Barbarella

“You're soft and warm.
We're told earth beings are cold”

En los comics de los 60, encontrábamos mujeres con mayúsculas, heroínas que capitalizan de cabo a rabo, las aventuras que protagonizaban, y que hacen valer sus atributos y cualidades personales, como instrumentos de reafirmación de género.
Era toda una época en Europa, con El Mayo del 68, que algo tiene que ver en todo esto; y el hippismo, traen posturas liberales, y liberalizadoras.
Este efervescente clima cultural de descubrimiento, y revalorización crítica de un medio tradicional, propició la aparición del nuevo género del comic adulto en Francia, formalmente sofisticado, y con una acentuada inspiración erótica, que si bien no resultaba novedosa en aquel contexto, no lo era en absoluto en la historia del género, como lo demuestra la serie paródica protagonizada por “Little Annie Fanny”, que procedente de las páginas de la revista norteamericana MAD, se incorporó a las de Playboy, en octubre de 1962.
Así pues, se agita una nueva sensibilidad; y el comic empieza a ser objeto de análisis teóricos concienzudos, nuevos lectores inquietos, se acercan al medio y, sobre todo, algunos autores, empiezan a manejar nuevos temas, más adultos, y deciden experimentar con el lenguaje.
Y, como bien sabrán ustedes, pocos temas hay más adultos, o más susceptibles de escandalizar a audiencias adultas, posiblemente retrógradas, que el erotismo.
Surge así, toda una suerte de heroínas hipersexuadas y audaces, que comienzan a habitar en las páginas de las revistas de comics europeas.
Personajes adultos, llenos de posibilidades, sexys, pero al mismo tiempo, muy femeninas y sensibles, con su condición sexual, lejos por tanto, de los personajes cómico-eróticos de publicaciones norteamericanas, como MAD o Playboy.
Entonces, si el erotismo no era novedoso, sí que lo fue su tratamiento.
En Francia, Italia, y Bélgica, nacen personajes emblemáticos, que protagonizan trabajos innovadores, y ejercicios de experimentación formal, desconocidos hasta entonces.
Mujeres como “Barbarella”, “Valentina” o “Jodelle”, atraen como un imán la atención de los lectores a ambos lados del Atlántico.
Algo se agitaba en el mundo del comic...
Específicamente, “Barbarella” fue una historieta de ciencia-ficción francesa, creada por Jean-Claude Forest, cuya protagonista, se convirtió en una de las más destacadas heroínas, y quizás, la primera del género “fantaerótico”, que tuvo su esplendor en los 60 y 70.
Las aventuras del personaje, comenzaron serializándose en V-Magazine, en 1962, pero no lograron la fama, hasta 2 años después, cuando fueron recopiladas en forma de álbum de lujo, por el editor Eric Losfeld.
Se cuenta que la inspiración para la imagen del personaje original de “Barbarella”, fue probablemente Brigitte Bardot.
Curiosamente, el director de cine, Roger Vadim, acabaría casándose con La Bardot (1952–1957), pero en la versión fílmica de “Barbarella”, no fue ella quien encarnó al personaje, sino Jane Fonda; la que sería su esposa (1965–73) en el momento del rodaje; y entre ellas, Vadim se casó y divorció de Annette Stroyberg…
Se afirma sobre “Barbarella” que:
“Inmersa en un mundo fantástico, sus andanzas nos llevarán, al igual que sucede en el caso de “Flash Gordon” sobre Mongo, de un país a otro, de un reino a otro, ayudando a “su” bueno contra “su” malo.
Sus armas, son las más modernas que la técnica ofrece, junto a la más antigua que el mundo conoce, la femineidad.
Esta bella aventurera futurista, recorrió el espacio interestelar, derrocando a tiranos, y derrochando encantos y sofisticación”
“Barbarella” supuso un ejemplo de historieta transgresora en su momento, ya que mostraban a una mujer, que disfrutaba plenamente de su sexualidad, y que no temía el contacto sexual con otras especies, o profundizar en la experimentación de sus orgasmos, hasta límites insospechados.
Su popularidad, se incrementó más todavía, al concordar sus esquemas argumentales, con los de la revolución sexual femenina que se estaba produciendo en estos años, y eso conllevaría, que fuese llevada al cine en 1968, y un musical en 2004.
Su legado cultural es tal, que la banda pop de los 80, “Duran Duran” toma su nombre de uno de los personajes de “Barbarella”, El Profesor Durand Durand.
