De Vierde Man

“Christine is jong, mooi en rijk.
Haar drie echtgenoten stierven allemaal tragisch.
Het is tijd voor Christine naar haar vierde man te vinden”
(Christine es joven, hermosa y rica.
Sus 3 maridos murieron trágicamente.
Es hora de Christine para encontrar a su cuarto hombre)

Gerard Kornelis van het Reve, fue un escritor holandés; que en 1973 adoptó una versión corta de su nombre, Gerard Reve, por la que es conocido actualmente; y junto a W.F. Hermans y Harry Mulisch, es considerado uno de los 3 grandes escritores neerlandeses de la postguerra.
Reve, fue uno de los primeros homosexuales en “salir públicamente del armario” en Los Países Bajos; y con frecuencia describió explícitamente encuentros sexuales entre hombres en sus obras, lo que resultó chocante para algunos lectores, aunque contribuyó a normalizar la homosexualidad entre su público.
Otro de sus temas frecuentes, a menudo combinada con el erotismo, es la religión.
Al respecto, Reve declaró, que el mensaje principal de toda su obra, era la salvación del mundo materialista en el que vivimos; y reiteró que la homosexualidad, sólo era un tema secundario en su obra, que la principal era la insuficiencia del amor humano, en comparación del amor divino.
La religión, según Reve, no tiene nada que ver con la literalidad, las prácticas, la moral, o la política.
No estaría en discrepancia con la ciencia moderna, porque estarían en realidades diferentes; y considera que el mundo observable, no tienen significado más allá de los hechos contrastables; mientras que la revelación, aunque no tenga sentido, tendría significado, y es este significado tras el que va Reve en toda su obra.
Su prosa erótica, trata parcialmente de su sexualidad, aunque apunta a algo más universal; y la describe como un ritual.
Muchas escenas, de hecho, contienen un carácter sádico, aunque no es un fin en sí mismo; pues considera los actos sexuales de castigo, como una forma de la veneración a los demás, y finalmente a entidades superiores, como Dios.
Esto es de nuevo, un intento de dar significado a los actos humanos, como el sexo, que carecerían de significado en su forma material.
Su estilo, pues, combina el nivel formal con el coloquial, de una forma muy reconocible, al igual que su sentido del humor y su paradójica visión del mundo, que alterna el misticismo exaltado con el sentido común.
La ironía, domina su obra, y como además tiene tendencia por las afirmaciones extremas, causa a menudo confusión entre algunos de sus lectores.
En su novela “De Vierde Man” (1981) vemos a un escritor que relata los acontecimientos que sucedieron años a un amigo.
La historia inicia después de que el protagonista da una conferencia en la ciudad de V., en el sur de Holanda, donde tiene una breve aventura con una mujer misteriosa, con quien pasa la noche.
Después de ver una fotografía de su novio, el protagonista se enamora de él.
Más tarde, él, cuidando la casa de fin de semana de la mujer, acoge a un joven, y tiene relaciones sexuales con él en la cama de la dueña; y se abre así, una dimensión con previsiones a futuro, que combinara entre sueños y realidades.
Y es la mujer ha sido 3 veces viuda, y en cualquier momento, alguien se convertiría en el cuarto hombre…
“Dode mannen niet bijten, leeft maar een keer doen”
(Los muertos no muerden, sólo los vivos lo hacen)
De Vierde Man es una película de suspenso, erótica y de fantasía, del año 1983, dirigida por Paul Verhoeven.
Protagonizada por Jeroen Krabbé, Renée Soutendijk, Thom Hoffman, Hans Veerman, Dolf De Vries, Geert De Jong, entre otros.
El guión es de Gerard Soeteman, basado en la novela homónima de Gerard Reve, publicada en 1981; y representa la última película del director bajo bandera holandesa, antes de dar el salto a los EEUU.
Sin embargo, los derechos cinematográficos de la novela, en la que se basa la película, los poseía Joop van den Ende; el cual se negó a trabajar de nuevo con el actor Jeroen Krabbé, a quien el director Paul Verhoeven quería para el papel principal; porque se vio involucrado en un desacuerdo financiero con van den Ende…
Afortunadamente, los derechos de la novela expirarían al final de ese año; por lo que Verhoeven pasó la víspera en la casa del escritor Gerard Reve, para comprar los derechos, justo después de la medianoche.
