Et Dieu... créa La Femme

“Le problème de l'avenir, c'est qu'il ruine toujours ce”
(El problema con el futuro, es que siempre arruina el presente)

Un símbolo sexual, es una persona famosa, que el público seguidor, críticos o fan del mismo en general, crea y encuentra sexualmente atractiva.
El término, fue usado por primera vez, alrededor del año 1911.
La industria cinematográfica, ha jugado un papel muy importante en el surgimiento de los símbolos sexuales, diseminando imágenes de gente considerada bella por todo el mundo, especialmente, en la época del cine mudo, cuando no existían barreras idiomáticas.
Desde sus inicios, Hollywood ha contribuido con numerosos símbolos sexuales, tanto masculinos pero sobre todo femeninos, como Brigitte Bardot.
Brigitte Bardot creó un nuevo tipo de mujer; una mujer irresistible, cercana, natural, una “sex symbol” que rompió estereotipos, y que enseñó a la mujer de su época, un nuevo estilo de vida; un nuevo estilo de belleza, muy lejano de aquel que nos mostró Hollywood, con sus inolvidables “femme fatale”, pero que resultó ser igual de adorable.
Poseedora de una belleza despampanante, la pantalla la ha amado como a pocos, y sedujo a todos por sus películas, y fuera de ellas.
Brigitte Bardot es una actriz y símbolo sexual francesa de mediados del siglo XX, y representa junto a Sophia Loren, una de las pocas supervivientes del Cine Clásico.
Más allá de este “mito sexual” podemos encontrar en Brigitte Bardot, a una mujer que marcó toda una época con su rebeldía, con su provocativa libertad.
Brigitte representó un movimiento hacia la libertad femenina, que acaparó los años 60 en Francia, pero claro, Brigitte sentiría un abismo de libertad que le producía manifestarse graciosa, simpática, hasta sensual, para no sentirse tan sola.
Todo provenía de una gran necesidad de afecto, lleno de desgarradoras depresiones, que ocasionalmente la llevaron a intentar, varias veces, quitarse la vida.
Brigitte representó en Europa, lo mismo que Marilyn Monroe en América, durante la década de los 50, y hasta la muerte de Marilyn, la rivalidad entre ellas fue evidente, aunque ni ellas mismas lo supieran:
Rivalidad a la hora de conquistar al hombre, que muchas veces, llegaba a preguntarse, si tanto erotismo concentrado en un sólo cuerpo, podía existir en realidad... si podía una “diosa del Olimpo” convertirse en un ser terrenal…
Ya desde su adolescencia, y tras estudiar ballet en El Conservatorio Nacional de Danza, Brigitte trabajó como modelo, hasta que su físico logró llamar la atención de los productores y directores cinematográficos galos, principalmente Marc Allegret, consiguiendo debutar con 18 años en la pantalla, con la película “Le Trou Normand” (1952) de Jean Boyer.
Conocida como “BB”, su belleza y sensualidad natural, comenzaron a mostrarse en la adolescencia, etapa en la que apareció por primera vez en el cine.
Ese mismo año, además, Brigitte se casó con el primero de sus 4 maridos, el director de cine, Roger Vadim.
De hecho, sería una de las películas dirigidas por su primer marido “Et Dieu... Créa La Femme” (1956) la que la lanzaría a la fama, de la mano de Jean-Louis Trintignant.
y es que Brigitte Bardot contaba con una excelente materia prima natural:
Sus rasgos armoniosos, proyectaban ingenuidad y exuberancia, que fue considerada como una auténtica “Lolita”, una niña-mujer, agraciada con un cuerpo atlético, y bien formado, el cual mantuvo intacto durante toda su carrera.
Así, Bardot fue una de las pocas actrices europeas, que han recibido la atención de los medios de comunicación estadounidenses.
Cada vez que hacía una aparición pública, en los Estados Unidos, era perseguida por una horda de periodistas, que tomaban nota de todos, y cada uno de sus movimientos.
