Los Amantes Pasajeros

“Todo lo que ocurre en esta película es ficción, y no guarda ninguna relación con la realidad”

El avión, es el medio de transporte más seguro, pero que mayor desconfianza genera entre los viajeros.
De hecho, cuando un pasajero se embarca en un avión, su mayor deseo no es que el aparato llegue a su destino sin retrasos, que también, sino que lo haga en perfectas condiciones.
Vulnerabilidad a sentirse en el cielo, rodeado de nubes, miedo a las turbulencias, y a los ruidos, a los fallos mecánicos, o al recuerdo de accidentes mortales, contemplados en la televisión desde el sofá de su casa…
Cientos son las causas que provocan tensiones en los pasajeros, pero la vida en el avión, puede llegar a ser también fascinante.
Hay cantidad de anécdotas de pasajeros, pilotos, azafatas, y sobrecargos, que demuestran que las historias que se suceden a diario en los aviones, lejos de parecer Leyendas Urbanas, pueden llegar a ser surrealistas, sorprendentes, inverosímiles, inauditas, desternillantes, escatológicas, o absurdas:
¿Qué puede ocurrir en un avión, cuando el tren de aterrizaje falla, con la mayoría de pasajeros sedados, y los miembros de la tripulación, y algunos pasajeros de primera clase, se enfrentan a la terrible realidad que acontece, en lo que va a ser el más que frustrado viaje a México?
“¿Una mamada?”
Los Amantes Pasajeros es una comedia española, del año 2013, escrita y dirigida por Pedro Almodóvar.
Protagonizada por Javier Cámara, Carlos Areces, Cecilia Roth, Lola Dueñas, Raúl Arévalo, Antonio de la Torre, Hugo Silva, Guillermo Toledo, Miguel Ángel Silvestre, Blanca Suárez, José Luis Torrijo, José María Yazpik, Paz Vega, Laya Martí, Cote Soler, Pepa Charro, Nasser Saleh, Concha Galán, Susi Sánchez, Carmen Machi, Violeta Pérez, Bárbara Santa Cruz, María Morales, Antonio Banderas, Penélope Cruz, entre otros.
Es una comedia ligera, alocada, sumamente estilizada... que se ofrece como diagnóstico moral de un país sumido en una crisis profunda, que se espeja en el vértigo surrealista de las “sophisticated comedies” de los años 30; siendo la película #19, en la carrera del director manchego, y supone su regreso a la comedia.
Tanto el cartel, como el diseño gráfico, fueron realizados por Javier Mariscal.
El vestuario que lucen los “azafatos” y pilotos, fue diseñado por DaviDelfín; y algunas escenas fueron rodadas en El Aeropuerto de Ciudad Real.
Así pues, en un vuelo a México DF, de un Airbus A340, llamado “Chabela Blanca” de la compañía Península, surge un problema grave, en el que los pasajeros, al verse al borde de la muerte, poco a poco irán sacando sus secretos más íntimos.
Algunos de ellos, son un particular trío de “azafatos” entiéndase no como “sobrecargos”:
Fajas (Carlos Areces), Joserra Berasategui (Javier Cámara), y Ulloa (Raúl Arévalo)
Una vidente llamada Bruna (Lola Dueñas), que aún es virgen, pues asusta a los hombres; el copiloto del avión, Benito Morón (Hugo Silva); El Comandante del avión, Álex Acero (Antonio de la Torre), feliz padre de familia, con un novio alcohólico; El Señor Más (José Luis Torrijo), empresario corrupto, que está huyendo de España; Infante (José María Yazpik), un hombre del que se sabe poco, solo que está leyendo el libro “2666”; Norma Boss (Cecilia Roth), mujer hecha error; Ricardo Galán (Guillermo Toledo), un actor fracasado; y 2 novios que van a Cancún de luna de miel (Miguel Ángel Silvestre y Laya Martí).
Otros personajes son:
Ruth (Blanca Suárez); Alba (Paz Vega); León (Antonio Banderas), operario que comete un fallo, que pondrá en juego la vida de los pasajeros; Jessica (Penélope Cruz), la encargada de transportar las maletas; la portera del edificio donde vive Alba (Carmen Machi), etc.
La indefensión ante el peligro, provocará una catarsis generalizada, que acaba convirtiéndose en el mejor modo de escapar a la idea de la muerte.
Esta catarsis, desarrollada en tono de comedia desaforada y moral, llena el tiempo de confesiones imprevisibles, que les ayudan a olvidar la angustia del momento, y a enfrentarse al mayor de los peligros:
El que cada uno lleva dentro de sí mismo.
