Johnny Belinda

“She was alone with terror and torment!”

Los personajes con discapacidad, han aparecido en las películas, desde los inicios del cine.
En un principio, se trataba de hombres con discapacidad física, seres deformes, generalmente malvados, y a veces terroríficos.
También aparecían con frecuencia, personajes ciegos, inocentes, y a menudo dotados de poderes excepcionales.
En ambos casos, la imagen que se transmitía de ellos, contribuía bien poco a facilitar la integración de las personas con discapacidad, en la sociedad.
Con la llegada del sonido al cine, a finales de los años 20, los personajes sordos y mudos, empiezan a aparecer en las películas.
Como ocurría con las otras discapacidades, la imagen que se transmitía de ellos, era bastante estereotipada y, aunque no podemos hablar de clichés tan definidos, como en el caso de los personajes ciegos, o con discapacidad física, la representación que se ha hecho de ellos, a lo largo de la historia, tampoco se ha ajustado a la realidad.
En el caso de los personajes mudos, que aparecen antes que los sordos, heredaron el estereotipo de los discapacitados físicos.
En general, han sido criados, o ayudantes de fuerte complexión, y aspecto siniestro, al servicio de un amo malvado.
Otra de las ideas recurrentes, y erróneas, que aparece en numerosas películas, es la duda acerca de la capacidad intelectual de las personas sordas o mudas.
Esta quizás sea, la imagen más dañina que se ofrece de estas personas, ya que de modo, más o menos explícito, los otros personajes suelen asociar una limitada capacidad intelectual y de aprendizaje, especialmente al mutismo, pero también a los problemas de audición.
Y es que desde los tiempos del abate Charles-Michel de l'Épée (17121 -  17892) quien fuera un pedagogo y logopeda francés, conocido por su trabajo con personas sordas, por lo que es llamado “El Padre de Los Sordos”, se concentró en acciones caritativas para los pobres.
En uno de los suburbios que visitaba, su colega, el padre Vanin, le dejó al cuidado de 2 hermanas que se comunicaban usando un lenguaje de signos.
En línea con el pensamiento de la época, que consideraba a los sordos, capaces de entender el lenguaje, l’Épée se dedicó a la enseñanza y salvación de los sordos, en un refugio que mantenía con sus propios ingresos.
Este refugio, se convertiría en 1771, en la primera escuela gratuita para sordos.
La verdadera transcendencia de l’Épée, no radica en la invención del lenguaje de signos, sistema de comunicación que previamente ya existía, sino en la instauración de la educación colectiva para los niños sordos, aprendizaje hasta entonces, reservado a las familias aristocráticas, en cuyo seno, los afectados aprendían de manera individual.
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que para l’Épée, el método gestual, era el sistema de comunicación natural de los sordos, es decir, una forma mediante la cual, todos asociamos un objeto y la palabra que lo representa, con la imagen del mismo, que se forma en el cerebro, a partir de la información aportada por nuestros ojos.
El abate escribió 3 obras fundamentales al respecto:
“La Instrucción de Los Sordomudos a través de Las Señas Metódicas” (1776); “La verdadera manera de enseñar a los sordomudos, confirmada por una larga experiencia”, publicado póstumamente en 1794; y El Diccionario General de Signos, finalizado por su discípulo, el abate Sicard.
Se puede asignar el mérito a l’Épée, de haber reconocido la importancia de los gestos, para la educación de las personas sordas.
El haber ofrecido un lugar en la sociedad francesa para los sordos y los signos, gracias a sus demostraciones públicas, incluso delante del Rey.
Pero el mayor bien que cometió, casi involuntariamente, fue haber reunido jóvenes sordos, que hasta la fecha, estaban aislados, quienes pudieron de este modo, desarrollar y perfeccionar la lengua de signos, e integrarse a la sociedad.
“Your Lordship, I insist this girl obeyed an impulse older than the laws of man:
The instinct of a mother to protect her child”
Johnny Belinda es un drama del año 1948, dirigido por Jean Negulesco.
