Padre Pío

“Sono solo un umile frate che prega...”
(Solo soy un humilde fraile que ora...)

Siempre viene bien algo de historia, si el más allá no interesa demasiado...
El Padre Pío, es uno de los más grandes místicos de nuestro tiempo, nos enseñó el amor radical al Corazón de Jesús, y a su iglesia.
Su vida era oración, sacrificio, pobreza.
Fue heroico en su apostolado sacerdotal, que duró 58 años.
Grandes multitudes, de todas las nacionalidades, pasaron por su confesionario.
Las conversiones fueron innumerables.
Diariamente, recibía centenares de cartas de fieles, que pedían su consejo iluminado, y su dirección espiritual, la cual, siempre ha significado un retorno a la serenidad, a la paz espiritual, y al coloquio con Dios.
Famoso confesor; El Padre Pío pasaba hasta 16 horas diarias en el confesionario; algunos debían esperar 2 semanas, para lograr confesarse con él, porque El Señor les hacía ver, por medio de este sencillo sacerdote, la verdad del Evangelio.
Su vida, se centraba en torno a La Eucaristía.
Sus misas conmovían a los fieles, por su profunda devoción; siendo amante de La Santísima Virgen.
No obstante, su vida estuvo plagada por todo tipo de enfermedades:
Sufrió de gastroenteritis, fiebre tifoidea, tuberculosis, bronquitis, hernias, tumores, rinitis, otitis, y pleuritis exudativa, entre otros males.
Sus enfermedades, comenzaron a la vez que sus visiones, y aunque pasó una parte considerable de su vida enfermo, su vida espiritual fue tan prolífica, como sus enfermedades.
Uno de sus dolores más intensos, fue el de los estigmas, no solo por el dolor físico, sino por la vergüenza que le producía, tener un signo físico de Santidad.
Pío de Pietrelcina, de La Orden de Los Hermanos Menores Capuchinos, “Ordo Fratum Minorum Cappuccinorum”, abreviado O.F.M. Cap., más conocidos como “Los Capuchinos”, fue el nombre que se llamó a Francesco Forgione, un religioso y Santo italiano.
Francesco nace en Pietrelcina, en el año de 1887.
Sus padres fueron Grazio Orazio Mario Forgione y María Giussepa di Nunzio.
Su familia era de clase humilde, trabajadora, y muy devota.
Desde niño, mostró mucha piedad, e incluso actitudes de penitencia.
Su infancia se caracterizó, por una salud frágil y enfermiza.
Es desde esta edad, donde manifestó un gran deseo por el sacerdocio, nacido por el encuentro que tiene con un monje capuchino del convento de Morcone, a 30 km de Pietrelcina, llamado Fray Camillo, quien pasaba por su casa pidiendo limosna.
Su padre, tuvo que emigrar a América, para poder pagar sus estudios; en 1898 a Estados Unidos, y en 1910 a Argentina.
Desde su niñez, Francesco sufre los llamados “encuentros demoníacos”, que lo acompañaran a lo largo de su vida.
Amigos y vecinos, testificaron que en más de una ocasión, le vieron pelear con su propia sombra…
Una de las habilidades espirituales de Francesco, era ver y hablar con los ángeles guardianes de las otras personas.
Hay una gran cantidad de testimonios de estas ocurrencias.
Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco, lo que fue el más grande de sus  sueños:
Consagrar totalmente la vida a Dios; y el 6 de enero de 1903, a los  16 años, entró como clérigo, en La Orden de Los Capuchinos; siendo ordenado sacerdote en La Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910.
Tuvo así inicio su vida sacerdotal, que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento.
Estuvo en varios conventos, por motivo de salud, y luego, a partir del 4 de septiembre de 1916, llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.
Durante La Primera Guerra Mundial, sirvió en el cuerpo médico italiano, entre 1917 y 1918.
En este largo período, El Padre Pío iniciaba  sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor, aprovechando la soledad, y silencio de la noche.
Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para La Santa Misa, y de allí, siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en El Sacramento Santo de La Confesión, pues confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.
Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío, fue lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, El Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas; llamados “pasionarios”, por ser semejantes a los de Jesucristo en su Pasión:
Heridas en manos, pies, costado, y hombro, dolorosas, aunque invisibles entre 1911 y 1918, y visibles desde este último año, hasta su muerte.
