Contagion
“What have you eaten?”
Somos muy propensos a imaginar nuestra destrucción.
Ya sea sentado en un automóvil que a toda velocidad abandona la carretera para precipitarse al vacío o víctima de algún cataclismo de proporciones bíblicas, el ser humano disfruta colocarse mentalmente en situaciones límite tan creíbles como descabelladas, simplemente para preguntarse:
¿Cómo reaccionaría ante ellas?
Es ese goce inevitablemente morboso el que llena las arcas de las decenas de películas sobre catástrofes naturales, apocalipsis tecnológicos, invasiones alienígenas y epidemias incontrolables que se estrenan año tras año en los circuitos de cine comercial.
Piensen en su día a día cuando pasan la tarjeta de crédito a un camarero, cuando se dan la mano en una reunión de trabajo o cuando ven a alguien estornudar en el bus.
Un instante, y el contagio ya se ha producido.
Durante el año 2009, se originó la Gripe A (H1N1), la cual provocó la muerte de 18 mil personas, siendo uno de los eventos con mayor repercusión en el área médica, la cual dio lugar para medios de prensa oportunistas para alarmar a sus naciones y provocar el miedo entre los aún no infectados.
En todo el mundo se vivió la amenaza de vivir con una pandemia de escalas mundiales, la cual tuvo su final el 10 de Agosto del 2010, dejando de lado la impotencia y la paranoia que origino una crisis biológica en estos tiempos de redes sociales.
Dice la leyenda negra, la misma que de manera especial pregonaron los anglosajones, que los españoles acabaron con la existencia de millones de indígenas tras su llegada al continente americano.
Lo cierto es que buena parte de dichas muertes se debieron a la propagación de diversas enfermedades que hasta el momento no existían en el Nuevo Mundo.
Han pasado varios siglos desde entonces y el temor a las pandemias continúa presente en la población mundial, algo que se ha podido comprobar en los casos de gripe aviaria y gripe porcina que nos han afectado durante los últimos años.
Un ser humano se toca de 2.000 a 3.000 veces al día la cara.
Luego esas manos tocan cosas como las puertas, cubiertos, vasos, otras personas incluso...
¿Con qué rapidez se puede transmitir un virus de la gripe con este escalofriante dato?
¿Y si esa gripe produjera muerte en un 30% de los casos?
¿Hasta dónde estaríamos a salvo?
“It's a bad day to be a rhesus monkey”
Contagion es una película estadounidense dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Matt Damon, Kate Winslet, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Jude Law, Gwyneth Paltrow, Bryan Cranston, Jennifer Ehle, Sanaa Lathan, Elliott Gould, John Hawkes, Chin Han, Monique Gabriela Curnen, entre otros.
En la realidad, dejando de lado la ficción de Contagion, el doctor Ian Lipkin dijo que el virus de la película está basado en uno que él creó, basándose en el virus Nipah.
Éste surgió en Malasia a finales de los 90 y se propagó de los cerdos a los granjeros.
Lipkin es uno de los principales consultores de Contagion, profesor de la Universidad de Columbia (EEUU) y uno de los mejores "cazadores de microbios" del mundo.
El académico, quien dirige un grupo de 65 expertos en su Centro de Infecciones e Inmunidad, ha identificado 400 nuevos virus en la última década, e indica que la sensación entre la comunidad científica es que el riesgo está presente:
Actualmente, su laboratorio identifica nuevos virus a razón de 100 por año.
La enfermedad en Contagion es causada por un virus llamado MEV-1, que a pesar de ser ficticio está basado en agentes infecciosos y epidemias reales, como el brote originado en China del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (Sars) de 2003, caracterizado por fiebre alta y tos intensa, la gripe H1N1 de 2009, que dejó más de 900 muertos y un virus particularmente peligroso llamado Nipah.
Este agente (Nipah) fue descubierto en 1999 en Malasia, donde mató al 40% de las 257 personas a las que infectó.
