Kreuzweg

“Jesus wird zum Tode verurteilt”
(Jesús es condenado a muerte)

El fundamentalismo, y el integrismo religioso, son conceptos que tienen en común, la desconfianza en la razón, un gran miedo a desvirtuar la fe recibida, y un rechazo hacia toda forma de pensar, que suponga correr el riesgo de la libertad.
El fanatismo religioso, es uno de los temas que más ha dado que hablar en lo que llevamos del siglo XXI.
Casi siempre se hace desde la óptica que desde Occidente tenemos acerca del Islam, y su variante en forma de terrorismo, una circunstancia en la que muchas veces, se adolece del conocimiento necesario, como para hablar con propiedad, cayendo en una desinformación mediante la cual, alguno llega al extremo de identificar el propio sentimiento religioso, con los actos terroristas.
Una idea totalmente distorsionada de los musulmanes que, en cambio, no mostramos acerca de la religión cristiana, que por desgracia, en otros tiempos, también arrastró a mucha gente hacia prácticas de represión, y ajusticiamiento que en absoluto, estaban contempladas en los primeros escritos.
La inocencia, la pureza, y la bondad, así como otras muchas supuestas “virtudes”, son las máscaras elegidas por el mal, y/o lo que entendemos por “perversión”, para esconderse y seguir existiendo, y así seguir contaminando el mundo que, por otra parte, las ha creado.
Como todo en esta mundanal vida, los hechos, sea cual fuere su naturaleza, son interpretables y, consecuentemente, deformables.
Al gusto del consumidor, claro... y a partir de ahí, entra el consabido libre albedrío.
“Jesus nimmt das Kreuz auf seine Schultern”
(Jesús toma La Cruz sobre sus hombros)
Kreuzweg es un drama del año 2014, dirigido por Dietrich Brüggemann.
Protagonizado por Lea van Acken, Franziska Weisz, Florian Stetter, Ramin Yazdani, Hanns Zischler, Birge Schade, Anna Brüggemann, Moritz Knapp, Sven Taddicken, entre otros.
El guión es de Dietrich y Anna Brüggemann.
Para el director:
“A finales de los años 90, cabía pensar que estábamos ante el final del camino de las religiones, pero no ha sido así.
En Estados Unidos, uno puede escuchar en la radio, gran cantidad de sermones cristianos, a cargo de curas que están predicando.
Católicos, protestantes, o de otra índole, todos abordan detalles distintos sobre teología, pero comparten la manera en que viven con la religión.
El tema de Kreuzweg, es lo que ocurre en una familia, cuando domina la ideología, sin dejar de lado el papel que desempeñan los sacerdotes en la sociedad.
No se trata de una secta, de ningún modo; únicamente siguen los preceptos de su religión, y rechazan ciertos elementos de la modernidad.
Es una familia simpática, y bastante normal, sólo que son muy fervorosos en el tema de la religión.
Estamos en los límites de la normalidad de la iglesia.
Kreuzweg no es en absoluto un ataque, ni queremos ensuciar nada.
En mi opinión, de hecho, los valores cristianos tienen una gran importancia social y espiritual.
Sin embargo, el sistema racional de la fe católica, puede convertirse también en una ideología”
El complejo de culpa, el anómalo deseo de redención, el omnipresente pecado, y sobre todo, el estrambótico concepto de sacrificio, confunden a una menor, hasta empujarla al delirio de la beatitud, y la muerte; en un viacrucis o vía crucis, también conocido como “Estaciones de La Cruz” o “Vía Dolorosa” que viene siendo la traducción del título que en latín nos dice “camino de la cruz”, y que aquí hace referencia a las diferentes etapas, o momentos vividos por Jesús, desde el momento en que fue aprehendido, hasta su crucifixión y sepultura.
La expresión “viacrucis”, se usa también, comúnmente para expresar todo tipo de dificultades que se presentan en la vida, cuando se quieren alcanzar ciertos objetivos.
Y se trata de un acto de piedad, un camino de oración, que busca con la meditación de la pasión y muerte de Jesucristo, en su camino al Calvario.
