Blow-Up

“Sometimes reality is the strangest fantasy of all”

Desde los inicios de la moda, los medios de carácter artístico, han sido las vías para implantar y divulgar modas.
En la etapa aristocrática, los retratos realizados a los miembros de la alta clase, constituyeron un medio para la promoción de moda y estilos de vida, al alcance de unos pocos.
La literatura, mucho antes de la aparición de las revistas, periódicos, o gacetas, sirvió como informadora de los estilos o tendencias de la moda del momento.
Aún con el inicio de la carrera imparable de publicaciones periódicas, dedicadas a la promoción de moda, se mantienen los medios artísticos, sobre todo ópera y teatro, como vía más directas, para implantar y divulgar modas.
Y llegó el cine… cuya interinfluencia con la moda, ha quedado marcada en generaciones enteras.
El “Swinging London” es un término general, que se aplica a la escena de la moda y la cultura, que floreció en Londres, en la década de 1960.
Fue un fenómeno orientado a la juventud, que hacía hincapié en lo nuevo y moderno.
Fue un período de optimismo y hedonismo, y una revolución cultural.
Un catalizador fue, la recuperación de la economía británica, después de la austeridad post-Segunda Guerra Mundial, que se prolongó durante gran parte de la década de 1950.
El periodista, Christopher Booker, uno de los fundadores de la revista satírica Private Eye, recordó el carácter “fascinante” de los años 60:
“No parecía haber nadie de pie fuera de la burbuja, y observando lo extraño, superficial y egocéntrico, e incluso más bien, horrible que fue”
La modelo Jean Shrimpton, fue otro ícono, y una de las primeras supermodelos del mundo.
Fue la modelo mejor pagada, y más fotografiada durante este tiempo.
Shrimpton, fue llamada “El rostro de los años 60”, en los que ha sido considerada por muchos, como “El Símbolo de Swinging London” y la “personificación de los años 60”
Otras modelos populares de la época, fueron Veruschka, Peggy Moffitt, y Penélope Tree.
La modelo Twiggy, ha sido llamada “La Cara de 1966” y “La Reina del Mod”, una etiqueta que compartía con otros, como Cathy McGowan, quien fue la presentadora del show de televisión de rock, Ready Steady Go!, de 1964 a 1966.
En ese escenario, cuando el director Michelangelo Antonioni, desembarcó en Londres en 1966, fue recibido como un patrón por las tribus culturales de la ciudad, que veían en la llegada del italiano, la consolidación de la capital británica, como el principal centro internacional del pop.
Era también, la acreditación definitiva del Swinging London, el frenesí de relajo y vida eléctrica de la ciudad, durante los años 60, una burbuja de locura que, en torno a la fiebre planetaria de la “beatlemanía”, incluía un renacer creativo, y una especie de fiesta infinita.
Su filme “Blow-Up” se alimentó de la fervorosa generación de fotógrafos del Swinging London, entre ellos, los míticos David Bailey y Terence Donovan, quienes no se perdían ninguna fiesta, y del estilo rutilante de las “top models” del momento.
“Nothing like a little disaster for sorting things out”
Blow-Up es una película ítalo-británica, de suspense, del año 1966, dirigida por Michelangelo Antonioni.
Protagonizada por David Hemmings, Vanessa Redgrave, Sarah Miles, Peter Bowles, Jane Birkin, Gillian Hills, Verushka von Lehndorff, entre otros.
El guión es de Tonino Guerra y Michelangelo Antonioni, basados en el relato de Julio Cortázar “Las Babas del Diablo”, aparecido en el libro “Las Armas Secretas”
La idea, que Antonioni toma del relato de Cortázar, tiene su base real en Sergio Larraín, fotógrafo chileno, que inmortalizó a Neruda en “La Isla Negra”, tomando una vez fotos a escondidas, a una pareja de amantes, que al revelarlas, toma conciencia de haber sido testigo de un crimen, circunstancia que contó más tarde a Cortázar, y de la que éste extrajo el material de arranque para su cuento.