La infección por el virus Nipah (VNi) es una nueva zoonosis emergente que causa cuadros graves tanto en animales como en el ser humano.
El huésped natural del virus es el murciélago frutero de la familia Pteropodidae, género Pteropus.
El VNi se detectó por vez primera durante un brote de la enfermedad que se declaró en Kampung Sungai Nipah, Malasia, en 1998.
En esta ocasión el huésped intermediario fue el cerdo.
Sin embargo, en brotes posteriores de VNi no hubo huésped intermediario.
En Bangladesh, en 2004, las personas afectadas contrajeron la infección tras consumir savia de palma datilera contaminada por murciélagos fruteros infectados.
También se ha documentado la transmisión entre personas, incluso en un entorno hospitalario en la India.
En el hombre, la infección por VNi se asocia a un espectro de manifestaciones clínicas que van desde un proceso asintomático hasta un síndrome respiratorio agudo o una encefalitis mortal.
El VNi también puede afectar a los cerdos y otros animales domésticos.
No hay ninguna vacuna para el hombre o los animales.
La atención de sostén intensiva constituye la principal forma de tratamiento en los casos humanos.
La caza de virus es muy similar al rastreo de fósiles.
Hallar un fragmento puede dar origen a una noticia fantástica pero rara vez hace una diferencia en nuestra habilidad para explotar esa información.
Entender la relación en el virus y la enfermedad es lo crucial.
¿La razón?
El científico indica:
“Hay muchos virus humanos que infectan a casi toda la población pero nunca causan una enfermedad.
A menos que podamos establecer el enlace con una enfermedad, todo lo que haríamos sería seguir hallando una gran abundancia de virus no amenazantes”
En unos tiempos (2012) en los que la tendencia hacia lo apocalíptico está en alza, en los que todo suena a cataclismo y desplome se mire hacia la economía, la ecología, las teorías conspiranoicas o tantos foros donde se ven amenazas, hipercontroles y razones para explicar cualquier cosa, no deja de ser casi revolucionario que un cineasta se dedique a exponer, de manera fría y sin implicación emocional alguna, el mecanismo por el que un virus muta y se disemina por todo el mundo en un tiempo récord.
Y curiosamente, vivimos tiempos tan particulares que lo más innovador de la propuesta es que pone negro sobre blanco algo que nunca tendría que haber sido discutido:
Que el equilibrio biológico del planeta es precario, y que una catástrofe como la que narra Contagion puede suceder sin un verdadero porqué.
Contagion cuenta la historia de una epidemia de proporciones mundiales, mostrando los distintos aspectos y formas en que esta se expresa en la población, por un lado tenemos Mitch (Matt Damon) que después de perder a su esposa desea mantener sana el resto de su familia, y a la vez protegerla del inminente caos formado por la desesperada población.
Por otro lado tenemos al Dr. Cheever (Laurence Fishburne) y la Dra. Mears (Kate Winslet) buscando la cura para el virus que se esparce con mayor rapidez y a la vez detener la extensión mundial de esta.
Y a la vez el flanco restante, la prensa, representado por un periodista “freelance” Alan Krumwiede (Jude Law) quien sacará a la luz sus teorías de conspiración y especulaciones sobre este fenómeno mundial.
Ellos, a través de los distintos aspectos sociales que representan, logran encarnar los distintos escenarios en que esta emergencia mundial se produce, buscando seguridad, buscando la solución y buscando la verdad o la atención; 3 facciones que integran la sociedad y representadas a grandes escalas.
Si por algo resalta Contagion es porque pone en primera línea a científicos de élite que, frente a tantas caracterizaciones que hemos visto en la pantalla, no están detrás de extraños experimentos.
Ni siquiera son perfectos, porque no son ajenos a las debilidades propias de cualquier ser humano, como el advertir a sus seres queridos con antelación para que logren salir de ciudades a punto de ser cerradas por la cuarentena.
