Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition)
“I'm very shy.
I never dare to show myself how I feel about people.
They take me for a diva proud and indifferent.
And then, even more I lock myself”
Maria Callas es mucho más que una cantante de ópera, es un mito que perdura aún 34 años después de aquel triste 16 de septiembre en que perdimos toda esperanza de poder volverla a ver.
El Mito Callas nació a partir de la intensidad de sus interpretaciones en las que ella, a diferencia de otros cantantes, utilizaba su voz a pleno en cada frase, en cada función, sin medir las consecuencias.
Es por eso, que a los 28 años ya se había convertido en una Diva que generaba la devoción absoluta, no sólo de los fanáticos de la ópera sino también del público en general que sabía que asistiendo a una sola de sus representaciones ingresaba en la “Historia Grande de Callas”
Desde niña, Maria, tuvo que padecer todo tipo de humillaciones por su cara poco agraciada y sus kilos de más.
Siempre se sintió “patito feo” y hasta su propia familia la rechazaba.
Cuentan que su madre al descubrir su voz prodigiosa le dijo que lo mejor que podía hacer era dedicarse al canto, al menos en algo destacaría, ya que su progenitora veía imposible que Maria llegara a casarse.
La suerte se alió con Maria cuando conoció a Giovanni Meneghini que fue su esposo durante 10 años.
Meneghini se casó con la Callas poco después de conocerla, en 1947.
A pesar de su separación posterior, él fue siempre el primer defensor público que tuvo la cantante.
Meneghini fue el fan número uno de Maria Callas, además de su Pigmalión.
Giovanni hizo renacer una nueva Callas, más bella, más segura de sí misma, más elegante.
El fue su mentor, su Pigmalión y Maria siempre le estuvo agradecida.
Giovanni Battista Meneghini, cada vez que Maria incorporaba un nuevo papel a su repertorio le obsequiaba una joya auténtica.
Ella las lucía sobre el escenario para que le dieran suerte junto a otras piezas de Ennio Marino Marangoni.
Ambos eran el matrimonio perfecto, pero claro, faltaba lo principal, el amor.
Maria Callas, estaba en la cúspide de su carrera y se consideraba una de las mejores cantantes del siglo XX, casada con su manager Giovanni Meneghini, con quien llevaba una muy buena relación pero con muchos años de diferencia.
Fuera de escena, la vida de Maria Callas fue tan rica y dramática como muchos de los papeles que interpretó.
Hasta que llegó a la cima del estrellato internacional y se convirtió en el ídolo del mundo de la ópera, no advirtió las carencias de su vida personal, pues a pesar del cariño que profesaba a su marido, no había conocido aún el verdadero amor.
En septiembre de 1957 conoce a Aristóteles Onassis, armador griego e inmensamente rico en una fiesta en Venecia.
Es a partir de 1959, durante un crucero en el yate del magnate “Christina”, al cual fueron invitados el matrimonio Meneghini-Callas, cuando ésta se convierte en amante del armador, finalizando así su matrimonio.
Aristóteles Onassis estaba casado con Athina Mary Livanos, hija del magnate naviero Stavros Livanos; un matrimonio muy conveniente para Onassis ya que aprendió el negocio naviero a costa de Livanos.
Con ella tuvo dos hijos, Alexander y Christina, ambos nacidos en Nueva York.
El magnate llevaba una vida disipada a bordo de su yate Christina, en cruceros con invitados alrededor del mundo del espectáculo y la nobleza europea, tales como Sir. Winston Churchill.
Esta época de felicidad coincide con la retirada de Maria del espectáculo, para quien Onassis fue su gran amor.
A partir de entonces y hasta 1962 recortó drásticamente sus apariciones en escena y se concentró en la vida de la jet set internacional como acompañante de Onassis.
Su vida privada y su relación con el empresario griego hicieron que ocupara las portadas de la prensa sensacionalista cuando su carrera estaba prácticamente terminada.
En realidad, después de iniciar su relación con Onassis, su carrera entra en una etapa de declive.
Maria renunció a todo para estar con su gran amor.
