A Thousand Clowns

“I want him to know the subtle, sneaky, important reason why he was born a human being and not a chair”

Tras pasar por una época de posguerra, donde las censuras y el teatro convencional se hizo dueño de los escenarios, pero que a la vez, conforme iban pasando los años, se iban introduciendo nuevos métodos en escena como el mimo, efectos sonoros, y de iluminación, el absurdo, etc., llega esta época a partir de los años 60, en la cual, todas esas innovaciones aportadas por el teatro europeo, se ratifican.
El teatro realista y social, seguía siendo defendido como el único que respondía a las circunstancias; pero a su vez, hacia 1970, otros dramaturgos se lanzaron a la renovación de la expresión dramática, surgiendo así, una nueva vanguardia teatral:
Surgió el nuevo realismo, con un sentido de crítica social que tomaba individualidades o núcleos del contorno, y desarrollaba conflictos que tenían que ver con la situación de la maltratada clase media.
A modo de metáfora, el payaso es un personaje típico de nuestra infancia, y parte de nuestra adolescencia, aunque también está inserto en nuestra madurez.
Él es productor de risa y sentido en la extensión de las palabras.
Su simpatía, radica en la búsqueda de sentido en las palabras o cosas que al parecer no tienen sentido alguno, sinsentido.
El payaso, siempre nos hace reír en la medida en que nos envuelve en la ironía, el sarcasmo, la mentira, etc.
Cabe señalar, que no todos los payasos son excelentes comediantes, o bien, amantes de la risa.
El payaso alivia a la verdad, y la convierte en una horrible fantasía:
El conocimiento, está ligado a una verdad que históricamente subyace en una convencionalidad que todos, o al menos la mayoría acepta sin dudar.
Por el contrario, la fantasía es una parodia de esa verdad, que la mayoría acepta como amén de La Biblia; es decir, como un relato legítimo, o mejor aún, absoluto y determinante.
A esto, se contrapone la figura del sabio, como el juez del conocimiento, y amo de los ignorantes.
Su sabiduría, es quizás práctica poco mística, pero muy lógica para su entorno.
Él, es el mediador entre la verdad y el mundo, de hecho, su mundo se justifica a través de sus métodos y formas de entenderlo.
El sabio, siempre busca lo rígido y la seriedad en su vida, nunca juega ni mucho menos acepta lo falso como verdadero, o lo oscuro como lo claro.
Si acaso ríe, es porque en él existe otra dimensión poco conocida por él mismo.
El lenguaje del sabio, normalmente es esquemático y objetivo, en tanto que establece un significado/significante; una relación lenguaje/mundo, sentido/referencia, sujeto/objeto.
Lo que menos desea el sabio, es ambigüedad y sinsentido en la elocuencia de las propias palabras.
Tanto el payaso como el sabio, constituyen pues 2 figuras opuestas, una a la otra, y al revés.
En este escenario, se encuentra la disputa entre quienes piensan que el lenguaje es múltiple, variable, cambiante, sin rostro, aún más metafórico.
Y quienes piensan que el lenguaje es referencial, significativo, univoco, sin más ideal.
El problema consiste en el significado y las interpretaciones, puesto que mientras el payaso se burla, ríe, ironiza a través del lenguaje y sus actitudes; el sabio, por su parte, agudiza el significado de las palabras, encajona al lenguaje, y al conocimiento en una esfera lógica.
Esta oposición, se visualiza en la objetividad de las ciencias sociales y ciencias naturales; existe un grado de distanciamiento entre una y la otra, debido a campo de saber que estudian.
El payaso juega y juega con las verdades que las palabras se dan así mismo.
El juego no es simple, porque la mística de las palabras se desliza fácilmente por el rio de las metáforas que proviene de una espontaneidad, y difícilmente de la razón.
Aquí, se abre de algún modo, el camino de la hermenéutica que toma en cuenta las distintas llaves que posibilitan la entrada a otra realidad.
“You are not a person, Mr. Burns.
You are an experience!”
A Thousand Clowns es una comedia del año 1965, dirigida por Fred Coe.
Protagonizada por Jason Robards, Barbara Harris, Martin Balsam, Gene Saks, William Daniels, Philip Bruns, John McMartin, Barry Gordon, entre otros.
El guión es de Herb Gardner, basado en su propia obra de teatro homónima, la cual fue su primer triunfo como autor en los escenarios teatrales de Broadway, cuando abrió en El Teatro Eugene O'Neill, en New York, el 5 de abril de 1962, teniendo 428 presentaciones, y siendo nominado para el Premio Tony como mejor obra de teatro.
Entre los protagonistas, se encontraban:
Jason Robards, Gene Saks, William Daniels y Barry Gordon, quienes recrearon sus papeles de la versión cinematográfica posterior.
Pero con A Thousand Clowns, el mundo teatral de Broadway, recordará a Gardner como un ingenioso autor de comedias, en las que florecían personajes excéntricos, por lo general identificados con el espíritu neoyorquino, que mezclaban ingenio, atractivo personal, y verdades ocultas que afloraban en algún momento inesperado.
