Touch Of Evil

“This could be very bad for us”

La frontera entre Estados Unidos y México, discurre de este a oeste, desde las ciudades estadounidenses y mexicanas respectivas de:
Brownsville, Texas, y Matamoros, Tamaulipas, en El Golfo de México, hasta las de San Diego, California, y Tijuana, Baja California, en El Océano Pacífico.
Atraviesa grandes áreas urbanas, y desiertos inhóspitos.
Se encuentra a lo largo del río Bravo, conocido en EEUU como “Río Grande”, para luego cruzar los vastas áreas de los desiertos de Sonora y Chihuahua, atravesar un tramo del río Colorado, llegar al norte de Baja California, y finalizar su recorrido, en El Océano Pacífico.
Según la Comisión Internacional de Límites y Aguas, la frontera tiene una longitud de 3,185 kilómetros, unas 1,951 millas.
La frontera entre Estados Unidos de América y México, es la frontera con el mayor número de cruces legales en el mundo, con 50.23 millones de cruces peatonales, desde el año 2002, además de la frontera con más cruces ilegales del mundo, con casi 12 millones en 2007, de los cuales, unos 250 en promedio, mueren cada año, siendo en su mayoría de nacionalidad mexicana, y en orden decreciente, centroamericanos, sudamericanos, caribeños, y asiáticos.
En ese marco geográfico, Orson Welles, que se había consolidado como cineasta, en todo el sentido de la palabra, se desenvolvió en los roles de dirección, actuación, y producción, y ciertamente, como genio.
Había marcado, en 1941, un antes y después, con un film que traía un innovador uso del lenguaje en el cine, a través de una serie de recursos visuales y narrativos, como la profundidad de campo, fotogramas en claroscuro, y juegos de iluminación, así como los notables movimientos de cámara.
Pero “Citizen Kane” no fue su única obra maestra; otra se gestó bajo las fronteras de EEUU y México.
“There are all kinds of policemen, sir.
I don't have to tell you that.
A few take bribes...
Most are honest, yes, but even some of the honest men abuse their power in other ways”
Touch Of Evil es una película de suspense, del año 1958, dirigida por Orson Welles.
Protagonizada por Charlton Heston, Janet Leigh, Orson Welles, Marlene Dietrich, Joseph Calleia, Akim Tamiroff, Dennis Weaver, Ray Collins, Mercedes McCambridge, Joseph Cotten, Zsa Zsa Gabor, entre otros.
El guión es de Orson Welles, basado en la novela “Badge Of Evil” (1956) de Whit Masterson.
Orson Welles emplea un género tradicional, el “film noir”, para reflexionar sobre el eterno dilema, en torno a, “si el fin justifica los medios”
Además de poner en tela de juicio determinadas prácticas policiales, el cineasta emplea sus recursos habituales, para convertir un típico film policial, en una pesadilla psicológica.
Para muchos críticos, Touch Of Evil es el último gran filme, del período clásico del cine negro estadounidense; y significó el regreso de Welles a la producción en Estados Unidos, después de haber rodado 3 filmes fuera:
“Macbeth” (1947), “Othelo” (1952), y “Mr. Arkadin” (1955)
El proyecto de Touch Of Evil, llegó a manos de Welles, en una época en que éste no gozaba de buena fama entre los productores de Hollywood, ya que muchos lo consideraban un director difícil, que no era capaz de cumplir con un plan de trabajo.
Fue el actor Charlton Heston, quien logró imponer a Welles, debido a una confusión, y con total libertad creativa.
¿Por qué iba a rodar Charlton Heston, una película menor, si ya tenía en cartera “Ben-Hur”?
Pues porque le debe una película, por contrato, a la Universal.
¿Pero por qué ésta de serie B?
Pues porque Heston, enterado de que Welles interpretará un papel, les hace saber a la Universal, que estaría dispuesto a rodar cualquier película que el cineasta dirigiera.
Y la productora transige.
Que Welles la dirija, es un riesgo controlado, tratándose de una película barata...