Pero Onassis no era el hombre que necesitaba Maria.
El millonario disfrutaba humillándola en público.
Otro de los factores negativos de esta relación fueron los hijos del armador, que jamás la aceptaron.
Por mucho que Callas intentó ganarse el cariño de los hijos de Ari, fue imposible, ellos no querían tener ninguna relación con ella.
Durante el tiempo que vivió su idilio fueron asiduos de la alta sociedad parisina y monegasca.
Juntos recorrieron el mundo, asistieron a grandes fiestas, y fueron, sin lugar a dudas, la pareja que todos querían invitar a sus fiestas.
La relación con Ari hizo que Maria acabara destapando el glamur y la elegancia que llevaba dentro, y, por derecho propio, se convirtió en una de las mujeres más elegantes del mundo.
¿Qué encontró Onassis en la Callas?
En sus propias palabras:
“Una mujer a mi altura”
Había más que eso.
Maria Callas le colmaba de atenciones, se portaba con él como una esposa griega, devota y sumisa; comía su misma comida y le amaba con todo su corazón.
La ópera no formaba parte de la ecuación.
Según la definición de Onassis, al que sólo le gustaba la música tradicional de su país y se escapaba en cuanto podía a una taberna para romper platos, la ópera venía a ser “un grupo de cocineros italianos que cantan a gritos sus recetas”
Pero la Callas era la Callas, la gran diva, La Tigresa.
Eso sí entraba en la ecuación.
¿Qué ganaba la Callas?
“El primer hombre que no quiere sacar nada de mí y, en cambio, me lo da todo”, dijo.
Algunas amistades hablan también de los primeros orgasmos, tras una monótona, monógama y, al parecer, muy insatisfactoria vida conyugal con Meneghini.
Toda la fantástica energía de la diva, hasta entonces concentrada en el canto, se volcó sobre Onassis.
Debió de ser una descarga fortísima.
La Callas decidió que no quería más escenarios ni más grabaciones:
Sólo deseaba casarse con Aristo, tener con él un hijo, cocinar para él, ser bella para él.
En 1964, el director Franco Zeffirelli, su gran amigo, la persuadió para que volviera a los escenarios en una nueva producción; sin embargo esta tortuosa relación sentimental significaría para ella su propia tragedia griega.
Maria lo que más anhela es tener un hijo con Onassis y al quedar embarazada lo pierde al dar a luz, lo que hace que decida enfocarse a su gran amor:
Aristóteles, que finalmente decide divorciarse de su esposa para darle gusto.
En 1966, Maria Callas renunció a su nacionalidad americana y adoptó la griega para así poder anular su matrimonio con Meneghini, pero su deseo de convertirse en esposa de Onassis sufre un giro inesperado cuando el empresario deslumbrado dejó sin mayores miramientos a Maria Callas para casarse con Jackie Kennedy en 1969, la viuda del ex presidente de Estados Unidos John F. Kennedy.
La Divina y temperamental Callas debió parecerle a Onassis excesivamente familiar ante la distante sofisticación de aquella americana que abría el grifo del lavabo cuando entraba en el cuarto de baño.
La venganza de Medea, la devastación sentimental por aquella traición, sumió a la Callas en un estado de desesperación lindante con la tragedia griega.
Estaba, si no en las mejores condiciones para cantar ópera, sí al menos para interpretar en el cine a Medea, la hechicera griega enamorada de Jason, que ante su traición, envía a Glauce un manto que al ponérselo la abrasa viva, y completa su venganza asesinando a los dos hijos que había tenido con éste.
La venganza de Maria Callas no estuvo exenta de sadomasoquismo operístico:
Nunca más quiso volver a verle ni aceptó un acercamiento cuando Onassis, harto de los caprichos de Jackie O y de sus desprecios, hundido por la trágica muerte de su hijo en un accidente de aviación, trató de volver con la Callas en 1973.
Con la voz destrozada y después de un rodaje infernal con Pier Paolo Pasolini como protagonista de «Medea» (1969), el filme que debía perpetrar su venganza contra el armador y la catarsis por la humillante traición, Maria Callas intentó suicidarse y fue ingresada de urgencia en un hospital atiborrada de barbitúricos.
