Cape Fear

“You shocking degenerate.
I've seen the worst - the dregs - but you... you are the lowest.
Makes me sick to breathe the same air”

En esto del cine, durante los últimos años se ha fijado un cliché que consiste en afirmar con toda rotundidad que Hollywood padece una crisis de ideas.
Y he llegado a verificar que esto es cierto.
Solo por un simple hacho, hay dos tipos de películas que se han ganado una merecida infamia: los remakes y las segundas partes, a las que se consideran manifestaciones de la poca originalidad y de la escasez de ideas del cine norteamericano.
El remake siempre es peor, por ser “impuro”, que la película “remakeada”, o sea la película original, la “pura”.
Dicho lo anterior, la presente nota es un grito al cielo, para que la maquinaria de Hollywood deje de una vez de fotocopiar los clásicos del cine.
No es cierto que se mejore la trama, debido a que la misma versa sobre un contexto histórico/cultural importante.
Eso de darle más profundidad a la historia o mejorarle los efectos, es un simple atentado contra el artista y no puede ser así.
“I got somethin' planned for your wife and kid that they ain't nevah gonna forget.
They ain't nevah gonna forget it... and neither will you, Counselor!
Nevah!”
Cape Fear es una película estadounidense de 1962, de suspense dirigida por J. Lee Thompson, con un ENORME reparto: Gregory Peck, Robert Mitchum, Polly Bergen, Lori Martin, Martin Balsam, Jack Kruschen, Telly Savalas, Barrie Chase, Edward Platt, Will Wright y Page Slattery.
Cape Fear está basada en la novela de 1957 “The Executioners” de John D. MacDonald, con un guion de James R. Webb.
La música fue compuesta por un ENORME Bernard Hermann, asiduo colaborador de Sir Alfred Hitchcock.
Cape Fear, era un vehículo ideado básicamente para Peck y Mitchum, muy creíbles durante todo el filme, mostrándonos un buen duelo interpretativo.
Cape Fear también cuenta con una conseguida fotografía que tiene sus méritos en el propicio juego de contrastes lumínicos, impagables sombras.
Desde el punto de vista del enfoque cinematográfico, Cape Fear parece una película de Hitchcock, inclusive hay partes que se pueden referenciar a la película del Maestro del Suspense como lo fue su Psycho.
Esos elementos son ideales porque coadyuvan para generar un filme lleno de nerviosismo y excite.
Primero que todo, quiero hacer hincapié en una cosa, nos hallamos ante una película muy adelantada a su tiempo.
Hay que tener en cuenta que Cape Fear es un filme de 1962, producido por una gran compañía y protagonizado por dos actores en la cima de sus carreras.
Pues bien, en una sociedad tan “pacata” como la americana, una historia que mezcla violencia, sexo, pederastia, venganza, machismo y malos tratos había que tener mucho valor para llevarla al cine, por mucho Kennedy que estuviera en la Casa Blanca; recordemos que seguía en vigor el horrible Código Hays, que, entre otras cosas, prohibía mostrar detalles de asesinatos brutales, la demostración de un comportamiento sexual “ilícito”, como el adulterio o la pedofilia, o mostrar determinadas partes del cuerpo, entre ellas el ombligo...
Cape Fear transcurre entre los cauces más clásicos de la última época del cine negro, recordemos que es una historia de una venganza ciega, de la resolución de un odio larvado que necesita salir por algún sitio.
Eso es lo que siente uno de los dos protagonistas, Max Cady, un violador condenado a prisión que aprovecha su estancia entre rejas para diseñar su venganza hacia Sam Bowden, el abogado que consiguió su encarcelamiento.
Así a la salida de la prisión, Max será capaz de perpetrar su venganza.
Lo hará sirviéndola en frío, con implacabilidad, invadiendo progresivamente su intimidad y acosando todos los rincones de la vida de su enemigo Sam.
Este clásico, Cape Fear, dirigido por J. Lee Thompson es una buena muestra de thriller psicológico que aguanta imperturbable el paso del tiempo.
Hoy sigue inquietando igual que en el momento de su estreno, en gran parte debido a la credibilidad de sus intérpretes y a lo agobiante de su argumento.