Blow-Up, producida por Carlo Ponti, es el primer largometraje en habla inglesa, y segunda película en color de Antonioni; ganadora de “La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes, y 2 nominaciones al Oscar:
Mejor director, y guión original.
El título en inglés “Blow Up” significa la explosión de una burbuja, aunque se entiende en la jerga fotográfica, como una gran ampliación durante el revelado de una foto; que con la ayuda de la ampliadora, expone el negativo sobre el papel, sea colocándose en una pared, debido a su gran tamaño, y se proyecta como si de un proyector de cine se tratase, se ajusta el tiempo de exposición, diafragma… y se recoge el papel, se introduce en las cubetas para los baños, y a continuación se saca para que seque.
Esto sería un pequeño resumen, de cómo se trabaja en fotografía química, analógico; aunque los detalles son numerosos.
Blow-Up, se convirtió casi de inmediato, en una obra de referencia y, con el tiempo, en una pieza de culto, no tanto por el valor cinematográfico, que es un film bastante aburrido, y lastrado por el tiempo, sino por la intención documental del artista italiano, que retrató el ambiente artístico de Londres, con apasionada exactitud, sobre todo, la manera interrelacionada de fotos, moda, y música.
La trama sigue a un creativo fotógrafo (David Hemmings) que prepara un libro de fotos sobre la violencia, y los bajos fondos, hasta que decide incluir una toma de una pareja que pasea en el parque, tomada con teleobjetivo.
Al aplicar compulsivamente el “blow-up”, es decir, la ampliación de la imagen, cree descubrir un homicidio.
Sin embargo, este incidente no da paso a ningún tipo de investigación, o deducción policial, o particular, ni siquiera, cuando regresa por la noche al parque, y se encuentra con el cadáver, sino a un fascinante estudio de la representación de la realidad dentro de la ficción, y de los ambiguos límites entre realidad e irrealidad.
Del relato o de Blow-Up se obtiene el perverso mensaje:
¿Por qué contar nada, si no se puede llegar a la realidad?
Si ésta es inasible para el ojo humano, y la realidad no puede contarse con certeza, todo puede ser mentira, o todo puede ser verdad, incluso, puede haber una multitud de verdades simultáneas y concurrentes de un mismo hecho.
“What's so important about my bloody pictures?”
En plena efervescencia del pop británico, el director italiano se deleita en retratar, sin escatimar esteticismos, el ambiente londinense de los 60.
El retrato descriptivo de una Manchester moderna, de 1966, claro está, es para Antonioni, una ciudad cuasi-vacía, un grupo de estructuras que tienen habitantes, casi por compromiso.
A través del personaje, de un fotógrafo, actividad también en boga, y recurriendo a todos los tópicos, sin dejar uno, sobre la nueva y supuestamente, glamorosa profesión artística, Antonioni y su histriónico y petulante protagonista, nos ofrecen un muestrario de colores y formas, sobre el pop más actual en el momento.
Su vida se centra en la fotografía, mezcla de placer y espacio de dominio; mundo del que cuelgan, desprendidas, desordenadas, efímeras, sus relaciones sentimentales.
Su casa-estudio fotográfico, arquitectura que se presta a la perfección a los motivos, refleja la personalidad de Thomas:
Es un hombre de entrada y salida veloz, de caprichos materiales y personales, de carácter petulante, y alimentado de impulsos.
A su alrededor, pululan modelos profesionales, de plantilla, y adolescentes en busca de fama, explosiones coloridas de atuendos estrafalarios, y mentalidad vacía.
Hay clubes de rock, donde tocan futuras celebridades como Jeff Beck, y Jimmy Page, ante un público casi inerte.
Un grupo de mimos, abre Blow-Up, invadiendo las calles, y pidiendo una colaboración a los transeúntes.
