Passion Callas

“Nessuno può sostituire la Callas”

Maria Callas.
Controvertida cantante, diva y caprichosa, única e irrepetible.
Pero, asimismo, perversa, alocada, genial, vanidosa, temperamental, duende que encantaba, animal sagrado… tigresa.
¿Qué no se ha dicho de Maria Callas?
¿Y qué otro tanto no ha sido recreado en las infinitas biografías y películas basadas en su poco más de medio siglo de existencia?
La voz de Callas siempre ha dividido la opinión incluso de los mismos estudiosos de la música y el canto.
Tal vez por eso algunos dicen que su voz era como su rostro: de algunos ángulos era bellísimo, pero de otros se veía horrenda.
Simplemente es Callas, tan simple como eso.
No tiene el mote de "la soprano", ni de "la cantante"... es Maria Callas y con su sólo nombre ya está dicho todo.
Ésa es la magia de Callas:
No sólo canta...
Adquiere timbres que hacen que su voz se transforme.
En "La Traviata" por ejemplo, al principio de la obra su voz realmente es la de una mujer caprichosa, liviana...y conforme transcurre la historia su voz muestra a la mujer enamorada y condenada a muerte, enferma y débil.
Es Callas, pero también es Medea, Carmen, Violeta, Mimí...etc.
La mejor cantante absoluta que hasta el momento no ha tenido igual, ni siquiera quien se le aproxime.
“I don't know what happens to me on stage.
Something else seems to take over"
Passion Callas (2005) es un documental de producción francés dirigido por Gerard Caillat que muestra conversaciones y entrevistas, acerca de Maria Callas a modo de viñetas, realizadas por Leyla Gencer, Luchino Visconti, Lucian Berengo, Maria Oliva De Poli, Georges Prêtre, entre otros.
Passion Callas explora muchos aspectos de la vida y la carrera de Maria Callas, una de las divas más grandes de la ópera de todos los tiempos, una leyenda en su propia vida y de una artista única que, desde su muerte trágicamente a principios de 1977, ha alcanzado el estatus de una figura icónica.
El film Passion Callas de Caillat nos habla desde 2 frente importantes:
La Voz; y su carácter, sus fanáticos y su relación con la prensa, y eso es lo que hace diferente a este documental por sobre toda la cantidad de material que se ha hecho sobre La Divina.
La voz de Maria Callas suscita encontradas polémicas aún a treinta años de su muerte.
Voz inclasificable, ni dramática, ni lírica, ni ligera; soprano trágica, rememorando así la opinión de Giacomo Lauri-Volpi sobre Enrico Caruso.
Al igual que Caruso, Maria Anna Cecilia Sofia Kalogeropoulos marcó un antes y un después en la historia de la ópera con su aparición.
Sin ánimo de descubrir nada, vamos a recordar las claves de esta afirmación, tantas veces repetida pero muy pocas comprendida en realidad.
En origen, Elvira de Hidalgo se encontró probablemente con una voz de soprano spinto:
"Se trataba de una violenta cascada de sonidos no enteramente controlados pero dotados de emoción y fuerza dramática"
Los esfuerzos de la maestra se centraron en pulir los aspectos inaceptables de ese instrumento y prolongar su extensión hacia el terreno de las sopranos ligeras.
Así, aunque los escarceos iniciales de la joven se produjeron en papeles de soprano verista como Santuzza o Tosca, pronto de Hidalgo la orientó hacia la ópera romántica, los primeros papeles que aprendió fueron Norma y Gioconda, y el canto de agilidad, que trabajó sobre el aria de Dinorah, por ejemplo.
El resultado fue una voz extensísima que cubría prácticamente tres octavas.
Su volumen parece haber sido medio, el agudo era squillante hasta el do5, por encima adquiría una ligereza, sin perder color, propia de una soprano de menor calibre.
El grave era sonoro y no dudaba en reforzarlo con sonidos de pecho, al más puro estilo verista.
El centro, ya en sus inicios, carecía de resonancias aterciopeladas o cálidas, mostrando una veladura levemente gutural.
No puede decirse que fuera un timbre esmaltado, ni mucho menos dulce o acariciador, pues mostraba una cualidad metálica y aristada; sin embargo, resultaba enteramente personal.