En todo caso, Soderbergh se atreve a ir más allá, puede que la verdad no sea monopolio de nadie, pero eso incluye a los mesías de la red; y siempre será preferible un fallo institucional que tenga sus mecanismos de control, por imperfectos que sean, a que radicales libres ajenos a cualquier tipo de contraste de sus ideas acaben teniendo una influencia sobredimensionada.
De hecho, el bloguero interpretado por Jude Law es el personaje más ambiguo pero, a la vez, uno de los pilares de Contagion, pues es imposible no tener opiniones encontradas acerca de él:
Simpatía por su capacidad de filtrar el peligro a la gente antes de que las instituciones oficiales reaccionen; pero también rechazo por su intento de sacar rentabilidad económica de su evidente ascendiente sobre millones de personas, a las que puede hacer incluso rechazar el único posible remedio con una simple declaración en su blog.
La mejor parte de Contagion es esa herencia del cine de los setenta, o de gran parte de las películas de género británicas, donde un reparto abundante en cantidad y calidad encarna a una serie de profesionales, en este caso de la salud, aunque sin obviar a los militares y a algún civil que, con seriedad y dedicación por su tarea, luchan sin aspavientos por combatir contra un mal común, en este caso un virus letal que se expande con una velocidad vertiginosa gracias a estos tiempos tan globalizados, y que, pese a ser detectado con rapidez, amenaza con exterminar a una gran parte de la población mundial.
Soderbergh también juega con la paranoia del espectador, ya que se nos cuenta que el virus se contagia por contacto, tocando cualquier objeto y superficie que haya podido tocar antes in infectado, haciéndonos pensar en la cantidad de porquerías que podemos tener al cabo del día en nuestras manos, rostros o bocas.
Contagion planta la cámara delante de una horrible situación contada con tanto realismo que, en sus comienzos, recuerda los breves momentos de pánicos vividos con la gripe aviar o la porcina, para luego mostrar algo muy parecido a lo que hubiera sido en caso de que aquellos horribles virus se hubieran comportado como los catastróficas dijeron que harían.
Ayuda el guion matemático que todo lo mueve hacia delante y la fotografía azulada, helada, del invierno que vive el mundo en Contagion, así como los planos detalle de lo que tocan los personajes en todo momento, pura paranoia visual.
Hablando de virus y contagios, Soderbergh también se ocupa de un mal muy propio de nuestros días, que son esos nuevos gurús y líderes de opinión llamados blogueros, cuyo poder de convocatoria puede ser tan peligroso como su perspicacia a la hora de explotar la desconfianza y el descontento de la población respecto a las autoridades, aunque sea recurriendo a falacias y teorías de la conspiración lanzadas con afán de lucro y ansias de poder mediático.
En este aspecto, el bloguero interpretado por Jude Law resulta tan repulsivo, temible y creíble como la propia pandemia protagonista.
Me resultó interesante de ver todos los conceptos que Soderbergh aborda con esta simple película sobre pandemias:
El comportamiento humano en momento de crisis y colapsos sanitarios, la manipulación malintencionada de personas oportunistas, los negociados de las farmacéuticas, los protocolos de acción de los científicos médicos ante un caso de emergencia sanitaria total, el estudio de la enfermedad y la búsqueda científica de la solución, el poder de los medios de comunicación en momentos de alerta máxima, las decisiones políticas en momentos críticos, la deshumanización ante amenazas que ponen en riesgo la supervivencia, las conductas solidarias que ponen el bien público antes que la seguridad personal, la psicosis colectiva y el caos, etc.
Puntos negativos, hay tantos enfoques, tantas subtramas, tantos personajes que ninguna historia logra ser profundizada de tal manera como para que Contagion gane en emotividad.
El desenlace me ha resultado un tanto precipitado, el conflicto narrativo se resuelve de manera muy brusca y las explicaciones del caso que nos justifican la trama se desarrollan de forma muy apresurada y sin muchos detalles.