La aparición final de dichos mimos, es un fuerte indicio sobre que la interpretación de Blow-Up residiría, en esa cualidad de la disciplina, que consiste en llenar espacios vacíos, con elementos a los que el mimo dota de entidad, diámetro, y peso.
Probablemente, la vida hueca del fotógrafo, ya hastiado de promiscuidad y excesos, lo conduzca a crear una realidad ficticia, que luego, como receta, deberá deconstruír, para poder continuar viviendo.
Otro elemento interesante, aportado por un pintor llamado Bill (John Castle), es que luego de mucho observar sus cuadros, encuentra formas y significados, que al principio no percibía.
El fotógrafo es, si se quiere, un pintor, pero su paleta es una cámara, de manera que la extraña amenaza captada por su objetivo, también puede ser resultado de su propia imaginación.
El protagonista, se asume como espectador, como “ojo al otro lado”
A lo largo de todo el metraje, se subrayan de forma patente, el exhibicionismo y el voyerismo, siendo Thomas, el exponente de este último:
Él observa la desnudez de las 2 adolescentes, la pelea entre risas, y papel violeta; los pechos que Jane (Vanessa Redgrave) ofrece a cambio de los negativos; el acto sexual entre su vecino pintor y su novia y; por supuesto, el presunto asesinato en el parque.
La propia cámara de Antonioni, sitúa al espectador, en una confusión de perspectivas, ya no se sabe quién es el que observa:
Si Thomas, la cámara de Thomas, o la imaginación de Thomas…
Si bien la historia de Blow-Up parte del relato de Cortázar, de quien Antonioni toma sólo la idea:
Un fotógrafo profesional descubre, al revelar y ampliar un carrete de fotografías, algo que a simple vista no había sido capaz de ver.
En el relato de Cortázar, la pequeña historia y su significado, es completamente distinto al del film de Antonioni, pero entonces:
¿Cuál es el significado de Blow-Up?
“Necesitaré al menos otro film para explicar Blow-Up” diría el director en rueda de prensa en El Festival Internacional de Cine de Cannes, en mayo de 1967.
Lo fundamental ocurre, en ese combate que el protagonista establece con el objetivo fotográfico, en algunas interpretaciones del relato de Cortázar, se habla incluso, de una historia contada por el objetivo de la cámara fotográfica; y la disección de las imágenes, a la que se dedica de ampliación en ampliación.
El carácter ambiguo de la imagen, como instrumento del conocimiento de la realidad, es lo se juzga.
El protagonista, es testigo de un crimen, que al ojo desnudo no fue capaz de ver, y cuando procura elucidarse, a través de la observación de las imágenes que registró con su cámara de fotos, no encuentra una respuesta cabal.
Antonioni le llamó a este, “un film zen”, un film que se explica, o se presta a muchas interpretaciones, en la medida en que está inspirado en la problemática de la apariencia de la realidad.
“Cuando se utilizan ampliadoras... pueden verse cosas que, probablemente, el ojo desnudo no sería capaz de captar...
El fotógrafo de Blow-Up, que no es un filósofo, quiere ver las cosas más de cerca.
Pero lo que sucede es que, al ampliarlas demasiado, el objeto se desintegra, y desaparece; por tanto, hay un momento en que asimos la realidad, pero ese momento pasa.
Este es en parte, el significado de Blow-Up” dijo Michelangelo Antonioni.
La secuencia final, es fundamental para el curso de la obra y su temática.
Es una de las más celebres, y seguramente, una de la que más fuerza guarda:
De vuelta al parque, en que la intriga comienza cuando dispara indiscretamente a la pareja, el fotógrafo asiste a un partido de tenis, protagonizado por un grupo de hippies mimos de caras pintadas de blanco.
Jugadoras y público asistente, todos mimos más Thomas, siguen atentamente las idas y venidas de una pelota invisible, entre uno y otro lado del campo de tenis.