Es más, a pesar de esta falta de belleza intrínseca, la excepcionalidad de la voz no se podía poner en duda:
Hacía revivir tiempos pretéritos, los de una vocalità extinguida décadas atrás, la de soprano sfogato o drammatico d'agilità.
Voces estas surgidas en las postrimerías del Barroco como evolución de la contralto para conquistar el registro agudo y que encarnaron desde las heroínas de Mozart (Elettra, Konstanze) hasta las primeras de Verdi.
Ejemplos paradigmáticos de esta tipología fueron Giuditta Pasta y Maria Malibrán, dos de las más admiradas intérpretes de Norma, capaces de reproducir trinos, notas picadas y roulades con voces plenas y potentes.
La voz de Callas manifestó los mismos problemas que sus ilustres antecesoras, sobre todo en cuanto a la falta de uniformidad, lo que ha llevado incluso a hablar de las "tres voces de Callas"
En efecto los cambios de color eran abruptos, tanto al afrontar el agudo como al descender al grave, producto quizá de una proyección hacia la máscara demasiado brusca y de un abuso del sonido de pecho respectivamente.
A la larga esto creó un vacío en el centro, cada vez más entubado y descolorido.
Es éste el mayor reproche que se hace al sonido de Maria Callas, esa desasosegante ruptura tímbrica, inaceptable para algunos oídos, motivo de encarnizadas discusiones aun hoy; en todo caso una voz que no puede dejar indiferente.
Los italianos dirían que tenía la lágrima en la voz, una de las pocas virtudes que se reconoce casi unánimemente.
Con estos recursos, más allá de un tipo vocal, Callas resucitó una forma de afrontar los papeles del bel canto romántico, la mayoría de los cuales había desaparecido del repertorio o sufrían interpretaciones que distorsionaban su esencia al mutilar o emborronar su escritura.
Callas les devolvió su grandeza en tres planos complementarios:
El interpretativo, mediante un fraseo analítico que explotaba los contrastes dinámicos;
El estilístico, expulsando las inflexiones veristas de determinadas sopranos;
El técnico, reproduciendo con corrección y otorgando contenido expresivo a las fioriture.
Poseía además una sólida formación musical complementada por un instinto infalible:
Grandes directores han elogiado su perfecta cuadratura, de afinación y ritmo.
Asegurada esta base, mientras la voz estuvo bajo control, la intérprete podía dedicarse a construir el fraseo compás a compás, extrayendo fuerza expresiva del portamento, un rinforzando, una filatura o el supremo virtuosismo de la messa di voce.
Muchas veces este aspecto del arte de Callas queda en segundo plano ante su talento escénico, olvidando así que la verdadera fuerza del melodrama reside en la actuación vocal.
La figura de la actriz cantante, creación del verismo, muchas veces fue una pantalla tras la cual ocultar los problemas canoros de determinadas sopranos, sobre todo en los papeles de escritura florida.
Además de restaurar la técnica necesaria para afrontar el género, Callas expurgó la parafernalia que se había usado como complemento del histrionismo escénico inaugurado por Gemma Bellincioni:
Declamaciones, roturas del legato, aullidos, etc., recursos que nada tienen que ver con la estética de Bellini, Donizetti o Verdi.
A pesar de haber quedado como ejemplares algunas de sus interpretaciones de papeles veristas, el fraseo de Callas componía personajes nobles, estilizados, áulicos en resumen.
Ideales por tanto para los arquetipos:
Reinas, sacerdotisas, hechiceras del melodrama temprano, pero más alejados de los personajes cotidianos del verismo.
Tampoco la escritura de estos papeles era favorable, pues incidía en la zona central de su voz, ayuna de sensualidad y esmalte, incapaz de competir con la dulzura y opulencia del timbre de Tebaldi por ejemplo.
Sin embargo, la incisividad de la dicción, la minuciosidad con que iluminaba cada palabra, ya pasmosas en el recitativo romántico, adquirían en este género una relevancia aun mayor.
Familiarizada con el estilo durante sus primeros años en Italia (Tosca, Santuzza) supo captar la espontaneidad y la extroversión necesarias, pero siempre insuflando nobleza decimonónica a los personajes, así sustrayéndolos al efectismo y la vulgaridad, lo que la emparienta con la gran Rosa Ponselle.
