House at The End Of The Street

“People don't notice all the secrets around them.
Even though they're right in front of them, just hiding, waiting to be found”

Todos, o por lo menos la mayoría, hemos conocido o escuchado hablar de una casa con una historia perturbadora, conocida por todos los vecinos.
En ella se llevó a cabo algún escabroso homicidio, o una tragedia sin parangón…
Ya, el cine de horror y suspenso, ha tenido sus estirones, sus complejos, aciertos y desventuras:
En los 80s temíamos a los vecinos, a las casas abandonadas a media carretera, y a todo aquel extraño que encontrásemos perdido.
No es nada raro, que este género haya sido tan bien recibido por la gente.
Más en el extranjero, que por cultura remite más a un terror visible, palpable, y cotidiano, como los asesinatos a plena luz del día, que al de una mente maestra, o perturbada, que recorra las calles de las urbes, ya sea el caso, de países que compartan señas con la cultura que se vive.
Tal es el caso que, al mencionar algunas historias, comenzamos a observar un tipo distinto de miedo, un mal proveniente de otros sitios, de otros recovecos de la mente humana.
Estados Unidos tiene por sí misma, su propia cultura al respecto, y hace gala de terminar siendo “musa” directa de muchos de los personajes que deambulan en la pantalla grande, desde que se comenzara a producir este tipo de cintas, y la exploración de lo retorcido en la mentalidad humana.
Es así como nos llega importada, toda esta maraña de pensamientos homicidas de cineastas de todo tipo, y no ya solo desde los 60s, 70s, y 80s, sino a pleno 2012, con una película que nos entierra las fauces, para llevarnos al secretismo personal de uno de estos nuevos integrantes del suspenso de la mente retorcida, en donde se nos muestran pautas asesinas...
Y es que lo que caracteriza al psicópata, no es necesariamente una condición genética, o la falta de alguna sustancia química.
El psicópata, es un ser en osmosis con la sociedad, amoral, inescrupuloso, sin remordimientos, ni culpa.
Hábil en el logro de sus metas; que impresiona o seduce para lograr sus cometidos.
Lo que hace alarmante a esta población en actividad, es que está potenciada por las influencias del entorno.
Actúa como “gente normal”, y se acomoda a las actividades sociales.
Pero cuando su inusual ausencia de moralidad, encuentra eco, siembra las bases de una peligrosa nueva norma.
La causa probable:
Un 45% de los niños, han sido víctimas de violencia en el hogar.
Sus resultados llaman la atención, sobre la actitud frente al castigo físico, y su justificación y legitimación, al interior de la familia.
No hay pues que estirar mucho las conclusiones, para comprender el enrarecido ambiente que estamos construyendo.
Y no está muy lejos, está en la casa de al lado…
“Fear reaches out... for the girl next door”
House at The End Of The Street es una película de terror, dirigida por Mark Tonderai, en el año 2012.
Protagonizada por Jennifer Lawrence, Elisabeth Shue, Max Thieriot, Nolan Gerard Funk, Gil Bellows, Krista Bridges, Allie MacDonald, James Thomas, Jonathan Malen, Jon McLaren, Joy Tanner, entre otros.
El guión es de David Loucka y Jonathan Mostow; siendo el 2º largometraje de Mark Tonderai, que fue filmado en el 2010, y que estuvo en la congeladora hasta el 2012, cuando decidieron estrenarla en cines a nivel mundial.
Sin embargo, el motivo principal se debió al estrellato alcanzado por la actriz Jennifer Lawrence, cuando se convirtió en celebridad instantánea, gracias al éxito de “The Hunger Games” (2012), los productores decidieron arriesgarse a invertir en un lanzamiento en cines, con la esperanza de que los fans de Katniss Everdeen, llenarían las salas en busca de terror “PG-13”
El rodaje tuvo lugar principalmente en Metcalfe, Ontario, Canadá, del 2 de agosto, hasta el 03 de septiembre, de 2010.
Cuando Elissa Cassidy (Jennifer Lawrence), una adolescente, se muda junto a Sarah, (Elisabeth Shue) su madre, a un nuevo pueblo, descubre que su casa está frente a otra, en la que tuvo lugar un doble asesinato.
Las cosas comenzarán a complicarse, cuando la joven se hace amiga de Ryan Jacobson (Max Thieriot), el chico que sobrevivió a la masacre...
Con el paso del tiempo, este suceso se convirtió en una Leyenda Urbana del pueblo, afectando a Ryan, en su relación con el entorno, pues es causa de acoso.
Posteriormente, será Elissa quien descubra la aterradora verdad.
House at The End Of The Street es una película donde las cosas no son lo que parecen; una historia de suspenso, aunque no se sienta mucho de eso, la típica historia de personas que se mudan a un nuevo hogar, que guarda un pasado trágico, y que a medida que transcurre el tiempo, los protagonistas deben lidiar, no con un ente sobrenatural, pero sí con la mente de un asesino de personalidad trastornada hasta los huesos.
