Opera
“L'ultima nota è un vero assassino”
“Le Malade Imaginaire”, última comedia escrita por el dramaturgo francés Molière, ha sido siempre una obra que a muchos directores les ha dado miedo interpretar, dado que su autor murió en escena durante la representación.
Superstición, leyenda…
¿Será una obra maldita?
¿Hay obras malditas?
“Macbeth”, escrita por el gran William Shakespeare, es la obra maldita por excelencia; pues dramatiza los dañinos efectos, físicos y psicológicos de la ambición política, en aquellos que buscan el poder por sí mismo.
Temas estrechamente relacionados; Macbeth puede verse como una advertencia acerca de los peligros que entraña la ambición, con visiones y el sentimiento de culpa.
Por su parte, los actores, representantes, directores, hasta los utileros, se niegan a pronunciar este nombre, sobre todo en el mundo anglosajón.
Cuando hablan de ella, se refieren a la “tragedia escocesa”, así no pronuncian su nombre.
El propio argumento, ya nos pone sobre la pista:
Al noble Macbeth, le mueve la fatalidad escrita en las estrellas, y la ambición es lo que genera que entre en un proceso de autodestrucción.
El cumplimiento inmediato de la primera profecía, y la ambición de su esposa, le llevarán a cometer un crimen, para alcanzar lo que antes le habían augurado.
Serán 3 brujas quienes le anuncian un destino que le llevará en poco tiempo a ser Rey de Escocia.
Según la leyenda, fueron brujas reales, originalmente contratadas para actuar como brujas en las primeras funciones, ya que ninguna actriz quería hacer el papel, y los hechizos que utilizaban, se decía, que eran auténticos.
Una bruja, maldijo la obra como venganza, por haber revelado secretos de estos encantamientos; y se comenta que son hechizos malvados, que van echando maldiciones a diestra y siniestra a los que participan en esta obra, y hasta a sus espectadores.
Si un actor hace de Macbeth, le caerá la ruina total, y nunca podrá triunfar…
El conocidísimo actor Peter O’Toole, interpretó Macbeth, y este fue el peor momento de su carrera, un auténtico fracaso.
La fatalidad, se encargó de aumentar su mala fama en el año 1964, cuando se quemó un teatro nuevo en Lisboa, que estaba representando esa misma obra.
Pero no solo la tragedia está ligada a Macbeth, como obra teatral, la palabra “opera” que significa “obras” en italiano, es el plural de la voz latina “opus”, sugiriendo que combina las artes del canto coral y solista, declamación, actuación y danza, en un espectáculo escénico; la ópera tal y como la conocemos, también gira alrededor, en su gran mayoría, sobre la tragedia, con finales realmente de muerte; y serán pocas las ópera que terminan con final feliz, o bien las hay cómicas o semi serias, a las que serán distinguidas por algún adjetivo calificativo como “bufas”
“Penso che sia saggio usare i film come guida per la realtà”
Opera es una película italiana de terror, del año 1987, dirigida por Dario Argento.
Protagonizada por Cristina Marsillach, Ian Charleson, Urbano Barberini, Daria Nicolodi, Coralina Cataldi-Tassoni, Antonella Vitale, William McNamara, entre otros.
El guión es de Dario Argento y Franco Ferrini, sobre una historia de Dario Argento.
Los “giallos”, son películas de corte criminal, que tienden a coincidir en la presencia de un misterioso asesino que utiliza guantes negros, y acaba con sus víctimas con armas blancas; mientras que a nivel formal, hay una marcada querencia por la utilización del plano subjetivo desde el punto de vista del asesino, y en no pocos casos, se abusa en demasía del zoom.
Dario Argento, es quizá el director que más renombre consiguió gracias a sus “giallos”, y Opera se inspira en “El Fantasma de La Opera”, lo que permite contar con elementos tan argentonianos, como un Gran Teatro donde filmar los truculentos crímenes, y una ambientación musical llena de dramáticos y líricos gritos de terror.
Pero se cuenta que Opera fue realizada como venganza de Argento, porque no le habían dejado dirigir la ópera “Rigoletto” de Verdi, una ópera que habla sobre una maldición.
Después del estreno de Opera, el director se arrepintió, y dijo:
“Maldito sea el día en que decidí dirigir esta película”, pues no solo fue un fracaso comercial, sino que además, tuvieron que enfrentar agresiones de unos cuervos hacia Cristina Marsillach, la muerte del padre de Argento, y la muerte por SIDA del actor Ian Charleson, poco tiempo después del estreno de la película; además que sufrió una mala distribución y acogida, debido a la presión que ejerció los ejecutivos de la productora Orion sobre Argento, quienes manipularon y recortaron el metraje de manera poco respetable, haciendo que el filme tuviera numerosas escenas inconexas en su desarrollo.
El teatro donde realmente ocurren los hechos, es El Teatro Regio de Parma, cuna del melodrama italiano, considerado como el más importante de los teatros italianos llamados “di tradizione”, y su público, está reconocido como entre los más competentes, pero también entre los más pasionales y más exigentes.
Su nombre, está estrechamente ligado a los de Giuseppe Verdi, con un festival dedicado al compositor que se celebra todos los años; y al director Arturo Toscanini, nacido en Parma.
Desde ese momento, El Regio ha sido escenario de cada una de las óperas de Verdi, incluida la adaptación de las versiones originales, como “I Lombardi” de 1843; o en 1847 de “Macbeth”, que fue revisada en 1865.
Opera, se centra en una joven e insegura cantante lírica, llamada Betty (Cristina Marsillach)
A partir del accidente automovilístico que sufre Mara, la cantante y actriz principal; Betty es llamada para debutar como actriz suplente, para ser la protagonista de la obra.
La obra “Macbeth”, tiene fama de estar maldita, y empiezan a transcurrir una serie de muertes a su alrededor, que le terminan por confirmar la sospecha de maldición; empezando con que Betty se convierte en el blanco de un asesino psicópata, que curiosamente, ha aparecido en los sueños de Betty desde niña.
El “modus operandi” de este criminal, será torturar a los amigos de Betty, mientras ella es obligada a verlos.
Al final, se revela la identidad del asesino, y Betty debe confrontar su pasado tenebroso.
Opera resulta ser una obra importante, especialmente para los seguidores del director, y para los amantes del género, debido a forma como está filmada, y ciertos los elementos cinematográficos destacables; por lo que el uso del gore para mostrar las muertes, resulta ser un trabajo brillante, no para cualquier persona que vea la película, característico del cine italiano, y con unos efectos magníficamente logrados, ya que son verosímiles, dando la sensación de realidad, con la atmósfera que recrea, los estupendos movimientos de cámara, las sorprendentes muertes, y el suspenso que genera en el espectador, por lo que se torna una obra impactante visualmente, y que genera impacto dentro de los cinéfilos que gustan del terror.
“Un giorno si chiude gli occhi e quando li si apre, io ci sarò...