De Vierde Man, es la 6ª película del director, abordando una historia de temática muy original, que se revela como un proyecto personalísimo, rompedor e incómodo.
Se trata de un extraño y retorcido “thriller” erótico y psicológico, que va mostrando sueños y extrañas fantasías sexuales y religiosas, del cada vez más neurótico escritor protagonista, con algunos momentos gore bastante potentes, todo ello condimentado con mucho sexo gay de por medio.
Cabe señala que De Vierde Man, fue seleccionada como la entrada holandesa para la categoría de mejor película extranjera en los Oscar, pero no fue aceptada como candidata.
Se rueda en exteriores de Holanda, y en los estudios Anchor Bay, en Malta.
La acción tiene lugar en Amsterdam y Vlissingen, en Holanda, durante unos pocos días, y cuenta la historia de un escritor bisexual, llamado Gerard Reve (Jeroen Krabbé), que comenzará a tener extrañas visiones que le anuncian un peligro inminente.
Un día, él entablará relación con Christine Halsslag (Renée Soutendijk), una mujer que ha conocido durante la presentación oficial de unos de sus libros y, desde entonces, las visiones se intensifican.
Lo que Gerard ignora, es que esta mujer tiene un halo maligno...
Poco a poco, él se enterará de que esa mujer tuvo 3 maridos anteriores que murieron de forma muy extraña:
Johan Verdijz (1948-1975) en un accidente de paracaidismo; Ge Verdony (1950-1972) mutilado por un león; y Henk Lunders (1946-1978) muerto en una colisión por una lancha rápida.
¿Será Gerard, el cuarto hombre en morir?
Tras estos acontecimientos, ocurrirán una serie ilimitada de catastróficas desdichas que nos tendrán en suspenso, todo ello salpicado de explícitas secuencias de sexo, tanto heterosexual como homosexual, alguno que otro episodio escandaloso católico festivo, e incluso cierto coqueteo con el cine fantástico y de terror.
La razón por la que De Vierde Man funciona, es que Verhoeven nos plantea una trama sencilla y fácil de seguir, de manera que uno puede concentrarse en detectar las diferentes referencias, y desentrañar el significado de las diferentes alucinaciones y sueños, sin que por ello se pierda el hilo de la trama.
Usando sus palabras, Verhoeven presenta De Vierde Man al espectador, como “un juego que consiste en descifrar los códigos que se le presentan a Reve”, el autor de la novela, y alter ego del protagonista.
“Kunstenaars doen leuke dingen, maar als obsederen, kan uiteindelijk op een zeer gevaarlijk”
(Los artistas hacen cosas bonitas, pero si se obsesionan, pueden acabar siendo muy peligrosos)
De Vierde Man es un excelente “thriller” psicológico, pues hace que dicha confusión entre lo real e irreal, se traspase al espectador, no recurriendo necesariamente a bruscos giros como en un “thriller” al uso, sino que apunta directamente a la percepción de cada espectador; y con mucha sutileza y suavidad:
Bien podríamos estar ante las divagaciones mentales de un alcohólico con una mente afectada por la afición a la bebida, o bien podríamos estar ante una mortífera trampa.
Si bien, la atmósfera es lo principal, y lo que la hace memorable, amén de un director que hace uso de una estética expresionista potente y ambigua, como si fuera una especie de cuento de hadas, o una pesadilla gótica, o ambos; el guión contribuye enormemente a desestabilizar la realidad del protagonista, que ya de por sí, está un poco agujereada, pues al inicio lo vemos tener una visión de él, estrangulando a su compañero.
Lo interesante es que se mantiene en una línea sencilla y cotidiana, con esta mujer seduciendo al receptivo protagonista, y nada más... el resto déjenlo a una interpretación subjetiva de los hechos, que el protagonista va descubriendo, y nosotros con él, absolutamente todo, hasta el final, tan claro y obvio como extrañamente ambiguo e incierto.
La gracia de lo que Verhoeven nos quiere contar en este ejercicio de estilo sin par, radica en el constante juego de confusión entre lo que es real e irreal.
Sin hacerle ascos a situaciones de marcado acento cómico, como el encuentro del protagonista con la comitiva fúnebre donde cree que el muerto es él mismo; y otras mucho más trágicas, con un toque gore, que tiene mucho que ver con la entrepierna masculina; así, todo el desarrollo argumental, se balancea entre lo verdadero y lo ficticio.