Dicen que la gran diva pasó días y días llorando cuando se enteró del matrimonio entre Ari y Jacqueline.
Para Callas esto supuso la muerte en vida, jamás llegó a superarlo.
Para Onassis esto no fue más que otro de sus muchos triunfos, disfrutaba mostrando al mundo que había sido capaz de conquistar a la viuda del presidente Kennedy.
Después de la pérdida de su gran amor, Maria, decidió recluirse en su apartamento de Paris, sin fuerzas para ver a nadie, sin ganas de volver a actuar.
De esta última época de Maria hay muy pocos testimonios gráficos.
En el año 1977, cuando contaba 55 años, Maria falleció en París.
En realidad había muerto mucho tiempo antes, exactamente, el día que Ari se casó con Jacqueline.
Se supone que su muerte, en 1977, fue un suicidio encubierto por un ataque al corazón, debido a una sobredosis de Mandrax.
Su vida no tuvo nada que envidiar a los argumentos de las óperas románticas que con gran magisterio vocal interpretó durante sus mejores años, especialmente los doce años de la Scala de Milán.
Debido a que este documental: Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition) fue filmado hace 30 años, contiene gran cantidad de relatos de primera mano de Callas y su vida por las personas que la conocieron, trabajaron con ella, o eran sus amigos.
En Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition) hay numerosas entrevistas a luminarias de ópera que conocieron y trabajaron con ella:
Giuseppe Di Stefano, Franco Zeffirelli, Graziella Sciutti, Luchino Visconti, John Ardoin, Lord Harewood, John Copley, Elvira de Hidalgo (su maestra), Tito Gobbi, Carlo Maria Giulini, así como Arianna Stassinopoulos (su biógrafa)
Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition) presta mucha atención a su matrimonio con Giovanni Battista Meneghini, y su relación larga y desgarradora con Aristóteles Onassis y su posterior abandono.
El director Tony Palmer repetidamente describe su vida como una lucha entre "Maria, la mujer" y "Callas, el artista"
Tuve la tentación de descartar esto como un recurso narrativo más fácil hasta el final de Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition), cuando su secretaria dice que la Callas dio esta lucha todo el tiempo.
Ella habla del personaje de su vida artística como "La Callas", como si se tratara de otra persona.
Esta, "Maria Callas frente a La Callas", interpretación lleva un largo camino hacia la explicación de la tragedia de su vida, a partir como una talentosa cantante con una voz poco común, pero una mujer con mucho sobrepeso que nunca han experimentado el verdadero amor o la pasión.
Su periodo de mayor éxito como artista fue antes de que ella dejara a su marido, Giovanni Battista Meneghini, en el año 1959 después de comenzar su romance con Aristóteles Onassis.
Con Onassis, la mujer floreció, pero sufrió el artista.
Luego, después de Onassis la abandonó repentinamente en favor de Jacqueline Kennedy, la mujer fue devastada y el artista nunca se realizó de nuevo a sus niveles máximos anteriores.
John Ardoin y Gerald Fitzgerald publicaron un bello libro ilustrado con magníficas fotografías, sobre el arte y la vida, y los grandes años de la artista excelsa, de quien dijo el más grande barítono del siglo XX, Tito Gobbi:
“Fue genuina, auténtica, sin amaneramientos.
Nunca veremos a alguien superior”
Según Ardoin, "desconcertante" parece ser un término muy suave para describir el efecto que la Callas produce en sus oyentes.
Es más exacto decir que asombra y enfurece a unos, al igual que conmueve e inspira a otros.
Una cosa es cierta:
“Nadie permanece indiferente"
Ardoin cita al crítico italiano Teodoro Celli, quien afirmó que:
“Callas fue una estrella errante en un sistema planetario que no era el suyo”
Y se pregunta, al igual que Celli:
“Si la misma Callas comprendió desde el primer momento que era una criatura musical exótica”
“I wonder if one day I will become happy or if I spend the rest of my life struggling to survive”
I never dare to show myself how I feel about people.
