Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto
“Quando sei un grande uomo in una grande città, si può farla franca con l'omicidio?”
El cine italiano tiene una larga tradición de denuncia política; sobre todo durante los años 60 y, singularmente 70, hubo prácticamente un subgénero dentro del “thriller” que contaba historias en las que crimen, política, policía y mafia, se mezclaban con desparpajo.
Pero mientras se levantaba de la derrota en La Segunda Guerra Mundial, Italia recibió el venenoso dardo de La Guerra Fría como pocos países en Europa.
En La Unión Soviética, todos los ciudadanos eran, por voluntad o en apariencia, comunistas; y en los demás países era manifiesta la coalición con el capitalismo de los más vastos sectores sociales; pero en Italia, las 2 pasiones dividieron al país.
Polarizado entre los remanentes del fascismo, que encontró cierta continuidad en la democracia cristiana al terminar la guerra, y los herederos marxistas de Antonio Gramsci, que incluían a notables figuras como el poeta y cineasta Pier Paolo Pasolini, asesinado a mediados de la década en lo que muchos aún consideran un crimen político; así como los novelistas Italo Calvino y Alberto Moravia, y el cineasta Elio Petri, el ambiente cultural se basó en la confrontación.
Específicamente, Elio Petri fue conocido por sus obras de fuerte contenido político y social.
A pesar de sus planteamientos izquierdistas, la industria no renegó del cineasta que, en los años 60, de mayor euforia en los movimientos sindicales y revolucionarios, se dirigía a un mercado tan apetecible como el del público que únicamente busca en el cine consuelos escapistas.
En sus títulos, intentó conseguir un cine con un mensaje de izquierdas, sin romper del todo con la narrativa clásica, lo que produjo un debate sobre la ideología de la gramática cinematográfica habitualmente utilizada como vehículo de tramas menos radicales, o políticas.
Uno de sus actores más habituales, fue Gian Maria Volontè, un ejemplo de este traspaso, al convertirse en un líder de película, a pesar de provenir del más rancio “spaghetti western”
Y es que Petri fue un virtuoso a la hora de plasmar en sus ácidas sátiras, una mirada sumamente cínica, que avisaba de los peligros que la deriva de los acontecimientos sociales y el inmovilismo ciudadano ocasionarían en las generaciones futuras.
“Come avete intenzione di uccidere me oggi?”
Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto es un drama italiano de suspense, del año 1970, dirigido por Elio Petri.
Protagonizado por Gian Maria Volontè, Florinda Bolkan, Gianni Santuccio, Orazio Orlando, Salvo Randone, Massimo Foschi, entre otros.
El guión es de Ugo Pirro, y con Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, Petri será junto con la obra de Pasolini, una de las mayores expresiones del choque entre el elitismo aristocrático, y la ilusión de una comunión igualitaria entre los ciudadanos.
Pero de manera más relevante Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, es un retrato extraordinario del poder como deseo sexual.
Además, es la 1ª parte de “La Trilogía de La Neurosis”, también citada como “Trilogía del Poder”, que también incluye:
“La classe operaia va in paradiso” (1971) y “La proprietà non è più un furto” (1973)
Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto obtuvo un premio Oscar como Mejor Película Extranjera y una nominación como mejor guión original, siendo muy probablemente, una de las grandes películas de la historia del cine, y una de las más importantes en la historia del cine político, especialmente, una denuncia del abuso del poder, y del poder como abusivo en esencia.
El tiempo y el lugar en los cuales se desarrolla la trama, y en los cuales se filmó Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, son ciertamente importantes:
En los años 70, Italia atraviesa una profunda crisis política, con el nacimiento de movimientos revolucionarios armados, como Las Brigadas Rojas, creadas precisamente en 1970, conocidas por el secuestro y asesinato del Jefe del Partido Demócrata Cristiano, Aldo Moro, en 1978.
Esta crisis tuvo su origen en la “estrategia de la tensión” llevada a cabo por los servicios secretos, para impedir la llegada al poder del Partido Comunista.
Estos años, son llamados “los años de bronce”
Como lo indica el título, muy largo como estaba de moda en esos años, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto tiene la forma de una investigación policiaca; pero sabemos desde el principio quien es el culpable, ya que asistimos al crimen, y a la colocación de los indicios, y hasta de los testigos.
Todo está preparado para que encuentren al criminal; tanto que él mismo hace la llamada a la policía para avisar del hecho.
El Jefe del Departamento de Homicidios de La Policía Italiana (Gian Maria Volontè), al que nunca conoceremos su nombre, lo que le da una dimensión simbólica; comete un asesinato en uno de sus arrebatos de locura.
La víctima es Augusta Terzi (Florinda Bolkan), una prostituta con la que mantenía una relación especial, ya que se dedicaba a satisfacer sus caprichos más extraños.
El policía, es consciente de la gravedad del acto cometido, pero no le importará dejar huellas en el lugar del asesinato, para comprobar los límites de la impunidad del poder; y estará convencido de que debido a su importante cargo dentro del cuerpo, no será acusado del crimen, pese a las evidentes y numerosas pruebas que se ha dedicado a dejar conscientemente contra sí mismo, porque no soporta que se burle el orden establecido, y que los culpables queden impunes.
¿Cuán fácil resulta burlar los mecanismos oficiales de la institución a la que él representa?
Por lo que tiene de caricatura, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto participa de lleno en la comedia italiana más inteligente; en cuanto a la crítica que lleva a cabo de la corrupción en las altas esferas policiales, ello la convierte en título central del cine político más valiente; planificar el crimen perfecto, y por último, hace del filme una obra maestra del género policiaco, un ejemplo del buen cine político profundo, nada maniqueo, y sobre todo, lamentablemente muy actual.
“Ho intenzione di tagliare la gola”
El principal leitmotiv del cine del italiano, Elio Petri, se halla en la denuncia, siempre desde el punto de vista del compromiso con las libertades sociales y las ideas de izquierda, y a través de adulteraciones satíricas del sistema establecido, sus corruptelas, sus miserias, y sus grandes problemáticas, muy frecuentemente tomando como punto de partida para desenmascarar un asesinato, detonante capaz de revelar las fallas y los vicios, tanto del sistema judicial, como de los medios de comunicación, o de los elementos que componen el poder en general; estas últimas, en clave de futuro tangible.
Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto parte del siguiente punto:
¿Qué pasa cuando el asesino es el policía?
Pero es sobre todo una película política, que viaja a las cloacas del Estado, o más bien a sus entrañas, para desnudar la esencia del poder político:
La coacción.
No es una película convencional, pues trata sobre la problemática de la autoridad desde una óptica original:
La insospechabilidad, y la impunidad de la que gozan los miembros de las fuerzas de seguridad de los Estados.
Petri, apoyado en un sólido guión, elabora, con la exageración y el tono de farsa que eran necesarios aquí, una sorprendente historia, que bien puede de calificarse de genial, sobre todo por su final ambiguo.
Partiendo de una sencilla trama, Petri tejerá una compleja historia narrada a partir de “flashbacks” y fogonazos de genialidad, huyendo pues de toda línea convencional de narración, que vomita una inquietante parábola sobre los pérfidos mecanismos que caracterizan la erótica del poder, así como la impunidad existente en aquellos que ejercen sin mesura el mismo, que emplearán así los dispositivos de autoridad, para culpar de sus actos a los pobres tontos útiles que pasaban de puntillas por el escenario del crimen.
Petri radiografía a la perfección, la inmundicia y la falta de regulación presente en las altas esferas, que actuarán de manera despótica, con total arbitrariedad bajo el paraguas de la seguridad que proporciona la posibilidad de dictar las normas de coacción social.
Claramente, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto es una sátira que se rige bajo una forma muy sutil de ir acercándose a un surrealismo que se desata de forma muy obvia en su final.
Y apunta su esperpento, en dirección al estamento policial, teórico guardián de las libertades civiles, enérgico perpetuador del corrompido sistema de la convulsa Italia del cambio entre los 60 y 70, por medio de la figura de un jefe de homicidios, en la figura de Gian María Volontè, otro estandarte del cine de compromiso de izquierdas italiano; cuya implacabilidad con el crimen, además de por tener mismo rasero para medir a un homicida y a un activista revolucionario, ha permitido ser promocionado a la atareada sección de asuntos políticos.
Incardinado en el corazón del sistema, decide perpetrar el asesinato trivial de su amante, para demostrar la intocabilidad del poder, la omnipotencia absoluta de este, en su categoría de vacuna represiva para curar las enfermedades del país, y juez supremo de las mismas.
Así Petri va a más en su gusto por la paradoja, y presenta a un jefe de la sección de homicidios de la Policía romana, que comete un asesinato en la persona de su amante:
Una mujer con un especial gusto morboso por las muertes violentas, como una prolongación de los juegos eróticos-sádicos que mantiene con ella, un poco como una perversa prolongación de su trabajo.
Al matarla, el jefe de policía deja todo tipo de rastros y pistas, y sin embargo, sus colegas no son capaces de descubrir que ha sido él; es más, encarcelan al marido de la mujer asesinada (Massimo Foschi), que es totalmente inocente.
A partir de ahí, la historia entra en una espiral de jugosas contradicciones, en la que Volontè descubre, y nosotros espectadores con él, que por su cargo posee una impunidad total, y está por encima de la ley, hasta tal punto que, aunque confiese su crimen, sus superiores no le dejarán caer.
Es el asesinato como método demostrativo ideológico radical, alejado de las vertientes hegemónicas del género “giallo”, donde es simple introductor del misterio que da sentido a la obra, la imperfección de todo el aparato policial y legal; un principio al que se añade el de la participación del sujeto como investigador en la muerte cometida por él mismo, que actúa a propia voluntad, y el sentido de denuncia de fondo.
El protagonista, es un tipo de mucho poder, que tras cometer un crimen debe enfrentarse a la cuestión de auto inculparse, o hacer uso de su poder, e ir en contra de aquello en lo que cree y él mismo defiende.
Y muestra una obsesión por perseguir todo aquello que es lo subversivo, a veces parece un poco charlatán, como si tratase de reafirmarse en sus posiciones a base de repetir continuamente los mismos argumentos represivos.
Tanto que uno lo llega a odiar profundamente; y no solo por cómo grita o a causa de su arrogancia, sino sobre todo por la desfachatez con la que afirma que el pueblo es menor de edad, y que por tanto, no queda más remedio que reprimirlo:
“¡La represión es nuestra vacuna!”
La cuestión es que de a poco, Petri se va adentrando en acciones que cada vez son más ilógicas, y donde la crítica al poder y al fascismo se da de un modo muy buñuelesco, donde predomina un humor tan negro, que por momentos no se sabe si la cosa es seria o no; y donde en los personajes prevalece la hipocresía, y aquel que intenta ser sincero, es el que parece desentonar, como es el caso del protagonista, o de los otros acusados.
Por lo que Petri arremete contra la concepción deformada del Estado autoritario y todopoderoso, por encima del bien y del mal; un tumor maligno que se ha enquistado en el cuerpo del pueblo, desde el cual se erige, un ente pernicioso que oprime a esa misma sociedad de la que forma parte, a la que pertenece y ante la que ha de responder, y no al contrario.
Un poder omnímodo, con tal fuerza que corre el riesgo de sucumbir ante su propio peso, de volverse inexpugnable incluso para sí mismo.
Técnicamente, además de estar muy bien realizado, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto tiene un acabado muy prolijo, y el gusto estético de su creador en los encuadres y movimientos de cámara, es más que alto.
El montaje y la elección de ir contando con “flashbacks” y de ir armando la personalidad del personaje de esta manera, es muy acertado.
Y en el fondo, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto no deja títere con cabeza, pues cuestiona tanto al poder y al sistema, como a los jóvenes revolucionarios que combaten al sistema, y de los que Petri, junto con Ugo Pirro, también se ríe.
