Transcendence

“For 130,000 years, our capacity to reason has remained unchanged”

¿Qué es lo que hace al ser humano lo que es?
¿Es únicamente, una compleja red neuronal, y una serie de impulsos eléctricos, o es algo más?
¿Puede el ser humano, crear una máquina a su imagen y semejanza?
El tema de las computadoras y robots inteligentes, que sienten, que tienen conciencia, e interactúan con los humanos, no es nuevo.
En futurología, La Singularidad Tecnológica, algunas veces llamada simplemente, “Singularidad”, es un posible acontecimiento futuro, en el que según se predice, el progreso tecnológico, y el cambio social, se acelerarán con el desarrollo de una inteligencia sobrehumana, de tal manera que ningún ser humano anterior a dicho acontecimiento, podría comprenderlo o predecirlo.
Es así como surgen 4 posturas distintas:
1. Quienes creen que la tecnología siempre será controlada por los seres humanos, y que el único peligro está en el mal uso que se le dé, de modo que solo bastaría con limitar, prohibir, o controlar su utilización/desarrollo sostenible.
2. Quienes creen que las tecnologías igualarán y superarán al ser humano, y precipitarán el surgimiento de una superinteligencia/singularidad tecnológica.
3. Quienes aceptan que las tecnologías, constituirán una superestructura, y creen que, dado el contexto actual del poder, estas se convertirían en un competidor demasiado peligroso para la humanidad, por lo cual hay que hacer todo lo posible porque esto no suceda/bioconservadurismo.
4. Quienes ven a la tecnología, como una aliada que puede llevar a la humanidad a una superinteligencia colectiva, en la cual, seres humanos y tecnologías, cooperarán por un futuro sostenible/sostenibilidad tecnológica.
Algunas personas consideran viable el transhumanismo, pero ven la singularidad tecnológica, como un acontecimiento irrealizable, ya que supeditan este, al surgimiento de una superinteligencia artificial, y no tienen en cuenta el surgimiento de otras superinteligencias, capaces de alcanzar ese estado.
La idea de una singularidad, se la sustenta sobre “La Ley de Moore”, que dice que la capacidad de los microchips de un circuito integrado, se duplicará cada año y medio, lo cual traerá un crecimiento exponencial de la potencia del hardware de las computadoras, y de mantenerse este crecimiento acelerado, conducirá inevitablemente, a que las máquinas le den alcance, y luego superen la capacidad del cerebro para procesar la información, y según un gráfico elaborado por Hans Moravec, la paridad entre el hardware y el cerebro, se alcanzará alrededor del 2020, lo cual dará lugar a las máquinas ultra inteligentes.
Se define una máquina ultra inteligente, como una máquina capaz de superar en mucho, todas las actividades intelectuales de cualquier humano, independientemente de la inteligencia de éste, y de que esa inteligencia superior, será la que impulsará el progreso, el cual será mucho más rápido, e incluso superará a la actual evolución natural.
Es así que se afirma que estaremos entrando en un régimen radicalmente diferente de nuestro pasado humano, y es a este evento, al que le da el nombre de “singularidad”
Para muchos, la singularidad debe acontecer antes del 2030.
El tiempo que resta, antes de que se llegue a ese fenómeno, se acelera con la utilización de máquinas para apoyar tareas de diseño, mejoras de diseño, y fabricación de nuevos inventos.
Una vez llegado al punto en que se cree una inteligencia superior a la humana, se entraría en una etapa post humana, que probablemente conduzca a la extinción de la humanidad, o a su subordinación a esos nuevos entes inteligentes.
Los defensores de la singularidad, están conscientes de las amenazas que esta implica, y consideran los siguientes riesgos existenciales:
Inteligencia artificial mal programada; mal uso de la nanotecnología; mala utilización de la biotecnología; uso generalizado de las prótesis, convirtiéndose en un robot; tecnologías autónomas, que se escapan de las manos, como las máquinas que se auto construyen a sí mismas…
En cambio, los defensores de la singularidad, asumen que es necesario tomar el control de la evolución humana, y acelerar el progreso tecnológico.