“Honey, sometimes people can't be fixed”
La dirección de Mark Tonderai, logra mantener el suspenso, y crea en pantalla, a personajes creíbles, con las más simples acciones entre madre e hija, o entre amigos.
Además de que visualmente no necesita criaturas fantásticas, ni efectos especiales para mantener el suspenso, House at The End Of The Street sólo se necesita la perversa mente humana, en una situación común y corriente.
House at The End Of The Street, está organizada en torno a 2 potentes puntos de giro.
Así que, en 2 ocasiones, la trama revelará, que las cosas no son exactamente como pensábamos, y le dará la vuelta a la situación.
La gran baza, y la gran maldición.
Si bien, su historia de fondo no es la más novedosa y revolucionaria, su modo de contarla, es bastante original.
Apoyándose, como se ha mencionado, en 2 potentes puntos de giro, el primer visionado es una gozada.
Te sorprende y te descoloca a partes iguales, y genera un cierto desasosiego muy saludable.
Eso sí, el clímax aparece un poco pálido, al lado de los giros y requiebros recorridos.
Uno de los problemas que aquejan, y a ratos bastante, a House at The End Of The Street, es que tiene forma de “thriller”, de terror, pero no lo es; o al menos en su mayoría; debido a estos giros de guión mencionados antes, pocas situaciones de terror puro y duro puede permitirse, ya que andamos en el territorio de “esto tiene que parecer una cosa, para luego descubrir que es otra”, así que, realmente, hasta el tramo final, no puede explotar una auténtica sensación de acoso y miedo.
Desde el inicio, House at The End Of The Street se toma su tiempo, va despacio, y descubre poco a poco la historia, no dice más de lo que necesitas saber.
El prólogo es quizás, un poco tramposo…
No se abusa de efectos especiales, o cosas surrealistas.
Hay escenarios con poca luz, que otorgan ese ambiente tétrico, y la casa en sí, es justo para lo que se necesita, con un subterráneo envejecido, misterioso, y lleno de cosas viejas.
La ambientación me gustó, conforme nos aproximamos al final, se comienza a abusar de una serie de “flashbacks”, para conseguir atar todos los cabos.
Y si el prólogo es tramposo, el epílogo es risible, al homenajear de un modo ridículo, una de las películas de terror más famosas del mundo:
“Psycho” (1960) de Sir Alfred Hitchcock, El Maestro del Suspense.
De las actuaciones hay poco que decir:
House at The End Of The Street es el show de Lawrence, la película fue hecha exclusivamente para su lucimiento; y realmente, salvo Max Thieriot, todos los demás actores, solo están ahí de adorno decorativo.
El personaje que interpreta Thieriot, es muy complejo, aportando tanto la vulnerabilidad y la simpatía, como la rareza y la intriga necesarias para el personaje de Ryan:
“Interpretar estados de mente opuestos, no lo considero difícil... lo difícil es entrar a esos estados, para interpretar el papel”, comentó el joven actor, con respecto a los laberintos mentales que manejan este tipo de cintas.
El caso de House at The End Of The Street, no es quien muere, quien sobrevive, quien se escapa…
Es en sí, el desarrollo de la personalidad del personaje eje, Ryan, el que se ve siempre sometido a consideración, y en cuyo caso de algunas cintas, lo sencillo siempre fue retratarlo como un ente sin emociones, que escondía su rostro, y a su vez, con esa misma treta, sus intenciones y motivaciones, o en todo caso, manejar planos, en donde no sabemos exactamente, quién está detrás de los acontecimientos que vemos en pantalla:
Ryan dijo en más de una oportunidad, que su hermana Carrie Anne, era el centro de la familia, y que él la quería mucho, y que eran muy unidos; y que le costó mucho perderla.
Está claro, que él no puede vivir sin “ella”, porque en verdad, la hermana es otra chica, teniéndola ahí atada, cuidándola, y dándole de comer, es como se siente feliz, ya que es un trauma del personaje, por sentir culpa de su muerte, y porque sus padres, así se lo recriminaron, posiblemente, más la madre, como se observa al final.
La pareja formada por Lawrence y Thieriot, nos parece que alcanza un interesante punto de equilibrio, pues sus personajes van de la serenidad de Elissa, y la introversión de Ryan, a formas más complicadas, lo que demuestra la capacidad actoral de cada uno.
En el ingrato papel de madre divorciada, Elisabeth Shue, muestra buen dominio de un personaje inconsistente, y demasiado voluble:
Primero comprensiva, y luego intolerante, según lo requiera el libreto.
Y hay más personajes, pero ninguno rebasa su función de engrane en la trama, por ejemplo:
Los obligatorios “bullies” escolares; Jillian (Allie MacDonald), la anónima “mejor amiga” de Elissa; y Bill Weaver (Gil Bellows), el clásico policía que no espera refuerzos para investigar el sótano misterioso…
Desafortunadamente, lo que termina dándonos House at The End Of The Street, es un asesino circunstancial.
