie, son situaciones o personas que deberá enfrentar, si quiere seguir adelante.
Robert “Bobby” Kennedy, representa la sobreprotección en la que vivió tan pronto se unió al Clan Kennedy.
Su asistente Nancy, (Greta Gerwig), siempre está a un paso delante de las decisiones de ella, pero de alguna u otra forma, no le deja pensar por ella misma.
El Presidente Johnson (John Carroll Lynch), y La Casa Blanca, se ven como un apoyo que no le da mucha importancia a su opinión, basándose en la personalidad sumisa conocida de ella, previo al atentado.
El periodista, que no tiene nombre durante el metraje, y que puede ser la prensa misma o el mismo público en el actor Billy Crudup; es una clara representación de lo que viene, la vida que le espera a esta mujer, mostrándole que los ojos del mundo están puesto en sus acciones, que la califican de una mujer fría.
En una magnifica secuencia, la cámara de Larraín, se separa de la cara de Portman, y vuela sobre el inmenso cortejo fúnebre en un Washington aturdido y en silencio; y luego se centra en la deposición del ataúd, hasta los ojos de la viuda, como si el público la observara directamente.
En ese momento, Jacqueline desaparece, y nace “Jackie”, la mujer que renace de su propio dolor, y que comienza una nueva vida.
Aquí cambia también la expresión de Portman, de ver como una sumisa e inocente mujer, que da un “tour” televisado por toda La Casa Blanca, y es forzada a sonreír; pasamos luego a ver a una mujer que, sin miedo, enfrenta a toda una administración.
Esa es la clave de la magnífica actuación de Natalie Portman.
La pieza central, en una interpretación asombrosa y emotiva; que Portman da al público, un acceso inusual a la psique interior de Jacqueline Kennedy, en algunos de sus momentos más volátiles, frágiles, reflexivos e inteligentes.
Es un espectáculo lleno de minúsculos y honestos detalles humanos, que subyacen incluso a los más imponentes, y cuidadosamente compuestos de imágenes públicas.
Y ese es el punto de análisis en Jackie, propuesto por Pablo Larraín.
La viuda de Kennedy es, de hecho, retratada como una persona frágil, indefensa, sensible, agitada, asustada, sola, e impotente, porque de repente pierde a su marido…
El hombre que fue el apoyo de ella, de repente se vuelve una carga.
El cineasta chileno, literalmente llega a pegar la cámara a la cara de Natalie Portman, quien expresa unas poderosas y reales expresiones faciales, marcadas por todos sus estados de ánimo.
La vemos cambiar de opinión numerosas veces acerca de la conveniencia de desfilar junto al féretro de su marido, una cuestión de orgullo; y también la escuchamos poner en duda, la felicidad de su matrimonio, entre otras confesiones morbosas, ella explica que “el matrimonio no dormía en la misma cama”; habla de cómo su marido se sentía “tentado por el diablo”; y “debí haberme casado con un hombre ordinario y feo”
Sin embargo, todos estos atisbos de oscuridad, se ven sobrepasados por la compasión que demuestra Larraín por la protagonista.
“Me pareció uno de mis papeles más peligrosos, porque todo el mundo sabe qué aspecto tenía, cómo sonaba, y cómo caminaba.
Nunca había interpretado a un personaje así, y nunca me había considerado una gran imitadora”, admitió la actriz.
Para Larraín, el parecido físico no era lo importante:
“La clave no es el maquillaje y las pelucas, sino el hecho de crear un parecido, una ilusión”
El director no considera que su película sea un “biopic”:
“Es más bien un intento de meterse en su mundo y sus circunstancias”, explicó.
“Al final, tampoco sabes quién es ella, porque eso resulta imposible”, sentenció.
La imagen de Portman como Jackie, es similar a la Fanny Ardant como María Callas, o Helena Bonham Carter como Elizabeth Taylor, no son parecidas, pero logran mostrar el espíritu de esas Vacas Sagradas; y aquí se nos enseña una mujer fuerte como una torre, tremendamente inteligente, controladora en muchos aspectos, tan segura como perfeccionista, pero evidentemente con grandes proyectos frustrados, como se ve lo que pudo ser más allá del famoso especial “Tour en La Casa Blanca”; y que después de los hechos, se hizo muy cuidadosa en su vida privada, retirada, puesto que empezaron a matar a todo el mundo, creando un caos inconcebible en EEUU.
Los detalles sobre el asesinato de Kennedy, y las posteriores consecuencias de este suceso, fueron eliminados por Pablo Larraín, y sólo se centra en la figura de La Primera Dama.
A menudo, esto conduce a una superficialidad en el tratamiento de la figura de la mujer, pero Larraín la coloca como una mujer en su naturaleza, que debe evolucionar en poco tiempo, tomar decisiones, y hacer lo que quiere, sin preguntar ni buscar aprobaciones, tal vez por primera vez.
Al igual que Portman, Peter Sarsgaard se enfrentó al desafío de intentar capturar la esencia de un hombre que es más allá de reconocible y venerado.
Sarsgaard observó, que Robert “Bobby” Kennedy y Jackie Kennedy tenían diferentes puntos de vista que podrían haberlos dividido en un tiempo de estrés abrasador:
“Creo que había un poco de duelo competitivo entre Jackie y Bobby como hermano y cuñada.
Jack era la sangre de Bobby, pero Jackie era su esposa, y ella tenía una relación con Jack, que Bobby nunca podría tener.
Pero lo que los unía, era el enorme agujero que John F. Kennedy había dejado en sus mundos.
Una de las cosas que me llamó la atención, es que su pena es tan feroz, que creo que eso es lo que mantiene a la película siempre sentimental”, señaló Sarsgaard.
“Larraín me hizo decir cosas que a veces no podía imaginar a Bobby Kennedy diciendo, pero Pablo diría que “sólo conoces la parte pública de él, pero ahora puedes imaginar la verdad de lo que estaba sintiendo”
Me estaba desafiando a exponer partes de Bobby Kennedy, que no están en ningún libro de historia, pero son cosas con las que todos podemos relacionarnos”, explicó Sarsgaard.
El personaje de Billy Crudup, catalogado como “The Journalist” en los créditos, está destinado a ser Theodore H. White, de la revista LIFE, quien realizó una entrevista en vivo con Jacqueline Kennedy.
Crudup dijo:
“Yo interpreto a un periodista que Jackie llama para intentar obtener su versión de esta historia, de su presidencia hacia el público”, dijo Crudup.
“Quiere asegurarse, de que su legado se preserve en la forma en que se imagina que debería ser, así que ella astutamente decide usar la prensa”
Una de las relaciones más reveladoras de Jacqueline Kennedy, en la película, es con Nancy Tuckerman, su secretaria social en La Casa Blanca, pero también su confidente de por vida; tomando el papel de amiga de Jackie desde la infancia y aliada de La Casa Blanca, en la actriz Greta Gerwig:
“Nancy es una de las amigas más viejas de Jackie, así que su relación realmente ilumina, cómo Jackie se siente sobre temas más privados, como su matrimonio y sus hijos”
La dirección de Larraín, es bastante buena, con un refuerzo genial en archivos reales, una puesta en escena bastante encomiable, como lo es la escenografía y el vestuario.
Los cortes editoriales de Sebastián Sepúlveda, ayudaron a unir la narrativa no cronológica, que se mueve hipnóticamente tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo.
“La edición fue una propuesta desalentadora al principio:
Había tantos elementos en la mezcla:
Una serie de hebras altamente emocionales para unirse, la mezcla de hechos y ficción interpretativa, “flashbacks” y saltos de tiempo, tanto en blanco y negro, como en fotografía en color, así como imágenes de época.
Todo tenía que ser mezclado en la producción”, dijo Sepúlveda.
El productor, Ari Handel, resumió sobre el vestuario:
“Era crucial conseguir que los vestidos de Jackie fueran correctos, y Madeline Fontaine, no sólo hizo eso, sino que los hizo sentirse vivos y vividos.
Tan real, que te lleva a una nueva relación con estas imágenes icónicas que ya sabemos.
Todos hemos visto el traje rosado de Jackie, pero cuando ves a Natalie Portman quitárselo, de repente te das cuenta, de cómo esta mujer había pasado un total de 24 horas en ropa empapada con la sangre de su marido, es un recordatorio visceral de todo lo que pasó”
El director, dijo sobre el trabajo del diseñador de producción, Jean Rabasse:
“Lo que hizo Jean, al reconstruir La Casa Blanca, fue increíble, recuerdo la primera vez que entré en el set terminado, estaba asombrado, era literalmente el mismo lugar que ves en las fotografías.
Cuando Jackie Kennedy hizo la restauración de La Casa Blanca, contrató a un diseñador francés, para hacer muchas de las telas.
Tan pronto como Jean se involucró, él y nuestra diseñadora de vestuario, Madeline Fontaine, fueron a las compañías que en realidad hicieron esos tejidos para Jackie Kennedy en los años 60.
Algunos ya no existían, pero encontraron maneras de volver a hacer todo tan bellamente.
Era un gran desafío, pero el sentimiento tenía que ser exactamente correcto”
El Especial televisivo, “Tour por La Casa Blanca” (1962), animado por Jacqueline Kennedy, fue visto por más de 56 millones de espectadores…
El director dijo al respecto:
“Cuando vi la gira de La Casa Blanca, no pude dejar de mirarla, dijo mucho sobre Jackie, y quién se convertiría.