El camino, se representa con una serie de 14 imágenes de La Pasión, denominadas “estaciones”, correspondientes a incidentes particulares que, según la tradición cristiana, Jesús sufrió por la salvación de la humanidad, basados en los relatos evangélicos, y la tradición.
También, se llama “Viacrucis” al recorrido de cruces que señalan un camino, o una ruta donde se puede realizar este ejercicio piadoso.
Así pues, con esta premisa, Maria (Lea van Acken) se encuentra atrapada entre 2 mundos:
En el colegio, esta chica de 14 años, tiene los típicos intereses de una adolescente; pero cuando está en su casa, debe seguir los dictados de La Sociedad de San Pío X, y su tradicional interpretación del catolicismo.
Todo lo que Maria piensa y hace, debe ser examinado ante Dios.
Y ya que el señor es un Pastor estricto, vive en constante miedo de descuidar su conducta.
Mientras la madre de Maria (Franziska Weisz), quien es totalmente repugnante, fría, odiosa, acaparadora, es la figura preponderante de la familia, se mantiene dura, totalmente opresiva, para obligar a su hija a no desviarse del camino de la corrección.
Y su padre (Klaus Michael Kamp), es a menudo reticente, prácticamente invisible, y se aleja durante los momentos más críticos.
Los conflictos se intensifican, a medida que las discusiones surgen con profesores y doctores.
Desesperada por contentar a todo el mundo, Maria pronto se encuentra en medio del fuego cruzado.
Así, Kreuzweg explora muchas cosas alrededor del tema religioso:
La idea de lo mundano, versus la salvación del alma; la misión de las religiones, la gran mayoría de ellas, de convertir a los infieles, es decir, de ser salvadores y responsables del alma humana; la santidad; el ya mencionado fanatismo por parte de la familia, y la misma obligación en la que se ven envueltos los hijos, que sin derecho a elegir, se ven obligados a seguir desde pequeños, cuestión que evidentemente los marca, y acarrea problemas.
Desde la primera secuencia, en donde se nos presenta una charla por parte de un sacerdote, a un grupo de jóvenes, que próximamente van a recibir La Confirmación, hasta la penúltima secuencia, en donde la fanática madre reflexiona sobre lo sucedido a su hija, vamos viviendo una sucesión de acontecimientos, que relatan el fanatismo, y el daño que hace la religión, a muchas personas, sobre todo jóvenes, que no las entienden por motivos de edad.
Y no hay que engañarse, Kreuzweg, no es una reflexión sobre la religión en sí, sino una muestra de su lado más oscuro, que nos enseña lo perversa que puede llegar a ser, si uno se la toma demasiado en serio.
Es, sobre todo para el espectador no creyente, conocedor de esta delictiva actividad, de una parte de la Iglesia, una penitencia, asistir a largas ceremonias de iniciación, sermones de “los guías espirituales”, y discursos maternales que son pura apología de la infelicidad, la intolerancia, y la negación absoluta; lo que Almodóvar llamaría:
“La Mala Educación”
“Jesus wird seiner Kleider beraubt”
(Jesús es despojado de sus vestiduras)
Kreuzweg se plantea, desde el rigor y la severidad extrema, cuál sería el destino de Jesucristo en nuestra sociedad; y claro, sus conclusiones resultan escalofriantes.
Kreuzweg, es una parábola tan incendiara, para todo aquel que proclame el amor hacia Dios, como necesaria para todos aquellos que observamos la devoción católica con estrépito desde la distancia.
Ver para no creer…
Como dato inicial, la ficticia Sociedad de San Pío X, se basa en La Sociedad de San Pablo, una organización tradicional Iglesia Católica, que con su hermana, como coescritora, Dietrich Brüggemann tenían experiencia de primera mano.
En su sencillez ascética, Kreuzweg se presenta como una auténtica, brillante, y profunda revelación, una invitación a dudar de todo.
El director, mira con melancolía a la pequeña Maria, que representa a Jesús, y con perversión, tanto a su severa madre, como a su catequista, ambos envueltos en el velo de la sumisión, y la religión más cruel.
A estos últimos, lejos de ser, para el realizador, “buenos religiosos”, son los que, en el fondo, llevaron a Jesús a La Cruz, tal y como están haciendo con la pobre Maria.
