Mata Hari

“A whore?!
Yes, but never a traitor!”

El siglo XX, dio origen a 2 símbolos de espionaje glamuroso:
Uno masculino, y el otro femenino, pero si James Bond fue un personaje ficticio, creado por el novelista inglés, Ian Fleming en los años 50; Mata Hari fue una mujer real, que no tenía nada que ver con los espías...
De nombre completo, Margaretha Geertruida “Margreet” Zelle MacLeod, más conocida como “Mata Hari”, fue una famosa bailarina y actriz, condenada a muerte por espionaje, y ejecutada durante La Primera Guerra Mundial.
La palabra “matahari” significa en idioma malayo, “sol”, y literalmente “ojo del día”
Su padre, Adam Zelle, era un sombrerero; y su madre era Antje van der Meulen.
Al morir la madre, su padre suplió la ausencia materna con excesivos cuidados hacia una joven, que muy pronto destacó por su belleza.
La fama de seductora de Margaretha, se inició a los 15 años, en la Escuela Normal de Lyden, donde fue enviada junto con sus hermanos.
La mayor parte de sus años en Lyden, los pasó huyendo del acoso sexual, y de los castigos del director de la institución, un tal Wibrandus Haanstra, quien llegó a arrastrarse a sus pies, a gimotear en público, y a escribir horrendas poesías, con tal de conseguir sus favores.
Al final, Margaretha se casó a los 18 años, con El Capitán Rudolf John MacLeod, tras mantener una breve correspondencia, pues no lo conocía en persona, siendo mucho mayor que ella, y que había puesto un anuncio en un periódico.
A saber, desde niña, los uniformes militares, habían suscitado en ella, una especial atracción.
Con El Capitán, tuvo 2 hijos, siendo el varón llamado Norman-John MacLeod envenenado, presuntamente en venganza, por el trato dado por su marido, a un sirviente nativo; una cuestión acaecida en su estancia de casada en Java, donde había sido destinado su esposo.
La muerte de su hijo Norman-John, supuso un duro golpe para la familia.
El marido buscó amparo en la bebida, y empezó a frecuentar poco el hogar.
Se dice, que esa soledad, llevó a Margaretha a sus primeros contactos con la cultura javanesa, y con las técnicas amatorias orientales, que le proporcionarían años más tarde, la fama como cortesana de lujo.
De vuelta a Europa, tras separarse, y perder en Holanda, el juicio sobre la custodia de su hija, llamada Jeanne-Louise MacLeod, debido a su libertina vida en la isla, según declaró su marido, realizó más tarde, algunos intentos fallidos en París, como modelo de diseñadores, fracasos que conllevaron a un auténtico trauma en su vida, por carecer de recursos económicos para vivir.
Al final, consiguió el divorcio en 1902, aduciendo maltratos; y la pequeña Louise, se quedó con el padre, y la señora MacLeod se fue a París, en 1905.
Margaretha, armada de valor, y amparada en sus rasgos orientales heredados de su madre; la literatura romántica de evasión de finales del siglo XIX, había popularizado una imagen difusa, y añorada de la oriental; y con sus ojos oscuros, que eran particularmente expresivos, su 1,75mts, cabello oscuro, y la clásica figura de “reloj de arena” con cintura estrecha y amplias caderas, fue la sensación de la época.
Fue aquí cuando nacieron sus fascinantes historias:
Margaretha cambió su acento, y ayudada por su colección de pulseras y adornos de las bailarinas javanesas, además de su increíble imaginación, comenzó con la mítica historia de “Mata Hari”
Aprovechando estas circunstancias, se hizo pasar por una supuesta “Princesa de Java” ejerciendo de bailarina exótica, protagonizando espectáculos de “strip tease”
Primero bajo el nombre de Lady MacLeod, y después como Mata Hari, ejerciendo de bailarina exótica, y protagonizando espectáculos de danza, donde se iba desnudando poco a poco, aunque nunca de la parte superior, pues según ella, su marido le había arrancado un pezón, en un acto de ira.
La mentira e imaginación, como salida obligada para superar su penosa situación económica, empezaron a dar sus frutos, y a la vista de sus ventajosas consecuencias, pasó a convertirse en algo habitual.
En París, Mata Hari fue un revuelo, con auténticas pugnas por conseguir localidades de las primeras filas en sus espectáculos de danza.
También, fue cortesana, y tuvo romances secretos, con numerosos funcionarios militares, e incluso políticos de alto nivel, y, en general, con la alta sociedad.