Aquí no hay grandes escenas dramáticas, y las que lo son, lo son precisamente por su ausencia de cargas emocionales, como el momento en el que Matt Damon recibe la noticia de la muerte de su esposa, ni superhéroes ni convicciones imbatibles.
En realidad, si el azar es el que desata la muerte entre la población, puede que la resolución no sea más que fruto de la misma suerte.
Pero al final, la salvación vendrá de la última línea de defensa que descansará en la vieja y denostada ciencia.
Sólo si ella logra sobreponerse y hacer su trabajo habrá esperanza de resolverlo, porque todo lo demás, la política, los lazos familiares, la economía, la comunicación, colapsará y sacará lo peor de la gente.
Y sinceramente, esa declaración, en días de sospecha instalada sobre todo lo que huela a oficial o académico, no deja de ser realmente atrevida.
Pero ni el virus biológico ni el informativo son los únicos a los que apunta Soderbergh en Contagion, pues otro, el político y la desconfianza que genera éste en la sociedad, queda reflejado en ese saqueo y pillaje producido ante la dudosa distribución de la vacuna conseguida, y prueba de ello está en los movimientos sociales surgidos recientemente.
Yendo más allá, tampoco podemos olvidarnos del virus del desamor, que tantos cadáveres deja en vida y que el personaje de Matt Damon sufre en sus propias carnes, aunque siempre le quede la esperanza de que las jóvenes generaciones aprendan a ser fieles al amor, según se desprende de esa escena balsámica en que contempla a su hija bailando.
Todos ellos se incuban en esta inteligente y cerebral película que avanza a un ritmo tan vertiginoso como la pandemia, donde el montaje se convierte en hábil recurso para dar dinamismo e ir de un lugar a otro, de una vida a otra sin perder la conexión con la cepa, que no es otra que el miedo.
“Someone doesn't have to weaponize the bird flu.
The birds are doing that”
La OMS y la industria farmacéutica se han visto alguna vez involucradas, en la vida real, en una conspiración para obtener dinero a costa de la salud de las personas, esto ocurrió con el virus de H1N1.
Lo que me lleva a pensar que el personaje de Law es aquel blogger que intenta convencer que hay una mafia detrás, que existió siempre una cura a este virus.
El gobierno compra las innecesarias vacunas provenientes de esta conspiración y así la industria se enriquece.
La sombra del H1N1 es larga…
¿Quizá nos quiere comunicar que aunque nos consideremos los amos del mundo, somos frágiles como una mariposa?
¿Que hemos creado carísimos controles hasta la saciedad para todas las formas de terrorismo habidas y por haber, excepto para evitar o detener la propagación de enfermedades contagiosas?
¿Que la burocracia administrativa de las instituciones sanitarias mundiales ralentiza peligrosamente una respuesta eficaz frente a amenazas plausibles de epidemia?
¿Que en caso avanzado de pandemia las autoridades locales y regionales no están preparadas para gestionar el caos que destapará el miedo entre la población?
¿Que hay una ineficaz coordinación entre las diferentes instancias responsables de la salud pública?
¿Que la vulnerabilidad del ser humano y de la sociedad frente a las amenazas de la naturaleza, que a menudo desafía, es infinitamente mayor de lo que pensamos?
¿Que los actos de terrorismo deben ser juzgados moralmente según el fin que persiguen?
¿Que las pequeñas y grandes corruptelas de las instituciones públicas siempre beneficiarán a los que en ese momento ostenten el poder, mero instinto de supervivencia y, en cualquier caso, al “primer mundo”?
¿Que las corporaciones farmacéuticas están en el ojo del huracán de todos estos tinglados?
¿O que internet es el mejor y más eficaz medio de contra información / desinformación, potencialmente tan peligroso como la propia epidemia?
En fin, muchas preguntas pero sin mecanismos de prevención.
El control de la calidad me enseñó que la cura está en las buenas prácticas, si esto falla, deberíamos prepararnos para:
“Day 1”
Somos muy propensos a imaginar nuestra destrucción.