Su sangre, tenía al parecer, perfume de flores, aroma asociado a La Santidad.
La noticia de que El Padre Pío tenía los estigmas, se extendió rápidamente.
Los estigmas o las heridas, fueron visibles, y quedaron abiertas, frescas, y sangrantes, por medio siglo.
Este fenómeno extraordinario, volvió a llamar, sobre El Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas, pero sobre todo, de la gente común que, en el curso de muchas décadas, fueron a San Giovanni Rotondo, para encontrar al Santo Fraile, besarle las manos, confesarse con él, y asistir a sus misas.
Se trató pues, del primer sacerdote estigmatizado.
Ante la fama del padre, La Santa Sede envió a investigar a una celebridad en materia de psicología, El Padre Agostino Gemelli, franciscano, doctor en medicina, fundador de la Universidad Católica de Milán, y amigo del Papa Pío XI.
El postulado fundamental de Gemelli, se concreta en la convicción de que la llamada “energía psíquica”, no es una función del tejido nervioso, sino que tiene una autonomía de valor original, cuyo carácter consiste en cualificar significativamente el dato físico.
Cuando El Padre Gemelli se fue de San Giovanni, publicó un artículo en que afirmaba, que los estigmas eran de origen neurótico…
El Santo Oficio, se valió de la opinión de este psicólogo, e hizo público un decreto, el cual declaraba que “no se constata la sobrenaturalidad de los hechos”
El médico y psicólogo, Padre Agostino Gemelli, concluyó, que El Padre Pío era “un ignorante y psicópata automutilador, que se aprovecha de la credulidad de las personas”
Por temor a disturbios locales, un plan para transferir al Padre Pío a otro convento, fue abandonado, y un segundo plan, fue cancelado, cuando un motín estuvo a punto de suceder.
En los años siguientes, hubo otros 3 decretos, y el último fue condenatorio, prohibiendo las visitas al Padre Pío, o mantener alguna relación con él, incluso epistolar.
Como consecuencia, El Padre Pío pasó 10 años, de 1923 a 1933, aislado completamente del mundo exterior.
Pero en 1933, la marea empezó a cambiar, cuando El Papa Pío XI, ordenó a La Santa Sede, que revirtiera la prohibición de la celebración de misa del Padre Pío.
El Papa declaró:
“No he estado mal dispuesto hacia El Padre Pío, sino que me habían informado mal”
En 1934, se le permitió volver a escuchar confesiones; también se le dio permiso honorario para predicar, a pesar de no haber tomado el examen para la licencia de predicación.
El Papa Pío XII, quien asumió El Papado en 1939, animó a los devotos, a visitar al Padre Pío.
A raíz de La Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945, El Padre fundó “Los Grupos de Oración del Padre Pío”; que se multiplicaron por toda Italia, y el mundo.
A la muerte del Padre, los grupos eran 726, y contaban con 68,000 miembros, y en marzo de 1976, pasaban de 1,400 grupos, con más de 150,000 miembros.
El 20 de septiembre de 1968, El Padre Pío cumplió 50 años de sufrir los estigmas, celebrando una misa multitudinaria.
Sus fieles, ubicaron alrededor del altar, 50 grandes macetas con rosas rojas, por sus 50 años de sangre; pero 3 días después, el 23 de septiembre de 1968, El Padre Pío falleció, a los 81 años de edad.
Su funeral fue tan multitudinario, que se tuvo que esperar 4 días, para que la multitud de personas, pasara a despedirse.
Se calcula que hubo más de 100,000 participantes en el entierro.
Tiempo antes de morir, al no disponer de privacidad, bajo control médico, los estigmas que había padecido los últimos 50 años, cicatrizaron.
Cuando le quitaron los guantes, prácticamente no quedaban marcas de ellos.
En noviembre de 1969, comenzaron los preliminares de la causa de beatificación del Padre Pío.
El 18 de diciembre de 1997, en presencia del Papa Juan Pablo II, fue promulgado El Decreto, sobre la heroicidad de las virtudes.
Para La Beatificación del Padre Pío, La Postulación presentó al Dicasterio, organismo competente, la curación de La Señora Consiglia De Martino, de Salerno, Italia.