Ya para el año de 1958, El Vaticano la declara “la encarnación misma del pecado”
En 1974, Brigitte Bardot festeja su 40 cumpleaños, apareciendo en la portada de Playboy, y anuncia su retirada de las pantallas, tras haber protagonizado cerca de 50 películas, y grabado varios discos, uno de ellos, el que mejores críticas obtuvo, con el chico malo de la música francesa, Serge Gainsbourg.
Para entonces, su figura entera, había sido fotografiada unas 60 mil veces.
Sin embargo, sus gestos tan personales, estaban llenos de una sensualidad diferente, que no dejaba a nadie afuera; parecía buscar complicidad y picardías en el espectador.
Su cuerpo hablaba en las fotografías, demostrando diversos mensajes continuamente.
Cuando tenía 45 años, la prensa francesa le contabilizaba 42 amantes.
Muchos romances son los que formaron parte de su vida.
Curiosamente, el sueño de todos los hombres durante las décadas de los 50, 60, y 70, la ex estrella del cine francés, Brigitte Bardot, pasó tiempos muy difíciles durante sus años de fama... especialmente en términos de autoestima.
“Me sentía fea en mi juventud”, confesó la diva en una entrevista que publicó Vogue Hommes International, y que es una de las pocas conversaciones que ha tenido con la prensa en años.
Por ese motivo, la publicación ha causado cierto revuelo, o impacto en Francia, por lo personal de las declaraciones.
“Trataba de ponerme lo más bonita posible, y aun así, me hallaba fea.
Me costaba mucho salir, mostrarme.
Tenía miedo de no estar a la altura de lo que se esperaba de mí”, declaró la BB.
Sin embargo, desde que cumplió 50 años, Brigitte Bardot había dicho:
“Lo difícil no es vivir; lo difícil es sobrevivir”
Para entonces, los animales llenaban su vida.
A partir de entonces, Bardot se ha dedicado a la promoción de los derechos de los animales.
En 1976 creó la Fundación Brigitte Bardot para la protección de los animales en peligro.
Durante la década de 1990, Brigitte Bardot generó controversia al criticar la inmigración, la islamización y el Islam en Francia, y ha sido multada 5 veces por “incitar al odio racial”
En 2010, el partido Alianza Ecologista Independiente, le ofrece a Brigitte Bardot presentarse como candidata a la Presidencia de Francia.
Hoy, Brigitte Bardot ya no está sola por las noches.
Disfruta de su último matrimonio con Bernard D'Ormale, un político de ideas discutidas en Francia; la protege de esa soledad aterradora, que recorrió toda su vida, y le ha devuelto las primaveras que creyó perdidas.
Sea como sea, lo cierto es que su imagen, hoy en día, queda muy lejana de aquella que la lanzara a la fama, y en casi todas sus recientes fotografías, aparece desaliñada; según sus palabras, “quedó hastiada de tanta fama y tanta apariencia, y fueron muchas las personas que terminaron defraudándola”, por eso hoy en día, cuando le preguntan por su pasado, su respuesta es contundente:
“No fue el cine el que me provocó una llaga incurable en mi corazón, fue la misma vida, y desde entonces, opté por dedicarme exclusivamente a la defensa de los animales que, junto con los niños, son los más desprotegidos de la naturaleza.
El ser humano es la especie más horrible de la creación, por eso dedico mi vida a los inocentes”
Siendo una defensora de la causa animal, Brigitte Bardot siempre se comparó con un gato, decía que era un gato convertido en mujer:
“Maúllo, araño, y algunas veces muerdo”
“Je ne danse jamais avec un aspirateur!”
(Nunca bailo con una aspiradora!)
Et Dieu... créa La Femme es drama, coproducción franco-italiana, del año 1956, dirigida por Roger Vadim.
Protagonizada por Brigitte Bardot, Curd Jürgens, Jean-Louis Trintignant, Christian Marquand, Georges Poujouly, entre otros.