Los momentos tensos se acumulan a lo largo de su metraje, ya sean por medio de tensión sexual o de tensión criminal, de entre las que sobresale la persecución de la niña por su colegio, impagable.
Tenemos a un ENORME Robert Mitchum, más villano que nunca, que saca provecho de sus duras facciones y de su magnetismo personal para dar vida a este personaje carismático y malvado.
Sus reacciones violentas, que terminan con violación e incluso asesinato, son rubricados por el acoso sexual al que somete a la hija menor de su rival, clara exposición de pederastia cinematográfica.
Curiosamente, los personajes de moral más que dudosa se le daban a Robert Mitchum realmente bien.
En Cape Fear, Mitchum/Cady representa la animalidad, la violencia y, en resumidas cuentas, el mal que quiere destruir al bien, que es lo que encarna Peck/Bowden con su familia, la moral y el equilibrio.
A un nivel psicológico, Cady representaría los instintos agresivos y destructivos existentes bajo la tranquila apariencia de Bowden; como en un cuento de hadas, la destrucción final del ogro supone la victoria de la mente consciente sobre los impulsos autodestructivos, y la consecución de un equilibrio personal.
Ver a Robert Mitchum entre sombras, al acecho, ejecutando su plan sin ninguna prisa es de lo mejor.
Por poner sólo un ejemplo, su cara a cara con la niña es inmejorable.
¿Censura?
Bienvenida sea, entonces.
Basta una mirada para explicar un mundo.
Eso es interpretar y eso es cine.
En otro registro, Gregory Peck interpreta al abogado asediado, reverso un tanto oscuro a los papeles gentiles que Peck había abordado en otros filmes.
Sin embargo sus acciones están justificadas claramente a ojos del espectador, y su absolución está más que asegurada.
¿Quién no haría todo lo que estuviera en sus manos para defender a su familia?
Por otra parte, los actores secundarios me han gustado mucho especialmente Telly Savalas que encuadra a un detective privado.
La mujer de Bowden es impagable y su hija no tiene precio, hace un muy buen papel, expresivo y acorde a su cometido.
Cape Fear tiene escenas magníficas como Mitchum hablando con Polly Bergen de gran carga sexual.
Cape Fear goza de una perturbadora banda sonora con reconocido tema central que lamentablemente suena en pocas ocasiones, que en determinados pasajes aprovecha al máximo la intriga que surge de los escenarios isleños donde la oscuridad y lo salvaje acrecienta aún más tensión y el temor hacia los desconocido.
Siendo benevolente con el mal… el personaje de Max Cady me parece que en alguna forma tiene razón en cuanto a la alianza que a veces hacen jueces, policías y abogados para destrozar una persona.
Con esto quiero decir que después de todo, Cape Fear también denuncia cierta falta de ética en los ámbitos judiciales.
No obstante, Cape Fear es un claro exponente sobre la experimentación del miedo proveniente de las amenazas de muerte que se ciernen sobre una persona y sus seres queridos y es eso lo que más apuntala el director.
La obsesiva venganza, un odio encarnizado que clama revancha y la desprotección por parte de la justicia dan por resultado un thriller febril sobre la paranoia propia de los estados de pánico y sobre la justicia por mano propia.
En ello puede avizorarse un ejemplo de cuán impotente se siente quien está amenazado porque no tiene instrumentos legales para proteger su tranquilidad y su seguridad, debiendo por ende recurrir a mecanismos que se encuentran al margen de la norma o rebajarse a poner en práctica arcaicos procedimientos más cercanos a la Ley de la Selva que a los de las sociedades civilizadas.
No hay temor más real que el que surge de las amenazas concretas de un ser despiadado que no tiene nada para perder, y que se ha tomado a pecho una situación personal con brutales represalias que implican el horror físico, pero por sobre todo el psicológico que surge de la constante sensación que acarrea la alerta mental por la inseguridad y por el peligro que acechan.

“When he walked out of this room he said... he said to consider this only a sample.
And from my limited knowledge of human nature, Max Cady isn't a man who makes idle threats”


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