Sobre este caso, se celebró el preceptivo Proceso Canónico ante El Tribunal Eclesiástico de La Archidiócesis de Salerno-Campagna-Acerno, de julio de 1996, a junio de 1997.
El 30 de abril de 1998, tuvo lugar, en La Congregación para Las Causas de Los Santos, el examen de La Consulta Médica y, el 22 de junio del mismo año, El Congreso Peculiar de Consultores Teólogos.
El 20 de octubre siguiente, en El Vaticano, se reunió La Congregación Ordinaria de Cardenales y Obispos, Miembros del Dicasterio.
El 18 de diciembre de 1997, El Papa Juan Pablo II, lo pronunció Venerable; y el 21 de diciembre de 1998, se promulgó, en presencia de Juan Pablo II, El Decreto sobre el milagro.
El 2 de mayo de 1999, a lo largo de una solemne Concelebración Eucarística en La Plaza de San Pedro, Su Santidad, Juan Pablo II, con su autoridad apostólica, declaró Beato, al Venerable Siervo de Dios, Pío de Pietrelcina, estableciendo el 23 de septiembre, como fecha de su fiesta litúrgica.
Para La Canonización del Beato, Pío de Pietrelcina, La Postulación ha presentado al Dicasterio competente, la curación del pequeño, Mateo Pio Colella, de San Giovanni Rotondo.
Sobre el caso, se ha celebrado el regular Proceso Canónico ante El Tribunal Eclesiástico de La Archidiócesis de Manfredonia Vieste, del 11 de junio, al 17 de octubre del 2000.
El 23 de octubre siguiente, la documentación se entregó en La Congregación de Las Causas de Los Santos.
El 22 de noviembre del 2001, tuvo lugar, en La Congregación de Las Causas de Los Santos, el examen médico.
El 11 de diciembre, se celebró El Congreso Particular de Los Consultores Teólogos; y el 18 del mismo mes, La Sesión Ordinaria de Cardenales y Obispos.
El 20 de diciembre, en presencia de Juan Pablo II, se ha promulgado El Decreto sobre el milagro, y el 26 de febrero del 2002, se promulgó El Decreto sobre la canonización; por último, y el 16 de junio de 2002, El Papa lo canonizó, bajo el nombre de:
San Pío de Pietrelcina.
Y es que El Padre Pío de Pietrelcina, al igual que El Apóstol Pablo, puso en la cumbre de su vida, y de su apostolado, La Cruz de su Señor, como su fuerza, su sabiduría, y su gloria.
Inflamado de amor hacia Jesucristo, se conformó a Él, por medio de la inmolación de sí mismo, por la salvación del mundo.
En el seguimiento, y la imitación de Cristo Crucificado, fue tan generoso y perfecto, que hubiera podido decir:
“Con Cristo estoy crucificado, y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí”; Gal 2,19.
El Padre Pío, derramó sin parar, los tesoros de la gracia que Dios le había concedido con especial generosidad, a través de su ministerio, sirviendo a los hombres y mujeres que se acercaban a él, cada vez más numerosos, y engendrado una inmensa multitud de hijos espirituales.
En el cine, al margen de numerosos documentales, se han hecho 4 versiones sobre la vida del Padre de Pietrelcina. La RAI ha sido el alma mater de las películas de ficción sobre El Padre Pío; de los cuales, 3 se han emitido en la televisión pública italiana; 2 de ellos, son films de una hora y media de duración.
La otra, es una miniserie; la más popular “Padre Pío”, que se estrenó en el Canal 5 de Italia.
Las películas del Padre Pío, emitidas por La RAI, se realizaron entre 1995, y el año 2000; coincidiendo con el período de su beatificación, que fue el 2 de mayo de 1999.
Y es que El Padre Pío lo dijo en vida, y realmente se ha cumplido:
“Haré más ruido muerto, que vivo”
La televisión, se ha interesado por su figura, dedicada a la fe, y a los demás.
Pero todavía hay más proyectos sobre el fraile de San Giovanni Rotondo; y es seguro que a nadie dejara indiferente.
“Pregate, avere fede, e non ti preoccupare.
La preoccupazione è inutile.
Dio è misericordioso e ascolterà la tua preghiera...
La preghiera è la migliore arma che abbiamo; è la chiave per il cuore di Dio.
Dovete parlare con Gesù, non solo con le labbra, ma con il cuore.