Sabía que teníamos que añadirlo a la película, no había estado en la televisión antes de esa manera, y no era algo que le gustaba, pero Jack la alentó a hacerlo, en parte porque había sido criticada erróneamente por gastar impuestos.
Los dólares usados en la renovación, a pesar de que se hizo con financiación privada…
Sin embargo, fue increíble, dando la gira de una manera tan convincente.
De hecho, Jackie enfatizó en su presentación, que sentía que La Casa Blanca no debía ser considerada simplemente como el hogar, y el lugar de trabajo del Presidente, sino como un escaparate de la historia, cultura, de arte, y un lugar de orgullo nacional.
Jackie invitó a Estados Unidos y al mundo, a la recién renovada Casa Blanca de una manera que era tanto pública como personal, y de una manera que parecía formar un libro, con sus más sombrías apariciones públicas, después de la muerte del presidente”, dijo.
Así, para recrear el histórico “Tour de La Casa Blanca con La Sra. John F. Kennedy”, el director Pablo Larraín, quiso usar las cámaras de época para lograr una apariencia que ya no existe:
“Fue un gran desafío para que las imágenes se vean, y se sientan exactamente cómo era, hasta la iluminación.
Cámaras de TV en color, a continuación, utiliza una tecnología que separa los rojos, azules y verdes, y los convierte en señales de televisión, por lo que tenía un aspecto muy distintivo de época.
Cuando hice la película “No” (2012), utilizamos el mismo tipo de tecnología, y todavía tenía esa cámara en casa.
Por lo que me la trajo la cineasta Stéphane Fontaine, para rodar La Gira, y luego después lo tratamos digitalmente”
Y fue un reto para la diseñadora de vestuario, Madeline Fontaine, el vestido de lana de 2 piezas, de color rojo oscuro usado por Jacqueline Kennedy, durante la gira de La Casa Blanca, para ser asociada con la imagen de la televisión de 1960:
“De hecho, hay algunas fotos del vestido en color, por lo que pudimos ver el rojo original, pero tuvimos que hacer 2 piezas diferentes, una roja y otra rosa, para obtener el tono de color gris para el blanco y negro de las imágenes de televisión”, explicó Fontaine.
También, hubo un momento misterioso, que sacudió al director Pablo Larraín cuando vio “A Tour Of The White House” (1962):
“De repente, cuando Jackie está en el dormitorio de Lincoln, ella comienza a hablar de lo que le pasó a la viuda de Lincoln, después de que lo mataran.
De una manera muy extraña, casi se siente como una premonición de lo que le sucedería a ella.
Parecía muy importante para mí, incluir ese momento, un signo del peso que sentía dentro de ella”
En una escena en Dallas, donde la limusina de Kennedy está corriendo al hospital, inmediatamente después del tiroteo, el cielo está nublado y oscuro…
Pero el 22 de noviembre de 1963, los cielos sobre Dallas eran claros y soleados.
El cielo cubierto en esta escena, por tanto, es una elección simbólica del director.
De hecho, otras escenas de la película, que tienen lugar en Dallas en este mismo día, muestra el cielo soleado y brillante.
Aunque apuntaba a la autenticidad, el diseñador de producción Jean Rabasse, también permitió cierto expresionismo:
“Pablo Larraín, siempre ha dicho que no debemos tener miedo del color, es parte del espíritu de Jackie.
El color también hace eco de las emociones de Jackie.
Hay una escena, cuando Jackie regresa a La Casa Blanca después del asesinato, y ella está sola en el comedor.
Para ese momento, realmente quería reforzar su comprensión de lo que viene, de lo que ha perdido, y de la importancia de esto para la nación, así que realmente trabajamos para desarrollar una paleta y textura muy específica, no hay brillo en esa escena, todo es marrón, naranja o verde, una combinación que pensamos evocó belleza, pero también profunda tristeza”
Hoy en día, “Camelot” es un título usado con frecuencia para referirse al mandato de John F. Kennedy como Presidente de los Estados Unidos de América; pero fue en realidad, Jacqueline Kennedy, quien introdujo la idea después de la muerte de JFK.
La entrevista de la vida real de Jackie, con la revista LIFE, inspiró la entrevista en el carrete representada aquí.
En la entrevista, Jackie habló del amor de su marido por el musical de Lerner y Loewe, de 1960, titulado “Camelot”, que luego fue filmado y estrenado como “Camelot” (1967), y especialmente la letra decía:
“No dejes que se olvide, que una vez hubo un lugar, por un breve y brillante momento, que se conocía como Camelot”
Ese breve y brillante momento, se convirtió en un poderoso descriptor de la repentina pérdida.
De hecho, la misma Jackie dijo en la entrevista:
“Habrá grandes presidentes de nuevo, pero nunca habrá otro Camelot”
Un dato curioso, en Jackie, es que ella pone un disco del musical, que debe comenzar con la primera pista…
Pero lo que se escucha es a Richard Burton cantando la canción “Camelot”, que es la 5ª pista en el primer lado de la grabación de reparto original de Broadway; pero ojo, ella se da cuenta de eso, por ello regresa su mirada…
¿Algún misticismo…?
El director Pablo Larraín, también quiso asegurarse de que la película mostrara con precisión, que fue Jacqueline Kennedy quien conectó por primera vez la administración de Kennedy con Camelot, el mítico reino gobernado por El Rey Arturo y sus Caballeros de La Mesa Redonda, el mayor de los principios humanos:
“Realmente no tenía una conexión personal con la idea de Camelot, hasta que exploré más sobre ella.
Volví y escuché las palabras del musical, cuando lo conseguí, estaba muy conmovido, y pensé que era brillante que Jackie fuera quien unió esa leyenda con su marido”
Como curiosidad, en la escena final, donde JFK y Jackie están bailando en un baile formal en La Casa Blanca, Bobby Kennedy trata de bromear con su hermano, El Presidente; vemos que Peter Sarsgaard, de 5'11"; es claramente más alto que Caspar Phillipson de 5'8 ½"
En la vida real, El Presidente Kennedy era 6'0", más alto que Bobby Kennedy, de 5'9", como es evidente en muchas fotografías de ellos juntos.
El diferencial de altura, de 2 ½ pulgadas entre Sarsgaard y Phillipson, es casi exactamente el contrario de la diferencia de altura de 3 pulgadas entre JFK y RFK, las figuras históricas que están representando.
Una de las últimas secuencias, resulta representativa:
Jackie abandona La Casa Blanca, subida en un coche oficial.
De lejos, ella observa distintos maniquíes en el escaparate de una tienda…
Todos ellos, se le parecen:
Lucen un peinado similar, y un conjunto que podría encontrarse en su armario, lo que la hace sonreír.
Durante ese tramo final, no han dejado de repetirle, que el país no olvidará que ha estado a la altura:
“La recordarán por su dignidad”, la elogia el impertinente reportero de la revista LIFE.
Es decir, “por su saber estar, por su entereza y también su glamour”, pero nada que no supiéramos ya.
Portman, se refirió indirectamente a esa escena:
“¿Cómo conservar tu humanidad, cuando eres un símbolo para mucha gente, cuando todo el mundo te trata como si fueras un maniquí?”
Con todo, Jackie tiene como errores varios:
Hacia el final, Jackie está mirando hacia fuera de su limusina, a los maniquíes que aparecen en las ventanas de una tienda llamada “Hamilton”
Hamilton, es un restaurante y sala de conciertos, que abrió sus puertas en 2011...
En los años 60, había una tienda local llamado Garfinkles en esa ubicación.
El Tour de La Casa Blanca, fue transmitido El Día de San Valentín del año 1962, no en 1961, como se mostró en esta película, por eso, la señora Kennedy usó un traje color rojo.
El documental se tituló:
“A Tour Of The White House with Mrs. John F. Kennedy”
¿Qué nos deja “Jackie” (2016)?
La HISTORIA, el nacimiento de Camelot, el tras bambalinas del funeral de JFK, pues ella le mostró al mundo, el horror de ser objeto de un francotirador, puesto que no pudieron asegurar la vida de JFK en un simple paso por el parque de Dallas.
Resulta curioso, cómo también se manejan muchas Teorías de Conspiración, aunque de manera muy sutil, y esto va para los conocedores del tema; así como la fuerte sensación de ser un “reemplazo”
Por último, en Internet circula un poster de María Callas, publicado hace unos años, muy similar a la imagen del poster publicitario oficial de esta película.
¿Una broma, o pura coincidencia?
La compositora de la banda sonora es Mica Levi, que entró en el estado de ánimo de la época, con instrumentos antiguos e influencias que iban desde los maestros de jazz de los años 60, John Coltrane y Morton Feldman, hasta el musical de “Camelot” de Lerner y Loewe, que posteriormente fue filmado, y que John F. Kennedy tanto amó.
“Don’t think for one second I’m going to let you publish that”
Jackie es una demoledora reflexión sobre la pérdida y el legado.
El periódico londinense, The London Evening Standard dijo de ella, como personaje real:
“Jacqueline Kennedy, ha dado al pueblo estadounidense una cosa que siempre habían deseado:
Majestuosidad”
Una semana después del asesinato, Jackie concedió una entrevista para la revista LIFE, pues en su momento, no tuvo la oportunidad de referirse al tema a la prensa.
