El Orfanato

“1, 2, 3 toca la pared”

Los niños... Esas criaturas adorables, capaces de hacernos sonreír y olvidar nuestras penas con un gesto, o una simple sonrisa.
Los niños... que con tanta facilidad nos hacen felices, como se convierten en los seres más terroríficos que podamos imaginar, cuando vienen acompañados de “amigos imaginarios”
Esos “amigos” son personajes ficticios, que algunos niños crean, y a los que suelen asignar un papel tutelar, o lúdico.
Los amigos imaginarios, pueden acompañar al niño, hasta el inicio de la adolescencia, y en ocasiones, hasta la adultez.
Pueden llegar a desarrollar complejos comportamientos, y personalidades.
Aunque puedan parecerle muy reales a sus creadores, estudios han revelado que algunos niños, son capaces de entender la irrealidad de sus compañeros.
Así, algunos los consideran, una presencia física indistinguible del resto de personas, mientras que otros dicen verlos, únicamente en sus cabezas.
De acuerdo con algunas teorías psicológicas, entender las conversaciones que el niño pueda tener con su “amigo imaginario” puede ser sumamente revelador, sobre los miedos, aspiraciones, ansiedades, o influencias del niño.
Se han hecho muchas observaciones al fenómeno del “amigo imaginario”
Algunos dicen que los hijos únicos, que solamente conviven con adultos, son los más propensos a tener “amigos imaginarios”, y los utilizan para llenar esta carencia social.
Otros afirman que el fenómeno se da normalmente, en los niños más sensibles, con mayor imaginación, y fantasía.
Y hay los que dicen que los niños que, en la infancia tiene “amigos imaginarios”, podrán convertirse en artistas, en la edad adulta.
Cada niño es un mundo, y habría que vivirlo para saberlo.
Este fenómeno, suele darse también durante la adolescencia temprana, en jóvenes que sufren rechazo, o discriminación por parte de sus iguales, como un modo de disminuir el malestar provocado por esta situación, y el sentimiento de soledad.
Y es que...
¿Quién no ha tenido un “amigo imaginario” en su infancia?
Un compañero de fatigas, irreal, que se convirtió por unos días, unos meses, o unos años, en nuestro más fiel confidente…
“La Casita de Tomás”
El Orfanato es una película de terror española, dirigida por Juan Antonio Bayona, en el año 2007.
Protagonizada por Belén Rueda, Fernando Cayo, Geraldine Chaplin, Roger Príncep, Mabel Rivera, Montserrat Carulla, Andrés Gertrúdix, Edgar Vivar, Óscar Casas, entre otros.
El guión es de Sergio G. Sánchez; y conforma la ópera prima del director, presentada por Guillermo del Toro.
El Orfanato nace a partir del cortometraje del guionista, Sergio G. Sánchez, “Sé que estás ahí” sobre la temática de los “amigos invisibles”
El guion, quedó apartado hasta que fue elegido para el laboratorio del Sundance Film Institute, que conseguiría un director, Juan Antonio Bayona, y se metería en el proyecto Guillermo del Toro, y Telecinco Cinema, que aumentaría el presupuesto de producción, hasta los 4,5 millones de euros.
Bayona decidió rodar El Orfanato en Llanes, Asturias, España, un lugar que ofrecía privilegiadas localizaciones naturales, como grutas, acantilados, bosques, y montañas ideales, así como el caserón; El Palacio de Partarríu, una mansión construida por indianos.
Se cuenta que puedo haberse rodado en interiores, pero los complejos movimientos de cámara que usa Bayona, provocaron que se recurriera a los decorados.
“Es una finca colonial del siglo XIX, de aspecto misterioso.
Lo mejor es que cada una de sus fachadas, es diferente, lo que produce el efecto de que la casa cambia continuamente” dijo el realizador.
El Orfanato sigue Laura (Belén Rueda) que se instala con su familia en el orfanato en el que creció de niña.
Su propósito es, abrir una residencia para niños discapacitados; pero el ambiente del viejo caserón, despierta la imaginación de su hijo Simón (Roger Príncep) de 7 años, hijo adoptivo de Laura y su marido Carlos (Fernando Cayo), portador del VIH, que empieza a dejarse arrastrar por la fantasía.