Las motivaciones de Anna Brüggemann, en cambio, fueron un poco más intimistas, aportando al guión, un aspecto más femenino.
Su preocupación era, el mostrar los efectos nocivos de cualquier fundamentalismo, sea religioso, o basado en ideales, sobre un adolescente.
Si se les trasmite a los jóvenes, el mensaje que desconfíen del mundo que los rodea, incluso de sus sentimientos:
¿Cómo logran silenciar sus instintos?
Maria es una adolescente, con una voluntad de hierro, que en respuesta a un mensaje nocivo, encuentra una solución drástica, para unificar su fe estricta y su deseo de tener una vida diferente.
Desde que Jesús es condenado a muerte, hasta que Jesús es enterrado tras ser crucificado, será el trayecto paralelo que sigue la joven Maria, en 14 fragmentos, 14 planos en secuencia, y de cámara fija, 14 causas, a sus 14 años… que se traducen en un vehículo sólido y contundente, que retrata el proceso de incendiaria beatificación, por la que voluntariamente, o más bien, católicamente corrompida, recorre la joven ¿y virgen? Maria.
Para los actores, el hecho de la cámara fija fue un desafío, porque debían memorizar extensas páginas de diálogos, y no cometer errores, que provocarían que la escena se tuviera que rehacer desde el comienzo.
En cada secuencia, sigue los pasos de Jesús en El Calvario, y se muestran mediante títulos, el paralelismo con la protagonista, y metaforizan las fases por las que Maria va pasando en cada escena, con la vida del mismo Cristo.
Así, cada secuencia se plantea como una pieza independiente; un momento aislado.
I. Jesús es condenado a muerte:
Aquí se nos presenta la situación de La Catequesis.
II. Jesús carga La Cruz:
Se nos presenta la interacción de Maria con la familia, dando lugar a una intensidad, veracidad, y congoja horrendas, casi inhumanas, reflejando un desapego e incomprensión que choca de frente con el espectador.
III. Jesús cae por primera vez:
Aquí vemos el poder desasosegante y atroz del fuera de campo, en las acciones de una protagonista que no abandonará el encuadre.
IV. Jesús encuentra a su madre Maria:
Vemos a una madre fría, manipuladora, y atormentada, probablemente de manera sexual, aunque tengan varios hijos, que fomenta el sentimiento de culpa, y alimenta sin piedad ni consideración, la depresión de su hipersensible hija.
V. Simón, El Cirineo, ayuda a Jesús a llevar La Cruz:
La impotencia de una hija, que podría ser la ilusión y alegría de cualquier madre, para sentirse querida, apreciada, acogida, validada.
Nada ni nadie, puede sustituir esa falta de caridad, en su dolorido corazón.
VI. Verónica limpia el rostro de Jesús:
La confirmación como meta inmediata, pero el sacrificio como único medio de darle sentido a una existencia que siente baladí.
VII. Jesús cae por segunda vez:
Querer ver la presencia y manifestación del demonio en todas las vivencias que se salen del recto camino, aboca a reinterpretar la realidad, y ver una intencionalidad maligna, donde no hay nada más que cotidianeidad, o gusto trivial.
VIII. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén:
Tener que vivir la propia vida, en función de la de los demás, sus creencias, sus imposiciones, sus prescripciones, sus reglas… convierte la existencia en una cárcel de imposible escapatoria.
IX. Jesús cae por tercera vez:
El amor terrenal y mundano, como expresión del mal, distorsiona la vida y la vuelve insalubre, irrespirable, tóxica, y nociva.
X. Jesús es despojado de sus vestiduras:
La desnudez literal de la puesta en escena, sin artificios ni retórica, nos confronta con la crueldad de nuestros semejantes, sus prejuicios, sus escalas de valores, sus censuras, y su abandono.
XI. Jesús es clavado en La Cruz:
Trata del Cielo y del Infierno, de la culpa y la expiación, pero van más allá de las palabras, y se clavan como hierros candentes en la mirada atónita del acongojado espectador.