En esa entrevista, habló de los años de Kennedy como “los años de Camelot”, y durante un año, no hizo ninguna aparición pública.
Y para conmemorar El 50º Aniversario de La Presidencia de Kennedy, la familia aceptó publicar una larga conversación en 7 partes, que Jackie acordó a Arthur M. Schlesinger, un historiador amigo que había tenido un cargo de Asesor Especial de JFK, en La Casa Blanca.
Con LIFE, fue solo 1 de las 3 entrevistas que concedió tras la muerte de su marido, y la última donde habló de su Presidencia, lo que no volvería a hacer hasta su muerte, en 1994.
El encuentro se produjo a principios de 1964, solo algunas semanas después del asesinato, y fue grabado en una serie de cintas secretas que también vieron la luz hace unos años.
La imagen cándida de La Primera Dama, quedaba parcialmente desmentida.
En ellas, se descubría a una mujer arisca y clasista, de lengua viperina y tendencia al revisionismo, véase el uso de la leyenda sobre JFK, y su pasión por el musical “Camelot”, incluida en la película, que la conmoción que debía de seguir experimentando, no logra excusar del todo.
En las cintas, por ejemplo, llamaba “falso” a Martin Luther King, a quien acusaba de organizar orgías; llamaba “ególatra” a Charles de Gaulle; y “lesbiana” a la congresista Clare Boothe Luce.
Lejos de su imagen de mujer sumisa a los deseos de su marido, y agnóstica respecto a todo militantismo, a años luz de personajes como Eleanor Roosevelt, Michelle Obama, o Melania Trump; Jackie Kennedy demostraba un conocimiento profundo de la vida política de su país, y del personal que rodeaba a su marido, entre los que repartía premios y castigos en la grabación.
Sin embargo, el 20 de octubre de 1968, Jackie siguió su vida, y se casó con el armador griego, Aristóteles Sócrates Onassis; en especial, por motivos de seguridad para ella y sus hijos, ante la ola de asesinatos que se desataron después.
Cuando su cuñado Robert F. Kennedy fue asesinado meses antes, Jacqueline creyó que los Kennedy sufrían una persecución, y que tanto ella como sus hijos, debían abandonar los Estados Unidos.
El matrimonio con Onassis, cobraba sentido:
Él tenía el dinero y el poder suficientes para darle el status y la protección que buscaba; ella tenía el estatus social que él necesitaba.
Así, Onassis finalizó un sonado romance con la diva María Callas, para poder casarse con Jackie.
La boda se celebró en la isla privada de Skorpios, y ese vestido creado por el modisto italiano, Valentino para su boda, no sólo significó la inspiración para muchas mujeres de la época, sino que hizo despegar la carrera del diseñador.
Pero contrario a JFK; el matrimonio Onassis Kennedy, no fue por amor.
Las relaciones con los hijos de Onassis fueron tortuosas, y Jackie al poco tiempo de casada, dio rienda suelta a una serie de gustos extravagantes que su afligido marido tenía que satisfacer a costa de grandes sumas de dinero en recursos malgastados, y dedicación extra de sus empleados.
La pareja, pasaba poco tiempo junta; mientras Onassis viajaba con Carolina y John; el hijo de Onassis, Alexander, había introducido a John en el mundo de la aviación, y a Jackie se la vio rara vez en compañía de su hijastra Christina Onassis, que finalmente terminó rechazándola.
Al cabo de unos años, la relación se deterioró completamente, y Onassis, ya hastiado, decidió que era tiempo de desembarazarse de su costosa esposa, que pasaba la mayor parte de su tiempo viajando y comprando, y empezó a tramitar su divorcio, mientras intentaba reconquistar nuevamente a María Callas...
Mientras estaban tramitando aún el divorcio, Onassis murió el 15 de marzo de 1975, dejando una gran herencia a Jackie, y desencadenando un litigio con Christina Onassis.
Durante su madurez, en torno al su estilo, Jackie se dejó ver con lentes de sol de gran tamaño de la firma Nina Ricci, que cubrían completamente sus ojos y que, de alguna manera, eran interpretados como su deseo de escapar de las miradas públicas que la seguían a todas partes.
Los anteojos, también se convirtieron en un símbolo de glamur, y pasaron a llamarse los “Lentes Jackie O”
Jacqueline Lee Bouvier Kennedy Onassis, pasó los últimos años de su vida junto a Maurice Tempelsman, un industrial belga, comerciante de diamantes.
En 1994, se le diagnosticó un linfoma, un tipo de cáncer que estaba en avanzado estado de desarrollo.
Murió, en su apartamento de La Quinta Avenida de New York, el 19 de mayo de ese mismo año, a la edad de 64 años.
En su memoria, la gran reserva de agua del Central Park, fue nombrada “Jacqueline Kennedy Reservoir”
Su funeral fue televisado en todos los Estados Unidos, y está enterrada junto a su primer esposo, El Presidente John F. Kennedy.
La ceremonia, aunque tenía carácter privado, contó con intervenciones de personajes como El Presidente Bill Clinton.
La importancia de Jacqueline Kennedy Onassis recae, pues, en su inicio, en un auténtico legado que dejaría huella no solo en las páginas de sociedad estadounidense, sino incluso en su forma de ver la política:
Organizando primero una visita guiada televisada por La Casa Blanca, y animando a su marido, a asistir a numerosos actos sociales y benéficos, comenzaría una forma de política que después han recogido testigos como Michelle Obama.
Conocida por su glamur y saber estar, Jacqueline Kennedy Onassis pasó a simbolizar desde sus primeros años en la esfera pública, la imagen perfecta de lo que una Primera Dama debe hacer y ser, dotando ya de importancia a la mujer del presidente, y rompiendo con el monopolio masculino mantenido hasta entonces en este sentido.
Le sobrevive su hija, Caroline Bouvier Kennedy Schlossberg, de 59 años; pues su hijo, John Fitzgerald Kennedy Jr., murió trágicamente en 1999, incrementando la leyenda negra sobre “La Maldición de Los Kennedy”
Pero esa es otra historia…
“There will be great presidents again, but there will never be another Camelot”
A principios del año 1963, Jacqueline Kennedy estaba entre las figuras más famosas, admiradas y envidiadas del mundo, como la elegante mujer y seductora esposa del Presidente más joven de los Estados Unidos, siendo también la primera Primera Dama de La Era De La Televisión:
Era fotogénica, cautivadora, y aún poco conocida bajo su imagen casi mítica de gracia, juventud e idealismo.
Pero también como icono del estilo, la elegancia y el buen gusto.
Pocas mujeres han marcado tanto la historia, como lo hizo en su día Jackie Kennedy, convertida ya en la imagen precursora de posteriores figuras como Lady Di, Rania de Jordania, e incluso La Reina Letizia, y Catherine, Duquesa de Cambridge.
Jacqueline Lee Bouvier, fue la esposa del Presidente John F. Kennedy, de 1953 a 1963, y era conocida como Jackie; y Primera Dama de Los Estados Unidos, de 1961 y hasta el asesinato de su esposo en 1963.
A partir de 1968, y hasta la muerte de él; en 1975, Jacqueline estuvo casada con el magnate griego, Aristóteles Sócrates Onassis, y fue conocida como Jackie O.
Jacqueline, nació en una familia de la alta sociedad neoyorquina.
Era la hija mayor de John Vernou Bouvier III, un seductor corredor de bolsa de ascendencia francesa, y de su esposa, Janet Norton Lee, hija de un presidente de banco.
Por la línea paterna, las hermanas Bouvier eran descendientes de Los Van Saless, una familia de ascendencia holandesa-africana, que se estableció en Nueva Ámsterdam, en el siglo XVII.
Desde niña, Jackie Bouvier fue una buena amazona y amante de los caballos; tanto que ganó diversos trofeos y medallas en competiciones ecuestres.
Le gustaba leer y escribir poesías y, aparentemente, adoraba a su padre.
De su madre se decía que era muy estricta, y que inculcó a sus hijas la etiqueta, las buenas maneras, vestimenta y costumbres de la clase alta.
Tras ser nombrada “Debutante del Año”, asistió a la escuela de “Miss Porter” (1944-1947), al Instituto Vassar (1947-1948) y a la Universidad George Washington, en la que se graduó en arte, en 1951.
En 1949, pasó algún tiempo estudiando en La Sorbona de París.
Jacqueline hablaba francés y español con fluidez; y tras graduarse, empezó a trabajar como fotógrafa para el “Washington Times Herald”
Gracias a este empleo, conoció a numerosos políticos, entre ellos al que sería su primer esposo.
Jackie conoció a John, cuando trabajaba como reportera en un prestigioso semanario en New York.
La atracción fue mutua, y pronto establecieron un romance.
El matrimonio fue un acontecimiento muy glamuroso de la alta sociedad de EEUU, y tuvieron 4 hijos:
Arabella, que falleció antes de nacer en 1956.
Caroline Bouvier Kennedy (1957), es la última sobreviviente del matrimonio de Jacqueline y John F. Kennedy.
John Fitzgerald Kennedy Jr. (1960-1999), quien contrajo matrimonio con Carolyn Bessette; y falleció en un accidente aéreo en 1999.
Y Patrick Bouvier Kennedy, quien nació y murió en agosto de 1963.