Protagonizado por Jane Wyman, Lew Ayres, Charles Bickford, Agnes Moorehead, Stephen McNally, Jan Sterling, Rosalind Ivan, Dan Seymour, Mabel Paige, Ida Moore, entre otros.
El guión es de Allen Vincent e Irma von Cube, basados en la obra de teatro homónima de Elmer Blaney Harris, inspirada en hechos reales; ideada en 1934, y estrenada en Broadway, en 1940.
La historia, se basa en un incidente real, que ocurrió cerca de la residencia de verano de Harris, en Fortune Bridge, Bay Fortune, Isla del Príncipe Eduardo.
El personaje principal, está basado en la vida real de Lydia Dingwell (1852-1931), de Dingwells Mills, Isla del Príncipe Eduardo; por lo que Johnny Belinda dramatiza las consecuencias de difundir mentiras y rumores, y el horror de la violación.
Este último tema, ya había sido prohibido por El Código de Producción de Películas; así que Johnny Belinda, es ampliamente considerada, como la primera película de Hollywood, en la que se relajó la restricción, y como tal, fue controvertida en el momento de su estreno.
Así pues, al escritor Elmer Harris, se le ocurrió en 1934, una historia que giraba alrededor de una chica sordomuda, que vivía aislada en su minusvalía, en la costa canadiense.
La visita de un doctor que le enseña a convivir con su problema, y el amor que surge entre ambos, es puesto a prueba cuando Belinda, secuestrada y violada, queda encinta.
Cuando el padre ilegítimo vuelve por su hijo, ella lo mata, acabando en los brazos amorosos del doctor, que ha entendido su tragedia.
Para la época, una historia con ingredientes tan conflictivos, tenía difícil una adaptación cinematográfica, así que tras el rechazo de la MGM, Harris decidió ceder los derechos para su representación en Broadway.
Corría el año 1940, y el éxito de la producción, llamó la atención del director, William Dieterle, quien propuso a su estudio, la RKO, la adquisición de los derechos.
Sin embargo, la mentalidad puritana, no había cambiado nada tras un lustro, y de nuevo se encontró con los problemas que derivaban de un relato sobre violación, sexo, y muerte.
En 1946, el productor Jerry Wald, se interesó por la historia, y compró los derechos para Warner Bros.
Con una estrella en el bolsillo, Jane Wyman, la dirección recayó en manos  de Delmer Daves, famoso una década después, por sus aproximaciones al “thriller” y al “western”
Sin embargo, Daves tenía poca fe en el proyecto, y uno de los directores del estudio especializado en melodramas, Jean Negulesco, era el asignado finalmente, tras su salida por diferencias con Errol Flynn, de otro proyecto.
Acabada a finales de 1947, los directivos del estudio, vieron posibilidades de alzarse con algún Oscar, y pospusieron el estreno hasta Octubre de 1948.
Así las cosas, Johnny Belinda fue el mayor éxito de la compañía ese año, recaudando más de millón y medio de dólares de la época, solo en Estados Unidos.
Jane Wyman, ganó El Premio Oscar a La Mejor Actriz por su trabajo en esta película, y Johnny Belinda tuvo 11 candidaturas más:
Mejor película, director, actor (Lew Ayres), actor secundario (Charles Bickford), actriz secundaria (Agnes Moorehead), guión, sonido, montaje, fotografía, decoración, y banda sonora para el enorme Max Steiner.
Como curiosidad, cuando Jane Wyman fue a recoger El Oscar, se dirigió al público allí presente, y les dijo:
“Acepto muy agradecida, por haber mantenido la boca cerrada.
Creo que haré lo mismo ahora”
Johnny Belinda, fue filmado en el norte de California, alrededor de Mendocino; y la acción principal, tiene lugar en La Isla Cape Breton, en Nueva Escocia, Canadá; a lo largo de unos 2 años, entre 1947 y 1948; y narra la historia de Belinda McDonald (Jane Wyman), de unos 18 años, sordomuda por enfermedad infantil, que se confunde con discapacidad mental, que vive y trabaja en la granja de su padre, Black McDonald (Charles Bickford), al cuidado de su tía Aggie (Agnes Moorehead)
La población de pescadores de la isla, les profesa escaso aprecio por su actividad como granjeros, atípica en el lugar.