En fin, uno sigue pensando que los dioses del cine, metieron baza en el asunto, por más que Charlton Heston siempre se distinguió por su deseo de trabajar con directores, con una mirada personal, y llegado el caso, defenderlos, y respaldarlos.
Pero Welles reescribió el guion, e inició el rodaje al poco tiempo, en Venice, California.
La acción dramática, tiene lugar en Los Robles, pequeña localidad fronteriza, situada a caballo entre México y EEUU, en 1957, a lo largo de un par de días.
En territorio mexicano, alguien ha puesto una bomba en el interior de un descapotable, en el que van dentro, Rudy Linnekar, el cacique contrabandista del pueblo de la parte estadounidense de la frontera, y una amante bailarina de “striptease”
Por otro lado, casi al mismo tiempo, el inspector de la policía mexicana, Ramón Miguel “Mike” Vargas (Charlton Heston), es joven, honesto, riguroso, y respetuoso con la ley; y Susan Vargas (Janet Leigh) estadounidense, coqueta, ingenua, inexperta, y frágil; son una pareja de recién casados, que interrumpen su viaje de luna de miel, después de presenciar en la frontera, la explosión de un auto conducido por un mafioso de la droga.
El caso lleva al policía Vargas, a trabajar en la investigación junto a Hank Quinlan (Orson Welles)
Quinlan, de unos 55 años, es obeso, amargado, vanidoso, despótico, y carece de escrúpulos.
Basa su trabajo en el olfato de sabueso que le asiste, sin reparar en artimañas; es un corrupto jefe de la policía estadounidense, que no duda en fabricar pruebas falsas, para acusar a un joven que él cree culpable de colocar la bomba.
Vargas sabe que las pruebas no son reales, e inicia su propia investigación, donde descubre que Quinlan y unos mafiosos fronterizos, están directamente relacionados con el asesinato.
El pueblo de Los Robles, deviene en un símbolo de un mundo dominado por el caos, la corrupción, y el desgobierno, en el que se confunden el bien y el mal, porque se han perdido las referencias.
La venganza, el odio, el chantaje, el secuestro de personas, la violación, y el asesinato, se han adueñado de la ciudad.
En este escenario, se entabla entre Quinlan y Vargas, una lucha feroz y sin cuartel, que ejemplifica el enfrentamiento entre el bien y el mal.
Welles encarna la figura de un servidor público deshonesto, brutal, y diabólico.
A través de él y de sus colaboradores, palpita en el ambiente, la presencia del mal, y de su poder destructivo.
De su mano, la verdad se transforma en una ficción, la justicia en un capricho, el orden en el imperio del más fuerte, la honestidad en la aspiración de los proscritos.
Entre ellos, Vargas y Quinlan, surge no sólo un conflicto de índole racista, sino también generacional, e incluso moral.
El estadounidense está decidido a presentar pruebas irrefutables de la culpabilidad de sus sospechosos favoritos, mientras que el mexicano está decidido, no sólo a castigar a indeseables sino, antes que eso, a descubrir la verdad.
La investigación sobre el asesinato de un hombre de negocios, cuyo coche ha sido volado, enfrenta pues a estos 2 hombres, al aplicar Quilan sus tradicionales métodos, consistentes en fabricar las pruebas que necesita.
Susan, por su parte, cae en las manos del grupo de mafiosos fronterizos.
La mujer es drogada, y usada para desprestigiar al correcto Vargas, con el fin de que este desista de su investigación.
Por lo que Vargas inicia una carrera contra el tiempo, en la que acumula las pruebas suficientes para desenmascarar al sucio jefe Quinlan, y así salvar a su esposa.
Al final, Tana (Marlene Dietrich) una misteriosa y enigmática gitana, que en el pasado tuvo una relación con Hank Quinlan, presagia el triste y fatídico final de éste.
La fuerza de la narración principal en Touch Of Evil, se ve potenciada por el desarrollo de las terroríficas peripecias, que en paralelo vive Susan, víctima de maquinaciones terribles.
