A Most Violent Year

“The result is never in question, just the path you take to get there”

Entre 1979 y 1981, se produjo lo que se conoce como La Segunda Crisis del Petróleo.
En esta época, el precio del crudo, multiplicó su precio por casi 3 veces.
En esta ocasión, el aumento de precios se debió a La Guerra entre Iraq e Irán, ambos miembros de La Organización de Países Exportadores de Petróleo, que paralizaron la exportación de crudo durante la contienda.
Tras estas crisis, la evolución del crudo no ha sido particularmente estable.
El efecto sobre las economías industrializadas, fue negativo y duradero.
Se disparó la inflación, esto afectó significativamente a la relación precios-salarios, disminuyó la actividad industrial, y aumentó el paro.
Aumentaron, así, los déficits públicos, y se redujo el ahorro de las economías industrializadas.
Todo esto supuso una consiguiente disminución del poder adquisitivo de los países importadores.
Es el año 1981, y el mundo entero anda sediento de petróleo…
Las recientes crisis diplomáticas registradas en El Golfo Pérsico, han propiciado una nueva escasez del negro elemento, que a la postre se ha visto reflejada en un aumento desorbitado del precio del barril de crudo.
Como era de esperar, los mercados han entrado en pánico, llevándose con ellos, la poca cordura que parecía conservar la gente.
Es sabido que, en el mundo de los negocios, gran parte de la gente, hace las cosas con un tinte turbio, pero también existe un porcentaje, que decide hacerlo como se debe.
¿Merece la pena “El Sueño Americano”?
¿Vale la pena luchar tanto, sufrir tanto, arriesgar tu vida, y, lo que resulta mucho peor, la de tu familia, por algo más de dinero?
¿Puede progresar un solo empresario honrado?
¿Es el capitalismo, intrínsecamente perverso y amoral, un lugar en el que sólo sobreviven las bestias sin entrañas?
¿Hay alguna alternativa a este mundo “de hienas y lobos”?
“When it feels scary to jump, that is exactly when you jump, otherwise you end up staying in the same place your whole life, and that I can't do”
A Most Violent Year es un drama, escrito y dirigido en el año 2014, por J.C. Chandor.
Protagonizada por Oscar Isaac, Jessica Chastain, Albert Brooks, David Oyelowo, Christopher Abbott, Peter Gerety, Elyes Gabel, Catalina Sandino Moreno, Alessandro Nivola, Ashley Williams, John Procaccino, Glenn Fleshler, Jerry Adler, Annie Funk, Matthew Maher, David Margulies, Ben Rosenfeld, Elizabeth Marvel, Jason Ralph, Daisy Tahan, Giselle Eisenberg, entre otros.
La historia se desarrolla durante el invierno de 1981, en La Ciudad de New York, uno de los años más violentos registrados en la historia de la ciudad, donde la policía se vio totalmente sobrepasada.
Chandor, escribía el guión cuando ocurrió el trágico tiroteo en la escuela elemental Sandy Hook, en el noreste de Estados Unidos, en el que murieron 20 niños, y 6 adultos.
El director, que vivía cerca de la zona en un pueblo en Connecticut, quedó impactado, porque sintió que aquello podría haberle pasado a su hija.
“Eso me hizo pensar, en la idea de la escalada, en cómo un acto de violencia se propaga en la sociedad”, dijo.
La acción toma lugar en New York, durante el año de 1981, que según las estadísticas, es el año con más crímenes y atracos de la historia en la ciudad.
El inmigrante hispano, Abel Morales (Oscar Isaac), y su mujer Anna (Jessica Chastain), hija de un mafioso de Brooklyn, han conseguido sacar adelante con éxito su empresa de distribución, y venta de gasóleo.
Ahora, están a punto de lograr la última pieza de su “Sueño Americano”:
Comprar un cotizado terreno frente al río Hudson, un enclave que les permitirá expandirse en el negocio, y superar a su competencia.
La violencia que sufren en el transporte de sus camiones, y una investigación policial, amenaza con destruir todo lo que han logrado hasta ese momento.
Pero por mucho que él intenta mantenerse firme en sus convicciones morales, todo lo que rodea a su pequeño Imperio, y su familia, se irá desmoronando en una espiral de traición y violencia sin control, hasta desembocar en una carrera por la propia supervivencia.