Uno que, debido a sus propias carencias, y remates en el “backstory” del propio personaje, termina por serlo, pero que por otro lado, obedece esa premisa clásica, de seguir sus propios instintos, atados a los traumas, que la etapa de la niñez gestó en su forma de ver el mundo.
Quizás, y sólo quizás, lo que podremos apreciar, al fin y al cabo, es parte de esa psique destruida por el entorno, pero que choca de frente contra el mismo guión, y contra la incredulidad del género mismo.
El público, ya no mira con los mismos ojos, este tipo de cintas.
La versión extendida de House at The End Of The Street, sin embargo, aumenta algunas escenas, en cantidad de violencia, sangre, y “gore”
El corte extendido, también incluyó un giro adicional, en el que Bill Weaver, el policía, era en realidad, un amigo de la familia Jacobson, y era consciente del destino de Carrie Anne, y también sabía sobre el abuso de Ryan, pero no hizo nada para ayudarlo.
En el día del accidente de Carrie Anne, él es quien les suministra a los Jacobson las drogas, pudiendo haber evitado la muerte de la niña, si él no les hubiese vendido las drogas, pues impidieron que John y Mary escucharan los gritos de Ryan.
Posteriormente, Bill fue repudiado como amigo, por John Jacobson.
Algo que me llamó fuertemente la atención sobre Ryan, es que al dejar encerradas y maniatadas a sus víctimas en el sótano, deja la llave en el lugar menos apropiado, teniendo en cuenta su intención de no dejar salir a las chicas…
¿No es demasiado tonto?
Sí, así es... nuestro psicópata en teoría, les está dando la oportunidad “sin saberlo”, de lograr escapar, aunque esa no es la intención del personaje, así que estamos ante un error muy estúpido, las hubiera llevado consigo todo el tiempo, “las llaves”, lo cual hubiera sido más creíble.
No puedo saber, si esto lo hicieron a propósito, para que la historia pueda contarse, y tener el desenlace que tuvo, pero ese detalle debió ser más sutil, demasiado obvio, y predecible para el espectador.
Entre otros cuestionamientos:
Cómo demonios se puede ocultar un psicópata, 4 años secuestrando mujeres en un pueblo pequeño, y guardándolas en el sótano de su casa...
¿Si el policía Bill, los sabe, entonces es su cómplice, por qué lo mata?
Cómo demonios, en un pueblo pequeño, un psicópata que vive solo, compra tampones en el supermercado, y administra dosis abundantes de calmantes inyectados…
¿Eso no se controla, lo venden en cualquier estanco?; para mantener a raya a sus víctimas, todo eso sin levantar sospechas de nadie...
El coche de policía abandonado, que no lo ve la de por sí, desconfiada madre, y se mete como si nada, en la casa del sospechoso...
Cómo un muchacho escuálido y delgado, que de pronto, tiene una fuerza sobrehumana, puede con todo lo que se le ponga delante a lo largo de todos los sucesos... y hasta revive, y sobrevive cual “zombie”, a varios disparos a bocajarro...
Pues claro, que de entrada al nuevo vecindario, donde ocurrió una masacre horripilante, es normal que te metas en casa de tu vecino, al que no conoces de nada, desde el primer día, y enamórate de él locamente sin conocerle...
¡Llegarás lejos!
House at The End Of The Street posee un montón de ideas, o situaciones, o personajes de otras películas, que se nos vienen a la cabeza mientras la vemos, cosa que en lugar de ser un sano homenaje, es un intento de parchear una película con restos de otras.
Estos mismos temas recurrentes, como lo es la ineficiencia policial de los condados, las decisiones descabelladas de los adolescentes, el clima imperante en los institutos de Estados Unidos, las familias desintegradas, las mentes emocionalmente inestables, y una preocupación, y protección materna que vendrían a cerrar con broche de oro, son las que le dan el apelativo de “pasajera”, más por genérica, que por mal ejecutada.
“I want you Elissa... but I need Carrie Anne”
Actualmente, las películas que llegan a la cartelera comercial adolecen, en general, de hacerse de manera “express” lo que da como resultado guiones risibles, actuaciones de muy baja calidad, pero en muchos casos, con un alto nivel de producción, lo que vuelve a la película, en un placer para el ojo, pero una tortura en todo lo demás.
Como resultado, la confianza en poder ver algo bien hecho en la cartelera comercial, va decayendo rápidamente, y no por la falta de contenido filosófico, o impresionantemente trascendental, sino por la falta del más mínimo cuidado en entregar un guión mínimamente trabajado, y que se aleje de dar la impresión que “sólo la hacen para vender boletos”
No obstante, si algo podemos aprender de House at The End Of The Street, es a no dejarnos llevar por las apariencias.

“I sit out back and I write stuff.
Like stories.
You know, it's easy.
I don't know, it's like, it's like at time of the day, because everyone's still asleep, all the best thoughts haven't been taken yet”



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