XII. Jesús muere en La Cruz...
XIII. Jesús es descendido de La Cruz, y puesto en brazos de Maria, su madre:
Estamos ante un estudio escalofriante del integrismo religioso, de su falta de humanidad, misericordia, y compasión.
Pero también, es mucho más que eso, porque su director y guionista, no toma partido, sino que expone, y refleja la generosidad de un ser puro y manipulable, que no busca más que amor, y encuentra rechazo e incomprensión.
En un mundo obsesionado con el beneficio propio:
¿Dónde queda, y cómo queda el desprendimiento altruista?
XIV. Jesús es sepultado:
Son 14 planos/secuencia, que se quedan por siempre en la memoria:
Secos, cortantes, filosos, ingratos, inolvidables…
Pocas veces, se ha llegado tan lejos con tan parcos medios.
No gustará ni a los come-curas profesionales, ni a los beatos meapilas, es decir:
¿A quién va dirigida Kreuzweg?
Difícil saberlo directamente... pero está sencillamente genial, e irrepetible.
Tratemos de develar la meta:
En Kreuzweg, Maria decide sacrificar su vida, para sanar a su hermanito menor, por el cual tiene un gran afecto.
Para su madre, Maria es una mártir, y su muerte tiene un sentido…
En mi mirada de espectador, veo un homicidio de una joven de 14 años, o en todo caso, un suicidio que se podría haber evitado muy fácilmente.
Kreuzweg, desde su primer plano, nos muestra al Padre Weber (Florian Stetter), un párroco miembro de La Hermandad de San Pío X, que alecciona a sus entusiasmados pupilos, sobre la importancia del sacrificio ante El Señor Todopoderoso.
Su aire seductor, es un complemento perfecto para interpretar a un sacerdote, que habla con palabras convincentes a los jóvenes, pero también los deja perturbados, confundidos, y con una gran responsabilidad que pesa sobre sus hombros.
Él prepara a los niños, para convertirse tras su Confirmación, en “Soldados de Dios”, encargados de hacer salir a Satán, del más mínimo dulce, de todo vestido bonito y, sobre todo, de la música, concebida generalmente como producto del demonio...
También, lo vemos responder a su mejor discípula, Maria, una cuestión sobre la posibilidad de sacrificar la propia vida, para salvar a un niño enfermo, que más tarde sabremos, que su hermano más pequeño, aún no ha aprendido a hablar, cosa que ningún médico ha sabido explicar…
Serán lecciones fundamentalistas, que Maria se aplica al pie de la letra, con la esperanza de salvar a su hermano menor de su ¿supuesto? autismo.
El suyo, es un alegato que arremete contra el fanatismo religioso, de forma tan contundente, como demoledora, cuyo objetivo no es otro que dinamitar esa Gracia de Dios, que paradójicamente, se envuelve de ese humor tan fatídico, como particularmente sórdido y tétrico.
Tras un primer episodio arduo, en el que asistimos, cómo la niña, en compañía de sus compañeros de confirmación, todos ellos dispuestos, evocando a la clásica Última Cena, asiste entregada a las palabras del cura.
Así Kreuzweg va a ir introduciendo personajes:
La madre, el padre, la tía Bernadette (Lucie Aron), Christian (Moritz Knapp) un compañero de clase, que siente un sincero afecto por ella; logrando que la problemática que zahiere a Maria, sea analizada en toda su complejidad.
Y la curiosidad de Maria, dada su corta edad, refleja perfectamente el lado opuesto, el querer descubrir por uno mismo, qué se esconde detrás de lo prohibido, qué se puede encontrar, si se arriesga y contradice los cánones de unos ideales que le han sido impuestos.
Gran acierto de casting; cuenta el director:
“Maria hace exactamente lo que la religión reclama de ella; de hecho, es casi más radical, de lo que exige el cura.
Es a lo que empuja el sistema:
Convertirse en una Santa.
Ella sigue el camino de Cristo, y la cuestión final que se plantea al espectador, es ver en qué se le parece, si el sacrificio es vano, o no lo es”
Valiente ella, la joven Lea van Acken, que debuta en la gran pantalla con un papelón en todos los sentidos, tanto por La Virgen María, a la que se debe, como por la maravillosa interpretación que le dedica; que muestra a la perfección, el deterioro físico y psicológico que va sufriendo a lo largo del metraje.