El matrimonio de Jackie pasó por dificultades, ya que se acusaba a su esposo de ser un mujeriego, y de tener una mala salud; pero ella mantuvo una estrecha relación con su suegro, que vio en ella, a la perfecta Primera Dama, y mantuvo también buenas relaciones con su cuñado, Robert.
Sin embargo, no tenía el carácter competitivo, deportivo y, a veces, abrasivo del Clan Kennedy; pues ella era mucho más tranquila y reservada.
Una vez fallecido su esposo, Jackie se desvinculó rápidamente del clan.
Cuando John F. Kennedy, venció a Richard Nixon en las elecciones de 1960, y se convirtió en El 35° Presidente de los Estados Unidos de América en 1961; con 31 años, Jacqueline se convirtió en la más joven de Las Primeras Damas de la historia de ese país.
A ella, nunca le gustó el título de “Primera Dama”, ya que decía que “parecía el nombre de un caballo”
Con la llegada de su marido a La Casa Blanca, la vida privada de Jackie, se convirtió en centro de atención del público.
Le gustaba vestirse con trajes de diseñadores franceses, lo que algunos diseñadores estadounidenses consideraron un símbolo de deslealtad.
Obviamente, no fueron sólo los 300 trajes que le diseñó el ex novio de Grace Kelly, el enorme Oleg Cassini, y los otros tantos que compró en Givenchy, Dior, Chanel, Norman Norell, Federico Forquet y Joan Morse entre otros, también su físico y su carisma ayudaron.
Como, probablemente el estar casada con quien estaba; todavía hoy se la considera y recuerda como una de las mujeres mejor vestidas, y con más estilo que ha habido.
El impacto que supuso Jacqueline Kennedy, era que esas modas se veían por primera vez en una Primera Dama, joven y atractiva, a la que la moda le encantaba, y que sabía muy bien, qué le sentaba bien, y qué no.
Aunque Jacqueline Kennedy sí consiguió convertir los guantes blancos, no sólo para uso en galas, sino también de uso durante el día, y los sombreritos “pill box” fueron su seña de identidad.
Durante su periodo como Primera Dama, Jacqueline se convirtió en un icono de la moda, tanto a escala local, como internacional; pero fueron 2 los viajes que marcaron el “estilo Jackie”:
El que hizo a la India con su hermana Lee, donde fue recibida con todos los honores; y el viaje que ella y JFK hicieron a París, en este último John ve la admiración que su mujer despertaba, tanto que termino por presentarse como “el marido de Jacqueline Kennedy”
El primer gran proyecto de Jacqueline, fue redecorar La Casa Blanca, ella consideraba que “la decoración anterior estaba vacía de contenido histórico”
Como amante de la historia, pensaba que La Mansión tenía que representar plenamente a su país.
Trabajó duro para encontrar muebles antiguos auténticos, y obras de arte que encajaran con el diseño de La Casa Blanca.
Encontró retratos originales de personajes como Thomas Jefferson y Benjamín Franklin, e hizo de La Casa Blanca, una suerte de Palacio Real estadounidense, y reorganizó las visitas turísticas, con el fin de conseguir que los estadounidenses pudieran saber más sobre su Historia.
Además, editó un libro, en el que se explicaba la historia del edificio, que se convirtió en todo un “best seller” en su momento, y grabó un programa de televisión, que se emitió el 14 de febrero de 1962, y que le valió un premio Emmy Honorífico.
Jacqueline Kennedy, sabía que sus hijos estaban bajo la mirada del público, pero decidió que los protegería de la prensa, y que intentaría darles una infancia normal.
Junto a su marido, planificó numerosos actos sociales, que los llevaron a ser protagonistas de la vida cultural.
Y es que Los Kennedy no fueron como las anteriores parejas presidenciales; ellos apreciaban el arte, la música y la cultura; invitaron a artistas y músicos a cenas y fiestas; celebraron actos especiales en honor de los ganadores del Premio Nobel; y transformaron por completo Las Cenas de Estado que se celebraban en La Casa Blanca.
Sin embargo, la tragedia no tardó en aparecer, cuando Jackie Kennedy estaba sentada al lado del Presidente, al recibir el disparo que lo mató el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas.
La señora Kennedy, testificó ante La Comisión Warren, haber visto como saltaban trozos de la cabeza de su esposo, a pesar de que, según el film que registró el magnicidio, la posición de La Primera Dama, no le permitía ver la cabeza de su esposo, al menos hasta un segundo después de que recibiera el disparo.
En cuestión de segundos, Jacqueline se subió a la parte trasera del vehículo presidencial, con miedo y pánico.
Pero ni siquiera la tragedia de la muerte de su esposo, impidió que el glamur de La Primera Dama se dejara ver.
Con ese clásico vestido negro, creado por la firma Givenchy, y un velo que dejaba entrever su dolor, Jacqueline despidió a su marido ante los ojos del mundo entero, con un “look” y actitud que se convirtieron en el símbolo del luto elegante.
Presidió el funeral llevando a sus 2 hijos de la mano, caminando tras el ataúd desde La Casa Blanca hasta la catedral de Saint Matthew, en la que se celebró un funeral masivo.
De hecho, Jackie fue la encargada de encender la llama “eterna” en la tumba de su esposo en El Cementerio de Arlington.
Su templanza en los momentos posteriores al asesinato, hizo que se ganara la admiración del mundo entero.
Como Primera Dama y esposa del Presidente demócrata estadounidense, John F. Kennedy; Jacqueline Kennedy inspiró a millones de mujeres en todo el mundo con su chic sin esfuerzo.
Su estilo de la firma, era a la vez con clase, todo moderno, fuerte y femenino, lleno de los vestidos simples de “A-line”, de sombreros coloridos como el famoso “pill box”, y de trajes de Chanel.
Sin embargo, su atractiva imagen, también funcionaba como una especie de escudo, dividiendo su persona pública, construida de la persona que pocos, fuera de su familia, veían.
Con un país tan políticamente polarizado como es ahora Estados Unidos, conviene echar la vista atrás, para recordar aquellas historias de La Casa Blanca que tanto misterio y respeto despiertan.
Esos sucesos que han trascendido más allá de sus fronteras, no sólo por lo trágico que puedan resultar, sino por lo trascendentales que fueron para el crecimiento de esa potencia, que ahora va a pasar a estar presidida por el que probablemente sea el más polémico representante de EEUU hasta la fecha.
Sin embargo, a todos a veces se nos olvida que, aunque normalmente estos relatos giran en torno a la figura del Presidente, no está de más recordar que:
Detrás de un gran hombre, casi siempre hay una gran mujer.
“Nothing's ever mine, not to keep”
Jackie es un drama del año 2016, dirigido por Pablo Larraín.
Protagonizado por Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Greta Gerwig, Billy Crudup, John Hurt, Richard E. Grant, Max Casella, Beth Grant, Caspar Phillipson, John Carroll Lynch, Julie Judd, Sara Verhagen, Sunnie Pelant, Hélène Kuhn, Deborah Findlay, Corey Johnson, entre otros.
El guión es de Noah Oppenheim.
Oppenheim, es conocido en el mundo de las noticias y la política, sirviendo como Vicepresidente Senior de NBC News, donde a menudo habló sobre el impacto de John F. Kennedy con su compañero periodista y biógrafo, Chris Matthews.
Oppenheim, es también el coautor del libro “The Intellectual Devotional: American History”, un compendio de sabiduría de figuras históricas de EEUU.
Naturalmente, el guionista se zambulló con entusiasmo en la investigación para realizar Jackie, examinando los archivos interminables, amasados sobre La Familia Kennedy, y la administración de corta duración pero interminablemente influyente.
Pero la investigación, sólo podía llevarlo tan lejos en sus esfuerzos por recrear la voz, la personalidad, y las emociones frecuentemente oscurecidas de Jacqueline Kennedy.
El director, Pablo Larraín, dijo:
“Todos conocemos la historia del asesinato de John F. Kennedy, pero:
¿Qué pasa si nos centramos sólo en Jackie?
¿Cómo fue durante esos 3 días, que transcurren entre el asesinato de Kennedy, y El Funeral de Estado, es decir, qué pasó entre el 22 y el 25 de noviembre de 1963, ahogándose en el dolor?
La vida de sus hijos, cambió para siempre, con los ojos de todo el mundo sobre ella...
Jackie era una reina sin corona, que perdió tanto su trono, como su marido”
El guionista, Noah Oppenheim ha dicho:
“Como tantas mujeres en la historia, Jacqueline Kennedy ha conseguido su merecido, debido a su estilo y elegancia, pero merece más crédito por su excepcional comprensión de la imagen, las relaciones públicas.
Y realmente había creado la idea de “Camelot” después de la muerte de JFK.
Cuando leí sobre esa sola semana en 1963, cuando tuvo que consolar a 2 niños afligidos, tratar de salir de lo que era realmente su único hogar, contemplar una vida completamente diferente…
Avanzar, y al mismo tiempo tener un último golpe para solidificar el legado de su marido, fue extraordinario, no podía imaginar un momento más revelador, para explorar a una de las mujeres más interesantes del siglo pasado”
Por ello, uno de los elementos de la historia en los que se centra la película, es la entrevista de la vida real, con la ahora/entonces viuda Jacqueline Kennedy, hecha por Theodore H. White para la revista LIFE, en Hyannis Port, Massachusetts, Estados Unidos.