Sarà il vostro tempo per moriré”
El director Dario Argento, demuestra que es uno de los mejores directores en el género, si no es que el mejor; y Opera es una de las películas de terror más estilizadas, y visualmente impactantes que se han visto en la historia.
Independientemente de que la trama se desarrolla en un lugar esplendoroso, como lo es el teatro de la ópera, las situaciones se tornan de miedo, gracias a la atmósfera, y sobre todo por los asesinatos; así, Argento se encargó de convertir un lugar aparentemente brillante y seguro, en una trampa mortal.
Seguro, uno de los lugares más aterradores, que nunca se había visto en alguna película del género; por lo que Opera podría considerarse como un “slasher” en ciertos puntos, pero lo que la acerca más al terreno de los “giallos”, es la historia, melodramática, y hasta cierto momento, incoherente, así como el desarrollo de los personajes.
El factor de los “slashers”, sin embargo, no está presente aunque algunas escenas y momentos de actuaciones si se ven ridículos; y a cambio tenemos un cuento “gore” con mucho suspenso y sangre.
No hay más que acordarse del poema de Poe, para ver que el plano inicial:
Un ojo de un cuervo en el que aparece reflejado el patio de butacas de un teatro, es toda una declaración de intenciones de lo que está por llegar, algo que se llevará al extremo, cuando toque desvelar la identidad del asesino.
La asociación a la muerte de dicho animal, sirve para reforzar en la carga zoológica de sus “giallos”, pues en otro tiempo, los cuervos hubieran sido protagonistas del propio título de la cinta, pero lo realmente esencial, es que marca de entrada, el hecho de que el sentido de la vista será clave en todo lo que está por venir.
Argento, también reincide en su querencia por lo sádico a través de los peculiares y sangrientos métodos del asesino, quien obliga a la protagonista, a ver sus crímenes bajo pena de desgarrarse los párpados con las cuchillas que sitúa estratégicamente con tal fin.
Una retorcida forma de tortura psicológica, con la que busca conectar de forma directa con los espectadores, en la capacidad de Argento para explorar uno de los grandes ejes temáticos de su obra:
La importancia de la mirada, y la relación de ésta con la muerte.
Por tanto, Opera encuentra su mayor fuerza, en lo cinético:
Es una película de momentos, en las que destacan 2 especialmente:
El primer encuentro entre la protagonista y el asesino; este escoge el lugar más elegante posible para torturar a la protagonista.
La ata, y pegando con celo unas agujas curvadas en el contorno de sus ojos, le obliga a observar el sangriento asesinato de su amante, sin poder parpadear.
Argento se detiene en los detalles escabrosos de esta escena, pero a la vez, está tan deliciosamente planificada, que surge la paradoja que busca Argento, y por extensión, el “giallo”:
Hallar placer en algo prohibido, convertirte en voyeur, y no poder apartar la mirada de los actos del asesino...
Probar la sangre, y deleitarse ante su dulzura, en vez de escupirla.
Tal vez, la visceralidad de las muertes tenga también relación con el contexto de la película.
Darío Argento, en una entrevista realizada en el 2007, comentó:
“Opera está basada en el “Macbeth” de Verdi, y todo el mundo dentro del negocio del espectáculo, sabe que “Macbeth” está maldita.
Me aconsejaron que no rodara sobre esta ópera, que hiciera “La Traviata” o cualquier cosa en su lugar, pero yo quería hacer “Macbeth”, y la hice.
Debo admitir, que sucedieron muchas cosas raras durante el rodaje.
Quizás tendría que haber rodado algo diferente, después de todo.
Me enfrenté todo el tiempo a mi actriz principal, después mi padre murió, y más tarde, el actor inglés, sufrió un accidente de tráfico, y tuvo que dejar el rodaje durante un mes y medio.
Estaban ocurriendo tantas cosas, que un chico del departamento de producción, imprimió un póster en el que listaba una serie de cosas terribles que podrían suceder.
A mitad del rodaje, ya nos habíamos enfrentado a todas.
Creo que “Macbeth” me trajo muy mala suerte”
De hecho, tuvo muchos contratiempos en el set, incluyendo el accidente de uno los encargados de producción, que casi fue aplastado por una de las jaulas de atrezzo, mientras preparaban una de las secuencias del filme.
En otra entrevista, el director expresó que, como consecuencia de los inconvenientes que se produjeron durante el filme, y debido a la gran cantidad de críticas negativas que obtuvo Opera en Italia, Argento tardó mucho más tiempo del normal en volver a ponerse detrás de la cámara, haciéndolo recién en el año 1993.
Se dice que en el primer guión de Opera, la cantante principal, que abandona el montaje de la obra por graves desacuerdos con el director, iba a ser interpretada por Vanessa Redgrave, y de hecho, su papel era clave en el desarrollo de todo el argumento, hasta el punto de que parece ser que ella sería uno de los principales sospechosos de cometer los crímenes que suceden en el teatro, pero cuando ya estaban filmadas más de la mitad de las escenas en la que la actriz británica participaba, surgieron múltiples problemas, discusiones y desacuerdos entre Vanessa Redgrave, su representante legal, la productora de la película, y el propio Darío Argento, con lo cual, el rodaje se interrumpió, porque la actriz decidió marcharse, y no continuar trabajando en su papel.
Esto dejó inservible un larguísimo metraje de la película, y obligó a reestructurar completamente el guión, puesto que no se encontró ninguna actriz que pudiera reemplazar a Vanessa Redgrave, y que el presupuesto del film se disparase al tener que volver a repetir más de una escena ya grabada.
De ahí que nunca se llegase a mostrar su rostro, y que de un pronto a otro, no se vuelve a saber de ella.
Además, en el libro “Profondo Argento”, Dario Argento citó que Cristina Marsillach, fue la actriz más difícil con la que nunca había trabajado; además del accidente automovilístico que tuvo Ian Charleston durante la filmación, con el que fue hospitalizado durante una semana, donde, después de hacerse unas pruebas médicas, se le diagnosticó ser VIH-positivo, una condición que había sospechado desde hace casi un año, antes de rodaje.
El director comentó respecto al SIDA:
“En esos días, todo el mundo pensaba que se había acabado el amor.
Aún no existía ningún tipo de medicamento que calmase el pánico:
La gente cogía El SIDA, y se moría.
Yo tenía tantos amigos, bailarines, escenógrafos, vestuaristas, tanta gente a mi alrededor, que se estaba yendo, que pensaba que el amor realmente se había acabado, que esa enfermedad era algo muy fuerte, que venía a cerrar el paso al amor.
Por eso, en Opera nadie hace el amor.
Están a punto de hacerlo, pero no lo hacen.
El director va a casa de la chica, pero no llega a irse a la cama con ella.
El único que hace el amor, es el asesino, porque une un vehículo sadomasoquista lejano al amor.
En el mundo de Opera, no hay sitio para el amor”
Por otro lado, aun relacionado con el amor, Daria Nicolodi, originalmente no quería hacer el papel de Mira, la costurera.