Su fama como bailarina crecía, pero ya no era tan joven y, al ir perdiendo sus encantos físicos, que conforme al canon de belleza actual, no parece que fueran tan extraordinarios, empezó a ejercer con más frecuencia de cortesana, amparada por el mito que había creado, para seguir manteniendo el mismo nivel de vida.
Ella además, supo sacar provecho de las veladas privadas, en las que cobraba hasta 10,000 francos por noche, y llegó a ser tan popular, que su nombre se usaba como marca de cigarros y perfumes.
Tuvo una serie de amantes, de varias nacionalidades, en los más altos círculos políticos y militares, entre los que destacaron:
El Príncipe Friedrich Wilhelm Victor August Ernst de Hohenzollern, heredero al trono alemán; El Mayor Arnold Friedrich Wilhelm Kurt Kalle, alto jefe militar alemán; Adolphe Marie Messimy, Ministro de Guerra Francés; Alfred Kiepert, un latifundista alemán; los compositores: Giacomo Puccini y Jules Massenet; El Barón Henri James Nathaniel Charles de Rothschild, que le dio varias pulseras de rubíes y diamantes; Jules Martin Cambon, Embajador Francés en Estados Unidos, España, y Alemania; y Tadea Mirszlac, la gitana amante de Franz Josef Karl von Habsburg-Lothringen Emperador de Austria, Rey Apostólico de Hungría y Rey de Bohemia, entre otros título; y de su hijo El Archiduque Rudolf Franz Karl Joseph von Habsburg-Lothringen, Príncipe Heredero de Austria, Hungría, y Bohemia.
Y es que Mata Hari, era irresistible para los hombres, y según se cuenta un policía alemán que la investigó por cargos de “indecencia” terminó acostándose con ella.
Jules Massenet le escribió una parte danzada para ella, en 1906, en su ópera “Le Roi de Lahore”; Felix Xavier Rousseau, un exitoso banquero, fue otro de sus amantes, y quien le compró una carísima villa, en el suburbio parisino de Neuilly.
Todo el mundo quedaba extasiado ante su belleza… y los hombres se rendían fácilmente ante sus encantos seductores.
Ella lo sabía, y supo explorarlo muy bien.
Es difícil dilucidar, hasta qué punto Mata Hari llegó a disfrutar en sus relaciones sexuales, ya que según se cuenta, su vida amorosa siempre estuvo imbricada en su trabajo.
Ella misma decía de sus dotes de bailarina:
“Nunca supe bailar bien.
La gente acudía a verme, porque fui la primera que se atrevió a exhibirse desnuda en público”
En aquellos tiempos, como Mata Hari, intentó recuperar a su hija, que vivía con su padre, pero resultó imposible.
Aquella niña, murió en Los Países Bajos, de un ataque al corazón, años después de la muerte de su madre, curiosamente, días antes de un viaje a Java, en el que había puesto muchas esperanzas.
En el año de 1917, un año antes del final de “La Gran Guerra”, Mata Hari fue sometida a juicio en Francia, acusada de espionaje, de ser una agente doble para Alemania, y de haber sido la causa de la muerte de miles de soldados.
Se dice, que el joven oficial ruso, de 23 años, Vadim Masloff, del que estaba enamorada, y para el que se dice, que habría aceptado el encargo de espiar para Francia al embajador alemán en Madrid, habló de ella en términos de “mujer aventurera”, una vez que supo de su encarcelamiento.
Su caída empezó, cuando Margaretha acudió a las autoridades francesas, para conseguir un visado especial, para el tránsito por el territorio en guerra, que era necesario para visitar al joven oficial en el hospital donde se encontraba, por haber sido herido.
Fue entonces cuando él le propuso trabajar para el gobierno de la República como espía.
La tesis más extendida sobre Mata Hari, es que aunque reveló algunos datos sobre algunos movimientos militares alemanes, como el desembarco nocturno de algunos oficiales del Káiser en Marruecos, y que comunicó al enemigo, movimientos de tropas francesas, que conocía por la prensa de París, no parece que Mata Hari fuera una espía importante, aunque llegó a ser acusada por Francia, de haber sido entrenada en Holanda, en una escuela para tal fin.
Mata Hari era más bien, una cortesana en aquellos momentos, que aceptó presuntamente encargos de este tipo, para mantener su nivel de vida, y poder visitar, en territorio de guerra, a su joven amado herido en combate.
Quienes han estudiado este personaje, dicen que en realidad, se tomó esta labor como un juego, no siendo plenamente consciente del riesgo.
Otros más contundentes afirman que la belleza de Mata Hari atrajo a miles de militares de muchas nacionalidades, con quienes se acostó, y que muy probablemente, fuera ligada por ello, al espionaje internacional.