A Most Violent Year, presenta a un hombre de honor, luchando por mantenerse fiel a sus valores, ante la tentación.
Es también, el retrato de un buscavidas brillante, que trabaja mucho.
Los mismos que piensan que ha llegado ahí por suerte; lo observan como un nuevo rico sin pedigrí.
Ninguneado por sus análogos, acosado por El Fiscal del Distrito, zancadilleado por su mujer, y víctima de asaltos a su flota de camiones, este empresario bracea fuerte, para que no le lleve la corriente.
Mientras tanto, los plazos para hacer efectiva una operación inmobiliaria, que le deja en una posición privilegiada en el sector, geoestratégicamente hablando, se van acortando.
A Most Violent Year muestra a un hombre a la cabeza de un negocio, y de una familia, importante la relación, pero rodeado de “tiburones”
El dilema, como casi siempre en la vida, está en:
¿Cómo se puede hacer frente a dichas amenazas?
Si lo más sabio es derrotarlas o si, por el contrario, conviene más unirse a ellas... convirtiéndose uno, en definitiva, en una de ellas.
Este dilema moral, se convierte en el eje vertebrador de A Most Violent Year, que bajo su apariencia de “noir” clásico, esconde el retrato de unos tiempos modernos, ciertamente marcados por la violencia.
El título no engaña, pero claro, no conviene olvidar, que estas pulsiones tan primariamente hostiles, pueden adquirir infinitos rostros y, claro, tonalidades.
Antes de llegar a las manos, o a las armas, que esto es Estados Unidos, hay incontables maneras de atentar contra la integridad del otro.
“This is one probably you're gonna regret”
Con una atmósfera tensa, masticable, y sombría, A Most Violent Year, juega en los parámetros del cine de gánsteres, sin que su figura central lo sea, más bien todo lo contrario:
Batalla contra su entorno, defiende la ética, y la moral desde su base, trata de luchar por “El Sueño Americano”, que no es sino el sueño de cualquiera, inmigrante o no:
Prosperar sin hacer daño a los demás, en un mundo demasiado amigo del blanco, o el negro, ajeno a la escala de grises.
Muy, muy difícil...
Así os encontramos en New York, a comienzos de los 80, en los albores del conservadurismo reaganiano, y de la política neoliberal esquilmadora.
Un mundo donde “comes o te comen”, donde o te perviertes o no sobrevives, en el que valores, rectitud, y honradez, están sobrevalorados en aras al lucro incesante, a coste cero, y a ser posible, arruinando a la competencia.
Porque sin ser una película criminal, la sombra del crimen planea todas, y cada una de las acciones a las que debe enfrentarse Abel Morales, un empresario del sector del transporte de combustible, casado con la hija de un mafioso de Brooklyn, que desea seguir haciendo crecer a su negocio, de manera honrada.
Para ello, firma una opción de compra, sobre una nave adyacente a sus instalaciones, pero antes de formalizar la compra, y habiendo hecho entrega de una importante cantidad, a modo de depósito, sus cargamentos de combustibles, comienzan a ser robados, y sus chóferes, golpeados con violencia.
Cuando además, comienza a ser perseguido por presuntas prácticas ilegales, todo parece volverse en su contra.
Pero para ello, ha de mirar cara a cara a su pasado, ha de soslayar a su propia familia, no relacionarse con la de su mujer, hija de un capo mafioso, y hermana de otro; y ha de vencer a una banda criminal, que asalta y roba sus camiones de gasóleo, un día sí, y otro también, ante la incompetencia policial, sin recurrir a la violencia, mientras ha de descubrir, quién de sus competidores, es el que se está aprovechando de los robos, comprando combustible a bajo precio.
A su vez, debe soportar una investigación por fraude contable y fiscal, de la que desconoce su razón de ser, cuando toda su actuación cree que ha sido modélica, o al menos, igual a la de la competencia.
Abel, se transforma así, en un héroe de la moral, que sabe que sus orígenes son sucios, ha de soportar la mirada de desprecio, que recibe una noche sí, y otra también, de su esposa, al no atreverse a resolver los problemas como se ha hecho siempre en Brooklyn.
Reniega de la violencia, cuando la tiene en su propia casa, su control de la empresa, también se le escapa de las manos, cuando los sindicatos arman a los transportistas, en contra de la decisión del propio Abel.