Los sueños y visiones que tiene el novelista, durante su trayecto ferroviario y en posteriores momentos en la residencia de su nueva pareja, preceden a los acontecimientos que van a producirse en un atractivo recurso narrativo.
Nada es lo que parece, aunque al final, las piezas del rompecabezas onírico vayan encajando de forma irrefutable.
De Vierde Man se construye de ese modo en torno a imágenes que van ensamblándose sin mecanizarse, ya que pertenecen a 2 realidades distintas, la visible y la subconsciente.
Además mezcla entre cine negro y de suspense, con simbolismo y narrativa onírica haciendo el visionado hipnótico y fascinante; que exige inclusive más de un revisión, para poder comprobar la precisión matemática con la que Verhoeven la construye; no por nada, Verhoeven tiene una licenciatura universitaria en física y matemáticas; y disfrutar de la belleza plástica de sus imágenes.
Pero aquí de lo que se trata es de disfrutar de una narración por completo desprejuiciada, donde el morbo y el retorcimiento se dan la mano en un alarde de sucia y zafia precisión.
Gerard Reve, es un escritor algo frustrado y bisexual.
Su frustración le ha llevado a la bebida; y la negación de su lado homosexual, le lleva a negar sus deseos de relacionarse con hombres, y a buscar mujeres con quien establecer relaciones sexuales rápidas, que afirmen su “normalidad”, entendida como lo que la educación católica represiva define como “normal”
Sin embargo, todo cambia cuando conoce a una exuberante mujer, con la que empieza una tórrida relación, y que termina por mantenerle.
Serán 3 los alicientes que le retienen:
El sexo, más si cabe teniendo en cuenta que ella también es bisexual; el otro amante de ella llamado Herman (Thom Hoffman), al que el escritor no tarda en desear seducir, y finalmente lo logrará en la cripta de un cementerio, lugar a priori poco aparente; y el dinero, el bienestar que ella le proporciona.
Frente a ello, el hecho de que los 3 maridos anteriores de ella, hayan muerto, y el que sospeche que ella ha tenido algo que ver con las 3 muertes, no supone demasiado, aunque todo indique que ella se prepara para “enviudar” por 4ª vez…
El destino de Gerard, entonces quedará a merced de 2 mujeres antagónicas:
Christine Halsslag, una “mujer araña” que busca casarse con él, para después matarlo y agregarlo así a su colección de maridos muertos; y “La Virgen María”, que lo protege, y lo salva.
El relato, se sitúa entre la realidad, el presagio y el sueño.
No es un relato naturalista, lo que ya desde el comienzo queda establecido, cuando Gerard imagina cómo le gustaría asesinar a su compañero de ese momento.
Pasa con facilidad de una dimensión a otra…
Así, la narración combina erotismo, religiosidad, presagios, sentimientos fúnebres, y muerte.
Al final, Christine comenzara la caza del 5º hombre; aunque no está claro si efectivamente es una asesina...
Parece más bien una bruja que los asesinara por medios mágicos…
La ayuda que “La Virgen María” brinda a Gerard, se concreta principalmente en un sueño, en el que abrirá la puerta del panteón de Christine, que luego en la realidad, Gerard encontrará abierta.
En el sueño, también le indicará la llave que necesita para abrir el armario donde Christine guarda las películas de los 3 maridos de quienes enviudó.
Le da acceso a la información, para que sepa con quién está tratando, y a qué atenerse.
Son muchas las razones por las que De Vierde Man resulta interesante dentro de la carrera de Paul Verhoeven, entre ellas, por 2 razones:
La primera, es que fue la última película que rodó en Holanda; y que le siguió la coproducción internacional, y de ahí a Hollywood; aunque ahora ha regresado a Holanda, sus últimas películas son producciones europeas.
Y la segunda razón, es que trata un tema muy querido por Verhoeven:
La “femme fatale”
Es un tema que ha tratado de hecho en varias ocasiones, como en “Basic Instinct” (1992); pero en De Vierde Man, el director trabaja con símbolos evidentes, colocados en la ficción como presagios; por lo que la historia está saturada de ellos; combinando elementos de 2 estilos pictóricos.
Para el color y la luz, usó el hiperrealismo de las pinturas de Edward Hopper que dieron a las extrañas visiones de Gerard, una claridad agudísima.
Y para el contenido simbólico, se remite a simbolistas decimonónicos como Franz von Stuck, y Gustave Moreau.