Restaban para completar el fenómeno la vehemencia del fraseo y la agresividad del timbre, que no desentonaba en la truculencia de algunos argumentos de la Giovane Scuola Italiana.
Y el talento de la actriz, capaz de respaldar con el gesto, y la mirada, cada instante de su actuación canora.
Callas, genuina actriz cantante, no dejaba de actuar ni cuando permanecía en silencio.
Rodolfo Celletti refiere en “Le Grandi Voci”:
“Mientras llegaba la voz de Manrico desde fuera del escenario, Callas movía las manos como acariciando el rostro del Trovador (en la escena del Miserere)
Esta comunión de capacidades vocales y talento escénico unida al carisma de la mujer han sido las bases del tremendo impacto de Maria Callas.
Naturalmente estos aspectos, en particular los vocales, están expuestos a discusión.
Pocas veces ha sido una voz más denostada, llegando a reproducirse en oyentes actuales el rechazo visceral de aquellos partidarios de Renata Tebaldi que no dejaban pasar una nota dudosa sin manifestar su desaprobación.
Incluso su actuación escénica, a través de los pocos documentos audiovisuales existentes, se ha sometido a una intensa revisión.
Lo que no admite duda es la repercusión del ejemplo de Callas en la historia del canto del Siglo XX.
Aparecida en el momento oportuno, actuó como catalizador del interés en el melodrama temprano y en recuperar la técnica, el estilo y los modelos psicológicos mediante los cuales únicamente podía hacérsele justicia.
No obstante, era necesaria la personalidad de Callas para poner en marcha esa revisión que alcanzó a las olvidadas heroínas de Donizetti y Bellini, Spontini, Cherubini, el primer Verdi e incluso el Rossini serio con Armida.
Este movimiento en cierta forma fue una labor museológica que resucitó repertorios marginados por las estéticas triunfantes del verismo, el tardío romanticismo y el drama musical.
Desafortunadamente, el declive de Maria Callas llegó demasiado pronto para que pudiera extender su revisión a muchos papeles.
Las razones del temprano ocaso han sido y seguirán siendo otro motivo de polémica.
La mala salud, los desequilibrios emocionales, el adelgazamiento; sin duda se cobraron su precio posiblemente en la base de todo, la respiración, de ahí el temido vibrato amplio.
Sin embargo no se puede obviar el inevitable entubamiento del centro, cada vez más destimbrado y lleno de aire, como resultado de la alternancia de papeles de tesitura elevadísima y otros donde había de forzar el registro de pecho.
Aunque Callas lanzó un gran mentís contra la separación de voces dramáticas y de agilidad operada por los anteriores 50 años de historia, la pretensión de alternar papeles de soprano spinto italiana, dramática wagneriana: Brünnhilde y Kundry en sus comienzos, y soprano lírica de agilidad terminó por partir en tres su voz, como si de una piel estirada y exigida al límite se tratara.
Por otro lado se ha señalado la temeridad de la cantante, que jamás se reservaba nada ni siquiera en los ensayos, siempre a plena voz, y fiel a un plan de estudios tremendo.
Además de la resurrección del bel canto, la influencia de Callas cambió la importancia del trabajo escénico de los cantantes, estableciendo un nuevo modelo de cantante actriz.
Si bien esto recordó el valor como conjunto de la representación operística, no ha dejado generar una corriente que ha terminado por justificar a malos cantantes por sus talentos dramáticos.
Aunque, evidentemente, no se la puede culpar por ello.
La segunda parte de Passion Callas la compone su carácter, sus seguidores, los fanáticos de La Callas y su relación con la prensa.
Cuando se evalúa el comportamiento de esta diva de voz tan peculiar, de inmediato podemos reflexionar sobre el poder que quita o da, que anula o perfecciona el carácter que se tiene y que, muy grosso modo, depende tanto de la estructura de personalidad que se tiene como de las diversas influencias del medio ambiente en su totalidad.
La educación del carácter, probablemente es la gran deficiencia que se da en muchas personas, generando seres humanos que siempre están insatisfechos de todo.
Maria Callas es una lección muy importante a tomar.
Esta personalidad tan llamativa en su época y que, ahora, está quizás en los momentos en que puede volverse un mito o ir cayendo, poco a poco, en el olvido, se genera cuando ya su muerte supera con creces más de una generación.
