The Giver

“Search for truth.
Find freedom”

¿Puedes imaginar un mundo, en el que tus recuerdos y emociones, los decide alguien más?
Hay muchas personas a las que les cuesta exteriorizar lo que piensan, pero son más, a las que les es difícil expresar lo que sienten.
La cultura y la educación, tienen un peso importante en esta cuestión.
A expresar los sentimientos, se aprende en la infancia:
Es por eso que los niños que han crecido en casas, donde los padres no se demostraban afecto, donde el padre jamás reconoció sentirse orgulloso, donde la madre callaba cuando se sentía sola o deprimida, o donde los hijos tenían que contener su rabia; hoy son adultos con serios problemas para dar a conocer aquello que sienten.
Uno de los motivos por los que no expresamos lo que sentimos, es para evitar conflictos…
Hay quien cree que así evita hacer daño a otra persona, y no se da cuenta de que el daño se lo hace al reprimirse.
Otra razón puede ser, el miedo a sentirse rechazado, o creer que no le van a entender.
Esto se soluciona, mejorando la autoestima, y comunicándose de forma asertiva.
Además, la sociedad nos dice, que hay ciertas emociones que debemos controlar.
Entonces, están mal vistos:
Los celos, los enfados, la rabia, la ansiedad, la depresión… lo que algunos llaman “las emociones negativas”
Pero si el ser humano no posee emociones positivas ni negativas, lo que debemos aprender, no es a controlarlas, sino a gestionarlas.
Expresar aquello que nos gusta, lo que nos da miedo, decir las cosas que nos generan alegría o tristeza, las que percibimos con asco, expresar nuestro agradecimiento, o mostrar muestras disculpas, es lo que nos ayuda a liberar y a compartir nuestros sentimientos, y es la mejor manera de sentirnos bien.
Pero:
¿Te imaginas vivir en un mundo donde todo es blanco y negro?
¿Dónde siempre que tengas dolor, puedes calmarlo?
¿Dónde no conoces a tus abuelos ni a tus padres?
¿Dónde tu familia no es realmente “tu familia”, y no tienes ningún recuerdo sobre el calor, el frío, el amor, el dolor…?
“From great suffering, great pain…”
The Giver es una película de ciencia ficción, dirigida en el año 2014, por Phillip Noyce.
Protagonizada por Meryl Streep, Jeff Bridges, Brenton Thwaites, Alexander Skarsgård, Katie Holmes, Taylor Swift, Cameron Monaghan, Odeya Rush, Emma Tremblay, entre otros.
El guión es de Michael Mitnick, basado en la novela homónima, escrita por Lois Lowry en 1993; la cual ha vendido más de 10 millones de copias en todo el mundo.
La novela “The Giver” forma parte de una trilogía, junto con “Gathering Blue” (2000) y “Messenger” (2004), ambientados en la misma era futurista; en una sociedad que es presentada primero, como una sociedad utópica; pero, gradualmente, parece ser más bien, una distópica.
A pesar de la controversia y las críticas que despertó la opinión, de que el material era inapropiado para niños, debido a la referencia explícita a la eutanasia y el suicidio; la crítica general, es que el libro glorifica estos temas, como parte de un sistema utópico comunista, y no son pocos los lectores que lo encuentran, más bien, como una fuerte crítica similar a la de “Brave New World” (1932) de Aldous Huxley; y la de George Orwell en “Nineteen Eighty-Four” (1949)
Las 10 semanas de rodaje, se filmaron en localización, y en interiores de estudio, en los alrededores de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde se montó toda la producción.
La historia narra la vida de un muchacho llamado Jonas (Brenton Thwaites), en una sociedad en que ha sido eliminado el dolor, y las disensiones, así como los sentimientos más profundos como el amor, al convertirse a la monotonía y a la igualdad, en un plan que también ha erradicado la profundidad emocional de sus vidas.
Es un “mundo perfecto” en el que se supone que todos son felices.
Las personas viven en una sociedad perfectamente diseñada, y controlada.
A cada uno, se le designa para la profesión que la comunidad, representada por un grupo colegiado de “personas sabias” cree conveniente a sus aptitudes y cualidades.
Así pues, las emociones, e incluso el color, han sido relegados al olvido.
No tienen idea del sufrimiento, el hambre, o la violencia.
Por otro lado, no hay libertad, no hay elección, y no hay individualidad.
Al ser tratados con una inyección diaria regimentada, los seres humanos de esa comunidad, están genéticamente diseñados para no sentir emoción, incluso a ver colores, y el ambiente controlado científicamente, impide cualquier distintivo visual, que pueda estimular la sensibilidad, y alterar el orden de su mundo utópico.