Además, utilizó colores y objetos simbólicos, tanto en las escenas reales como en las imaginarias, con lo que difuminó aún más la línea que separa el mundo real y el onírico.
Es tan densa la trama, que forman esos símbolos y presagios, que ayudan a sacar la historia del espacio de la realidad objetiva, del naturalismo; para colocarla en una zona fantasma, o de status indeterminada.
Sobre todo, es rico en presagios:
El viaje en tren, que saca a Gerard Reve de Ámsterdam, y lo lleva al pueblito.
Ya en los títulos de créditos, asistimos a la captura de una presa por una araña, sobre un cristo crucificado.
Este hecho nos avisa, de que estamos ante un film que mezcla el crimen, con la religión.
Este prólogo, de hecho es un resumen claro del argumento, un poco tosco, sí, pero hablamos de un director que nunca ha entendido el significado de la palabra “sutileza”:
El crucifijo representa el ideario religioso que impera en la mente de Gerard; la araña, supuestamente sería una representación de Christine; y las 3 moscas de sus 3 maridos muertos en extrañas circunstancias, con ella siempre cerca de los mismos cuando pierden la vida.
Porque el argumento de De Vierde Man, no es nada y nada menos que la obsesión de un escritor adicto a la autodestrucción física y moral, que empieza a percibir de manera distorsionada la realidad que le rodea, llegando a pensar que la mujer con la que está teniendo sexo casual, es una “viuda negra” que asesina de manera furtiva a todos sus cónyuges.
Así como también, recordemos que el cristianismo es una religión basada en uno de los actos más violentos de asesinato:
La crucifixión.
De lo contrario, la religión no habría tenido ningún tipo de impacto, así vemos mucha simbología religiosa en diversos momentos:
Un afiche de Sansón y Dalila en el tren; una caja con salsa de tomate que revienta y tiñe un panel de un tren de rojo sangre; un cartel en la estación de trenes, de llamativo fondo lila, que dice: “Jesús está en todas partes”, aunque la figura religiosa de la película, no es Jesús, sino María; y Jesús sólo aparece como un niño en su regazo.
La mirilla de una puerta de cuarto de hotel, que se transforma en un ojo que chorrea, o se derrama por el agujero donde la mirilla estaba embutida; es un presagio por el ojo que va a perder, junto con la vida, el novio de Christine.
Como el ojo que todo lo ve…
El aura que forma detrás de la cabeza de un niño, su madre con una larga tira de cáscara de manzana, es el símbolo obvio de María y el niño Jesús.
Los nombres de los fallecidos, que transportan los coches fúnebres rumbo al cementerio… están inscritos en una cita, y cambian según los pliegos que tenga la cinta; es decir, plegadas parece un nombre, pero al desplegarlas muestran las sílabas ocultas.
Serán 3 reses que aún chorrean sangre colgadas, los 3 maridos en el panteón.
La Virgen María ayuda a Gerard, porque es católico en una sociedad que aparentemente no lo es.
Puesto que Gerard debe justificar su catolicismo durante la conferencia que da en el pueblito; y podría decirse que De Vierde Man es una película religiosa, de fervor por María.
Una María que contra sus representaciones habituales, muestra el pelo largo y suelto, detalle que es un dato fundamental de su figura.
Y acepta la homosexualidad.
Es buena película religiosa, porque transmite una sensación de misterio respecto de los factores que determinan los destinos de las personas.
No obstante, el director Paul Verhoeven, con frecuencia afirmó que hizo esta película, exagerando el simbolismo y referencias de La Biblia intencionalmente, sólo para complacer a los críticos esnobs holandeses, que había despedido su anterior trabajo como “sensacionalismo superficial”
En los últimos años, sin embargo, él ha moderado sus puntos de vista sobre la película, declarándose muy satisfecho con ella.
Otra de las visiones de Gerard, que causaron gran controversia, incluye ver el objeto de su deseo, retratado como un Jesús crucificado:
El taparrabo, es reemplazado por un bañador.
La señora en la túnica azul, representa a La Santa María, y en la escena del tren, ella se manifiesta con una piel de la manzana sobre la cabeza de su niño pequeño, como si fuera un halo de santidad.
Otra de las escenas controversiales es aquella en que Gerard cree haber despertado de una pesadilla, cuando ve que Christine le castra con unas tijeras, lo que resulta ser otra pesadilla…
El director, se inspiró para rodarla en “An American Werewolf in London” (1981) de John Landis, para esa idea del doble despertar.
