No Mires para Abajo

“Para aprender a hacer el amor como Dios manda”

El tantra, en una rama del yoga, que se ocupa del aspecto sexual, ideal para quienes se encuentran en una búsqueda espiritual, deseando ver el encuentro sexual, como algo más allá de lo carnal, como una herramienta para el crecimiento individual, y de pareja; siendo una de las variadas tradiciones esotéricas que enseñan a utilizar el deseo, como sendero hacia la realización personal.
El tantra se creó hace más de 5 mil años en La India, y buscaba rebelarse contra la religión organizada, que decía que “la sexualidad debía ser rechazada para alcanzar la iluminación”, por tanto desafió las creencias, y planteó la sexualidad, como una puerta a lo divino, en la que se enseñó a prolongar el acto sexual, y recanalizar la energía orgásmica.
En el hinduismo, existen 2 tantras:
El sendero de la mano derecha o “dakshina marga”, y el de la mano izquierda, o “vama marga”
Este último incluye técnicas de meditación, y ritualización, a través del acto sexual.
El fin del sexo tántrico, no es llegar al clímax, sino disfrutar cada segundo, sin afanes ni prisas por llegar al orgasmo.
El sexo tántrico, es una disciplina oriental, a pesar de lo que muchos creen, tiene que ver mucho con un enfoque mental, más que con una técnica específica.
En este ritual, la pareja se adora el uno al otro, como si fuesen deidades, con un profundo respeto; diferente al sexo convencional, donde las personas buscan llegar al orgasmo, preferentemente, por una relación genital.
Sin embargo, en el sexo tántrico, se busca la unión de la pareja en muchas formas, de forma que se logre retrasar el punto máximo de placer.
Se podría decir que, el sexo tántrico, es un medio, y no una meta.
En este tipo de sexualidad diferente, se busca estar más atento a todo lo que se siente, especialmente, al sentido del tacto, y a la respiración.
Es importante dar y recibir, incluir cosas como los masajes de cuerpo completo, para aprender más de los centros de placer de la pareja, e incluir nuevas formas de relacionamiento en la cama; a ello se le denomina “cultivo en solitario” o “ejercicio genital”, que son prácticas taoístas de masturbación, encaminadas al desarrollo de la propia sexualidad, el desarrollo personal, y la promoción de la salud.
Una de sus principales técnicas, está encaminada al desarrollo de la capacidad de controlar la eyaculación.
La eyaculación, aleja al hombre del orgasmo verdadero, del éxtasis sexual.
La solución tántrica, es prolongar la etapa última, la más intensa, inhibir el espasmo, para permanecer indefinidamente en el punto límite.
Ese es el verdadero orgasmo masculino.
Otro de sus objetivos es romper los tabúes, permitiendo una correcta comunicación sexual entre amantes, no solo en la cama, sino también fuera de ella.
En el sexo tántrico, existen determinados pasos a seguir:
El primero sin lugar a dudas es, la preparación para el acto sexual.
En esta, se llevan a cabo intercambios de placer erótico, que permite crear una conexión íntima.
La idea es conseguir un éxtasis sexual, el mayor tiempo que podamos.
Luego de esta etapa, estamos listos para el sexo…
En él, entran en juego todo tipo de elementos, y posturas que queramos utilizar como pareja.
Las diferentes posiciones sexuales, permiten hacer un balance de la energía masculina y femenina, y se liberan los roles de género.
“No quiero ver a Dios después de muerta, quiero verlo aquí en la vida.
¡Vamos a buscarlo!”
No Mires para Abajo es una comedia erótica argentina, escrita y dirigida por Eliseo Subiela, en el año de 2008.
Protagonizada por Leandro Stivelman, Antonella Costa, Octavio Borro, Marzencka Novak, Lía Guerrero, Mónica Galán, Hugo Arana, entre otros.
No Mires para Abajo es una fábula sobre el despertar al sexo, y a través de él, a la propia vida, y a la conciencia de la muerte del ser más querido.
A lo que hay más allá de nosotros mismos, y de nuestros pequeños cosmos particulares.
En palabras del director:
“Todo comenzó hace unos 20 años, con el descubrimiento de un libro:
“El Tao del Sexo y El Amor”
Me pareció que contenía cosas que yo debería haber aprendido, y me hubiera gustado saber.
Por otra parte, me parecía algo bueno para que lo conocieran mis hijos, y los jóvenes en general.
Pero era difícil, árido, como filmar la guía telefónica; con todo, con los años, la intención se mantuvo, y al final, la he podido llevar a cabo.
