Dioses y Perros

“Lo bueno que tiene combatir con el que te cae mal, es que le puedes pegar una paliza”

El interés mediático por el boxeo, está bajo mínimos desde hace mucho tiempo, pero siguen estrenándose filmes que tienen que ver con este deporte tan mal considerado.
Por otro lado, es un contexto especialmente cinematográfico para contar dramas de dolor y redención.
La palabra “sparring”, es derivada de la palabra inglesa “spar”, que significa “pelear con un oponente”, y es definida por La Real Academia Española, como:
La persona con la que se entrena un boxeador, para preparar un combate.
En la práctica, la palabra “sparring”, sirve para definir tanto a la persona con la que se entrena un boxeador, como a la actividad de realizar dicho entrenamiento, es decir, “hacer sparring”
Además, la palabra también es empleada en otros deportes de combate, como el taekwondo.
A hacer “sparring” en el boxeo, también se le dice “hacer guantes”, y es una de las actividades más importantes, en la preparación de un púgil.
Por lo regular, el “sparring” presenta similitudes con el futuro rival del boxeador, así por ejemplo:
Si el próximo oponente es zurdo, se busca que el “sparring” también lo sea; si el rival es rápido, se busca a uno rápido, o si tiene un buen “jab” o gancho al cuerpo fuerte, se busca que el “sparring” tengas dichas características, etc.
Como anécdota, se cuenta que el múltiple Campeón Mundial, Óscar de la Hoya, contrató en alguna ocasión, al fuerte golpeador venezolano, Edwin Valero, durante su preparación para la que sería su última pelea, contra Manny Pacquiao.
Valero, lastimó a de la Hoya, en las sesiones de “sparring”, aunque hay reportes de que fue con uno, o más golpes sucios, por lo que se le despidió del campamento…
A veces, “los perros” consiguen convertirse en “dioses” y, el “sparring” no es al que pagan para recibir golpes, sino el que los da, y sólo por ello, por esa ínfima posibilidad siempre abierta, la vida ya vale la pena.
“Tú antes eras el puto amo”
Dioses y Perros es un drama español, del año 2014, dirigido por David Marqués & Rafael Montesinos.
Protagonizado por Hugo Silva, Enrique Arce, Megan Montaner, Juan Codina, Elio González, Miriam Benoit, Ricard Sales, Lucía Álvarez, Adrián Gordillo, Víctor Palmero, Javier Sesmilo, Albert Forner, Héctor Montoliu, José María Agui, José Antonio Romero, Israel Santiago, David Ventura, Rubén Tejerina, entre otros.
El guión es de David Marqués y Jesús Martínez Balmaseda; que aprovecharon la complicada situación económica y social que está viviendo España actualmente, como telón de fondo, en una buena manera de contar historias, que las hace creíbles y cercanas.
Dioses y Perros, es un interesante drama, con tintes de comedia negra, que nos habla de redención, y especialmente de perdonarse a uno mismo, para conseguir retomar un nuevo rumbo en tu vida.
Así, Pasca (Hugo Silva) lleva premeditadamente una vida gris; él es un superviviente nato, y a pesar de no tener esperanza, intenta superar cada día con sarcasmo.
Se pasa los días cuidando de Toni (Elio González), su hermano minusválido, recibiendo golpes como “sparring”, e intentando ayudar a Fonsi (Juan Codina), su mejor amigo, un exboxeador y alcohólico, que malvive con una mujer, y un hijo que mantener.
A pesar de que vive sumido en una profunda crisis, Pasca se esforzará en salir de ella, cuando conoce a Adela (Megan Montaner), una profesora que llega al barrio, y le hace ver las cosas de un modo más optimista.
Se nota enseguida, por cómo trata a la chica, que le solicita más allá del sentido del deber.
La razón es que, vive rodeado de dependientes:
Su hermano, su amigo, a los que piensa que debe ayudar, también, más allá de todo sentido del deber.
Como ven, se trata de una tarea titánica, que agotaría los recursos de alguien menos resuelto.
Sin embargo, los problemas con su hermano, y sobre todo con Fonsi, le situarán en una difícil encrucijada.