Siendo curioso, como lo que parece prevalecer en El Cuerpo de Policía, no es hacer justicia buscando a los culpables de los delitos, sino más bien calmar a la opinión pública, para sostener sin atisbo de modificación, el mismo sistema social.
Hay que tener en cuenta, que Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto se desarrolla en una época muy convulsa en Italia, con ocupaciones de fábricas y un resurgimiento del movimiento obrero.
¿Qué persigue el comisario?
¿Demostrar que no será castigado, y por tanto la quiebra del sistema, o por el contrario ser castigado, y demostrarse a sí mismo que funciona, que ha dedicado su vida a la causa justa?
El asesinato le sirve para un doble propósito:
Por un lado, poner a prueba su posición de poder; y, por otro lado, compensar los complejos puestos en evidencia por la amante.
Además, ésta lo engaña con un hombre más joven y de izquierda política, colmo de los males.
Así que es también un crimen de pasión.
Pero la muerta no era ninguna santa…
Los “flashbacks” nos dan a entender, que ella provocó al jefe de la sección criminal por con sus llamadas telefónicas, y no sabemos bien cuando empezó realmente la relación…
Pero Petri insiste en el contenido de esta relación:
En juegos sadomasoquistas, los amantes volvían a crear los casos investigados por el policía.
La vida profesional, les servía para nutrir y sazonar las relaciones amorosas.
Obviamente, ella era la víctima, o la sospechosa...
Y él la dominaba; pero ella no dejaba de repetirle que se comportaba como un niño.
Así que su posición aparente de poder, no impedía una sensación interna de impotencia e inferioridad, reflejándose hasta en el desempeño sexual.
Sin embargo, en la vida profesional, el Jefe domina a todos.
A pesar de no ser tan alto, ve a todos, subordinados, técnicos, periodistas, desde arriba.
Y es el gran talento de la interpretación de Gian Maria Volontè, que ya habíamos visto, unos años antes en los “spaghetti western” de Sergio Leone, la forma de caminar, de abotonar el traje, de ver a los demás hace que los aplasta a todos, sino veamos la escena en la calle, con el pobre paseante al que convence de comprar las corbatas, y el encuentro posterior en las oficinas…
Escenas como la del discurso, el interrogatorio o la confesión, se sostienen gracias a la impecable actuación del protagonista, que recuerda a ratos al Duce, y a ratos a otro demagogo más reciente...
La realización de Elio Petri, acentúa esta dominación:
Planos muy cerrados sobre las caras, a la mirada de las cuales no se puede escapar.
El abuso del poder, es particularmente claro en 2 escenas claves:
El discurso de toma de posesión, es una pieza maestra con el uso de las palabras, del ritmo, de la respiración, de las entonaciones, los cambios de volumen, el manejo de los dedos, los ojos que se abren, se cierran, se fruncen:
“La represión es civismo”
Petri muestra también, todos los medios a la disposición del poder:
Métodos de investigación y de observación, escuchas telefónicas con estadísticas detalladas sobre las acciones del poder, y las de la oposición, como en un recuento de operaciones bélicas, métodos de interrogatorios; inclusive las primeras muestras de la alta tecnología aplicada en computadores.
Todos los métodos policíacos.
Pero sexualmente, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto tiene una lectura interesante.
Con el asesinato de una mujer en pleno orgasmo, en una imagen que evoca a Georges Bataille; para el escritor francés, el coito y la muerte se funden en una coincidencia esencial:
Al suceder, se describen a sí mismos.
Ambos son instantes fugaces que resultan en la inconsciencia:
Una momentánea, “la petite norte”; y la otra, ni cómo saberlo…
En Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, sin embargo, la unidad sexo-muerte sugiere otra relación.
El affaire entre la misteriosa Augusta Terzi, y el protagonista, conocido solamente como “Il Dottore”, es una imagen del poder.
La interacción entre ambos, que Petri ilustra a lo largo del metraje en los recuerdos del doctor, es el juego sexual entre 2 actuantes que se excitan y se complementan:
El opresor y la sometida.
Esta imagen es una crítica a la obediencia social, similar a la de “Salò o le 120 giornate di Sodoma” (1975) de Pasolini.
Pero mientras en el filme de Pasolini, el abuso sólo da placer a los torturadores, aquí se trata de una fantasía mutua.
Petri acusa no sólo la obediencia, sino la complicidad voluntaria.
La figura del doctor, es la del tirano que reúne en sí la fuerza del Estado:
“Yo represento al poder”
Claramente, estamos frente a un heredero del Rey Louis XIV, y su infame aforismo “El Estado soy yo”
Su pensamiento político, se basa en una ideología de raíces fascistas que describe como “represión y civilización”
Para el doctor, sólo el bozal y la correa, pueden alcanzar la estabilidad social porque, dice:
“La libertad le permite al ciudadano ser un juez”
¿Qué puede ser peor para un megalómano, que el juicio de sus gobernados?
El doctor no es un funcionario, es un dictador.
El vigor y la pasión con que expresa sus ideas y sus promesas antirrevolucionarias, nos evoca de nuevo la carga erótica de su oficio.
El deseo de reprimir, es comparable a su deseo de poseer a Augusta, de fotografiarla como un cadáver, o interrogarla como a un criminal.
Ser un alto oficial de la policía, es un juego erótico donde la opresión resulta en el placer.
El doctor es uno de esos sádicos escritos por El Marqués de Sade, tan carismáticos como repulsivamente ambiguos.
Pero nos deleita verlos, y nos aterraría presenciarlos.
El doctor, le concede su atractivo universal a Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, con estas cualidades, pero sobre todo con su verosimilitud.
Claro, la visión de Petri es más bien una exageración originada en la farsa, pero hombres y mujeres como el doctor han existido y existen fuera de Italia y de sus años 70:
Son un arquetipo humano que recurre en todos los tiempos y en todas las civilizaciones.
Así, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto trasciende su contexto, y resulta siempre contemporánea al capturar esta personalidad.
Sin embargo, el carácter solo no es suficiente para entender al doctor y su significado.