La secuencia es larga, se fija en los gestos de los jugadores, y en el ritmo de los movimientos de cabeza de los espectadores.
Cuando la vista de todos se dirige fuera del campo, indicando que la pelota ha caído fuera de su alcance, el fotógrafo la recoge, y se la devuelve para que el juego prosiga.
La puesta en escena es perfecta, la escena es muda, a excepción del ruido de la pelota, una pelota invisible...
Varios segundos después, el fotógrafo desaparece, se hace invisible, es un objeto que se desintegra, como si hubiese sido expuesto a una ampliación sobre otra ampliación, hasta desaparecer, y desasirse de la realidad.
El juego entre la verdad y la fantasía, lo que fue, y lo que pudo haber sido, lo que sucedió de verdad, o lo que tal vez, no sucedió nunca; ese extraño camino por el que deambula el protagonista durante 24 horas, de un amanecer a otro, enmarcado en la fantasmagórica presencia de un grupo de extrañas gentes de rostros pintados de blanco, será uno de los mensajes más profundos, que el cine nos haya dado.
Ese juego final, donde el protagonista acaba por intervenir para, después, disolverse, y dejarnos la amargura de no saber, si realmente hemos llegado a conocerle, o ha sido tan sólo un espejismo.
Thomas, ya ha advertido que, aunque él no vea la bola, eso no significa que no exista, pues nuestra comprensión de la realidad, no es idéntica a lo que estamos viendo, pues lo que vemos, como se ha demostrado, no es todo lo que sucede, y una vez que Thomas devuelve esa bola imaginaria para él, Blow-Up termina.
Y en el fondo, Blow-Up habla de lo que no ves,  bien por falta de interés, por falta de capacidad, o porque el árbol, no te deja ver el bosque.
Cabe señalar que el personaje de David Hemmings, fue inspirado en el británico David Royston Bailey, CBE, fotógrafo de modas de la revista Vogue inglesa, en 1960.
Y que Thomas, en ningún momento de Blow-Up, se le menciona por su nombre…
Solo en las reseñas, y notas del director, se descubre su nombre.
Thomas, ama su cámara por encima de todo.
Sus coqueteos con las mujeres, son por pura diversión.
Era la época del amor libre, el “Swinging London”, jóvenes modernos, que bailaban a ritmo de The Kinks o The Who.
La conciencia moral del protagonista, es mínima.
Su vanidad le permite insultar a las modelos, y tratar a sus empleados como donnadies.
Se casaría con su cámara, si quisiera.
Vive por, y para la fotografía.
No se aferra a la realidad, vive en su burbuja imaginaria, hasta que sus fotos no le demuestran lo contrario.
Su razonamiento se basa en exhibir antes que ver, de ahí la importancia de la imagen; y el elemento clave de Blow-Up.
Y es que Thomas, no tiene un momento de reposo a lo largo del metraje, ya sea trabajando, ya sea seduciendo, ya sea conduciendo, comprando una hélice de un avión, intentando comprar una tienda de antigüedades, tomando café, buscando la imagen que defina el Londres con la que quiere culminar el libro que está a punto de editar, visitando gente... no para, es un cuerpo en permanente movimiento, a la busca de algo que desconocemos, su objetivo, o finalidad, nos es desconocida, seguimos al personaje, a veces con planos subjetivos, y otros en los que el propio Thomas participa de la escena, hasta que se produce un punto de inflexión, el que supone la visita del fotógrafo, al parque Maryon, y allí cree encontrar la foto definitiva, una pareja que deambula por el parque, en total intimidad, y amparados en la ausencia de gente, parecen haber quedado allí, para tener un encuentro clandestino, y Thomas, intentando no ser visto, saca las fotografías de lo que su ojo ve en ese momento, un juego de seducción, entre un hombre y una mujer, que termina cuando la pareja advierte la presencia del fotógrafo, y la mujer se dirige a él, para reclamarle el carrete, a lo que Thomas aprovecha la situación, para pretender mostrar su superioridad, y su situación de poder derivada de la posesión de algo que, captado por su cámara, alguien desea.