Proponen la sustitución de una especie humana obsoleta, por otra especie “superior”, con poderes ilimitados, y que por medio de las tecnologías emergentes, o convergentes, como:
Nanotecnología, Biotecnología, Infotecnología, y Cognotecnología - NBIC, puedan alcanzar la post humanidad.
El siglo XXI, enfrenta el dilema de, si controla el progreso tecnológico, y lo mantiene como una infraestructura subordinada a los humanos; o estimula el desarrollo autónomo del progreso tecnológico, y con él, los riesgos que este representa.
Todas las especies, han evolucionado adaptándose al ambiente en el que viven, bien de manera casual, como dice Darwin, o bien de manera intencionada, como decía el naturalista francés, Jean-Baptiste Lamarck.
En una sociedad, cada vez más mecanizada, con procesadores, realidad virtual, internet, y redes de comunicación globales, la especie humana tiene un nuevo ambiente al que se adaptarse, un ambiente mezclado de tecnología y naturaleza, de inteligencia natural y artificial.
¿Puede un científico, lograr a una suerte de inmortalidad, por vía de la tecnología?
¿Puede un genio de la tecnología, reencarnarse, y convertirse en una suerte de dios todopoderoso, y manipulador?
“So imagine such an entity with a full range of human emotion.
Even self-awareness.
Some scientists refer to this as “the Singularity”
I call it “Transcendence”
Transcendence es una película de ciencia ficción, del año 2014, dirigida por Wally Pfister.
Protagonizada por Johnny Depp, Rebecca Hall, Paul Bettany, Kate Mara, Morgan Freeman, Cillian Murphy, Cole Hauser, Clifton Collins Jr., Josh Stewart, Olivia Taylor Dudley, entre otros.
El guión es de Jack Paglen, Jordan Goldberg, Alex Paraskevas y Wally Pfister; y explora la posibilidad de que el ser humano, en sus intentos por crear un mundo mejor, más eficiente, y sostenible, pueda ir demasiado lejos, permitiendo que sea La Inteligencia Artificial, quien controle las sociedades, y las culturas.
Con producción de Christopher Nolan, Transcendence supone el primer trabajo como director de Wally Pfister, director de fotografía de gran trayectoria.
Rodado en Albuquerque, New Mexico, EEUU; El Dr. Will Caster (Johnny Depp), es un investigador de inteligencia artificial, que trabaja para crear una máquina que posea consciencia colectiva, y autosuficiente, su trabajo ha dado como fruto, el proyecto P.I.N.N., la culminación de un enorme procesador inteligente de nanotecnología neurocientífica, que promete ser un escalón más, en la evolución del ser humano, y digo evolución, porque en primera instancia, sus aplicaciones están concebidas para fines éticos de prosperidad, y sostenibilidad.
Sus controvertidos experimentos, le han hecho famoso, pero un grupo extremista, llamado “Revolutionary Independence From Technology” (R.I.F.T.), liderado por Bree (Kate Mara), se opone al avance tecnológico, y le marca en su punto de mira.
Pero sus acciones, no hacen sino impulsarle para lograr su objetivo.
Caster, también quiere formar parte de ésta nueva tecnología, y su mujer Evelyn (Rebecca Hall), y su mejor amigo, Max Waters (Paul Bettany), también investigadores, cuestionan este aspecto.
El objetivo de Caster, es adquirir conocimiento, sobre todo lo que se encuentra en el planeta Tierra, como el lograr el curar enfermedades, y lograr que el mundo sea un mundo mejor, y este llegue a volver como era antes del disparo de polonio que lo envenena a muerte, por medio de la tecnología.
El nuevo ser resultante, aunque utilice la voz y rostro virtual del científico, es una inteligencia resultante de la llamada “computación cognitiva”, aquella que inspira su tecnología, en el funcionamiento del cerebro humano.
Es decir, esa condición, dota al nuevo ser, de una evolución por aprendizaje, algo que lo humaniza, y lo convierte en extremadamente peligroso.