Sentía que el personaje era muy pequeño para ella, y además, había terminado su relación de largo plazo con Dario Argento.
Lo que finalmente la convenció para tomar el papel, era el hecho de que ella amaba la escena de la muerte elaborada y sorprendente de Mira.
Ella diría después, que el rodaje de la escena de su muerte, fue tremendamente difícil, como “si tuviera una pequeña cantidad de explosivo colocado en la parte posterior de su cabeza”
Pero lo primero que nos atrae de Opera, es el virtuosismo tanto estético como de la puesta en escena de Argento.
La steadycam, se convierte desde el principio, en una herramienta omnipresente que pone en marcha todo un juego de miradas subjetivas.
El plano secuencia del principio, enigmático y extraño, donde la cantante sale inesperadamente del escenario, y se adopta un punto de vista subjetivo contranatural, vemos lo que ve la espalda del personaje, es un buen ejemplo.
Y así, un puñado de “travellings” rebeldes, que convertirán el metraje en un orgasmo visual como pocos.
Pero por si no fuera suficiente, el director romano va más allá, regalándonos algunas secuencias imposibles, como el antológico momento en el que una bala atraviesa la mirilla de una puerta, para perforar el ojo derecho de un personaje, y acabar estrellándose contra un teléfono al fondo de la habitación.
Y todo, en perfecta cámara lenta, con vista macro de la bala.
Por tanto, la dirección es hermosa, simplemente elegante; y para ser un “giallo” italiano, la dirección de cámaras es dinámica, vertiginosa, salvaje como las muertes.
El efecto de los cuervos volando por el teatro, añade un sentimiento de miedo difícil de explicar, y añade su toque especial.
Destacable es el del uso de los cuervos, los cuales tienen una relación metafórica con la muerte, y hacen parte del género desde siempre, por ejemplo, en el cuento corto de Edgar Allan Poe, del que Argento es admirador; por lo que su presencia durante toda la historia, es acertada.
De acuerdo con el actor Urbano Barberini, tomaría horas para que todos los cuervos pudieran ser capturados, después de que fueron puestos en libertad para la filmación de sus escenas, y que se utilizaron alrededor de 140 cuervos, pero sólo 60, nunca fueron recuperados.
Aparentemente, los demás se escaparon durante el rodaje.
Y nos queda el plano brillante, el paneo aéreo, que sirve de ojo subjetivo de un cuervo, y que resulta supremamente bien utilizado, además de visualmente bello.
También, el plano inicial de los ojos de los cuervos, el cual refleja lo que sucede al frente de ellos, y lo que está viendo el propio animal.
De las muertes, hay un total de 7, las escenas de muerte son extremadamente brutales y salvajes, siendo sin lugar a dudas, lo más relevante de la película.
Tenemos por una parte, la infame muerte de la mirilla, el pequeño hoyo que tienen las puertas, así que nos permite ver secretamente, lo que ocurre del otro lado.
El cuchillo atravesado en cuello y boca, es otra escena brutal y violenta.
No se quedan atrás las tijeras usadas en la costurera...
Las muertes, así como el hecho de que el asesino atrape a la actriz, y la obligue a ver los asesinatos, no permitiéndole que cierre los ojos por medio de unas agujas, es algo también importante dentro de la narración.
Esa idea, de las agujas en los ojos, inició como una broma del propio Argento, en la que decía que le disgustaba que los espectadores dejaran de mirar en las escenas violentas, o “gore” de las películas, por lo que deberían de ponerle agujas en los ojos, y obligarlas a ver.
Por otra parte, la sexual, según Freud, la escalera es en sí mismo, un símbolo de las relaciones sexuales, y la memoria recurrente del asesino, de caminar por la escalera de caracol, a la mujer en la cama, en paralelo, como su fantasma, similar al acecho alrededor de las escaleras de la casa de ópera para observar Betty a través de los binóculos en el teatro, continuando el motivo del voyerismo.
Es Betty quien suplanta a su madre en la mente del asesino, mientras la ata y coloca alfileres bajo los ojos, para que ella también tenga que ver, como su madre ansiosa había hecho años anteriores.
Para enfatizar la esfera psicosexual entre el deseo físico y su inaccesibilidad, tenemos los objetos fálicos que se colocan de forma ubicua en los entornos oníricos, a través del uso de cuchillos, pistolas, balas, y otros instrumentos de penetración.
En cada uno de estos casos, los incidentes de la infancia recordados, los sueños y las fantasías sexuales del pasado, pasan a primer plano en la edad adulta, con consecuencias terribles.
En Opera, el asesino desliza cuidadosamente el cuchillo, como si estuviera tocando su cuerpo con su falo, igualando el placer sexual con el dolor.
Esta “sangre y crueldad”, se hace evidente al principio, a través de una toma de una escalera de caracol, al ser descendiente, como una cámara estable desliza a través de las habitaciones vacías y abandonadas, creando un efecto de fantasía; al ver como una mujer joven es asesinada en la cama, mientras que otra mujer, presumiblemente la madre de Betty, está obligada a mirar.
El presente, se combina con el pasado; la necesidad de matar, con la necesidad de ver matar; la necesidad de suplantar, y la penetración sexual, con la necesidad de infligir dolor; todo lo cual, los impulsos sexuales anormales del asesino, hacen posible su impotencia en la intimidad.
El asesino, una vez que captura a Betty, le confiesa su relación sadomasoquista con su madre:
“Ella me enseñó el juego cruel de matar y torturar.
Sólo entonces, podría ser su esclavo”
El asesino requiere de esta nueva unión, para recuperar su individualidad, después de la muerte de la madre de Betty en sus manos.
Las palabras que usa, son expresivas, porque ellas señalan esa relación obsesiva y extraña que ha llegado a confesar; que se convirtió en capricho de adulto, sexualmente, por una mujer que fue a la vez, amante y dominatriz.
Betty es su nexo con el pasado, lo que le permitió reanudar sus perversiones en el presente.
Por lo que él le susurra:
“Al igual que tu madre”
El asesino, ha trasladado su dependencia a la hija, una mujer más joven, lo que permite a sí mismo, una vez más, reavivar sus deseos.
Pero ahora es Betty, que parece disfrutarlo al romper una roca sobre su cabeza varias veces, cuando él ya no está mirando, vengando efectivamente la muerte de su madre, mientras desafiante, repudia su relación:
“No es verdad, no soy como mi madre en nada, en absoluto...”
De hecho, toda la experiencia ha empujado a Betty por el borde, como coda de la película que da en la fe, un final feliz.
El punto negativo, sin embargo, es la falta de lógica o coherencia.
Después de ver el primer asesinato, Betty se muestra serena, tranquila como si nada hubiera sucedido, y acepta los hechos como sin nada…
¿Cómo es posible, que la policía local, e incluso ella no toman medidas de seguridad?
Podemos pensar, que estamos ante una de las grandes películas de Argento, sin embargo, la realidad es otra:
La trama se nutre de escenas absurdas, en especial, la aparición de la niña vecina, y avanza de forma surreal hacia… un canto de amor a la naturaleza.