Además, hay otras fuentes de inspiración, y sus símbolos surrealistas incluyen a:
“Såsom i en spegel” (Through a Glass Darkly  - 1961), por la araña, la esquizofrenia y lo oculto; y la secuencia onírica de Dalí en “Spellbound” (1945), por los ojos y la llave en forma de pistola.
Hay quienes la han visto, como un antecedente homosexual del polémico film “Basic Instinct” (1992), también del director Paul Verhoeven.
Según él mismo cuenta en el audio-comentario del DVD, él ve “Basic Instinct” (1992), como una continuación de De Vierde Man.
Ambas películas comparten también una imaginería común, en la cual se mezcla sexo y muerte; grandes dosis de erotismo, acompañados de imágenes sangrientas y violentas, Eros y Tánatos en toda su gloria.
También existe una castración, o mejor dicho, una amputación recíproca y desplazada a la fantasía:
Gerard le oculta, o le amputa en la fantasía, los pequeños senos a Christine.
En sueños, Christine le corta el pene a Gerard con una tijera...
De Vierde Man, tiene buenos toques eróticos.
La escena en la que Gerard se acuesta con Christine, con el tacón de ella retirando la sábana que cubre la pelvis de él; el momento en que el escritor le oculta los pechos para que Christine parezca un muchacho…
Cuando Gerard se besa con el novio de Christine en el panteón…
Es erotismo homosexual, pero la homosexualidad de Gerard resulta, eso sí, muy literaria, porque, de acuerdo con las tesis y la simbología freudianas que campan a sus anchas, parece ir asociada a la misoginia, a un miedo atávico a las mujeres.
De hecho, en la mente de Gerard, el sexo, principalmente el gay, recordemos como sólo consigue excitarse con Christine cuando empieza a “moldearla” para que se parezca a su propio novio; y la religión, forman parte de un mismo todo como puede verse en ese “con María y con Jesús”, que espeta cuando llega al orgasmo con la joven viuda, o esa visión en la que estando en la iglesia, imagina a Herman crucificado como Cristo, para posteriormente bajarle la ropa interior, siendo interrumpido repentinamente por una anciana que le saca abruptamente de su ensoñación.
Esta unión entre religión y homosexualidad, está llevada sin miramientos ni paños calientes, pero tampoco con una intención directa de buscar un escándalo gratuito.
La utilización de la primera, sirve para forjar el carácter redentor y de mártir de Gerard; y la de la segunda, sirve de catalizador para que el escritor busque desesperadamente seducir a Herman, quedándose a vivir en el hogar de Christine, y así ir descubriendo, o distorsionando su mente, poco a poco, que la mujer no es quien dice ser, sino una asesina de maridos que atrapa a su víctima, la seduce, y finalmente acaba con ella, para poco después buscar un nuevo objetivo que sacie su instinto sexual y homicida.
Aquí, la explicación más verosímil del relato, es que el protagonista está desarrollando una esquizofrenia paranoide; y que la mujer es mala solamente en sus delirios misóginos.
Todas las señas de identidad del discurso autoral de Paul Verhoeven, se pueden encontrar en este metraje:
Desde la ambigüedad sexual abordada con una considerable explicitud gráfica; hasta los apuntes excesivos y sórdidos, con ese ojo en la puerta, pasando por las mujeres fatales que utilizan su sexualidad para su propia supervivencia, y con ello poner contra las cuerdas a hombres débiles, egoístas y manipulables.
Sin olvidarnos de algunas pinceladas de violencia cruda, bordeando el gore, como el accidente de coche, y la visceral amputación del pene con las tijeras; que son marca de la casa, y esta vez, utilizadas sin gratuidad alguna siendo parte importante del desarrollo de acontecimientos de la narración.
Cosas obvias respecto del oficio de Christine:
Christine dueña de una peluquería, y el mito de Sansón y Dalila.
Christine, manipulando las tijeras en el local donde corta el pelo, y en el sueño de Gerard, manipulando la tijera para cortarle el pene.
El largo pelo de La Virgen María, y el pelo corto y extremadamente prolijo, como un casco de guerra, o como un muchacho, de Christine.
La mansión de playa de Christine, tiene un letrero de neón que dice “SPHINX” o  esfinge, pero debido a un mal funcionamiento de las luces, las letras a menudo se leen “SPIN” que es la palabra holandesa para “araña”, lo que significa que Gerard está en realidad, en la casa de una araña, como se alude en la secuencia de apertura.