Por eso, a este héroe moderno, lo sentimos con los pies de barro, a punto de desmoronarse ante tanta presión, es el juego del “todo o nada”, una apuesta por ser limpio, por mantener impecable ese abrigo de tonos ocres, que de manera consciente, nos tiene que recordar un pasado más cercano al crimen, que a la limpieza ética, su estética es de gánster, aunque su comportamiento es de guante blanco.
Conseguir la propiedad, sabe que eliminará sus problemas judiciales, no hay como un sistema en el que los fiscales se escogen por votación popular, y saben quién puede financiar su carrera, y convencer a los influyentes de la ciudad, pero también sabe, que los integristas judíos con los que negocia, no perdonarán el retraso, y la pérdida del capital invertido, le conducirá directamente al mundo criminal del que quiere huir.
El pasado, quedará escrito con manchas de sangre, en el depósito de combustible, soltando lastre incómodo, sin apretar el gatillo.
La conciencia de Abel, puede que sufra, pero no será juzgado por los hombres, por el comportamiento de los demás.
Un paseo en el alambre por el que puede despeñarse en cualquier momento, su abrigo ocre, como el blanco de Anna, terminarán inmaculados en su ascensión al éxito, lo que no vemos es el color del forro, en el que rezuman todas las miasmas guardadas y escondidas durante años.
De la corrupción al poder y al reconocimiento social, sin más coste que el que la propia conciencia te cobre, no hay como tocar una campana en un parqué de bolsa, para conocer dónde se esconde la violencia, y cómo se han forjado las fortunas.
Así es como la historia adquiere tonos casi bíblicos, al convertirse su personaje central, en una suerte de Job, que será puesto constantemente a prueba.
Nada gratuito el nombre “Abel” y demás nombre bíblicos en el resto del reparto…
La pregunta es:
¿La senda para conquistar “El Sueño Americano”, es compatible con la del hombre recto?
O si se prefiere, en un entorno marcado por la libre competencia más encarnizada:
¿Queda sitio para los valores?
Y además, A Most Violent Year tiene lecturas muy interesantes, que pocas veces vemos en una película, de hecho, pocas veces he visto el “hombre vs. Sistema”, retratado con tanta sutileza apolítica.
La crítica a los judíos, que los trata de usureros comerciantes, motivo por el que quizás haya sido ninguneada en el Oscar; o su machismo imperante, y prepotente.
Uno de las cosas que gustaron, fue el dilema que tenía Abel, en lo referente a que si armaba a sus camioneros, tenía problemas con el sindicato; pero si no lo hacía, le robaban los camiones, y perdía dinero.
Todo con un estilo que recuerda al mejor cine de la década de los 70, en especial al film “The French Connection” de William Friedkin, producido en 1971.
Otro detalle fue, que Abel presume de no tener que haber sido un gánster, para llegar a donde ha llegado.
Sin embargo, él se ha forrado a costa de sus competidores, practicando la competencia desleal, por lo que no actúa como un gánster, pero sí que lleva prácticas empresariales marrulleras y negativas, aunque sea esa la práctica generalizada del gremio.
Respecto de la elección de Oscar Isaac en el papel principal, comentó el director:
“Quería que el héroe fuera hispano, porque los hispanos representan la ola de inmigración reciente, más importante en Estados Unidos.
Y es que A Most Violent Year, es una película sobre la ambición, y de eso se trata la inmigración, de construir algo mejor de lo que uno deja atrás” añadió el cineasta.
“Creo que el hecho de que se no haya recurrido a ideas preconcebidas, es lo que más me gustó de A Most Violent Year.
Es muy raro ver en un filme, a personajes de origen latino, representados de esta manera.
En A Most Violent Year, se cuenta la historia de alguien que solo quiere hacer las cosas bien.
Es un hombre de negocios, todo le va bien, pero se encuentra rodeado de “tiburones”
Él quiere seguir avanzando en la buena dirección, la de la no violencia, y creo que esto es muy refrescante”, explica Oscar Isaac.
“Sobre todo, creo que se trata de una historia llena de ética y de moral.
Creo que cuando la gente escucha su título, “A Most Violent Year”, espera ver una película llena de sangre, violenta.