Los juegos del niño, inquietan cada vez más a Laura, que empieza a sospechar que en la casa, hay algo que amenaza a su familia.
El resto del metraje, consiste en Laura intentando conectarse con su hijo perdido en circunstancias extrañas, mediante especialistas en hechos paranormales, y posteriormente, juegos, mediante los cuales, busca atraer a los antiguos niños que habitaron el orfanato, y encontrar a su hijo, mediante las pistas que él le dio.
De ese modo, Laura comienza a atar cabos sueltos, y descubre que su hijo se encontraba en el sótano del orfanato; y para desgracia de todos, muerto.
“No se trata de ver para creer, sino de creer para ver, crea, y entonces verá”
El Orfanato, es ante todo una película clásica de fantasmas.
Parece mentira que detrás de este estupendo trabajo, más propio de la época madura de un cineasta, están Sergio Sánchez, y Juan Antonio Bayona, guionista y director primerizos.
Bayona, ha rodado de forma magistral y elegante, una historia que pese a lo propicia que podía ser para caer en innumerables clichés, propios del género, atrapa al espectador, arrastrándolo irremediablemente a su espectacular clímax final.
Para Bayona:
“El cine de terror es trasgresión.
Ha de llevarnos a sitios a los que tenemos miedo a entrar, o descubrirnos partes de nosotros mismos que nos asustan.
Los conceptos de enfermedad o fealdad, son malformaciones de nuestra estabilidad.
Hay que romper ese equilibrio, y darles la vuelta.
Será entonces cuando estemos realmente asustados.
¿Qué mundo está más enfermo, el real, o el que imagina Laura?” dijo el director.
La trama, nos invita a tener la sensibilidad por los huérfanos, y niños con SIDA, tópico de actualidad, pero que llevada a la carga emocional desarrollada por la actriz principal, nos envuelve perfectamente en sus emociones y sentimientos, ante la impotencia y desesperación que la llevan al sacrificio trascendente, incluso, de otra dimensión.
Podemos creer que El Orfanato es terror puro por su ambientación angustiante, pero El Orfanato es más un drama con un toque de histeria paranormal:
Laura busca desesperadamente a su hijo Simón, el día de su cumpleaños.
Ella, en un momento, abre una alacena debajo de la escalera, y se caen unos tubos de hierro, ella los levanta, los apoya contra una pared, cierra la alacena, y sigue la búsqueda.
Esa pared donde ella apoyó los tubos, era en realidad, una puerta que daba a un sótano, donde se escondía en el pasado a Tomás, el niño deforme del orfanato.
Una estancia que Simón, el hijo, había descubierto, y quería enseñarle a la madre, y que además, era donde se había escondido, cuando esta apoyó los tubos sobre la puerta, dejándolo encerrado, por haber usado la ropa de Tomás, y asustar a la madre, y ésta callera en la bañera.
Los ruidos que esa noche escucha Laura, eran golpes que su hijo daba contra la puerta, intentando salir, y el estruendo final, es el sonido provocado, cuando este se cae por la escalera, por eso, luego no se escuchan más ruidos, porque el niño al caer, murió.
El trabajo de Belén Rueda, ha sido justamente alabado, pero en realidad, todo el reparto está muy correcto, desde Fernando Cayo, que interpreta al marido, a los niños que aparecen en escena, en especial Roger Príncep, que interpreta a Simón.
El Orfanato, tiene escenas gloriosas:
La primera aparición de Tomás, la enorme aparición de Geraldine Chaplin, que en 15 minutos se come totalmente la pantalla, o Belén Rueda jugando al “1, 2, 3...” que tardarán tiempo en olvidársele al espectador…
Además, la magnífica fotografía, y los bellísimos escenarios, sólo posible en los incomparables paisajes del norte de España, engrandecen el conjunto.
Eso sí, los engaños y artificios manipuladores del guión, se cuentan por docenas, y las lagunas campan a sus anchas, por no hablar de los descarados plagios, a todo lo visto en el género de terror, en los últimos 10 años, como por ejemplo:
El personaje central femenino, objeto frágil de espectros varios, y protagonista de una situación presente, de intriga y terror singularizada por su pasado.