Transcendence es un bofetón en nuestro ego, seguimos creyéndonos dioses, y nunca dejaríamos a una inteligencia superior, enseñarnos el camino, si eso supone perder nuestras comodidades, lo crucificaríamos como a Jesucristo.
Los verdaderos avances tecnológicos, esos que funcionarían en armonía y simbiosis con el ser humano, y la naturaleza, siguen guardados bajo llave, en laboratorios como los de Transcendence.
Mientras tanto, hemos elegido ser gobernados por seres sin alma, ni espiritualidad, únicamente interesados en el poder, y en nuestro dinero, pero ahí siguen...
La historia hace que debatas, en el supuesto de que no hubiera límites para esa tecnología.
“So you want to create a god?
Your own god?”
El director Wally Pfister, eligió para su debut, un ambicioso proyecto de $100 millones de presupuesto, el guión que en 2012, fue parte de la “Black List”, la nómina de las mejores historias, aún sin producir en Hollywood, y apuesta por una combinación del preciso conocimiento y capacidad de análisis, de la más desarrollada computadora conectada a la red, con la extraordinaria complejidad y versatilidad contenida en la naturaleza humana; un eclecticismo que incluye el afán superviviente de la vida, y por ello, su declinación hacia la evolución.
“Transcendence juega con la noción de la inmortalidad”, admitió Pfister.
“Si se lograra descargar la mente, y la consciencia humana, en un superordenador, que es algo que los científicos consideran que podría ocurrir en un futuro cercano:
¿Permanecerían los sentimientos, y el alma?”, se preguntó el realizador.
La historia, viene por el lado de la ética, y cuantas líneas es capaz de cruzar la ciencia, para alcanzar sus objetivos.
Ojo, acá hablamos de grandes beneficios para la humanidad, y no de un personaje malvado, que quiere dominar al mundo...
Pero, a veces, estos avances no están bien vistos, ya sea por grupos extremistas anti-tecnológicos, o por sectores religiosos, que suponen que estos cambios, sólo le corresponden a una entidad superior.
Se sabe que los extremos no son buenos, y hay que lograr un equilibrio, para que las cosas no se desmadren sin solución.
Así pues Will Caster se enfrenta a un debate moral, en el que los espectadores plantean sus inquietudes sobre la ética de crear al ser más inteligente, racional, emotivo, y sensible de toda la historia.
Algo que fácilmente podría acercarse a una deidad, ya que con su inimaginable capacidad analítica, y de estudio, su instalación, y uso de cualquier dispositivo tecnológico mundial, podría llegar a ser omnipresente, y omnisciente en casi todo el planeta Tierra.
Acá entra en juego, lo filosófico, lo moral, lo religioso, y nos tira todo el problema en la cara, para que tomemos partido, y nos pongamos de un lado u otro de la vereda.
Pero hay cierta incidencia, si se quiere, y se sabe que el director es un tipo tradicionalista, no muy amante de las nuevas tecnologías digitales que marcan el estilo cinematográfico de hoy en día.
Son muchas las preguntas que Pfister pone sobre la mesa, y pocas las respuestas, utiliza el modus operandi de Nolan, pero con menos rotundidad, y precisión.
Si el ser humano es capaz de crear entidades más inteligentes que él, o superiores a él, y que además, cuenten con la capacidad de aprender y evolucionar constantemente:
¿Significa eso que, un hombre puede crear un dios?
¿Significa eso, que ese dios sería malvado, y querría destruir al ser humano?
La parte emocional y humana de tal híbrido:
¿Podría amar, soñar, sentir dolor, y miedo?
¿Podría interferir en él, los sentimientos, y así desobedecer sus más altas premisas?
¿O quizás, sería lo más cerca que podríamos estar de la perfección?
Con Transcendence no se van a encontrar con una película que propicie profundas reflexiones sobre los orígenes, y la esencia de la humanidad; sobre si necesitamos un cuerpo para vivir o, por el contrario, somos entes que pueden, justamente, trascender lo meramente físico, para ser parte de un espacio mucho más complejo, avasallador, e infinito.
Si eso es lo que buscan, entonces están ante la película equivocada…
A Transcendence se le achaca, que no da respuesta a ninguna pregunta planteada.