La obra plantea diversas cuestiones de interés, como el abuso de poder por parte de la policía, la impunidad de sus actuaciones delictivas, la falsa percepción por parte de algunos, de que la ley no basta para garantizar la justicia; la creencia de que la defensa de la justicia, puede basarse en el uso de medidas injustas, ilegales y criminales, el fracaso del hombre poderoso, la posibilidad del arrepentimiento, y la improcedencia de los prejuicios étnicos.
Es una intriga criminal, establecida en la frontera entre México y los Estados Unidos, que sirve al gran Orson Welles, para ofertarnos una aguda penetración psicológica de un policía amargado por la pérdida de su esposa, quien en sus investigaciones, en pos de la aclaración delictiva, no escatimará ningún método probatorio, sea legal, o ilegal.
Mediante una recargada y expresionista puesta en escena, el realizador nos conduce por un sombrío universo de tugurios, moteles baratos, alcohol, y drogas, en el que el idealismo ingenuo de unos, se confrontará con la desencantada mezquindad de otros, sin esperanza de que pueda dilucidarse, cuál de las 2 partes tiene razón.
Touch Of Evil explora la línea moral, ética, e incluso étnica, demarcada entre 2 agentes de la ley, interpretados de forma magistral, tanto por el propio Welles como por Charlton Heston.
El primero, un irascible capitán de policía estadounidense, xenófobo, y de difuso sentido de la justicia; el otro, un honesto policía mexicano, aguerrido, y suspicaz.
“Listen, I got a position in this town, a reputation... somebody's gonna be ruined”
Touch Of Evil fue rodada en un riguroso blanco y negro, por el director de fotografía Russell Metty, donde el uso de la luz fuerte, y los altos contrastes entre sombras, y zonas iluminadas, ayudan a crear una densa atmósfera, para una trama desarrollada por la alucinógena y barroca narración del genio Welles, en la cual, encontramos sus bizarros encuadres, que sirven para acentuar las características de personajes y situaciones, su clásico empleo del gran angular, las reminiscencias del expresionismo alemán, en su persistente contraste entre luces y sombras, que enrarecen un ambiente significado por la putrefacción moral, una extraordinaria utilización de la puesta en escena, y unos impactantes y nada gratuitos movimientos de cámara, que hacen de Touch Of Evil, una experiencia cuasi mística, en la comunión con el entramado técnico de la cinematografía.
La sucesión de planos interminables, contrapicados imposibles, luz expresionista al máximo, y “travellings” que parecen no acabar nunca, demuestran que para Welles “el cómo” contar las historias, es igual de importante que la trama en sí.
Pero el espectador cinéfilo, y al que le gusta seguir la cámara, y ver lo que tarda en cortar el plano, o cuánto dura un “travelling”, puede que le resulte excesivo este alarde de técnica, e incluso, perjudique en algún momento, a la acción en sí.
En efecto, cuando el policía mexicano Vargas, conduce su automóvil, acompañado de un funcionario estadounidense, es normal perderse los diálogos, si se atiende al complejo y larguísimo plano, tomado desde el capó del coche, que muestra las estrechas calles de esta agobiante ciudad fronteriza.
De todas formas, la obra de Welles puso un broche de oro, a las películas de cine negro, donde nos encontramos con un filme, donde su director derrocha técnica cinematográfica por donde se le mire; donde la figura del corrupto policía Hank Quinlan, parece un gigante traído directamente desde cuentos de terror.
En este aspecto, la presencia de Welles es impresionante y fundamental en el desarrollo de la historia, y no sólo por los kilos acumulados por el director a través de los años, sino por su caracterización, y su desplante, tanto delante, como detrás de las cámaras.
El propio Welles, que se puso nariz postiza, y relleno para aparentar más peso, interpreta de forma extraordinaria al ambiguo Hank Quinlan:
Uno de los caracteres más fascinantes y amargos del cine de Hollywood; despreciable en sus formas, en cierto modo, justificadas por una tragedia del pasado, pero profundamente íntegro en su fondo…
Las actividades de personajes corruptos se suceden, y la escena de ataque a Susan, es también remarcable, creando una atmósfera siniestra, morbosa, podrida, casi pestilente, todo apoyado siempre, por un seguimiento impecable de la cámara, todo para generar una secuencia brutal, el acecho, y tormento de la mujer, donde se cierra la puerta de manera precisa, para indicar que el delito está siendo cometido, y la mujer de Vargas está siendo ultrajada por abyectos individuos.