El guión es de Roger Vadim, y Raoul Lévy; siendo un éxito de taquilla en Estados Unidos, y que lanzó al estrellato internacional a Brigitte Bardot, convirtiéndola en un símbolo sexual, causando polémica entre grupos religiosos, que la condenaron.
El escándalo llegó con los desnudos de una joven sensual y perturbadora, lo que provocó que se censurara en muchos países.
En el momento de su estreno, Et Dieu... créa La Femme fue condenada por La Legión Nacional de La Decencia, pese a que las instancias católicas de Lake Placid, en New York, se ocuparan en su día de comprar todas las entradas de los cines, y de amenazar con excomulgar a quien viera la película.
Si más de medio siglo después estoy hablando de todo esto, creo que no hace falta decir, que los esfuerzos fueron en vano.
Aquí, Roger Vadim debuta en la dirección, en una obra pensada para la proyección de su esposa, a la categoría de “sex-symbol” europeo e internacional, en competencia con Marilyn Monroe.
Rodada en escenarios naturales de Saint Tropez; con el paso de los años, Et Dieu... créa La Femme ha ganado un valor documental de interés, tanto que una nueva versión en idioma inglés, fue dirigida por el mismo Vadim, en el año de 1988.
La acción de Et Dieu... créa La Femme, tiene lugar en Saint Tropez y alrededores, durante el año 1956.
Juliette Hardy (Brigitte Bardot), es una bella y sensual muchacha, que vive con sus tutores legales en Saint Tropez, Francia; y que suele atraer a los hombres de ciudad, por su actitud desinhibida.
Un día conoce a Éric Carradine (Curd Jürgens), un empresario que quiere comprar un pequeño astillero donde vive la modesta familia Tardieu, para construir un hotel, y éste se queda prendado de la joven.
Pero ella está enamorada de Antoine Tardieu (Christian Marquand), el hermano mayor de la familia, que vive en el astillero que quiere comprar el empresario.
Todo se complica, cuando los tutores legales de la chica, descubren qué provoca la belleza de la chica en el lugar, y quieren devolverla al orfanato.
Entonces, Michel (Jean-Louis Trintignant), hermano de Antoine, le propone matrimonio, para evitar su marcha de Saint Tropez.
Los 3 hombres, obsesionados por una misma mujer, harán todo lo posible por conseguirla...
Y es que, me parece, que lo que el pretendía contar Vadim en Et Dieu... créa La Femme, era su propia historia, en la que Bardot era en ese momento, el personaje principal.
Éric Carradine era, sospecho, el propio Vadim.
Aquí, Bardot es liberal, hace lo que quiere, por inocencia y juventud; pero Éric tiene más experiencia, mira a todo o, al menos sabe de todo, permite todo, pero siempre controlando a la distancia, siempre se preocupa con lo que pasa, y siempre hace planos sobre eso…
“Ah!
Le Jardin d'Eden à Saint-Tropez!”
(¡Ah!
El Jardín del Edén en Saint-Tropez!)
Roger Vadim, es considerado precursor de “La Nouvelle Vague”, a pesar de que trabajara en las condiciones tradicionales de producción, al realizar Et Dieu... créa La Femme en 1956, que choca con la estética, y los contenidos dominantes.
La composición aquí ya no es anticuada, aunque el enredo y los temas tratados puedan hacer referencia a un tipo de comedia ligera clásica, utilizada con gran frecuencia en ese tiempo.
A modo de una película de iniciación, destinada a la exaltación de la protagonista, Vadim crea un personaje, muy alejado de los cánones europeos e internacionales, que se imponen a partir de La Revolución Sexual y Cultural de los años 60.
Su figura, incorpora una personalidad, exageradamente infantil, e ingenuamente sensual, dependiente de la madre, del capricho de los hermanos, y de la iniciativa de los hombres.