“En este viaje va a ocurrir algo muy gordo que nos afectará a todos”
Almodóvar, es un director de cine complicado para la mayoría del público, y la crítica de su país.
Lo es por su manera de escribir, totalmente ajena a las reglas de la narrativa cinematográfica más comercial, por las historias tan poco convencionales que parece interesarle, por el tipo de personajes que las protagonizan, y por el sello inconfundible que envuelve, para bien o para mal, todos sus largometrajes; también resulta complicado para un enorme sector de la población, que no parece soportar su ideología política, su orientación sexual, o su éxito allende los mares, pero eso es harina de otro costal.
Los Amantes Pasajeros, es un obsceno y agitado regreso a las piezas excéntricas del director, de finales de los 80/principios de los 90, que será mejor acogida por multitudes locales, y por los seguidores más incondicionales del veterano.
La farsa sobre auxiliares de vuelo, podría ser algún tipo de alegoría nacional, pero el verdadero interés, radica en volver a la comedia de naturaleza sexual de su juventud.
Tras un despegue complicado, el poder cómico de la pluma toma los mandos, haciendo equilibrio imposible entre el kitsch trasnochado, y la genialidad.
Cámara-Areces-Arévalo son auténticos Chicos Almodóvar, 3 personajes para la historia del cine español.
La premisa, es cierto que resulta bastante curiosa, pero Almodóvar está más interesado en los pequeños dramas personales, de parte de la tripulación y viajeros, los de clase económica no importan un pimiento, detalle normalmente loable, con un Pedro corrosivo, mordaz, escandaloso, y todo hay que decirlo, minimalista, y perfeccionista.
A Los Amantes Pasajeros se le achaca:
Que maneja la homosexualidad como una caricatura, como una mala parodia sexosa, que solo piensa en obscenidades, pues en muchos niveles, los personajes homosexuales son una burla, y hasta los más delicados, los encontraran ofensivos.
Incluso añadiría, que es hiriente para la comunidad gay, la entiendo como homófoba, pues en el espectador induce la impresión, de que todos los gays son una minoría de amanerados, con más pluma que un pavo real, y que todo el tiempo están pensando en felaciones…
Flaco favor hace el realizador manchego, pues los homosexuales aquí, son caricaturas ofensivas en sus comentarios hasta el hartazgo.
Como hiriente es la aparición de la pareja Penélope Cruz y Antonio Banderas, con esa forma tan burlona de reírse del acento andaluz, en la escena de apertura, que es una declaración de intenciones, de que nos vamos a subir a un avión donde la gracia, chispa, y frescura, deben ir en otro vuelo…
Porque Los Amantes Pasajeros vuelan entre chistes sobre falos y felaciones, chascarrillos “gayers” y gags eróticos, que no solo ya no ofenden a nadie, sino que tienen la gracia justa.
Sí hay algunos golpes algo más inspirados, y no me refiero al desfasado número musical a ritmo de “I’m so excited”, que a mí no me dice nada, salvo la risa.
Así las cosas, Los Amantes Pasajeros es una película almodovariana, por tanto, abstenerse quienes no aprecien este estilo, y así se ahorran criticarlo negativamente después; porque tiene mucha mamada, mucho follar, y muchas drogas.
Los ingenios verbales más audaces, están al alcance del humor infantil o preadolescente, entre rijoso y escatológico.
Confundir “llamadas” con “mamadas”, repetir hasta la náusea que la mezcalina que lleva un traficante, tiene sabor anal, porque ahí es donde la oculta su dueño; inventarse un baile al ritmo de una canción discotequera, en el que no sabes hacia dónde mirar…
Almodóvar es Almodóvar, para lo bueno y para lo malo.
Y no vuela bajo, sino a otro ritmo.
Los Amantes Pasajeros, es un continuo homenaje a una década, pero con temas de la actualidad.
Almodóvar se ríe de la España actual, y consigue que España se ría de sí misma:
¿Qué cojones pintan unos pilotos y las azafatas, tomando tequilas, Agua de Valencia, drogas, fumándose porros?
¿Qué pinta un musical rollo “Orgullo Gay” en mitad de la película?
¿Por qué cojones Almodóvar intenta “encauzar” la película, montando una orgía en mitad de un avión averiado?
Todo lo que asquea a muchos, lo que dicen zafio y grosero, para mi gusto está perfecto, con diálogos que cualquiera que haya estado en un bar de ambiente, sabe que son así; está tremendamente bien hecha y escrita.