Todos ellos viven en la mismidad:
En casas idénticas, ropas idénticas, y una estructura de la familia, idénticos.
Las familias en esta sociedad inusual, son coordinadas por El Consejo de Ancianos, que se encarga de unir esposos y esposas, pero quienes no conciben a los 2 niños permitidos por unidad familiar:
Un hombre y una mujer que nacen de madres “biológicas designadas”, y después las unidades familiares pueden pedir a cada niño.
La unidad familiar deja de existir, después de que se ha cumplido su propósito de criar a los hijos, en un ambiente controlado.
A medida que los niños crecen, se olvidan de sus “padres”
Así pues, además de una inteligencia brillante, e integridad, hay algo un poco “diferente” y excepcional sobre Jonas:
Él tiene los ojos claros.
Y Jonas, siendo un joven adolescente, es elegido para una profesión peculiar y secreta:
Ser “Recibidor de Memorias”
Por lo que es entrenado por un anciano llamado The Giver (Jeff Bridges), puesto que conserva todos los recuerdos del mundo anterior, por si “los sabios” se encontraran ante un problema, para el que no tienen experiencia.
Es así como el joven descubrirá el dolor, la tristeza, la guerra, y todas las demás duras verdades que conforman nuestra realidad... a la vez que tiene acceso a todas esas otras cosas maravillosas, que nos hacen ser humanos, destacando entre ellas, el amor.
Jonas se dará cuenta del absurdo utópico en el que está sumida su sociedad.
Descubre cómo se controla la natalidad, a través del asesinato de recién nacidos en el hospital, y se ve obligado a huir de ahí, con un bebé al que salva de la muerte, por poseer los mismos dones que él y que iba a ser “liberado”, una forma de decir “asesinado”
Enfrentado a esta nueva realidad, Jonas debe tomar decisiones fundamentales, que pueden cambiar su futuro, y el de todas las personas que le rodean.
La experiencia con The Giver; el anterior “Receptor” que tiene que legarle todos los recuerdos; será vital y traumática, para que Jonas entienda qué es realmente esa sociedad, y cómo ha llegado la humanidad a ese estadio.
Juntos, Jonas y The Giver, llegan a la comprensión, de que el tiempo para el cambio es ahora, que la comunidad ha perdido su camino, y debe tener sus recuerdos de vuelta.
Experimentando emoción por primera vez, Jonas se enamora de su amiga Fiona (Odeya Rush), y él debe correr contra el tiempo, para escapar y salvar su propia vida, y las vidas de las otras personas que ama.
Con el poder del conocimiento Jonas, descubre que lo que está en juego es peor de lo imaginado, una cuestión de vida o muerte para Fiona, su hermano menor Gabriel, e incluso The Giver.
Con pocas posibilidades de éxito, debe escapar para proteger a todos, un reto en el que nadie ha tenido éxito en antes.
El más fundamental de los temas en The Giver, es la memoria y los sentimientos, como una fuente de sabiduría, tanto la felicidad como el dolor.
Ya que la comunidad utiliza reglas estrictas para eliminar la libertad de elección y la individualidad.
Si bien esto se hace para lograr una existencia carente de conflictos y diferencias, se hace evidente rápidamente, que esto es también un mundo despojado de profundidad, y emoción.
“When disorder became harmony”
The Giver aprovecha muy bien todas sus posibilidades, nos plantea un futuro aterrador, que no necesita de elaboradas descripciones, está magníficamente orquestado, y aborda temas vitales para el ser humano.
Todo ello sin olvidar el tono ligero y entretenido, que logra sumergir al espectador, en una trama y un contexto que le absorben desde el principio.
La sutileza de The Giver, y sus buenas intenciones, apuntalan un producto digno que privilegia al humanismo, por sobre la levedad y la apatía…
Quizás, lo más curioso sea el hecho de que, el propio Jeff Bridges, fuera el máximo responsable de su materialización, ya que deseaba adaptar el opus de Lowry desde hacía tiempo, circunstancia que debe haber influido en la elección del también veterano Phillip Noyce, para ocupar la silla del director.
Con un reparto de lujo:
Meryl Streep y Jeff Bridges como veteranos, Katie Holmes en esplendor de madurez, totalmente desaprovechada, no tanto Alexander Skarsgård; y Taylor Swift como Rose Mary, un personaje de relleno, y el protagonismo de Odeya Rush y Brenton Thwaites, como prometedores ganchos para los más jóvenes.
Precisamente, es la presencia del australiano director, la que garantiza una ejecución meticulosa y dinámica, carente de los artificios con los que el “mainstream” suele atosigarnos con otros filmes distópicos para adolescentes.
