True Grit
“The strangest trio ever to track a killer.
A fearless, one-eyed US marshal who never knew a dry day in his life...
A Texas ranger thirsty for bounty money...
And a girl still wet behind the ears who didn't care what they were or who they were as long as they had true grit”
En el último cuarto del siglo XIX, algunos años después del final de la guerra civil norteamericana, todavía no se había completado la conquista del oeste estadounidense, y mientras que unas ciertas formas de civilización van llegando, todavía abundaban los pistoleros.
En los '50s, la vieja fórmula del Western del pistolero contra hampones con pañuelos negros sobre la boca, empezaba a agotarse, en parte por repetición, en parte porque el Western era la épica del Far West que estaba viva en tanto quedaran en la audiencias, gentes que hubieran sido niños en principios de siglo pasado.
Y así se impuso el Western revisionista primero, y luego desde el extranjero vino el gancho al hígado que fue el Spaghetti Western, y el Western ya nunca más fue el mismo.
Hollywood reaccionó entonces de dos maneras:
Por un lado “spaguetizando” sus propias producciones.
Por la otra, tomando los viejos motivos y héroes del Western tradicional, pero desacralizando a los personajes, aunque sin sacrificar las otras cosas; o sea, tomar el Spaghetti Western y envolverlo en el delicado papel celofán del glamur Hollywoodense.
Pero nunca, NUNCA pensé que años más tarde, en plena era del 2000, la maquinaria cinematográfica fuera a violentar joyas del cine como la presente, haciendo un remake de algo tan perfecto.
Así el remake viene a ser ese maldito término de reproducción fidedigna en la trama, personajes, ambientación y prácticamente cualquier detalle de una obra anterior.
Los términos equivalentes en español serían "Nueva versión", adaptación, refrito o reedición; es una recreación, reproducción, en fin, es una repetición.
Todo aquello que recoge el prefijo RE- se considera, según los antropólogos y críticos de la sociedad más requetemodernos, el “espacio basura”
El remake es el vertedero cultural del espectáculo que se reproduce a sí mismo, dicen los que han leído a Debord y Baudrillard, quedando liquidificados.
Lo mejor de todo es que existe la justicia poética y una entidad poderosa llamada Providencia también vota en los Oscares.
Así quedó evidente en el año 2010 cuando los sacrílegos hermanos Coen se osaron en REproducir la obra del escritor Charles Portis, llamándola inclusive True Grit, sin ni siquiera cambiarle el nombre, vaya novedad, haciendo desaparecer la versión original de 1969 por completo.
Pero como apunté anteriormente, la providencia se encargó de hacer lo propio, de 10 nominaciones al premio Oscar, la fotocopia cinematográfica recibió 0 reconocimiento.
A mi parecer esto fue un gran fracaso, y eso da una alerta a Hollywood de no meterse con los clásicos y mucho menos, meterse con el divo Mr. John Wayne.
“Fill your hand, you son of a bitch!”
True Grit es una película estadounidense de 1969 del género western, dirigida por Henry Hathaway y protagonizada por el mítico John Wayne, Glen Campbell, Kim Darby, Jeremy Slate, Jeff Corey, Robert Duvall, Dennis Hopper y Strother Martin.
El guion es obra de Marguerite Roberts adaptada de la novela homónima de Charles Portis.
Conviene hacer constar que Portis escribió la novela pensando en su adaptación al cine y en la identificación de “Rooster” con John Wayne.
De ahí la buena conjunción que se da entre el papel del agente estatal y las características del actor.
A True Grit se la puede catalogar como un clásico del western gracias a la interpretación que hizo John Wayne y que le supuso la adjudicación de varios premios importantes.
True Grit obtuvo el premio Oscar al mejor actor 1969 (John Wayne) y estuvo nominada como mejor canción “True Grit”, cantada por Glen Campbell, para Elmer Bernstein y Don Black.
True Grit es un western donde la ironía en los diálogos y la crudeza en las situaciones narradas van caracterizando el tono del filme, en el cual se pone a consideración moral temas tales como los fallos del sistema judicial, la justicia por mano propia y el justiciero a sueldo.
Curiosamente, True Grit funciona como un western dramático y de aventuras con un eje central que articula los hechos en el marco de una marcha que guarda paralelismos y similitudes con la Odisea de Homero.