Pero bueno, aunque a veces me sorprendiera alguna carcajada, Opera se deja ver, y resulta bastante surreal.
La actuación, es como en cada film de Argento; o sea, exagerada, muy de teatro, muy de farsa, muy digamos, ruidosa.
Cristina Marsillach, es verdadera y brutalmente mala, su nivel de expresividad es mínimo, lo mismo decir de los secundarios:
Ian Charleson, Urbano Barberini... todo un catálogo de sobreactuaciones que rozan lo perverso, perverso para los que las tenemos que tragar.
La Marsillach, logra expresar el miedo que sufre su personaje, debido al asesino suelto, y que la acecha constantemente.
Aunque su personaje, desde el punto de vista del guión es algo ambiguo, ya que no se precisa la forma de ser de ella, o la forma de pensar, porque pareciera que la presencia del asesino y el pasado de su madre, no aclarado completamente, hacen que ella este sufriendo un trauma intenso en su mente, o es lo que sucede, es debido a que no es un personaje bien configurado.
Betty actúa como si se estuviera expresando una especie de locura, un trauma que está sufriendo el personaje, debido a lo que vive y sufre a lo largo del metraje; algo que por su parte, sería una explicación coherente del final, ya que luego de todo lo que vivió, de lo que sufrió, Betty termina por perder la cordura, no importándole lo que sucede en el desenlace.
No son pocos los que han criticado Opera por lo plano de sus personajes, y por un guión flojo, con un final que argumentalmente destroza todo lo que se había conseguido anteriormente.
Hasta los ejecutivos de Orion llegaron a pedirle al director que eliminase la escena final, rodada en los bellos exteriores suizos.
Con todo, y dejando a un lado algunas incongruencias, debemos valorar el final, como la prolongación de un film que hasta el momento había sido hiperbólico en todos los sentidos, con un desarrollo que no atiende a los deseos de verosimilitud.
Sino más bien todo lo contrario:
Un viaje alucinante en steadycam, a través de los “ritos de paso” de la joven Marsillach, que bien podrían tratarse de los del propio Argento como cineasta…
Por último, la banda sonora corre a cargo de Brian Eno, quien aceptó la propuesta, pero a cambio, solicitó aparecer en un cameo en mitad del film.
La música es brutal, un “soundtrack” de heavy metal que rockea nuestra mente cada vez que ocurre un asesinato; combinado con la clásica música de ópera, a cargo de Maria Callas y Mirella Freni, algo poco común; que sin embargo, el heavy metal es una manera de resaltar la ferocidad del asesino, en contraste con la lírica inocente de Betty.
“Qualcuno ci sta guardando dall'esterno”
Si hay una ópera considerada “maldita” en la historia de la música, esa es sin lugar a dudas, “La Forza del Destino” de Giuseppe Verdi.
Tanto su composición como su estreno, estuvieron plagados de desgracias.
Incluso, mucho tiempo después de su estreno, la desgracia se cernió sobre ella, con un hecho de lo más rocambolesco, que un aficionado al teatro puede imaginar.
Pero vayamos por partes:
La obra en cuestión, está basada en un drama de un escritor cordobés llamado Ángel de Saavedra, más conocido como Duque de Rivas, titulado “Don Álvaro o la fuerza del sino”, obra cumbre del teatro romántico español, estrenado en Madrid en 1835, que supuso, junto a “La Conjuración de Venecia” de Pedro Martínez de la Rosa, el bautismo del Romanticismo en España.
Para empezar, la composición de la obra, pilló a Verdi en un momento complicado:
Recién elegido diputado del Parlamento Italiano, ni siquiera pudo disfrutar de su luna de miel, porque al poco de casarse con la soprano Giuseppina Strepponi, recibirá una carta del Teatro Imperial de San Petersburgo, con el encargo de escribir una ópera.
La suculenta suma ofrecida, 60.000 francos, no era para rechazar.
Así que se puso manos a la obra.
En el verano de 1861, la ópera ya estaba compuesta, de modo que marcha con su mujer hasta Rusia, donde permanecerán 3 meses.
Pero la obra no se puede estrenar, porque la soprano Caroline Barbot, encargada de la parte de Leonora, cae enferma, de modo que la “premier” se pospone hasta 1862.
Pero ésta no será todo lo exitosa que Verdi esperaba:
La tremenda truculencia del final, el suicidio de don Álvaro arrojándose desde un acantilado, no satisfizo a los espectadores, de modo que será necesaria una revisión, que se estrenará en 1869 en La Scala de Milán, con un final alternativo.
Sin embargo, la obra ya arrastraba fama de maldita, pues Verdi había encargado a Piave, una revisión del libreto para el estreno italiano, diciendo:
“Debemos buscar la forma de evitar tantas muertes...”
¿Que había querido decir con esas palabras?
¿Acaso Verdi sospechaba la maldición que pesaba sobre “La Forza del Destino”?
Quizás...
Lo cierto es que Piave enfermó, y murió sin poder modificarla, pues el libretista sufriría una parálisis 2 años antes, que lo llevó a la tumba en 1876.
Entonces, Verdi encargó la versión definitiva a Antonio Ghislanzoni, quien alteró radicalmente el final, el tercer acto, y algunas partes menores.
En tanto que Verdi recompuso el preludio, y lo convirtió en una larga introducción.
La nueva versión, se estrenó el 20 de febrero de 1869, en La Scala de Milán, y está vez, tuvo un arrasador éxito y excelentes críticas, convirtiéndose en la ópera que se representa actualmente.
Sin embargo, “la maldición” se mantuvo, y las muertes continuaron…
“La Forza del Destino”, para muchos cantantes italianos de la vieja escuela, es una ópera embrujada, y que trae mala suerte.
Se dice que cada vez que se representa, se suceden las tragedias.
Pero eso no es todo, 91 años después de su segundo estreno, el 4 de marzo de 1960, “La Forza del Destino” se cobraría otra víctima:
El barítono neoyorquino, Leonard Warren, que falleció sobre el escenario del MET mientras cantaba su parte, justamente cuando le tocó decir eso de:
“É salvo!
O gioia!”, para hacer más macabro, el ya de por sí espeluznante hecho; la obra fue cancelada.
Warren había fallecido de un ataque cardíaco, sobre el escenario, con sólo 48 años.
Más tarde, en 1980, otro tenor italiano se hallaba en New Jersey interpretando el aria, cuando se cortó la luz de todo el teatro...
Incluso, un conocido director, acostumbraba a insultar ferozmente a quien se atreviese a cantar, o tan solo silbar una parte de la ópera.
Nadie sabe, por qué sobre esta maravilla de la música, pesa semejante oscuridad.
Es por esto que “La Forza del Destino”, es una de las óperas más peculiares, y a la vez más admiradas de toda la historia del canto lírico.