“La historia de Jackie Kennedy nos habla hoy por varias razones.
Por un lado, recuerda una época en la que la política tenía cierta dignidad, cuando todos admiramos a la gente que ocupaba La Casa Blanca.
También creo que Jackie fue una especie de la primera reina de EEUU, alguien que nos mostró lo que es tener la más noble gracia bajo el fuego, y creo que este es un momento en que la gente está tratando desesperadamente de cortar a través de la niebla que rodea lo que es verdad, y lo que no está en nuestro mundo, es un tiempo maduro para explorar, cómo las figuras públicas, elaboran sus imágenes.
Y crear mitologías alrededor de sí mismos”, dijo el guionista.
Mientras investigaba y escribía, Noah Oppenheim sentía muy fuertemente, que estaba escribiendo una historia, no del pasado, sino de una mujer que de muchas maneras, fue la primera en la historia presidencial en forjar la idea de dejar atrás un legado visual que vive para siempre.
“La bendición de escribir sobre alguien como Jackie, es que hay una cantidad abrumadora de información acerca de quién era, cómo se comportaba, la línea de tiempo de su vida”, admitió Oppenheim.
“Esta preponderancia de información sobre su vida, me permitió enraizarla en la realidad, pero también me proporcionó la oportunidad de hacer preguntas, y usar mi imaginación para darle vida.
Liberada creativamente, fui capaz de cavar más profundo, y explorarla más allá de los límites de los hechos en los que pude basarla”, dijo.
Por tanto, el director Pablo Larraín, se vio obligado a la idea de mezclar y combinar acontecimientos históricos que están bien documentados, como:
La caravana de Dallas, retratar al vicepresidente demócrata Lyndon B. Johnson, siendo juramentado para ser el próximo presidente estadounidense en el avión de La Fuerza Aérea; al mismo John F. Kennedy, su funeral del gran estado, y el entierro final en El Cementerio Nacional de Arlington, junto a la llama eterna; con los momentos que nadie puede determinar, que no se documentaron, y que sólo puede ser imaginado atrevidamente.
El proyecto de llevar a Jackie a la pantalla, fue anunciado con Darren Aronofsky como director, y protagonizado por Rachel Weisz, como Jacqueline Kennedy.
Weisz se retiró, y Aronofsky permaneció como productor, el cual ha dicho como reacción a esta película:
“Fue un proyecto tan interesante de emprender.
Pienso que puede ser muy importante, reconocer que incluso los iconos que más lo parecen, son realmente humanos, no los debilita.
Para explorar no sólo su valor y fuerza, sino también sus temores y dudas de sí mismo, creo que, en última instancia, eso hace que alguien como Jackie Kennedy, sea aún más real y más poderoso”
Pero Larraín tenía sólo una condición:
Sólo lo haría, si Natalie Portman aceptaba interpretar a Jacqueline Kennedy.
El productor Darren Aronofsky, estuvo de acuerdo en que ella era la única opción.
“Te preguntas si alguien podría interpretar a Jackie, ella es una figura tan icónica”, dijo Aronofsky.
“Pero de alguna manera, Natalie te hace olvidar que estás mirando a Natalie, de alguna manera, a través de su magia y vudú, ella puede desaparecer en cualquier papel”, dijo el director, que debuta con su primer film en los Estados Unidos de América.
La filmación, se movió rápidamente durante 23 días en etapas en París, con 10 días en Washington D.C., y Baltimore.
Jackie es un drama, no biográfico, centrado en los días inmediatamente posteriores al asesinato de JFK (Caspar Phillipson) en Dallas, el 22 de noviembre del año 1963, narrados desde el punto de vista de Jacqueline Kennedy (Natalie Portman)
La acción empieza con Theodore H. White (Billy Crudup), un periodista que visita la casa de Los Kennedy en Massachusetts, para entrevistar a Jacqueline Kennedy, una semana después del hecho que sacudió a los EEUU.
Así, la película se divide entre la dramatización de los hechos, y la sesión de preguntas y respuestas con el periodista.
A lo largo de la historia, podemos entender por lo que está pasando Jackie, ya sea intentar hacer algo majestuoso, preocuparse por dejar un legado, o tomar ciertas decisiones con relación al funeral de su difunto esposo.
Todo esto a pesar de encontrarse con críticas y opiniones contrarias porque, como dijo al principio, “creen que soy tonta”
Sin embargo, Bobby Kennedy (Peter Sarsgaard) es quien más tiempo está de su lado, porque entiende mejor que nadie por lo que está pasando; y por el contacto cercano que tuvo con su hermano muerto.
Jackie no se trata de un “biopic”, y si lo fuera, no es convencional, ni tampoco un documenta, o un acercamiento redentor a su figura, sino que más bien ofrece una observación corrosiva y dura de aquellos días, en los que La Primera Dama debió proteger su imagen, apariencias, y el legado en construcción de su esposo, mientras lidiaba con el duelo y las imágenes de horror que presenció de cerca.
Sin ningún respaldo histórico preciso, la obra es ficción, tomando elementos reales de lo que pudo ser la vivencia de La Primera Dama de EEUU, al momento del magnicidio, todo desde su perspectiva, tomando como eje central, una entrevista en la cual ella narra los hechos a modo de “flashbacks”, evidenciando lo sola que estuvo en ese terrible momento, la necesidad imperiosa del gobierno en seguir adelante a pesar del dolor, la política interna, y el peligro que supuso el funeral, etc.
Durante la turbulenta semana después del asesinato del Presidente demócrata estadounidense, John F. Kennedy, Jacqueline construyó involuntariamente una reputación de alguien muy valiente y querido como su esposo, planeando su funeral, para convertirse en una catarsis nacional sorprendentemente grande.
“No era su intención convertirse en un icono”, observó el director, Pablo Larraín.
“Pero al tratar de proteger el legado de su esposo, ella se convirtió en uno.
Hubo una brecha entre su objetivo y el resultado real, que es una de muchas cosas que me pareció interesante explorar en esta historia”, dijo.
El resultado, es un retrato íntimo, pero uno de los temas épicos, que proporciona un retrato de Jacqueline Kennedy como no la hemos visto:
Una mujer profundamente humana y vulnerable, enfrentada de inmediato con el poder de la pérdida, el amor, la autopreservación, conciencia pública e historia.
Extraordinaria en su penetrante intimidad, y lacerante en su tristeza, Jackie es un retrato noblemente crudo, sobre una icónica Primera Dama, tambaleándose en la tragedia, al mismo tiempo que evoca la valentía necesaria para hacer que la muerte de su esposo sea significativa, y asegurar su propia supervivencia como algo más que una nota al pie, elegantemente vestida.
Como dato, el título de la película, “Jackie”, evidentemente se refiere al sobrenombre del personaje del título de la película, Jacqueline Kennedy, que más tarde se convirtió en Jackie Onassis, pues su nombre de soltera es Jacqueline Bouvier.
Por tanto, su último nombre completo, oficial, fue:
Jacqueline Lee Kennedy Onassis.
En definitiva, Jackie lleva al público a un viaje personal, a uno de los eventos más extraordinarios de la historia de Estados Unidos, y también a un drama profundamente emocionante, que ilumina de manera fascinante a la mujer, los tiempos, y las maneras de lidiar y contar las historias más intensamente públicas de las tragedias.
“When something’s written down, does that make it true?”
Jackie es el primer largometraje teatral importante que se ha hecho, relacionado con el asesinato del Presidente demócrata estadounidense, John F. Kennedy, desde el estreno de “Parkland” (2013), éste fue estrenado en torno al 50° aniversario de la muerte de JFK.
Sobre el tema, “la primera semana después del asesinato del presidente John F. Kennedy, fue un período de tiempo”, según el guionista Noah Oppenheim, “que definió no sólo el icono en que Jacqueline Kennedy se convertiría, sino el comienzo de nuestra cultura, saturada de imagen en formas que realmente no habían sido exploradas”
“Al principio, todo lo que sabía de Jackie, era muy superficial”, señaló el director, Pablo Larraín.
“Yo la conocía como la mujer que siempre se veía en las fotos junto a JFK, la mujer conocida por su estilo y gusto.
Creo que así es como la mayoría de la gente la conoce en EEUU, y alrededor del mundo.
Para cambiar ese punto de vista, y cavar más lejos...
Cuanto más miré, más me encontré con una mujer que era muy sofisticada, muy inteligente, y que tenía un sentido político increíble.
Más importante, ella era una mujer que entendía la comunicación de una manera que muy poca gente hacía en aquellos tiempos”, dijo el realizador.
El director, con Jackie, da una vuelta audazmente poco convencional al género “biopic”, que no lo es, mezclando secuencias históricas con recreaciones ficticias completas, y excavando apenas un momento crítico en la vida de Jacqueline Kennedy, pero en todas sus capas intrincadas inteligentemente tejidas.
Algo que me atrevo a decir, que no se ve desde “Ben-Hur” (1959)
El director Pablo Larraín, se sintió fascinado por la forma en que Jacqueline Kennedy se permitió convertirse en una especie de conducto para los sentimientos colectivos de angustia y de duda del público, tras el primer asesinato presidencial del siglo XX, desde que el presidente republicano William McKinley fue asesinado a las 4:07pm del viernes 6 de septiembre de 1901.