Uno de los más famosos temas de esa misma banda, es precisamente “Electric Barbarella”
Así pues, “Barbarella” revolucionó el comic de la época, convirtiéndose en la primera, de una serie de heroínas “fantaeróticas” y liberadas.
“What's that screaming?
A good many dramatic situations begin with screaming...”
Barbarella es un comic franco-italiana, del año 1968, dirigida por Roger Vadim.
Protagonizado por Jane Fonda, John Phillip Law, Marcel Marceau, David Hemmings, Ugo Tognazzi, Anita Pallenberg, Milo O'Shea, Claude Dauphin, entre otros.
El guión es de Terry Southern, basado en el comic “Barbarella” de Jean-Claude Forest y Claude Brulé.
Barbarella es un personaje para adultos, en un tiempo de historietas infantiles, y la creación de Forest provocó, entre muchos franceses, la misma indignación que aquellos jóvenes que alzaron barricadas al calor del mayo parisiense.
Pero la prohibición fue sólo un salto hacia la celebridad, y Jean–Claude Forest, pronto fue contratado por Dino De Laurentiis, para supervisar la versión cinematográfica de su comic.
El productor italiano, había barajado los nombres de varios directores, para llevar a término el proyecto:
Guy Hamilton, Mario Monicelli, Richard Fleischer, Marco Ferreri, Jean¬Luc Godard... pero siendo Barbarella, un claro trasunto de Brigitte Bardot, el director más indicado, era sin duda, el ex marido de la musa, Roger Vadim.
Pero no fue así con La BB, y tras varios ensayos poco fructíferos con Ira de Furstenberg, Elizabeth Wiener, y Jean Shrimpton, Vadim halló la Barbarella ideal en Jane Fonda, por entonces su esposa.
Por su parte, el dibujante no sólo colaboró en el guión, sino que intervino decisivamente en el diseño de producción, y a él se deben maquetas decisivas, como la de laberinto.
Fue precisamente, donde no intervino Forest, allí donde faltó la fantasía poética de su mano; y $3,5 millones, fueron puestos a disposición de Vadim, con los resultados que todo el mundo conoció…
Posteriormente, en 1977, Barbarella fue relanzada como “Barbarella: Queen Of The Galaxy”, en una versión editada, que fue clasificada PG.
Y es que a pesar de una recepción inicialmente negativa, en los años transcurridos desde su lanzamiento inicial, Barbarella se ha convertido en una película de culto; y está considerada, como el primer comic de historietas, cuyo asunto se desarrolla en series de dibujos pop erótico de la historia.
Así las cosas, nos encontramos en el año 40.000, en el planeta Lythion.
El Presidente Dianthus (Claude Dauphin) del planeta Tierra, le encarga a Barbarella (Jane Fonda), salir en búsqueda del sabio loco, El Doctor Durand-Durand (Milo O'Shea), que habita en el planeta Lythion.
Pero solo al llegar, su nave se estrella, y es rescatada por un habitante de Sogo, La Ciudad del Mal, Mark Hand (Ugo Tognazzi), un ermitaño, quien la seduce, y la convence de tener una relación sexual con él.
Cabe señalar, que el coito es un acto desconocido para Barbarella, ya que para entonces, los terrícolas solo usan píldoras para obtener orgasmos…
En un intento por despegar nuevamente, Barbarella se estrella, y se encuentra con otros prisioneros esclavizados.
Para poder continuar con su misión, ella seduce a su vez a un ángel ciego, llamado Pygar (John Phillip Law), que recupera la capacidad de volar, después de un encuentro amoroso con la heroína.
Logra llegar a Sogo en brazos de Pygar, pero es capturada y llevada ante The Great Tyrant, Black Queen Of Sogo (Anita Pallenberg), una reina lesbiana que habita en “la cámara del sueño” que puede hacer que las fantasías tomen forma, y allí descubre al Doctor Durand-Durand, convertido en el recepcionista de The Great Tyrant.
Barbarella, es nuevamente capturada, y condenada a morir, mediante una máquina inventada por el sabio loco, que asesina a través de provocar enormes orgasmos.
Pero ella luchará por su vida.