Además, la carga filosófica, lo más importante, se obvia y, sin embargo, hay un derroche casi abusivo de efectos especiales, para mostrar cada detalle de la nueva “vida transcendente” y toma copiados a ordenadores cinematográficos anteriormente vistos en otras películas, y se plantea el dilema moral de la máquina que se hace humana.
Copia también el guión de otras sagas de ciencia ficción como:
“Terminator” y “Matrix” y en específico, el film “The Lawnmower Man” (1992) escrito por Stephen King, en donde la máquina se apodera del planeta, etc.
Y en literatura con temas de Isaac Asimov, Philip K. Dick, Arthur C. Clarke, y William Gibson, también hay algo de la figura de “Frankenstein”, a la hora de elaborar Transcendence.
Así como el mito de “La Bella y La Bestia”, aunque de forma soslayada e imperceptible, se halla en la parte media-final.
También, Transcendence posee muchas contradicciones:
Terroristas que para “salvar a la humanidad” matan a personas, y para “acabar con la tecnología”, hacen gran uso de ella…
En el hospital, nos comentan que la bala tenía “un isótopo llamado polonio”
Pero el polonio no es un isótopo, sino un elemento químico.
Ciertamente, el polonio tiene un isótopo muy famoso, que es el polonio-210, pero si pretendes convencer a la audiencia, de que Johnny Depp y Rebecca Hall son brillantes, no puedes colar una confusión así, porque quedan en evidencia.
Que 3 personas, los más listos, tengan éxito en el garaje de su casa... bajo condiciones lamentables, y sin dinero…
Sobre los personajes:
Paul Bettany pasa 2 años secuestrado, y se convierte en su líder…
O cuando Johnny Depp está en internet, se vuelve muy listo, e incluso evoluciona rápidamente, gracias a su granja de procesadores cuánticos; pues cuando la fuente de su poder, es el procesamiento de información, su primer objetivo debe ser, asegurar esa información.
El almacenamiento seguro, consiste en reproducir la misma información, en lugares separados, por si se te atacan y cae uno, y que puedas usar otro.
Caster pasa del tema…
Es más, desarrolla nanobots, que vuelan y lo impregnan todo, pero no se le ocurre hacer un agujero en el polo sur, y usar los nanobots para construir allí, un sistema redundante…
Es más, ni si quiera se le ocurre, tras averiguar cómo construirse un cuerpo, fabricar 40 millones de cuerpos iguales, y mandar alguno en avión a Honolulu, Murcia, o Nepal por seguridad.
No, él lo tiene todo en el mismo sitio, porque es así de imbécil…
Curioso, que al final se apaga internet, y se va la luz del planeta... léase que el planeta se llama Estados Unidos…
Todo parece indicar que, en el desenlace, todos se equivocaban:
Que verdaderamente, era el doctor Will, su personalidad, y que había estado actuando únicamente guiado por el bien de la humanidad…
Que no había borrado a las personalidades de sus “híbridos”, sino que estos trabajaban para él, porque así lo habían aceptado.
Que iba a salvar al planeta, pero el miedo a lo desconocido, provoca la destrucción del mayor don jamás recibido:
Inmortalidad, sostenibilidad, un nuevo nivel de empatía interespecie…
El temor incomprensible, siempre ligado con la falta de conocimiento, pero cabe preguntarse:
¿El fin justifica los medios?
Del reparto, los personajes de Morgan Freeman y Cillian Murphy sobran; pues no son apoyados por toda La Armada de EEUU, y La ONU, La UE, y demás gobiernos mundiales para parar esa “locura”
Paul Bettany, es el único que hace un personaje, que parece tener algún conflicto, pero enseguida se desinfla, por su extraño Síndrome de Estocolmo…
Por cierto, Johnny sólo aparece 8 minutos de las 2 horas que dura el metraje y así cobro $20 millones…
Para finalizar, no habrá manera de evitar tiros, explosiones, y lucha por la supervivencia de la raza humana.