Una circunstancia que cobra más fuerza, si tenemos en cuenta que los planos fijos que pueblan Kreuzweg, seguramente hayan requerido un esfuerzo tremendo por parte de los intérpretes.
Ella es una muestra, de porqué a los niños no se les debe inculcar estas ideas tan extremas y complejas a esa edad tan temprana, ya que se sienten confundidos...
El amor, es una cosa natural, y aquí tenemos una chica que siente algo, no sabe lo que es, y encima, dicen que irá al infierno por ello...
Maria está dividida, porque aún no ha madurado, y el mundo es más complejo que ese blanco y negro que le dan.
Curiosamente, en el colegio, su vida social, es un paladín de la virtud; y es en casa, su vida privada, cuando es más humana…
En la familia de Maria, el personaje dominante, es la madre, curiosamente sin nombre, pues puede ser cualquiera, de una severidad extrema.
Muestra de ello es, en el 2º cuadro, la humillación a la que somete a su pobre hija, al acusarla de coquetería, cuando ésta, sólo había osado quitarse el abrigo, y quedarse en camisón, como “gesto de sacrificio, para entregarse al frío”
Al igual que El Padre Weber, la madre inculca a sus hijos, en especial a la mayor, preceptos que convierte, el más mínimo placer, en fuente de culpa.
Con esta presunción permanente de pecado, la pureza de Maria queda ensuciada:
La que menos piedad tiene, se burla de la hija devota, cuando ésta no aspira más que a convertirse en mártir, y Santa, padeciendo insultos, que crecen en número e intensidad, y en dolores…
Este control absoluto de la madre, que se introduce hasta el alma de la hija es el reflejo desasosegante, hasta la indignación del integrismo religioso, en general.
Como apunta Anna Brüggemann:
“Un sistema que no acepta otra verdad que la propia… niega por sistema la vida”
Maria, que admira tanto la piedad de rostro humano de su joven “au pair”,  de curioso nombre “Christian”, se halla en una situación invivible, producto del fanatismo de su madre.
Su sacrificio, también es una respuesta a la asfixia que siente, una forma de escapar de ella, siguiendo al pie de la letra, al mismo tiempo, la única vía que le han propuesto en su vida, el único modo de conservar el amor del Todopoderoso, y el de su madre, y, a ésta última, de sentirse, aun frente a la tumba de su hija, reconfortada en su estrechez de miras.
El hecho de que no exista en Kreuzweg, algo como la banda sonora, y que la cámara prácticamente no se mueva, la hace más inquietante e incómoda, pues uno siempre está esperando algún tipo de artificio, para camuflar unos sentimientos encontrados.
Aquí no lo hay.
Va directa al grano, no se anda con tonterías.
Y es que Kreuzweg, es el reflejo de una parte de la sociedad, que vive aislada de la realidad actual, de forma consciente, negando toda bondad, a aspectos de la vida cotidiana, que rechazan sin apenas entenderlas, o catarlas.
Dietrich Brüggemann, nos enseña que, sin embargo, ese tipo de fanatismo religioso cristiano católico, digámoslo todo, todavía sigue latente en alguna que otra familia del mundo Occidental.
Kreuzweg es, obviamente, una crítica a la religión, la atañe mucho el sentido de lo que manifiesta, y los problemas que puede traer, pero le tira más a las familias, sobre todo a los padres, que toman dichas doctrinas, para llevar una vida llena de excesos y fanatismos, que es donde las cosas se ponen aún peor, y donde se afecta en este caso a Maria, la protagonista, nombre que por supuesto no es aleatorio.
Unos verán a Kreuzweg, como un filme cargado de odio contra La Iglesia Católica específicamente, financiado por las sectas protestantes alemanas, abiertamente propagandístico por parte de estas.