Sin aspiraciones laborales, y desprovista de afanes de construirse un futuro autónomo, e independiente, ella busca en el matrimonio, aunque no en la fidelidad, las soluciones de presente y de futuro.
No aspira a la igualdad, pues se siente cómoda y satisfecha con su atractivo natural, por el que es admirada y cortejada, como objeto de deseo.
La Bardot, obtuvo un éxito clamoroso, pero no alcanzó la elegancia, la sutileza, la distinción, y el halo de magia de Marilyn Monroe.
Eso sí, contemplar a Brigitte, representando a una sensual e intrépida joven de fuertes instintos carnales, y deseada por un triángulo masculino, que la rodea en la soleada localidad de Saint Tropez, es una de las pocas excusas para la contemplación de Et Dieu... créa La Femme.
La otra, es admirar el buen trabajo interpretativo, que siempre depara el estupendo actor Jean-Louis Trintignant.
Por el impacto que tuvieron, son memorables el desnudo inicial, fugaz, entre las sábanas, tras la colada y el baile sobre una mesa.
Con un beso demasiado apasionado, la visión soslayada de un cuerpo femenino sin ropa, las expresiones soeces, o las declaraciones amorosas, más o menos explícitas, ponían en escena, las tijeras del censor.
Quizás, uno de los hechos más polémicos, según mi apreciación, consiste en la escena final, en la que tras el engaño de Brigitte a su esposo, ella se desata en un baile desenfrenado, que solo culminara con las continuas bofetadas de su marido, logrando volver en sí a la muchacha; luego de que en una discusión, su hermano la haya llamado puta... muy fuerte.
Et Dieu... créa La Femme es una visión mixta de la mujer de esa época, pues por un lado, está ligada al hombre de manera ineludible, a diferencia de lo que ocurrirá en las figuras femeninas de la década de los 60 en el cine, y que serán una demostración de una nueva cosmovisión del mundo femenino.
Por otro lado, ya se comienzan a ver los primeros efectos de una sociedad en cambio, en el que la mujer es liberal y sensual, comprendiendo que puede obtener lo que quiera, a través de sus atributos.
Enorme me pareció el simple vestuario, que corrió a cargo del entonces ya afamado diseñador Pierre Balmain, que era conocido por sus diseños sofisticados, aunque en esa ocasión, optó por uno muy sencillo, precisamente para que el personaje de Brigitte Bardot fuera el que vistiera y sacara lo mejor de sus prendas.
El camisón de la playa, no tiene perdón de Dios, y sí, las delicias del diablo.
Respecto a la dirección, obtuvo un éxito superior al deseado, que implicó la ruptura de la relación matrimonial con la actriz, quienes se divorciarían en el siguiente año, porque ella quedó enamorada de Trintignant.
Posteriormente, Vadim repitió la experiencia, de proyectar a La BB, en Jane Fonda y Catherine Deneuve.
Vista hoy, Et Dieu... créa La Femme tiene un valor de documento histórico, con esos sugestivos y luminosos escenarios naturales de Saint Tropez, en una época retratada, aun predominantemente en blanco y negro, y con los ecos de La Segunda Guerra Mundial, aun no apagados del todo.
Debo decir que ese microcosmos aldeano, tan francés pero cosmopolita, a un tiempo, ha resultado muy atractivo; porque fue una súper sexy Brigitte Bardot, la que colocó en el mapa del Jet Set Internacional a Saint Tropez.
Y lo hizo en 1956, cuando se estrenó Et Dieu... créa La Femme, donde la francesa mostraba todo lo mostrable, desde su casa del número 12, de la rue de la Rampe.
Justo en el barrio de La Ponche, el más emblemático de este enclave de La Provenza, rematado a golpe de callejuelas laberínticas, fachadas pastelosas, tirando a rosas o amarillas, balcones floridos, restaurantes con terraza, y plazoletas, donde antaño, se dirimían las asambleas del Antiguo Régimen.
Allí arrancaba el film dirigido por Roger Vadim.