“¿Una ramera?
¡Sí!, pero una traidora…
¡Jamás!” es una frase que se le atribuye a Mata Hari, durante el juicio sumarísimo al que fue sometida; donde fue declarada culpable, sin pruebas concluyentes, y basadas en hipótesis no probadas, que hoy en día, no se sostendrían en un juicio moderno.
De hecho, una asociación de su ciudad natal, solicitó al Ministerio de Justicia francés, una revisión póstuma del caso, pero esta petición no fue atendida.
El día de su captura, pidió que se le diera tiempo para ducharse, y cambiarse, pero al cabo de unos minutos, regresó completamente desnuda, y repartiendo bombones a sus captores, en una acción fallida por disuadirlos.
Hasta pocas horas antes del fusilamiento, Mata Hari tuvo la esperanza, de que El Presidente de La República, le concediera el indulto.
Margaretha Geertruida Zelle, siempre proclamó insistentemente su inocencia, hasta el último instante, siendo ejecutada por un pelotón de fusilamiento, el 15 de octubre de 1917, en Vincennes.
La leyenda sostiene, que la escuadra tuvo que ser vendada, para no sucumbir a sus encantos.
Sin embargo, son probados los hechos, de que lanzó un beso de despedida a sus ejecutores, y que de los 12 soldados que constituían el pelotón de fusilamiento, sólo acertaron 4 disparos, uno de ellos, en el corazón, causándole la muerte instantánea.
El oficial al mando, como así se disponía en estos casos, ultimó el acto innecesariamente, con un disparo de gracia en la sien.
Y la noticia de su fusilamiento recorrió el mundo.
Hay incluso, una narración periodística, que detalla este dramático momento, describiendo la expresión de su rostro, la forma en que cayó, y la disposición final del cuerpo en el suelo.
Estos hechos, entre otros, constan en el acta del juicio, que no fue revelada hasta bien entrada la década de los años 1950.
La acusación de haber sido la causante de la pérdida de miles de vidas, y ajusticiada por ello, puede ser tomada como una acción de distracción, propia de tiempos difíciles, en un momento en que era habitual, que cientos de jóvenes franceses, fueran ejecutados en el frente, por deserción.
Había batallas con cifras de cientos de miles de muertos y, en los que el ejército vencedor había tenido un número de bajas, era sólo algo menor.
Eran, con cierta frecuencia, auténticas carnicerías humanas, que inundaban las trincheras, con restos de cuerpos humanos, tras enésima explosión, por lo que se pedían soluciones expeditivas, ante cualquier atisbo de culpabilidad.
Uno de sus biógrafos dice, que el mito vivo que ella representaba en su tiempo, y la limitada repercusión dramática y directa de la guerra en la capital parisina, creó en ella, una actitud psicológica, poco consciente, como para que no se diera cuenta de lo peligroso que era lo que estaba haciendo, pensando que siempre tendría la ayuda de sus amantes, muchos de ellos, en altos cargos políticos.
Así pues, vestida y maquillada como para una gran ceremonia, no permitió que le taparan los ojos, y miró sin rencor a los oficiales del pelotón de fusilamiento.
Nadie reclamó su cadáver, su cuerpo que no fue enterrado, y se empleó para el aprendizaje de anatomía de los estudiantes de Medicina, como se hacía con los ajusticiados en aquella época, pero su cabeza, embalsamada, permaneció en El Museo de Criminales de Francia, hasta 1958, año en el que fue robada, seguramente por un admirador.
Mata Hari, muerta a los 41 años de edad en 1917, sigue siendo un personaje de leyenda.
A pesar de la distancia en el tiempo, pocos son los acercamientos a su persona, que dibujan claramente, lo que al parecer era en realidad, una mujer que estaba dispuesta a todo, para poder seguir viviendo en el lujo.
Margaretha como mujer, consiguió la fama póstuma; y salieron a la luz muchos libros, y decenas de películas, dedicadas a ella.
En cuanto al cine, ha tratado el tema de Mata Hari desde diferentes aristas.
Algunos films, reproducen aspectos de su vida, en otros, es el pretexto para desarrollar la trama.
“I am a woman who enjoys herself very much; sometimes I lose, sometimes I win”
Mata Hari es una película dramática del año 1931, dirigida por George Fitzmaurice.
Protagonizada por Greta Garbo, Ramon Novarro, Lionel Barrymore, Lewis Stone, C. Henry Gordon, Karen Morley, Alec B. Francis, Blanche Friderici, Edmund Breese, Helen Jerome Eddy, Frank Reicher, entre otros.