Y es que cada vez que Barbarella cae en algún peligro, por niños que juegan con muñecos carnívoros, guardianes maléficos... alguien la salva, y ella quiere recompensarlos, y lo hace con favores sexuales…
Notar que esta heroína inocente, se estrella de buenas a primeras, en un planeta en el que a los 30 minutos de metraje, ya se ha cambiado de atuendo 4 veces, se ha desmayado 2, y ha practicado la forma antigua de hacer el amor, con 2 desconocidos, entonces es comprensible, que la pobre, se aficiona malamente.
A lo largo de su aventura, Barbarella se deberá cambiar muchas veces más de atuendo, a cada cual más escueto y atrayente, y deberá practicar esas tradiciones olvidadas, con seres muy dispares, incluyendo un ángel y una máquina, y se verá forzada a realizar actos bastante impuros para su mentalidad, aunque los acepta de buen grado.
“An angel does not make love, an angel is love”
Como la mayoría de géneros cinematográficos en Hollywood, la ciencia ficción experimentó los cambios, e incertidumbres, derivados del terremoto que sufrió la industria, entre finales de los 60 y mediados de los 70.
Tras la avalancha de alienígenas grotescos, y mutantes nucleares, presentados en las películas de la década de los 50, la ciencia ficción de los 60, trató de alejarse de las cintas de bajo presupuesto, y comenzó a concentrarse en los aspectos más políticos de la proliferación nuclear, y el avance tecnológico.
Así, surgieron 2 corrientes:
Una continuó recurriendo como fondo de sus historias, a la amenaza potencial, y las consecuencias de una guerra atómica.
La otra, menos representada, hizo uso de la sátira bufa, caso de Barbarella, en el que su director, Roger Vadim, introdujo el concepto de “erotismo light” o “fantoerotismo” en la ciencia ficción.
“Delirante” es la palabra que mejor se definiría a Barbarella, cuyo planteamiento supuso una revolución erótico-social, que si bien en las producciones de serie B de la época, no era tan extraña, si lo fue, en una producción comercial como Barbarella.
Roger Vadim, creó con ella, todo un icono del pop, de estética horteramente camp, y el divertido retro-futurismo de los primeros años 70.
Aunque parezca mentira, nada menos que 7 personas, intervinieron en el guión definitivo de Barbarella, incluyendo al prestigioso Terry Southern.
El resultado, es una extraña mezcla de ideas y ocurrencias:
Una comunidad de niños salvajes, que utilizan muñecas diabólicas para torturar a sus víctimas; un ángel ciego andrógino; coitos en las más diversas posiciones y técnicas; artefactos inverosímiles, como los rayos de la muerte, o la máquina del placer… porque, de hecho, la búsqueda de Barbarella tiene más que ver con el orgasmo definitivo, que con el científico secuestrado...
Así las cosas, Barbarella está narrada en clave de parodia, con un humor desenfadado, que para nada queda descolocado del argumento, siendo uno complemento del otro.
Palabras como “rayo positrónico”, “mathmos” u “orgasmatron” no hacen otra cosa que elevar el tono paródico-fantástico, que unido al erotismo que le infunde la mítica y bellísima Jane Fonda, hacen de Barbarella, una verdadera delicia audiovisual.
Obviamente, Barbarella está cargada de sutiles referencias sexuales, haciendo una divertida campaña en contra de los tabúes, que acabarían rompiéndose finalmente en los años 70, en lo que a sexo se refiere.
También me gustaría destacar las caracterizaciones, increíblemente psicodélicas, yendo desde gente incrustada en la roca, a un hombre con apariencia de ángel, e incluso, niños que controlan muñecas asesinas.
Y qué decir del vestuario, que mezcla una apariencia futurista, con lo que se llevaba en los inicios setenteros.
Una estética maravillosa, iniciando en el interior de la nave espacial de Barbarella, que está recubierta de una alfombra peluda, y apenas aparecen más elementos que varias urnas transparentes, algunas pantallas de tv, un panel cuadrangular recubierto de placas metálicas, una escultura “art-nouveau” y un cuadro de Seurat.
Objetos, como las armas u otras máquinas que se muestran, guardan un fuerte influjo de la estética finisecular.
Esta mezcla entre materiales novedosos, y trastos de anticuario, se da en todo el metraje.
Hay muchos decorados curiosos, con paredes transparentes de plástico, mosaicos de grandes teselas, escamas de colores, tubos de goma, y otros materiales plásticos novedosos en los 60.
El otro punto de influencia que respira Barbarella, es la estética organicista que se aprecia en muchos de estos interiores, que asemejan tráqueas, estómagos, costillas, etc.