Y allí cambió la historia de este ex pueblo de pescadores, de apenas 8.000 almas que, en verano, acoge a más de 5 millones de turistas Top.
Los mega-yates, amarrados en el puerto antiguo, a saber que en agosto, hay listas de espera de 6.000 naves; los cafés a 8 euros en la terraza del restaurante Sénéquier, o del Café de París, las codiciadas galerías de arte, las muchas tiendas de Louis Vuitton, Gucci, Chanel y compañía, y las langostas bañadas en trufa, o lo que haga falta, asomando en cada carta nos dan una idea del que veranea aquí.
El mundo, y sobre todo la industria turística, cambiaron mucho desde entonces, gracias a Et Dieu... créa La Femme.
Por último, la música de Paul Misraki, colaborador de Yves Allégret, Luis Buñuel, Orson Welles, Chabrol, y otros, aporta una bonita combinación de melodías de la primera mitad de los 50, y composiciones propias, festivas, y brillantes.
“Vous êtes sur le point de tomber pour elle”
(Usted está a punto de enamorarse de ella)
Y aunque Et Dieu... créa La Femme se haya convertido en objeto de culto con el paso de los años, cinematográficamente, no aporta grandes innovaciones que puedan incluirla, ni mucho menos, dentro del grupo de “La Nouvelle Vague”, por aquel entonces, maldiciendo el cine de “qualité” de la época, desde “Cahiers du cinéma”
Sin embargo, la agitación que produjo Et Dieu... créa La Femme en 1956, y es reconocido por historiadores del cine, en concreto por Michel Marie en su libro “Nouvelle Vague”, fue uno de los detonantes del surgimiento de una nueva imagen de la mujer joven francesa, exportable al resto del mundo.
Lo cual dio pie, a una encuesta sociológica, sobre los fenómenos generacionales, lanzada y popularizada por una serie de artículos de Françoise Giroud, publicados en el semanario “L’Express”, en 1957.
Ahí se habla, de un nuevo tipo de juventud, de los futuros médicos, abogados, e ingenieros, y de un nuevo tipo de prensa, probablemente paparazzi.
Por ello, algo se le debe a Et Dieu... créa La Femme de Roger Vadim, de cara a la aparición, no ya sólo del término “Nouvelle Vague”, sino también, en cuanto a los planteamientos estético generacionales, que se establecieron a lo largo de los años 60’.
Y es que la imagen, y sobre todo el impacto de La Bardot, nos acompañó durante muchos años de nuestra vida, sin que muchos de las llamadas con posterioridad “sex-symbol” por los medios de comunicación:
Marilyn Monroe, Jane Russel, Jane Mansfield… lograran hacérnosla olvidar.
A pesar de esto, sin embargo, el tiempo todo lo borra o, al menos, hace que el recuerdo se diluya, se difumine, aunque siempre queda un rastro, un recuerdo, un rescoldo, como las cenizas en una chimenea, que de vez en cuando trae a nuestra memoria, lo que ya creíamos olvidado.
Y es Brigitte Bardot, la que forja el mito erótico de la mujer-niña, el erotismo “Sex-Kitten” y las jóvenes de todo el mundo, imitan su melena al viento, su labios-morritos-rouge, y sus ojos perfilados de negro carbón.
Un estilo que no era otro, que el de una mujer libre, que dejaba la virtud guardada en el armario, y encontraba en las arenas de Saint Tropez, el paraíso perdido, sexo, bikini y chachachá.
Y que a pesar de esa imagen de hedonismo y superficialidad, seguía creyendo en el misterio del amor:
“Cada vez que me enamoro, creo que será para siempre” dejaba dicho La BB, a modo de sentencia.
Mientras el estilo BB se extiende, desde las zapatillas bailarinas Repetto, a las faldas de Vichy, la pantalla comienza a nutrirse con una nueva ola de jóvenes, aspirantes a estrellas oxigenadas, que repiten el modelo BB.