They take me for a diva proud and indifferent.
And then, even more I lock myself”
Maria Callas es mucho más que una cantante de ópera, es un mito que perdura aún 34 años después de aquel triste 16 de septiembre en que perdimos toda esperanza de poder volverla a ver.
El Mito Callas nació a partir de la intensidad de sus interpretaciones en las que ella, a diferencia de otros cantantes, utilizaba su voz a pleno en cada frase, en cada función, sin medir las consecuencias.
Es por eso, que a los 28 años ya se había convertido en una Diva que generaba la devoción absoluta, no sólo de los fanáticos de la ópera sino también del público en general que sabía que asistiendo a una sola de sus representaciones ingresaba en la “Historia Grande de Callas”
Desde niña, Maria, tuvo que padecer todo tipo de humillaciones por su cara poco agraciada y sus kilos de más.
Siempre se sintió “patito feo” y hasta su propia familia la rechazaba.
Cuentan que su madre al descubrir su voz prodigiosa le dijo que lo mejor que podía hacer era dedicarse al canto, al menos en algo destacaría, ya que su progenitora veía imposible que Maria llegara a casarse.
La suerte se alió con Maria cuando conoció a Giovanni Meneghini que fue su esposo durante 10 años.
Meneghini se casó con la Callas poco después de conocerla, en 1947.
A pesar de su separación posterior, él fue siempre el primer defensor público que tuvo la cantante.
Meneghini fue el fan número uno de Maria Callas, además de su Pigmalión.
Giovanni hizo renacer una nueva Callas, más bella, más segura de sí misma, más elegante.
El fue su mentor, su Pigmalión y Maria siempre le estuvo agradecida.
Giovanni Battista Meneghini, cada vez que Maria incorporaba un nuevo papel a su repertorio le obsequiaba una joya auténtica.
Ella las lucía sobre el escenario para que le dieran suerte junto a otras piezas de Ennio Marino Marangoni.
Ambos eran el matrimonio perfecto, pero claro, faltaba lo principal, el amor.
Maria Callas, estaba en la cúspide de su carrera y se consideraba una de las mejores cantantes del siglo XX, casada con su manager Giovanni Meneghini, con quien llevaba una muy buena relación pero con muchos años de diferencia.
Fuera de escena, la vida de Maria Callas fue tan rica y dramática como muchos de los papeles que interpretó.
Hasta que llegó a la cima del estrellato internacional y se convirtió en el ídolo del mundo de la ópera, no advirtió las carencias de su vida personal, pues a pesar del cariño que profesaba a su marido, no había conocido aún el verdadero amor.
En septiembre de 1957 conoce a Aristóteles Onassis, armador griego e inmensamente rico en una fiesta en Venecia.
Es a partir de 1959, durante un crucero en el yate del magnate “Christina”, al cual fueron invitados el matrimonio Meneghini-Callas, cuando ésta se convierte en amante del armador, finalizando así su matrimonio.
Aristóteles Onassis estaba casado con Athina Mary Livanos, hija del magnate naviero Stavros Livanos; un matrimonio muy conveniente para Onassis ya que aprendió el negocio naviero a costa de Livanos.
Con ella tuvo dos hijos, Alexander y Christina, ambos nacidos en Nueva York.
El magnate llevaba una vida disipada a bordo de su yate Christina, en cruceros con invitados alrededor del mundo del espectáculo y la nobleza europea, tales como Sir. Winston Churchill.
Esta época de felicidad coincide con la retirada de Maria del espectáculo, para quien Onassis fue su gran amor.
A partir de entonces y hasta 1962 recortó drásticamente sus apariciones en escena y se concentró en la vida de la jet set internacional como acompañante de Onassis.
Su vida privada y su relación con el empresario griego hicieron que ocupara las portadas de la prensa sensacionalista cuando su carrera estaba prácticamente terminada.
En realidad, después de iniciar su relación con Onassis, su carrera entra en una etapa de declive.
Maria renunció a todo para estar con su gran amor.
Pero Onassis no era el hombre que necesitaba Maria.