A Thousand Clowns obtuvo un premio Oscar al Mejor Actor Secundario para Martin Balsam; y otras 3 nominaciones como:
Mejor película, guión, y banda sonora.
Resulta interesante ese Oscar a Martin Balsam, ya que su papel no convence, sobre todo por el poco tiempo en pantalla, a sabiendas de que en ese año competía con Tom Courtenay en “Doctor Zhivago”
A Thousand Clowns gira en torno a un hombre cansado de convencionalismos y ataduras:
Murray Burns (Jason Robards), un iconoclasta escritor, que deja su empleo como guionista de un programa infantil, y se refugia en su apartamento donde convive con su sobrino Nick (Barry Gordon), de 12 años.
Y es que desde hace 7 que su hermana se marchó, dejó al niño con él.
Así, sin oficio ni beneficio, los servicios sociales deciden encargarse de Nick, y una pareja de trabajadores asistentes, conformada por:
Sandra Markowitz (Barbara Harris) y Albert Amundson (William Daniels) se personan en casa de Murray.
Pero lo que menos se espera, es que surja entre Murray y Sandra, una especial relación…
Por su parte, Albert, como estricto profesional, aconseja a su compañera dejar el caso, y prosigue con las diligencias para buscar otro hogar al niño.
Pero Sandra convencerá a Murray, de que busque un empleo para conservar a su sobrino.
En A Thousand Clowns, se hace una crítica a la sociedad de EEUU en particular, y al mundo frío, distante, y lleno de prisas en general, bajo un prisma que hace que la obra parezca de rabiosa actualidad:
Gente en paro, crisis económica y de valores, enfrentamientos con los poderes estatales...
Una película que entre risas, nos muestra una realidad desoladora.
“My simple child reaction of what you did is that you are not funny”
Sin perder en ningún momento el fondo cómico y teatral, A Thousand Clowns se compone también de momentos dramáticos, con una gran carga emotiva, así como otros de humor absurdo, rabia, tramas hilarantes, y un amplio etcétera que ofrece cabida a cualquier situación en un montaje tan frenético como éste.
Rodada tanto en exteriores como en interiores, la mayor parte de la acción toma lugar en el cuarto del edificio donde vive el personaje principal.
La trama, es una historia sobre absurdos:
Bocadillos de pastrami, bromas, ardillas, radios, relojes sin valor, un casco prusiano, seguros de desempleo, espías, cometas, cornetas, un águila, prismáticos, La Estatua de la  Libertad, un equipo de volibol de Park Avenue, un estudio de televisión, un sobrino cuya madre “se fue a por cigarrillos” hace 7 años, una chica con un problema a la hora de decir “adiós”, y un chico entre un millón.
Así pues, este último, cansado de convencionalismos y ataduras, deja su empleo como guionista de Chuckles The Chipmunk, un programa infantil, y se refugia en su apartamento donde convive con su sobrino de 12 años.
Ellos se llevan muy bien, pero parece que la madurez de su sobrino le supera, y es el catalizador de que sin trabajo, él, el sobrino que está bajo su cargo de hecho, no de derecho, no podrá estudiar y ser alguien en la vida, por lo que le exige y ayuda a encontrar un trabajo.
Y es que el chico está bajo su cuidado, desde hace 7 años, en los que su hermana se marchó, y lo dejó con él.
Es por ello que es visitado por los servicios sociales, que deciden que debe encargar al niño, para que una familia lo acoja, le de educación y tenga derecho a la salud y demás beneficios…
Así se presenta Sandra y Albert, en la casa de Murray.
La pareja de colegas, más bien parecen un matrimonio, que refleja la autoridad del hombre sobre la mujer, pero que Sandra no está dispuesta a tolerar, por lo que se revela.
Mucho de su actitud, vendrá por ser mujer, comprensiva, abierta, y dispuesta a escuchar, así como su capacidad al ser independiente para tomar sus propias decisiones; pero ese “defecto”, la hará perder el trabajo.
Desolada, se queda en el apartamento, “embrujada” por la personalidad de Murray y su sobrino, que en realidad lo ha venido pasando bien, plantándose aquello de “a mal tiempo, buena cara” pero sin despertar a la realidad.
Y durante ese día, surge entre Murray y Sandra, una especial relación de complicidad, comprensión y amor.
Mientras que Albert aconseja a su compañera a dejar el caso, prosigue con las diligencias para buscar otro hogar al niño.
Así, Sandra convencerá a Murray, de que busque un empleo para conservar a su sobrino, entrando ella misma como agente externo que cambiará la vida de todos, y de ella misma.
Resulta curioso que a principio de los años 1960, las revelaciones de gran publicidad sobre la pobreza y el surgimiento de nuevas perspectivas “estructurales” sobre los problemas sociales, forzaron a los estadounidenses a un redescubrimiento de más de 40 millones de personas, aproximadamente una tercera parte de ellos, niños, cuyas vidas habían sido dadas de lado por el progreso moderno, económico y social.
Esto motivó el desarrollo de nuevos modelos organizativos para el servicio social, como por ejemplo, La Movilización para la Juventud en New York, que condujo a la proclamación del Presidente Johnson, a declarar “una guerra incondicional a la pobreza” en enero del 1964.