Roger Vadim, que para algo había estado su fabricante y exportador, intenta  repetir la fórmula, sin éxito, en la figura de Annette Stroyberg, y prolongarla con Catherine Deneuve y Jane Fonda, pero las voluntarias acaban rebelándose.
De la misma Francia, actrices como Mylene Demongeot, o Mireille Darc, afloran como esa “cara b” del mito que separa cruelmente, el original de la copia.
Al otro lado del Atlántico, desde Hollywood, mientras arrecian los cantos de sirena sobre la estrella francesa, una espumosa Ann-Margret, versión pelirroja, emerge como “Miss Sex Kitten” capaz de robarle todos los planos al mismísimo Elvis Presley en “Viva Las Vegas” (1964) con sus movimientos de cadera, rugiendo como un motor de La Fórmula 1.
El mito BB, acabará contaminando hasta la virginidad formal de un icono como la muñeca Barbie, que adopta su famosa cabellera, como signo de los nuevos tiempos.
Para entonces, La BB ya ha merecido las atenciones de una escritora intelectual como Simone de Beauvoir, y la puesta a punto de su “choucroute” capilar se sigue desde todos los observatorios mediáticos y salones de peluquería, con la misma atención, que la muerte del Papa Juan XXIII, o el lanzamiento del cohete Sputnik al espacio.
Y es que Bardot reafirma el mito de la mujer-niña y las nuevas “lolitas” se pasean triunfalmente  por la pantalla.
Una Catherine Spaak, sube la temperatura ambiental, en la Italia del boom económico, y Stefania Sandrelli, en versión latina, se constituye en el deseo prohibido del macho meridional; y los sucedáneos se multiplican rápidamente.
En Alemania, Elker Sommer; en Suecia Britt Ekland; en Inglaterra Carol White, y hasta detrás del Telón de Acero, con Olinka Berova, aunque ya con las formas algo musculadas que imponen las mujeres prehistóricas, como Raquel Welch o diosas inmortales como Ursula Andress.
La aportación española a la causa BB recaerá en una efervescente Marisol, libre ya del corsé infantil, y mito erótico del tardofranquismo.
Los encantos de la estrella francesa, el triunvirato juventud, seducción, y libertad, también se dejaron escuchar en el microsurco.
Nancy Sinatra, después de someter a sus cabellos, a una sesión de oxigenamiento forzoso, recoge el estilo BB, y se pasea en botas y minifalda, sin el permiso de Frank Sinatra; y no será la única referencia.
Tendría que llegar el káiser Karl Lagerfeld, y los hedonistas años 80, para el revival del neobardotismo.
Lagerfeld, ejerciendo sus dotes de “pigmalion” y agente publicitario, inocula el virus BB en la modelo Claudia Schiffer, que junto con las campañas de la firma de vaqueros Guess, renace como heredera del mito-estilo BB, en las pasarelas de Chanel.
Hasta la australiana Elle McPherson, no se pudo sustraer del poderoso reflejo de La BB, y aparece en la portada de Playboy, repitiendo la célebre fotografía de Jicky Dussart, con la estrella en pantis, y de piernas cruzadas.
Instaurado el neobardotismo, mientras su progenitora se dedicaba a la causa de los derechos de animales, y alguna que otra salida de tono política, temporada tras temporada, la marca Bardot asoma el “eye-line” y la melena despreocupada, en las páginas de las revistas de moda, y campañas de publicidad.
Fotógrafos, estilistas, y directores de arte, echan mano de la marca global “BB” como fuente eterna de juventud, sensualidad, e inspiración.
De momento, del efecto Bardot, nadie parecer estar a salvo.
Y es que Dios, solamente creó a una mujer, Brigitte Bardot, salvo que Dios no es Vadim, pero La BB es LA mujer por antonomasia.

“Chaque fois que vous la regardez, vous semblez moins intelligents”
(Cada vez que nos fijamos en ella, usted aparece menos inteligente)



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