True Grit se sostiene casi por completo en los fornidos hombros de Rooster Cogburn, así como por su notable mezcla de humor y violencia.
True Grit es la búsqueda de un asesino a cargo de tres personas que entienden la justicia de manera muy distinta, pero también es la historia de un hombre que comprende que aún tiene tiempo para redimir su alma y hallar algo parecido a una familia, pese a las frustraciones del pasado y los muertos que lleva a cuestas.
La acción dramática se inicia en la ciudad de Fort Smith, Arkansas, y se desarrolla durante el invierno de 1880 en los territorios indios hoy integrados en el estado de Oklahoma.
True Grit da comienzo tras la puesta de sol del día 05 de mayo de 1880.
Los protagonistas son el agente el gobierno Rouben “Rooster” Cogburn (Wayne), de 55 años, sin familia, valeroso, cruel, tuerto, borrachín y de oscuro pasado.
Es eficaz en su trabajo, lleva 4 años en el oficio y durante este tiempo ha matado a 23 forajidos en búsqueda y captura.
Al comienzo de True Grit se presenta en Fort Smith con 8 detenidos.
Por su eficacia y valentía es contratado por Mattie Ross (Darby)
Ésta, de 16 años, es la mayor de tres hermanos y la responsable de la contabilidad de la finca del padre.
A raíz del asesinato de éste y ante la pasividad de las autoridades, decide organizar la captura del asesino, Tom Chaney, que ha huido a los territorios indios y se ha unido a una banda criminal.
Ella es decidida, inteligente, luchadora, desenvuelta, frágil y, a veces, ingenua.
El sargento de los rangers de Texas, La Boeuf (Campbell), anda también en busca de Tom Chaney por haber asesinado en Texas al senador Bibbs.
La Boeuf es honesto, rígido, servidor del deber, testarudo y codicioso.
“Young fella, if you're looking for trouble, I'll accommodate you.
Otherwise, leave it alone”
El título de la obra True Grit responde al hecho que Mattie busca para la captura del asesino a un hombre de valor o lo que es lo mismo con agallas y valiente.
No le importa su pasado, ni su fama de granuja.
La expedición que emprenden la chiquilla, “Rooster” y La Boeuf, se desarrolla como una odisea.
Las diferencias de edad de los viajeros, la disparidad de sus experiencias y las dificultades que han de afrontar, generan entre ellos un estado permanente de desencuentros, fricciones y discusiones, que mantienen caldeado y vivo el clima de la expedición.
La buena definición de los caracteres hace comprensible, en sus causas y en sus contenidos, el estado casi permanente de hostilidad que envuelve la convivencia de tres personas unidas por frágiles intereses de oportunidad.
Los diálogos, tomados en gran parte de la novela, son precisos, concisos, contundentes y brillantes.
True Grit es un interesante western acerca de la venganza y la justicia por mano propia, algo tan característico en filmes del lejano oeste, aun que yo no diría que el tema sea la venganza, aunque sí lo sea el argumento, sino más bien los principios morales y el valor, recordemos que el título True Grit hace referencia precisamente a las agallas.
Eso sí, Wayne es el western, y el western brilla con Wayne.
Viejo, gordo y borracho.
Tres desvalores que forman el personaje y que a la misma vez lo “valorizan”
Wayne es eso y más, es valiente, ácido y sensible.
Con True Grit, John Wayne sale en pantalla en su encasillado rol de antihéroe macho intocable con métodos cuestionables para resolver conflictos.
Wayne firma, de nuevo, un trabajo enorme, extraordinario, con el valor añadido del Oscar que le otorgó la Academia de Hollywood y de los graves problemas de salud que le estaba acarreando su adicción al tabaco.
Pasado de peso por exigencias del guión y con un sólo pulmón porque el cáncer le había usurpado el otro, da un auténtico recital de montar a caballo y reventarlos, de cargar hombres a la espalda y de revolcarse por el suelo.
A sus 61 años, seguía siendo un hombre de acción.
En este sentido, la mitológica escena que le preparó Hathaway en el clímax de True Grit es antológica:
Rooster Cogburn se enfrenta a dos pistoleros, uno de los cuales interpretado por Robert Duvall, en un descampado, sujetando las riendas con los dientes y empuñando un revólver en la mano izquierda y un rifle en la derecha.