Los buenos, se desvelarán malos; los malos se desvelarán buenos; los terroristas amigos; el ejército será terrorista; la máquina se volverá humana; los humanos máquinas, y se nos revelará que todos eran alienígenas… en las gotas de agua en el jardín protegido por el cobre, se develará la trascendencia.
Eso sí, Transcendence lanza el mensaje, de que el desarrollo es malo porque contamina, pero a la vez, si es “bien usado” puede emplearse para limpiar el planeta.
El director, pasa buena parte del tiempo, tratando de encontrar cuan “malo” puede ser el avance de la consciencia artificial, cuan confundida o acertada, puede estar la mujer, al pensar que realmente su marido sigue existiendo de alguna forma dentro de esas máquinas, y de hecho, esta mujer tiende a ser la base de nuestras expectativas, acerca de este entorno ético que envuelve las acciones de “Deppenstein”, cuando ella se comienza a apartar, y comienza a dubitar acerca de la naturaleza de los actos des-humanos de su esposo.
Realmente comienzas a pensar, que el malo de esta historia es Depp, algo que se desmiente rotundamente, al entregarte un final tan épicamente esclarecedor, y que se agradece, que termina por sellar con broche de oro, las inconsistencias emocionales en la mente del espectador.
Terminas con la sensación, de que la verdad es, que la neutralidad de los actos des-humanos de Depp es indiscutible, aunque su existencia ha sido segada, su espíritu continúa sirviendo el amor que tenía a su esposa…
Él no quería sanear el mundo, quien lo quería era su esposa, y eso fue el principal motor de acción de la mente de Depp en el ordenador, puesto que entendemos que la gran diferencia entre un humano y una máquina es que el humano tiene emociones, motivaciones originadas en su sentir carnal que llevan al potente procesador que tiene dentro de su cráneo a utilizar la información con fines específicos, sabemos que el propósito de esa consciencia artificial, generada a partir de la mente de Depp, era llevar a cabo el sueño de su esposa.
Sin embargo, al final, todo acaba siendo lo mismo:
Enfrentamientos científico militares por el bien de la humanidad, o del gobierno de Estados Unidos, más probablemente, y una historia de amor, debajo de tanto balazo.
Pero de trascendencia, nada; sucumbiendo ante los malditos arquetipos o clichés:
El sueño que se hace pesadilla, el enamoramiento escondido, el trabajo versus el amor, la verdad posada frente a quien tiene los ojos cerrados, escepticismo versus quiero creer, Morgan Freeman siendo la improbable voz de la razón, el callejón sin salida, las frases de tercera categoría, pronunciadas como si fueran poemas dignos del Nobel, la redención personal y colectiva, la moralina barata, propia de las fábulas infantiles, conductas intachables, y siempre nos quedará el consuelo, de que nadie se quite la camiseta...
Transcendence descansa en el cuento de la trascendencia, pero no a nivel espiritual ni filosófico como cualquier ser humano común y corriente pensaría, sino que a nivel práctico.
Así es, Transcendence, no busca despejar la incógnita de, si podemos lograr prescindir de nuestros cuerpos para vivir de nuestras mentes, almas o espíritus, o todas las anteriores, no quiere entregar respuestas, ni tampoco abrir la puerta a otro mundo, otro espacio, otro orden.
Transcendence, simplemente quiere jugar con las posibles consecuencias, una vez consumada dicha trascendencia.
Olvídense de lo metafísico, de la complejidad humana, de introducirse en territorios inexplorados.
Acá, lo que importa, es que puedes manejar la materia, y que muchos militares enojados, van a intentar, literalmente, explotarte ante tamaño poder adquirido.
¿Qué ocurre si la tecnología llegara a crear algo omnipotente y omnipresente, “lo sabe todo, y está en todo”?
Y no hablamos de una maquina tonta, que se quiere apoderar del mundo, hablamos de una inteligencia con consciencia, a mi parecer, se desmorona nuestro concepto de dios; por otra parte, una vida colectiva, en donde todos participen en el bienestar de la sociedad, aún es un sueño utópico, y Transcendence nos plantea que, para que la humanidad lo logre, tendría que abandonar su humanidad, y los terroristas representan el miedo a ese cambio.