In realtà, a volte hai bisogno di parlare solo con il cuore...”
(Reza, ten fe, y no te preocupes.
La preocupación es inútil.
Dios es misericordioso, y escuchará tu oración...
La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios.
Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios, sino con tu corazón.
En realidad, en algunas ocasiones, debes hablarle solo con el corazón...)
El Padre Pío es un drama italiano, realizado para televisión, en el año 2000, dirigido por Carlo Carlei.
Protagonizado por Sergio Castellitto, Jürgen Prochnow, Pietro Biondi, Gianni Bonagura, Andrea Buscemi, Raffaele Castria, Roberto Chevalier, Tosca D´Aquino, Mario Erpichini, entre otros.
El guión es de Carlo Carlei, Massimo De Rita, y Mario Falcone, basados en el libro “Padre Pio - Un Santo Tra Noi” de Renzo Augusto Allegri, publicado en el años de 1998; y sobre la vida del Padre Pío.
Carlei, se basó en el “best seller” del periodista y escritor, para reflejar con una mirada profunda, el por qué un humilde fraile, captó la atención de fieles, no creyentes, y causó más de un dolor de cabeza al Vaticano.
Su director, no añade nada nuevo, que no pueda hallarse en la biografía del Padre Pío, por lo que hasta cierto punto, ya el guión estaba escrito, antes que se pusieran manos a la obra para rodarla…
Más de 200 minutos, distribuidos en 2 episodios, nos acercan con muchos detalles, y sutileza, al particular universo del Padre Pío.
Como miniserie, El Padre Pío nos muestra su dedicación a los más pobres, su lucha por conseguir en un lugar perdido, un hospital; la aparición de los estigmas, los “ataques” que sufre por parte del diablo, las dudas que genera en la iglesia, que lo aparta durante 10 años del mundo exterior...
También, trata la, en ocasiones, áspera relación del capuchino con El Vaticano; y cómo la jerarquía de la iglesia, duda de los dones que se le atribuyen, y plantea diversas investigaciones…
Esta emotiva película, recoge los hechos más relevantes de su vida, de modo convincente, y respetuoso.
Desde niño, Francesco Forgione (Loris Pazienza), ha tenido visiones de La Virgen María, de Jesús, y también del Diablo (Severino Saltarelli)
De adulto (Elio Germano), se ordena sacerdote, e ingresa en La Orden de Los Capuchinos, con el nombre de Pío Pietrelcina (Sergio Castellitto)
Pronto, se pone de manifiesto que El Padre Pío posee unos poderes, para los que no hay explicación científica alguna:
Sana enfermos, conoce el nombre, y los problemas de desconocidos, a quienes predice el futuro...
Cuando, en 1918, le aparecen estigmas en manos y pies, sus devotos seguidores, se multiplican.
Por lo que El Vaticano lo acusa de embaucador, y le prohíbe ejercer como sacerdote.
Pero en 2002, fue Santificado por Juan Pablo II, a quien muchos años antes, le predijo que llegaría a ser Papa.
Padre Pío, se articula en torno a la visita que un Obispo, El Padre Agustín Gemelli (Jürgen Prochnow), hace al Padre Pío, ya anciano y enfermo; su encuentro se convierte en un verdadero “tour de forcé”, pues el visitante, toma al monje capuchino por un farsante, y pone mil pegas a su trayectoria, lo que sirve de excusa argumental, para desplegar ante el espectador, lo que ha sido su vida.
Fiel reflejo de la vida y obra de un personaje controvertido, a caballo entre los divino y lo humano; Padre Pío entretiene, ilustra, sorprende, conmueve, y hasta emociona en algunos tramos de la vida de Francesco Forgione/Padre Pío; siendo una de las mejores películas italianas que se han hecho alrededor de su figura, y es una lástima que apenas ha llegado a ser popular.
“Dulce è la mano della Chiesa anche quando colpisce, perché è la mano di una madre”
(Dulce es la mano de la Iglesia también cuando golpea, porque es la mano de una madre)
El Padre Pío es un cuidado “biopic” de uno de los santos más influyentes de nuestro tiempo; realizada para TV, no para cine, y eso siempre se nota; aunque no está mal, algunas cosas podrían estar mejor hechas, por ejemplo, no se muestra demasiado bien La Liturgia durante las misas, y eso que la obra es italiana…
Pero eso sí, es respetuosa con El Padre Pio, y con la religión, y no he encontrado nada en contra de la fe, o el magisterio de la iglesia, todo lo contrario, haciendo lecturas, hasta se le ataca.