Hathaway utiliza la cámara subjetiva para que compartamos el subidón de adrenalina que experimenta Rooster, regalándonos, quizá, el mejor tiroteo en el que haya participado John Wayne.
Los biógrafos de Wayne aseguran que el actor quiso comprar los derechos de la novela de Charles Portis en cuanto tuvo la ocasión de leerla.
Sin embargo, Hal B. Wallis y Joseph H. Hazen se le adelantaron y no tuvo más remedio que conformarse con encarnar al antihéroe de la historia, un marshall gordo, sucio, grosero y tuerto.
En el afán de Wayne por interpretar este papel había un claro sentimiento de empatía:
Rooster, como él, era pragmático por naturaleza y defendía que el fin justificaba los medios.
Pero Charles Portis había incluido en la novela a un personaje que no tenía miedo a Rooster, que se enfrentaba a él con el uso de la razón, que era valiente y decidido.
El personaje era una rebelde niña de 14 años: Mattie Ross.
Es ella quien acude a Rooster con el objetivo de contratarle para que busque y encuentre a Tom Chaney (tremendo Jeff Corey), el asesino de su padre.
La elección de Portis no pudo ser más acertada, porque Mattie rebaja los humos de Rooster hasta el límite de lo creíble, lo humaniza y lo aleja del trasnochado arquetipo del marshall que está de vuelta de todo.
Por cierto que, al parecer, la joven actriz que encarnó a Mattie (Kim Darby) también fue un quebradero de cabeza para Wayne detrás de las cámaras, donde se comportó con los aires de una diva.
Eso sí, nada que objetar a su interpretación, resuelta y decidida, mejorada por ese look a lo Justin Bieber hoy.
True Grit es un western porque transcurre en un lugar y en una época concreta, pero su historia podría ser igual de efectiva en cualquier otro contexto.
Y es eso lo que engrandece la historia, en principio clásica y predecible, es el derroche de humanidad, y el increíble ingenio que desprende la relación que se establece entre los dos personajes protagonistas.
“DAMN a man that whistles!”
En True Grit se nota la presencia de la religión y la moral.
Curiosamente, los choques entre las laxas concepciones morales de “Rooster” y las estrictas creencias episcopalianas de La Boeuf, son también aprovechados para mantener el ambiente de tensión que llena y da sentido a la acción.
El purgatorio aquí es divisado como un pozo oscuro y repleto de serpientes por los pecados cometidos: es el alto precio de matar… aunque sea para vengar la muerte de un padre y camarada.
Alto precio como el veneno y heridas de guerra que se quedarán como parte de una infancia que se fue con un parche, una tumba y un amigo.
Este punto de vista se observa desde el comienzo, cuando la niña llega a Fort Smith para hacerse cargo del cadáver de su padre, y encuentra que todo el pueblo ha ido a presenciar el ajusticiamiento en la horca de tres criminales, mientras cantan a coro Amazing Grace y un niño vende cacahuetes.
Parecen estar allí por el mismo sentido del deber que una mujer le achaca al juez que los ha condenado.
Tal vez sea por este espíritu moralista por lo que True Grit es más brillante y más fresca de lo que cabría esperar en una historia de venganza.
True Grit es casi una película para toda la familia, a pesar de los tiroteos y los difuntos.
El carácter moralizador es evidente: la familia, el camino recto, la justicia, la responsabilidad...
True Grit nos enseña cómo la gente suele mirar por su propios intereses, más que por los de los demás, sobre todo cuando está de por medio el dinero, que casi todo, y a casi todos, compra.
Aunque también se nos muestra como se le puede coger cariño a una persona con el roce, aunque su carácter choque con el tuyo, lo que sucede sobre todo si hablamos de gente buena, el que se coja cariño, no que choquen los caracteres.
Y con el cariño ya cogido, si hablamos de buena gente, ya se mira más por esa persona.
También me ha gustado como se trata la “historia de amor” entre Mattie y el ranger, no declarada ni explícita pero sugerida y casi obvia.
También está, claro, la emoción de la aventura de la búsqueda del asesino del padre de Mattie, sobre todo al final.
Un buen y emocionante western con un John Wayne ya mayor pero siempre John Wayne que demuestra que el que es aparentemente sólo un viejo gordo, tuerto y borracho puede ser el más valiente.