El triunfo de Petri, es lograr que la trama sea a la vez un inusual “thriller”, y una conversación entre ideas.
Al principio, el asesinato de Augusta parece una mera extralimitación en su juego con el doctor; después de fingir someterla y torturarla, el placer más grande, sólo puede venir de matarla.
Al mostrarnos en sus primeras escenas el crimen, que curiosamente coincide con “Rope” (1948) de Alfred Hitchcock, también en una actitud congruente con el pensamiento revolucionario de Petri, se trata de una subversión:
Si el asesino en la obra de Hitchcock, estaba obsesionado con salir impune; aquí el protagonista hace lo posible por ser descubierto y castigado.
En una de las primeras imágenes, el doctor se fija en 2 palabras gravadas en un edificio:
“Justicia” y “Ciencia”
La última, con sus metodologías de investigación, es un camino a la primera.
El doctor planea ponerse por encima de ambas, mediante el poder.
Al evidenciar que él cometió el asesinato, el doctor planea mostrar su “insospechabilidad” del título; y planea mostrar que en efecto, su posición política está por encima del contrato social.
Sin embargo, al final queda expuesto como una versión trágica del Javert de la obra Victor Hugo, el policía de “Les Misérables”, que es un devoto de la justicia y los marcos legales, como el cristiano es fiel a La Trinidad; mientras que el doctor de Petri, es también un policía, pero obsesionado con su propia idea del orden.
En el desenlace, el doctor recuerda sus obligaciones como funcionario del Estado, pero es castigado con la impunidad.
Ante la opción tan recurrida de la denuncia, Petri escoge la ridiculización.
Denunciar, es inevitablemente un juicio, donde las víctimas y los culpables son más claros que en el tribunal de la ley, pero la ironía y el humor son mejores herramientas para la crítica.
Petri lo entiende así en Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, y convierte al tirano en payaso, por quebrantar la justicia.
El pecado del doctor, es la vanidad y, como alguna vez lo dijo Martin Scorsese:
“Uno no quiebra los 10 mandamientos, ellos los quiebran a uno”
No es casual que se muestre una estatua con las tablas de La Ley, muy al principio de la obra.
Del reparto, la interpretación de Volontè, en el papel de un hombre autoritario e inquietante, es sencillamente genial, con el punto de exageración necesario, una de sus mejores interpretaciones en el rol de ese desagradable y sórdido jefe de policía, atraído por el lado más hortera de la vida, que no dudará en revelar su codicia, aprovechándose de la bondad e ingenuidad de sus conciudadanos.
Está muy bien lograda la sensación de desesperación del protagonista, porque le declaren culpable, llegando a niveles dementes, no menos importante es el papel de la amante, que a través de “flashbacks” nos muestra como ella induce al protagonista, a pensar que goza de impunidad, y por tanto, se revelan las grietas del sistema para condenar el delito, o quizás no sean fallos del sistema, y es o son la razón de ser…
Volontè, contribuye voluntarioso a la caricatura con su habitual intensidad manierista, componiendo un monstruo magnético, vocinglero, excesivo, popular, populista, y tremendamente siniestro; mientras que la brasileña, Florinda Bolkan, por entonces toda una estrella en el país trasalpino, aporta su habitual toque de belleza enigmática y ambigua, metáfora de una ciudadanía que canaliza y distrae buena parte de sus, en ocasiones, poco consecuentes impulsos revolucionarios en la atracción morbosa por el crimen y la dominación moral.
Y qué final, escena impresionante y onírica, aunque a primera vista la podemos tomar por real:
Los jefes van a visitar al asesino ya confeso a su domicilio, con trajes, anteojos y coches oscuros…
Él trata de probar, que él es el asesino, y ellos le destruyen todos sus argumentos, haciendo en sentido contrario, el camino que él hizo al principio, al colocar los indicios; pues él quiere ser reconocido como culpable, que lo es; y ellos no lo dejan.
La visión que nos da Petri, es la de una familia de la Mafia gobernando las más altas esferas del poder, dominando los hilos con la corrupción y la impunidad.
Un tema demasiado actual para 1970.
Por último, la banda sonora del mítico Ennio Morricone, está a la altura de las circunstancias; es la que evidencia y confirma las sospechas de que lo que vemos, no es realista; en sus notas Morricone nos da más comedia, que de otra cosa, todo un acierto para develar la absurda y corrupta realidad.
“Le persone sono minori e, di conseguenza, non abbiamo altra scelta che reprimere:
La repressione è il nostro vaccino!”
A pesar de ostentar ciertos componentes que podrían emparentar Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto con ese “poliziesco” que plagó los cines de medio mundo en los 70, Elio Petri únicamente se apoya en el hecho criminal, para lanzar sus afilados dardos de denuncia acerca de la vulnerabilidad a la que estamos sometidos los sufridores ciudadanos de la clase media trabajadora, en manos de las impersonales instituciones políticas, y sus privilegiados funcionarios, que gracias a la teoría del miedo, a esos enemigos invisibles, ejercerá abusivamente sus obsesiones y confabulaciones contra la ciudadanía, adoptando como eslogan, ese inolvidable e hilarante monólogo formulado por Volontè, que advierte que la represión es civilización.
Y es que Elio Petri demostró con su cine comprometido y valiente, que la solidaridad y la convivencia pacífica, no son los resortes que atraen a los residentes del mundo occidental, sino que el ser humano se siente enfermizamente conquistado por el arte de la codicia y el ascenso a cualquier precio, siendo la corrupción que define los organismos que articulan el gobierno ciudadano, el evento que emponzoña el alma de todo aquél que termina devorado por el aroma del poder; estableciendo como paradigma aceptado, que el poderoso, cuanto más corrupto y sectario, más apoyo popular tendrá.
¿Es que acaso no es un ser humano como los demás?
Pero la ley le da su fuerza, y lo eleva de categoría, y le da poder.