También, se analiza el tema del libre albedrío:
Caster sana a todo el que se sienta en su camilla, pero el precio es la inserción de un código, con el cual puede controlarlo, coartando su libertad.
Qué hipócrita puede parecer a primera vista…
Pero en Transcendence, se recalca varias veces, que son los enfermos, “los que no tienen esperanza” se dice literalmente, los que voluntariamente acuden a ser sanados, y los que suplican que no les priven de ese código que han recibido, y que según los demás, borra su humanidad.
Ellos, voluntariamente pueden rechazar esa oferta, pero quedarían fuera del sistema.
Un sistema que se teme, hasta que se experimenta.
Me parece una genial analogía de los creyentes, y de la salvación del alma.
En la mayoría de las religiones, la salvación del alma, conlleva pagar el precio, cediendo libremente tu voluntad a Dios.
En una sociedad cada vez más humanista y laica, los creyentes parecen zombis, a ojos de los no creyentes, y son criticados por no asimilar, aceptar, y tragar con su imperfección humana.
Uno de los mejores momentos en Transcendence, es cuando los personajes descubren las nuevas aplicaciones, de que va disponiendo la inteligencia artificial encarnada por Johnny Depp.
Por ejemplo, aprende la manera de restituir a las personas impedidas, todas sus cualidades físicas, interviene quirúrgicamente a cuantos tullidos, ciegos, o enfermos, se acercan a sus instalaciones, y al mismo tiempo que los “repara” quedan programados, y a su disposición, como si se tratase de un creciente ejército.
Tales son los avances tecnológicos de la nueva entidad, que aprende a regenerar tejido muerto, y por tanto, a “diseñar” un concreto ser humano.
Es como un Jesucristo, pero lo que no se entiende, es que muerto “dios” todos los milagros desaparecen…
¿No hay lógica?
A fin de cuentas, lo que toda la humanidad busca, es la posibilidad de curar enfermedades:
Cáncer, SIDA, y una vez que se encuentra, se trata de destruir esa oportunidad para controlar, y tener y manejar el poder.
Por último, el compositor Mychael Danna, firma una banda sonora sobria y coherente, para acompañar las imágenes.
“We're all gonna need someone to blame when thing goes sideways”
Es un hecho que:
La evolución de las máquinas, es más rápida que la de los humanos, mientras las máquinas sufren un crecimiento acelerado, la evolución natural de los humanos, está prácticamente detenida.
La aceleración de las tecnologías, se seguirá incrementando, hasta llegar a un punto que escapa a las capacidades de los humanos/singularidad tecnológica.
Que las máquinas se irán autoconstruyendo a sí mismas, cada vez más perfeccionadas, más veloces, con más memorias, dotadas de mejores algoritmos; podrán llegar a convertirse en máquinas superinteligentes, que superen a los humanos.
La inteligencia de las máquinas, dada la complejidad que irán adquiriendo, y las conexiones internas/circuitos, o externas/redes, podrá despertar como una entidad auto consciente.
¿Somos menos humanos, o estamos alienados, por estar conectados vía wifi a través de nuestras cabezas, y supervisados por una conciencia superior?
En parte, nos volvimos adictos y, para muchos incluso, se hace imposible despegarse por unas horas de las redes sociales.
Entonces, cabe preguntarse, si aprendimos a tomar ventaja de la tecnología, o somos controlados sin remedio por ella.
Realmente, la ciencia nos está absorbiendo, vamos en un camino muy rápido, debemos de ir pausadamente al conocimiento de los descubrimientos científicos, sobre todo, los de la mente…
Una mente mal preparada, es un peligro.
Y aún más, de la consciencia artificial, donde la máquina, como tal, requiere de más y más producción.
¿El problema?
“La gente teme lo que no conoce”
Que transformando la frase, se puede llegar a decir, que la ignorancia hace tener miedo al progreso.
¿Acaso no es el conocimiento, lo que la humanidad siempre ha querido?
El surgimiento de una superinteligencia artificial, superior a la inteligencia humana, estamos hablando de que los humanos, sean capaces de construir una inteligencia artificial que los iguale, y que después, esta inteligencia no humana, sea capaz de superarse a sí misma.
