American Graffiti

“You just can't stay seventeen forever”

La juventud, en cualquier época, son unos años de experiencias, de crecimiento, de nuevas emociones, de descubrimientos, de responsabilidades, y también de diversión.
Cuando se tienen 17 o 18, una noche se plantea como un abanico abierto de posibilidades, para hacer que esas horas, desde que se sale de casa, hasta el amanecer, queden grabadas en el recuerdo.
Basta con salir, coger el auto, y poner la radio a ritmos de la música que nos gusta y echarse a conducir por las calles que la coincidencia o el destino, ya harán que todo marche en una determinada dirección, y que tenga mejor, o peor final.
“I don't think I'm gonna be going tomorrow”
American Graffiti es una comedia del año 1973, dirigida por George Lucas.
Protagonizada por Richard Dreyfuss, Ron Howard, Charles Martin Smith, Paul Le Mat, Candy Clark, MacKenzie Phillips, Cindy Williams, Harrison Ford, Wolfman Jack, Bo Hopkins, Kathleen Quinlan, Suzanne Somers, Beau Gentry, Jim Bohan, Jan Bellan, Deby Celiz, Lynne Marie Stewart, entre otros.
El guión es de George Lucas, Gloria Katz, y Willard Huyck; y es un estudio sobre los ligues y la cultura del rock and roll, popular entre la generación del “baby boom” posterior a La Segunda Guerra; por lo que American Graffiti es narrada en una serie de viñetas, que cuenta la historia de un grupo de adolescentes, y sus aventuras en una sola noche.
El propio director señalaba que, durante la producción de su primer trabajo, su amigo Francis F. Coppola, le sirvió de inspiración para American Graffiti, diciéndole:
“¿Por qué no haces algo que le gusta a la mayoría de personas?”
Por lo que Lucas se puso de inmediato a trabajar en un guión, basándose en su juventud en la ciudad que le vio nacer, Modesto, California; y de todo lo que pasó en “aquellos maravillosos años”
Para transmitir la vital nostalgia, el motor de todas las historias que componen American Graffiti, situó la narración en 1962.
Lo hizo por varios motivos:
Eran los últimos momentos en que el rock and roll de EEUU dominaba las listas de éxito del país, antes de la invasión pop-rock británica, y rivalizando ya, con el movimiento surf, en el corazón de las jovencitas.
Además, aún los jóvenes se divertían en la calle, muchos de ellos, paseando en sus tuneados coches, elemento que facilitaba el “ligue”, en la época en que nada podía ocurrirles, cuando salían de noche.
Eran también, los momentos previos al asesinato del presidente John F. Kennedy, y a la entrada, de lleno, en el largo y difícil conflicto de Vietnam, en definitiva, antes de que EEUU cayera en el desengaño del otrora “Sueño Americano”
American Graffiti se rodó cronológicamente, de principio a fin, en tan solo 29 días, producida por Coppola, que venía con el aura del éxito “The Godfather” (1972), estrenada el año anterior; lo que les permitió una cierta soltura, para manejarse con los grandes estudios, por ejemplo, a la hora de conseguir esa banda sonora soberbia, con 41 canciones que habían sido grandes éxitos 10 años antes, y que fue triple disco de platino ese año.
American Graffiti a pesar de contar tan sólo con unos gastos de producción de $777,000, terminó recaudando $200 millones en la taquilla; convirtiéndose entonces, en la película más rentable de la historia.
Por su parte, Lucas reinvirtió una parte del dinero ganado, en montar una tienda especializada de comics, y la otra parte, en hacer maquetas de naves espaciales y robots...
El monumental éxito de éste gran clásico, y el avispado contrato que hizo Lucas, que le otorgaba todos los derechos de explotación comercial, logró que consiguiera el sueño de todo realizador:
Ser independiente.
Ahora Lucas disponía de un enorme poder, que aprovechó para coger sus 2 películas anteriores, y restaurarlas.
Así, en 1978, se estrenó la versión original restaurada de American Graffiti, tal y como Lucas la había concebido, pues contrario a su deseo, la que fue exhibida, tuvo recortes editoriales; siendo la única versión disponible, ya que Lucas se aseguró, que la versión perpetrada por el estudio, desapareciera.
Dicha reedición, radicaba sin duda, en la reconstrucción fiel de una época, que recordaba a los estadounidenses, su despreocupada juventud:
Los típicos restaurantes “drive-in” con camareras en patines, carreras ilegales con coches antiguos remozados, bailes escolares, con música en vivo, y el rock and roll del legendario DJ Wolfman Jack, emitido por la radio a todo volumen.