Maldición aparte…
“Se si tenta di chiudere gli occhi, si rend le palpebre, quindi si deve vedere tutto”
“Le Malade Imaginaire”, última comedia escrita por el dramaturgo francés Molière, ha sido siempre una obra que a muchos directores les ha dado miedo interpretar, dado que su autor murió en escena durante la representación.
Superstición, leyenda…
¿Será una obra maldita?
¿Hay obras malditas?
“Macbeth”, escrita por el gran William Shakespeare, es la obra maldita por excelencia; pues dramatiza los dañinos efectos, físicos y psicológicos de la ambición política, en aquellos que buscan el poder por sí mismo.
Temas estrechamente relacionados; Macbeth puede verse como una advertencia acerca de los peligros que entraña la ambición, con visiones y el sentimiento de culpa.
Por su parte, los actores, representantes, directores, hasta los utileros, se niegan a pronunciar este nombre, sobre todo en el mundo anglosajón.
Cuando hablan de ella, se refieren a la “tragedia escocesa”, así no pronuncian su nombre.
El propio argumento, ya nos pone sobre la pista:
Al noble Macbeth, le mueve la fatalidad escrita en las estrellas, y la ambición es lo que genera que entre en un proceso de autodestrucción.
El cumplimiento inmediato de la primera profecía, y la ambición de su esposa, le llevarán a cometer un crimen, para alcanzar lo que antes le habían augurado.
Serán 3 brujas quienes le anuncian un destino que le llevará en poco tiempo a ser Rey de Escocia.
Según la leyenda, fueron brujas reales, originalmente contratadas para actuar como brujas en las primeras funciones, ya que ninguna actriz quería hacer el papel, y los hechizos que utilizaban, se decía, que eran auténticos.
Una bruja, maldijo la obra como venganza, por haber revelado secretos de estos encantamientos; y se comenta que son hechizos malvados, que van echando maldiciones a diestra y siniestra a los que participan en esta obra, y hasta a sus espectadores.
Si un actor hace de Macbeth, le caerá la ruina total, y nunca podrá triunfar…
El conocidísimo actor Peter O’Toole, interpretó Macbeth, y este fue el peor momento de su carrera, un auténtico fracaso.
La fatalidad, se encargó de aumentar su mala fama en el año 1964, cuando se quemó un teatro nuevo en Lisboa, que estaba representando esa misma obra.
Pero no solo la tragedia está ligada a Macbeth, como obra teatral, la palabra “opera” que significa “obras” en italiano, es el plural de la voz latina “opus”, sugiriendo que combina las artes del canto coral y solista, declamación, actuación y danza, en un espectáculo escénico; la ópera tal y como la conocemos, también gira alrededor, en su gran mayoría, sobre la tragedia, con finales realmente de muerte; y serán pocas las ópera que terminan con final feliz, o bien las hay cómicas o semi serias, a las que serán distinguidas por algún adjetivo calificativo como “bufas”
“Penso che sia saggio usare i film come guida per la realtà”
Opera es una película italiana de terror, del año 1987, dirigida por Dario Argento.
Protagonizada por Cristina Marsillach, Ian Charleson, Urbano Barberini, Daria Nicolodi, Coralina Cataldi-Tassoni, Antonella Vitale, William McNamara, entre otros.
El guión es de Dario Argento y Franco Ferrini, sobre una historia de Dario Argento.
Los “giallos”, son películas de corte criminal, que tienden a coincidir en la presencia de un misterioso asesino que utiliza guantes negros, y acaba con sus víctimas con armas blancas; mientras que a nivel formal, hay una marcada querencia por la utilización del plano subjetivo desde el punto de vista del asesino, y en no pocos casos, se abusa en demasía del zoom.
Dario Argento, es quizá el director que más renombre consiguió gracias a sus “giallos”, y Opera se inspira en “El Fantasma de La Opera”, lo que permite contar con elementos tan argentonianos, como un Gran Teatro donde filmar los truculentos crímenes, y una ambientación musical llena de dramáticos y líricos gritos de terror.
Pero se cuenta que Opera fue realizada como venganza de Argento, porque no le habían dejado dirigir la ópera “Rigoletto” de Verdi, una ópera que habla sobre una maldición.
Después del estreno de Opera, el director se arrepintió, y dijo:
“Maldito sea el día en que decidí dirigir esta película”, pues no solo fue un fracaso comercial, sino que además, tuvieron que enfrentar agresiones de unos cuervos hacia Cristina Marsillach, la muerte del padre de Argento, y la muerte por SIDA del actor Ian Charleson, poco tiempo después del estreno de la película; además que sufrió una mala distribución y acogida, debido a la presión que ejerció los ejecutivos de la productora Orion sobre Argento, quienes manipularon y recortaron el metraje de manera poco respetable, haciendo que el filme tuviera numerosas escenas inconexas en su desarrollo.
El teatro donde realmente ocurren los hechos, es El Teatro Regio de Parma, cuna del melodrama italiano, considerado como el más importante de los teatros italianos llamados “di tradizione”, y su público, está reconocido como entre los más competentes, pero también entre los más pasionales y más exigentes.
Su nombre, está estrechamente ligado a los de Giuseppe Verdi, con un festival dedicado al compositor que se celebra todos los años; y al director Arturo Toscanini, nacido en Parma.
Desde ese momento, El Regio ha sido escenario de cada una de las óperas de Verdi, incluida la adaptación de las versiones originales, como “I Lombardi” de 1843; o en 1847 de “Macbeth”, que fue revisada en 1865.
Opera, se centra en una joven e insegura cantante lírica, llamada Betty (Cristina Marsillach)
A partir del accidente automovilístico que sufre Mara, la cantante y actriz principal; Betty es llamada para debutar como actriz suplente, para ser la protagonista de la obra.
La obra “Macbeth”, tiene fama de estar maldita, y empiezan a transcurrir una serie de muertes a su alrededor, que le terminan por confirmar la sospecha de maldición; empezando con que Betty se convierte en el blanco de un asesino psicópata, que curiosamente, ha aparecido en los sueños de Betty desde niña.
El “modus operandi” de este criminal, será torturar a los amigos de Betty, mientras ella es obligada a verlos.
Al final, se revela la identidad del asesino, y Betty debe confrontar su pasado tenebroso.
Opera resulta ser una obra importante, especialmente para los seguidores del director, y para los amantes del género, debido a forma como está filmada, y ciertos los elementos cinematográficos destacables; por lo que el uso del gore para mostrar las muertes, resulta ser un trabajo brillante, no para cualquier persona que vea la película, característico del cine italiano, y con unos efectos magníficamente logrados, ya que son verosímiles, dando la sensación de realidad, con la atmósfera que recrea, los estupendos movimientos de cámara, las sorprendentes muertes, y el suspenso que genera en el espectador, por lo que se torna una obra impactante visualmente, y que genera impacto dentro de los cinéfilos que gustan del terror.
“Un giorno si chiude gli occhi e quando li si apre, io ci sarò...