El millonario disfrutaba humillándola en público.
Otro de los factores negativos de esta relación fueron los hijos del armador, que jamás la aceptaron.
Por mucho que Callas intentó ganarse el cariño de los hijos de Ari, fue imposible, ellos no querían tener ninguna relación con ella.
Durante el tiempo que vivió su idilio fueron asiduos de la alta sociedad parisina y monegasca.
Juntos recorrieron el mundo, asistieron a grandes fiestas, y fueron, sin lugar a dudas, la pareja que todos querían invitar a sus fiestas.
La relación con Ari hizo que Maria acabara destapando el glamur y la elegancia que llevaba dentro, y, por derecho propio, se convirtió en una de las mujeres más elegantes del mundo.
¿Qué encontró Onassis en la Callas?
En sus propias palabras:
“Una mujer a mi altura”
Había más que eso.
Maria Callas le colmaba de atenciones, se portaba con él como una esposa griega, devota y sumisa; comía su misma comida y le amaba con todo su corazón.
La ópera no formaba parte de la ecuación.
Según la definición de Onassis, al que sólo le gustaba la música tradicional de su país y se escapaba en cuanto podía a una taberna para romper platos, la ópera venía a ser “un grupo de cocineros italianos que cantan a gritos sus recetas”
Pero la Callas era la Callas, la gran diva, La Tigresa.
Eso sí entraba en la ecuación.
¿Qué ganaba la Callas?
“El primer hombre que no quiere sacar nada de mí y, en cambio, me lo da todo”, dijo.
Algunas amistades hablan también de los primeros orgasmos, tras una monótona, monógama y, al parecer, muy insatisfactoria vida conyugal con Meneghini.
Toda la fantástica energía de la diva, hasta entonces concentrada en el canto, se volcó sobre Onassis.
Debió de ser una descarga fortísima.
La Callas decidió que no quería más escenarios ni más grabaciones:
Sólo deseaba casarse con Aristo, tener con él un hijo, cocinar para él, ser bella para él.
En 1964, el director Franco Zeffirelli, su gran amigo, la persuadió para que volviera a los escenarios en una nueva producción; sin embargo esta tortuosa relación sentimental significaría para ella su propia tragedia griega.
Maria lo que más anhela es tener un hijo con Onassis y al quedar embarazada lo pierde al dar a luz, lo que hace que decida enfocarse a su gran amor:
Aristóteles, que finalmente decide divorciarse de su esposa para darle gusto.
En 1966, Maria Callas renunció a su nacionalidad americana y adoptó la griega para así poder anular su matrimonio con Meneghini, pero su deseo de convertirse en esposa de Onassis sufre un giro inesperado cuando el empresario deslumbrado dejó sin mayores miramientos a Maria Callas para casarse con Jackie Kennedy en 1969, la viuda del ex presidente de Estados Unidos John F. Kennedy.
La Divina y temperamental Callas debió parecerle a Onassis excesivamente familiar ante la distante sofisticación de aquella americana que abría el grifo del lavabo cuando entraba en el cuarto de baño.
La venganza de Medea, la devastación sentimental por aquella traición, sumió a la Callas en un estado de desesperación lindante con la tragedia griega.
Estaba, si no en las mejores condiciones para cantar ópera, sí al menos para interpretar en el cine a Medea, la hechicera griega enamorada de Jason, que ante su traición, envía a Glauce un manto que al ponérselo la abrasa viva, y completa su venganza asesinando a los dos hijos que había tenido con éste.
La venganza de Maria Callas no estuvo exenta de sadomasoquismo operístico:
Nunca más quiso volver a verle ni aceptó un acercamiento cuando Onassis, harto de los caprichos de Jackie O y de sus desprecios, hundido por la trágica muerte de su hijo en un accidente de aviación, trató de volver con la Callas en 1973.
Con la voz destrozada y después de un rodaje infernal con Pier Paolo Pasolini como protagonista de «Medea» (1969), el filme que debía perpetrar su venganza contra el armador y la catarsis por la humillante traición, Maria Callas intentó suicidarse y fue ingresada de urgencia en un hospital atiborrada de barbitúricos.