Y es que Lucas quería captar, un momento bastante específico de la historia de EEUU, el último periodo inocente, justo antes de que toda la sociedad cambiase, debido al asesinato del presidente Kennedy, La Guerra de Vietnam, y la British Invasion.
De ahí que situar American Graffiti en 1962, no fuera algo casual.
Además, filmada en 1972, reflejaba lo mucho que había cambiado la sociedad en apenas 10 años.
Lucas también quería documentar un fenómeno, que había desaparecido a raíz de los sucesos mencionados:
Como los adolescentes, iban dando vueltas por la calle principal del pueblo, en sus coches para ligar.
Así como incide en otros temas habituales en su corta filmografía como director.
Apenas un mes duró la filmación de American Graffiti, de julio a algo de agosto de 1972.
Lo hicieron en varias localizaciones del norte de California, dado que según Lucas, Modesto, la ciudad en que se ubica la narración, había cambiado en los últimos 10 años.
Siempre rodaban de noche, desde las 9pm, en que se ocultaba el sol, hasta las 5am.
El frío, propio del agosto, en el norte del Estado, hizo difícil el rodaje, lo mismo que tanta escena de coches en circulación.
Varios camarógrafos, tuvieron que acudir a hospitales por accidentes, mientras filmaban. Así las cosas, las hormonas adolescentes, jamás fueron mejor radiografiadas.
Un noche en la vida americana de unos jóvenes que finalizan el colegio, enfrentándose a un futuro incierto, le sirve a George Lucas, apenas conocido por entonces, para dirigir un brillantísimo retrato de la juventud de EEUU de los años 60 donde las chicas, los coches, y el Rock & Roll, eran los principales valores de un presente a disfrutar.
Una película llena de vida, de verdad, y de nostalgia, sobre un grupo de adolescentes y sus vivencias, la última noche del último verano de su juventud, en 1962.
A la mañana siguiente, comenzarán todos, el camino hacia su futuro:
Unos viajando hacia lejanas universidades, o permaneciendo en el pueblo, para buscar un oficio.
Cabe destacar que American Graffiti inspiró a otras tantas películas de similar temática, entre ellas “Grease” (1978)
Tanto fue el éxito de American Graffiti, que incluso, propició una especie de secuela:
“More American Graffiti” (1979), de resultados artísticos lamentables.
American Graffiti obtuvo 5 nominaciones a los Premios Oscar:
Mejor película, director, actriz de reparto (Candy Clark), guion original, y montaje.
Más que una cinta sobre autos extravagantes y veloces, chicas rebeldes, y chicos peinados a la gomina, American Graffiti es icónica, grandiosa, nostálgica, romántica, divertida, y sobre todo, una oda al rock and roll.
La trama sigue a 4 adolescentes:
Curt Henderson (Richard Dreyfuss), Steve Bolander (Ron Howard), John Milner (Paul Le Mat), y Terry “The Toad” Fields (Charles Martin Smith), quienes celebran durante toda la noche su despedida, ya que al día siguiente, cada uno se marchará en busca de su futuro.
Nos encontramos con una historia de amor, que amenaza con romperse por el peligro de la distancia.
Un amor imposible y platónico, con bandas callejeras, carreras de coches, y un locutor de radio, Wolfman Jack de la XERB, convertido en “Leyenda Urbana”
Las historias de cada uno de los 4 protagonistas, se cuentan casi independientemente de las demás, a pesar de que en momentos puntuales, todas ellas se interrelacionen de alguna manera.
Y en eso, Lucas da en el clavo, en la suma de esos recuadros situacionales que le dan vida a American Graffiti, que en cualquier otro estado, perdería la contundencia o, sería una más del montón.
Por eso, en este caso, la suma de tanto color, le da vida al muro, llenándolo justamente de “graffitis”
La música, los coches, y las chicas, son los basamentos materiales de estructura coral, desarrollado en una serie de situaciones nocturnas, más o menos afortunadas, que se encuentran conexionadas por los sonidos de una época de aprendizaje vital, depositaria en su lírica, de amoríos, anhelos, y sueños del fin de la adolescencia.
Años más tarde, Curt, que renunció a la universidad por falta de coraje, es un boyante agente de seguros, representante de la mayoría silenciosa.
Steve, rompedor de ataduras que voló “más allá”, se ha convertido en un cotizado novelista, tal vez, medio progre.