“It's a dangerous business”
A fearless, one-eyed US marshal who never knew a dry day in his life...
A Texas ranger thirsty for bounty money...
And a girl still wet behind the ears who didn't care what they were or who they were as long as they had true grit”
En el último cuarto del siglo XIX, algunos años después del final de la guerra civil norteamericana, todavía no se había completado la conquista del oeste estadounidense, y mientras que unas ciertas formas de civilización van llegando, todavía abundaban los pistoleros.
En los '50s, la vieja fórmula del Western del pistolero contra hampones con pañuelos negros sobre la boca, empezaba a agotarse, en parte por repetición, en parte porque el Western era la épica del Far West que estaba viva en tanto quedaran en la audiencias, gentes que hubieran sido niños en principios de siglo pasado.
Y así se impuso el Western revisionista primero, y luego desde el extranjero vino el gancho al hígado que fue el Spaghetti Western, y el Western ya nunca más fue el mismo.
Hollywood reaccionó entonces de dos maneras:
Por un lado “spaguetizando” sus propias producciones.
Por la otra, tomando los viejos motivos y héroes del Western tradicional, pero desacralizando a los personajes, aunque sin sacrificar las otras cosas; o sea, tomar el Spaghetti Western y envolverlo en el delicado papel celofán del glamur Hollywoodense.
Pero nunca, NUNCA pensé que años más tarde, en plena era del 2000, la maquinaria cinematográfica fuera a violentar joyas del cine como la presente, haciendo un remake de algo tan perfecto.
Así el remake viene a ser ese maldito término de reproducción fidedigna en la trama, personajes, ambientación y prácticamente cualquier detalle de una obra anterior.
Los términos equivalentes en español serían "Nueva versión", adaptación, refrito o reedición; es una recreación, reproducción, en fin, es una repetición.
Todo aquello que recoge el prefijo RE- se considera, según los antropólogos y críticos de la sociedad más requetemodernos, el “espacio basura”
El remake es el vertedero cultural del espectáculo que se reproduce a sí mismo, dicen los que han leído a Debord y Baudrillard, quedando liquidificados.
Lo mejor de todo es que existe la justicia poética y una entidad poderosa llamada Providencia también vota en los Oscares.
Así quedó evidente en el año 2010 cuando los sacrílegos hermanos Coen se osaron en REproducir la obra del escritor Charles Portis, llamándola inclusive True Grit, sin ni siquiera cambiarle el nombre, vaya novedad, haciendo desaparecer la versión original de 1969 por completo.
Pero como apunté anteriormente, la providencia se encargó de hacer lo propio, de 10 nominaciones al premio Oscar, la fotocopia cinematográfica recibió 0 reconocimiento.
A mi parecer esto fue un gran fracaso, y eso da una alerta a Hollywood de no meterse con los clásicos y mucho menos, meterse con el divo Mr. John Wayne.
“Fill your hand, you son of a bitch!”
True Grit es una película estadounidense de 1969 del género western, dirigida por Henry Hathaway y protagonizada por el mítico John Wayne, Glen Campbell, Kim Darby, Jeremy Slate, Jeff Corey, Robert Duvall, Dennis Hopper y Strother Martin.
El guion es obra de Marguerite Roberts adaptada de la novela homónima de Charles Portis.
Conviene hacer constar que Portis escribió la novela pensando en su adaptación al cine y en la identificación de “Rooster” con John Wayne.
De ahí la buena conjunción que se da entre el papel del agente estatal y las características del actor.
A True Grit se la puede catalogar como un clásico del western gracias a la interpretación que hizo John Wayne y que le supuso la adjudicación de varios premios importantes.
True Grit obtuvo el premio Oscar al mejor actor 1969 (John Wayne) y estuvo nominada como mejor canción “True Grit”, cantada por Glen Campbell, para Elmer Bernstein y Don Black.
True Grit es un western donde la ironía en los diálogos y la crudeza en las situaciones narradas van caracterizando el tono del filme, en el cual se pone a consideración moral temas tales como los fallos del sistema judicial, la justicia por mano propia y el justiciero a sueldo.
Curiosamente, True Grit funciona como un western dramático y de aventuras con un eje central que articula los hechos en el marco de una marcha que guarda paralelismos y similitudes con la Odisea de Homero.