Del reparto, se cuenta que hubo 40 actores para el papel de Herman.
Y Thom Hoffman obtuvo el papel, porque era el único actor lo suficientemente audaz, para dar Jeroen Krabbé en un beso francés durante la audición.
El director Paul Verhoeven, insultó a Jeroen Krabbé, y discutió con él durante el rodaje, para que el actor alcanzara el estado de depresión y agresividad necesarios para interpretar su papel; uno en el que jamás ha estado tan bien, transmitiendo sensaciones que van del asco, a la compasión, pasando por la simpatía, la locura o la vulnerabilidad; y Renée Soutendijk, que borda la refinada, ambigua y de clase alta rubia verhoeveniana, que a diferencia de la rubia de Hitchcock, no es una gélida belleza que deja sus instintos para la alcoba, sino una figura agresiva, y de sexualidad avasalladora, a la que los hombres acaban sucumbiendo aun intuyendo que les conducirá a la muerte.
Quizás, de hecho, porque se sienten inevitablemente fascinados por ese portal al submundo de los deseos.
Excelente que sea tan provocadora con el sexo y los desnudos, incluso hasta el punto de crear una sensación malsana, en la que de una escena de masturbación, se pasa a un primer plano de un plato de huevos fritos; y más o menos lo mismo lo hace con símbolos cristianos:
Las cruces, Herman desnudo haciendo de Jesucristo, el sexo en el cementerio… porque al final ves que la obsesión religiosa del personaje, influye en su manera de percibir las cosas.
Sobre las escenas, nos queda:
La inquietud que envuelve todo el relato, es siempre muy física, y puede proceder lo mismo del viento que arrastra tras una puerta, la hoja de papel en la que el escritor intenta dar forma de manera infructuosa, al primer capítulo de su nueva obra.
De una gaviota que cae muerta desde el cielo, una imagen utilizada hasta la saciedad desde entonces por multitud de directores.
De las tijeras para cortar el pelo, que utilizan las trabajadoras del salón de belleza propiedad de la andrógina protagonista; del acto de disimular los pechos durante el acto sexual…
De un perro que ladra furioso, mientras docenas de pétalos rojos revolotean a su alrededor, una imagen bellísima, donde la pantalla se vuelve a teñir una vez más de rojo, pero con un sentido poético de la violencia difícil de superar… y así hasta el infinito y más allá, porque De Vierde Man no deja de sorprender con una cantidad ilimitada de recursos cinematográficos, que tendrían que ser de visión obligada para todos aquellos que se estén iniciando en cinematografía.
“Je ziet eruit als een man”
(Pareces un hombre)
Entre las anécdotas preferidas de Paul Verhoeven, está aquella en la que el holandés cuenta, cómo en su infancia, fantaseaba con la idea de coger la pelota de otros niños, y tirarla al agua, interrumpiendo así el juego.
Donde muchos podrían ver en ese acto, un simple gesto de malicia en el que todos hemos incurrido, o deseado incurrir alguna vez en el patio de juegos, cabe también considerar, que fuese la temprana expresión de esa vocación de arremeter contra lo reglado, que definirá gran parte de su cine.
Verhoeven podrá ser un provocador, pero en su provocación hay algo más que un limitado capricho por escandalizar al otro, y encontrar placer en ello.
Hay, al contrario, una innata voluntad por desestabilizarlo, de violar la íntima seguridad con la que este ha asumido el contrato social, los valores de una tradición, o las certezas necesarias para integrarse en el tejido de la realidad sin demasiados sobresaltos.
Y es a través de esa perforación de la acordada normalidad, que el director forja su discurso, conectado con los instintos, con la naturaleza salvaje de los hombres, y las infinitas incertidumbres que se conjugan en ella.
En ese submundo, insistentemente soterrado, es donde el director ha imaginado lo que sucede cuando tiramos la pelota al agua, y cuestionamos la dinámica del juego.
Una vez que las reglas se han roto, podemos ser nosotros mismos, y aun así, divertirnos con ello.
Es allí donde Verhoeven ha alcanzado un quimérico logro:
Acceder a lo prohibido, y conjugarlo sin cortapisas en la, a menudo restrictiva experiencia que supone el cine de entretenimiento de Hollywood.

“Dood maakt ons allemaal gelijk”
(La muerte nos hace a todos iguales)



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