John, narciso, automovilista, acabará en un tonto accidente.
Y Terry, el ingenuo, el optimista, será devuelto a sus padres, en un ataúd con remite de An Lộc.
Así las cosas, American Graffiti toca, sobre todo, el sentimiento de crecer en un pueblo.
El compañerismo de un grupo de amigos de toda la vida, aliñado con los problemas con las chicas, la música, los autos, etc.
Un tono inocente, un tanto infantil, y de un humor adulto.
“Why is it every girl that comes around here is ugly?
Or has a boyfriend?
Where is the dazzling beauty I've been searching for all my life?”
American Graffiti nos cuenta, desde una perspectiva adolescente, los propios temores y esperanzas que sentía una generación, que en parte era la que veía la obra misma, tanto por el pasado del espectador ya adulto, como por el joven que se veía reflejado en la pantalla.
Uno de los elementos que más destacan en este sentido, es la cuidada ambientación, que recrea a la perfección, el “modus vivendi” de inicios de los 60, a través de su maravillosa fotografía, de ese glamuroso ambiente nocturno, y el restaurante Mel's Drive-In.
Sus comidas, podrán ser rápidas y malas, pero el diseño de ese local, coronado con neón, es una pequeña joya de la arquitectura urbana del siglo XX.
Como se nota, American Graffiti no tiene una estructura lineal, sino que sigue a diversos personajes, que a pesar de que se conocen entre ellos, tienen una serie de aventuras por separado; cada uno, aporta una trama que se desdobla continuamente, y que nos muestra las peripecias que tienen durante una noche ajetreada.
Cada uno de ellos, con un rol bastante diferenciado, en ocasiones arquetípico, será protagonista de una serie de aventuras, que acabará por enfrentarlos ante sus propios miedos.
En este sentido, American Graffiti es la precursora de este tipo de cine de institutos, que nos muestra a jóvenes con problemas que deben afrontar, para poder dar así, su paso a la etapa adulta.
Lo cierto es que, de todo el elenco actoral, sólo 2 cumplían la condición de jovencito, de entre los 16 y los 21 años:
Una chica de 12 años, Mackenzie Phillips, como la “pequeña” Carol Morrison, o Harrison Ford, como Bob Falfa, ya en sus 30s, ocupaban los extremos.
Lo normal era, que los actores elegidos, casi todos, estuvieran ya con los 20s bien cumplidos:
El protagonista principal, interpretado por Richard Dreyfuss, es el claro ejemplo de lo que propone American Graffiti, pues duda entre marcharse o no a la universidad, que se encuentra fuera de su lugar donde vive.
Curt es un tipo inteligente, reflexivo, amigo de sus amigos, que duda de ir a la Universidad, aunque todos tengan sus esperanzas puestas en él.
Quizás el personaje más carismático, representa el clásico estereotipo de chico duro de los años 50, a lo “Rebel Without a Cause” (1955), y es John Milner, que ve con pasividad, cómo sus congéneres marchan a la universidad, y los tiempos cambian.
Tras la muerte de Buddy Holly, el rock and roll ya no es lo mismo, y los 50 tocan a su fin.
Mientras, él queda anclado en su pequeño pueblo, como una vieja leyenda local, forjada de carreras ilegales de coches trucados.
Finalmente, todos los chicos emprenden caminos diferentes, pero él muere atropellado por un conductor borracho.
Este personaje, deberá afrontar que los tiempos están cambiando, en este sentido,  parece tomar conciencia de su tiempo, y aceptar su destino.
La química que se creó en compañía de la inquieta Carol Morrison, da momentos verdaderamente inolvidables, por espontáneos, sencillos, alegres algunos, y emotivos, otros.
De lo mejor, sin duda.
También, encontramos a una pareja romántica, interpretada por Steve y Laurie Henderson (Cindy Williams), que debe afrontar su separación provocada por la distancia entre la universidad y el pueblo, algo que sucedía bastante en los EEUU del momento.
Laurie, una chica dulce, novia de Steve, y hermana de Curt.
Aporta, principalmente, la parte emocional, reflejando a la perfección, lo bueno y lo malo de estar emparejado en aquella época.
La escena del baile, es marcadamente emotiva, sencilla, pero efectiva.
El personaje que interpreta Charles Martin Smith, de un joven poco agraciado físicamente, que quiere perder la virginidad a toda costa; es Terry, conocido por el apodo de “The Toad” o “El Sapo”
Es el menos agraciado del grupo, con gafas y dientes prominentes, pero tal vez, por ello, el pegamento de todas las relaciones, el que cae bien a todos en la pandilla.