No es hasta cuando empieza a revelar las fotos, cuando Thomas advierte algo extraño que no cuadra con lo que él ha creído ver, lo que ha pensado, una pareja de amantes, de enamorados, o de amor clandestino, queda en entredicho, observando la cara de los protagonistas, comienza entonces a ampliar sucesivamente las fotografías, y cuanto más amplia, más se diluye y difumina la realidad de lo que creyó ver, apareciendo entre el follaje, la sombra de un hombre, apuntando con un arma, y posteriormente, la silueta de un hombre caído en el suelo.
Pese a no verlo, Thomas ha sido testigo de un asesinato, lo que él ha visto, no es lo que ha sucedido, y es éste el tema central, y fundamental de Blow-Up.
Un detalle en la obra de Antonioni llama la atención:
Blow-Up propone 3 tipos de ejercicios fotográficos:
Thomas es fotógrafo de estudio y pasarela, demostrada en la sesión de fotografía; es además, fotógrafo ocasional de paisajes urbanos, como la sesión en el parque; y es, finalmente, fotógrafo social, o reportero gráfico, de lo que da cuenta que elabora un libro de fotografías, sobre las condiciones en una fábrica.
Esta no es una cuestión dejada al azar.
Estos 3 ámbitos, hablan sobre el orden de lo fotográfico, y del arte:
En realidad, establece diferentes planos del uso de la imagen.
El grano de la película fotográfica, es enorme, después de las ampliaciones, por lo que no resulta extraño que Patricia (Sarah Miles), uno de los tantos personajes femeninos que rodean al protagonista, señale que las fotografías se asemejan a las pinturas abstractas de Bill, el amigo pintor de Thomas.
Es el mismo Bill, quien al inicio, se encarga de explicar el proceso mental que sigue el fotógrafo:
“Cuando pinto el cuadro, no me dice nada.
Luego descubro cosas, y de pronto, todo se clarifica por sí solo.
Es como encontrar la clave en una novela policiaca”
Al igual que el protagonista, el espectador inevitablemente se involucra en la investigación, cuando comienza a ser consciente de la posibilidad de que lo es hasta entonces ficticio, sea real.
Como curiosidad, Julio Cortázar aparece como cameo, en una de las fotografías mostradas, y hechas especialmente para Blow-Up.
Blow-Up es una película extraña para los mortales; considerada un fetiche del estilo “mod”, pero que no gusta a los “mod”…
Los elementos significativos del movimiento “mod”, incluyen la moda, a menudo trajes hechos a la medida; música, incluyendo el soul afroamericano, el ska jamaicano, la música beat británica, y R&B; y los “scooters”
La escena “mod” original, también fue asociada con el bailar toda la noche en las discotecas, avivado por la anfetamina.
Desde mediados de la década de 1960, en adelante, los medios de comunicación, utilizaron a menudo el término “mod” en un sentido más amplio, para describir cualquier cosa que era considerada popular, de moda, o moderna.
Por otro lado, Antonioni aprovecha de plantear otros temas, de carácter más sociológico, como la alienación juvenil, la cual retrata en la famosa escena del concierto de The Yardbirds; la soledad conyugal, e incluso, la afiliación colectiva, que queda explicitada en la escena de la huelga.
Al mismo tiempo, el director realiza un retrato de la impulsividad y el consumismo reinante en la sociedad, tanto en la secuencia del concierto, como en la que Thomas compra una enorme hélice, en una tienda de antigüedades, la cual finalmente, no sirve para nada, como símbolo de la velocidad moderna y vanguardista de inicios del siglo XX, de un mundo que se prometía funcional y mecánico, y que vuelve ahora, con valores estéticos.