Niño juguetón-preguntón-protestón, empleado como nexo de los fantasmas, y detonador en el vínculo con el personaje central, de una acción escasamente sugestiva, que puntea pero no termina de penetrar.
La casa/mansión aislada, de apariencia gótica, que sirve para una explotación redundante del escenario, insistiendo en unas maneras estético-narrativas, muy derivativas.
Varios secundarios con presencias inquietantes, que enrarecen el ambiente, a pesar de que su retrato sea plano, y sin desarrollo...
La trama paranormal, acaba resultando bastante incoherente, no acaba de saberse nunca, lo que quieren los niños, más allá de jugar, además, cuando les interesa, son tremendamente comunicativos…
Hay escenas incomprensibles:
Como cuando Laura esta con Simón, y se encuentran los dientes de leche de este, pues aparecen demasiados dientes, teniendo en cuenta que los dientes se empiezan a caer a los 6 años, y tarda bastantes años, hasta que se caigan tantos como aparece, y Simón tiene 7 años...
¿Por qué Simón encierra a Laura en el cuarto de baño, con tal fuerza que le hiere los dedos?
Cuando la vieja es arrollada por la ambulancia, Carlos le da resucitación, boca a boca, pero después, cuando Laura va a ver, ésta mujer no tiene boca…
La peor escena es cuando Simón se pierde, y cómo histérica, Laura va a buscarlo entre los estrafalarios invitados, que ni siquiera la agarran para cachetearla.
Laura, en su histeria, desenmascara a una niña, pero va en busca de un niño, bueno… y corriendo en la playa, a larga distancia de la casa, se quiebra la pierna en la arena… despropósito total, pues cuando se rompe la pierna, es la derecha, pero en el hospital, se ve vendada la izquierda…
Otra, que el niño no podía haber entrado al sótano, porque su madre necesitó romper el papel para entrar...
¿Acaso se ve por donde entró el niño?
Y sobre el asesinato de los 5 niños, más información…
¿Cómo es que Laura no pregunta a nadie, por el destino de sus amigos de orfanato, antes de comprar la casa?
¿Acaso no eran tan amigos?
¿No siente ninguna curiosidad, por averiguar los motivos por los que cerró el orfanato, antes de comprarlo?
Por otra parte:
¿Cómo es que ella no sabía de la existencia de Tomás, cuando era una niña, si los demás niños del orfanato, sí jugaban con él?
Y qué marido deja a su mujer sola, en una casa durante días, cuando puede pensar que, o se está volviendo loca, o le puede pasar cualquier cosa…
¿Desde cuándo, puede uno suicidarse tomando pastillas para la inmunodeficiencia?
La ambigüedad de la última escena, también es digna de destacar, pues la sonrisa de Carlos, nos deja con la duda de si él, también puede ver a su mujer y a su hijo difuntos, o él también se murió… no se sabe.
“Creer para ver”
Construido en 1898, el caserón en el que se rodó El Orfanato, oculta tras sus muros, varias historias de cine, y una real:
La muerte de su dueño, sólo un año después de acabar la obra.
Villa Parres, más conocida en la zona por Partarríu, está situada al final de la calle  Pidal, al lado de la rotonda del rinconín.
Es del año 1898, tiene sótano, bajo, primer piso, y ático; tiene cuerpo central saliente, con vanos de arco de medio punto, al lado de la portada, y en el segundo piso o ático se coloca balaustrada con pináculos, y en el centro de ésta, surge una torre cuadrada, rematada por otra, con las esquinas en chaflán, y rematado por un tejado de estilo pagoda.
La casa perteneció a José Parres Piñera, acaudalado indiano, que fue Ministro de Marina, Gracia y Justicia, entre otros cargos que ostentó.
Antiguo palacete, rodeado de una magnifica finca, y con amplia variedad de árboles de todo tipo.
En realidad, la mansión tiene fantasmas...
El director, y los participantes de El Orfanato, aseguraron que pasaban fenómenos extraños durante el rodaje.
Por su parte, Belén Esteban lo pasó muy mal; el director dijo en una entrevista, que ella tenía tanto miedo de la casa, que no se atrevía a ir sola al baño, siempre pedía que la acompañase alguien.

“Las voces del pasado no descansan.
Algo palpita entre las sombras, con ecos que nunca se han apagado del todo”



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