La historia comienza ya en la vejez del Padre, y recorre su vida mediante largos “flashbacks”
Cuando en la segunda década del siglo XX, El Padre Pío empezó a dar la nota, y a ser famoso en gran parte de Italia, debido a sus estigmas sangrientos en las manos, El Vaticano intervino; pues como es bien conocido, en ese centro de poder, no gusta que ningún cura o fraile bajo sus órdenes, se salte el escalafón, y aparezca como más importante que toda La Curia Romana, Los Cardenales, o El Papa.
Entonces, enviaron a investigar a un perito, experto en psicología experimental, El Padre Agustín Gemelli, franciscano también, doctor en medicina, fundador de La Universidad Católica de Milán, y gran amigo del Papa Pío XI.
Pues bien, este científico y clérigo católico, después de investigar en diversas ocasiones al Padre Pío, informó al Vaticano, que los estigmas eran de origen neurótico, e incluso publicó su dictamen.
El Santo Oficio, por su parte, se valió de la opinión cualificada del notable médico y psicólogo, para meter en cintura al Padre Pío, y frenarlo en sus “parafernalias”:
Lo condenaron al aislamiento, y a no tener contacto con el público, durante 10 años; pero El Vaticano no pudo con sus seguidores, los cuales se fanatizaron aún más, promoviendo grupos de oración por “el pío capuchino”, y empezando a venerarlo como un santo milagrero vivo.
Ya muchos años antes de su muerte, extendieron por doquier, que El Padre Pío tenía el poder de la bilocación, es decir, estar en 2 lugares al mismo tiempo; de la profecía, que es adivinar sucesos que ocurren más tarde; así como curaciones, milagros, etc.
Gente de todo el mundo, acudía a él, en busca de ayuda y consejo, pero tuvo que afrontar muchas incomprensiones y desprecios, además de enfrentarse a su peor enemigo, el demonio.
En fin, Padre Pio es una obra digna de verse, para constatar la idiosincrasia clerical, iluminada o enajenada, de algunas personas religiosas, y también la de los crédulos que las mitifican, agrandan, y exageran su fama, hasta más allá de lo natural.
Padre Pio nos muestra con bastante imparcialidad, el carácter visionario y clerical de este hombre de pueblo, metido a franciscano-capuchino.
El tipo era de armas tomar, le encantaba pasarse 8 o más horas seguidas en el confesionario, dizque perdonando los pecados de la gente, o más bien enterándose de todas las intimidades de unos y otros, sin duda era un pasatiempo estupendo, en un tiempo en que ni la televisión ni el Internet, estaban aún ni en la calle, ni dentro de la iglesia, digámoslo todo.
Además, “el pío franciscano”, también era megalómano, le encantaba ser el centro de la parafernalia religiosa, y tener a cientos de personas a su alrededor, venerándolo o prestándole su tiempo, vista, y halagos:
Se cuenta que cuando decía misa, la hacía durar hasta 3 horas, y encima, se mosqueaba si el público aburrido, cansado, y deseoso de que aquel ritual acabase de una vez, no estaba completamente atento, y en silencio durante la consagración de la hostia.
Sin duda, este religioso estaba convencido-enajenado, de que en el orden jerárquico, tenía primacía, la profesión clerical sobre la seglar, así, si un seglar lo contrariaba, y se ponía muy a la mano, le daba un bofetón en plena cara.
O sea, todo un clásico ejemplo de clérigo, que se corre de gusto, cuando le llaman “Padre”, y que no comulga con la recomendación evangélica de Mateo 23,1-12.
Mención expresa, merece el protagonista, Sergio Castellitto, quien interpreta de forma soberbia, de modo que se haga creíble, un papel tan espinoso, como el de un religioso que se encamina a ser Santo, ya en vida.
Fantástica caracterización e interpretación; más como anciano, con un gran parecido.
El actor, sabe recoger la veta espiritual del santo, con su prodigiosa humanidad, que le hace tener un corazón grande, y un divertido sentido del humor.
Como antagonista, Jürgen Prochnow, también maneja muy bien su papel, al retratar el sacerdote, lleno de sospechosas inquisitorias.
