Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers)

“Nigdy nie myślałem, spotkamy kogoś takiego jak ty”
(Nunca pensé encontrarme con alguien como tú)

Pocos países, pueden presumir de no haber penalizado, alguna vez en su historia, la homosexualidad.
En Polonia, las relaciones homosexuales fueron legalizadas en 1932, el mismo año se equiparó la edad de consentimiento entre homosexuales y heterosexuales.
Esta situación de tolerancia, y de derechos de la comunidad gay polaca, acabó muy pronto, sólo 7 años después de las nuevas leyes, La Segunda Guerra Mundial empezó, y Adolf Hitler invadió este estado, acabando así, con las anteriores leyes, y persiguiendo a la población homosexual, así como a la judía, gitana, etc.
En 1945, las fuerzas aliadas echaron a los alemanes de Polonia, lo cual no significó una democratización y liberación del estado, pues después de un gobierno provisional, Polonia se convirtió en un estado socialista, estado satélite de La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Aun así, la prostitución homosexual fue legalizada en 1969, aunque continuaba siendo considerada como enfermedad.
Desde la caída del comunismo, Polonia se ha democratizado, y los derechos y libertades de los ciudadanos han aumentado, aun así, al igual que en otros estados ex socialistas, la comunidad homosexual polaca, ni disfruta de los mismos derechos que otros ciudadanos, ni son tolerados de la misma manera que en Europa Occidental.
Una de las posibles causas, es el fuerte arraigo que tiene la religión católica en la sociedad polaca.
En 1991, la homosexualidad fue eliminada de la lista de enfermedades; y últimamente se critica a Polonia, por homofobia.
No obstante, la tolerancia hacia el colectivo gay sigue creciendo, manifestándose ello, en la ley polaca de protección del colectivo, frente a cualquier tipo de discriminación.
La Constitución polaca, por su parte, garantiza a todos los ciudadanos, la igualdad, y prohíbe la discriminación.
Sin embargo, no están permitidos los matrimonios de personas del mismo sexo, ni tampoco la adopción de niños por su parte.
Los partidos de izquierda, declaran abiertamente su apoyo a los homosexuales, mientras que la actitud de los partidos de derecha, es más reservada al respecto.
Y es que la realidad está entre la gente joven, y sobre todo en las grandes ciudades, donde la tolerancia hacia los gay y lesbianas es mucho mayor que en las pequeñas localidades.
En Varsovia, Cracovia, Wroclaw, Poznan, Gdansk, o Lodz, existen muchos locales declarados como “gay-friendly”, siendo la capital polaca, una de las más preparadas para acoger el turismo gay, qué irónico, ¿cierto?
Así, Europa del Este está saliendo lentamente, de un pasado recientemente traumatizado; aislados, maltratados, y muertos de hambre; y culturalmente, Polonia está dominada por un conservadurismo reaccionario, alimentado por una derecha anti-gay, típica del catolicismo centro europeo.
¿Pero son las cosas, realmente tan malas, para las personas homosexuales en la capital de Polonia?
Hay teorías que dicen, que los niños nacen sin una tendencia sexual definida, y otras teorías dicen, que desde que nacemos, tenemos determinado que preferencia sexual tendremos...
“Dlaczego mi tego zrobić?”
(¿Por qué me haces esto?)
Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) es una película polaca, dramática, del año 2013, escrita y dirigida por Tomasz Wasilewski.
Protagonizada por Mateusz Banasiuk, Marta Nieradkiewicz, Bartosz Gelner, Katarzyna Herman, Olga Frycz, Izabela Kuna, Miroslaw Zbrojewicz, entre otros.
Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) ha sido promocionada como la primera producción polaca, que se ocupa principalmente del tema de las relaciones entre personas del mismo sexo, que trata de desafiar las normas sociales y culturales locales existentes sobre la homosexualidad, cosa que no es tan cierto; ya que en Polonia, al menos, la temática gay en filmes, es incipiente, por lo que Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) sigue la estela de más de media docena de películas polacas, con temática homosexual, realizadas en los últimos años; lo que sí puede verse como la primera en temática bisexual polaca conocida.
En palabras del director:
“El fondo social presente en Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) es importante y, sobre todo en Polonia, es lo que garantiza esa cierta pesadez que yo andaba buscando”
El título, según el director, proviene “cuando era un niño, fui con mis padres a New York.