La psicodelia, abunda mediante superposiciones de imágenes de nebulosas, magmas planetarios, o fluidos estelares, y el dormitorio de La Reina, tiene unas lentes gigantescas, sobre las que se proyectan imágenes psicodélicas, y en el que destaca, una gran cama dorada con forma de mujer, con una burbuja salvadora que hace forma de mujer embarazada.
Se ven también, algunos sacos hinchables, y de plástico transparentes, y otros “pufs” de telas y pieles de animales.
Los elementos de separación entre espacios, tienen estructuras poligonales geométricas, que contrastan con otras más curvilíneas y plásticas.
Son muy interesantes, los trajes de Barbarella, que fueron diseñados en su mayoría, por Jacques Fonteray, con la intervención en alguno de ellos, del famoso modisto Paco Rabanne.
Los Guardias Negros, también tienen un buen diseño, que me recuerdan a Sauron, o quizá más a los Nazgul de la saga de “El Señor de Los Anillos” muy atractivamente siniestros y fascinantes, y sobre todo, y ante todas las cosas del universo Barbarella, 3 conejos pintados de azul…
Resulta curiosa, que una de las contraseñas utilizadas sea:
“Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch” el cual es el tercer topónimo más largo del mundo, y el más largo del Reino Unido, y lleva el nombre de un pueblo de la isla de Anglesey, en Gales.
En galés, el nombre del pueblo significa:
“Iglesia de Santa María en el hueco del avellano blanco cerca de un torbellino rápido, y la iglesia de San Tisilo cerca de la gruta roja”
Cabe decir que, el nombre, fue decidido en los años 1860, por el consejo del pueblo, principalmente, para tener el privilegio de tener el nombre más largo de una estación ferroviaria en Gran Bretaña.
Este nombre, no se puede considerar propiamente dicho, como un nombre galés; pues el nombre original del sitio es “Llanfair Pwllgwyngyll”, y representa 16 letras en el alfabeto galés, y 19 en el inglés.
Con todo, Barbarella tiene gran cantidad de escenas memorables:
Una de las mejores, ocurre con Pygar, que después de una “inyección de moral” de nuestra aventurera espacial, vuelve a volar como los de su especie, o incluso algo mejor.
Inofensivos gags eróticos, van punteando la historia:
Una escena en la que la protagonista es torturada en un órgano que insufla placer sexual, y que Barbarella consigue sobrecargar, y termina en el fantástico el diálogo del Concierge/Durand Durand, cuando Barbarella destruyó “La Sonata para El Ejecutor de La Justicia y Varias Mujeres Jóvenes” a ritmo de “La Tocata y Fuga en re menor, BWV 565” de Johann Sebastian Bach:
“I don't believe it!
Wretched, wretched girl!
What have you done to my Exsexive Machine?!
You've undone it!
You've undone me!
Look!
The energy cables are shrinking!
You've turned them into faggots!
You've, you've burned out the Exsexive Machine!
You've blown all its fuses!”
Y difícil de superar, es la escena del “polvo mental”, donde se aprecia toda la esencia de la obra.
Esos movimientos espasmódicos, esas miradas perdidas, la permanente de peluquería, el humo de los dedos, y la música estridente... es insuperable.
Ni que decir de las imágenes atiborradas de LSD, y el striptease inicial, con una hortera canción, que adorna el ejercicio rimando “Barbarella” y “Psychedela” toda despelotaba delante de su jefe, en tan solo los primeros 5 minutos del metraje, enmascarado por los títulos de crédito, en pleno vuelo espacial.
Curioso es ver a un grupo de señoras, que fuman de una pipa gigante, formada por un globo de cristal, en cuyo interior se encuentra un hombre “indefenso” y del que extraen un líquido llamado “Essence Of Man”...
Y el final de Barbarella, es el sumun del buen rollo, que me encanta, cuando Barbarella, que va en brazos de un ángel extraterrestre típico de ese planeta, le pregunta:
¿Por qué está salvando La Reina, pues en el otro brazo, el ángel la lleva abrazada?
A lo que contesta el buen ángel:
“Porque los ángeles no tenemos memoria”
Este ángel, es ciego literalmente, como la justicia, pero es esa justicia hippie, capaz de perdonar todo menos a Richard Nixon...
Y es que Roger Vadim, era el clásico tipo que “explotaba” a sus mujeres, todas ellas, rubias y atractivas.