El nuevo médico de la ciudad, Robert Richardson (Lew Ayres), se percatará enseguida de la inteligencia, y de las enormes capacidades de Belinda, y decide enseñarle “El Método de l’Épée”, para poder comunicarse con ella... y dedica en cuerpo y alma, a enseñarle la lengua de signos, y a tratar de que aprenda la lectura labial pues, hasta el momento, nadie se había preocupado de su educación, y permanecía en una completa incomunicación.
Pero la tragedia se irá forjando, cuando un desalmado, Locky McCormick (Stephen McNally), la viola, sabiendo que ésta no podrá pedir ayuda…
Tras la cruel violación, Belinda queda embarazada; y cuando la noticia se conoce en el pueblo, las miradas recaen sobre el médico, pues todos sabían de su estrecha relación con ella.
La presión generada por los rumores, obligan al doctor a trasladarse, para impartir su profesión, lejos de aquel lugar, pensando también, en llevarse a Belinda, pues ella ha quedado sola, ante “la misteriosa muerte de su padre”, que nosotros veremos que fue un asesinato a manos de Locky.
La ausencia del doctor, es aprovechada por los habitantes del pueblo, para conspirar contra la joven, y decidir que ésta no es apta para hacerse cargo del bebé; una criatura que, ante sus ojos, es tan salvaje e ignorante como su madre.
Por eso, Locky y su esposa, Stella (Jan Sterling), secretaria del Dr. Richardson, y enamorada, despechada y encubierta, acuden a la casa para arrebatarle al pequeño Johnny, y ser ellos, quienes se queden con su tutela.
Belinda, en defensa propia, dispara contra él, matándolo, algo que la llevará a ser juzgada.
Finalmente, se prueba su justa inocencia y, junto al doctor, recuperan a su hijo, y comienzan una nueva vida.
Johnny Belinda, se erige en un alegato en favor de la integración de los discapacitados, y la normalización de sus vidas.
“He's a... something even you can't pronounce!”
Notable melodrama, basado en la obra teatral de Elmer Harris; en la que Jean Negulesco se toma su tiempo para describir a los personajes, y crear la atmósfera de un pueblo, y sus prejuicios.
Y es que de verdad, el director nos muestra una historia dura y tensa, pero a la vez, tierna y emotiva, pero sin llegar por supuesto, a esa sensiblería barata de los muchos melodramas, que por aquel entonces se realizaban en Hollywood.
La dirección, crea una obra que destila naturalidad y dramatismo veraz.
La escena del juicio, por ejemplo, se ofrece con brillantes elipsis.
El guión, divide la obra en 3 partes:
La soledad inicial; el descubrimiento de la comunicación; y la fragilidad de la chica, en el tercio final.
La fotografía, recrea el drama interior de la muchacha, con maravillosos encuadres, sombras, y planos de inspiración expresionista, y gran belleza.
Puestos claros, Johnny Belinda, focaliza la atención en Belinda, marginada por su discapacidad auditiva, estigmatizada como “La Muda”, y considerada deficiente mental.
Ella es joven, atractiva, con una apariencia frágil e inocente.
Es muy inteligente, pero la ignorancia de quienes la rodean, impide que salgan a la luz sus grandes cualidades.
Ese enorme potencial, está escondido bajo unas tareas, que alimentan escasamente su intelecto e ingenio.
Sin embargo, ella se resigna a sus labores en la granja; las realiza de manera totalmente satisfactoria, no comete fallos, ni despistes.
Es hábil, despierta, y no hay detalle que no sepa apreciar.
Tiene una sensibilidad especial, tanta que suele interpretar algunas de sus extrañas sensaciones, como acciones que están teniendo lugar, aunque ella no las vea, y efectivamente, ocurren tal y como presiente.
Aunque asume su trabajo con conformidad, Belinda no es feliz, algo que cambia por completo, cuando conoce al médico Richardson.
El nuevo médico de la isla, Robert Richardson, en una visita a la granja, conoce a la chica, se interesa por su discapacidad, le enseña el lenguaje de los signos, y estimula sus grandes capacidades.