Los golpes que da la vida, personificados en un ex-boxeador, que hace de “sparring”, que es quien recibe los golpes del luchador; el amigo alcohólico, que pasa por un mal momento; el hermano discapacitado, al que el protagonista se ve atado, y evita que pueda irse del barrio para trabajar fuera; o la chica que aparece para modificar su vida, son varias de las tramas, o subtramas de las que consta Dioses y Perros; muy comprometida con su tiempo, en donde los personajes y su esencia, serán claves, marcando una realización directa y sobria, siempre sobre ellos, con planos rotos, cámara al hombro, y un marcado aire a documental.
“Estoy saboreando tu silencio”
Dioses y Perros, llega con ese sin sabor, del que sólo el cine negro es capaz.
La dureza de una vida, marcada por un accidente de tráfico, y la derrota de abandonar el sueño de toda una vida, con un marcado trasfondo social, económico y político, conocido por todos en la actualidad, son las claves de Dioses y Perros:
Unas imágenes de unos boxeadores entrenando, filmadas en blanco y negro, y montadas como un “spot” hacen temer lo peor, y sólo son los títulos de crédito iniciales.
El clímax final, un tipo de combate muy distinto, y del que toma su título la película, muestran a Pasca, un exboxeador profesional, y “sparring” “de tres al cuarto”, que va arrastrando su carga de arrepentimiento por sus pasados errores, hasta que vislumbra la luz al final del túnel.
Fonsi, otro ex púgil, deambula a la deriva, medio sonado de bar en bar, intentando hundirse cada noche un poco más en su infierno privado de botellas a vaciar, poniendo mala cara a los que quieren evitarle esa condena.
Colomo (Enrique Arce), es el proveedor de trabajos, fuera de la ley, que estaría dispuesto a llevar al matadero a su propia madre, si de por medio hubiera una comisión jugosa.
Finalmente, Adela, el polo positivo, con un optimismo a prueba de bombas, que le hace pensar que, con un poco de buen rollo, y pese a los malos augurios, se pueden arreglar las cosas.
Todo ello hace de Dioses y Perros, un drama/comedia de amor, con tinte social de dualidades:
Es la historia de 2 hermanos, con una dependencia mutua, que pasa del uno al otro.
Es la historia de 2 amigos, entre los que la lealtad y la traición, están presentes desde el inicio.
Es la historia de 2 personas que se conocen, y se convierten en la salvación y esperanza del otro.
Es una historia llena de historias, y relaciones contradictorias.
Como contradictorio es tratar un drama social, desde un punto de vista que mezcla la comedia y el drama; la acción y el costumbrismo; la esperanza y la desesperación…
Una historia donde, con cierto sabor amargo, pero con buenas dosis de comedia, y una trama romántica central, se muestra la situación actual, de gran parte de nuestra sociedad, en la que el desempleo, y la falta de esperanza, se ven reflejadas en la vida del protagonista, un “sparring” que soporta estoicamente, los golpes que le dan en el ring, y en la vida.
Así, Dioses y Perros describe un universo de marginados, de gente desnortada, que en algún momento de sus vidas, tiró la brújula de la cordura, o de la sensatez.
Hablaba Joaquín Sabina, en “Calle Melancolía”, de la mayor expresión de la soledad, y el dolor en una ciudad en la que vagabas sin rumbo, sin recibir nada de ella a cambio, ni de sus paisajes, ni de sus habitantes.
Si hay un barrio que habitar, que no parezca ninguna pradera, bien podría ser ese Vallecas, en el que se centra la historia de Dioses y Perros, la época en la que la escribió Sabina, allá por 1980, con una España sumergida en pura transición, no podía estar más cercana a la que atraviesa actualmente, y hasta su protagonista, un boxeador echado a menos, bien podría ser el propio Sabina, en la portada de “Dímelo en la calle”
Localizaciones como el Cerro del Tío Pío, también llamado El Parque de Las Tetas, Vallecas, o Carabanchel, retratarán unos escenarios de una clase obrera que ha sido una de las mayores víctimas de esta gran crisis económica.