Y en cuanto a lo personal, creo que todas mis películas son personales, la verdad.
Hace poco, hubo una proyección en un centro de yoga, con maestros de sexo tántrico, e incluso me enseñaron cosas que yo no sabía, tácticas para retardar el orgasmo, como mirar hacia arriba; de hecho, daban por hecho que de ahí viene el título…”
No Mires para Abajo sigue a Eloy (Leandro Stivelman), un joven de 19 años, que trabaja como repartidor en un negocio familiar de fabricación de lápidas, y figuras ornamentales para sepulturas, en un cementerio de la localidad.
Sensibilizado por la muerte de su padre, Eloy comienza su camino hacia la experiencia del mundo adulto, al mismo tiempo descubre que padece de sonambulismo.
Una noche de verano, durante una de sus caminatas por las terrazas de su vecindario, cae por una claraboya, y despierta en la cama de Elvira (Antonella Costa), que está de vacaciones en la ciudad, en la casa de su abuela.
Pronto, ambos entablarán una relación dominada por intensas sesiones de sexo tántrico, en las que Elvira inicia a Eloy, permitiéndole acceder a experiencias y sensaciones, hasta ese momento desconocidas para el muchacho.
Y es que ambos pertenecen a 2 mundos diferentes:
Ella es del mundo de Eros, amor/creación; y Eloy del mundo de Tánatos, muerte/destrucción.
Y Eros y Tánatos se unen en un punto:
El orgasmo; que es un momento de máxima creación, donde sin embargo, uno desaparece, muere unos segundos, y vuela hacia otros lugares.
En un viaje por el mundo del sexo tántrico y el Tai, que ayudará a un joven argentino, a evadir el dolor de la pérdida de su padre.
“Como ocurre siempre en las épocas, en que socialmente la vida no vale nada, es preciso saber ver por medio de los ojos de Eros.
En el tiempo que está por llegar, a Eros incumbe restablecer el equilibrio roto en provecho de la muerte”
No Mires para Abajo, aparece ante el espectador, como un cuento más íntimo que intimista, como un pequeño retablo independiente, que se aísla a sí mismo de todo cuanto le rodea, para centrarse casi exclusivamente, en la pareja central, enfrentada, y confrontada a quienes pululan a su alrededor, apenas un par de seres materializados de distintas generaciones, y concepciones, amén de los aburridos espíritus que el joven Eloy contempla, entre la curiosidad, y el temor, a las puertas del cementerio que le ve pasar cada día.
La vida de este personaje, interpretado con personalidad por Leandro Stivelman, cambia través de una relación iniciática, amorosa, y sexual, de mentor-alumno con edad dispar, aunque tal diferencia casi no se advierte, que parte de un encuentro accidental, creado con ingenio.
Antonella Costa, llena la pantalla con su acompasada presencia, cada vez que aparece en escena, adornando las secuencias con la explicitud de su seductora anatomía, para nada recatada, y repleta de pequeños lugares a los que el joven se aferra en su ansia de conocimiento carnal, y espiritual.
El desarrollo de la relación, se muestra en tono de comedia romántica, despelotada, y con trazos líricos-existenciales, en donde se exhiben escenas sexuales, que generan en su protagonismo masculino, diferentes fantasías viajeras, como una relación paterno-filial, con trazos fantásticos.
La síntesis de la intención ideológica de No Mires para Abajo, está en el texto de André Breton, con que se inicia la obra, condensada en la certeza de que “a Eros incumbe restablecer el equilibrio en estos tiempos rotos, en provecho de la muerte…”
El realizador afirma:
“La idea era contar una historia de amor muy simple, una “aventura iniciática”, que sirviera de marco, para transmitir ese mensaje a favor de Eros, en contra de la grosería, y la perversión que hoy tiñe a la mayoría de los mensajes que reciben los jóvenes, con respecto a las relaciones sexuales.
En el lanzamiento de No Mires para Abajo, utilizamos una frase que para mí resume la intención última:
“Para aprender a hacer el amor como Dios manda”
Yo quería hacer un “anti porno”, con 2 actores que se pasarían teniendo sexo, y practicando distintas posiciones eróticas, durante 90 minutos.
Sin duda, era una propuesta “arriesgada”
Mi idea era, que esos 2 personajes, debían tener la inocencia de 2 criaturas en el paraíso, antes de que apareciera la noción del “bien” y del “mal”
Pero lograr eso, significaba varios desafíos:
El primero, estaba en mí mismo.