Pero, de hecho, se trata apenas de la historia de una persona, que solo quiere vivir su vida, su vida sin violencia, en el año más violento que jamás haya vivido la ciudad de New York”, explica Jessica Chastain.
Curiosamente, ella, hija de un mafioso de New York, todo lo ve desde el lado de la violencia.
Tanto es así, que es ella, al estilo de “Lady Macbeth”, tiene las escenas más violentas, o cargadas de ella.
Sus amenazas, su forma de hablar, y la forma de “maltratar” a su marido, hacen de ella, una mujer de armas tomar.
Los 2 actores están espléndidos, y se nota la química en pantalla.
Sin embargo, el resultado puede ser también estereotipado:
Un Isaac irreconocible, hierático, y poco inspirado, que tira del “look” de gánster, visto mil veces en la pantalla; y Chastain, actúa como la típica mujer del mafioso, que se comporta prepotente y agresiva…
Quién espere una cinta de gánster, de tiros, que se olvide...
El director no busca eso, busca ir metiéndonos poco a poco en aquella época.
Muestra de esto, es que Abel, en ningún momento usa la violencia, siempre intenta ir por el lado de la palabra.
Incluso, en un mundo de corruptos, donde todo está corrupto, él es el único que no sigue ese juego; pues “a lo único que le tengo miedo, es al fracaso” dice en su momento.
Decididamente, Abel pertenece a la otra mafia, a aquella que trabaja duro, y es fiel a los amigos, a aquella que vive con unas normas que se convierten en soga para salvarle, y no para ahogarle.
Él vive un “Sueño Americano”, continuamente amenazado, pero sabe que el camino más fácil, o corto, no es el que debe seguir, y por eso no se convertirá en pesadilla, aunque no le falten invitaciones a cambiar de sendero.
Es cierto que A Most Violent Year, recuerda al buen cine negro, sobre todo en esa ambición por recobrar el inseparable vínculo, moral, y estético, que los viejos clásicos del género mantenían.
Son muchas las evidencias…
Algunas de las escenas de violencia, están respaldadas por una construcción formal sombría:
El sacrificio del ciervo atropellado, o la entrada en la casa de un intruso.
La maravillosa fotografía plomiza, de herencia expresionista, que recuerda a Gordon Willis, ayuda a fundamentar la ambigüedad, entre el bien y el mal, y refuerza las características interiores del elenco actoral.
Detalles que engrandecen al trabajo de Chandor, una odisea premeditadamente lenta, filmada con clasicismo, y con una fotografía poderosa, sustentada en habitaciones oscuras, y en una urbe tapizada de blanco y gris.
De hecho, la fotografía es fácilmente una de las más interesantes, y arriesgadas del año.
En general, se trata de una fotografía de una fuerte filosofía naturalista, que Bradford Young trata de mantener en todo momento, sin importarle siquiera, que sus actores estén fuera de las marcas aparentes, o que una estrella femenina como Jessica Chastain, no cuente con una iluminación mínimamente enfocada a resaltar su figura.
“You're not gonna like what will happen once I get involved”
A Most Violent Year es la ascensión de un hombre sin miedo, que hará lo que sea para prosperar…
Caesar, por el año 62 a.C., y tras separarse de Pompeya, aun sabiendo de la inocencia de ella, en la supuesta infidelidad de la que se le acusaba, declaró:
“La mujer del Caesar, no sólo debe ser honrada, sino que debe parecerlo”
Años más tarde, Maquiavelo, historiador y teórico italiano, experto conocedor del ambicioso animal político, adujo:
“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”
Rochefoucauld, escritor francés, afirmó:
“El mundo recompensa antes las apariencias de mérito, que él mérito mismo”
Así pues, en el New York de 1981, en el año más violento de la historia de la ciudad, Abel Morales suelta la perla:
“No soy un delincuente… probablemente es cierto… la verdad, nada de eso importa”
Y es que la realidad es otra, no hay crecimiento ambicioso que sea legal, no hay bondad o buenos modales de los que no se aprovechen, no hay aguante ilimitado en la paciencia de un nombre de negocios, no hay honor entre ladrones...
Es la “violencia” disfrazada de reuniones, clase, buenas palabras, y trajes elegantes.
No hay violencia, pero sí resulta violenta de entender.

“You're at war here”



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