Dado el crecimiento veloz que tiene el hardware, según “La Ley de Moore”, y no en el desarrollo de programas que emularan la inteligencia humana, como se pretendía en los primeros años de la inteligencia artificial, se está hablando de una inteligencia artificial fuerte, que supone que la consciencia es codificable, se consideran a los estados mentales, como algoritmos altamente complejos, y puede ser descargada del cerebro, y copiada en un soporte digital.
Lo cual tiene como tesis central, que esa superinteligencia, una vez que se iguale a la humana, crecerá de forma autónoma, siguiendo su propio progreso tecnológico, con o sin los humanos, idea preferida de Hans Moravec, quien ve en la evolución de las máquinas, la continuidad de la humana.
Otros sueñan, con que esa superinteligencia artificial, después, sea capaz de reprogramar la mente humana, y con ello, alcanzar la ansiada inmortalidad.
Por su parte, el surgimiento de una superinteligencia colectiva, donde estén conectados en redes los humanos y las máquinas, siguiendo las ideas de Pierre Lévy, de una inteligencia colectiva, en la que internet está jugando un papel importante, y ya algunos están hablando del surgimiento de un cerebro global, que se está formando desde ahora en el contexto de la Web 2.0, y de la naciente Web 3.0.
No se puede ignorar el impacto de la Web 2.0, y la gran cantidad de conocimiento que se está compartiendo en las Wikis, redes sociales, y blogs, y que se podrían ir auto organizando por medio de la Web semántica.
Lo cual nos lleva a una superestructura tecnológica, donde humanos y máquinas, cooperan entre sí.
La superinteligencia colectiva, lleva al surgimiento de forma natural, de una inteligencia superior a la humana, producto de la colaboración entre humanos y tecnología, y debe estar enfocada hacia una sostenibilidad tecnológica, consistente en la integración armónica de las tecnologías, como superestructura, a las necesidades, verdaderamente humanas.
Superinteligencia híbrida, sería la interconexión entre humanos y computadoras, tales como, prótesis, implantes de chip, etc.
Lo cual nos lleva al ciborg, donde se fusionan los humanos con las máquinas.
La idea de una transhumanidad, que transcienda a la condición humana, y con ello, superar todos los límites de la especie humana, y dar surgimiento a una nueva especie posthumana…
Esto nos arrastra a una singularidad fuerte.
La idea de la fusión, responde al sueño de los transhumanistas, de lograr un humano mejorado.
El transhumanismo, es un movimiento tecnológico, iniciado por Nick Bostrom, que afirma la posibilidad, y el deseo de mejorar, en modo fundamental, la condición humana, a través de la razón aplicada, especialmente por medio del desarrollo, y la puesta a disposición de tecnologías, para eliminar el envejecimiento, y potenciar grandemente, las capacidades humanas, intelectuales, físicas, y psicológicas.
Mientras las 3 anteriores, están relacionadas con las tecnologías conexas, aquellas que no se fundamentan en las ciencias de la vida, pero que tienen una incidencia importante sobre esta:
Nanotecnología, Robótica, inteligencia artificial, etc.; en cambio, esta última, surge producto del desarrollo de la biología, ya que cifra sus esperanzas en la ingeniería genética.
Aquí se manejan conceptos, muy debatidos en la actualidad, como el de eugenesia negativa o positiva, o el de la clonación.
En general, se aspira al humano mejorado, “humano+” por medio de la bioingeniería, la misma, irá conduciendo a la humanidad, a una fusión progresiva, y menos radical que la híbrida.
Si bien, algunos autores, como Roger Penrose, piensan que las computadoras no llegarán a ser inteligentes, en el sentido de “La Prueba de Turing”, el camino biológico para llegar a la singularidad tecnológica, no parece tener límite alguno.

“Look at the sky.
The clouds.
We're healing the ecosystem.
Not harming it.
Particles join the air, building themselves out of pollutant.
Forests can be regrown.
Water so pure, you can drink out of any river.
This is your dream”



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