Es como un confite, no puedes quedarte con el envoltorio; sino en las segundas lecturas:
La diferencia para Almodóvar, entre las clases bajas de la sociedad, hacinadas en la cola de su avión, y las élites, que viajan oportunamente en “business”, radica en que las primeras vuelan narcotizadas por la autoridad, y las segundas se drogan por voluntad propia, para configurar una realidad paralela mucho más llevadera, construida, como de costumbre en su cine, sobre los cimientos del deseo, el sexo, y la mezcalina.
También, podemos entender que Los Amantes Pasajeros es, desde su procacidad y descaro, una bofetada a mano abierta a esta sociedad, que en pleno siglo XXI, y siempre, según palabras de Almodóvar, cada vez se muestra más conservadora y mojigata, hasta el punto de preguntarse el director, si actualmente podría estrenar alguna de las películas que realizó en esa década de los 80, que ahora mira con nostalgia.
Y, cómo no, Almodóvar, tan comprometido él con la cruda realidad, no olvida en medio de esta charanga, sacar a un banquero que huye a México, después de la gran estafa.
A una “dominatrix” perseguida por el gran poder, y por un sicario, porque amenaza con chantajear al Estado, con la lista de sus clientes.
Son apuntes pintorescos y marginales.
Lo que más le interesa, es hablar de pollas hasta la extenuación, de la bisexualidad como regla infalible y generalizada del deseo en hombres y mujeres, del supremo placer que se pierden los hombres, si los de su género no les han comido los genitales con inigualable arte... es cierto.
En realidad, Los Amantes Pasajeros es de principio a fin, una sátira sobre la sociedad, sobre todo la española, pues no nos quedemos sólo con los elementos más evidentes, tales como la prostituta de lujo que se acuesta con “#1”, o el banquero corrupto que pone pies en polvorosa.
Es decir, una representación totalmente absurda y teatralizada, de lo que es España en este momento:
Un sainete que no tiene ni puñetera gracia, un vodevil disparatado, que a fuerza de desvelar todas sus vergüenzas, ha conseguido helar la sonrisa a más de uno.
El letrero/advertencia, cargado de ironía, que aparece antes de los títulos de crédito, no es en absoluto gratuito.
Es una película de ficción, sí y deliberadamente irreal además, desde su estética pop, sus personajes estereotipados, puras caricaturas, de hecho, y sus diferentes situaciones, pero nos está hablando, desde la metáfora y la representación, de la realidad social y política españolas.
Para ello, Almodóvar no sólo engloba dentro de su película, diferentes subgéneros cómicos teatrales, que han formado parte de la comedia satírica y contestataria de España:
El sainete, la astracanada, el vodevil, con sus derivaciones hacia el “burlesque” o, sobre todo, el cabaret, la comedia de figurón… sino que también, toma como base y referencia principal, La Comedia Dionisíaca, el origen de la comedia como género teatral.
Es inevitable distinguir elementos convenientemente actualizados del espíritu de La Comedia Dionisíaca en Los Amantes Pasajeros:
El alcohol que corre desde el principio hasta el final, las drogas que sirven para “distraer” a los pasajeros, la orgía en la que se enfrascan casi todos los personajes, el lenguaje de alto contenido sexual, el falo como símbolo; sí, de ahí que se hable tanto de pollas y mamadas, y no se escatimen planos detalle de erecciones más que sugerentes, el tono de aparente improvisación de la historia, pero sólo aparentemente, pues no hay nada dejado al azar, y por supuesto, el coro:
Joserra, Fajas, y Ulloa.
Los 3 azafatos, representan al coro de La Comedia Antigua, y como tal, son los que vertebran toda la acción, desde el principio.
Son simples apariencias, de cara a la galería, son las vidas de ese conjunto de personajes esperpénticos, que viajan en la clase “business” de la compañía Península:
Adúlteros, alcohólicos, drogadictos, chantajistas, corruptos, estafadores, ladrones, traficantes de droga, asesinos a sueldo…
Y si entendemos que Los Amantes Pasajeros, es una metáfora de España, es evidente que la compañía aérea se llama “Península”, lo de “Ibérica” se sobreentiende, porque ese avión averiado, que huele a muerte, y que da vueltas y vueltas, sin saber dónde y cómo aterrizará, representa la España actual; ahí está el quid de la cuestión, precisamente:
“¡Bienvenidos a España!”, parece decirnos Almodóvar, cuando su cámara se introduce por uno de los motores del avión para, después de una breve introducción, y tal y como se hacía antiguamente, dar paso al coro, y a sus personajes principales.