Hay una anécdota en la película, en la cual, el protagonista habla de esta manera:
“En mi pueblo, dicen que hay 3 cosas inútiles:
Lavar la cabeza a los burros, añadirle agua al mar, y hablar con los curas”
Es decir que, él mismo, a veces, reconocía que era un auténtico cabezón, duro de mollera, e intransigente hasta el hastío.
Por último, el director muestra la verdad, de cómo la iglesia persiguió al querido Padre Pío.
La parte del sacerdote que interpreta Jürgen Prochnow, el día antes de la muerte del Padre, 22 de septiembre 1968, no tiene que ser histórica, sino que representa a toda la jerarquía en la iglesia, y a los que persiguieron al Padre Pío, a lo largo de su vida.
No obstante, sobre su vida y la obra, hubo controversia.
De acuerdo con un reciente libro, El Papa Juan XXIII (1958 - 1963), no adoptó la perspectiva de su predecesor, y escribió en 1960, sobre “el engaño enorme del Padre Pío”
El Papa, había recibido denuncias de algunos eclesiásticos, en esa época, se acostumbraba a escribir en latín, que acusaban al monje, que con frecuencia se azotaba con un látigo con puntas de metal, de “bis in hebdómada copulabat cum muliere” o “2 veces a la semana, copula con mujeres”
Por lo que El Papa Juan XXIII, autorizó que controlaran las actividades del sacerdote, incluso que lo espiaran en su confesionario.
Existieron largas investigaciones, para resolver al menos, 23 denuncias de seguidores íntimos, que decían que El Padre Pío, falsificaba los milagros, y había tenido relaciones sexuales con sus seguidoras más fieles.
En la jerarquía de la iglesia, muchos dudaban de que sus estigmas fueran reales, pues sugerían que las provocaba con ácido nítrico, y que utilizaba agua de colonia, para crear “el olor de santidad” que lo hacía famoso.
Se afirma que, las supuestas habilidades místicas del Padre Pío, fueron comprobadas, solo con pruebas anecdóticas.
Algunas de sus supuestas bilocaciones, son coherentes con meras alucinaciones.
Nunca se le pudo controlar, continuamente para garantizar que no utilizaba productos químicos, como el ácido carbólico o yodo, para evitar la cicatrización de sus heridas.
En los pasillos del Vaticano, el consenso decía, que El Padre Pío era un ingenuo histérico, o en el peor de los casos, un estafador.
El Papa Juan XXIII, le prohibió entonces, decir la misa en público, publicar sus populares oraciones, recibir visitas, y hablar con mujeres en privado.
Sin embargo, tras la muerte de Juan XXIII, el 3 de junio de 1963; El Papa Pablo VI, rechazó las acusaciones de su antecesor, aunque sin aportar ninguna prueba.
En 2011, Stefano Campanella, director de Tele Radio Padre Pio, en San Giovanni Rotondo, publicó el libro “Obedientia et pax”
La verdadera historia de una persecución falsa, donde afirmó que El Papa Juan XXIII, no había estado en contra del Padre Pío.
Y es que El Padre Pío realizó muchos milagros en vida, entre ellos:
Muchas sanaciones, multiplicación de La Hostia Consagrada, levitación, y hablar en el idioma de la personas que los escuchaba.
Poseía dones para la bilocación, la clarividencia, y veía apariciones de muertos, La Virgen María, los ángeles, Jesucristo, y el demonio.
También, emanaba un aroma particular, o perfume.
Hoy en día, personas de todo el mundo, siguen reportando milagros, y ocasiones en que El Padre Pío los ha ayudado.
Afortunadamente, el final de Padre Pio es sorprendente.
Me encantaron sus palabras:
“Cristo está por lo general tan cerca de nosotros, pero no somos capaces de reconocerlo”
¡Qué ceguera!
Después de ver esta película, ahora me doy cuenta, de por qué más de 7 millones de personas al año, van a San Giovanni Rotondo.
El Padre Pío, fue un gran regalo de Dios a la oscuridad del siglo XX, tanto por el odio de 2 Guerras Mundiales, como por el ateísmo.
Ver esta película, es un gran ejemplo para los sacerdotes.