Aparentemente, Antonioni deseaba mostrar lo efímero de lo material, y el paso del tiempo.
Por último, la cruda descripción que Antonioni realiza de la decadente juventud londinense de la época, causó una gran controversia, cuando Blow-Up fue estrenada.
Si bien, se habla sin tapujos, acerca del uso de diversas drogas, la escena más criticada, fue aquella en la que Thomas participa en una orgía, con un par de jóvenes, que aspiran a convertirse en modelos.
Pese a esto, Blow-Up no sólo se convirtió en la producción más exitosa a nivel comercial de la carrera del director, sino que se convirtió también en una película de culto.
Cuestionamientos:
¿No pudo ser el cuerpo fotografiado de los arbustos, algo también inexistente fuera de la alteración de la mente?
¿Realmente ha sido Hemmings, testigo de un asesinato?
¿O sencillamente ha visto lo que deseaba ver en ese momento de su vida, en el que necesita de una motivación poderosa, le haga seguir adelante?
Las preguntas que surgen, no poseen una respuesta clara.
Cualquier opción es válida, aunque el director ya nos deja alguna pista sobre su posición, en la escena final.
Uno ve lo que quiere ver…
Juro y perjuro, que antes del final, imaginé ver esa pelota de tenis...
La banda sonora, está compuesta por Herbie Hancock, pero no como banda sonora, sino como música ambiental.
También aparecen:
The Yardbirds, con Jimmy Page y Jeff Beck, interpretando el tema “Stroll On”
“This is a public place, everyone has the right to be left in peace”
Dicen algunos, que en los filmes de Antonioni no pasa nada, porque él no nos lo explica, y aparentemente, las cosas ocurren sin sentido, o sin interés.
¡Pero pasan muchas cosas!
Sus filmes están llenos de información emocional y visual, pero esto no está dado así como así, sino que está cubierto por un delicado, cristalino, y frágil velo tácito y sutil, que sólo siendo pacientes, y si tenemos mucho cuidado, podremos develar lo que oculta Antonioni, que es eso que llaman:
“La vida misma”
Mientras que algunos señalan, que Blow-Up es una alegoría de la realidad, versus la ilusión, otros apuntan que es un discurso acerca de la decadencia, y la falta de relaciones significativas en la sociedad moderna, o la opinión del director, acerca de cuál es el rol del artista en el mundo.
Los sentimientos, la historia, los pequeños detalles…
Todo aquello que nos rodea, visto por el objetivo.
Imágenes que persisten en nuestros días.
Que no envejecen nunca.
Fotografiar, es el arte de grabar la luz.
Destellos luminosos que perciben nuestros ojos.
El reflejo de la realidad, de una realidad que ha ido evolucionando hasta tocar la ficción.
La imagen obtenida, bien lograda o no, es un instante congelado en el tiempo.
La función de un fotógrafo consiste en eso, y en hacerlo de manera que nos impresione.
Pero:
¿Qué es la fotografía para un fotógrafo?
La imagen, es un arma poderosa para explorar esa idea:
La capacidad que tenemos para imaginar, y lo importante que es eso en nuestra minúscula existencia.
Es de hecho, lo que nos amplifica mucho más allá del contorno de nuestro pequeño cuerpo, y Blow-Up explora eso.
Ampliar una fotografía, como desplazarse a altas velocidades, tiene un costo para la realidad.
Al acercarme mucho a la realidad, la pierdo, y me quedan únicamente, los granos o pixeles.
¿Cuánto hay de realidad en lo que vemos, en lo que percibimos?
¿Cuánto hay de aportación personal nuestra, y de interpretación subjetiva de esa realidad percibida a través de unos sentidos que nos engañan?
El juego entre la verdad y la fantasía, lo que fue, y lo que pudo haber sido, lo que sucedió de verdad, o lo que tal vez no sucedió nunca.

“What did you see in that park?”



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