Ya sea sentado en un automóvil que a toda velocidad abandona la carretera para precipitarse al vacío o víctima de algún cataclismo de proporciones bíblicas, el ser humano disfruta colocarse mentalmente en situaciones límite tan creíbles como descabelladas, simplemente para preguntarse:
¿Cómo reaccionaría ante ellas?
Es ese goce inevitablemente morboso el que llena las arcas de las decenas de películas sobre catástrofes naturales, apocalipsis tecnológicos, invasiones alienígenas y epidemias incontrolables que se estrenan año tras año en los circuitos de cine comercial.
Piensen en su día a día cuando pasan la tarjeta de crédito a un camarero, cuando se dan la mano en una reunión de trabajo o cuando ven a alguien estornudar en el bus.
Un instante, y el contagio ya se ha producido.
Durante el año 2009, se originó la Gripe A (H1N1), la cual provocó la muerte de 18 mil personas, siendo uno de los eventos con mayor repercusión en el área médica, la cual dio lugar para medios de prensa oportunistas para alarmar a sus naciones y provocar el miedo entre los aún no infectados.
En todo el mundo se vivió la amenaza de vivir con una pandemia de escalas mundiales, la cual tuvo su final el 10 de Agosto del 2010, dejando de lado la impotencia y la paranoia que origino una crisis biológica en estos tiempos de redes sociales.
Dice la leyenda negra, la misma que de manera especial pregonaron los anglosajones, que los españoles acabaron con la existencia de millones de indígenas tras su llegada al continente americano.
Lo cierto es que buena parte de dichas muertes se debieron a la propagación de diversas enfermedades que hasta el momento no existían en el Nuevo Mundo.
Han pasado varios siglos desde entonces y el temor a las pandemias continúa presente en la población mundial, algo que se ha podido comprobar en los casos de gripe aviaria y gripe porcina que nos han afectado durante los últimos años.
Un ser humano se toca de 2.000 a 3.000 veces al día la cara.
Luego esas manos tocan cosas como las puertas, cubiertos, vasos, otras personas incluso...
¿Con qué rapidez se puede transmitir un virus de la gripe con este escalofriante dato?
¿Y si esa gripe produjera muerte en un 30% de los casos?
¿Hasta dónde estaríamos a salvo?
“It's a bad day to be a rhesus monkey”
Contagion es una película estadounidense dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por Matt Damon, Kate Winslet, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Jude Law, Gwyneth Paltrow, Bryan Cranston, Jennifer Ehle, Sanaa Lathan, Elliott Gould, John Hawkes, Chin Han, Monique Gabriela Curnen, entre otros.
En la realidad, dejando de lado la ficción de Contagion, el doctor Ian Lipkin dijo que el virus de la película está basado en uno que él creó, basándose en el virus Nipah.
Éste surgió en Malasia a finales de los 90 y se propagó de los cerdos a los granjeros.
Lipkin es uno de los principales consultores de Contagion, profesor de la Universidad de Columbia (EEUU) y uno de los mejores "cazadores de microbios" del mundo.
El académico, quien dirige un grupo de 65 expertos en su Centro de Infecciones e Inmunidad, ha identificado 400 nuevos virus en la última década, e indica que la sensación entre la comunidad científica es que el riesgo está presente:
Actualmente, su laboratorio identifica nuevos virus a razón de 100 por año.
La enfermedad en Contagion es causada por un virus llamado MEV-1, que a pesar de ser ficticio está basado en agentes infecciosos y epidemias reales, como el brote originado en China del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (Sars) de 2003, caracterizado por fiebre alta y tos intensa, la gripe H1N1 de 2009, que dejó más de 900 muertos y un virus particularmente peligroso llamado Nipah.
Este agente (Nipah) fue descubierto en 1999 en Malasia, donde mató al 40% de las 257 personas a las que infectó.