Mi mirada sobre esos amantes, debía estar limpia de todos los “condicionamientos” y “prejuicios” de mi formación cultural.
De alguna manera, yo también debía filmar la película, con esa misma “inocencia edénica”, que pretendía de los actores.
Para eso, trabajé el tema con una “coaching terapéutica” durante un par de meses.
El segundo desafío era, encontrar una actriz que aceptara el riesgo de pasarse el 80% de una película, desnuda, en la cama, enseñándole a un jovencito a tener sexo “como Dios manda”
El tercer desafío fue la filmación en sí.
Trabajando con la directora de fotografía, Sol Lopatín, en un episodio para televisión, se me ocurrió pensar que el hecho de que, en la cámara, hubiera una mujer que tranquilizaría a la actriz.
O por lo menos me “tranquilizaría” a mí…
Sería la primera vez, que yo trabajara en cine, con una Directora de Fotografía, una mujer.
Finalmente, armé un equipo femenino, en un 80%.
El tema del sexo tántrico es tratado con delicadeza, nunca cae en la vulgaridad” dijo el director.
Respecto a las escenas de desnudos, el director dijo:
“Teníamos un kinesiólogo para masajearlos antes de cada escena, sahumerios, música relajante, todo un clima de tranquilidad total.
Pero no habría funcionado, si no hubieran tenido entre ellos, esa conexión desde el principio.
Y ayudó mucho la propia ingenuidad de Leandro.
Pocas veces como en este caso, he tenido la sensación de haber hecho más que una “obra artística”, una película que “sirve”
Por lo menos, esa es la esperanza” concluye.
Son escenas muy simbólicas:
Cuando el padre destruye las cartas de su amada; o cuando Eloy y Elvira se despiden, deseándose lo mejor; y volvemos a ver ese punto de amor/destrucción:
Amores auténticos, pero por la temporalidad de la existencia humana, condenados a morir.
“Nos muertos no necesitan leer, para enterarse de las cosas”
Resulta que el sexo tántrico puede mejorar nuestra salud, ya que se considera a la energía sexual, una de las más potentes, capaz de regular las hormonas, reduciendo los niveles de estrés, y produciendo serotonina.
Este tipo de sexo, es ideal para las mujeres, que tienen una media de excitación sexual de 20 minutos, y para hombres con problemas, como el control de la eyaculación, o que quieran tener múltiples orgasmos.
Esto se debe a que el sexo tántrico, diferencia orgasmo de eyaculación, y el control de la última, permite que los hombres consigan tener múltiples orgasmos; por lo que se recomienda:
Tener un espacio privado, que sea agradable a ambos, en el que no puede haber nada que distraiga la atención de lo que estamos haciendo.
Conseguir la armonización de las respiraciones, para lograr una sincronización entre ambos.
Hacer las cosas con lentitud.
Hacer el amor con los ojos abiertos, y buscar el contacto visual.
Debemos buscar tiempo para la pareja, e instaurar rituales personales que no tengan que ver con la sexualidad.
Estos permitirán fomentar la unión y despertar la pasión, y hay parejas que los realizan durante semanas.
Practicar la respiración, consciente y profunda, en lo posible, armónica con la de tu pareja.
Podemos crear un baúl con cosas que nos excitan, que pueden ser desde un vestuario, hasta una pluma, o una tela...
El orgasmo, no es el final de la fiesta, sino el principio de la celebración.
Permanecer unidos, meditar relajados, disfrutando de ello.
Hay que prolongarlo, liberarse de todo lo que pesa, abandonarse por completo.
Entregarse, el uno al otro, no pensar en nada, y sentir.
Que no se apague la llama, en un simple desahogo sexual.
Tengan la valentía de ir más allá del placer.
Uno de los primeros famosos en nombrar el sexo tántrico, fue Sting, quien dijo que podía hacer el amor por 8 horas al día, gracias al yoga:
“Puedo mantener la erección durante ese tiempo, sin perder el control.
El yoga me pone en forma mental, y físicamente.
No hay que tener nunca prisa con el sexo, porque lo ideal sería dar la máxima satisfacción a la mujer”
Posteriormente se fueron sumando otras celebridades, como:
Jessica Simpson, Hugh Jackman, Scarlett Johansson, o Heather Graham…
Y es que si todo lo que se ama desaparece, mejor aceptemos su temporalidad, y vivamos el presente, con toda la pasión que podamos, sin exigirle nada a la vida, simplemente, fluyamos sin apegos.

“En toda tu vida, siempre estarás diciendo adiós.
No dejes que eso te impida amar”



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