True Grit se sostiene casi por completo en los fornidos hombros de Rooster Cogburn, así como por su notable mezcla de humor y violencia.
True Grit es la búsqueda de un asesino a cargo de tres personas que entienden la justicia de manera muy distinta, pero también es la historia de un hombre que comprende que aún tiene tiempo para redimir su alma y hallar algo parecido a una familia, pese a las frustraciones del pasado y los muertos que lleva a cuestas.
La acción dramática se inicia en la ciudad de Fort Smith, Arkansas, y se desarrolla durante el invierno de 1880 en los territorios indios hoy integrados en el estado de Oklahoma.
True Grit da comienzo tras la puesta de sol del día 05 de mayo de 1880.
Los protagonistas son el agente el gobierno Rouben “Rooster” Cogburn (Wayne), de 55 años, sin familia, valeroso, cruel, tuerto, borrachín y de oscuro pasado.
Es eficaz en su trabajo, lleva 4 años en el oficio y durante este tiempo ha matado a 23 forajidos en búsqueda y captura.
Al comienzo de True Grit se presenta en Fort Smith con 8 detenidos.
Por su eficacia y valentía es contratado por Mattie Ross (Darby)
Ésta, de 16 años, es la mayor de tres hermanos y la responsable de la contabilidad de la finca del padre.
A raíz del asesinato de éste y ante la pasividad de las autoridades, decide organizar la captura del asesino, Tom Chaney, que ha huido a los territorios indios y se ha unido a una banda criminal.
Ella es decidida, inteligente, luchadora, desenvuelta, frágil y, a veces, ingenua.
El sargento de los rangers de Texas, La Boeuf (Campbell), anda también en busca de Tom Chaney por haber asesinado en Texas al senador Bibbs.
La Boeuf es honesto, rígido, servidor del deber, testarudo y codicioso.
“Young fella, if you're looking for trouble, I'll accommodate you.
Otherwise, leave it alone”
El título de la obra True Grit responde al hecho que Mattie busca para la captura del asesino a un hombre de valor o lo que es lo mismo con agallas y valiente.
No le importa su pasado, ni su fama de granuja.
La expedición que emprenden la chiquilla, “Rooster” y La Boeuf, se desarrolla como una odisea.
Las diferencias de edad de los viajeros, la disparidad de sus experiencias y las dificultades que han de afrontar, generan entre ellos un estado permanente de desencuentros, fricciones y discusiones, que mantienen caldeado y vivo el clima de la expedición.
La buena definición de los caracteres hace comprensible, en sus causas y en sus contenidos, el estado casi permanente de hostilidad que envuelve la convivencia de tres personas unidas por frágiles intereses de oportunidad.
Los diálogos, tomados en gran parte de la novela, son precisos, concisos, contundentes y brillantes.
True Grit es un interesante western acerca de la venganza y la justicia por mano propia, algo tan característico en filmes del lejano oeste, aun que yo no diría que el tema sea la venganza, aunque sí lo sea el argumento, sino más bien los principios morales y el valor, recordemos que el título True Grit hace referencia precisamente a las agallas.
Eso sí, Wayne es el western, y el western brilla con Wayne.
Viejo, gordo y borracho.
Tres desvalores que forman el personaje y que a la misma vez lo “valorizan”
Wayne es eso y más, es valiente, ácido y sensible.
Con True Grit, John Wayne sale en pantalla en su encasillado rol de antihéroe macho intocable con métodos cuestionables para resolver conflictos.
Wayne firma, de nuevo, un trabajo enorme, extraordinario, con el valor añadido del Oscar que le otorgó la Academia de Hollywood y de los graves problemas de salud que le estaba acarreando su adicción al tabaco.
Pasado de peso por exigencias del guión y con un sólo pulmón porque el cáncer le había usurpado el otro, da un auténtico recital de montar a caballo y reventarlos, de cargar hombres a la espalda y de revolcarse por el suelo.
A sus 61 años, seguía siendo un hombre de acción.
En este sentido, la mitológica escena que le preparó Hathaway en el clímax de True Grit es antológica:
Rooster Cogburn se enfrenta a dos pistoleros, uno de los cuales interpretado por Robert Duvall, en un descampado, sujetando las riendas con los dientes y empuñando un revólver en la mano izquierda y un rifle en la derecha.