Un conjunto de personajes privilegiados, que han hecho de la mentira, del engaño, de la estafa, y de la simulación, su estilo de vida, tanto desde el punto de vista personal como profesional, se ven obligados, en medio de un ambiente cabaretero y desenfadado, lleno de alcohol, sexo, drogas, y música dance, a falta de rock & roll, a revelar todos sus secretos y miserias ante los demás, por culpa de la situación de crisis que se desata en pleno vuelo.
Mientras tanto, la clase turista, el pueblo llano, viaja narcotizada, inconsciente, sin enterarse de nada de lo que ocurre, y sin posibilidad alguna de protestar.
Creo que la metáfora es clara y contundente.
Estupendo reparto, todos ellos demuestran su talento, al mismo tiempo que se pliegan a las peculiaridades del cine de Almodóvar.
Desde el simpático, y eso sí, prescindible prólogo, con una aparición especial de Antonio Banderas y Penélope Cruz, hasta cualquier personaje aleatorio que salga sólo al final, todo el elenco están intachable en su cometido.
Los personajes, tienen una química especial como grupo, y a pesar de que son muy diferentes, con historias de vida tan distintas, las relaciones entre ellos, se dan de una forma muy natural.
El sentimiento de grupo, tan difícil cuando se trata de actores de tan diferentes estilos, se logró, sin dudas, gracias a la labor de dirección.
Lo mejor:
El trío de azafatos:
Carlos Areces, Raúl Arévalo, y Javier Cámara.
Cámara está enorme en un papel que le viene como anillo al dedo.
Arévalo, muestra una naturalidad, y un saber hacer que da la impresión de que el personaje, incluso se le queda pequeño.
Y qué decir de Carlos Areces, el gran descubrimiento, y que le confirma como uno de los grandes actores cómicos de España, sin que ni siquiera sea realmente un actor profesional, a todos los efectos.
El resto del elenco, cumple su cometido con convicción, especialmente:
Lola Dueñas, que está tan fantástica como siempre.
También llaman la atención, Miguel Ángel Silvestre y Hugo Silva, por llevar a cabo unos papeles en los que no estamos acostumbrados a verlos.
Lo peor, podemos achacarlo a la historia dramática de Willy Toledo.
Por otro lado, más lecturas nos dicen que no se ve ni despegar el avión, ni aterrizar; eso incrementa esa sensación de irrealidad.
Y es que vemos cómo se desliza España hacia el abismo, y nos parece igual de irreal.
Soberbia la escena del “aterrizaje”, pues sólo se oye, mientras aparecen las imágenes del aeropuerto de Ciudad Real.
Vacío, porque nunca se usó.
Da miedo; Almodóvar ha dicho, que es un hipócrita por haberlo usado, engañando a los dueños del aeropuerto, porque Los Amantes Pasajeros es demoledora en relación con los gestores del aeropuerto fantasma.
El avión, es España:
Los comandantes/azafatos, el gobierno que oculta al pueblo la mala situación del país, e incluso, los entretienen para que no piensen, supongo que no juegan al fútbol, por falta de espacio.
Luego, también hay diferencias entre los pasajeros, que representan al pueblo:
Los que viajan en primera clase, son los ricos, la burguesía, con los que el gobierno acaba estableciendo amistades, y vínculos; y luego la clase turista, es el pueblo llano, a los que drogan, como literalmente hacen con el relajante muscular.
Aunque sin duda, la crítica más clara, y la que más ha gustado, ha sido la del Rey, y sus relaciones extramatrimoniales.
Los guiños a la realidad social y política españolas del 2000, son casi constantes:
Desde el operario del aeropuerto, que tras ser arrollado por una compañera, tiene más interés en contar en las redes sociales lo que le ha pasado:
“¡¡Me estoy desangrando vivo!!” escribe mientras unas gotas de sangre caen sobre la pantalla del teléfono móvil; que en acudir a la enfermería a curarse, pasando por el sobrecargo, que decide contar la vida privada de unos y otros para, tal y como le habían pedido unos minutos antes, distraer a los pasajeros que irrumpen en la cabina del avión, exigiendo explicaciones:
“¿Y para despistarles tienes que hablarles de mi vida privada?”