Luego, el terrible Quinlan pretenderá plantarle drogas, sembrar evidencia, y convertirla en una drogadicta frente a las autoridades, su corrupción no conoce límites.
De la misma forma, su crueldad tampoco conoce límites, pues eliminará sin vacilar, a sus más cercanos colaboradores, si se interponen en sus planes.
El reparto, interpretado magistralmente por Orson Welles, choca con la inquebrantable honradez y limpieza de métodos de un policía mexicano, caracterizado por Charlton Heston.
Esta básica premisa de confrontación entre procedimientos, con miramientos foscos a la justicia, y la metodología policial, es el cimiento temático de una de las mejores películas de la historia del cine.
Si el éxito de un policía se midiera por el número de condenas que haya conseguido, Quinlan estaría cerca de ser un gran hombre…
Pero también es un matón, y un intolerante.
Se ve a sí mismo, como un servidor público, pero también como un instrumento de la justicia, inspirado por la divinidad.
Representa los valores opuestos a los que encarna Vargas, y su dedicación personal es tan completa como la suya.
Cuando la historia termina, se habrá convertido no sólo en un criminal, sino en un asesino, pero esto no será debido a ningún compromiso, ni a ninguna desviación de sus principios, sino que derivará lógicamente, de la extensión de los mismos.
¿Hace falta decirlo?
Una vez más, el hombre atrapado, esta vez por sus propios principios.
Por cierto, la presencia de La Dietrich, caracterizada como en sus más legendarias películas, se me antoja más un homenaje a la propia actriz, que una exigencia del guión.
Tana, una mujer bella, una prostituta, y bruja.
Por otro, una Marlene aclamada como estrella, y parte del mundo-glamour, ambas enteramente conscientes de lo que son.
“….un hombre excepcional.
Gran detective, mal policía”
Así define Marlene Dietrich, al personaje de Welles, al final de Touch Of Evil.
La “Femme Fatale” de Marlene Dietrich, en un personaje que apenas si tiene un par de apariciones en la pantalla, pero en ellas, su mirada traspasa los límites, y nos regala unos momentos inolvidables.
Brilla todavía más, en medio del ambiente sórdido, en el que se mueven los personajes, y ante ella, Quinlan recupera algo de su juventud, de su pasado, antes de que un suceso trágico, le hiciera deslizarse por el lado oscuro...
Dietrich es fundamental, para darle al espectador esa dimensión pasada y desconocida del monstruo, para humanizar ese contrapicado terrible y terrorífico que Welles nos muestra por delante, y detrás de la cámara constantemente, de sí mismo.
“Él era un hombre excepcional”, recita La Dietrich, casi con lágrimas en los ojos, antes de entonar ese adiós en castellano, que cierra magistralmente toda la obra.
Y la “participación especial” a modo de cameo de:
Zsa Zsa Gabor como la regente de un prostíbulo; Joseph Cotten como un investigador; y Mercedes McCambridge, como una lesbiana gamberra pandillera.
No obstante, Touch Of Evil tiene situaciones incoherentes, como:
Cuando el policía Pete Menzies (Joseph Calleia), le diga delante de Joe Grandi (Akim Tamiroff), un mafioso de renombre, en el lado mexicano de la frontera, a la Sra. Vargas, que se va a quedar en ese hotel, en el “bungaló” #7, para que sepa perfectamente donde está ella, y mandar a sus secuaces a hacer lo que le plazca; hecho que da principio al resto de la trama.
Y de inicio, cuando la Sra. Vargas se va con unos tipos, alegremente, sin temer por su vida…
Otra cosa, y creo que está de relleno, es el papel del recepcionista (Dennis Weaver); sin lugar a dudas, la peor interpretación de un imbécil en pantalla; dan ganas de matarlo...
Como curiosidad:
¿Es casual que, en un momento del metraje, Janet Leigh acuda a un motel, perdido en el desierto, donde ella sea la única cliente, y donde el recepcionista no parezca estar muy cuerdo?