Los temas que se abordan, como la libertad y la represión, la manipulación de la sociedad, la falta de sentimientos reales, la complejidad de las relaciones humanas, los matices de grises que componen nuestra vida… están presentados de forma que el espectador es el que hace los juicios, sin imponerse la visión del autor, que logra presentar su mundo de una forma sencilla y clara, que huye de los subterfugios.
Como curiosidad, la sala de The Giver, con esa biblioteca llena de libros, y esa escalera genética, que sube y baja, como si fuera un ascensor evolutivo por donde deberá entrar y salir quien manejará los recuerdos y los sentimientos de todos.
Ese lugar plano, no redondo, y por tanto, nada científico, son sus edificios “art decó” y vestuario entre lo militar y minimalista, con alta tecnología, que no solo garantiza el bienestar de los habitantes sin aportarles ningún conocimiento básico de su existencia.
Luego, del otro lado, esos cataclismos que quedan bajo un manto de misterio:
Los líderes de mayor edad de la sociedad sobreviviente, decidieron borrar la memoria colectiva de los seres humanos, y construir un “pseudo paraíso” en el que priman la igualdad y la armonía, a costo de mantener anestesiada a la población, para que sus “emociones” no salgan a la luz.
El consejo de sabios que preside una Meryl Streep, con apariencia de “bruja” gobierna de forma totalitaria, y aparentemente benéfica, bajo un principio:
“Cuando la gente tiene libertad para elegir, elige mal”
No obstante, el sistema perpetúa la memoria pretérita, a través de un hombre:
The Giver, conservador de una inmensa biblioteca mental y física, que guarda los secretos del pasado, para aconsejar con ellos a los sabios.
Es por eso que Jonas es el llamado a sustituirle cuando muera, pero el descubrimiento de ese secreto, tendrá consecuencias imprevistas para el régimen, porque el joven elige cambiar el mundo desvelando la verdad...
Cuando Jonas es seleccionado como el siguiente “Receptor” del catálogo de los sucesos pasados, el joven ve con buenos ojos, el derecho a preguntar, y la posibilidad de adquirir conocimientos, privilegios otorgados por “el statu quo” para convertirlo en un consejero vía las lecciones del “Dador”
Por supuesto, que lo que aparenta ser una transmisión perenne e idílica de saber, pronto deriva hacia un triste despertar, vinculado con los cimientos reales de la comunidad en cuestión.
Jonas irá descubriendo la crueldad, el horror, la falta de libertad, la oscuridad, y el silencio, sobre la que se erige una sociedad que, hasta el momento, le parecía perfecta.
¿Podrá Jonas vivir con semejantes descubrimientos, conociendo la verdad?
The Giver es un film “prometeico”, pues pone sobre la mesa, temas como:
El aborto, la eugenesia, y la eutanasia, el suicidio, o el papel de la memoria “histórica” a un público joven; temas todos ellos serios y complejos, que han motivado la mencionada censura, en algunos lugares de Estados Unidos.
Y digo “prometeico” porque se basa en el concepto de que el conocimiento, siempre proporciona dolor.
La sociedad de The Giver, vive inmersa en la ignorancia:
La ignorancia del pasado, pero también de los sentimientos, de las discusiones, de los distintos puntos de vista... e incluso, de algunas cosas aún más básicas.
En toda esa ingenua sociedad, sólo una persona lleva sobre su conciencia, el peso de todo lo que conlleva dolor; y, además, la historia del anciano “Dador” tampoco es una perla, pues al poner como “Receptor” a su hija, se hace entender, que no lo soportó, y se suicidó.
A cambio de su nueva postura, Jonas sufrirá heridas que le llegarán al alma... y le harán tomar decisiones radicales.
En lo técnico decir que reaparece la manipulación de la fotografía, como recurso alegórico, todo un leitmotiv de la ciencia ficción, y la fantasía ontológicas:
Tenemos blanco y negro para la etapa de esclavitud; y el color para el quiebre de una uniformidad aletargada.
Sin dudas, The Giver posee cierta emoción, al adentrarse a terrenos serios como la muerte impune de niños, o el mal social, y los buenos sentimientos representados en “flashbacks” que son muy breves pero muy buenos.
Mientras el despertar del protagonista es bueno, o al menos la idea de descubrir lo bueno y malo del mundo, es interesante; por otro lado, la historia es tan extrema en la concepción, como suelen serlo la mayoría de los filmes de “Sci-Fi” sobre dis/utopías.
Sacando lecturas:
The Giver es la película más PROVIDA jamás filmada.
¿Por qué?
Porque señala un fuerte contraste entre una vida rica, llena de amor, familia, riesgo, y heroísmo, y la existencia estrecha, superficial y cobarde, que ofrece nuestra tecnificada “Cultura de La Muerte”, quien ve representados en “Los Sabios” a “los ejecutivos filantrópicos de la ONU”; y en la Streep, a una hipotética presidenta Hillary Clinton...