“Lo farò dal cielo, che cosa posso fare qui sulla Terra”
(Haré más desde El Cielo, que lo que puedo hacer aquí en La Tierra)
Cada cierto tiempo, Dios envía a nuestro mundo, algunos hombres extraordinarios, que hacen de puente entre La Tierra y El Cielo, y ayudan a que miles de hombres puedan gozar del Paraíso Eterno.
Heredero espiritual de San Francisco de Asís, El Padre Pío de Pietrelcina, ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo, las señales de la crucifixión.
Él ya fue conocido en el mundo, como “El Fraile estigmatizado”
El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas.
Los muchos testimonios sobre su gran santidad, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud.
Sus intercesiones providenciales, acerca de Dios, fueron para muchos hombres, causa de sanación en el cuerpo, y motivo de renacimiento en El Espíritu.
El Padre Pío, recibió el don de la profecía, el de hacer milagros, o el de los estigmas, entre otros.
Como se hace constar en el film, algunos creen, que todo esto no es más que una invención, pero hay que recalcar, que la mayor escéptica con la que se cruzó el religioso, fue la propia Santa Sede, que acabó reconociendo la veracidad de los hechos, y canonizándolo, tras haberlo mantenido aislado durante 10 años.
Según los creyentes, los dones del Padre Pío fueron:
Discernimiento extraordinario:
Capacidad de leer las conciencias, don que utilizó frecuentemente durante El Ministerio del Sacramento de La Confesión.
Curación:
Curas milagrosas, mediante el poder de la oración.
Bilocación:
Estar en 2 lugares al mismo tiempo.
Perfume:
En su presencia, se podía percibir fragancia de flores, “el olor de santidad”
Lágrimas:
Cuando rezaba El Rosario, a veces derramaba lágrimas.
Estigmas:
Exhibió estigmas desde el 20 de septiembre de 1918, y los llevó durante 50 años, hasta tiempo antes de su muerte, en septiembre de 1968.
El amor de Dios, le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada:
Amar a Dios, y hacerlo amar.
Su preocupación particular era crecer, y hacer crecer en la caridad.
Ejerció de modo ejemplar, la virtud de la prudencia, obraba, y aconsejaba a la luz de Dios.
Su preocupación era la gloria de Dios, y el bien de las almas.
Trató a todos con justicia, con lealtad, y gran respeto.
Brilló en él, la luz de la fortaleza.
Comprendió bien pronto, que su camino era el de La Cruz, y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor.
Experimentó durante muchos años, los sufrimientos del alma.
Durante años, soportó los dolores de sus llagas, con admirable serenidad.
Cuando tuvo que sufrir investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal, todo lo aceptó con profunda humildad y resignación.
Ante acusaciones injustificadas, y calumnias, siempre calló, confiando en el juicio de Dios, de sus directores espirituales, y de la propia conciencia.
Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad, los votos profesados.
Obedeció en todo, las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles.
Su obediencia era sobrenatural en la intención, universal en la extensión, e integral en su realización.
Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades, y de los honores.
Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad.
Su comportamiento fue modesto en todas partes, y con todos.
Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias, y a la vez, de favores divinos.
Su carisma, caló en el pueblo, y un dato revelador de ello, es que su funeral duró 4 días, por la multitud de personas que pasaron a despedirlo.
Su beatificación y su canonización, fueron las de mayor asistencia en la historia.
La Plaza de San Pedro, y sus alrededores, no pudieron contener las multitudes.
A 40 años de su fallecimiento, en 2008, se exhumó su cuerpo, el que se exhibe incorrupto, como una nueva señal de su Santidad.
No se realizó momificación alguna, de todas formas, ningún proceso de momificación, logra ese tipo de preservación.
El despojo del llamado “Santo de Los Estigmas”, fueron expuestos para su adoración, en El Santuario de Santa María de La Gracia, en la localidad de San Giovanni Rotondo, en Puglia, al sur de Italia; lugar donde El Santo Padre Pio, habría pasado gran parte de su vida.

“Sempre amorevolmente umiliatevi davanti a Dio e agli uomini.
Perché Dio parla a coloro che sono veramente umile di cuore, e sono arricchiti con grandi doni”
(Siempre humíllense amorosamente ante Dios, y ante los hombres.
Porque Dios le habla a aquellos que son verdaderamente humildes de corazón, y los enriquece con grandes dones)



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