“Indipendentemente l'impressione che ci può lasciare, egli è un servo della legge e, quindi, fa parte della legge e sfugge il giudizio umano”
El cine italiano tiene una larga tradición de denuncia política; sobre todo durante los años 60 y, singularmente 70, hubo prácticamente un subgénero dentro del “thriller” que contaba historias en las que crimen, política, policía y mafia, se mezclaban con desparpajo.
Pero mientras se levantaba de la derrota en La Segunda Guerra Mundial, Italia recibió el venenoso dardo de La Guerra Fría como pocos países en Europa.
En La Unión Soviética, todos los ciudadanos eran, por voluntad o en apariencia, comunistas; y en los demás países era manifiesta la coalición con el capitalismo de los más vastos sectores sociales; pero en Italia, las 2 pasiones dividieron al país.
Polarizado entre los remanentes del fascismo, que encontró cierta continuidad en la democracia cristiana al terminar la guerra, y los herederos marxistas de Antonio Gramsci, que incluían a notables figuras como el poeta y cineasta Pier Paolo Pasolini, asesinado a mediados de la década en lo que muchos aún consideran un crimen político; así como los novelistas Italo Calvino y Alberto Moravia, y el cineasta Elio Petri, el ambiente cultural se basó en la confrontación.
Específicamente, Elio Petri fue conocido por sus obras de fuerte contenido político y social.
A pesar de sus planteamientos izquierdistas, la industria no renegó del cineasta que, en los años 60, de mayor euforia en los movimientos sindicales y revolucionarios, se dirigía a un mercado tan apetecible como el del público que únicamente busca en el cine consuelos escapistas.
En sus títulos, intentó conseguir un cine con un mensaje de izquierdas, sin romper del todo con la narrativa clásica, lo que produjo un debate sobre la ideología de la gramática cinematográfica habitualmente utilizada como vehículo de tramas menos radicales, o políticas.
Uno de sus actores más habituales, fue Gian Maria Volontè, un ejemplo de este traspaso, al convertirse en un líder de película, a pesar de provenir del más rancio “spaghetti western”
Y es que Petri fue un virtuoso a la hora de plasmar en sus ácidas sátiras, una mirada sumamente cínica, que avisaba de los peligros que la deriva de los acontecimientos sociales y el inmovilismo ciudadano ocasionarían en las generaciones futuras.
“Come avete intenzione di uccidere me oggi?”
Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto es un drama italiano de suspense, del año 1970, dirigido por Elio Petri.
Protagonizado por Gian Maria Volontè, Florinda Bolkan, Gianni Santuccio, Orazio Orlando, Salvo Randone, Massimo Foschi, entre otros.
El guión es de Ugo Pirro, y con Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, Petri será junto con la obra de Pasolini, una de las mayores expresiones del choque entre el elitismo aristocrático, y la ilusión de una comunión igualitaria entre los ciudadanos.
Pero de manera más relevante Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, es un retrato extraordinario del poder como deseo sexual.
Además, es la 1ª parte de “La Trilogía de La Neurosis”, también citada como “Trilogía del Poder”, que también incluye:
“La classe operaia va in paradiso” (1971) y “La proprietà non è più un furto” (1973)
Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto obtuvo un premio Oscar como Mejor Película Extranjera y una nominación como mejor guión original, siendo muy probablemente, una de las grandes películas de la historia del cine, y una de las más importantes en la historia del cine político, especialmente, una denuncia del abuso del poder, y del poder como abusivo en esencia.
El tiempo y el lugar en los cuales se desarrolla la trama, y en los cuales se filmó Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, son ciertamente importantes:
En los años 70, Italia atraviesa una profunda crisis política, con el nacimiento de movimientos revolucionarios armados, como Las Brigadas Rojas, creadas precisamente en 1970, conocidas por el secuestro y asesinato del Jefe del Partido Demócrata Cristiano, Aldo Moro, en 1978.
Esta crisis tuvo su origen en la “estrategia de la tensión” llevada a cabo por los servicios secretos, para impedir la llegada al poder del Partido Comunista.
Estos años, son llamados “los años de bronce”
Como lo indica el título, muy largo como estaba de moda en esos años, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto tiene la forma de una investigación policiaca; pero sabemos desde el principio quien es el culpable, ya que asistimos al crimen, y a la colocación de los indicios, y hasta de los testigos.
Todo está preparado para que encuentren al criminal; tanto que él mismo hace la llamada a la policía para avisar del hecho.
El Jefe del Departamento de Homicidios de La Policía Italiana (Gian Maria Volontè), al que nunca conoceremos su nombre, lo que le da una dimensión simbólica; comete un asesinato en uno de sus arrebatos de locura.
La víctima es Augusta Terzi (Florinda Bolkan), una prostituta con la que mantenía una relación especial, ya que se dedicaba a satisfacer sus caprichos más extraños.
El policía, es consciente de la gravedad del acto cometido, pero no le importará dejar huellas en el lugar del asesinato, para comprobar los límites de la impunidad del poder; y estará convencido de que debido a su importante cargo dentro del cuerpo, no será acusado del crimen, pese a las evidentes y numerosas pruebas que se ha dedicado a dejar conscientemente contra sí mismo, porque no soporta que se burle el orden establecido, y que los culpables queden impunes.
¿Cuán fácil resulta burlar los mecanismos oficiales de la institución a la que él representa?
Por lo que tiene de caricatura, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto participa de lleno en la comedia italiana más inteligente; en cuanto a la crítica que lleva a cabo de la corrupción en las altas esferas policiales, ello la convierte en título central del cine político más valiente; planificar el crimen perfecto, y por último, hace del filme una obra maestra del género policiaco, un ejemplo del buen cine político profundo, nada maniqueo, y sobre todo, lamentablemente muy actual.
“Ho intenzione di tagliare la gola”
El principal leitmotiv del cine del italiano, Elio Petri, se halla en la denuncia, siempre desde el punto de vista del compromiso con las libertades sociales y las ideas de izquierda, y a través de adulteraciones satíricas del sistema establecido, sus corruptelas, sus miserias, y sus grandes problemáticas, muy frecuentemente tomando como punto de partida para desenmascarar un asesinato, detonante capaz de revelar las fallas y los vicios, tanto del sistema judicial, como de los medios de comunicación, o de los elementos que componen el poder en general; estas últimas, en clave de futuro tangible.
Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto parte del siguiente punto:
¿Qué pasa cuando el asesino es el policía?
Pero es sobre todo una película política, que viaja a las cloacas del Estado, o más bien a sus entrañas, para desnudar la esencia del poder político:
La coacción.
No es una película convencional, pues trata sobre la problemática de la autoridad desde una óptica original:
La insospechabilidad, y la impunidad de la que gozan los miembros de las fuerzas de seguridad de los Estados.
Petri, apoyado en un sólido guión, elabora, con la exageración y el tono de farsa que eran necesarios aquí, una sorprendente historia, que bien puede de calificarse de genial, sobre todo por su final ambiguo.
Partiendo de una sencilla trama, Petri tejerá una compleja historia narrada a partir de “flashbacks” y fogonazos de genialidad, huyendo pues de toda línea convencional de narración, que vomita una inquietante parábola sobre los pérfidos mecanismos que caracterizan la erótica del poder, así como la impunidad existente en aquellos que ejercen sin mesura el mismo, que emplearán así los dispositivos de autoridad, para culpar de sus actos a los pobres tontos útiles que pasaban de puntillas por el escenario del crimen.
Petri radiografía a la perfección, la inmundicia y la falta de regulación presente en las altas esferas, que actuarán de manera despótica, con total arbitrariedad bajo el paraguas de la seguridad que proporciona la posibilidad de dictar las normas de coacción social.
Claramente, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto es una sátira que se rige bajo una forma muy sutil de ir acercándose a un surrealismo que se desata de forma muy obvia en su final.
Y apunta su esperpento, en dirección al estamento policial, teórico guardián de las libertades civiles, enérgico perpetuador del corrompido sistema de la convulsa Italia del cambio entre los 60 y 70, por medio de la figura de un jefe de homicidios, en la figura de Gian María Volontè, otro estandarte del cine de compromiso de izquierdas italiano; cuya implacabilidad con el crimen, además de por tener mismo rasero para medir a un homicida y a un activista revolucionario, ha permitido ser promocionado a la atareada sección de asuntos políticos.
Incardinado en el corazón del sistema, decide perpetrar el asesinato trivial de su amante, para demostrar la intocabilidad del poder, la omnipotencia absoluta de este, en su categoría de vacuna represiva para curar las enfermedades del país, y juez supremo de las mismas.
Así Petri va a más en su gusto por la paradoja, y presenta a un jefe de la sección de homicidios de la Policía romana, que comete un asesinato en la persona de su amante:
Una mujer con un especial gusto morboso por las muertes violentas, como una prolongación de los juegos eróticos-sádicos que mantiene con ella, un poco como una perversa prolongación de su trabajo.
Al matarla, el jefe de policía deja todo tipo de rastros y pistas, y sin embargo, sus colegas no son capaces de descubrir que ha sido él; es más, encarcelan al marido de la mujer asesinada (Massimo Foschi), que es totalmente inocente.
A partir de ahí, la historia entra en una espiral de jugosas contradicciones, en la que Volontè descubre, y nosotros espectadores con él, que por su cargo posee una impunidad total, y está por encima de la ley, hasta tal punto que, aunque confiese su crimen, sus superiores no le dejarán caer.
Es el asesinato como método demostrativo ideológico radical, alejado de las vertientes hegemónicas del género “giallo”, donde es simple introductor del misterio que da sentido a la obra, la imperfección de todo el aparato policial y legal; un principio al que se añade el de la participación del sujeto como investigador en la muerte cometida por él mismo, que actúa a propia voluntad, y el sentido de denuncia de fondo.
El protagonista, es un tipo de mucho poder, que tras cometer un crimen debe enfrentarse a la cuestión de auto inculparse, o hacer uso de su poder, e ir en contra de aquello en lo que cree y él mismo defiende.
Y muestra una obsesión por perseguir todo aquello que es lo subversivo, a veces parece un poco charlatán, como si tratase de reafirmarse en sus posiciones a base de repetir continuamente los mismos argumentos represivos.
Tanto que uno lo llega a odiar profundamente; y no solo por cómo grita o a causa de su arrogancia, sino sobre todo por la desfachatez con la que afirma que el pueblo es menor de edad, y que por tanto, no queda más remedio que reprimirlo:
“¡La represión es nuestra vacuna!”
La cuestión es que de a poco, Petri se va adentrando en acciones que cada vez son más ilógicas, y donde la crítica al poder y al fascismo se da de un modo muy buñuelesco, donde predomina un humor tan negro, que por momentos no se sabe si la cosa es seria o no; y donde en los personajes prevalece la hipocresía, y aquel que intenta ser sincero, es el que parece desentonar, como es el caso del protagonista, o de los otros acusados.
Por lo que Petri arremete contra la concepción deformada del Estado autoritario y todopoderoso, por encima del bien y del mal; un tumor maligno que se ha enquistado en el cuerpo del pueblo, desde el cual se erige, un ente pernicioso que oprime a esa misma sociedad de la que forma parte, a la que pertenece y ante la que ha de responder, y no al contrario.
Un poder omnímodo, con tal fuerza que corre el riesgo de sucumbir ante su propio peso, de volverse inexpugnable incluso para sí mismo.
Técnicamente, además de estar muy bien realizado, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto tiene un acabado muy prolijo, y el gusto estético de su creador en los encuadres y movimientos de cámara, es más que alto.
El montaje y la elección de ir contando con “flashbacks” y de ir armando la personalidad del personaje de esta manera, es muy acertado.
Y en el fondo, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto no deja títere con cabeza, pues cuestiona tanto al poder y al sistema, como a los jóvenes revolucionarios que combaten al sistema, y de los que Petri, junto con Ugo Pirro, también se ríe.