Es cierto que David Marqués y Rafael Montesinos, dirigen una historia, que se propone ligar el amor entre opuestos, con una trama criminal absorbida por el lumpen pugilístico, pero hay mucho más, como esa impronta social, que deriva de un contexto, en el que la marginalidad atrezada, quiere significarse en grito de auxilio de una España sumida en la crisis.
Una crítica social, con las dificultades de encontrar trabajo en la actualidad; los efímeros contratos laborales, como el de la profesora que viene a hacer una breve sustitución; o la multitud de establecimientos cerrados, por culpa de la crisis, como algunos de los elementos presentes, ya sea en diálogos, grafitis, o en imágenes.
Destaca una secuencia, en la que se observan calles enteras de negocios cerrados...
Guarderías, academias, talleres, tiendas de ropa fantasmas, negocios que se traspasan, y viviendas de planta baja, tomadas por el grafiti.
Una secuencia concisa y contundente, que resume la debacle experimentada por el pequeño comercio, en estos últimos años.
Esa realidad existente, contextualiza bien la historia y sus personajes, que viven y se adaptan a sus vidas como pueden.
Por lo que Dioses y Perros trata de los caminos sin salida.
Se detiene en la inestabilidad del profesorado, atiende al afán autodestructivo, y la atracción hacia lo clandestino; refleja ojalá con cierto maniqueísmo, la necesidad de que a unos les vaya mal, para saciar ánimos crueles de otros, etc.
Y muestra siempre personajes que desean salir adelante… a pesar del contexto, y de sí mismos, algunos de ellos, decididamente generosos.
Otros, descentrados, muchos, mezquinos, y el principal:
Contradictorio, amargo, miope, y al fin, heroico.
Los personajes principales, son 2 personas, completamente opuestas:
Pasca destaca por su pesimismo, mientras que Adela es todo lo contrario, extremadamente extrovertida, positiva, e idealista.
La contraposición, beneficia a ambos, pero sobre todo a Pasca, para él, la aparición de Adela, es una vía de escape de su vida, y poder hablar, compartir, pero ante todo, sincerarse con alguien ajeno a la familia, de sus problemas y preocupaciones, una relación que rápidamente se consolida, y sirve “a modo medicinal”
Personajes con los que no resulta difícil conectar, o incluso verse reflejado.
El guión, destaca la diferencia de las 2 personalidades, y lo aprovecha tanto en los diálogos más emotivos, como en los pequeños toques de humor, la mayoría de las veces, con el don parlanchín, llevado al extremo de la protagonista como epicentro.
En Dioses y Perros, hay un fondo social y personal, que no oculta nada, y que por así decirlo, tiene 4 categorías:
La crisis, el amor, la familia, y el boxeo.
Estas son las 4 palabras que definen Dioses y Perros, y que evolucionan en todo momento, siendo la finalidad de la misma.
El gran acierto es, sin lugar a dudas, su reparto, el cual destacará sobresalientemente durante todo el metraje, ayudando al espectador, a involucrarse en la penosa situación de Pasca.
Hay que alabar el gran trabajo de Juan Codina, en su papel de Fonsi, un pobre hombre azotado por el desempleo, que hundido en la depresión, ahoga sus penas entre botellas y botellas de JB.
Megan Montaner como Adela, risueña y charlatana profesora, que aporta frescura, naturalidad, y algo de “humor”, en una trama tan negra como esta.
Se cuenta que Montaner se asustó, cuando vio tanto texto sobre su personaje, una chica que no para de hablar, y que bordó hasta el extremo de hartarnos.
Miriam Benoit, que aunque tiene un papel pequeño, lo hace francamente bien, como mujer herida por las continuas borracheras de su marido.
Lucía Álvarez, otro papel demasiado breve, pero que uno se queda con ganas de saber más de ella, como novia de Toni, y cuñada de Pasca, aun así, su intervención en una de las escenas más divertidas, sobre todo el diálogo sostenido entre los 3 personajes en la cocina, que le da mucha fuerza y empuje.