Sarà il vostro tempo per moriré”
El director Dario Argento, demuestra que es uno de los mejores directores en el género, si no es que el mejor; y Opera es una de las películas de terror más estilizadas, y visualmente impactantes que se han visto en la historia.
Independientemente de que la trama se desarrolla en un lugar esplendoroso, como lo es el teatro de la ópera, las situaciones se tornan de miedo, gracias a la atmósfera, y sobre todo por los asesinatos; así, Argento se encargó de convertir un lugar aparentemente brillante y seguro, en una trampa mortal.
Seguro, uno de los lugares más aterradores, que nunca se había visto en alguna película del género; por lo que Opera podría considerarse como un “slasher” en ciertos puntos, pero lo que la acerca más al terreno de los “giallos”, es la historia, melodramática, y hasta cierto momento, incoherente, así como el desarrollo de los personajes.
El factor de los “slashers”, sin embargo, no está presente aunque algunas escenas y momentos de actuaciones si se ven ridículos; y a cambio tenemos un cuento “gore” con mucho suspenso y sangre.
No hay más que acordarse del poema de Poe, para ver que el plano inicial:
Un ojo de un cuervo en el que aparece reflejado el patio de butacas de un teatro, es toda una declaración de intenciones de lo que está por llegar, algo que se llevará al extremo, cuando toque desvelar la identidad del asesino.
La asociación a la muerte de dicho animal, sirve para reforzar en la carga zoológica de sus “giallos”, pues en otro tiempo, los cuervos hubieran sido protagonistas del propio título de la cinta, pero lo realmente esencial, es que marca de entrada, el hecho de que el sentido de la vista será clave en todo lo que está por venir.
Argento, también reincide en su querencia por lo sádico a través de los peculiares y sangrientos métodos del asesino, quien obliga a la protagonista, a ver sus crímenes bajo pena de desgarrarse los párpados con las cuchillas que sitúa estratégicamente con tal fin.
Una retorcida forma de tortura psicológica, con la que busca conectar de forma directa con los espectadores, en la capacidad de Argento para explorar uno de los grandes ejes temáticos de su obra:
La importancia de la mirada, y la relación de ésta con la muerte.
Por tanto, Opera encuentra su mayor fuerza, en lo cinético:
Es una película de momentos, en las que destacan 2 especialmente:
El primer encuentro entre la protagonista y el asesino; este escoge el lugar más elegante posible para torturar a la protagonista.
La ata, y pegando con celo unas agujas curvadas en el contorno de sus ojos, le obliga a observar el sangriento asesinato de su amante, sin poder parpadear.
Argento se detiene en los detalles escabrosos de esta escena, pero a la vez, está tan deliciosamente planificada, que surge la paradoja que busca Argento, y por extensión, el “giallo”:
Hallar placer en algo prohibido, convertirte en voyeur, y no poder apartar la mirada de los actos del asesino...
Probar la sangre, y deleitarse ante su dulzura, en vez de escupirla.
Tal vez, la visceralidad de las muertes tenga también relación con el contexto de la película.
Darío Argento, en una entrevista realizada en el 2007, comentó:
“Opera está basada en el “Macbeth” de Verdi, y todo el mundo dentro del negocio del espectáculo, sabe que “Macbeth” está maldita.
Me aconsejaron que no rodara sobre esta ópera, que hiciera “La Traviata” o cualquier cosa en su lugar, pero yo quería hacer “Macbeth”, y la hice.
Debo admitir, que sucedieron muchas cosas raras durante el rodaje.
Quizás tendría que haber rodado algo diferente, después de todo.
Me enfrenté todo el tiempo a mi actriz principal, después mi padre murió, y más tarde, el actor inglés, sufrió un accidente de tráfico, y tuvo que dejar el rodaje durante un mes y medio.
Estaban ocurriendo tantas cosas, que un chico del departamento de producción, imprimió un póster en el que listaba una serie de cosas terribles que podrían suceder.
A mitad del rodaje, ya nos habíamos enfrentado a todas.
Creo que “Macbeth” me trajo muy mala suerte”
De hecho, tuvo muchos contratiempos en el set, incluyendo el accidente de uno los encargados de producción, que casi fue aplastado por una de las jaulas de atrezzo, mientras preparaban una de las secuencias del filme.
En otra entrevista, el director expresó que, como consecuencia de los inconvenientes que se produjeron durante el filme, y debido a la gran cantidad de críticas negativas que obtuvo Opera en Italia, Argento tardó mucho más tiempo del normal en volver a ponerse detrás de la cámara, haciéndolo recién en el año 1993.
Se dice que en el primer guión de Opera, la cantante principal, que abandona el montaje de la obra por graves desacuerdos con el director, iba a ser interpretada por Vanessa Redgrave, y de hecho, su papel era clave en el desarrollo de todo el argumento, hasta el punto de que parece ser que ella sería uno de los principales sospechosos de cometer los crímenes que suceden en el teatro, pero cuando ya estaban filmadas más de la mitad de las escenas en la que la actriz británica participaba, surgieron múltiples problemas, discusiones y desacuerdos entre Vanessa Redgrave, su representante legal, la productora de la película, y el propio Darío Argento, con lo cual, el rodaje se interrumpió, porque la actriz decidió marcharse, y no continuar trabajando en su papel.
Esto dejó inservible un larguísimo metraje de la película, y obligó a reestructurar completamente el guión, puesto que no se encontró ninguna actriz que pudiera reemplazar a Vanessa Redgrave, y que el presupuesto del film se disparase al tener que volver a repetir más de una escena ya grabada.
De ahí que nunca se llegase a mostrar su rostro, y que de un pronto a otro, no se vuelve a saber de ella.
Además, en el libro “Profondo Argento”, Dario Argento citó que Cristina Marsillach, fue la actriz más difícil con la que nunca había trabajado; además del accidente automovilístico que tuvo Ian Charleston durante la filmación, con el que fue hospitalizado durante una semana, donde, después de hacerse unas pruebas médicas, se le diagnosticó ser VIH-positivo, una condición que había sospechado desde hace casi un año, antes de rodaje.
El director comentó respecto al SIDA:
“En esos días, todo el mundo pensaba que se había acabado el amor.
Aún no existía ningún tipo de medicamento que calmase el pánico:
La gente cogía El SIDA, y se moría.
Yo tenía tantos amigos, bailarines, escenógrafos, vestuaristas, tanta gente a mi alrededor, que se estaba yendo, que pensaba que el amor realmente se había acabado, que esa enfermedad era algo muy fuerte, que venía a cerrar el paso al amor.
Por eso, en Opera nadie hace el amor.
Están a punto de hacerlo, pero no lo hacen.
El director va a casa de la chica, pero no llega a irse a la cama con ella.
El único que hace el amor, es el asesino, porque une un vehículo sadomasoquista lejano al amor.
En el mundo de Opera, no hay sitio para el amor”
Por otro lado, aun relacionado con el amor, Daria Nicolodi, originalmente no quería hacer el papel de Mira, la costurera.