“Estados Unidos nunca ha tenido realeza y, sin embargo, en ese momento, Jackie se convirtió en una reina sin trono, una madre en una nación en duelo”, observó el director.
“Ella soportó toda su pena y dolor, incluso mientras ella estaba soportando tanto dolor por el impacto en primera persona.
Ella puso todo sobre su espalda, y se empujó hacia adelante.
Ella no podía haber planeado estos eventos, pero cuando llegó el momento, ella lo llevó con tal gracia y extraordinario amor”, dijo.
Así, Jackie narra los 3 traumáticos días de Jacqueline Kennedy, alrededor del 22 de noviembre de 1963, cuando fue asesinado John F. Kennedy.
Y describen cómo esta mujer se convierte en mito, nuestra esos días en los que tuvo de repente que dejar toda inocencia, y enfrentar a todo un gobierno.
La vida de Jaqueline es, por tanto reconstruida en secciones a través de diálogos.
Su mundo, junto con la fe de la nación, se sacudiría de sus cimientos cuando John F. Kennedy fue golpeado por las balas de “los asesinos”, mientras viajaba al lado de Jackie, en un desfile a través de Dallas.
En un momento lleno de confusión y choque, el mundo presenció la compasión de La Primera Dama, en imágenes que siguen siendo tan conmovedoras y fascinantes como siempre.
Pero lo que nadie veía, era lo que ocurría detrás de las puertas cerradas en el mundo privado y cerrado de Jackie.
De repente solo, salvo para su familia, confidentes y un sacerdote, La Primera Dama se enfrentó a una serie de desafíos como esposa, madre y parte reacia de la máquina política:
Consolando a sus hijos, planificando el funeral de su marido, preparándose para el traspaso inmediato al próximo Presidente Lyndon B. Johnson, para mudarse rápidamente de La Casa Blanca, y lo más notablemente posible, luchando por mantener el control sobre, cómo la historia definiría para siempre el legado de su esposo.
En un período de apenas una semana, Jacqueline Kennedy, era una mujer ferozmente privada, y tuvo que enfrentar pérdidas personales impensables, duras realidades políticas, una nación en medio de un trauma colectivo, y en medio de toda la incertidumbre, la maquinaria de Washington y el escrutinio público, la responsabilidad de mantener vivo todo lo que su esposo quería representar en EEUU.
Aunque hoy está entre los más amados de Los Presidentes de los Estados Unidos, el legado de John F. Kennedy, no fue asegurado a su muerte.
Había pasado sólo 2 años y 9 meses en el cargo, y el temor entre los más cercanos a él, era que todo lo que apuntaba, sería olvidado, porque el potencial se había quedado sin cumplir.
En medio de su propia angustia, Jackie se esforzó con una misión única:
Contar la historia de su marido, de una manera que siempre se recordaría, breve pero brillante, como un momento prometedor de EEUU, que fue silenciado.
Larraín, de hecho, siempre la pone en constante comparación con alguien:
Con Bobby Kennedy, con su asistente, con El Presidente Johnson, con La Casa Blanca, con un periodista, o con un padre católico; son los recursos que utilizan el director y guionista, para que Jackie se confronte con ellos, la opinión de la humanidad.
Cada uno de ellos, representa algo en la vida presente, y en el pasado de Jackie, son situaciones o personas que deberá enfrentar, si quiere seguir adelante.
Robert “Bobby” Kennedy, representa la sobreprotección en la que vivió tan pronto se unió al Clan Kennedy.
Su asistente Nancy, (Greta Gerwig), siempre está a un paso delante de las decisiones de ella, pero de alguna u otra forma, no le deja pensar por ella misma.
El Presidente Johnson (John Carroll Lynch), y La Casa Blanca, se ven como un apoyo que no le da mucha importancia a su opinión, basándose en la personalidad sumisa conocida de ella, previo al atentado.
El periodista, que no tiene nombre durante el metraje, y que puede ser la prensa misma o el mismo público en el actor Billy Crudup; es una clara representación de lo que viene, la vida que le espera a esta mujer, mostrándole que los ojos del mundo están puesto en sus acciones, que la califican de una mujer fría.
En una magnifica secuencia, la cámara de Larraín, se separa de la cara de Portman, y vuela sobre el inmenso cortejo fúnebre en un Washington aturdido y en silencio; y luego se centra en la deposición del ataúd, hasta los ojos de la viuda, como si el público la observara directamente.
En ese momento, Jacqueline desaparece, y nace “Jackie”, la mujer que renace de su propio dolor, y que comienza una nueva vida.
Aquí cambia también la expresión de Portman, de ver como una sumisa e inocente mujer, que da un “tour” televisado por toda La Casa Blanca, y es forzada a sonreír; pasamos luego a ver a una mujer que, sin miedo, enfrenta a toda una administración.
Esa es la clave de la magnífica actuación de Natalie Portman.
La pieza central, en una interpretación asombrosa y emotiva; que Portman da al público, un acceso inusual a la psique interior de Jacqueline Kennedy, en algunos de sus momentos más volátiles, frágiles, reflexivos e inteligentes.
Es un espectáculo lleno de minúsculos y honestos detalles humanos, que subyacen incluso a los más imponentes, y cuidadosamente compuestos de imágenes públicas.
Y ese es el punto de análisis en Jackie, propuesto por Pablo Larraín.
La viuda de Kennedy es, de hecho, retratada como una persona frágil, indefensa, sensible, agitada, asustada, sola, e impotente, porque de repente pierde a su marido…
El hombre que fue el apoyo de ella, de repente se vuelve una carga.
El cineasta chileno, literalmente llega a pegar la cámara a la cara de Natalie Portman, quien expresa unas poderosas y reales expresiones faciales, marcadas por todos sus estados de ánimo.
La vemos cambiar de opinión numerosas veces acerca de la conveniencia de desfilar junto al féretro de su marido, una cuestión de orgullo; y también la escuchamos poner en duda, la felicidad de su matrimonio, entre otras confesiones morbosas, ella explica que “el matrimonio no dormía en la misma cama”; habla de cómo su marido se sentía “tentado por el diablo”; y “debí haberme casado con un hombre ordinario y feo”
Sin embargo, todos estos atisbos de oscuridad, se ven sobrepasados por la compasión que demuestra Larraín por la protagonista.
“Me pareció uno de mis papeles más peligrosos, porque todo el mundo sabe qué aspecto tenía, cómo sonaba, y cómo caminaba.
Nunca había interpretado a un personaje así, y nunca me había considerado una gran imitadora”, admitió la actriz.
Para Larraín, el parecido físico no era lo importante:
“La clave no es el maquillaje y las pelucas, sino el hecho de crear un parecido, una ilusión”
El director no considera que su película sea un “biopic”:
“Es más bien un intento de meterse en su mundo y sus circunstancias”, explicó.
“Al final, tampoco sabes quién es ella, porque eso resulta imposible”, sentenció.
La imagen de Portman como Jackie, es similar a la Fanny Ardant como María Callas, o Helena Bonham Carter como Elizabeth Taylor, no son parecidas, pero logran mostrar el espíritu de esas Vacas Sagradas; y aquí se nos enseña una mujer fuerte como una torre, tremendamente inteligente, controladora en muchos aspectos, tan segura como perfeccionista, pero evidentemente con grandes proyectos frustrados, como se ve lo que pudo ser más allá del famoso especial “Tour en La Casa Blanca”; y que después de los hechos, se hizo muy cuidadosa en su vida privada, retirada, puesto que empezaron a matar a todo el mundo, creando un caos inconcebible en EEUU.
Los detalles sobre el asesinato de Kennedy, y las posteriores consecuencias de este suceso, fueron eliminados por Pablo Larraín, y sólo se centra en la figura de La Primera Dama.
A menudo, esto conduce a una superficialidad en el tratamiento de la figura de la mujer, pero Larraín la coloca como una mujer en su naturaleza, que debe evolucionar en poco tiempo, tomar decisiones, y hacer lo que quiere, sin preguntar ni buscar aprobaciones, tal vez por primera vez.
Al igual que Portman, Peter Sarsgaard se enfrentó al desafío de intentar capturar la esencia de un hombre que es más allá de reconocible y venerado.
Sarsgaard observó, que Robert “Bobby” Kennedy y Jackie Kennedy tenían diferentes puntos de vista que podrían haberlos dividido en un tiempo de estrés abrasador:
“Creo que había un poco de duelo competitivo entre Jackie y Bobby como hermano y cuñada.
Jack era la sangre de Bobby, pero Jackie era su esposa, y ella tenía una relación con Jack, que Bobby nunca podría tener.
Pero lo que los unía, era el enorme agujero que John F. Kennedy había dejado en sus mundos.
Una de las cosas que me llamó la atención, es que su pena es tan feroz, que creo que eso es lo que mantiene a la película siempre sentimental”, señaló Sarsgaard.
“Larraín me hizo decir cosas que a veces no podía imaginar a Bobby Kennedy diciendo, pero Pablo diría que “sólo conoces la parte pública de él, pero ahora puedes imaginar la verdad de lo que estaba sintiendo”
Me estaba desafiando a exponer partes de Bobby Kennedy, que no están en ningún libro de historia, pero son cosas con las que todos podemos relacionarnos”, explicó Sarsgaard.