Siendo curioso, como lo que parece prevalecer en El Cuerpo de Policía, no es hacer justicia buscando a los culpables de los delitos, sino más bien calmar a la opinión pública, para sostener sin atisbo de modificación, el mismo sistema social.
Hay que tener en cuenta, que Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto se desarrolla en una época muy convulsa en Italia, con ocupaciones de fábricas y un resurgimiento del movimiento obrero.
¿Qué persigue el comisario?
¿Demostrar que no será castigado, y por tanto la quiebra del sistema, o por el contrario ser castigado, y demostrarse a sí mismo que funciona, que ha dedicado su vida a la causa justa?
El asesinato le sirve para un doble propósito:
Por un lado, poner a prueba su posición de poder; y, por otro lado, compensar los complejos puestos en evidencia por la amante.
Además, ésta lo engaña con un hombre más joven y de izquierda política, colmo de los males.
Así que es también un crimen de pasión.
Pero la muerta no era ninguna santa…
Los “flashbacks” nos dan a entender, que ella provocó al jefe de la sección criminal por con sus llamadas telefónicas, y no sabemos bien cuando empezó realmente la relación…
Pero Petri insiste en el contenido de esta relación:
En juegos sadomasoquistas, los amantes volvían a crear los casos investigados por el policía.
La vida profesional, les servía para nutrir y sazonar las relaciones amorosas.
Obviamente, ella era la víctima, o la sospechosa...
Y él la dominaba; pero ella no dejaba de repetirle que se comportaba como un niño.
Así que su posición aparente de poder, no impedía una sensación interna de impotencia e inferioridad, reflejándose hasta en el desempeño sexual.
Sin embargo, en la vida profesional, el Jefe domina a todos.
A pesar de no ser tan alto, ve a todos, subordinados, técnicos, periodistas, desde arriba.
Y es el gran talento de la interpretación de Gian Maria Volontè, que ya habíamos visto, unos años antes en los “spaghetti western” de Sergio Leone, la forma de caminar, de abotonar el traje, de ver a los demás hace que los aplasta a todos, sino veamos la escena en la calle, con el pobre paseante al que convence de comprar las corbatas, y el encuentro posterior en las oficinas…
Escenas como la del discurso, el interrogatorio o la confesión, se sostienen gracias a la impecable actuación del protagonista, que recuerda a ratos al Duce, y a ratos a otro demagogo más reciente...
La realización de Elio Petri, acentúa esta dominación:
Planos muy cerrados sobre las caras, a la mirada de las cuales no se puede escapar.
El abuso del poder, es particularmente claro en 2 escenas claves:
El discurso de toma de posesión, es una pieza maestra con el uso de las palabras, del ritmo, de la respiración, de las entonaciones, los cambios de volumen, el manejo de los dedos, los ojos que se abren, se cierran, se fruncen:
“La represión es civismo”
Petri muestra también, todos los medios a la disposición del poder:
Métodos de investigación y de observación, escuchas telefónicas con estadísticas detalladas sobre las acciones del poder, y las de la oposición, como en un recuento de operaciones bélicas, métodos de interrogatorios; inclusive las primeras muestras de la alta tecnología aplicada en computadores.
Todos los métodos policíacos.
Pero sexualmente, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto tiene una lectura interesante.
Con el asesinato de una mujer en pleno orgasmo, en una imagen que evoca a Georges Bataille; para el escritor francés, el coito y la muerte se funden en una coincidencia esencial:
Al suceder, se describen a sí mismos.
Ambos son instantes fugaces que resultan en la inconsciencia:
Una momentánea, “la petite norte”; y la otra, ni cómo saberlo…
En Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, sin embargo, la unidad sexo-muerte sugiere otra relación.
El affaire entre la misteriosa Augusta Terzi, y el protagonista, conocido solamente como “Il Dottore”, es una imagen del poder.
La interacción entre ambos, que Petri ilustra a lo largo del metraje en los recuerdos del doctor, es el juego sexual entre 2 actuantes que se excitan y se complementan:
El opresor y la sometida.
Esta imagen es una crítica a la obediencia social, similar a la de “Salò o le 120 giornate di Sodoma” (1975) de Pasolini.
Pero mientras en el filme de Pasolini, el abuso sólo da placer a los torturadores, aquí se trata de una fantasía mutua.
Petri acusa no sólo la obediencia, sino la complicidad voluntaria.
La figura del doctor, es la del tirano que reúne en sí la fuerza del Estado:
“Yo represento al poder”
Claramente, estamos frente a un heredero del Rey Louis XIV, y su infame aforismo “El Estado soy yo”
Su pensamiento político, se basa en una ideología de raíces fascistas que describe como “represión y civilización”
Para el doctor, sólo el bozal y la correa, pueden alcanzar la estabilidad social porque, dice:
“La libertad le permite al ciudadano ser un juez”
¿Qué puede ser peor para un megalómano, que el juicio de sus gobernados?
El doctor no es un funcionario, es un dictador.
El vigor y la pasión con que expresa sus ideas y sus promesas antirrevolucionarias, nos evoca de nuevo la carga erótica de su oficio.
El deseo de reprimir, es comparable a su deseo de poseer a Augusta, de fotografiarla como un cadáver, o interrogarla como a un criminal.
Ser un alto oficial de la policía, es un juego erótico donde la opresión resulta en el placer.
El doctor es uno de esos sádicos escritos por El Marqués de Sade, tan carismáticos como repulsivamente ambiguos.
Pero nos deleita verlos, y nos aterraría presenciarlos.
El doctor, le concede su atractivo universal a Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, con estas cualidades, pero sobre todo con su verosimilitud.
Claro, la visión de Petri es más bien una exageración originada en la farsa, pero hombres y mujeres como el doctor han existido y existen fuera de Italia y de sus años 70:
Son un arquetipo humano que recurre en todos los tiempos y en todas las civilizaciones.
Así, Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto trasciende su contexto, y resulta siempre contemporánea al capturar esta personalidad.
Sin embargo, el carácter solo no es suficiente para entender al doctor y su significado.