Sentía que el personaje era muy pequeño para ella, y además, había terminado su relación de largo plazo con Dario Argento.
Lo que finalmente la convenció para tomar el papel, era el hecho de que ella amaba la escena de la muerte elaborada y sorprendente de Mira.
Ella diría después, que el rodaje de la escena de su muerte, fue tremendamente difícil, como “si tuviera una pequeña cantidad de explosivo colocado en la parte posterior de su cabeza”
Pero lo primero que nos atrae de Opera, es el virtuosismo tanto estético como de la puesta en escena de Argento.
La steadycam, se convierte desde el principio, en una herramienta omnipresente que pone en marcha todo un juego de miradas subjetivas.
El plano secuencia del principio, enigmático y extraño, donde la cantante sale inesperadamente del escenario, y se adopta un punto de vista subjetivo contranatural, vemos lo que ve la espalda del personaje, es un buen ejemplo.
Y así, un puñado de “travellings” rebeldes, que convertirán el metraje en un orgasmo visual como pocos.
Pero por si no fuera suficiente, el director romano va más allá, regalándonos algunas secuencias imposibles, como el antológico momento en el que una bala atraviesa la mirilla de una puerta, para perforar el ojo derecho de un personaje, y acabar estrellándose contra un teléfono al fondo de la habitación.
Y todo, en perfecta cámara lenta, con vista macro de la bala.
Por tanto, la dirección es hermosa, simplemente elegante; y para ser un “giallo” italiano, la dirección de cámaras es dinámica, vertiginosa, salvaje como las muertes.
El efecto de los cuervos volando por el teatro, añade un sentimiento de miedo difícil de explicar, y añade su toque especial.
Destacable es el del uso de los cuervos, los cuales tienen una relación metafórica con la muerte, y hacen parte del género desde siempre, por ejemplo, en el cuento corto de Edgar Allan Poe, del que Argento es admirador; por lo que su presencia durante toda la historia, es acertada.
De acuerdo con el actor Urbano Barberini, tomaría horas para que todos los cuervos pudieran ser capturados, después de que fueron puestos en libertad para la filmación de sus escenas, y que se utilizaron alrededor de 140 cuervos, pero sólo 60, nunca fueron recuperados.
Aparentemente, los demás se escaparon durante el rodaje.
Y nos queda el plano brillante, el paneo aéreo, que sirve de ojo subjetivo de un cuervo, y que resulta supremamente bien utilizado, además de visualmente bello.
También, el plano inicial de los ojos de los cuervos, el cual refleja lo que sucede al frente de ellos, y lo que está viendo el propio animal.
De las muertes, hay un total de 7, las escenas de muerte son extremadamente brutales y salvajes, siendo sin lugar a dudas, lo más relevante de la película.
Tenemos por una parte, la infame muerte de la mirilla, el pequeño hoyo que tienen las puertas, así que nos permite ver secretamente, lo que ocurre del otro lado.
El cuchillo atravesado en cuello y boca, es otra escena brutal y violenta.
No se quedan atrás las tijeras usadas en la costurera...
Las muertes, así como el hecho de que el asesino atrape a la actriz, y la obligue a ver los asesinatos, no permitiéndole que cierre los ojos por medio de unas agujas, es algo también importante dentro de la narración.
Esa idea, de las agujas en los ojos, inició como una broma del propio Argento, en la que decía que le disgustaba que los espectadores dejaran de mirar en las escenas violentas, o “gore” de las películas, por lo que deberían de ponerle agujas en los ojos, y obligarlas a ver.
Por otra parte, la sexual, según Freud, la escalera es en sí mismo, un símbolo de las relaciones sexuales, y la memoria recurrente del asesino, de caminar por la escalera de caracol, a la mujer en la cama, en paralelo, como su fantasma, similar al acecho alrededor de las escaleras de la casa de ópera para observar Betty a través de los binóculos en el teatro, continuando el motivo del voyerismo.
Es Betty quien suplanta a su madre en la mente del asesino, mientras la ata y coloca alfileres bajo los ojos, para que ella también tenga que ver, como su madre ansiosa había hecho años anteriores.
Para enfatizar la esfera psicosexual entre el deseo físico y su inaccesibilidad, tenemos los objetos fálicos que se colocan de forma ubicua en los entornos oníricos, a través del uso de cuchillos, pistolas, balas, y otros instrumentos de penetración.
En cada uno de estos casos, los incidentes de la infancia recordados, los sueños y las fantasías sexuales del pasado, pasan a primer plano en la edad adulta, con consecuencias terribles.
En Opera, el asesino desliza cuidadosamente el cuchillo, como si estuviera tocando su cuerpo con su falo, igualando el placer sexual con el dolor.
Esta “sangre y crueldad”, se hace evidente al principio, a través de una toma de una escalera de caracol, al ser descendiente, como una cámara estable desliza a través de las habitaciones vacías y abandonadas, creando un efecto de fantasía; al ver como una mujer joven es asesinada en la cama, mientras que otra mujer, presumiblemente la madre de Betty, está obligada a mirar.
El presente, se combina con el pasado; la necesidad de matar, con la necesidad de ver matar; la necesidad de suplantar, y la penetración sexual, con la necesidad de infligir dolor; todo lo cual, los impulsos sexuales anormales del asesino, hacen posible su impotencia en la intimidad.
El asesino, una vez que captura a Betty, le confiesa su relación sadomasoquista con su madre:
“Ella me enseñó el juego cruel de matar y torturar.
Sólo entonces, podría ser su esclavo”
El asesino requiere de esta nueva unión, para recuperar su individualidad, después de la muerte de la madre de Betty en sus manos.
Las palabras que usa, son expresivas, porque ellas señalan esa relación obsesiva y extraña que ha llegado a confesar; que se convirtió en capricho de adulto, sexualmente, por una mujer que fue a la vez, amante y dominatriz.
Betty es su nexo con el pasado, lo que le permitió reanudar sus perversiones en el presente.
Por lo que él le susurra:
“Al igual que tu madre”
El asesino, ha trasladado su dependencia a la hija, una mujer más joven, lo que permite a sí mismo, una vez más, reavivar sus deseos.
Pero ahora es Betty, que parece disfrutarlo al romper una roca sobre su cabeza varias veces, cuando él ya no está mirando, vengando efectivamente la muerte de su madre, mientras desafiante, repudia su relación:
“No es verdad, no soy como mi madre en nada, en absoluto...”
De hecho, toda la experiencia ha empujado a Betty por el borde, como coda de la película que da en la fe, un final feliz.
El punto negativo, sin embargo, es la falta de lógica o coherencia.
Después de ver el primer asesinato, Betty se muestra serena, tranquila como si nada hubiera sucedido, y acepta los hechos como sin nada…
¿Cómo es posible, que la policía local, e incluso ella no toman medidas de seguridad?
Podemos pensar, que estamos ante una de las grandes películas de Argento, sin embargo, la realidad es otra:
La trama se nutre de escenas absurdas, en especial, la aparición de la niña vecina, y avanza de forma surreal hacia… un canto de amor a la naturaleza.