Y Hugo Silva como Pasca, boxeador retirado, que sobrevive aguantando golpes, encima de un ring, tratando de redimirse tras un accidente de tráfico, del cual aún se culpabiliza.
Silva, se enamoró de su personaje al leer el guión, al ofrecer un personaje rudo, con una dureza exterior que como contra, no le servía para cambiar en la vida, ni para cuidarse a sí mismo, ya que carga encima una culpa como auto-castigo continuo.
El desarrollo y la evolución de su personaje, es notable, incluso en su tramo final.
Sin embargo, aunque todo el conjunto es bueno, hay cierto halo de incomprensión en el final.
El momento en el que Pasca decide resarcirse de todo, y dar una solución a los males de los demás, incluida la casa de Adela…
Sin saber cómo lo va a hacer, llega al personaje que le pide trabajo, y le cuenta que Fonsi va a ir al combate de “Dioses Y Perros”
Asombrado, éste decide entrar por él...
Pero:
¿Cuál es la solución que tenía pensado desde primera hora?
Que sepamos, lo del combate es pura casualidad...
Algo chirría en su final, que no termina por rematar la historia, aunque en compendio entretiene, y está bien actuada.
La parte más dramática del argumento inicial, como es la relación y minusvalía de su hermano Toni, está tratada con mucho humor, y la hace incluso simpática, o menos dura de ver.
La parte dramática, casi está dedicada al problema de Fonsi con su mujer, y con la bebida...
Pero también hay un momento muy bello, en la relación que muestran Pasca y Toni.
El vínculo que tienen los hermanos, y que ha querido mostrar David Marqués, es de lo mejor que se puede encontrar en Dioses y Perros.
Digo esto con conciencia, y sabiendo que las relaciones entre hermanos, nunca son como se muestran en las pantallas de cine y televisión.
Aquí podemos ver, cómo mientras uno sale de la ducha, el otro entra para cagar, desprendiendo el hedor por toda la casa, y fastidiando al hermano que ha quedado con su novia…
Nunca una relación fraternal, me había parecido tan bien plasmada, y llevada de una manera tan fiel al cine, y lo digo con conocimiento de causa.
Así como ese perdón, cara a cara final… es de lágrima verdadera.
La mejor escena, un atraco frustrado en un descampado vallecano, en El Parque de Las Tetas, que destaca precisamente, por ser la única que elige un ángulo indirecto, que se toma su tiempo, que no resulta previsible; además que no hay escenas de sexo, ni culos, ni tetas, ni falta que hace; aunque resulta algo homoerótica, pues Silva se las trae...
El mensaje de Dioses y Perros, queda bastante claro:
Si somos lo bastante fuertes para encajar los golpes de la vida, tarde o temprano aparecerá una mano que nos ayude a levantarnos, para que pongamos la otra mejilla; y mostrar la amistad entre personas que no saben cuidar a los que quieren, que tuvieron un sueño, y no triunfaron.
Otro de los aspectos positivos, es su banda sonora, impactante y dura a veces, a juego con el tono general; con unos créditos iniciales soberbios, fabulosos, y que te introducen a la perfección.
“Si no es legal, no es seguro”
Decía Marqués, en rueda de prensa, que considera Dioses y Perros, como “una película que habla de varios temas actuales, políticos, y por ello, a fin de cuentas, es una película sobre personajes que viven esa crisis de forma directa, o indirecta, sin ser exactamente una película sobre la crisis”
Y curiosamente, aunque su esencia va relacionada con el boxeo, esto acaba siendo una excusa en forma de metáfora, de lo que les pasa a sus personajes, en una vida actual, en la que no paran de recibir golpes, muchos de ellos, dados por el propio Pasca, aunque el más grande lo lleva él acuestas.
Y es que Dioses y Perros nos habla, indirectamente de la crisis actual.
No hay trabajo, a su amigo se le acaban los medios para evitar el desahucio, y para combatirlo, solo hay sitio de “sparring”, en un antro de mala muerte.
Eso, o las peleas de Dioses y Perros...

“Si tienes dignidad, lo puedes recuperar todo”



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