Dicen que la gran diva pasó días y días llorando cuando se enteró del matrimonio entre Ari y Jacqueline.
Para Callas esto supuso la muerte en vida, jamás llegó a superarlo.
Para Onassis esto no fue más que otro de sus muchos triunfos, disfrutaba mostrando al mundo que había sido capaz de conquistar a la viuda del presidente Kennedy.
Después de la pérdida de su gran amor, Maria, decidió recluirse en su apartamento de Paris, sin fuerzas para ver a nadie, sin ganas de volver a actuar.
De esta última época de Maria hay muy pocos testimonios gráficos.
En el año 1977, cuando contaba 55 años, Maria falleció en París.
En realidad había muerto mucho tiempo antes, exactamente, el día que Ari se casó con Jacqueline.
Se supone que su muerte, en 1977, fue un suicidio encubierto por un ataque al corazón, debido a una sobredosis de Mandrax.
Su vida no tuvo nada que envidiar a los argumentos de las óperas románticas que con gran magisterio vocal interpretó durante sus mejores años, especialmente los doce años de la Scala de Milán.
Debido a que este documental: Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition) fue filmado hace 30 años, contiene gran cantidad de relatos de primera mano de Callas y su vida por las personas que la conocieron, trabajaron con ella, o eran sus amigos.
En Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition) hay numerosas entrevistas a luminarias de ópera que conocieron y trabajaron con ella:
Giuseppe Di Stefano, Franco Zeffirelli, Graziella Sciutti, Luchino Visconti, John Ardoin, Lord Harewood, John Copley, Elvira de Hidalgo (su maestra), Tito Gobbi, Carlo Maria Giulini, así como Arianna Stassinopoulos (su biógrafa)
Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition) presta mucha atención a su matrimonio con Giovanni Battista Meneghini, y su relación larga y desgarradora con Aristóteles Onassis y su posterior abandono.
El director Tony Palmer repetidamente describe su vida como una lucha entre "Maria, la mujer" y "Callas, el artista"
Tuve la tentación de descartar esto como un recurso narrativo más fácil hasta el final de Tony Palmer's Film About Callas (30th Anniversary Edition), cuando su secretaria dice que la Callas dio esta lucha todo el tiempo.
Ella habla del personaje de su vida artística como "La Callas", como si se tratara de otra persona.
Esta, "Maria Callas frente a La Callas", interpretación lleva un largo camino hacia la explicación de la tragedia de su vida, a partir como una talentosa cantante con una voz poco común, pero una mujer con mucho sobrepeso que nunca han experimentado el verdadero amor o la pasión.
Su periodo de mayor éxito como artista fue antes de que ella dejara a su marido, Giovanni Battista Meneghini, en el año 1959 después de comenzar su romance con Aristóteles Onassis.
Con Onassis, la mujer floreció, pero sufrió el artista.
Luego, después de Onassis la abandonó repentinamente en favor de Jacqueline Kennedy, la mujer fue devastada y el artista nunca se realizó de nuevo a sus niveles máximos anteriores.
John Ardoin y Gerald Fitzgerald publicaron un bello libro ilustrado con magníficas fotografías, sobre el arte y la vida, y los grandes años de la artista excelsa, de quien dijo el más grande barítono del siglo XX, Tito Gobbi:
“Fue genuina, auténtica, sin amaneramientos.
Nunca veremos a alguien superior”
Según Ardoin, "desconcertante" parece ser un término muy suave para describir el efecto que la Callas produce en sus oyentes.
Es más exacto decir que asombra y enfurece a unos, al igual que conmueve e inspira a otros.
Una cosa es cierta:
“Nadie permanece indiferente"
Ardoin cita al crítico italiano Teodoro Celli, quien afirmó que:
“Callas fue una estrella errante en un sistema planetario que no era el suyo”
Y se pregunta, al igual que Celli:
“Si la misma Callas comprendió desde el primer momento que era una criatura musical exótica”
“I wonder if one day I will become happy or if I spend the rest of my life struggling to survive”
Comentarios
Publicar un comentario