Cuando éste se empeña en enseñarle el lenguaje de signos, al saber que posee brillantes aptitudes para lograrlo, el rostro de Belinda se transforma, convirtiéndose en una cara sonriente, que demuestra la alegría de comprender el significado de aquello cuanto la rodea y que, hasta ahora, le había sido desconocido.
Sus ganas de aprender, son contagiosas, y dan testimonio de ese espíritu inquieto, que le lleva a investigar todo lo que está a su alcance.
Seguramente por este motivo, logra adquirir con tanta rapidez y facilidad, el conocimiento del sistema signado, así como la lectura, y la escritura.
Sabe emplear el resto de sus sentidos intactos, y muestra un genuino interés por los colores, y la música, la cual percibe mediante las vibraciones del suelo, o de los instrumentos al ser tocados.
Belinda, hasta el momento en que el doctor aparece, sólo se comunicaba interpretando los gestos faciales de su interlocutor, pues no contaba con ningún tipo de herramienta lingüística.
Para entenderse con ella en sus labores, su padre dibujaba rallas, cruces, y círculos, con los que identificaba a cada uno de los ganaderos, así como el número de sacos que entraban y salían del molino, responsabilidad que Belinda tenía.
Cada trabajador, tenía una marca y, por muchas que fuesen, ella las conocía todas.
A la llegada de Robert, comienza a aprender palabras sencillas, pero al mismo tiempo, muy recurrentes, teniendo en cuenta el ambiente en el que se desenvuelve:
Agua, árbol, gallina, gallo, huevos, mar, etc.
Complementa el signo, junto a la palabra correspondiente, animándola a leerle los labios, para lograr hacer la asociación necesaria.
A partir de entonces, su seria expresión, comienza a denotar felicidad, al empezar a comprender, y poder ser ella misma, quien exprese a los demás, aquello cuanto quiere, como el momento “mariposa”, con su padre…
Pero, además de las palabras, aprende nociones algebraicas, lectura, y escritura, pues no había recibido, ni la más básica educación.
De ahí en adelante, se ayuda de la lectura labiofacial, y de los signos basados en el sistema del abad de l’Épée, por el que cada palabra tiene un signo.
Signos que, desde ese momento, permiten no sólo que se comunique, sino también, que participe en las actividades del pueblo, integrándose más en el mismo, como ir a misa.
En definitiva, para Belinda, el sistema de comunicación que el doctor le ofrece, es el camino hacia un mundo que le era totalmente inaccesible, imprevisible, y del que había preferido permanecer aislada.
Sin embargo, los signos le proporcionan la alegría de saberse comprendida, y de poder expresar todo aquello que, desde hacía años, estaba deseando decir.
Además de la soledad de Belinda, atenuada por su introducción en el mundo del lenguaje, y su incorporación a las funciones religiosas y festivas del pueblo, se ve superada como consecuencia del alumbramiento de un hijo, Johnny, que la llena de compañía.
Cuando su hijo Johnny nace, el espectador es testigo de su lado más tierno y protector.
Tan sólo le preocupa que oiga y hable sin problema alguno y, efectivamente, así es.
Considera, a pesar de la violación, que su nacimiento es una bendición, pues con él, termina esa soledad en la que siempre había vivido.
Pero a instancias de un joven matrimonio sin hijos, en ausencia del doctor protector, y padre difunto, El Consejo de la villa, acuerda que Belinda no es apta para ser la madre de su hijo, que da en adopción a la pareja McCormick.
La muerte del padre, y la de Locky McCormick, agravan las dificultades de Belinda, que es acusada de asesinato.
Así pues, en el fondo de Johnny Belinda, los prejuicios contra las personas con discapacidad, y la tentación de marginarlas y excluirlas socialmente, se ven contrastadas con la labor del médico, para abrir el mundo de Belinda al exterior, y potenciar sus muchas, y grandes capacidades.
Johnny Belinda, más allá del drama psicológico, muestra las capacidades de las personas con discapacidad.