La infección por el virus Nipah (VNi) es una nueva zoonosis emergente que causa cuadros graves tanto en animales como en el ser humano.
El huésped natural del virus es el murciélago frutero de la familia Pteropodidae, género Pteropus.
El VNi se detectó por vez primera durante un brote de la enfermedad que se declaró en Kampung Sungai Nipah, Malasia, en 1998.
En esta ocasión el huésped intermediario fue el cerdo.
Sin embargo, en brotes posteriores de VNi no hubo huésped intermediario.
En Bangladesh, en 2004, las personas afectadas contrajeron la infección tras consumir savia de palma datilera contaminada por murciélagos fruteros infectados.
También se ha documentado la transmisión entre personas, incluso en un entorno hospitalario en la India.
En el hombre, la infección por VNi se asocia a un espectro de manifestaciones clínicas que van desde un proceso asintomático hasta un síndrome respiratorio agudo o una encefalitis mortal.
El VNi también puede afectar a los cerdos y otros animales domésticos.
No hay ninguna vacuna para el hombre o los animales.
La atención de sostén intensiva constituye la principal forma de tratamiento en los casos humanos.
La caza de virus es muy similar al rastreo de fósiles.
Hallar un fragmento puede dar origen a una noticia fantástica pero rara vez hace una diferencia en nuestra habilidad para explotar esa información.
Entender la relación en el virus y la enfermedad es lo crucial.
¿La razón?
El científico indica:
“Hay muchos virus humanos que infectan a casi toda la población pero nunca causan una enfermedad.
A menos que podamos establecer el enlace con una enfermedad, todo lo que haríamos sería seguir hallando una gran abundancia de virus no amenazantes”
En unos tiempos (2012) en los que la tendencia hacia lo apocalíptico está en alza, en los que todo suena a cataclismo y desplome se mire hacia la economía, la ecología, las teorías conspiranoicas o tantos foros donde se ven amenazas, hipercontroles y razones para explicar cualquier cosa, no deja de ser casi revolucionario que un cineasta se dedique a exponer, de manera fría y sin implicación emocional alguna, el mecanismo por el que un virus muta y se disemina por todo el mundo en un tiempo récord.
Y curiosamente, vivimos tiempos tan particulares que lo más innovador de la propuesta es que pone negro sobre blanco algo que nunca tendría que haber sido discutido:
Que el equilibrio biológico del planeta es precario, y que una catástrofe como la que narra Contagion puede suceder sin un verdadero porqué.
Contagion cuenta la historia de una epidemia de proporciones mundiales, mostrando los distintos aspectos y formas en que esta se expresa en la población, por un lado tenemos Mitch (Matt Damon) que después de perder a su esposa desea mantener sana el resto de su familia, y a la vez protegerla del inminente caos formado por la desesperada población.
Por otro lado tenemos al Dr. Cheever (Laurence Fishburne) y la Dra. Mears (Kate Winslet) buscando la cura para el virus que se esparce con mayor rapidez y a la vez detener la extensión mundial de esta.
Y a la vez el flanco restante, la prensa, representado por un periodista “freelance” Alan Krumwiede (Jude Law) quien sacará a la luz sus teorías de conspiración y especulaciones sobre este fenómeno mundial.
Ellos, a través de los distintos aspectos sociales que representan, logran encarnar los distintos escenarios en que esta emergencia mundial se produce, buscando seguridad, buscando la solución y buscando la verdad o la atención; 3 facciones que integran la sociedad y representadas a grandes escalas.
Si por algo resalta Contagion es porque pone en primera línea a científicos de élite que, frente a tantas caracterizaciones que hemos visto en la pantalla, no están detrás de extraños experimentos.
Ni siquiera son perfectos, porque no son ajenos a las debilidades propias de cualquier ser humano, como el advertir a sus seres queridos con antelación para que logren salir de ciudades a punto de ser cerradas por la cuarentena.