Mi padre estaba tomándonos una foto, al lado del edificio de la ONU, cuando se me ocurrió la idea de rascacielos flotantes, “Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers)”
Y me dije que haría una película sobre ello, pues desde siempre, he querido hacer cine.
Ese título volvió a mi mente, cuando estaba escribiendo el guion, y lo recordé de nuevo en la historia de mis personajes.
Se trata, evidentemente, de una metáfora:
Para mis personajes, es el lugar en el que las cosas saldrán bien”
La trama sigue a Kuba (Mateusz Banasiuk), un atleta que vive con su novia Sylwia (Marta Nieradkiewicz), pero que se siente insatisfecho con su vida.
El encuentro con un joven gay desinhibido, Michał (Bartosz Gelner), lo llevará a explorar, no sin pudor, la posibilidad de una homosexualidad, hasta ahora reprimida; aunque sus conflictos personales aumentan, cuando Sylwia, su novia, se resiste a dejarlo ir, volviendo la situación no solo compleja, sino también reveladora.
Una vez más, la bisexualidad está reflejada de modo tortuoso y conflictivo, con el personaje protagonista, consumiéndose por no poder mostrarse al mundo, como en realidad es, dejando que en la intimidad, otros hombres le practiquen sexo oral, pero no permitiendo que le besen en la boca, como si esto le hiciera perder su virilidad…
El personaje de Kuba, cómo no, mantiene esa lucha interior, entre continuar con la estabilidad que le da su relación con su novia, y el estar volcado en el deporte, o romper con toda esa quimera; y gritar a los cuatro vientos, su amor por Michał, al que se presenta como un joven, cuya sexualidad ha sido, más o menos, bien asumida por su familia, pero que supone un motivo de alejamiento con la figura paterna, ya que no faltan las típicas conversaciones sobre fútbol, entre el padre y el hermano heterosexual durante la comida en la mesa, mientras que a Michał se le hace un poco el vacío.
El tercer vértice del triángulo, Sylwia, es el más interesante, por encontrarse en el puesto de “víctima colateral” de ese amor prohibido, pero aun así, termina resultando irritante y antipático, por la poca dignidad de la que hace gala en los momentos más decisivos.
“Give me a reason to love you.
Give me a reason to be a woman.
I just wanna be a woman”
La que está considerada “la primera historia gay”, llevada al cine en Polonia, se abre con una escena en la que Wasilewski pone la cámara enfrente de unos baños masculinos:
No vemos personajes, sólo un paisaje cerrado, totalmente aislado, y una serie de ruidos que insinúan una felación.
El director utiliza la escena, para presentar al espectador, el camino que va a tomar Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers)
Asienta el aspecto puramente realista, en el retrato de las relaciones, en base a un conjunto de escenas que destacan por su dureza, y facilidad para conmover.
No nos encontramos con la típica historia gay luminosa, jovial, y donde la feminidad es utilizada para explotar ciertos toqueteos con la comicidad; porque Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) es un relato oscuro, de acabado sombrío.
Y Wasilewski lleva esta búsqueda de sí mismo, a callejones lluviosos, localizaciones subterráneas, y recónditos escenarios, con estructura estrecha agobiante, como los del Trasa Toruńska, o los parqueos.
No se recurre a esto, para trasladar una historia sobre la bisexualidad a esos ambientes sórdidos, con los que habitualmente se relacionan a una historia de estas características, sino para inyectar un estilo visual, acorde a unas dosis de dramatismo, acordes a su discurso.
La clandestinidad de la relación, se verá ampliamente reforzada ante este planteamiento.
Así las cosas, el director desarrolla Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) entorno a ideas, de cómo afianzar su propia personalidad, establecer una identidad, y asumir sus decisiones, en medio de una sociedad que intenta imponer conductas, y opciones mayoritarias.
El protagonista, miembro de un club de natación, perfectamente encarnado por un gestual Mateusz Banasiuk, lucha entre el amor hacia su novia, y las pulsiones sexuales que siente hacia las personas de su mismo género.
Dubitativo ante su orientación sexual, el encuentro con Michał, un joven que ha asumido plenamente su sexualidad, le podría ayudar a decidir pero, evidentemente, nada es tan simple, como lo que es evidente.