En esa sociedad “benevolente y perfecta” se elimina a los “defectuosos” y a los ancianos, la natalidad está programada, el amor no existe, y la eutanasia y el infanticidio, se practican con asepsia:
“No ha desaparecido el asesinato, sólo le han cambiado de nombre”, descubre horrorizado Jonas.
De hecho, él mismo se verá envuelto en la salvación de una vida humana, muy particular, igual a la suya.
Eso hace de The Giver, una película poderosa, provocativa, y que invita a pensar, y transmite un hermoso mensaje, sobre el poder del amor, y sobre el valor único de cada vida humana, con una hermosa descripción de la naturaleza imperecedera de la dignidad.
Es “notablemente PROVIDA”, no tanto en términos de aborto como de eutanasia, pruebas genéticas, y todo un panel de asuntos bioéticos, y políticos que no indaga mucho en sus principios, solo los presenta.
Los niños, son continuamente mencionados, y aparecen a lo largo de todo el metraje.
Hasta que no se demuestra que los recién nacidos son sanos, no se les permite ir a su hogar, ni siquiera darles nombre…
The Giver, es realmente un medio de reflexión, porque nos recuerda los horribles costes de cambiar la libertad por la comodidad, de permitir que otros tomen por nosotros las decisiones “correctas”
Jonas comprende, al desvelarse el engaño de “Los Sabios”, que sin la libertad de tomar las decisiones equivocadas, no puede haber realmente decisiones correctas.
Interesante la forma en que se transmiten toda la información, lástima que no se revela cómo, aunque supongo que las técnicas holísticas, como el reiki, son impredecibles.
Eso sí, a The Giver le falto un poco entrar en ciertos detalles importantes, como:
¿Por qué Jonas podía recibir estos recuerdos?
¿Cómo hacía el resto de la comunidad para no recordar, esa inyección qué contenía?
¿Cómo y por qué se creó La Comunidad?
¿Qué había/hubo afuera?
Esos detalles hacen que de The Giver sea bastante torpe, que el gobierno conceda la posibilidad de que existan “Los Dadores” si ellos pueden llegar a descubrir el pasado, lo que haría peligrar la estabilidad del Estado.
Al mismo tiempo, no se entiende por qué el gobierno no desea que los recuerdos sean revelados, si ellos no son estrictamente responsables de muchos de los males ocasionados en el mundo…
Si el mundo ha llegado a un estado de paz:
¿No es mejor suspender a “Los Dadores” e iniciar un proceso de rehabilitación de la historia?
¿Por qué instaurar una anarquía?
Lo cual sería mucho más democrático también, sin sacrificar la paz lograda; en última instancia, el tema de la eutanasia parece un “Deus Ex Machina” para que la dictadura totalitaria tenga alguna culpa, que justifique la divergencia del protagonista…
Realmente, a mí me parece una obra muy interesante para espectadores quinceañeros, sobre todo, para luego hablar sobre ella, reflexionar sobre sus temas, el tipo de sociedad que retrata, y las decisiones que toma Jonas, en vez de ir a buscar un motivo masturbatorio con los jovencitos.
La banda sonora de The Giver, fue compuesta por Marco Beltrami; y la bella canción “Ordinary Human” es interpretada por OneRepublic, la cual fue ofrecida especialmente para The Giver.
“How the things looks to the things are, it's very different”
Es un hecho que las personas que reprimen constantemente lo que sienten, bien sea por vergüenza, por timidez, o por miedo, acaban enfermando.
Existen algunas enfermedades, directamente relacionas con la incapacidad de expresar emociones y sentimientos.
Pero además de lo que nos puede ocasionar a nivel físico, vivir guardando nuestros sentimientos, puede llegar a deteriorar seriamente, las relaciones con las personas que queremos.
Saber cuánto queremos a los demás, no es suficiente:
Lo importante es que ellos se den cuenta, decírselos, una y otra vez.
Estamos acostumbrados a dar por sentado, que los demás saben lo que sentimos, o aún peor, tendemos a querer que lo adivinen.
Ésta es la razón, por la que muchas personas se pelean a diario.
Si realmente quieres a esa persona:
¡Díselo!
No esperes una ocasión especial, no busques una excusa para decir lo que sientes.
Puede que te parezca una tontería, pero eso hará que siempre lo tenga presente, que no tenga que imaginarlo, y ayudará a mantener vivo ese sentimiento.
De lo contrario, viviríamos en una cultura de muerte, erigida en régimen, tal como la ficción nos lo ha hecho profetizar.

“You can make things better”



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