En todo caso, Soderbergh se atreve a ir más allá, puede que la verdad no sea monopolio de nadie, pero eso incluye a los mesías de la red; y siempre será preferible un fallo institucional que tenga sus mecanismos de control, por imperfectos que sean, a que radicales libres ajenos a cualquier tipo de contraste de sus ideas acaben teniendo una influencia sobredimensionada.
De hecho, el bloguero interpretado por Jude Law es el personaje más ambiguo pero, a la vez, uno de los pilares de Contagion, pues es imposible no tener opiniones encontradas acerca de él:
Simpatía por su capacidad de filtrar el peligro a la gente antes de que las instituciones oficiales reaccionen; pero también rechazo por su intento de sacar rentabilidad económica de su evidente ascendiente sobre millones de personas, a las que puede hacer incluso rechazar el único posible remedio con una simple declaración en su blog.
La mejor parte de Contagion es esa herencia del cine de los setenta, o de gran parte de las películas de género británicas, donde un reparto abundante en cantidad y calidad encarna a una serie de profesionales, en este caso de la salud, aunque sin obviar a los militares y a algún civil que, con seriedad y dedicación por su tarea, luchan sin aspavientos por combatir contra un mal común, en este caso un virus letal que se expande con una velocidad vertiginosa gracias a estos tiempos tan globalizados, y que, pese a ser detectado con rapidez, amenaza con exterminar a una gran parte de la población mundial.
Soderbergh también juega con la paranoia del espectador, ya que se nos cuenta que el virus se contagia por contacto, tocando cualquier objeto y superficie que haya podido tocar antes in infectado, haciéndonos pensar en la cantidad de porquerías que podemos tener al cabo del día en nuestras manos, rostros o bocas.
Contagion planta la cámara delante de una horrible situación contada con tanto realismo que, en sus comienzos, recuerda los breves momentos de pánicos vividos con la gripe aviar o la porcina, para luego mostrar algo muy parecido a lo que hubiera sido en caso de que aquellos horribles virus se hubieran comportado como los catastróficas dijeron que harían.
Ayuda el guion matemático que todo lo mueve hacia delante y la fotografía azulada, helada, del invierno que vive el mundo en Contagion, así como los planos detalle de lo que tocan los personajes en todo momento, pura paranoia visual.
Hablando de virus y contagios, Soderbergh también se ocupa de un mal muy propio de nuestros días, que son esos nuevos gurús y líderes de opinión llamados blogueros, cuyo poder de convocatoria puede ser tan peligroso como su perspicacia a la hora de explotar la desconfianza y el descontento de la población respecto a las autoridades, aunque sea recurriendo a falacias y teorías de la conspiración lanzadas con afán de lucro y ansias de poder mediático.
En este aspecto, el bloguero interpretado por Jude Law resulta tan repulsivo, temible y creíble como la propia pandemia protagonista.
Me resultó interesante de ver todos los conceptos que Soderbergh aborda con esta simple película sobre pandemias:
El comportamiento humano en momento de crisis y colapsos sanitarios, la manipulación malintencionada de personas oportunistas, los negociados de las farmacéuticas, los protocolos de acción de los científicos médicos ante un caso de emergencia sanitaria total, el estudio de la enfermedad y la búsqueda científica de la solución, el poder de los medios de comunicación en momentos de alerta máxima, las decisiones políticas en momentos críticos, la deshumanización ante amenazas que ponen en riesgo la supervivencia, las conductas solidarias que ponen el bien público antes que la seguridad personal, la psicosis colectiva y el caos, etc.
Puntos negativos, hay tantos enfoques, tantas subtramas, tantos personajes que ninguna historia logra ser profundizada de tal manera como para que Contagion gane en emotividad.
El desenlace me ha resultado un tanto precipitado, el conflicto narrativo se resuelve de manera muy brusca y las explicaciones del caso que nos justifican la trama se desarrollan de forma muy apresurada y sin muchos detalles.