En esencia, Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) ofrece una diatriba sobre esto, pero como mero soporte para su verdadero “leitmotiv”, la firme búsqueda de la identidad bisexual del protagonista.
La homosexualidad, o podríamos hablar de su bisexualidad, presente en la relación, pasa a un segundo plano, sin ser recurrida para ofrecer reflexiones morales, cuando la historia se centra en el interiorismo de Kuba.
Él descubre cómo lleva viviendo en un engaño, al no soltar unos sentimientos que tenía ocultos, en su más profundo interior.
En el proceso, el protagonista se recluirá en ese espacio propio, donde disfruta de una fidelidad hacia sí mismo:
En esa piscina que le permite lograr cierta evasión, ese hábitat natural, donde cabe destacar, la perfecta ENORME puesta en escena del director, en un medio tan difícil de rodar, como es en el agua.
Y Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) se aprovecha de la homosexualidad, para ofrecer ciertos choques racionales, alrededor de su temática:
Michał, el joven del que Kuba se siente atraído al instante, ve su condición sexual, como algo perfectamente asentado, lo que le permite actuar en la historia, de un modo completamente natural.
Esto deberá coexistir, con una personalidad que tras años de letargo, busca rasgarse, expandir esos sentimientos a los horizontes que una fascinación necesita para su desarrollo.
Si bien es cierto que, el director peca de cierta comodidad al no profundizar este encontronazo emocional, algo de lo que peca también el dibujo de personajes, que se queda parco en algunos segmentos; sí que resulta más oficioso, la manera en la que se nos presenta los entornos familiares de los protagonistas:
La forma abierta, con la que la madre de Michał comprende la condición sexual de su hijo, choca  con el sometimiento con el que Kuba ve más difícil su liberación, ya que su relación maternal aborda sobre él, una exigencia enorme.
Además, su novia Sylwia, le somete con las obligaciones de mimar una relación consolidada en el tiempo.
Cuanto más grande sea la liberación interior de Kuba, más será el distanciamiento con sus lazos familiares, algo que originará un desenlace dramático, un desesperanzador final, que dejará en el espectador, un sentimiento consternado, ante una de las conclusiones más desoladoras que esta historia pudiera tener.
Y no se puede poner ninguna objeción, a la dirección de Wasilewski, con una fotografía pulcra, una dirección de actores correcta, y una atmósfera que va envolviendo, lentamente en su tránsito, a una tragedia, casi poética.
A Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) le han adjudicado, incluso desde antes de su estreno, la coletilla de provocadora.
En un país como Polonia, todavía se ponen este tipo de etiquetas, a productos que toquen, no hace falta que se adentren demasiado, con temáticas como la homosexualidad o bisexualidad.
Es cierto que Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) no se echa atrás al rodar las escenas de sexo, y que en ella late una historia sentimental entre 2 hombres, con mujer de por medio.
Toda esta historia de amor y definición, por parte de un joven deportista, está muy bien contada, y el interés va en aumento, ya que el director hace partícipe al espectador, de las dudas y de los altibajos del protagonista, magníficamente interpretado por Mateusz Banasiuk, quien además ofrecerá a la pantalla, todo el esplendor de su atlético cuerpo de nadador.
Y en el agua, de la piscina, de un río, de las fuentes, de la lluvia, y hasta en el agua de una bañera, por último, encontraremos el símil de la purificación que no siempre es tal.
Para el director:
“Kuba, que es nadador, y pasa muchísimo tiempo en la piscina, el agua es el medio más natural, el que le otorga la libertad.
Sin embargo, en ese medio se sufre la falta de oxígeno, y, desde que sale del agua, todo le asusta en el mundo real, y en la vida cotidiana”
Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) va cargada de un fuerte, tenso, y bien compuesto erotismo, con desnudos frontales evidentes, que ayuda mucho a entender lo que le ocurre a Kuba, y lo que siente el espectador.
Las escenas sexuales, tanto las que tienen Kuba y su novia, como las gays, sin ningún tipo de protección, lo que da un ejemplo imprudente a la audiencia; están rodadas con gran naturalidad y realismo.
Tampoco escatima el director en algunos momentos, de mostrar la cruda violencia, que hacen que la propuesta sea, un tanto desagradable, para un público que no guste de sensaciones demasiado fuertes.