Su noche, será movida…
Su interpretación, fabulosa en lo gracioso, y en lo emotivo. En cierto sentido, este personaje recuerda al propio Lucas, especialmente en su carácter introvertido y tímido.
Especial mención, a uno de los actores que acabaría triunfando en la siguiente película de Lucas, y que aparece en American Graffiti, con un papel secundario:
Un tal Harrison Ford como Bob Falfa.
En American Graffiti, nadie es lo que parece:
La pareja perfecta no lo es tanto; ni el malo de camisa blanca y mujeriego, se queda jugando con la adolescente; “el joven de la beca” hace más travesuras de la cuenta; y el feo y tonto del grupo, se queda con la más guapa del pueblo…
Es curioso, pero en American Graffiti no aparecen los padres de los protagonistas, esto hace que el espectador se sienta más inmerso en el mundo de éstos adolescentes, y no aparezca algún elemento “equilibrante” como podría ser el un adulto maduro familiar.
Los otros “personajes” los coches:
Un Ford Coupé de 1936, sin duda, uno de los coches más llamativos, trucado de color amarillo canario, sin parachoques, con 5 ventanas, y con el motor al descubierto.
En lo que respecta al origen del vehículo, fue seleccionado por Lucas en un casting de unos 14 modelos similares, que fueron localizados.
Le costó $1,300, y fue seleccionado por tener el techo cortado, acorde a las necesidades del guión.
El coche fue cedido a Henry Travers, encargado de preparar los coches; luego cedido a la tienda de Johnny Franklin en Santa Rosa, donde reconstruyeron el frontal completo, eliminaron los paragolpes, seccionaron la parrilla frontal, y en cuanto al color, pintaron el coche con lacas de color amarillo canario, y cromaron en plata, algunos detalles.
El motor original se mantuvo sin demasiados cambios destacables.
El Chevrolet/Chevy de 1955, se debe a la recuperación de 2 de los 3 vehículos similares que se encontraban en los almacenes de Universal Studios.
Los coches fueron modificados entre películas, y el resultado fue un Chevy de 1955, totalmente de acero, equipado con un motor 454 TH 400 Automático, y otro con un 427 M-22 Muncie.
En las escenas, el coche muestra trabajo con fibra de vidrio en el frontal, puertas, y puerta del maletero, y un eje rígido en la suspensión delantera.
Uno de los vehículos, se utilizó principalmente para las escenas exteriores, mientras el otro, con más detalle, se usó para las tomas del interior del coche.
El ThunderBird/T-Bird de 1956; otro vehículo con presencia, fichado a su propietaria en un aparcamiento del centro de Pentaluma, California.
Lucas Films, estaba dispuesto a alquilar el coche a la familia Daily, para mostrarlo en American Graffiti.
El coche, fue comprado por la familia, en una feria Ford de segunda mano, y lo pintó de blanco a los pocos meses, pues su color original era rojo.
El Chevrolet/Chevy Impala de 1958, original, disponía de un motor Super Turbo-Thrust 348, con cargador de 4 cubas, y una transmisión Saginaw de 3 velocidades.
Tras American Graffiti, fue vendido en un estado bastante deplorable, y su comprador lo tuvo entre 1974 y 2002, aparcado en un garaje.
Desde entonces, ha tenido numerosos cambios de motor, y se da la circunstancia de que, casi todas las réplicas del coche, tienen mejor apariencia que el coche original.
Por otro lado, también hay que añadir que, American Graffiti contiene 2 elementos, que podríamos llamarlos, metafóricos o simbólicos:
El locutor Wolfman, y la misteriosa chica rubia.
El momento en que Curt descubre quién es Wolfman, podemos entenderlo como un momento en que se acaba un mito de la juventud.
La chica rubia, interpretada por Suzanne Somers, significaría como la esperanza de una nueva etapa de vida.
Hay otros momentos inolvidables, como:
La irrupción de la pandilla “The Pharaohs”; y la aparición del disc-jockey Jack “El Hombre Lobo” mítico DJ interpretándose a sí mismo.
Se trata de una leyenda que nadie ha visto en persona, y que para unos, emite desde un avión, que está dando vueltas por toda la costa Oeste, mientras que para otros, retransmite desde una estación pirata, en medio del desierto.