Para cualquiera que no esté familiarizado con estas producciones, Kreuzweg, con su camuflaje, puede engañar y lograr que los espectadores simpaticen con su mensaje anticatólico, como ya lo han hecho tantos, y tantos filmes, a lo largo de los años…
Pero para los que ya estamos convencidos de la maldad intrínseca de los procedimientos para captar acólitos, y marcar ovejas, que siempre han utilizado los integristas, que por cierto, han vivido días de renacimiento y esplendor, con figuras como Wojtyła y Ratzinger, no nos parece que Kreuzweg fulmine y criminalice debidamente, a esta parte podrida de la sociedad, que incluso, pueden sentirse reforzados viendo Kreuzweg.
Y es que estos torturadores de pequeñas almas, están muy ciegos, y en beneficio de la única verdad absoluta, “la suya”, todo lo justifican.
Creo que queda claro, que Kreuzweg también podría herir alguna que otra sensibilidad, dependiendo del nivel de tolerancia que se tenga, acción que también se explora durante el metraje.
De las escenas, me gustó mucho el pequeño toque ideológico del autor, en la penúltima estación:
La madre, empieza a decirle al funerario, que su hija murió “sin pecado”, que es una “Santa”, que Jesús lo quiso así, y que van a hablar para nombrarla al proceso de beatificación.
Sin embargo, el padre, que según se vio, es menos creyente que la mujer, muy probablemente debido a su mudez para no causar conflicto, o al menos no tan extremista, se levanta, y deja sola a la madre, como diciendo:
“Ahí estás, diciendo tonterías, no puedes decir eso, cuando has perdido a tu hija, no puedes conformarte con que ha sido pura”
El padre, como el espectador, no lo tolera, pues es una visión absurda.
Por lo que la madre lo comprende, ya demasiado tarde, y empieza a llorar.
Ella misma, no se cree sus palabras; que su hija sea nombrada “Santa”, no la consuela, por haberla perdido.
En definitiva, este “calvario” convence en lo que se refiere a la educación fallida de una adolescente, que sufre, y es sacrificada, pero no en la imagen que da de una religión cogida por las ramas, y que es distorsionada con la misma manipulación ideológica con que actúa la propia madre de la joven.
Por eso, lo que quiere ser una crítica al integrismo y fanatismo religioso, se convierte en un ejercicio poético y hermoso, pero malicioso, que trata de imponer una manera de entender la vida, políticamente correcta, y religiosamente vacua, a partir de un caso lamentable, y esquematizado, que hubiera aportado equilibrio, desarrollar la figura del joven Christian, y su religiosidad normal, en donde lo irracional, se impone a lo humano, y a lo divino.
“You Got The Look”
En el siglo XX, la religión pasó a ser algo irrelevante, pero en el siglo XXI, la percepción de vida sin sentido, derivó en el acercamiento a formas fundamentalistas de religión.
Dentro de algunas variantes, como los cristianos evangelistas en EEUU, o el Islam militante, la elección del director, fue hacia el catolicismo fundamentalista, porque era su campo conocido.
Hasta El Concilio Vaticano II, celebrado entre 1962 y 1965, uno de los más grandes en convocatoria, no era posible un fundamentalismo religioso/católico, porque entre El Libro Sagrado y los fieles, se interponía La Cúspide de La Jerarquía Eclesiástica, encargada de interpretar La Palabra de Dios, nunca en contacto directo con los creyentes en ella.
El Papa, era entonces, el filtro de Dios.
Pero en el siglo XIX, el modernismo es percibido por la iglesia, como un enemigo de la religión, por lo que hay que condenarlo y rechazarlo por ser, estructuralmente, ateo y anticlerical.
El Concilio Vaticano II, cierra el integrismo, reconoce autonomía a esferas de la vida social y política, y le asigna un papel al laicado.
Se puede acudir al Texto Sagrado, y preguntar a sacerdotes y laicos.
Lo fundamental, lo central, es El Texto, no El Papa, intermediario, intérprete, y filtro.
Así pues, surgen movimientos, y grupos de católicos, inconcebibles antes del Concilio, y que reivindican autonomía de pensamiento, y de acción.
Incluso hay un acercamiento, por parte de la iglesia, al espíritu del mundo moderno, como cuando se acepta la superioridad del sistema democrático, o la filosofía de Los Derechos Humanos.