Wasilewski apuesta por el silencio, por arrinconar palabras y gestos; su mayor talento está en las situaciones que no requieren muchos diálogos, como en una impresionante escena, en la que el confundido Kuba se decide a proponer a Michał, que vaya a cenar a su casa, y los 2 cenan con Sylwia, en completo silencio.
Lo extraño del momento es evidente, pero los actores, todos ellos estupendamente dirigidos por Wasilewski, mueven la historia, a través de miradas y lenguaje corporal.
Resulta similar, otra escena en la que los 3 deciden irse de acampada al mar, llena de tensión, hasta el enfrentamiento entre Sylwia y Michał.
Pero esa decisión silente y gestual, afecta al resto de los elementos cinematográficos; pues no dicen en palabras lo que el corazón siente.
La puesta en escena es fría, casi aséptica, y la visión que se ofrece de Varsovia, raramente ofrece algo de luz, está oscurecida, anunciando un cierre que puede parecer abrupto.
La carga simbólica que parecía arrastrar hasta el epílogo, con 2 golpes de guion, bofetones, casi consecutivos, se diluye.
Y es el guión, la parte más endeble, incuestionable, la zona a la que más pegas se le pueden poner.
Es noble el empeño de Wasilewski, y es importante que se normalice la aparición de películas de este tipo, pero no sabe escaparse de convencionalismos:
Ahí tenemos a ese tercer vértice del  triángulo, un joven de clase alta, madre comprensiva, y padre que niega su tendencia sexual...
Y haciendo más incisivo en el asunto, lo que en realidad encuentro en Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers), es un retroceso no deseado, a los días en que los gays en el cine, siempre fueron los desafortunados, insatisfechos, castigados, malos, locos, o son asesinados.
En cierto modo, Kuba representa el ideal de la sociedad de un hombre:
Si uno se comporta como un hombre, tiene una mujer, o mujeres alrededor, entonces está bien.
A pesar de que, en el fondo, Kuba podría sentirse diferente.
Por otro lado, el carácter Michał representa a una persona minoría más progresista, desde que está fuera de sí mismo, y tiene una relación estrecha con su madre.
Pero seguimos viendo el regreso al tedio del gay inadaptado, muy ampliada, con heterosexuales amenazados, moralmente indignados, con padres traumatizados, bofetadas proverbiales en todo el rostro, silencios largos pedregosos, angustia, el intenso sentido de la pesada carga de “oh-no-Él ser-gay!” problemática y, finalmente, el golpe gay inevitable.
Si hay algo nuevo, acerca de Kuba, es la posibilidad de que él es, de hecho, no un personaje gay, sino un personaje bisexual.
Ciertamente, Kuba vive todos los dilemas psicológicos primarios, que definen las pruebas de la verdadera bisexualidad, pues él vive con su novia, desde hace 2 años, a la que dice amar continuamente.
Es que la bisexualidad, es una de las minorías sexuales emergentes de la época, en términos de entendimiento reciente, y conceptos erróneos.
Como representación de los obstáculos de cumplimiento bisexual, la historia sirve bien; pero Wasilewski cae en la manipulación desinformada, en la fijación de la identidad en el eje del gay, en vez de inferir nociones acerca de las sexualidades, en las que se cree, actualmente, estar equivocado, y que es perjudicial para la comprensión, tanto de las necesidades emocionales de los gay, y la verdadera bisexualidad.
Aparte del hecho de no manejar esa temática, de las minorías sexuales, un tanto incongruentes, con el nivel de perjuicio retratado, los personajes se la pasan en las galerías de arte, fumando porros, escuchar buena música, socializando en reuniones de centros urbanos subterráneos, usan ropa de moda, tener apartamentos con todos los últimos dispositivos que significan el acceso crucial a Internet…
¿Entonces, cómo Wasilewski puede imaginar, que el tema gay podría recibir una acogida tan unánimemente negativa, entre este grupo de personas?
La única concesión que se podría conceder al director, es que él está en desacuerdo, en retratar una Polonia que pudo haber tenido una recuperación material, pero carente de cualquier tangible reciente de revolución social, esa es la mentalidad social, que sigue siendo efectiva desde “La Edad Oscura”
Si bien, no hay evidencia de que este sea necesariamente el caso en la capital de Polonia; si la realidad en Polonia fuera así, entonces:
¿No sería, en cierto sentido, el deber de ofrecer una visión diferente, una manera diferente de pensar a la polaca?