El guión es de Benjamin Glazer y Leo Birinsky; basados en la vida de Margaretha Geertruida Zelle “Mata Hari”, una exótica bailarina, acusada y ejecutada por espionaje, durante La Primera Guerra Mundial.
Comercialmente, Mata Hari era la película más exitosa de Greta Garbo, y el filme más grande del año de la MGM, con ganancias de casi $1 millón.
Mata Hari fue una sensación en los EEUU, y en el extranjero, especialmente en Europa continental, igualó las de los EEUU.
Estos ingresos brutos combinados, ascendieron a $2,227 millones o $3,160.1862, ajustados por la inflación.
Mata Hari fue estrenado en New York, la noche de fin de año de 1931, a los 14 años de la muerte de Mata Hari, siendo para Garbo, la película #15 de las interpretadas para la MGM.
La acción tiene lugar en París y alrededores, entre 1905 y 1917; y narra la historia de una mujer bella y voluble, Mata Hari (Greta Garbo) que, sin pasado, llega a París en 1905, donde trabaja como bailarina.
Alcanza gran renombre por su belleza exótica, y por el elevado número de sus amantes, entre ellos:
El General Serge Shubin (Lionel Barrymore) y Alexis Rosanoff (Ramon Novarro)
Pero es acusada de espionaje a favor de Alemania, es arrestada el 13 de febrero de 1917, y juzgada.
Mata Hari recoge, sin análisis críticos, la versión oficial francesa, que establece que cometió un asesinato, y provocó medio millón de muertos en el campo de batalla.
La historiografía basada en la documentación del juicio, pone de manifiesto la inconsistencia de las pruebas de la acusación, y del contraespionaje francés.
La sentencia, se basó en hipótesis, conjeturas, y sospechas.
Ella siempre defendió su inocencia.
La película Mata Hari, la convirtió en figura mítica y legendaria del alto espionaje, olvidando la injusticia del procesamiento, y la tragedia de su vida personal.
Eso sí, toma partido a favor de los franceses, y en contra de los alemanes, encarnados en la figura pérfida de Andriani (Lewis Stone), por lo que la dirección, explica una historia conmovedora e interesante.
Y como tal, Mata Hari fundamentó el despegue del encumbramiento de la actriz, La Divina Greta Garbo; dejando de lado la exploración de la verdad, de una mujer que se enfrentó con entereza a un destino que, por ser mujer, se ensañó con ella antes, y después de la muerte.
“The only way to resign from our profession is to die”
Respetando los datos fundamentales de la vida de Mata Hari, tales como bailarina y espía, Fitzmaurice realiza una obra, a mayor gloria de Greta Garbo.
La Garbo tiene un lucimiento personal como pocos en Mata Hari, muy bien ataviada, regia, e imperial, y es que se luce con aditamentos propios de la realeza, joyas únicas, realizando un número de baile, siendo casi una reina adorada por todos, hacen que La Garbo sea una estrella que fulgura inconmensurable en el firmamento, y en Mata Hari, la vemos radiante como pocas veces, un auténtica diva del cine, en sus albores, inmortal fémina del ecran, que brilló en este arte, en los días en que aún estaba dando sus pasos iniciales, cuando una diva con todas sus letras, todavía no aparecía, eran los días de Greta Garbo.
Lo único en lo que falla Mata Hari, es en el baile en sí, que es de todo menos baile, pero como es al principio, pronto se pasa el mal trago, y puedes disfrutar de “La Esfinge”
Ramón Novarro también está muy bien, muy natural, aunque su personaje resulta un poco blandengue, como para enamorar a Mata Hari.
Como muchas otras veces, la historia original, de la espía bailarina Mata Hari, no es respetada cabalmente, y como otras sendas ocasiones, mencionaré que eso no es lo primordial, pues el que desee aprender de historia, debe consultar un texto sobre el tema, y no en Mata Hari, esto por supuesto, sin llegar a extremos de destrozo, o arbitrariedad en ese proceso.
Y como en muchas películas del Hollywood Pre-Código Hays, Mata Hari fue censurada en su reedición de mayo 1939, después de la aplicación del Código Hays.
Por lo menos, un corte fue hecho en la escena de la seducción del Teniente Rosanoff por Mata Hari; el final de la escena, se adelantó con un desvanecimiento.
Cuenta la leyenda urbana, que existe una versión censurada, otra gracia que agradecer a la censura, en la escena del baile adoración a Shiva, supuestamente, con un baile más convincente y sensual.