Cuando uno evalúa, más allá las características tan peculiares de su voz así como de su gran capacidad histriónica y de su participación en la prensa del corazón por sus amores y desamores con Aristóteles Sócrates Onassis, se cae en cuenta de lo que significó para su desenvolvimiento vital ese elemento de la personalidad tan difícil de definir como lo es el carácter.
Cuando se evalúa desde la gran voz y presencia en escena, esta mujer, se recuerda como una personalidad de gran carácter por lo que, tenemos que conceptualizar que se considera es y que lo podemos hacer como todos aquellos elementos que hacen única e irrepetible a la personalidad que parte de los elementos de su estructura interna y genética hasta la capacidad para ser afectada por el medio ambiente con elementos tales como el entorno ambiental y social, la cultura, la familia, las amistades y el trabajo, dándole algunos, predominancia a los factores internos que se puede individualizar como temperamento y otros, a los elementos externos que acabamos de nombrar.
Los elementos que muchos asocian con un carácter fuerte en positivo, serían la voluntad, el autocontrol, la responsabilidad y el respeto a los valores y límites éticos y morales y que, un carácter negativo por lo tanto, estaría dado por la soberbia, la intensidad de las respuestas a las situaciones, la irresponsabilidad y, finalmente el irrespeto a los valores éticos y morales.
Cuando se analiza el poder que da el carácter, evaluado como positivo o negativo, se tiene, por lo tanto, cómo los elementos genéticos y físicos, los psico-emocionales y los socioculturales, van modificando esa forma habitual de comportarse que tiene cada quien como personalidad única e irrepetible.
Cuando uno evalúa la vida de esta diva del bel canto, uno observa que, conjuntamente con su gran y peculiar voz, siempre estuvo acompañada de un carácter muy peculiar, que la individualizó tanto en el escenario como en su vida privada e íntima.
Será a finales de los años cincuenta, cuando su carrera de veinte años acumulaba ya, en cantidad prodigiosa, actuaciones y éxitos, coincidiendo en el tiempo con los inicios de su amistad con Onassis y el comienzo de su etapa de permanente exposición mediática, cuando su voz comienza a resentirse seriamente.
Fue algo paradojal:
Al tiempo que el gran público se va enterando de su existencia, y su imagen en fotos y en la pantalla llega a todos los confines junto a las multiplicadas grabaciones discográficas, Maria Callas empieza poco a poco a ser marginada de los escenarios operísticos debido a sus desplantes de diva, a sus problemas vocales y sus escándalos de Jet Set.
Su carrera va a tener, sin embargo, un postrer momento de resurgimiento avanzados los años sesenta, con el apoyo financiero del armador griego.
Mientras que su presencia en cualquier sitio iba a ser registrada obsesivamente por los paparazzi, y un público cada vez más variopinto la adora sin condiciones, los conocedores y los críticos cuestionarán cada vez más sus notas erradas y otras desprolijidades.
Fuera de la escena, su vida fue tan dramática como cualquiera de los papeles que interpretó.
Los medios de comunicación la convirtieron con rapidez en noticia e informaron con avidez sobre sus desacuerdos con los directores de los teatros de ópera y todos los detalles sobre su vida privada.
Con el correr de los años, Maria Callas sufrió de una publicidad sensacionalista y nociva que sugería que se trataba de una colega difícil y celosa, una acusación que sin embargo fue refutada por muchos de quienes trabajaron con ella más cercanamente.
Passion Callas tiene una peculiaridad por sobre otros documentales, acá vemos que la prensa la trató mal, le hacía preguntas directas pasadas de tono y todo eso mientras era filmado y sin ningún remordimiento era tirado al aire sin editar aumentando por un lado el mito de la tigresa y por otro hiriendo las susceptibilidad de la mujer.
De la célebre cantante se decía que con frecuencia que, mientras el público da muestras de gran entusiasmo, ella apenas se siente satisfecha, y otras veces, por el contrario, cuando cree haber dado el máximo rendimiento artístico, la reacción de los espectadores no es la misma.
Maria Meneghini Callas afirma que el epíteto de “tigresa” no la hace justicia:
“Soy, dice, una mujer perfectamente normal, sana y feliz.
Si quisiera, podría hacer creer que soy la persona más dulce del mundo: para ello me bastaría tener un buen agente de publicidad.
Pero esto sería falso.