Su particular voz, sus bromas, y la escena que protagoniza junto al personaje de Curt, son de un valor trascendental, en esta gran obra de Lucas.
O la carrera con el coche, pilotado por un principiante Harrison Ford.
En fin, se trata de un film crepuscular, que narra la pérdida de la inocencia, el fin del rock and roll, y el comienzo del rock, sin más.
Al año siguiente, asesinarían a Kennedy, y poco después, sufrirían la humillante derrota de Vietnam…
Es el fin de una Era.
También, es de notar un fallo que, en el epílogo, sólo se hable de los protagonistas masculinos, y se excluya a los femeninos…
Por último, la otra protagonista, la banda sonora, repleta de los grandes éxitos del rock de los 50, entre los que encontramos a Buddy Holly, Bill Haley & His Comets, The Platters, etc.
Fue una de las primeras ocasiones, en que se utilizó canciones, en vez del score, que era lo común durante décadas.
Es más, la ausencia de esta banda sonora, se debía al escaso presupuesto, que obligó a destinar casi todo el dinero, a pagar derechos de autor de las canciones, algunas, como la de Elvis Presley, tuvieron que ser versionadas, al no llegarse a un acuerdo con el sello-RCA, en este caso.
Con todo, la década de los 70, vivió un momento “revival” de los 50, su música, su ropa, y sus coches, y American Graffiti fue un exponente perfecto de este hecho, e incluso, sirvió de inspiración para posteriores series de TV, como “Happy Days” protagonizada por Ron Howard; y filmes de temática similar.
“Pardon me, sir, but I lost my I.D. in... in a flood and I'd like to get some Old Harper, hard stuff.
Would you mind buying a bottle for me?”
Hubo una época, en la que un grupo de jóvenes estudiantes de cine de EEUU, tomaron por asalto a la industria, y la reconfiguraron a tal grado que, hoy día es prácticamente imposible, imaginar un universo en el que el cine no fuese un fenómeno comercial de masas.
Estos jóvenes, compañeros de aulas además, no son otros que:
Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Steven Spielberg, y George Lucas.
Tamaño calibre de nombres.
Un día, en el que estos singulares muchachos, idearon historias honestas y sencillas, sin la presión que supone la ganancia en taquilla, y dieron al mundo, un puñado de excelentes cintas.
En esta lista cabe, por supuesto, American Graffiti; el film del por entonces joven, George Lucas, una especie de cuento nostálgico, realista y moral, sobre su propia generación.
La del rock, automóviles, rubias platino, pandillas, sexo y… ciudad.
Esa ciudad donde tus padres te cuidaban, a pesar de que protestaras.
Una generación, en absoluto preparada para encarar la profunda transformación de los inmediatos años 60, con sonidos extraños como Revolución Negra, Vietnam, asesinato político, Bahía de Cochinos, soledad, y tantas cosas que han convertido la juventud, en una anticipada y desesperada vejez.
Ahí, en la pequeña y acogedora ciudad, en las horas excitadas de una noche, y las relajadas del amanecer, concluyó la historia de 4 muchachos, y también la historia de unos EEUU distinto, invadida después, por la conciencia de sus limitaciones, por el abandono de sus amigos europeos, por la desaparición de sus grandes líderes, por la quiebra, en fin, del cristal en que, desde 1945, se reflejaba sin mácula.
Todo esto, la mentira del “Sueño Americano” total, a partir de la anécdota de los 4 protagonistas, encuentra emblematización en la imagen final:
Curt, desde el avión, que le conduce a la universidad, al más allá de la ciudad, contempla, inalcanzable definitivamente, el coche blanco de su ilusión nocturna, y de su amanecer desilusionado:
La mujer maravillosa, idealizada, en que un día u otro, sueñan los jóvenes.
Que se amó, que se odio, que se perdió en el pasado...
Como la ciudad entre las nubes.
De una parte, Curt y Steve se enfrentan a una misma opción, y la resuelven de forma distinta, porque Steve no es capaz de romper con su ciudad, mientras Curt, siguiendo los consejos del “Hombre Lobo”, sí.
Hay que romper con el pasado, para instaurar el futuro.
De otra, John y Terry, ambos a una, morirán sin sentido razonable; en un accidente idiota, quien era un excelente conductor; y en una guerra jamás declarada, quien encarnaba la misma inocencia.
EEUU, piensa Lucas, experimenta la tensión entre un pasado consolador, y un futuro amenazador, mientras tiene que encajar muertes inútiles.

“Where were you in '62?”



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