El personaje de Billy Crudup, catalogado como “The Journalist” en los créditos, está destinado a ser Theodore H. White, de la revista LIFE, quien realizó una entrevista en vivo con Jacqueline Kennedy.
Crudup dijo:
“Yo interpreto a un periodista que Jackie llama para intentar obtener su versión de esta historia, de su presidencia hacia el público”, dijo Crudup.
“Quiere asegurarse, de que su legado se preserve en la forma en que se imagina que debería ser, así que ella astutamente decide usar la prensa”
Una de las relaciones más reveladoras de Jacqueline Kennedy, en la película, es con Nancy Tuckerman, su secretaria social en La Casa Blanca, pero también su confidente de por vida; tomando el papel de amiga de Jackie desde la infancia y aliada de La Casa Blanca, en la actriz Greta Gerwig:
“Nancy es una de las amigas más viejas de Jackie, así que su relación realmente ilumina, cómo Jackie se siente sobre temas más privados, como su matrimonio y sus hijos”
La dirección de Larraín, es bastante buena, con un refuerzo genial en archivos reales, una puesta en escena bastante encomiable, como lo es la escenografía y el vestuario.
Los cortes editoriales de Sebastián Sepúlveda, ayudaron a unir la narrativa no cronológica, que se mueve hipnóticamente tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo.
“La edición fue una propuesta desalentadora al principio:
Había tantos elementos en la mezcla:
Una serie de hebras altamente emocionales para unirse, la mezcla de hechos y ficción interpretativa, “flashbacks” y saltos de tiempo, tanto en blanco y negro, como en fotografía en color, así como imágenes de época.
Todo tenía que ser mezclado en la producción”, dijo Sepúlveda.
El productor, Ari Handel, resumió sobre el vestuario:
“Era crucial conseguir que los vestidos de Jackie fueran correctos, y Madeline Fontaine, no sólo hizo eso, sino que los hizo sentirse vivos y vividos.
Tan real, que te lleva a una nueva relación con estas imágenes icónicas que ya sabemos.
Todos hemos visto el traje rosado de Jackie, pero cuando ves a Natalie Portman quitárselo, de repente te das cuenta, de cómo esta mujer había pasado un total de 24 horas en ropa empapada con la sangre de su marido, es un recordatorio visceral de todo lo que pasó”
El director, dijo sobre el trabajo del diseñador de producción, Jean Rabasse:
“Lo que hizo Jean, al reconstruir La Casa Blanca, fue increíble, recuerdo la primera vez que entré en el set terminado, estaba asombrado, era literalmente el mismo lugar que ves en las fotografías.
Cuando Jackie Kennedy hizo la restauración de La Casa Blanca, contrató a un diseñador francés, para hacer muchas de las telas.
Tan pronto como Jean se involucró, él y nuestra diseñadora de vestuario, Madeline Fontaine, fueron a las compañías que en realidad hicieron esos tejidos para Jackie Kennedy en los años 60.
Algunos ya no existían, pero encontraron maneras de volver a hacer todo tan bellamente.
Era un gran desafío, pero el sentimiento tenía que ser exactamente correcto”
El Especial televisivo, “Tour por La Casa Blanca” (1962), animado por Jacqueline Kennedy, fue visto por más de 56 millones de espectadores…
El director dijo al respecto:
“Cuando vi la gira de La Casa Blanca, no pude dejar de mirarla, dijo mucho sobre Jackie, y quién se convertiría.
Sabía que teníamos que añadirlo a la película, no había estado en la televisión antes de esa manera, y no era algo que le gustaba, pero Jack la alentó a hacerlo, en parte porque había sido criticada erróneamente por gastar impuestos.
Los dólares usados en la renovación, a pesar de que se hizo con financiación privada…
Sin embargo, fue increíble, dando la gira de una manera tan convincente.
De hecho, Jackie enfatizó en su presentación, que sentía que La Casa Blanca no debía ser considerada simplemente como el hogar, y el lugar de trabajo del Presidente, sino como un escaparate de la historia, cultura, de arte, y un lugar de orgullo nacional.
Jackie invitó a Estados Unidos y al mundo, a la recién renovada Casa Blanca de una manera que era tanto pública como personal, y de una manera que parecía formar un libro, con sus más sombrías apariciones públicas, después de la muerte del presidente”, dijo.
Así, para recrear el histórico “Tour de La Casa Blanca con La Sra. John F. Kennedy”, el director Pablo Larraín, quiso usar las cámaras de época para lograr una apariencia que ya no existe:
“Fue un gran desafío para que las imágenes se vean, y se sientan exactamente cómo era, hasta la iluminación.
Cámaras de TV en color, a continuación, utiliza una tecnología que separa los rojos, azules y verdes, y los convierte en señales de televisión, por lo que tenía un aspecto muy distintivo de época.
Cuando hice la película “No” (2012), utilizamos el mismo tipo de tecnología, y todavía tenía esa cámara en casa.
Por lo que me la trajo la cineasta Stéphane Fontaine, para rodar La Gira, y luego después lo tratamos digitalmente”
Y fue un reto para la diseñadora de vestuario, Madeline Fontaine, el vestido de lana de 2 piezas, de color rojo oscuro usado por Jacqueline Kennedy, durante la gira de La Casa Blanca, para ser asociada con la imagen de la televisión de 1960:
“De hecho, hay algunas fotos del vestido en color, por lo que pudimos ver el rojo original, pero tuvimos que hacer 2 piezas diferentes, una roja y otra rosa, para obtener el tono de color gris para el blanco y negro de las imágenes de televisión”, explicó Fontaine.
También, hubo un momento misterioso, que sacudió al director Pablo Larraín cuando vio “A Tour Of The White House” (1962):
“De repente, cuando Jackie está en el dormitorio de Lincoln, ella comienza a hablar de lo que le pasó a la viuda de Lincoln, después de que lo mataran.
De una manera muy extraña, casi se siente como una premonición de lo que le sucedería a ella.
Parecía muy importante para mí, incluir ese momento, un signo del peso que sentía dentro de ella”
En una escena en Dallas, donde la limusina de Kennedy está corriendo al hospital, inmediatamente después del tiroteo, el cielo está nublado y oscuro…
Pero el 22 de noviembre de 1963, los cielos sobre Dallas eran claros y soleados.
El cielo cubierto en esta escena, por tanto, es una elección simbólica del director.
De hecho, otras escenas de la película, que tienen lugar en Dallas en este mismo día, muestra el cielo soleado y brillante.
Aunque apuntaba a la autenticidad, el diseñador de producción Jean Rabasse, también permitió cierto expresionismo:
“Pablo Larraín, siempre ha dicho que no debemos tener miedo del color, es parte del espíritu de Jackie.
El color también hace eco de las emociones de Jackie.
Hay una escena, cuando Jackie regresa a La Casa Blanca después del asesinato, y ella está sola en el comedor.
Para ese momento, realmente quería reforzar su comprensión de lo que viene, de lo que ha perdido, y de la importancia de esto para la nación, así que realmente trabajamos para desarrollar una paleta y textura muy específica, no hay brillo en esa escena, todo es marrón, naranja o verde, una combinación que pensamos evocó belleza, pero también profunda tristeza”
Hoy en día, “Camelot” es un título usado con frecuencia para referirse al mandato de John F. Kennedy como Presidente de los Estados Unidos de América; pero fue en realidad, Jacqueline Kennedy, quien introdujo la idea después de la muerte de JFK.
La entrevista de la vida real de Jackie, con la revista LIFE, inspiró la entrevista en el carrete representada aquí.
En la entrevista, Jackie habló del amor de su marido por el musical de Lerner y Loewe, de 1960, titulado “Camelot”, que luego fue filmado y estrenado como “Camelot” (1967), y especialmente la letra decía:
“No dejes que se olvide, que una vez hubo un lugar, por un breve y brillante momento, que se conocía como Camelot”
Ese breve y brillante momento, se convirtió en un poderoso descriptor de la repentina pérdida.
De hecho, la misma Jackie dijo en la entrevista:
“Habrá grandes presidentes de nuevo, pero nunca habrá otro Camelot”
Un dato curioso, en Jackie, es que ella pone un disco del musical, que debe comenzar con la primera pista…
Pero lo que se escucha es a Richard Burton cantando la canción “Camelot”, que es la 5ª pista en el primer lado de la grabación de reparto original de Broadway; pero ojo, ella se da cuenta de eso, por ello regresa su mirada…
¿Algún misticismo…?
El director Pablo Larraín, también quiso asegurarse de que la película mostrara con precisión, que fue Jacqueline Kennedy quien conectó por primera vez la administración de Kennedy con Camelot, el mítico reino gobernado por El Rey Arturo y sus Caballeros de La Mesa Redonda, el mayor de los principios humanos:
“Realmente no tenía una conexión personal con la idea de Camelot, hasta que exploré más sobre ella.
Volví y escuché las palabras del musical, cuando lo conseguí, estaba muy conmovido, y pensé que era brillante que Jackie fuera quien unió esa leyenda con su marido”
Como curiosidad, en la escena final, donde JFK y Jackie están bailando en un baile formal en La Casa Blanca, Bobby Kennedy trata de bromear con su hermano, El Presidente; vemos que Peter Sarsgaard, de 5'11"; es claramente más alto que Caspar Phillipson de 5'8 ½"
En la vida real, El Presidente Kennedy era 6'0", más alto que Bobby Kennedy, de 5'9", como es evidente en muchas fotografías de ellos juntos.