Hathaway utiliza la cámara subjetiva para que compartamos el subidón de adrenalina que experimenta Rooster, regalándonos, quizá, el mejor tiroteo en el que haya participado John Wayne.
Los biógrafos de Wayne aseguran que el actor quiso comprar los derechos de la novela de Charles Portis en cuanto tuvo la ocasión de leerla.
Sin embargo, Hal B. Wallis y Joseph H. Hazen se le adelantaron y no tuvo más remedio que conformarse con encarnar al antihéroe de la historia, un marshall gordo, sucio, grosero y tuerto.
En el afán de Wayne por interpretar este papel había un claro sentimiento de empatía:
Rooster, como él, era pragmático por naturaleza y defendía que el fin justificaba los medios.
Pero Charles Portis había incluido en la novela a un personaje que no tenía miedo a Rooster, que se enfrentaba a él con el uso de la razón, que era valiente y decidido.
El personaje era una rebelde niña de 14 años: Mattie Ross.
Es ella quien acude a Rooster con el objetivo de contratarle para que busque y encuentre a Tom Chaney (tremendo Jeff Corey), el asesino de su padre.
La elección de Portis no pudo ser más acertada, porque Mattie rebaja los humos de Rooster hasta el límite de lo creíble, lo humaniza y lo aleja del trasnochado arquetipo del marshall que está de vuelta de todo.
Por cierto que, al parecer, la joven actriz que encarnó a Mattie (Kim Darby) también fue un quebradero de cabeza para Wayne detrás de las cámaras, donde se comportó con los aires de una diva.
Eso sí, nada que objetar a su interpretación, resuelta y decidida, mejorada por ese look a lo Justin Bieber hoy.
True Grit es un western porque transcurre en un lugar y en una época concreta, pero su historia podría ser igual de efectiva en cualquier otro contexto.
Y es eso lo que engrandece la historia, en principio clásica y predecible, es el derroche de humanidad, y el increíble ingenio que desprende la relación que se establece entre los dos personajes protagonistas.
“DAMN a man that whistles!”
En True Grit se nota la presencia de la religión y la moral.
Curiosamente, los choques entre las laxas concepciones morales de “Rooster” y las estrictas creencias episcopalianas de La Boeuf, son también aprovechados para mantener el ambiente de tensión que llena y da sentido a la acción.
El purgatorio aquí es divisado como un pozo oscuro y repleto de serpientes por los pecados cometidos: es el alto precio de matar… aunque sea para vengar la muerte de un padre y camarada.
Alto precio como el veneno y heridas de guerra que se quedarán como parte de una infancia que se fue con un parche, una tumba y un amigo.
Este punto de vista se observa desde el comienzo, cuando la niña llega a Fort Smith para hacerse cargo del cadáver de su padre, y encuentra que todo el pueblo ha ido a presenciar el ajusticiamiento en la horca de tres criminales, mientras cantan a coro Amazing Grace y un niño vende cacahuetes.
Parecen estar allí por el mismo sentido del deber que una mujer le achaca al juez que los ha condenado.
Tal vez sea por este espíritu moralista por lo que True Grit es más brillante y más fresca de lo que cabría esperar en una historia de venganza.
True Grit es casi una película para toda la familia, a pesar de los tiroteos y los difuntos.
El carácter moralizador es evidente: la familia, el camino recto, la justicia, la responsabilidad...
True Grit nos enseña cómo la gente suele mirar por su propios intereses, más que por los de los demás, sobre todo cuando está de por medio el dinero, que casi todo, y a casi todos, compra.
Aunque también se nos muestra como se le puede coger cariño a una persona con el roce, aunque su carácter choque con el tuyo, lo que sucede sobre todo si hablamos de gente buena, el que se coja cariño, no que choquen los caracteres.
Y con el cariño ya cogido, si hablamos de buena gente, ya se mira más por esa persona.
También me ha gustado como se trata la “historia de amor” entre Mattie y el ranger, no declarada ni explícita pero sugerida y casi obvia.
También está, claro, la emoción de la aventura de la búsqueda del asesino del padre de Mattie, sobre todo al final.
Un buen y emocionante western con un John Wayne ya mayor pero siempre John Wayne que demuestra que el que es aparentemente sólo un viejo gordo, tuerto y borracho puede ser el más valiente.
“It's a dangerous business”
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