El triunfo de Petri, es lograr que la trama sea a la vez un inusual “thriller”, y una conversación entre ideas.
Al principio, el asesinato de Augusta parece una mera extralimitación en su juego con el doctor; después de fingir someterla y torturarla, el placer más grande, sólo puede venir de matarla.
Al mostrarnos en sus primeras escenas el crimen, que curiosamente coincide con “Rope” (1948) de Alfred Hitchcock, también en una actitud congruente con el pensamiento revolucionario de Petri, se trata de una subversión:
Si el asesino en la obra de Hitchcock, estaba obsesionado con salir impune; aquí el protagonista hace lo posible por ser descubierto y castigado.
En una de las primeras imágenes, el doctor se fija en 2 palabras gravadas en un edificio:
“Justicia” y “Ciencia”
La última, con sus metodologías de investigación, es un camino a la primera.
El doctor planea ponerse por encima de ambas, mediante el poder.
Al evidenciar que él cometió el asesinato, el doctor planea mostrar su “insospechabilidad” del título; y planea mostrar que en efecto, su posición política está por encima del contrato social.
Sin embargo, al final queda expuesto como una versión trágica del Javert de la obra Victor Hugo, el policía de “Les Misérables”, que es un devoto de la justicia y los marcos legales, como el cristiano es fiel a La Trinidad; mientras que el doctor de Petri, es también un policía, pero obsesionado con su propia idea del orden.
En el desenlace, el doctor recuerda sus obligaciones como funcionario del Estado, pero es castigado con la impunidad.
Ante la opción tan recurrida de la denuncia, Petri escoge la ridiculización.
Denunciar, es inevitablemente un juicio, donde las víctimas y los culpables son más claros que en el tribunal de la ley, pero la ironía y el humor son mejores herramientas para la crítica.
Petri lo entiende así en Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, y convierte al tirano en payaso, por quebrantar la justicia.
El pecado del doctor, es la vanidad y, como alguna vez lo dijo Martin Scorsese:
“Uno no quiebra los 10 mandamientos, ellos los quiebran a uno”
No es casual que se muestre una estatua con las tablas de La Ley, muy al principio de la obra.
Del reparto, la interpretación de Volontè, en el papel de un hombre autoritario e inquietante, es sencillamente genial, con el punto de exageración necesario, una de sus mejores interpretaciones en el rol de ese desagradable y sórdido jefe de policía, atraído por el lado más hortera de la vida, que no dudará en revelar su codicia, aprovechándose de la bondad e ingenuidad de sus conciudadanos.
Está muy bien lograda la sensación de desesperación del protagonista, porque le declaren culpable, llegando a niveles dementes, no menos importante es el papel de la amante, que a través de “flashbacks” nos muestra como ella induce al protagonista, a pensar que goza de impunidad, y por tanto, se revelan las grietas del sistema para condenar el delito, o quizás no sean fallos del sistema, y es o son la razón de ser…
Volontè, contribuye voluntarioso a la caricatura con su habitual intensidad manierista, componiendo un monstruo magnético, vocinglero, excesivo, popular, populista, y tremendamente siniestro; mientras que la brasileña, Florinda Bolkan, por entonces toda una estrella en el país trasalpino, aporta su habitual toque de belleza enigmática y ambigua, metáfora de una ciudadanía que canaliza y distrae buena parte de sus, en ocasiones, poco consecuentes impulsos revolucionarios en la atracción morbosa por el crimen y la dominación moral.
Y qué final, escena impresionante y onírica, aunque a primera vista la podemos tomar por real:
Los jefes van a visitar al asesino ya confeso a su domicilio, con trajes, anteojos y coches oscuros…
Él trata de probar, que él es el asesino, y ellos le destruyen todos sus argumentos, haciendo en sentido contrario, el camino que él hizo al principio, al colocar los indicios; pues él quiere ser reconocido como culpable, que lo es; y ellos no lo dejan.
La visión que nos da Petri, es la de una familia de la Mafia gobernando las más altas esferas del poder, dominando los hilos con la corrupción y la impunidad.
Un tema demasiado actual para 1970.
Por último, la banda sonora del mítico Ennio Morricone, está a la altura de las circunstancias; es la que evidencia y confirma las sospechas de que lo que vemos, no es realista; en sus notas Morricone nos da más comedia, que de otra cosa, todo un acierto para develar la absurda y corrupta realidad.
“Le persone sono minori e, di conseguenza, non abbiamo altra scelta che reprimere:
La repressione è il nostro vaccino!”
A pesar de ostentar ciertos componentes que podrían emparentar Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto con ese “poliziesco” que plagó los cines de medio mundo en los 70, Elio Petri únicamente se apoya en el hecho criminal, para lanzar sus afilados dardos de denuncia acerca de la vulnerabilidad a la que estamos sometidos los sufridores ciudadanos de la clase media trabajadora, en manos de las impersonales instituciones políticas, y sus privilegiados funcionarios, que gracias a la teoría del miedo, a esos enemigos invisibles, ejercerá abusivamente sus obsesiones y confabulaciones contra la ciudadanía, adoptando como eslogan, ese inolvidable e hilarante monólogo formulado por Volontè, que advierte que la represión es civilización.
Y es que Elio Petri demostró con su cine comprometido y valiente, que la solidaridad y la convivencia pacífica, no son los resortes que atraen a los residentes del mundo occidental, sino que el ser humano se siente enfermizamente conquistado por el arte de la codicia y el ascenso a cualquier precio, siendo la corrupción que define los organismos que articulan el gobierno ciudadano, el evento que emponzoña el alma de todo aquél que termina devorado por el aroma del poder; estableciendo como paradigma aceptado, que el poderoso, cuanto más corrupto y sectario, más apoyo popular tendrá.
¿Es que acaso no es un ser humano como los demás?
Pero la ley le da su fuerza, y lo eleva de categoría, y le da poder.
“Indipendentemente l'impressione che ci può lasciare, egli è un servo della legge e, quindi, fa parte della legge e sfugge il giudizio umano”
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