Y Jane Wyman, dota a su personaje, de una calidez y ternura insuperables; y detrás, Lew Ayres, como Robert Richardson, ese médico amigo, que llega al pueblo, y le presta su ayuda, para luego ser el principal sospechoso de tal violación, y también, nos deleitan con su presencia, los siempre secundarios de lujo, como son:
Charles Bickford y Agnes Moorehead, metidos en la piel de los abnegados familiares de Belinda.
La figura en torno a la que gira toda la trama, cumple con una serie de estereotipos, de los que el cine, a lo largo de los años, se ha valido para representar a personajes con algún tipo de discapacidad:
En primer lugar, Belinda es un joven guapa, dulce, y cuya aparente debilidad, inspira compasión.
Su indefensión, la convierte en una víctima fácil, para desalmados como Locky McCormick.
Por otra parte, vive apartada del bullicio de la ciudad, en una granja aislada, que la enclaustra todavía más en la profunda soledad e incomunicación en la que vive.
El alcoholismo, el machismo, y la brutalidad, son elegidos por los guionistas, para diseñar la vil personalidad del villano de esta historia.
Se trata del pescador, Locky McCormick, interpretado por un contundente Stephen McNally, que deshonra a la indefensa sordomuda, dejándola encinta.
El hijo, fruto de esta infame violación, recibirá el nombre de “Johnny Belinda”, proporcionando así, el título original al film de Negulesco.
Destacamos también, el personaje de Stella McCormick, en Jan Sterling, la criada enamorada en secreto del Dr. Richardson, y que finalmente será la encargada de resolver la trama narrativa, en favor del amor, del perdón, y de la redención.
Desde el punto de vista médico, Belinda tiene un valor especial, pues en su tiempo, denunció en la gran pantalla, de forma valerosa, una patología que provocaba por el sufrimiento y el aislamiento social de quién la padecía.
Y es que Belinda vive en un mundo arcaico, rural, puritano, e hipócrita, cargado de prejuicios.
La marginación, que desde tiempos pretéritos han venido sufriendo los discapacitados físicos, considerados en muchas ocasiones, como seres repudiables, tarados, e inferiores; pero también resulta interesante, el retrato que se hace de la profesión médica, vocacional, no funcionarial, altruista, abnegada, paternalista...
La idea de que el deficiente auditivo, no es apto para el instituto nacionalización, por tratarse de una persona poco lúcida, y sin opciones de recuperación, es otra de las retrógradas concepciones que refleja Johnny Belinda.
Una mentalidad que choca con la visión actual que existe sobre el colectivo sordo, pero que en la que época en la que está producida esta obra, era tristemente predominante, especialmente, en entornos rurales.
Lo curioso es que, en el largometraje, no sólo se duda de la inteligencia de Belinda, sino también de su hijo, como si se tratase de una epidemia contagiosa.
El médico, representa el polo opuesto:
Es una persona adelantada a su época, que trata de llevar al máximo las capacidades de Belinda, y que confía en las extraordinarias aptitudes de ésta.
Aunque quizás también, movido por la pena que le causa la situación de la muchacha, se entrega plenamente en su formación educativa.
Al hacerlo, rompe con ese mito, que asocia sordera y baja inteligencia, poniendo en evidencia a todos los personajes que, a lo largo del metraje, habían tratado a la campesina, como a alguien incompetente, inútil, tan sólo válido para las actividades más puramente físicas, y sin el menor requerimiento cognitivo, o intelectual.
El Dr. Richardson, no renuncia en su empeño por ayudar a Belinda, y decide consultar con El Dr. Horace M. Gray (Jonathan Hale), especialista en patología auditiva, que descarta la otosclerosis, como causa de la sordera de la protagonista.
Vemos como este médico, utiliza diversos diapasones, para evaluar el trastorno auditivo de Belinda, más concretamente “El Test de Rinne”, que evalúa la audición por la vía ósea, y por la aérea.
La hipoacusia de Belinda, indica una severa afectación de ambas vías.
Nuevamente, la interpretación de Jane Wyman, es memorable, en un papel que combina ausencia, ternura, y dolor, con una cara llena de luz, que sonríe, y lo ilumina todo.
Fuerte, tierna, dulce, y valiente.