No es de extrañar que, en el seno mismo de la iglesia, surja un movimiento opuesto:
Los nostálgicos del integrismo, los reivindicadores de la tradición, que la priorizan sobre El Texto Sagrado, y que se escandalizan de la bajada de pantalones de la iglesia, es por ejemplo, la postura de Marcel Lefebvre, con su Sociedad de San Pío X.
Lefebvre era un Arzobispo francés, renombrado por su oposición al rumbo tomado por La Iglesia Católica después del Concilio Vaticano II.
Ellos están en contra de la libertad de religión, el divorcio, la homosexualidad, los derechos iguales para la mujer, el aborto, y la separación entre Estado e Iglesia.
Se estiman entre unos 150,000, y 600,000 seguidores en la actualidad.
Traen un planteo desafiante hacia La Iglesia Católica, que viene perdiendo seguidores desde hace tiempo…
Uno de los símbolos que esta Sociedad Sacerdotal ha tomado como bandera, es la defensa de la misa tradicional, de rito romano.
Afirman que pretenden mantenerse fieles a la teología basada en el tomismo, y la tradición milenaria de la iglesia frente a los errores modernos, el liberalismo, y otras doctrinas anticatólicas, y a pesar de reconocer la autoridad del Papa, se mantiene reacia en la recepción de la doctrina del Concilio Vaticano II, pues denuncian que El Concilio enseña errores, y que hay puntos que deben ser condenados, porque contradicen abiertamente la tradición, El Magisterio Papal, y de los anteriores Concilios de La Iglesia Católica.
Y me atrevo a decir, que como grupos de poder, son casi todos los movimientos fundamentalistas católicos existentes, los que nutren las multitudes a las manifestaciones cuando El Papa peregrina a un país, para hablar de “la Juventud”, de “la familia”, de “la presencia de la religión en la escuela”…
El movimiento más fuerte del integrismo católico, es El Opus Dei, junto a Los Legionarios de Cristo, del Padre Maciel, de tan horripilante memoria, tras haber salido a la luz su pederastia continuada, y generacional.
En estos 2 movimientos, es en los que se ha apoyado, y sigue apoyándose El Vaticano.
Más allá del análisis, en clave religiosa, sobre la conveniencia de que algunas familias, opten por educar a sus hijos en un ámbito muy alejado de la senda que va tomando la sociedad, amén de la vinculación metafórica que se intenta realizar entre Maria y Jesús, con detalles como el nombre de la protagonista de Kreuzweg, es también una representación, de cómo los padres pueden coartar la vida de sus hijos, aunque en el fondo sólo deseen lo mejor para ellos o, mejor aún, la discriminación que todavía hoy en día, se realiza de forma sexista, incluso en el seno de la propia familia, aunque este hecho vaya bastante ligado a la concepción religiosa, y como muestra un botón:
El poster promocional de Kreuzweg, es una mujer hecha Jesús…
Aterrizando en el presente, El Catolicismo se ha erigido en “religión superior”, tratando la iglesia de poner a los humanos bajo el yugo de su ideología, como si se tratara de la verdad absoluta.
De este modo, el fundamentalismo católico se cuela, reforzándose todavía más bajo La Dictadura Papal, en las aulas…
Se obvia así, que toda religión es una ficción más, entre otras posibles.
Una necesidad que parte del miedo, de la incertidumbre, y de la búsqueda de respuestas.
De ahí tal vez la importancia de reivindicar una asignatura dedicada a la historia de las religiones, y a la educación ciudadana en las aulas de escuelas y colegios.
Y ello pasa por exigir, la retirada de la religión católica, de la enseñanza, pues hasta discrimina y obliga.
Así las cosas, las religiones y sus iglesias, saben que es en la educación de la más tierna edad, en donde el cerebro y el alma es más vulnerable para sembrar sus respectivas semillas, y tenernos cogidos por el ansia de La Gloria Eterna, o Nirvana, o lo que tenga en “stock” cada cual, si lo tienen.
Por otro lado, sería injusto menospreciar, a aquellos que en nombre de sus dioses hacen mucho, y bueno, por los demás, generalmente a niveles muy locales, y sin poder de decisión para que el mundo gire al revés de cómo va.

“Jesus stirbt am Kreuz”
(Jesús muere en La Cruz)



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