Y es que una de las claves del éxito profesional, reside en ser constante, disciplinarse y persistir en trabajar en aquellas tareas que son necesarias y, por tanto, se deben hacer.
Pero por problemas de inmadurez, las personas podían enfrentarse a significativas dificultades para desarrollar determinadas actividades o labores.
Y esa actitud, puede ser un significativo obstáculo que les impide avanzar en su vida profesional, y les ocasiona problemas laborales.
Eran personas que creen que siempre es posible divertirse en el trabajo...
Pero algunos psicólogos manifiestan, que ese talante en el trabajo, es una forma de trasladar el llamado “Síndrome de Peter Pan”, el de los individuos que siempre quieren ser o parecer jóvenes, al ámbito de la empresa o de cualquier otro centro de trabajo.
Por lo que se trata de personas con conductas de evitación de la madurez, y suelen ser inseguros, y como consecuencia, pueden presentar problemas laborales por su dificultad para implicarse, al tiempo que hay un rechazo a la asunción de responsabilidades.
A Thousand Clowns está claramente marcada por esa corriente de cambios y de descubrimientos, en unos años 60, en que los teatros eran casi la única fuente para poder revelar esa verdad.
Allí, reinaban Jason Robards y Barbara Harris; mientras Martin Balsam era habitual en el cine; además, el A Thousand Clowns cinematográfico, contaba con un enervante Gene Saks, luego reconvertido en director de películas, más o menos recordadas, pero siempre eficaces y divertidas.
Pero acá cabe destacar la labor de Robards, en uno de los pocos papeles protagónicos, con diálogos interminables, en grandes tomas secuencias, que hizo muy buena química con Barry Gordon, un niño que demostraba mucha madurez en pantalla.
Otro dato, es que A Thousand Clowns marca el debut en el cine de Barbara Harris.
Y como curiosidad, en la apertura de créditos, la presentación de Barry Gordon se daba como “Nick”; mientras en los créditos finales, a Gordon se le atribuyen todos los diferentes nombres, autodenominados por su personaje:
Nick Burns, Wilbur Malcome Burns, Burns Theodore, Rafael Sabatini, el Dr. Morris Fishbein, Woodrow Burns, Burns Chevrolet, Big Sam Burns y Lefty Burns.
Sin embargo, su nombre en la película, es solo Nick Burns.
Al respecto, 2 de los nombres de Nick, establecidos por él, temporalmente, son los nombres de personas reales:
El Dr. Morris Fishbein, fue el muy controvertido editor de la revista Journal of the American Medical Association (JAMA), de 1924 a 1950.
En 1947, la revista Time lo describió como “el más ampliamente denostado, y quizás más influyente médico de los EEUU”
Mientras Rafael Sabatini, fue un autor y escritor, y algunas de sus novelas más populares, fueron adaptadas al cine, entre las que se incluyen:
“Captain Blood” (1935) y “Scaramouche” (1952)
De la banda sonora, decir que Judy Holliday escribió la letra de la canción, tema que fue su último trabajo cinematográfico, ya que A Thousand Clowns se estrenó después de su muerte, el 7 de junio de 1965.
“You missed the funny part, Leo”
Durante los años 60, tiene lugar una silenciosa revolución que va tocando las esencias de la heredada ética del trabajo en la moral del consumo.
Todos los engranajes del mercado, se mueven en la dirección de consumir, de modo instantáneo.
La etapa de consumo de masas, debe entonces ser considerada como el estado más general, en el que desemboca la carrera del desarrollo.
Determinados bienes, que en estadios anteriores se reputaban como suntuarios, o al menos privativos de una minoría, se abaratan con el desarrollo, y se generaliza su consumo.
El consumo masivo, llega también a los productos culturales; y aparece la noción de “cultura de masas”
La creación cultural, por tanto, será en ella menos importante que su difusión, lo que prima son las formas de representación, las que se pueden reproducir en muchas copias.
De ahí el disco gramofónico, como expresión máxima de esa noción.
Junto a la música grabada el decenio de los 60, es testigo del apogeo de la televisión.
Ese decenio, fue inmensamente creador, seminal en muchos aspectos de la cultura, en un revulsivo en las costumbres.
Y es que en esos años, en Estados Unidos, son muchos los movimientos, los ensayos, los intentos de cambiar las cosas tales como el feminismo, el pacifismo y la lucha contra la segregación racial.
Los 3 aspectos, resultarían de una especialización del difuso movimiento estudiantil y la nueva izquierda; que propone que el ruedo político es algo más que el de las confrontaciones electorales.
De ahí que las Universidades o los medios de comunicación masiva, fueran también espacios políticos.
Y la Universidad fuera durante esta década, algo más que ayuntamiento de profesores y alumnos, como había sido siempre, y se presentó de golpe, como el lugar donde se alojaba un nuevo sujeto colectivo, el estudiantado, el movimiento estudiantil, al tiempo que se producía en esos centros, un impulso de la investigación científica hasta entonces desconocido.

“And that's my opinion from the blue, blue sky”



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