Aquí no hay grandes escenas dramáticas, y las que lo son, lo son precisamente por su ausencia de cargas emocionales, como el momento en el que Matt Damon recibe la noticia de la muerte de su esposa, ni superhéroes ni convicciones imbatibles.
En realidad, si el azar es el que desata la muerte entre la población, puede que la resolución no sea más que fruto de la misma suerte.
Pero al final, la salvación vendrá de la última línea de defensa que descansará en la vieja y denostada ciencia.
Sólo si ella logra sobreponerse y hacer su trabajo habrá esperanza de resolverlo, porque todo lo demás, la política, los lazos familiares, la economía, la comunicación, colapsará y sacará lo peor de la gente.
Y sinceramente, esa declaración, en días de sospecha instalada sobre todo lo que huela a oficial o académico, no deja de ser realmente atrevida.
Pero ni el virus biológico ni el informativo son los únicos a los que apunta Soderbergh en Contagion, pues otro, el político y la desconfianza que genera éste en la sociedad, queda reflejado en ese saqueo y pillaje producido ante la dudosa distribución de la vacuna conseguida, y prueba de ello está en los movimientos sociales surgidos recientemente.
Yendo más allá, tampoco podemos olvidarnos del virus del desamor, que tantos cadáveres deja en vida y que el personaje de Matt Damon sufre en sus propias carnes, aunque siempre le quede la esperanza de que las jóvenes generaciones aprendan a ser fieles al amor, según se desprende de esa escena balsámica en que contempla a su hija bailando.
Todos ellos se incuban en esta inteligente y cerebral película que avanza a un ritmo tan vertiginoso como la pandemia, donde el montaje se convierte en hábil recurso para dar dinamismo e ir de un lugar a otro, de una vida a otra sin perder la conexión con la cepa, que no es otra que el miedo.
“Someone doesn't have to weaponize the bird flu.
The birds are doing that”
La OMS y la industria farmacéutica se han visto alguna vez involucradas, en la vida real, en una conspiración para obtener dinero a costa de la salud de las personas, esto ocurrió con el virus de H1N1.
Lo que me lleva a pensar que el personaje de Law es aquel blogger que intenta convencer que hay una mafia detrás, que existió siempre una cura a este virus.
El gobierno compra las innecesarias vacunas provenientes de esta conspiración y así la industria se enriquece.
La sombra del H1N1 es larga…
¿Quizá nos quiere comunicar que aunque nos consideremos los amos del mundo, somos frágiles como una mariposa?
¿Que hemos creado carísimos controles hasta la saciedad para todas las formas de terrorismo habidas y por haber, excepto para evitar o detener la propagación de enfermedades contagiosas?
¿Que la burocracia administrativa de las instituciones sanitarias mundiales ralentiza peligrosamente una respuesta eficaz frente a amenazas plausibles de epidemia?
¿Que en caso avanzado de pandemia las autoridades locales y regionales no están preparadas para gestionar el caos que destapará el miedo entre la población?
¿Que hay una ineficaz coordinación entre las diferentes instancias responsables de la salud pública?
¿Que la vulnerabilidad del ser humano y de la sociedad frente a las amenazas de la naturaleza, que a menudo desafía, es infinitamente mayor de lo que pensamos?
¿Que los actos de terrorismo deben ser juzgados moralmente según el fin que persiguen?
¿Que las pequeñas y grandes corruptelas de las instituciones públicas siempre beneficiarán a los que en ese momento ostenten el poder, mero instinto de supervivencia y, en cualquier caso, al “primer mundo”?
¿Que las corporaciones farmacéuticas están en el ojo del huracán de todos estos tinglados?
¿O que internet es el mejor y más eficaz medio de contra información / desinformación, potencialmente tan peligroso como la propia epidemia?
En fin, muchas preguntas pero sin mecanismos de prevención.
El control de la calidad me enseñó que la cura está en las buenas prácticas, si esto falla, deberíamos prepararnos para:
“Day 1”
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