Representa un mundo interior, lleno de gracia, talento, curiosidad, amor, y alegría.
Su cara lo expresa todo:
La ira, la esperanza, la sorpresa, el dolor físico y emocional, la alegría, el miedo; con la escena de la violación, que se resuelve con el sobreentendido de un fundido en negro.
En una escena lúdica, también podemos constatar, cómo Belinda es capaz de “escuchar” la música de la fiesta, apoyando su mano, sobre la madera de un violín, que tañe alegremente un músico; incluso, demuestra su sentido rítmico, animándose tímidamente a marcar el compás con los pies, acompañando la melodía...
Una de las escenas más emotivas, nos presenta a Belinda, rezando un Padre Nuestro, ante el féretro de su padre, mientras las voces “en off” del médico traductor, y de la tía Angie, desgranan la oración, verso a verso.
Una escena en la que sencillamente, es difícil contener las lágrimas.
En fin, una sensacional película, y todo un clásico del género del melodrama, y un fenomenal documento, en donde nos enseña la importancia que tiene enseñar a los discapacitados físicos, a superar esas barreras que tienen, ante la siempre “jodida sociedad”
Por último, Max Steiner, fue el compositor asignado al proyecto.
Lo más destacable, gira de nuevo, sobre la gran variedad temática que otorga a la historia, con 8 temas importantes, que conforman el núcleo central de Johnny Belinda.
“It's hard to be born and it's hard to die”
En general, la representación que el cine hace de las personas sordas y mudas, es la de seres aislados de la sociedad.
Este aislamiento se produce en ambas direcciones:
Por un lado, debido al rechazo de la propia comunidad, que los margina, pero también, propiciado por la propia persona.
Desde los años 70, la concepción de las personas con discapacidad, ha cambiado sustancialmente.
Superado el paradigma de la rehabilitación, un modelo de carácter asistencial, centrado en la deficiencia, el paso de los años ha dado lugar a que la atención se centre ahora en la persona, y el logro de resultados personales importantes para ella, como la mejora de su calidad de vida, y su autodeterminación, la igualdad de oportunidades, y su plena participación en todos los aspectos de la vida.
Los medios de comunicación, tienen un importante papel, a la hora de consolidar esta nueva concepción de la discapacidad.
El tratamiento que se hace de las personas con discapacidad, en los medios de comunicación, y el desarrollo de actitudes y valores, siguen caminos paralelos.
El cine, concretamente, constituye un medio de transmisión de ideas, de incuestionable valor.
Para una parte importante de la población, es uno de los principales medios para acceder a ciertas imágenes e informaciones, de ahí su utilidad en la promoción y desarrollo de actitudes positivas, en la progresiva eliminación de prejuicios y estereotipos, y en el proceso formativo e informativo de la sociedad en general, y de colectivos, como maestros y educadores en particular.
Paralelamente, han ido apareciendo imágenes y prácticas más acordes con la concepción actual de las personas con discapacidad, así hemos podido comprobar, cómo la persona, cobraba importancia frente a su déficit, la primacía de la educación sobre la rehabilitación o, dicho de otro modo, del rol del maestro frente al del médico, la normalización frente al aislamiento, o las prácticas más inclusivas, frente a otras más segregadoras.
A pesar de esta mejora, apenas hay títulos que muestren una imagen totalmente normalizada de las personas sordas o mudas.
Aunque aparecen personajes, aparentemente integrados en contextos laborales, por ejemplo, en su vida personal, a menudo se sienten solos e incomprendidos, cuentan con un único amigo, o es frecuente que no tengan pareja, ni hijos, etc.
El cine, tiene aún, un largo camino por recorrer, para que las imágenes que transmite, se ajusten a los principios de normalización, e inclusión.
La presencia de las personas con discapacidad en la gran pantalla, sigue sin ser tan frecuente como sería deseable, y hay aspectos importantes de su vida que brillan por su ausencia, papel de las asociaciones, por ejemplo, o están lejos de los planteamientos actuales, pues en muchas películas, la integración social es relativa o limitada, y los conceptos inclusivos, no se contemplan.

“There's only one shame, failing a human being that needs you”



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