Yo soy una artista, no un ángel.
La cosa que más exijo es el respeto:
Quiero ser respetada como mujer y como artista”
La verdad era que su temperamento crítico y directo, unido a recurrentes problemas vocales, a menudo la forzó a una difícil elección entre cancelar contratos o cantar aún cuando no estuviera en su mejor forma.
Su biógrafo David Bret sostiene que la diva tenía la obsesión de seducir y "rescatar" homosexuales.
Así, intentó en vano enamorar a Leonard Bernstein, Luchino Visconti, Franco Zeffirelli y Pier Paolo Pasolini, convencida, según Bret, de que ningún homosexual podría resistir su amor.
En 1968, ya en el camino del ocaso, actuará en el filme Medea, de Pier Paolo Pasolini, donde cumple una actuación destacada.
Los años setenta le proporcionan, apenas, la posibilidad de dictar en Nueva York una serie de Master Classes que causaron furor entre los aspirantes al canto lírico.
Por otra parte, la tentó la tarea directriz en la obra de Verdi: I Vespri Siciliani, en la que no tuvo buenos resultados.
“Enfrentémonos con la realidad:
Soy una mujer honrada, adorada y venerada, no una mujer que se acuesta con uno y con otro, sino al contrario, que dice no a todos.
Es un milagro que hiciera carrera.
Soy alguien de quien pueden sentirse orgullosas muchas personas, pero no es así.
Soy un peso muerto”
Sería ésta una de sus últimas reflexiones.
La última década de su vida residirá en Paris, ciudad que le permite cierta privacidad y a la vez una cuota leve de exposición discreta, al tiempo que la ayuda a sobrellevar sus cada vez más obsesivos fantasmas.
Allí es donde la sorprenderá la muerte, el 16 de septiembre de 1977, a los cincuenta y tres años, siendo ya en todo sentido una sombra de sí misma.
Quedaron sus grabaciones, registradas cuando su voz todavía no había perdido esa inusual intensidad y hondura que fue su toque de distinción.
A través de ellas, perdura el arte inigualable, creado a fuerza de pasión y de trabajo por aquella muchacha griega que aspiraba a ser cantante y se transformó por fin en ese "animal sagrado" que fuera venerado, bajo dos "especies" contradictorias:
La intérprete de ópera para unos, el personaje mediático para otros, con el nombre de Maria Callas.
La Divina, un destino trágico que conmovió al mundo:
Maria Callas fue la célebre prima donna assoluta, una perfeccionista de la ópera con millones de fans, incluso hoy en día, décadas después de su muerte.
Pero detrás de la máscara de la estrella de la ópera, es escondió su soledad, los hombres profundamente la decepcionaron.
Casada con el industrial italiano Giovanni Battista Meneghini, pero su corazón era para el magnate griego Aristóteles Onassis, quien la repudió, debido a Jackie Kennedy.
Passion Callas documenta las dos caras de una de las personalidades más famosas del Siglo XX en una gran cantidad de documentos originales:
Maestros, contemporáneos y amigos, sino también la propia cantante tendrá algo que decir en las entrevistas, así como su antiguo productor Michel Glotz y "su" director Luchino Visconti.
Maria Callas habla acerca de sus experiencias con Rudolf Bing, y el Metropolitan Opera, ofrece información sobre muchos puntos de vista personales y también se expresa sobre el escándalo de su Norma del año 1958, que afectó a las olas de prensa del mundo y la imagen de la "caprichosa y del impredecible poder de Diva acuñado a La Callas.
Como conclusión:
Passion Callas es una documental imprescindible, ya que comprobamos que Maria Callas no podía vivir con tanta intensidad y abundancia, obviamente era humana y muchos de los mortales que la rodearon no se percataron de ello.
La voz de Callas penetra, conmueve, sensibiliza, sus agudos de soprano son únicos, es sin duda lo mejor que ha existido en cantantes de ópera, ella que vivía para su voz, tuvo que pasar por la tortura de perderla, viviendo así el infierno aquí en el paraíso terrenal, murió relativamente joven, pero su voz grabada, ha quedado para la posteridad, perenne e indestructible.

“I am not an angel and do not pretend to be.
That is not one of my roles.
But I am not the devil either.
I am a woman and a serious artist, and I would like so to be judged”


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