Suena a “Psycho” (1960) de Alfred Hitchcock, además, hay algunos planos casi idénticos…
Podría ser un “guiño” de Welles a su colega, aquejado también de problemas de sobrepeso, sino fuera porque...
Touch Of Evil es anterior a “Psycho”
Además decir que, en su primera versión, Universal colocó los créditos de apertura, intercalados en la secuencia, lo que no agradó nada a Welles, motivo por el cual, reedita posteriormente Touch Of Evil, reinstaurando la escena, limpia de créditos.
Se cuenta que los productores, colocaron espías durante el rodaje en California, y prohibieron a Orson Welles, filmar en el lado mexicano.
Por lo que rodaba de noche, reescribía de día, y dejaba improvisar a los actores.
Marlene Dietrich grabó todo su papel en una sesión; y los productores conocieron su participación, hasta ver las proyecciones.
Después de terminado el rodaje, los productores vieron el material, y se extrañaron del camino tomado por el director.
Consideraron que Touch Of Evil era demasiado confusa, por lo que la reeditaron, e incluso, rodaron escenas adicionales, con un director diferente, a espaldas de Orson Welles, que para ese momento, se encontraba en España, tratando de cumplir su sueño, de rodar una adaptación de “El Quijote”
Éste primer corte de los productores, fue estrenado en el año 1958, y significó un enorme fracaso comercial, y de crítica.
Por ejemplo, se omitieron unos 5 minutos de tomas significativas para el entendimiento de escenas clave, en la proyección comercial de la época.
Una de ellas, es la de Janet Leigh, al encontrarse acorralada en un motel, por los jóvenes de la familia Grandi, momento al que, aquellos conocedores de la primera versión, se refieren como “confuso”
A su regreso a Los Angeles, Welles lamentó la decisión de los productores, e insistió en que, para que la obra pudiese considerarse suya, se debían seguir una serie de indicaciones, para realizar un nuevo corte.
Las indicaciones para la nueva edición, fueron plasmadas por Welles, en un extenso documento de 58 páginas, que dirigió a la Universal, compañía productora de Touch Of Evil.
Éste documento, que se creía perdido, y del que por fortuna, Charlton Heston guardaba una copia, sirvió de base para realizar en 1997, una nueva versión restaurada de Touch Of Evil, la misma que fue estrenada en cines en 1998, y en DVD en el año 2000, 15 años después de la muerte Welles.
Originalmente, Touch Of Evil estaba programada para ser estrenada en El Festival Internacional de Cine de Cannes, en 1998, con Janet Leigh, Walter Murch, y Rick Schmidlin, entre los asistentes, pero la proyección fue cancelada, 11 horas antes, por las amenazas y litigios de la hija de Welles, Beatrice, que tuvo en el pasado, amenazas similares contra algunos productores, que trataron de mostrar, o alterar el trabajo de su padre, como sucedió con la última película de Welles “The Other Side Of The Wind”
La razón dada para el litigio, era que Beatrice Welles no fue consultada para la restauración de Touch Of Evil.
Al comienzo de la versión restaurada, el propio Welles ruega de ante mano a los productores, que respeten los cambios y modificaciones hechas al filme, después de muchas horas de duro trabajo.
Muchos aseguran que, son aproximadamente 50 cambios decisivos, desde la versión de 1958, a la que vemos y disfrutamos ahora; 50 cambios que marcaron a Touch Of Evil como una de las grandes obras de Welles.
Algo así como un “homenaje póstumo”
Y ese largo plano secuencia de 3 minutos con el que inicia, que tardó 15 días en llevarse a cabo, se transformó en un plano mítico, dentro de la historia del cine:
La escena comienza, cuando alguien coloca una bomba en el maletero de un coche.
Mientras la cámara se mueve hacia arriba, introduce los personajes.
Aunque estamos centrados en la pareja, de modo subliminal, la bomba está todavía en nuestra mente, logrando así, un primer objetivo:
Que el espectador no pierda detalle de aquello que está por suceder.