Pero bueno, aunque a veces me sorprendiera alguna carcajada, Opera se deja ver, y resulta bastante surreal.
La actuación, es como en cada film de Argento; o sea, exagerada, muy de teatro, muy de farsa, muy digamos, ruidosa.
Cristina Marsillach, es verdadera y brutalmente mala, su nivel de expresividad es mínimo, lo mismo decir de los secundarios:
Ian Charleson, Urbano Barberini... todo un catálogo de sobreactuaciones que rozan lo perverso, perverso para los que las tenemos que tragar.
La Marsillach, logra expresar el miedo que sufre su personaje, debido al asesino suelto, y que la acecha constantemente.
Aunque su personaje, desde el punto de vista del guión es algo ambiguo, ya que no se precisa la forma de ser de ella, o la forma de pensar, porque pareciera que la presencia del asesino y el pasado de su madre, no aclarado completamente, hacen que ella este sufriendo un trauma intenso en su mente, o es lo que sucede, es debido a que no es un personaje bien configurado.
Betty actúa como si se estuviera expresando una especie de locura, un trauma que está sufriendo el personaje, debido a lo que vive y sufre a lo largo del metraje; algo que por su parte, sería una explicación coherente del final, ya que luego de todo lo que vivió, de lo que sufrió, Betty termina por perder la cordura, no importándole lo que sucede en el desenlace.
No son pocos los que han criticado Opera por lo plano de sus personajes, y por un guión flojo, con un final que argumentalmente destroza todo lo que se había conseguido anteriormente.
Hasta los ejecutivos de Orion llegaron a pedirle al director que eliminase la escena final, rodada en los bellos exteriores suizos.
Con todo, y dejando a un lado algunas incongruencias, debemos valorar el final, como la prolongación de un film que hasta el momento había sido hiperbólico en todos los sentidos, con un desarrollo que no atiende a los deseos de verosimilitud.
Sino más bien todo lo contrario:
Un viaje alucinante en steadycam, a través de los “ritos de paso” de la joven Marsillach, que bien podrían tratarse de los del propio Argento como cineasta…
Por último, la banda sonora corre a cargo de Brian Eno, quien aceptó la propuesta, pero a cambio, solicitó aparecer en un cameo en mitad del film.
La música es brutal, un “soundtrack” de heavy metal que rockea nuestra mente cada vez que ocurre un asesinato; combinado con la clásica música de ópera, a cargo de Maria Callas y Mirella Freni, algo poco común; que sin embargo, el heavy metal es una manera de resaltar la ferocidad del asesino, en contraste con la lírica inocente de Betty.
“Qualcuno ci sta guardando dall'esterno”
Si hay una ópera considerada “maldita” en la historia de la música, esa es sin lugar a dudas, “La Forza del Destino” de Giuseppe Verdi.
Tanto su composición como su estreno, estuvieron plagados de desgracias.
Incluso, mucho tiempo después de su estreno, la desgracia se cernió sobre ella, con un hecho de lo más rocambolesco, que un aficionado al teatro puede imaginar.
Pero vayamos por partes:
La obra en cuestión, está basada en un drama de un escritor cordobés llamado Ángel de Saavedra, más conocido como Duque de Rivas, titulado “Don Álvaro o la fuerza del sino”, obra cumbre del teatro romántico español, estrenado en Madrid en 1835, que supuso, junto a “La Conjuración de Venecia” de Pedro Martínez de la Rosa, el bautismo del Romanticismo en España.
Para empezar, la composición de la obra, pilló a Verdi en un momento complicado:
Recién elegido diputado del Parlamento Italiano, ni siquiera pudo disfrutar de su luna de miel, porque al poco de casarse con la soprano Giuseppina Strepponi, recibirá una carta del Teatro Imperial de San Petersburgo, con el encargo de escribir una ópera.
La suculenta suma ofrecida, 60.000 francos, no era para rechazar.
Así que se puso manos a la obra.
En el verano de 1861, la ópera ya estaba compuesta, de modo que marcha con su mujer hasta Rusia, donde permanecerán 3 meses.
Pero la obra no se puede estrenar, porque la soprano Caroline Barbot, encargada de la parte de Leonora, cae enferma, de modo que la “premier” se pospone hasta 1862.
Pero ésta no será todo lo exitosa que Verdi esperaba:
La tremenda truculencia del final, el suicidio de don Álvaro arrojándose desde un acantilado, no satisfizo a los espectadores, de modo que será necesaria una revisión, que se estrenará en 1869 en La Scala de Milán, con un final alternativo.
Sin embargo, la obra ya arrastraba fama de maldita, pues Verdi había encargado a Piave, una revisión del libreto para el estreno italiano, diciendo:
“Debemos buscar la forma de evitar tantas muertes...”
¿Que había querido decir con esas palabras?
¿Acaso Verdi sospechaba la maldición que pesaba sobre “La Forza del Destino”?
Quizás...
Lo cierto es que Piave enfermó, y murió sin poder modificarla, pues el libretista sufriría una parálisis 2 años antes, que lo llevó a la tumba en 1876.
Entonces, Verdi encargó la versión definitiva a Antonio Ghislanzoni, quien alteró radicalmente el final, el tercer acto, y algunas partes menores.
En tanto que Verdi recompuso el preludio, y lo convirtió en una larga introducción.
La nueva versión, se estrenó el 20 de febrero de 1869, en La Scala de Milán, y está vez, tuvo un arrasador éxito y excelentes críticas, convirtiéndose en la ópera que se representa actualmente.
Sin embargo, “la maldición” se mantuvo, y las muertes continuaron…
“La Forza del Destino”, para muchos cantantes italianos de la vieja escuela, es una ópera embrujada, y que trae mala suerte.
Se dice que cada vez que se representa, se suceden las tragedias.
Pero eso no es todo, 91 años después de su segundo estreno, el 4 de marzo de 1960, “La Forza del Destino” se cobraría otra víctima:
El barítono neoyorquino, Leonard Warren, que falleció sobre el escenario del MET mientras cantaba su parte, justamente cuando le tocó decir eso de:
“É salvo!
O gioia!”, para hacer más macabro, el ya de por sí espeluznante hecho; la obra fue cancelada.
Warren había fallecido de un ataque cardíaco, sobre el escenario, con sólo 48 años.
Más tarde, en 1980, otro tenor italiano se hallaba en New Jersey interpretando el aria, cuando se cortó la luz de todo el teatro...
Incluso, un conocido director, acostumbraba a insultar ferozmente a quien se atreviese a cantar, o tan solo silbar una parte de la ópera.
Nadie sabe, por qué sobre esta maravilla de la música, pesa semejante oscuridad.
Es por esto que “La Forza del Destino”, es una de las óperas más peculiares, y a la vez más admiradas de toda la historia del canto lírico.
Maldición aparte…
“Se si tenta di chiudere gli occhi, si rend le palpebre, quindi si deve vedere tutto”
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