Desafortunadamente Wasilewski no hace esto, y lo que tenemos aquí, es un ejemplo de las actitudes sociales que se presentan, como la inmadurez cultural, en gran parte, debido a que el perjuicio retratado es omnipotente.
Lo que es más, el grado de perjuicio, tanto permanece sin examinar y sin respuesta, pero en vez, aceptado, y quizás incluso, a título gratuito, celebrado.
Aunque el director celebra públicamente, la creación de una película de temática gay, lo que ha creado, de hecho imperdonablemente, es una película homofóbica, que se deleita en la manifestación de victimismo gay, y no tiene el coraje de establecer una visión sostenible para las minorías sexuales, en el cine polaco.
Así las cosas, Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers), a pesar de su buen puñado de aciertos, no escapa, desgraciadamente, a esa incómoda sensación de “déjà vu” que parece embargar al espectador con demasiada frecuencia, cuando asiste a este tipo de narraciones, sobre descubrimientos sexuales, repletos de complicaciones.
Lamentablemente, la historia no ofrece nada que no hayamos visto antes, está plagada de lugares comunes, y sus personajes están construidos a base de clichés.
Wasilewski sabe rodar estupendamente, pero se muestra incapaz de insuflar de auténtica emoción a su historia de amor.
Mucho juego de miradas, mucha tensión sexual en el aire, sí, pero a la hora de la verdad, el fuego no llega a quemar, como sería de esperar.
Y me extrañó, grandemente, esa resignación que parece rodear a los personajes, los cuales aceptan su realidad, y ninguno consigue imponerse a ella, decidiendo tomar las riendas de una vez por todas, y decidirse abiertamente por la otra opción:
Buscar la felicidad, viviendo la vida con la que siempre ha soñado.
Pero no hay lugar para soñar, en un ambiente donde la realidad, parece ser la que nos imponen, y la única opción posible, parece ser, la del más fuerte.
Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) no me ha servido de ejemplo vital, y tampoco creo en ese final, porque parece que el único que se decide a luchar, está abocado a la ruina.
Prefiero creer en otra vida, donde aquél que lucha, encuentra su objetivo, y por tanto, la satisfacción de una vida feliz y plena, con sus días bueno, y otros no tanto; pero por encima de todo, completa, íntegra, y satisfactoria. si bien Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers) no quiere sentar cátedra, deja en libertad la crítica a cada espectador, y que bajo una crónica sentimental, esconde una fotografía al desnudo, de una sociedad, en este caso, la polaca, de una radicalidad y violencia sospechada, pero casi nunca visible.
“Chcę się wiele rzeczy, jak również, ale nie mam ich”
(Quiero un montón de cosas, pero no los tengo)
El cine de temática bisexual, ha continuado visitando en los últimos años, cada vez con más asiduidad.
La normalización de este tipo de obras es, a priori, una feliz noticia para los aficionados al subgénero, pero también, se corre el peligro de caer en la repetición de los mismos esquemas, ante la avalancha de títulos que cuentan, con leves modificaciones, las mismas o sospechosamente, similares historias.
Como mensaje, Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers), quiere luchar, aunque no lo logra, contra los deseos reprimidos, que son todas aquellas cosas que una persona desea hacer, y no hace.
En la capacidad de una persona de reprimir sus deseos, es proporcional al aguante que tiene la persona para ser infeliz, y soportarlo.
No hay seres humanos que viven enormemente bien, y otros que viven enormemente mal, porque sea justo, simplemente porque unos tienen deseos reprimidos, y otros no, y el reprimirse, o no los deseos, es lo mismo que la valentía que tiene alguien para luchar por su vida, o cumplir sus sueños.
Lamentablemente en Płynące Wieżowce (Floating Skyscrapers), la felicidad es reprimida y castigada, ya que la única forma de superar los deseos reprimidos y cumplirlos, es ser honesto.
¿Sabes cuál es la mejor forma de superar cualquier deseo reprimido?
Simplemente actuando, con valentía, sin miedos, ni excusas…
¿Aun cuando te cueste la vida?

“I feel you”



Comentarios

Entradas populares