El hecho de esta posibilidad, convierte a Mata Hari en más mítica, y, sea cierto o no, tenemos una joya del cine clásico, de privilegiado lugar entre la extensa producción de La Diva de un Hollywood que, por esos años, estaba en pañales.
Se cuenta que en la escena, la más controvertida, en la que Mata Hari le pide a Alexis Rosanoff, que apague una vela que tiene encendida por su madre, antes de hacer el amor; en algunos cines, esa vela se sustituyó por una foto de la madre…
Y como era de esperar, se destaca sobre todo Mata Hari, sus trajes de estilo oriental, con incrustaciones doradas, que fueron firmados por el ENORME genio del vestido, Gilbert Adrian.
El complemento que no puede faltar:
El gorro/turbante, y ese hermoso vestuario, inspirado en las creaciones del diseñador francés, Paul Poiret.
“A spy in love is a tool that has outlived its usefulness”
Y es que pocas mujeres, han despertado tantas pasiones, y sembrado tanto misterio a su alrededor, como Mata Hari, la más legendaria espía del siglo XX.
Ella misma, se encargó durante años, de urdir la inescrutable red de rumores y fantasías, que envolvieron en una nebulosa, a aquella bailarina exótica, apasionada, amante de un batallón de caballeros influyentes, y arriesgada espía, hasta que las biografías han podido demostrar, que la famosa “bailarina hindú”, aclamada en París, en Berlín, y en Montecarlo, no era más que una mentirosa patológica, y una aventurera caída en desgracia.
Pero lo malo no es que Mata Hari, o mejor, Margaretha Geertruida Zelle, fuera una impostora, una bailarina abominable, o una espía de medio pelo, dispuesta a venderse al mejor postor.
Lo peor fue que, a causa de sus muchos embrollos, se vio condenada a morir a los 41 años, ante un pelotón de fusilamiento, en el castillo de Vincennes.
Vista desde el punto de vista machista/feminista, que es lo mismo, las mujeres “merecen el mismo trabajo que realizan los hombres, así como el mismo castigo similar”, destacó el periódico francés “Le Goulois” después del fusilamiento de Margaretha Geertruida Zelle.
De hecho, Mata Hari empezó a simbolizar a la “mujer del siglo” en mayor medida que a la “espía del siglo”
¿Es capaz una mujer de ser espía?
Los que estaban detrás de Margaretha, escribieron en sus libros de memorias:
“Nunca”
Pero al cabo de varios años, las mujeres probaron su capacidad de ocuparse de este oficio.
El ejemplo más conocido, es La Baronesa Moura Budberg, amiga del escritor soviético, Maxim Gorki, que gracias a esta amistad, gozaba de la información sobre lo que pasaba en los órganos del poder de la URSS…
En aquella época, no todas las mujeres tenían derecho al voto, sin hablar del derecho a ocupar cargos directivos, con salarios equitativos.
Por eso, el feminismo, era fuerte y sutil, sin aceptar formas absurdas como sucede actualmente.
Una Mata Hari mítica, si no fuera real, que complicó el trabajo de 3 servicios de inteligencia, mejoró la apreciación de sí misma, a todas las mujeres, comunes y corrientes.
Se puede decir que Mata Hari, vivía a cuenta de sus amantes numerosos.
Pero en aquella época, se encontraba raramente a una mujer, que se ganaba la vida por sí misma, es decir, por cuenta propia, aunque sea por palmito.
Y por ello, Mata Hari era una mujer fatal, que rompía corazones y familias.
Fue un símbolo bien claro, para los inicios del siglo XX, que hoy en día ya parece obsoleto.
Eso sí, la sensualidad de Mata Hari es, hoy por hoy, una leyenda que curiosamente ha terminado representando la imagen del espionaje, cuando en realidad, es su antítesis, ya que para cualquier espía, la discreción es un elemento fundamental.
Quienes han estudiado este personaje, dicen que en realidad, Mata Hari se tomó esta labor como un juego, no siendo consciente de que el mundo, ya no era el que había conocido, antes de 1914, y que la guerra lo había cambiado todo.
Hoy por hoy, Mata Hari sigue siendo un personaje descrito con pinceladas de leyenda.
A pesar de la distancia en el tiempo, pocos son los acercamientos a su persona, que dibujen claramente, un ser humano, preso de su destino, que intentó olvidar sus propios fantasmas y tragedias personales, creando un personaje ficticio, llamado Mata Hari.
Un personaje que optó por la huida hacia adelante de “La Dolce Vita”, en un intento de ocultar, a sí misma, la evidencia del abismo de quien asistió en primera fila, al espectáculo de la miseria humana.

“The dance is a poem of which each movement is a word”



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