Pero lo mismo, terminaban hartas que agradecidas por darlas a conocer, no así en el caso de Jane Fonda, que ella al fin y al cabo, venia de una saga de actores, y de otro continente.
La Fonda, resulta efectiva en su papel, vestida con sus deslumbrantes trajes espaciales, y también sin ellos, con esa expresión en el rostro, de inocencia engañosa y perturbadora.
Y Barbarella hizo explotar el mito de Jane Fonda, como símbolo erótico de la época; lo que hizo de ella, una obra muy entretenida... y atrevida para esos años, con sus pechos al descubierto, tangas, escotes generosos, y posturas de lo más procaces en la gran pantalla.
Poca justicia se puede hacer a Barbarella, simplemente con palabras, pues es más un film artístico y visual, que no de una gran espesura guionista.
Aunque su esposo consiguió extraer de ella, su lado más sensual, sin caer en la banalidad, y convertirla en todo un “sex-symbol”, Jane Fonda preferiría olvidar Barbarella, como la antítesis de su combativa carrera posterior, como luchadora feminista.
Y en el medio, está gran parte de los actores.
Quizás, el más histriónico de ellos, sea Milo O’Shea, actor capaz de lo mejor y de lo peor.
Y habría que mencionar, la inclusión de Marcel Marceau, como Doctor Pink, en uno de sus pocos papeles cinematográficos, y como dato, decir que Anita Pallenberg, es doblada por Joan Greenwood, en la versión original.
Sin embargo, no me veo en condiciones de aseverar, si Barbarella es machista o feminista, surrealista o psicodélica, buena o mala, comedia o ciencia ficción...
Pero si la cogemos, no malentiendan, por el lado más puro del cine, obviamente, Barbarella es una basura psicodélica, que sólo sirve como divertimento, pues tiene el guión más estúpido, que un adolescente “manuelero”, despertando a la sexualidad, y una dirección más nula, que un cero al lado de otro cero más grande, seguido por varios ceros más pequeños; pero posee una fuerza visual que, seguro, la hará perdurar en la historia del cine por siempre.
El caso es que Barbarella, con su extraña nave recubierta de peluche, y los disfraces variopintos que encuentra donde quiera que vaya, es un mito.
Y, desde luego, la música a cargo de Michel Magne, Bob Crewe, y Charles Fox, que sí es un clásico en toda regla.
“Do you want to come and play with me?
For someone like you I charge nothing.
You're very pretty, Pretty-Pretty”
Cuando Jean-Claude Forest, creó en 1962, al personaje de “Barbarella”, es posible que tan sólo pretendiera entretener al mayor número posible de lectores de comics, mediante simples “aventuras por la aventura” y, de paso, endurecer la afición, y no sólo la afición del público masculino, por medio de unos sagaces toques de erotismo que, si bien hoy se nos pueden antojar muy inocentes y “soft”, en su tiempo, eran de mayor envergadura, perdón por lo figurativo, tuvieron que sortear, en alguna que otra ocasión, los zarpazos de la censura.
Pero en aquellos primeros tiempos, fuera de las páginas de los comics, y lejos de sus mundos imaginarios, había un mundo atravesando, al menos en lo que conocemos como “occidente”, un dilatado y traumático período de revoluciones sociales y artísticas, de los que Barbarella es, en cierto modo, una pequeña causa, y también, una consecuencia.
Con todo, Barbarella resultó ser, como hemos dicho, un símbolo, no sólo de la importante revalorización cultural experimentada en aquellos tiempos, tiempos tan receptivos para las experimentaciones artísticas, tanto en general, como concretamente en el campo del comic, sino también, del auge de los movimientos feministas, y el alzamiento de la figura de la mujer en la sociedad.
Lo cual, qué duda cabe, no es poco.
Y Barbarella ha pasado a la historia, sin embargo, por funcionar a su vez, como obra precursora de las muchas heroínas que habrían de venir tras ella, por su sublimación de una heroína erotizada, un personaje contundente, y de marcada personalidad.
Tanto, que su carrera, no terminó en las páginas de un comic.
Barbarella es una declaración de intenciones, casi un panfleto del amor libre, la psicodelia, y muchos de las proclamas del movimiento hippy de la década del 60.
Un futuro de sexo y paz, donde no existen las armas, donde todo se soluciona con amor; donde la experimentación con psicotrópicos está aceptada, e inclusive, se ve como algo bueno.

“In some things the old-fashioned ways are best, after all”



Comentarios

Entradas populares