El diferencial de altura, de 2 ½ pulgadas entre Sarsgaard y Phillipson, es casi exactamente el contrario de la diferencia de altura de 3 pulgadas entre JFK y RFK, las figuras históricas que están representando.
Una de las últimas secuencias, resulta representativa:
Jackie abandona La Casa Blanca, subida en un coche oficial.
De lejos, ella observa distintos maniquíes en el escaparate de una tienda…
Todos ellos, se le parecen:
Lucen un peinado similar, y un conjunto que podría encontrarse en su armario, lo que la hace sonreír.
Durante ese tramo final, no han dejado de repetirle, que el país no olvidará que ha estado a la altura:
“La recordarán por su dignidad”, la elogia el impertinente reportero de la revista LIFE.
Es decir, “por su saber estar, por su entereza y también su glamour”, pero nada que no supiéramos ya.
Portman, se refirió indirectamente a esa escena:
“¿Cómo conservar tu humanidad, cuando eres un símbolo para mucha gente, cuando todo el mundo te trata como si fueras un maniquí?”
Con todo, Jackie tiene como errores varios:
Hacia el final, Jackie está mirando hacia fuera de su limusina, a los maniquíes que aparecen en las ventanas de una tienda llamada “Hamilton”
Hamilton, es un restaurante y sala de conciertos, que abrió sus puertas en 2011...
En los años 60, había una tienda local llamado Garfinkles en esa ubicación.
El Tour de La Casa Blanca, fue transmitido El Día de San Valentín del año 1962, no en 1961, como se mostró en esta película, por eso, la señora Kennedy usó un traje color rojo.
El documental se tituló:
“A Tour Of The White House with Mrs. John F. Kennedy”
¿Qué nos deja “Jackie” (2016)?
La HISTORIA, el nacimiento de Camelot, el tras bambalinas del funeral de JFK, pues ella le mostró al mundo, el horror de ser objeto de un francotirador, puesto que no pudieron asegurar la vida de JFK en un simple paso por el parque de Dallas.
Resulta curioso, cómo también se manejan muchas Teorías de Conspiración, aunque de manera muy sutil, y esto va para los conocedores del tema; así como la fuerte sensación de ser un “reemplazo”
Por último, en Internet circula un poster de María Callas, publicado hace unos años, muy similar a la imagen del poster publicitario oficial de esta película.
¿Una broma, o pura coincidencia?
La compositora de la banda sonora es Mica Levi, que entró en el estado de ánimo de la época, con instrumentos antiguos e influencias que iban desde los maestros de jazz de los años 60, John Coltrane y Morton Feldman, hasta el musical de “Camelot” de Lerner y Loewe, que posteriormente fue filmado, y que John F. Kennedy tanto amó.
“Don’t think for one second I’m going to let you publish that”
Jackie es una demoledora reflexión sobre la pérdida y el legado.
El periódico londinense, The London Evening Standard dijo de ella, como personaje real:
“Jacqueline Kennedy, ha dado al pueblo estadounidense una cosa que siempre habían deseado:
Majestuosidad”
Una semana después del asesinato, Jackie concedió una entrevista para la revista LIFE, pues en su momento, no tuvo la oportunidad de referirse al tema a la prensa.
En esa entrevista, habló de los años de Kennedy como “los años de Camelot”, y durante un año, no hizo ninguna aparición pública.
Y para conmemorar El 50º Aniversario de La Presidencia de Kennedy, la familia aceptó publicar una larga conversación en 7 partes, que Jackie acordó a Arthur M. Schlesinger, un historiador amigo que había tenido un cargo de Asesor Especial de JFK, en La Casa Blanca.
Con LIFE, fue solo 1 de las 3 entrevistas que concedió tras la muerte de su marido, y la última donde habló de su Presidencia, lo que no volvería a hacer hasta su muerte, en 1994.
El encuentro se produjo a principios de 1964, solo algunas semanas después del asesinato, y fue grabado en una serie de cintas secretas que también vieron la luz hace unos años.
La imagen cándida de La Primera Dama, quedaba parcialmente desmentida.
En ellas, se descubría a una mujer arisca y clasista, de lengua viperina y tendencia al revisionismo, véase el uso de la leyenda sobre JFK, y su pasión por el musical “Camelot”, incluida en la película, que la conmoción que debía de seguir experimentando, no logra excusar del todo.
En las cintas, por ejemplo, llamaba “falso” a Martin Luther King, a quien acusaba de organizar orgías; llamaba “ególatra” a Charles de Gaulle; y “lesbiana” a la congresista Clare Boothe Luce.
Lejos de su imagen de mujer sumisa a los deseos de su marido, y agnóstica respecto a todo militantismo, a años luz de personajes como Eleanor Roosevelt, Michelle Obama, o Melania Trump; Jackie Kennedy demostraba un conocimiento profundo de la vida política de su país, y del personal que rodeaba a su marido, entre los que repartía premios y castigos en la grabación.
Sin embargo, el 20 de octubre de 1968, Jackie siguió su vida, y se casó con el armador griego, Aristóteles Sócrates Onassis; en especial, por motivos de seguridad para ella y sus hijos, ante la ola de asesinatos que se desataron después.
Cuando su cuñado Robert F. Kennedy fue asesinado meses antes, Jacqueline creyó que los Kennedy sufrían una persecución, y que tanto ella como sus hijos, debían abandonar los Estados Unidos.
El matrimonio con Onassis, cobraba sentido:
Él tenía el dinero y el poder suficientes para darle el status y la protección que buscaba; ella tenía el estatus social que él necesitaba.
Así, Onassis finalizó un sonado romance con la diva María Callas, para poder casarse con Jackie.
La boda se celebró en la isla privada de Skorpios, y ese vestido creado por el modisto italiano, Valentino para su boda, no sólo significó la inspiración para muchas mujeres de la época, sino que hizo despegar la carrera del diseñador.
Pero contrario a JFK; el matrimonio Onassis Kennedy, no fue por amor.
Las relaciones con los hijos de Onassis fueron tortuosas, y Jackie al poco tiempo de casada, dio rienda suelta a una serie de gustos extravagantes que su afligido marido tenía que satisfacer a costa de grandes sumas de dinero en recursos malgastados, y dedicación extra de sus empleados.
La pareja, pasaba poco tiempo junta; mientras Onassis viajaba con Carolina y John; el hijo de Onassis, Alexander, había introducido a John en el mundo de la aviación, y a Jackie se la vio rara vez en compañía de su hijastra Christina Onassis, que finalmente terminó rechazándola.
Al cabo de unos años, la relación se deterioró completamente, y Onassis, ya hastiado, decidió que era tiempo de desembarazarse de su costosa esposa, que pasaba la mayor parte de su tiempo viajando y comprando, y empezó a tramitar su divorcio, mientras intentaba reconquistar nuevamente a María Callas...
Mientras estaban tramitando aún el divorcio, Onassis murió el 15 de marzo de 1975, dejando una gran herencia a Jackie, y desencadenando un litigio con Christina Onassis.
Durante su madurez, en torno al su estilo, Jackie se dejó ver con lentes de sol de gran tamaño de la firma Nina Ricci, que cubrían completamente sus ojos y que, de alguna manera, eran interpretados como su deseo de escapar de las miradas públicas que la seguían a todas partes.
Los anteojos, también se convirtieron en un símbolo de glamur, y pasaron a llamarse los “Lentes Jackie O”
Jacqueline Lee Bouvier Kennedy Onassis, pasó los últimos años de su vida junto a Maurice Tempelsman, un industrial belga, comerciante de diamantes.
En 1994, se le diagnosticó un linfoma, un tipo de cáncer que estaba en avanzado estado de desarrollo.
Murió, en su apartamento de La Quinta Avenida de New York, el 19 de mayo de ese mismo año, a la edad de 64 años.
En su memoria, la gran reserva de agua del Central Park, fue nombrada “Jacqueline Kennedy Reservoir”
Su funeral fue televisado en todos los Estados Unidos, y está enterrada junto a su primer esposo, El Presidente John F. Kennedy.
La ceremonia, aunque tenía carácter privado, contó con intervenciones de personajes como El Presidente Bill Clinton.
La importancia de Jacqueline Kennedy Onassis recae, pues, en su inicio, en un auténtico legado que dejaría huella no solo en las páginas de sociedad estadounidense, sino incluso en su forma de ver la política:
Organizando primero una visita guiada televisada por La Casa Blanca, y animando a su marido, a asistir a numerosos actos sociales y benéficos, comenzaría una forma de política que después han recogido testigos como Michelle Obama.
Conocida por su glamur y saber estar, Jacqueline Kennedy Onassis pasó a simbolizar desde sus primeros años en la esfera pública, la imagen perfecta de lo que una Primera Dama debe hacer y ser, dotando ya de importancia a la mujer del presidente, y rompiendo con el monopolio masculino mantenido hasta entonces en este sentido.
Le sobrevive su hija, Caroline Bouvier Kennedy Schlossberg, de 59 años; pues su hijo, John Fitzgerald Kennedy Jr., murió trágicamente en 1999, incrementando la leyenda negra sobre “La Maldición de Los Kennedy”
Pero esa es otra historia…
“There will be great presidents again, but there will never be another Camelot”
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