Un alud de contrapicados, “travelling” y sorprendentes angulares de excelente planificación, prosiguen hasta completar la secuencia, en la que se introducen todos los elementos fundamentales.
Una joya del expresionismo, a la que vale la pena dedicar unos minutos.
Por otro lado, Touch Of Evil es también, una crítica-venganza-revancha, contra los elementos de poder “yanquis”, claramente representados aquí, por un enorme Welles, casi un gigante, gracias al efecto de los contrapicados.
Este policía corrupto, no duda en “colocar” pruebas falsas contra sospechosos que interesa convertirlos en culpables, o conspirar con gánsteres de la zona, para enredar a la mujer de Vargas, en un asunto de tráfico de drogas...
Resulta algo más que sospechoso, el final, cuando Marlene Dietrich intenta redimirlo.
A todas las virtudes de Touch Of Evil, se le suma la gran banda sonora, a cargo de Henry Mancini.
Con jazz, bossa-nova, salsa, rock 'n' roll y, por supuesto, música mexicana, son los ingredientes principales en su composición.
Valga decir que, parte de la fuerza que tiene esta banda sonora, es que fue utilizada de manera diegética.
Es decir, sonando de fondo, en numerosas escenas en las que hay puesto un tocadiscos, una pianola, o una banda que interpreta sus piezas en “directo”
Por último, recomiendo ver Touch Of Evil en versión original, no solo por los continuos cambios de idioma, entre español e inglés, sino también para apreciar las excelentes actuaciones del reparto principal.
“I'm no lawyer.
All a lawyer cares about is the law”
Actualmente, se da una serie de debates internos, sobre los beneficios que esta inmigración México-estadounidense puede otorgar a la economía y gobierno; adicionalmente, los EEUU constituyen el mayor consumidor de sustancias ilícitas, conocidas como “narcóticos”, cuya venta ilegal, es actualmente controlada en su mayoría, por grupos de delincuencia organizada mexicana, lo que ha causado grandes perjuicios en la salud pública de los EEUU, a lo que se añaden los riesgos causados por el terrorismo de corte internacional, en especial, el integrismo musulmán; y en menor medida, el interior, en especial, el de tipo supremacía blanca.
Con estos argumentos, grupos políticos y sociales estadounidenses, han propugnado medidas enérgicas en el control de las fronteras, especialmente la existente entre México y Estados Unidos.
Para resguardar su seguridad, los EEUU han puesto en marcha una serie de medidas, como lo fue la construcción de un “Muro Fronterizo”, que ha causado una gran controversia en los EEUU y México, y un aumento del número de efectivos de su “Patrulla Fronteriza”
Por su parte, del lado mexicano, el debate versa sobre los problemas de seguridad pública, que causan las actividades de los grupos de tráfico ilegal de narcóticos, que usualmente se expanden a actividades como extorsión, secuestro, trata de personas, o cruce ilegal de personas.
Tales delitos, en buena medida, permiten financiar sus actividades, y mantener bajo control, las zonas geográficas donde operan.
Esto conlleva un tráfico ilegal de armas y dinero.
Las armas, utilizadas para la guardia y custodia de sus actividades ilegales, sirven para intimidar a las autoridades locales y federales; el dinero sirve para otorgar trabajos legales en México, pudiendo así, ingresarse a la economía formal, para poder ser disfrutado por los miembros de las organizaciones ilegales de tráfico de drogas, y para expandir su red de corrupción clientelar.
Sus componentes políticos, son de 12.300 de postulados a su comandancia.
Así pues, en un mundo donde las naciones las marcan líneas sobre la tierra, Welles nos muestra como las fronteras no son eso, sino sobre todo, espacios vitales en la evolución de la existencia propia, no separados por líneas, sino por el infranqueable tiempo.
Nos muestra que bien y mal, no son tampoco una escala fiable para apreciar la mayor, o menor grandeza y humanidad de una persona.
Eso está por encima de leyes y opiniones personales.
La lección de Touch Of Evil, la cinematográfica, y la moral, seguirá siendo un punto de referencia para el mundo, por muchos años.

“I don't speak Mexican...
Let's keep it in English, Vargas”



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