“Fue lo primero que se me vino a la cabeza, y funcionó”
Hasta los 2 pilotos que dirigen la nave, en apariencia, diferentes:
“No, señorita, yo soy hetero”, le dice Benito a Bruna cuando, tras desvelarse la bisexualidad de su compañero, ella pregunta por su orientación sexual; pero que en realidad, son exactamente iguales, como se desprende del último diálogo que mantienen en la cabina, antes del aterrizaje de emergencia, ese, en el que Alex le echa en cara que, aunque vaya por la vida negando lo que es, en realidad, ambos son del mismo pelaje, tanto que, cuando nadie los ve, incluso se lo montan juntos…
El clasismo, los excesos de las élites, las mentiras constantes de la clase política, las distracciones a las que nos someten los medios de comunicación, para que no nos preocupemos de lo realmente importante, o para que, como le dice Fajas al Señor Más:
“No pensemos”
El desprecio de los de arriba, ante el sufrimiento provocado por el desastre económico y social:
“Alba ha estado a punto de tirarse por el viaducto, y tú bebes para celebrarlo”
“Ya la ha visto, la madre, está más preocupada por lo que le ocurra a la casa Dior, que lo que le ocurra a la hija”
La indiferencia ante las protestas sociales:
“Norma quiere protestar oficialmente”
“Que lo haga por escrito”
“Ya se lo he dicho yo, pero dice que quiere un impreso oficial, que si lo escribe en un folio normal, después nos limpiamos el culo con él”
“Y tiene toda la razón”
Incluso la represión violenta, a todos aquellos que se niegan a dar su brazo a torcer, ante esta estafa generalizada, mal llamada “crisis”:
El sicario mexicano, abofeteando a Norma, cuando ésta se niega a creer la versión oficial del accidente que ha provocado la avería en el tren de aterrizaje:
“Esto es un atentado.
Vienen por mí”
El control absoluto de los poderes económicos, en las cuestiones de Estado:
“Tengo título de piloto, y creo que podría echarles una mano”, dice el banquero, colándose en la cabina del avión, cuando todo el mundo se ha marchado.
El desapego y desconfianza de las nuevas generaciones, ante las mentiras de las élites políticas y financieras, que tanto sufrimiento han provocado:
“Para una vez que le digo la verdad no me cree”
“Le ha mentido usted mucho, ¿verdad?”
“Mucho”
“La conocí”
“¿A Alba?”
“La vi entrando en la ambulancia, y me dio terror pensar que yo podía acabar como ella”
“Tú no vas a acabar como ella”
“Pero debo tener cuidado”, contrarrestada con esa otra juventud hedonista, que parece vivir sólo el día a día, ajena a los problemas de la vida, como la pareja de recién casados, carne de programas de la telebasura, como:
“Hombres, mujeres y viceversa” o “Gran Hermano”, que viaja dormida, borracha, y drogada, la mayor parte del tiempo, y sólo se despierta para poder seguir con la fiesta perpetúa, que da sentido a sus vidas, la bacanal económica, construida sobre el abuso de las clases populares, de la que sólo unos pocos privilegiados se han beneficiado, la orgía sexual en la clase “business”, que culmina con la violación de un pasajero drogado de la clase turista, etc.
“En este viaje va a ocurrir algo muy gordo que nos afectará a todos”, dice Bruna al principio, pronosticando lo que va suceder en las horas siguientes.
Si lo reflejamos en la realidad de España, es evidente que ese “algo”, es la crisis económica e institucional, que ha dejado el panorama social y político, hecho unos auténticos zorros y que, en mayor o menor medida, ha mordido a casi todos, hasta hacerlos sangrar:
“También he visto sangre humana”
“¿Sangre?”
“¿Va a morir alguien?”
“No, yo no he dicho eso… pero habrá sangre”
La realidad social y política española, es de todo, menos graciosa:
“¿A ustedes qué les hace pensar que algo de esto es gracioso?”
Almodóvar, hace cine de autor.
Y uno de los temas que aborda en, me atrevería a decir todas sus películas, es la homosexualidad.
¡No se alarmen tanto!
Ver un poco del cine de este enigmático director, sabrán que es algo totalmente normal, algo que ya sabes antes de ver el filme donde se plasma este tema, además de la transexualidad y las drogas, otros de sus temas preferidos.
Y es que Almodóvar siempre ha sido diferente y, obviamente, su visión de la realidad vigente, no iban a ser barcos que se hunden, o enormes sociedades sin escrúpulos; su enfoque iba a ser su enfoque:
Una clase turista drogada, para que no vea lo que está ocurriendo; y una primera clase, donde actores de culebrón, videntes, banqueros usureros, asesinos a sueldo, “madames” y jóvenes guapos, se despliegan a sus anchas, y sin esconder su afán.
Todo eso, aderezado con la pluma de altos vuelos, que nos proponen los azafatos y pilotos de un avión, con destino a dar vueltas y vueltas, en busca de un lugar vacío.
Por tanto, abstenerse banqueros, políticos y homófobos; amén de todo aquel que siga esperando una película de arte y ensayo.
¡Que empiece la lapidación!

“I’m so excited”



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